Mi madre y el fontanero II

El fontanero avuelve a casa para terminar la reparacion

Al día siguiente, sin apenas dormir, me levante. Había estado dándole vueltas a como haría para ver otra vez a mi madre follar con Juan, el fontanero. Se me ocurrió una idea, la de utilizar un vigila bebes que estaba perdido en alguna parte del sótano. Baje y después de rebuscar un poco, lo encontré, le puse pilas y probé su funcionamiento. Lo escondí junto a unas cajas y me lleve conmigo el altavoz.

Después de desayunar y ducharme espere en mi habitación, mi padre todavía no se había ido a trabajar y el fontanero no había venido. Al rato oí la furgoneta del fontanero, se bajo con una caja con las piezas que necesitaba para reparar la caldera y mi padre le hizo entrar en casa. Se estuvieron saludando y después de bajar al sótano y hablar sobre la reparación, mi padre se despidió y se marcho. Mi madre bajo al sótano, yo había subido a mi habitación otra vez y estaba escuchando a través del altavoz.

-       Mi hijo está en casa, dijo mi madre, dentro de un rato se ira.

-       OK, le contesto Juan, de todas formas tardare como una hora en terminar la reparación.

-       Bien, tiempo suficiente para que se vaya, le contesto mi madre.

Al rato sali de mi habitación y baje al sótano para despedirme:

-       Bueno, yo me voy

-       Bien hijo, ¿Cuándo volverás?

-       Vendré como ayer, a última hora. Mama, ¿seguro que no quieres que me quede? Si tienes que hacer algo, yo puedo quedarme.

-       No, cariño, no tengo nada que hacer. Vete tu.

-       Hasta luego, me volví a despedir. Hasta luego me contestaron los dos.

Salí por la puerta y mi madre me acompaño, cerro y cuando ya había recorrido un tramo del jardín, oí como cerraba el pestillo para que no se pudiera abrir la puerta desde fuera. Me había llevado el altavoz en una bolsa. Me fui por la parte trasera de la casa y escondido donde nadie podía verme estaba escuchando. Durante un rato solo escuche los ruidos del fontanero trabajando en la caldera, cuando ya había pasado casi la hora oí como le decía a mi madre:

-       Bueno, vamos a probar la caldera y listo.

-       Menos mal, dijo mi madre, ya estaba impaciente.

-       Ya te veo, tranquila que en un rato estoy a tu entera disposición, y se rio.

Después de un rato, oí con el fontanero subió las escaleras y llamo a mi madre.

-       Ya funciona correctamente, baja si quieres y lo compruebas.

Oí los pasos de mi madre bajando la escalera. En ese momento me puse manos a la obra para volver a entrar en casa. Aunque mi madre había echado el cerrojo para que no se abriera la puerta desde fuera, yo había dejado una de las ventanas que dan al patio trasero preparada para poder entrar sin problemas.

Así lo hice, y cuando estaba dentro me acerque a la puerta del sótano, me asome con cuidado y les vi abrazados y comiéndose a besos. Él le agarraba las tetas a través del vestido y ella le sobaba la polla a través del pantalón.

-       Aquí no, vamos a mi habitación. Esta vez vamos a hacerlo como es debido.

Yo salí corriendo y me escondí en un cuartito que tenemos en la planta baja, ellos subieron las escaleras y se dirigieron a la habitación de mis padres. Su habitación esta al final del pasillo, y cuando oí que ya habían llegado, inicie yo la subida. Muy despacio me acerque a la puerta, que no se habían molestado en cerrar, solo la habían dejado entornada, para que lo iban a hacer, si pensaban que estaban solos.

-       Que tetas tienes, se mantienen tan firmes como yo las recordaba.

-       Y tu polla esta tan firme como la recordaba. ¿La ejercitas mucho?

-       El trabajo de fontanero, tiene otras compensaciones, aparte del dinero.

-       A saber cuántas mujeres solas te abras follado.

-       Unas cuantas, pero ninguna como tú.

-       Eso se lo dirás a todas

En esto oí los muelles de la cama crujir, y mi madre empezó a gemir, la cama sonaba cada vez a mayor ritmo, y los gemidos de mi madre también iban subiendo de ritmo y volumen, acompasados con las embestidas de el. Muy despacio me asome a la puerta y allí los vi, mi madre con los ojos cerrados y las piernas cerradas sobre la espalda de él.

-       Mas, mas no te pares, grito mi madre

El bufaba a cada embestida, sacaba casi toda la polla del coño de mi madre y se la volvía a hundir, una y otra vez y otra y otra. Al rato se paro,

-       ¿Por qué te paras? Le dijo mi madre

-       Date la vuelta, le dijo.

-       Por el culo no, hace mucho que no lo han hecho por ahí, a mi marido no le gusta. Pero se dio la vuelta como le pedia.

-       Pues antes te gustaba, y se la clavo

Mi madre dio un grito, y él empezó a bombear, al principio muy despacio y después aumento el ritmo. Mi madre empezó a gemir de nuevo, como estaba disfrutando la muy zorra. Nunca la había oído gritar así cuando lo hacía con mi padre. A lo mejor porque mi padre no la daba tanta caña como Juan.

-       Prepárate que allá va, dijo Juan. Te voy a llenar el culo. Y dio un bufido, síntoma que se había corrido en el culo de mi madre.

-       No …pares….., dijo entre gemidos.

El siguió dándole a un ritmo menor hasta que mi madre dio un gemido más fuerte que los demás y se quedo quieta. El se la saco, y se quedo tumbado en la cama, se abrazaron y durante un rato estuvieron así, después ella le dijo:

-       Pasa al cuarto de baño y lávatela.

El la hizo caso, entro al cuarto de baño que había en la alcoba y se la lavo. Se acerco a la cama, se puso enfrente de mi madre y ella sin pensárselo dos veces le cogió el rabo y se lo introdujo en la boca. Se lo metía hasta el fondo de la garganta y se lo sacaba, y así durante un rato hasta que el, dando otro bufido se corrió dentro de su boca, mi madre se quedo quieta tragándose todo el semen que escupía la polla. Se saco la polla de la boca, y sin soltarla empezó a darla besitos.

-       Que viciosa eres, dijo riéndose.

-       No soy viciosa, es que paso mucho hambre.

-       Pues ya sabes dónde me tienes, estoy a tu entera disposición. Solo tienes que silbar y acudiré como un perrito.

-       Bueno, deberías irte, no sea que tengamos una visita sorpresa.

Se acabo la fiesta, me dije, baje con mucho sigilo por la escalera. Volví a salir por la ventana y me aleje de casa. Al cuarto de hora se marcho el fontanero, yo cogí el autobús y me acerque al pueblo de al lado para ver a unas amigos de la universidad. Y ya por la tarde, volví a casa y me encontré a mis padres a punto de cenar. Me senté con ellos y como si no hubiera pasado nada, estuvimos hablando de mil trivialidades. Mi madre estaba más locuaz que nunca, y se veía en la cara una sonrisa que yo sabía a qué se debía.

-       Bueno, me voy a acostar dijo mi padre. ¿Vienes? Le dijo a mi madre.

-       - Ahora subo cariño, dijo mi madre

Mi madre y yo nos quedamos recogiendo la mesa, ella todavía con la sonrisa en los labios.

-       Sube a acostarte, ya me encargo de recoger todo, la dije.

-       ¿No te importa?, yo también estoy rendida.

-       No me extraña, la dije, seguro que tu también has tenido un día muy ajetreado.

-       Si, y me sonrió. Y se fue a su alcoba.

Termine de recoger la mesa y decidí irme a mi cuarto, me acerque a la puerta de mis padres, que esta vez sí estaba cerrada.  Oí crujir la cama y pequeños gemidos.  Me reí por lo bajo y pensé:

  • Joder, mi madre aun tiene ganas de juerga, pues va a ser si es una viciosa. Habrá que pensar en aprovecharlo. Y mientras me dormía, empecé a tramar un plan.