Mi madre y yo (1ª parte)

Tras enviudar mi madre, decidi irme a vivir con ella. Y esto fue lo que sucedio.

Hola, mi nombre es Luis, tengo 48 años y estoy divorciado.

Hace dos años murió mi padre quedando mi  madre de 73 años sola. Como yo vivo de alquiler decidí irme a vivir con ella puesto que al ser diabética no debe quedarse sola y mis otros hermanos están cada uno en su casa con sus familias.

Cuando me instale de nuevo en mi antiguo cuarto de soltero mi madre estaba pasando por la normal  depresión dada la situación, la pobre apenas salía y estaba casi todo el día encerrada en su dormitorio. Yo a veces iba por si necesitaba algo y la escuchaba llorar, por lo que una de las veces decidí entrar a hablar con ella, le decía que la vida sigue, que no es bueno estar todo el día encerrada, que tiene que salir a la calle y recuperar un poco su vida anterior, la abrazaba e intentaba consolarla como podía.

Mi  madre es una señora mayor, un poco pasada de peso, con el pelo cano. De joven fue muy guapa pero los años y seis hijos le habían pasado factura, sobre todo como estaba ahora, sin arreglar y toda vestida de negro.

Una de las veces que la escuche llorando en su cuarto, mientras la abrazaba consolándola sin querer le pase la mano por uno de sus pechos,  se notaba blando, debía de tenerlos bastante caídos pese a no tenerlos demasiado grandes, usa una 95 de sujetador, el caso es que aparte la mano rápidamente mientras la hablaba. Aquel contacto me excito muchísimo, tanto que en la siguiente ocasión que tuve volví a hacerlo, pero esta vez no retire la mano sino que con cuidado se la fui acariciando hasta notar a través del sujetador como el pezón se le endurecía. Aquello me tenia excitadísimo, se que no estaba bien pero no se me podía quitar de la cabeza.

Para que pudiera dormir por las noches el médico le receto somníferos, así que sabiéndolo una noche entre en su habitación a ver como estaba, estaba dormida, la llame varias veces pero no respondía, estaba profundamente dormida, la bese en la frente y me marche. Cuando estaba a punto de salir del cuarto regrese junto a ella, volví a llamarla, baje un poco las sabanas, justo hasta dejarlas por debajo de sus pechos… la estuve mirando un rato y se los acaricie por encima del camisón, de nuevo los pezones reaccionaron poniéndose duros, le abrí  un poco el camisón y vi sus pechos blanquísimos que contrastaban con el sujetador negro, eran blandos, lechosos, le baje un poco el sostén hasta ver sus areolas, eran marrón clarito, como café con leche y bastante grandes, como galletas maria y coronadas por un pezón que apenas sobresalía pero que al contacto se ponían duros y las areolas se encogían y oscurecían. Se los bese, la puse bien el sostén y el camisón y me fui de su cuarto… a hacerme una paja, las tetas de mi madre me estaban volviendo loco.

Al día siguiente, mientras la consolaba volví a tocarle el pecho, pero esta vez lo hice mas descaradamente, se lo cogí con la mano y lo apreté suavemente, ella se aparto, me dijo que qué hacía, la volví a abrazar… no pasa nada mama, tu tranquila que ya estoy yo para cuidarte, le decía, mientras se la volví a agarrar mientras la besaba en la cabeza. Le abrí la blusa y metí  la mano hasta meterla por debajo del sujetador, ella me decía, no, para, pero yo la tranquilizaba con mis besos… tranquila mama, no pasa nada, no tengas miedo, soy tu hijo y le seguía tocando el pecho cada vez con más ansia. La aparte un poco, le termine de abrir la camisa y le subí el sujetador dejando sus tetas al aire, blancas, caídas, blandísimas, con aquellos enormes pezones de los que me alimento hasta que cumplí 16 meses de edad. Acerque mi boca a ellos y se los mame como un chiquillo mientras ella era esta vez quien me acariciaba llorando la cabeza. Se los mame los dos, le cogía las tetas con las dos manos y hundía mi cara en ellas besándolas, lamiéndolas, mamando sus pezones, mientras la escuchaba gemir…  llorar.

Por la noche la acompañe a su habitación, pero esta vez en vez de irme me quede allí, ella se extraño, me pregunto ¿no te vas? Y yo le dije que no, que me apetecía estar un rato mas con ella. Se preparo el camisón y comenzó a desnudarse mientras yo la miraba extasiado. Primero se quito la blusa girándose de espaldas a mi y quedándose solo con el sostén,  me levante la rodee con mis brazos y comencé a besarle el cuello, ella me decía que no, que parara, pero no se resistía en absoluto, le cogí las tetas se las apreté, se las saque del sostén, le pellizque los pezones y comencé a bajar las manos hacia su falda, cogiéndola por las caderas, sintiendo su trasero… le baje la falda y la combinación que llevaba debajo, la acaricie por encima de las bragas, notando como se le salía algo de pelo por los lados… metí la mano entre esa mata de pelo hasta llegar a su raja, por donde me pario, estaba seca, me lleve la mano a la boca, moje los dedos con saliva y empecé a tocárselo, a abrírselo, a frotárselo… notaba como se hinchaba, se ponía caliente, el clítoris se endurecía como sus pezones.  Ella estaba inclinada apoyada con las manos sobre la coqueta con las tetas colgando y con mis dedos sobre su raja… la escuchaba sollozar mientras mis dedos se abrían paso a través de su vagina hasta conseguir meter dos de ellos empezando a masturbarla cada vez mas rápido… de pronto se estremeció, comenzó a jadear, aguanto la respiración, cerro las piernas con fuerza  y note como un liquido caliente llenaba mi mano y chorreaba por sus muslos hasta el suelo, ¿acababa de correrse, de mearse o las dos cosas?

Saque mi mano y me aparte de ella, cayó de rodillas y se sentó a un lado sobre aquel liquido, con las manos sobre la cómoda, jadeando, con  la falda levantada y las tetas por fuera del sostén, tenía un cuerpo blanquísimo con algunos kilos de mas, lechoso, flácido, solo las manchas marrones de la edad del mismo color que sus pezones destacaban en ella que seguía llorando, gimiendo… Salí de la habitación y cerré la puerta dejándola allí, sola…

Continuará.