Mi Madre y Yo

Mi relación con mi madre, tan prohibida como excitante, continua. Les cuento algunas cosas que nos gusta hacer.

Mi Madre y Yo

Buenos días, ¿cómo están? Mi nombre es Ricardo David Centeno, soy un hombre guatemalteco, algunos de ustedes ya me conocen si leyeron mi anterior serie titulada "Consolando a Mi Madre" en donde les cuento cómo fue que acabé siendo el amante de mi propia progenitora. Si no han leído esa corta serie, los invito a leerla, les prometo que no se aburrirán.

Pues bien, regreso el día de hoy para continuar con mi historia, pues como podrán imaginar las cosas con mi madrecita santa no hay terminado ni mucho menos. Cada día la cosa es más intensa, más profunda. Ella continuó levantándome por la mañana con una deliciosa mamada, de esas que solo ella sabe dar. Durante el día nos buscamos constantemente, me deja manosearla como a mi se me de la gana en donde yo quiera, no tengo límites que respetar con ella.

Pareciera que no le molesta para nada esa situación, es más, ella misma lo propicia. Cuando tenemos la oportunidad de coger, me pide que la nalgueé, que le diga groserías, cosas sucias, etc. En una palabra, me pide que la trate como a un objeto, como a un juguete sexual que yo puedo utilizar a mi sabor y antojo. La verdad es que eso siempre me ha excitado mucho, el morbo que me da saber que puedo hacer lo que se me de la gana con mi madre como si de una sumisa perra se tratara es incomparable. Bien dicen que las golosinas que se nos prohíben son las más dulces y deliciosas.

Pero no crean que por ello me convertí en un joven irresponsable y vicioso, no. No quiero que parezca presunción, pero desde siempre fui un muchacho un poco más madura que el resto de mi edad. Lo digo en el sentido de hacer locuras, yo siempre lo pensaba 2 veces antes. Claro, sé que estar de amante de mi propia mamá no demuestra lo que les estoy diciendo, pero así era. Además, desde mi primer serie dejé claro que estaba conciente de que mi madre no podía controlar esa situación, me di cuenta al constatar lo imprudente que se volvía cuando estaba conmigo, era como si ya nada le importara, nada en absoluto. Por lo mismo, decidí ocupar el lugar que mi padre había estado dejado vacante y me convertí en la cabeza del hogar. Claro, un poder tras el trono, porque era indispensable que tanto mi hermana como Julita, nuestra mucama, creyeran que era mamá la que llevaba la batuta de todo como siempre había sido.

Les voy a contar un día en concreto, eran ya más o menos 2 meses desde que comenzamos. Era noche ya, día domingo, estábamos preparados para irnos a la cama. Ya todos teníamos puestos nuestra ropa de dormir, tan solo estábamos mi madre, mi hermana y yo, pues Julita, nuestra niñera, se había ido a su pueblo y no regresaba sino hasta el lunes al medio día.

Buenas noches Majitos… – le dijo mi madre a mi hermana.

Buenas noches mama… – le respondió ella bostezando, estaba muy cansada, se había desvelado mucho estudiando durante la semana, y el sábado tuvo una fiesta de 15 años, estaba que ya se caía, por ello fue que me animé a hacer lo que hice.

Mamá pasó a mi cuarto, quería darme las buenas noches con una beso en los labios, o chupándomela, quién sabe. Aunque por las noches nunca hacíamos nada, no estábamos muy seguros de su Majitos estaba ya durmiendo o no. No me encontró allí, así que extrañada se fue hacia su cuarto, sin percatarse que la estaba esperando detrás de la puerta. Se asustó al verme de reojo, pero inmediatamente le sujeté las muñecas en lato con una mano y con la otra le tapé la boca.

Sorpresa, – le dije – esta noche quiero irme a la cama cansado

Ella sabía a lo que me refería, por ello trató de zafarse, mi hermana estaba del otro lado y podía escucharnos. Pero no lo hizo con mucha decisión, a mi madre le excita enormemente sentirse forzada, obligada. Aun así la razón podía más que la lujuria en ese instante.

¡David, soltame, ¿cómo se te ocurre?! – me dijo cuando le solté la boca.

Es lo que te gusta mami, vos lo sabés… – le dije empezando a desabrochar la camisa de su pijama con mi mano libre.

¡Tu hermana está del otro lado!

Entonces no hagamos ruido… – le dije, poniéndome a lamer y chupar sus pezones.

Mi madre se empezó a retorcer para quitarse de encima mis labios y lengua, pero no le servía de nada, sus hermosas tetas ya eran mías. Solo para refrescar su memoria, les voy a describir a mi madre: ella es una hermosa mujer, morena, de 1.70, delgada pero con un cuerpo esbelto y escultural. Tenía cabello negro rizado hasta media espalda, ojos cafés claros, nariz fina y delgada y labios carnosos, muy bella de cara. Su cuerpo, como ya indiqué, era una obra de arte. Sus senos eran muy grandes, firmes y bien paraditos, su cintura bastante estrecha y sus caderas anchas, con un par de nalgas soberbias, grandes, redondas y duras.

Seguí chupándole los senos por un rato más, cada vez sus protestas y sus resistencias iban disminuyendo, yo sabía que estaba caliente de sentir que yo, su propio hijo, la estaba forzando a tener sexo, y me iba a aprovechar de eso. Poco a poco la fui jalando hacia abajo, haciendo que bajara hasta tenerla de rodillas frente a mi paquete, que se moría por ser liberado. Me saqué la verga y esta quedó frente al rostro de mi madrecita santa, que se quedó embobada mirándola, con una mezcla de orgullo de que su hijo fuese tan viril, de excitación, pues era la paloma de su hijo la que se le ofrecía, y de miedo, pues mi hermana estaba en la habitación de al lado durmiendo.

Chupámela mama… – le ordené.

Sos un loco David, tu hermana está a la par

Entonces no hagás ruido

¡Pero David, me estás forzando! ¡Soy tu madre!

¡Je, y decime si no te gusta! – se quedó callada viéndome, sus ojos comenzaron a brillar de lujuria, no tenía como rebatir esos argumentos, y cuando trató de tomar mi verga entre sus labios, se la quité moviendo las caderas – Todavía no, no me has respondido. – ella me volvió a ver, con vejo de enojo en su mirada.

Sabés que si

¿Qué si qué?

Que me gusta mucho sentir que me forcés

¿Cómo qué?

-

¿Cómo a qué mama?

Como a una puta, ¿contento?

Entonces pedímelo como una puta… – mi vieja se comenzó a revolver como un gusano como, una babosa con sal, tratando de alcanzar mi virilidad, pidiéndome que se la metiera entre la boca, suplicándome por mi paloma.

¡Dámela mi amor, sabés que la necesito! ¡Ponémela en la lengua, la quiero saborear mi amor!… ¡Mirá como tenés a tu madre, reducida a una perra suplicando por su ración de verga!

Dejé entonces que la alcanzara, comenzando a darle lametones en el tallo, desde la base hasta el glande. Hacia todo únicamente con la lengua y los labios, pues sus manos aun estaba sujetas por mi en alto. Atrapó mi pene completo entre sus labios y comenzó a chupar con fuerza, moviendo la cabeza en círculos y jalonéandome. Me sentí en las nubes y, supongo que por en morbo y el nerviosismo de saber que mi hermana estaba justo a la par, acabé a chorros dentro de la boca, cara y chiches de mi madre, que lo recibía todo con la lengua afuera, tratando de capturar tanto como pudiera.

Apenas logré contener un grito de placer ahogado en mi garganta, me tuve que sostener de la pared con mi mano libre, con la otra seguía sujetando las manos de ella, las que no solté ni un segundo. Vi hacia abajo y allí estaba ella, toda embadurnada de mi semen. Lo tenía desde su boca, alrededor de sus labios, bajando por su cuello y sobre sus grandes y bellas mamas, era un espectáculo de los más morboso.

Ya… lo lograste… – me dijo jadeando y relamiéndose todo el semen que su lengua alcanzaba – me tenés sometida, ya sabés… ya sabés que ahora haré lo que se te de la gana, ya no te puedo detener. Solo te pido algo mi vida

Lo que tu querrás mami

Tené cuidado, no quiero que tu hermanita se de cuenta de nada

No te preocupés, ella no sabrá nada de esto

Bueno… entonces soy tuya, estoy en tus manos… tratame como la perra sucia y viciosa que soy… – cerró los ojos y no dijo más, terminó de entregarse por completo.

No perdí el tiempo, y en menos de un segundo, ya la tenía en mi recámara, desnuda y puesta como yo quería. La coloqué sobre mi cama, boca arriba y con las puntas de sus pies sobre el colchón, justo al lado de cu cabeza, con sus rodillas a la par de esta. En esa pose dejaba en alto y totalmente expuesto para mi disfrute personal, su sexo y ano, además de terminar de hacerla sentir totalmente sometida y humillada.

Me incliné sobre ella mientras me veía con una mezcla de entre miedo, preocupación pero gran excitación, en la cara. Con los dedos le abrí los labios de la vagina y las nalgas, mirando excitado el mojado canal de su sexo y el pequeño y apretado agujero de su culito, no sabía ni por donde empezar. Inmediatamente comencé a lamerle el sexo, pasando mi lengua por todo lo largo de esa sensible parte de su cuerpo. Presionaba fuerte para poder meter mi lengua entre sus labios mayores, mientras con mis pulgares masajeaba vigorosamente su ano, para comenzar a dilatarlo. Escuchar su respiración acelerada y entrecortada era como música para mis oídos, como un aliciente extra para seguir adelante. Y a esto se unieron gemidos callar cuando comencé a combinar mis lamidas y chupadas con suaves mordidas. Cada pliegue de su intimidad, incluyendo su clítoris, era capturado por mis ávidos dientes que la transportaban ha niveles de placer que la enloquecían, ella apenas lograba acallar sus gritos de placer.

Sentí que tuvo un orgasmos cuando inundó mi boca con sus jugos, ella tuvo que morder una almohada para no causar escándalo, mientras tensaba cada músculo de su cuerpo. Por otro lado, dentro de su ano ya habían entrado mis 2 pulgares. Decidí seguir delante entonces, y la solté, cayendo sus caderas sobre la cama con las piernas abiertas.

Te voy a partir en 2 perra… – le dije, sabiendo que esos insultos solo la calentaban más, ella no pudo responderme, solo sonreírme de forma lasciva.

Coloqué mi pene en la entrada de su sexo, restregando un par de veces la cabeza por encima de su mojada vulva. Entonces, de una sola estocada y sin avisarle, la empalé hasta los huevos.

¡¡¡AAAAHHHHH!!! – gimió ella, por lo que tuve que taparle la boca para acallar sus gemidos.

Tomé sus tobillos y los levanté, los coloqué sobre mi hombro derecho y la comencé a penetrar con fuerza. Le metí en la boca un pañuelo para acallar sus cada vez más incontrolables gemidos mientras veía sus enormes senos estremecerse de un lugar a otro. Sus entrañas abrazaban mi talega y la masajeaban, mi cuerpo se cubría de sudor y yo cada vez tenía más trabajo para poder controlar la situación. El gozo era riquísimo, sublime, era el muchacho más suertudo del mundo.

La cambié de posición unas 3 veces, luego la senté sobre mi e hice que ella misma me cabalgara, clavándose con brusquedad los 18 cm de mi hombría. Yo le daba mis dedos entre su boca para que los lamiera luego que pasaban sobre su empapada vulva y la restregaban con fuerza, además quería acallar sus gemidos un poco. Ella ya iba por su segundo orgasmo ya, que luchaba mucho por no hacer tanto ruido.

¡¡¡AAAHHHH!!! ¡¡¡AAAHHHH!!! ¡¡¡¡¡MMMMMMGGGGGFFFFFFFFFF!!!!

En una de esas le saqué la verga y la coloque en la entrada de su ano, le dije que se la metiera ella solita y así lo hizo, mi madre bajó deslizándose despacio sobre todo mi tronco hasta que sus nalgas tocaron mi vientre y huevos. Tras esperar un momento a que se acostumbrara su recto a tener mi paloma adentro, inició los movimientos de arriba abajo, apenas movía sus caderas, sosteniéndose con sus brazo a ambos lados de mi cuerpo, sobre la cama.

¡¡¡AAAHHH, AAAGGHHH, OOOHHHH!!! ¡¡ROMPEME MIJO, DESTROZÁ A ESTA PERRA QUE ES TU MADRE!!

¡¡¡SOS UNA RAMERA MAMA!!!

¡¡¡SIIIIIII!!!… ¡¡¡SOY UNA RAMERA, UNA PERRA SUCIA Y ASQUEROSA!!! ¡¡¡¡AAAAAGGGHHHH!!!!

En ese momento mamá comenzó a rebotar con verdadera violencia sobre mi pene, eso tenía que causarle un gran ardor, pues hasta a mi era un poco incómodo a veces, pero ella no se detenía, era esa vena de esclava masoquista que se apoderaba de ella, pues no solo gozaba siendo forzada, sino también lastimada, dependiendo de su grado de excitación. Yo no podía aguantar ese ritmo mucho tiempo, por lo que estallé como una bomba dentro de sus entrañas.

¡¡¡¡¡MMMMAAAAAMMMAAAAAAAGGGGHHHHHH!!!!! – gemí sin poder controlarme, suerte que Majitos tiene un sueño muy pesado y no me escuchó.

Mamá todavía estuvo unos momentos más rebotando sobre mi, pero pronto se sosegó. Quedó sentada y desnuda sobre mi cuerpo, los 2 empapados en sudor y aun con mi verga dentro de su ano. No nos dijimos nada más, tan solo caímos lentamente de lado hasta quedar sobre la cama, abrazados como una pareja normal. Mi paloma se salió sola de su interior, en cuanto perdió tamaño y dureza, y luego quedamos profundamente dormidos hasta la mañana siguiente, en que continuamos con nuestro idilio, tan prohibido como delicioso y excitante.

Ricardo David

(Garganta de Cuero)

pueden enviarme sus comentarios y sugerencias a mi correo electrónico, besos y abrazos.