Mi madre y yo (2)
Nos escapamos de la fiesta para coger.
Desde que tuve mi primera relación con mi madre, me di cuenta lo fuertes que son las relaciones incestuosas. No estoy diciendo que con otras mujeres no goce, simplemente que los lazos familiares, la sensación de estar haciendo algo prohibido, creo que aumentan el goce. O al menos eso es lo que me ocurre a mí.
Los encuentros con mi madre se hicieron cada vez más fuertes, más intensos, más buscados. Cualquier excusa nos servía para estar juntos y hacernos el amor.
Una noche tuvimos un casamiento, mi padre estaba engripado por lo que nos dijo a mi madre y a mí que fuéramos solos. Mi madre se puso un vestido largo blanco, que la verdad le quedaba muy lindo sobre todo en la forma que le marcaba los pechos. Yo estaba de traje color negro.
La fiesta la verdad estaba muy linda, pero tanto mi madre como yo solo teníamos en mente ver en qué momentos podíamos escaparnos de la fiesta sin levantar sospechas. A eso de las 4 de la mañana y con la excusa que mi madre no se sentía del todo bien, seguramente por haberse contagiado la gripe de mi padre, salimos del casamiento rumbo al hotel más cercano. Ya en el auto no parábamos de tocarnos, besarnos y acariciarnos.
Mi madre estaba sentada pegada a mí en el auto y su mano jugaba con mi pija mientras yo manejaba, tarea que me era cada vez más difícil.
Llegamos al hotel y creo que no alcancé a cerrar la puerta de la habitación que la tenía arrodillada delante de mí, abriéndome el pantalón para sacarme la pija y empezar a mamármela. Yo le acariciaba la cabeza recostado contra la puerta de la habitación al tiempo que le empujaba la pija para que le llegara lo más adentro posible de su garganta.
Mi madre mamaba mi pija al tiempo que sus ojos me miraban, lo que demostraba lo puta que era cuando quería.
Después de mamármela un buen rato y estando yo ya totalmente desnudo la hice parar, y lentamente le desabroche el vestido al tiempo que le acariciaba las tetas viendo como sus pezones parecían querer explotar. La apoyé contra la barra del bar de la habitación y empecé a mamarle las tetas dedicándome a cada pezón con toda mi atención y sintiendo sus gemidos cada vez más fuertes y sus manos acariciándome la cabeza.
Continué bajándole el vestido hasta dejarla en tanga, me arrodillé delante de ella al tiempo que ella entreabría las piernas. Sus jugos ya habían mojado su tanga y el olor a concha me volvía loco. Le corrí la tanga con los dedos y arrodillado delante de ella le empecé a frotar la lengua por la concha. Ella levantó su pierna derecha apoyándola sobre mi hombro lo que hizo que su concha se abriera más y dejara que mi lengua la penetrara libremente. Cada vez la chupaba con más ganas con más fuerzas, sentí como sus piernas empezaron a temblar, de pronto se pusieron tensas, sus manos empujaron mi cara contra su concha y una catarata de flujo me inundó la cara al tiempo que ella gritaba como loca dándome su primer orgasmo de la noche.
Me incorporé lentamente, restregando mi cuerpo contra el suyo, frotándole mi pija dura contra sus piernas al tiempo que la besaba y ella bebía sus propios flujos de mi boca.
Nos besamos unos instantes, y fuimos a la cama. Ella se acostó boca arriba y levantó las piernas, yo estaba que volaba, me incliné sobre ella y le apoyé la cabeza de la pija en la concha, resbaló sola hacia adentro. Mis huevos chocaron contra su concha, la tenia inundada de flujos y mi pija entraba y salía cada vez mas fuerte. No fue mucho lo que pude aguantar, un par de bombeadas después, chorros de leche le llenaban la concha.
Me recosté a su lado mientras no dejábamos de acariciarnos y besarnos suavemente.
Su mano me acariciaba la pija muy suavemente, el roce de sus tetas contra mi pecho me volvió a calentar. Lentamente se incorporó y me la empezó a mamar, tomándose los restos de leche que quedaban y sintiendo el sabor de su propio flujo. Cuando la tuve bien parada, le pedí que se pusiera en cuatro patas y levantara bien la cola. Me volvía loco verla así, apoyé mi pija en la puerta de su concha y empecé a metérsela suavemente. Estaba muy húmeda, el flujo caliente me exitaba cada vez más y ella movía las caderas para que le entrara hasta los huevos. Me mojé un dedo con saliva y empecé a jugar con su culo, penetrándola despacito, viendo como su agujero se dilataba. Le saqué la pija de la concha, introduje dos dedos para mojármelos bien con sus flujos y se los metí en el culo para preparar el terreno. Cuando vi que entraban y salían bien, le apoyé la cabeza de mi pija y empujé en su culo. Cuando entró, gritó como una puta, al tiempo que yo se la empujaba cada vez más adentro. Se la metí y saqué del culo por varios minutos, hasta que no aguanté más y se lo llené de leche bien caliente.
Luego de descansar un rato, nos duchamos y volvimos a casa cuando ya amanecía, cansados pero super felices y con ganas de volver a coger otra vez.