Mi madura árabe

O como ligar sin salir de casa

Jorge, 33 años, trabajo de una empresa de import/export de pescado en Barbate, tuve una

pareja durante cinco años, pero finalmente lo dejamos, viajo mucho y ella no, no se me

apetece tener hijos todavía y a ella sí, pero así es la vida. Breve y resumido, pero tampoco os

voy a contar toda mi vida.

Estamos en negociaciones con una pesquera de Agadir para montar una filial permanente de

nuestra empresa, pero para eso a mi jefe se le ocurrió la gran idea de mandarme in situ, para

evitar malentendidos con nuestros nuevos socios.

A finales de mayo llegue a Agadir, en el aeropuerto me estaba esperando el Sr. Admed que

siempre había sido la persona de contacto con nosotros dado su buen nivel de castellano, ya

nos habíamos visto en otros viajes, pero de forma breve, siempre me pareció un hombre

amable, con gran conocimiento de los negocios locales y sobre todo el mundo del pescado, y

un sibarita con respecto a la cocina.

El era el que se había encargado de buscarme una casa para vivir estos de tres a seis meses

que debería permanecer en Agadir, así lo prefería yo dado que el trasiego de turistas en

verano a esta ciudad habría hecho algo agobiante cualquier hotel.

Llegamos rápido al edificio de seis plantas cercano a Estadio de futbol de Agadir, descargamos

las maletas y subimos a la quinta planta, la casa tenia una buena terraza, tres dormitorios, me

sobraban dos, y una amplia cocina, también se sobraban metros según mis conocimientos de

cocinilla. Tenía dos cuartos de baño uno con bañera y otro con una ducha amplia, me indico

que el edificio era de un europeo, belga o algo así.

Admed me dejo para que me diera una ducha y abriera las maletas, quedamos que me

recogería para cenar alrededor de las 8:30, y ya de paso me llevaría para que viera la nave que

habíamos alquilado en el puerto.

La cena trascurrió plácidamente, el me hablo de negocios, de su familia, de las ganas de volver

a viajar por Europa como hacía de joven vendiendo el pescado y, en voz baja, de las veces que

había tomado algo de alcohol más de lo aconsejable. Durante la cena me preguntó si creía que

necesitaría que alguien me limpiara y cocinara en casa, y claro, con lo desastre que soy le dije

rápidamente que sí, me pregunto si tenía alguna preferencia y riéndome le dije que fuera vieja

y fea, la verdad es que no se ni por qué le dije eso, pero nos reímos y la cosa así quedó.

El resto de la noche trascurrió plácidamente tomando té y contando anécdotas, ya habría

tiempo mañana de ponernos a trabajar.

Dios días después Admed me dijo que por la tarde iría a mi casa con una señora para el tema

de la limpieza y la cocina, quedamos a las seis, tenía otro trabajo, pero no estaba contenta con

sus jefes y que si llegábamos a un acuerdo se podría quedar en mi casa.

A las seis de la tarde tocaron al postero, yo andaba fresco tras la ducha, con camiseta y

pantalón corto, en la casa no hacía mucho calor, daba al este y el tremendo sol de la tarde no

le daba directamente. Apareció Admed con la señora Samira, que aparentaba algo más de

cincuenta años con el típico vestido que usan las mujeres árabes, muchas gasas una encima de

otra, el pelo tapado y sin el más mínimo conocimiento de español, pero eso daba igual, ya nos

iríamos entendiendo.

La negociación fue rápida, le enseñe la casa y con Admed de traductor llegamos a un acuerdo

rápido, me dijo el precio que quería cobrar por venir a las ocho de mañana e irse a las nueve y

media de la noche, dado que el último autobús para su pueblo, Takate, a algo más de media

hora al sur de Agadir salía a las diez, le dije que no había problema en que viniera a las nuevo o

las diez, en la casa vivía yo solo, no comía en casa y solo cenaba, así que no tendría mucho

trabajo y tendría tiempo libre para hacer lo que quisiera, eso, cuando se lo tradujo Admed, le

alegro la cara y le hizo sacar una sonrisa de agradecimiento, o eso me pareció a mí. Me

pregunto si quería que usara uniforme a lo que le dije que vistiera como quisiera y estuviera

más cómoda y que podría utilizar la casa a su antojo, no soy nada maniático con las cosas de la

casa, y otra gran sonrisa.

Cuando ya estaba todo arreglado, habíamos quedado en que empezaría el próximo lunes, le

pregunto a Admed si podía ver con tranquilidad la cocina para ver si faltaba algún cacharro

para cocinar y ver lo que tenía en la nevera. Fuimos a la cocina y la observamos como con

experiencia casi militar revisaba todos los armarios, dada el visto bueno a cacerolas, sartenes y

resto de menaje, y por ultimo abrió la nevera y creo que se asustó, jajajajaja, solo había dos

botellas de agua, no me había dado tiempo a comprar nada en estos dos días que llevaba en

Agadir, le dijo a Admed que vendría el sábado por la mañana para ir al mercado, que le hiciera

una lista de lo que me gustaba comer para tenerlo todo preparado cuando empezara. Por un

momento me recordó a mi madre cuando venía a mi apartamento y lo primero que miraba era

la nevera, pero bueno mi madre no tenía aquel gran culo jajajajajaj.

El sábado apareció a las once de la mañana como había dicho, la había traído su hija desde

Takate. Subieron las dos a casa, su hija hablaba francés y nos sería más fácil la comunicación,

tras las presentaciones fue al grano rápidamente:

Que le gusta comer?

Que carne le gusta?

Que pescado le gusta?, etc, etc, etc.

La respuesta era fácil, como de todo, me gusta casi todo, así que eso no sería un problema, la

hija de traducía y ella se reía y le decía algo la hija quien también reía, pero no me traducía así

que algo gracioso deberían estar diciendo de mí.

Como no tenía nada que hacer hasta la noche, le dije que si las podía acompañar al mercado

así lo conocía, desde que llegue solo había de casa a la nave y de la nave a casa, prácticamente.

Les extraño, pero accedieron, pensaría que este europeo que hacía en un mercado cosa que

luego comprendí, prácticamente en el mercado solo había mujeres.

La compra fue divertida, a todo lo que me aconsejaban yo decía que sí, y ellas no paraban de

reír. Las invite una un refresco en un bar del mercado y aunque al principio dijeron que no,

luego accedieron, aunque fuimos la comidilla de todas las mujeres que pasaban por el

mercado mirándonos.

Cuando llegamos a casa, les ayude a bajar las bolsas de la compra y a colocarlas en la cocina,

cuando terminamos les ofrecí algo de beber pero me dijeron que tenían que volver asu

pueblo, que tenía que preparar la comida para su familia (aunque era viuda desde hace cinco

años, sus tres hijas vivían con ella y el marido y los dos niños de una de ella), yo asentí y le dije

que eso si que era un trabajo duro.

Le entregue una llave del portal y otra de la casa y le dije que viniera cuando quisiera el lunes

que yo no volvería hasta la tarde.

Ese fin de semana me dedique a colocar mis cosas, llene un par de armarios, preparé el cuarto

de baño y así a comprar algunas cosas de baño que no habíamos comprado por la mañana. Me

compre algunas toallas y un par de albornoces, seguro que en breve alguien vendría de visita,

Marruecos siempre será un buen destino turístico. El domingo lo dedique a patear algo de la

ciudad, y menos mal que existe Google Maps, o no había podido volver a casa, y eso que me

oriento bastante bien.

El lunes transcurrido rápidamente, ya se estaban instalando las cámaras frigoríficas, las mesas

de clasificación, y las dos oficinas que necesitábamos, la gente local, dirigida por Admed, ya

tenía casi todo el personal necesario contratado así que yo solo me tenía que encargar de

preparar los pagos necesarios y poco más. Llegue a casa a eso de las seis de la tarde y sorpresa,

la Sra. Samira parecía otra mujer.

Llevaba menos ropa y no llevaba chilaba, el pelo solo lo tenía tapado a medias y era pelirroja,

aunque ya me había fijado en su buen culo cuando nos presentaron, no me había apercibido

de que además de culo tenía buenas tetas, y ya no aparentaba tener los cerca de sesenta que

me pareció apreciar la primera vez, y luego dicen que el habito no hace al monje.

Ella pareció darse cuenta de mi cara de sorpresa y se puso algo seria preguntándome en árabe

que no llegue a comprender, claro, pero mi contestación fue bien, todo bien, ok, ok. Leche, me

parecía estar haciendo el ridículo hablando en plan “piel roja” pero era lo que había. Y su cara

volvió a ponerse alegre.

Me fui al cuarto, me pegue una ducha y me puse cómodo, volví al salón y puse la tele, menos

mal que había fibra así que me enganche a Netflix mientras ella andaba trasteando por la

cocina, la verdad era que me sentía algo incomodo sentado viendo la tele y que alguien

estuviera dando vueltas por la casa trabajando. No estaba acostumbrado a eso.

Cuando llego la hora de la cena preparó un pescado en salsa, pero solo preparó la mesa para

uno cosa que ya me parecía demasiado y le insistí en que se sentara conmigo, a lo que no

accedió en absoluto, y solo aparecía por el salón para ver si me ponía más o retiraba algo.

Aquello no iba conmigo, me sentía mal, no estaba acostumbrado, por mucho que le pagara por

ello, a que me sirvieran de esa manera y a que no quisiera cenar, en breve se iría en autobús a

su pueblo y tardaría y cuando llegara a su casa sería al menos las once lo que no eran horas de

cenar.

Así que le escribí una nota a su hija en francés para que se la tradujera, explicándole que me

haría un gran favor si preparara cena para los dos y así se iría cenada y yo no me sentiría mal. Y

se la di cuando salió a coger el autobús.

Al día siguiente, cuando llegue por la tarde me entregó el papel y me dijo “si, gracias” se ve

que su hija se lo había traducido y había accedido.

A partir de ese día las cenas eran más amenas, empezamos a practicar la traducción

simultánea, ella me intentaba enseñar algo de árabe y yo de español, no es que avanzáramos

mucho, pero nos íbamos entendiendo. Cuando ella hablado yo prestaba poca atención, la

verdad, a veces me sorprendía mirando su canalillo y contando las pecas que tenía en él. Ya

era junio y el calor iba en aumento, mi indumentaria era siempre la misma, camiseta y

pantalón de deporte, pero ella, poco a poco se iba despojando de alguna capa de más. Cuando

me sentaba a la mesa y la veía entrar y salir del salón intentaba adivinar el tamaño y color de

sus bragas, joder como se notaba que llevaba mucho sin un polvo. Y así trascurrió junio.

Era julio, las cosas en la nave estaban encarrilladas y toda mi obsesión era terminar y volver a

casa para charlar con Samira, habíamos progresado bastante con el idioma, bueno ella, yo

bastante tenía con el francés en el trabajo.

Hacía mucho calor, además teníamos calima y eso hacia más sofocante el ambiente. Me

explicó que, si los sábados podía salir antes, que habían cambiado el horario del autobús para

su pueblo y que se tendría que ir de casa a las ocho y media que el ultimo salía a las nueve,

pues claro, sin problemas, le dije. Y ella esgrimió esa sonrisa que no le abandonaba nunca,

joder, hasta parecía feliz, la verdad que, aunque no habíamos hablado nunca de sus anteriores

jefes, yo debía ser mucho mejor.

La verdad es que a veces me daban ganas, cuando pasaba cerca de ella, de darle una

cachetada cariñosa, siempre me contuve. Lo dicho, que mal andas chaval.

Dos semanas después, un sábado, trascurrió como otro cualquiera, tele. Lectura y ordenador

para mí, idas y venidas por la casa para ella. Bueno, y mirada furtiva por mi parte, como

siempre, intentando adivinar que había debajo de aquellas telas. Se marcho dejándome la

cena en la mesa y me puse a cenar, a los quince minutos tocaron al portero era ella. Me

explico que se había ido el autobús antes de tiempo y que tenía que llamar a su hija a ver

quien de la familia podía venir a por ella, yo no tenía coche, Admed me recogía y me traía

todos los días. Llamo a su hija y le dijo que ella no podía que tenía turno de noche en la

farmacia donde trabajaba y que su marido, como siempre, trabajaba de noche, era pescador y

se había llevado el coche. Me paso a su hija por teléfono y ella me aclaró la situación, le dije

que se podría quedar en mi casa, que había tres habitaciones que no había ningún problema.

Me dijo que, al día siguiente, cuando volviera su marido de la pesca vendrían a por ella,

alrededor de las dos de la tarde.

Le pasé el teléfono y algo si entendí del árabe, vergüenza, le dije que no había problema, que

cenábamos los dos como siempre y que si luego quería ver la tele o irse a su cuarto. Y así

quedamos.

La cena trascurrió con normalidad, después preparo un té con hierbabuena y nos sentamos a

ver la tele, le pasé el mando, pero no lo quiso y me volvió a dar las gracias.

Como una hora después me dijo que se iba a la cama, la acompañe y se fue a meter en el

dormitorio que no tenía baño, le dije que no, y fuimos al siguiente, mejor este con ducha, me

mal expliqué, le dije que esperara un momento, me fui a mi baño y le traje uno de los

albornoces que había comprado, con el plástico y todo, aun no lo había abierto. Como pude le

dije que si quería darse una ducha tranquilamente que yo estaba en el salón viendo la tele

tranquilamente y que si necesitaba algo me avisara.

No se como serán los baños de su casa, pero tardo un buen rato en la ducha, me dieron ganas

de espiarla, pero me contuve.

La oí salir de la ducha y de su cuarto y acercarse por el pasillo al salón, cuando llego un

descarga eléctrica me sacudió la entrepierna, el albornoz era mas bien corto y pequeño, ni se

me ocurrió comprobar la talla cuando lo compre, pero ahora m alegraba, casi no le cerraba y

se podía ver algo mas que un simple canalillo como hasta ahora, y además, era corto, no largo

y, a duras penas, le tapaba su buen culo.

Vamos que me puse palote de inmediato, pero ni me di cuenta.

Me dijo que secaba el cuarto y que se iba a la cama, la seguí hasta la cocina, cogió el cubo y la

fregona y al agacharse le pude ver algo más, eso no hizo mas que aumentar su excitación. La

seguí hasta el dormitorio como un bobo. Creo que hasta babeaba.

Entro en el dormitorio y yo tras ella, entro Enel cuarto de baño y yo tras ella, no reaccionaba,

aquella mujer era un imán para mí.

Se puso a secar el suelo y la miraba desde el marco de la puerta como lo hacía, cuando

terminó, la dejo a un lado y se puso a cepillarse el pelo, era la primera vez que se lo veía

entero, tenía una buena melena roja, y yo seguí en el marco de la puerta mirándola,

embobado.

Fue entonces cuando se volvió y no me miro a la cara, sino más abajo, y una sonrisa se le

escapo nuevamente, reaccioné, mis pantalones de deportes a duras penas podían contener mi

excitación. Aquello parecía una mini tienda de campaña. Tenía que hacer algo, pero no sabía

que. Supongo que serían los dos vasos de té que me había tomado por que alcohol no había

probado desde que llegué a Agadir, pero entre y cerré la puerta del baño tras de mí.

Ella, que no había perdido la sonrisa, se dio la vuelta y se puso a cepillarse el pelo. Me acerqué

por detrás y suavemente le subí mínimamente el albornoz para poder acariciar su culo, eso

sería la prueba de fuego.

Y siguió cepillándose el pelo.

Me acerque un poco más, pegándome a su espalda, mientras seguía acariciándole el culo, ella

siguió cepillándose el pelo.

Pasé una mano hacia delante y la metí por el escote del albornoz tocándole un pecho y

acariciando un pezón que enseguida reaccionó. Ella seguía cepillándose el pelo.

Me arrodillé y le subí el albornoz un poco más y empecé a besarle los cachetes, a lamérselos,

mientras metía una mano entre su entrepierna, llegando hasta su sexo, hurgando entre sus

labios, en ese momento dejo de cepillarse y se apoyo en el lavabo, inclinándose hacia delante,

por lo que hundí mi lengua entre sus cachetes, lamiéndola entera.

Su sexo estaba mojado, muy mojado, yo no podía aguantar más necesitaba penetrarla. Me

puse de pie, me bajé el pantalón dejando que mi pene se rozara por todo su culo, le separé las

piernas un poco y la metí entre sus muslos. Note como se estremecía. Y yo también.

Notaba como la punta de mi pene rozaba su sexo, nuestros jugos se mezclaban, pero no lo

penetré, me gustaba rozarme con ella, entraba y salía de su entrepierna, vibrábamos, le

gustaba y me gustaba, mientras lo hacía deslice una mano hacia sus pechos y le abrí

totalmente el albornoz, se veían reflejados en el espejo del baño, eran preciosos y grandes y

pecosos y sus pezones eran tremendos y duros. Y seguí jugando con su sexo.

De pronto, bajo una mano hacia su entrepierna, se coloco la punta de mi pene dentro de su

vulva y de un ligero culazo se la metió dentro, joder que placer, un gritito se le escapo y se

inclino totalmente sobre el lavabo, estaba deseando que la penetrara y yo estaba deseando

penetrarla.

Me sujete a sus caderas y empecé a embestirla rápidamente, se abría mas de piernas y sacaba

mas el culo y cada vez la embestía con más ganas, parecíamos animales en celo, estaba muy

excitado, controlando para no correrme pero por mucho esfuerzo que hacía casi no podía

controlarlo, además hacia mucho que no follaba, como pude le dije que “ya no podía aguatar”

y no se si me entendí pero pego un grito y se le escapo un largo suspiro cerrando los ojos,

entendí que se había corrido por lo que me deje ir dentro de ella, mientras se me curvaba la

espalda del placer recibido.

Me incline sobre su espalda mientras los dos recuperábamos el aliento, ella bajo de nuevo su

mano a su sexo sujetando mi pene dentro de ella, notaba perfectamente como le palpitaba.

Estuvimos así un buen rato, hasta que se incorporo y se metió en la ducha, haciéndome señas

de que entrara con ella, se empezó a lavar concienzudamente el sexo, metiendo los dedos

dentro, ni lo había pensado, me había corrido dentro y esta mujer aún podría tener la regla,

pero se limpió bien afondo. Cuando termino con ella, empezó conmigo. Y también

concienzudamente con lo que rápidamente me puse palote otra vez. Eso le sorprendió, pero se

empezó a reír diciendo: más, mas… y yo claro, como tonto que soy, le dije que sí, jajajajajajaj

Me senté en el suelo de la ducha con aquello tieso y le hice señas para que se sentara encima

mía, lo entendió rápidamente, se arrodillo y se dejo caer encima de mi polla tiesa,

colocándosela para que entrara bien y bien entró.

La abracé con ganas, sus pechos quedaban a la altura de mi boca y empecé a besarlos y

lamerlos, las gotas de agua le recorrían los pechos y yo se las secaba y le hacia gracia, sus

pezones se pusieron nuevamente duros como piedras. Jugamos un rato, ella me los acercaba y

los retiraba, le estaba gustando el juego.

Bajé mis manos a su culo y empecé a levantarla y dejarla caer, lo entendió rápidamente, y

acompaño mis movimientos, el juego nos duro un buen rato, aquella mujer estaba disfrutando

tanto como yo, no me lo podía creer, país árabe, la cantidad de ropa que lleva, sus velos, otra

cultura, y mil cosas más…

Estuvimos abrazados dentro de la ducha, sentados, un buen rato hasta que me hizo señas de

que, si quería comer, no me había dado cuenta hasta ese momento, tenía hambre.

Nos levantamos y nos secamos la poca agua que nos quedaba encima, se volvió a poner el

minúsculo albornoz que llevaba antes, yo mis slips y una camiseta, y nos fuimos a la cocina. Le

ayude, en contra de su voluntad, con lo que estaba preparando para cenar, hasta que me hizo

sentarme, creo que, con mis dotes culinarias, la estaba estorbando.

Mientras cocina no paraba de mirarla, el culo, los pechos y ya no me cortaba cuando pasaba

cerca en tocarla, y ella se reía y me retiraba la cena, diciéndome algo en árabe que no

entendía, y se me encendió la bombilla, Google translate. Joder como no había caído antes en

la tecnología.

Cogí mi móvil, me baje la aplicación, y dicte lo primero que se me ocurrió, ¿que estas

preparando? Se sorprendió al oír en araba aquello y me contesto, le indique que hablara al

móvil y resuelto que era una simple fritura de verduras, pero olía de miedo. La siguiente

pregunta ya iba más al grano, ¿te ha gustado lo que ha pasado en la ducha?, al oírlo se puso

roja y empezó a hablar rápida y nerviosamente, aunque lo parezca, Google, solo entendía

palabras sueltas que no me decía nada. Le indique que hablara más despacio u así lo hizo.

Básicamente y resumiendo me decía que desde que su marido murió no había estado con

ningún hombre y que se había sorprendido de que un hombre joven como yo le gustara una

mujer vieja como ella y que le había gustado mucho.

Le expliqué que me había ido fijando en ella poco a poco y que cuando se puso el albornoz fue

el detonante, que no era vieja, y que yo había disfrutado mucho y que esperaba que ella

también, a lo que asintió.

Pero ya estaba lanzado, le pregunté si, después de cenar, le gustaría probar de nuevo y que le

gustaría que hiciéramos, puso cara de extrañeza.

Le pregunte que por que ponía esa cara y me dijo que su marido, cuando tenía ganas, se subía

encima de ella hasta que terminaba, que esto solo lo había comentado con alguna mujer

amiga suya y era la primera vez que se lo decía a un hombre, bueno, eso no importa ya, si

quieres podemos hablar de lo que te gusta, de que había muchas posiciones, de que hay más

sitios donde meterla, etc, lo dicho estaba lanzado.

Durante la cena la conversación vía Google se desarrolló todo en el plano sexual, a cada

pregunta de ella, una contestación mía, que si sexo anal, que si oral, ¿oral? Preguntó, si claro,

cuando quieres excitar a un hombre con la boca chupando su pene, joder parezco la doctora

Ochoa en su programa de la tele.

En un momento dado, levanté una pierna y busque su sexo, y empecé a tocarla suavemente,

ella, que no se lo esperaba, dio un profundo suspiro mientras seguía comiendo. Pero aprendía

sobre la marcha e hizo lo mismo con su pié. En unos minutos los dos estábamos muy

excitados, me quite la camiseta y ella se solto el albornoz, sus pechos quedaron al aire, veía

como, poco a poco, sus pezones se iban despertando.

Jugamos un poco hasta que finalmente, entre suspiro y suspiro, terminamos de cenar, y le dije

que si quería un postre especial, a lo que contesto que si.

Me levante, moví su silla, me arrodille y me coloque delante de su sexo, mientras ella me

miraba expectante.

Le abrí las piernas y empecé a chupar su clítoris con mis labios, besándolo, succionándolo,

hasta que noté como sus jugos corrían por sus muslos. La levante y la incliné sobre la mesa,

apartando los platos a un lado. Su culo era tremendo, me acomodé la polla y empecé a

restregársela por el culo, la raja, su ojete, mojándola con mis líquidos. La incline un poco más y

la penetre, su sexo estaba muy mojado. Me corrí rápidamente, esa mujer me excitaba

demasiado.

Cuando terminamos nos sentamos cansados en el sofá y nos quedamos dormidos enseguida.

No se cuanto tiempo dormimos, pero me desperté mientras tenía un sueño erótico o eso

pensé. Reaccioné y era ella quien me había despertado mientras jugaba con mi polla. La luz de

la tele se reflejaba en su cara, parecía tener una ligera mirada maliciosa. Y siguió con lo que

estaba haciendo, me estaba haciendo una mamada o más bien una chupada en plan helado,

aunque a mi me daba igual, la tenía dura.

La toque y estaba mojada nuevamente, y le hice señas para que se subiera encima de mí,

como en la ducha, no hizo falta en este caso Google, lo hizo rápidamente, y poco a poco, entre

suspiro y suspiro, la luz del amanecer entraba por la ventana y nos volvimos a quedar

dormidos en el sofá.

Me desperté antes que ella, como pude la tumbé en el sofá, le puse el albornoz por encima y

me fui a la ducha, tenía semen pegado por todo el cuerpo.

Cuando termine, volví al salón, seguía durmiendo, me acerque a ella y me quedé mirándola, a

pesar de la edad y los sufrimientos que hubiera padecido, seguía siendo guapa, me incliné y le

di un ligero beso en la frente, lo que hizo que se despertara. Me vio tan cerca que me cogió la

cabeza y ne beso en los labios, me sorprendió.

Y a ella también, se levanto de un salto, cayendo el albornoz al suelo, lo recogió y salió

corriendo por el pasillo, diciéndome algo, lo que entendía que era que se iba a la ducha, pues

entró en el baño y oí el agua correr.

Me dispuse a prepararme un café y mientras me lo tomaba volvió de la ducha, ya no llevaba el

albornoz<, pero se había puesto uno de esos vestidos de gasa “a capas” que dejaba ver su

cuerpo sin necesidad de usar la imaginación.

Se sentó a tomar el café que le había preparado y me preguntó por el teléfono, y de nuevo,

haciendo nuevamente uso de nuestro nuevo amigo, me dijo que su hija estaría allí en un rato

para recogerla. Gruñí. Llámala y dile que me ha salido una comida en casa y te tienes que

quedar a prepararla o algo así, que no, que tenía que volver, que tenía a sus hijas y que tenía

que hacer cosas en casa. Gruñí otra vez. Ella reía.

Finalmente le dije que bueno, que me conformaba de que se fuera, por que el lunes volvería y

que yo haría todo lo posible por salir antes del trabajo y así podríamos seguir.

Me preguntó, algo vergonzosa, que si yo quería seguir teniendo sexo con ella, a lo que

respondía que sí, y la siguiente pregunta fue: Y todos los días? A lo que también asistí.

Una carcajada se le escapó y me cogió el teléfono y me dijo que solo había tenido sexo casi

todos los días cuando se casó y que eso solo duró como un par de meses hasta que se quedó

embarazada. Y se puso roja como un tomate, creo que se extraño ella misma de la confesión

que me había hecho. Le dije que lo peor de todo en una pareja es acomodarse, que había que

intentar cada día una cosa nueva, eso le sorprendió y me preguntó que más nuevo podíamos

hacer, le dije que el lunes me traería el portátil del trabajo y le enseñaría una cosa que se

llamaba el Kama Sutra y que ella iría eligiendo. ¿Elegir qué? La posición para tener sexo, el

lugar donde tener sexo, y nos reímos los dos.

El resto ya lo podéis imaginar, sigo alegrándome día a día de la decisión de mi jefe, aunque a el

le extraña que no quiera volver, llevo dos años en Agadir, el trabajo funciona solo, y podría

volver, pero no quiero. Los dos estamos encantados, de lunes a sábados somos felices y los

domingos descansamos, aunque en las típicas fiestas árabes me ha invitado a su casa con toda

su familia que me están muy agradecidos por que me dicen que su madre parece otra mujer,

jeje, ya imagino el motivo. Aunque siempre hay mucha gente alguna vez nos damos una vuelta

por los alrededores de su casa que da a un campo y follamos como locos, supongo que el

morbo de hacerlo al aire libre y que nos puedan pillar nos pone a los dos, y además ya no

usamos al tercero en discordia, ella ha prendido mucho español y yo casi nada de árabe, pero

nos entendemos.

Bueno esto ha sido todo, espero que os guste.