Mi madre, mi mejor amigo y yo

Ya no podía más, deseaba correrse y se dejó ir como la gran ola que rompe contra el acantilado...

Prólogo

Recientemente en España ha muerto un chico agredido en por una banda de cobardes, que se han ocultado en la turba y le han matado a golpes... Este acto, ruin, cobarde y del todo reprobable, al parecer ha ocurrido por la supuesta homosexualidad del agredido. Parece mentira que en pleno siglo XXI en una sociedad que se dice avanzada como la española haya todavía energúmenos que se ofenden por quien no es "heterosexual", pero así es y esto es lamentable...

Por eso valga de homenaje mi última novela Mi madre, mi mejor amigo y yo , para a todas aquellas personas que son diferentes y que exploran la sexualidad sin tabúes, sin complejos y de forma libre, porque así es como deberían ser las cosas en pleno siglo XXI.

Zorro Blanco.

1

Cuando Susana entró a su salón, ni por un momento pudo imaginar lo que allí contemplaría. Una escena que trastocaría sus principios, bien asentados hasta ese momento en su placentera vida…

Había pasado toda la tarde como suele decirse: “de tiendas…” Y estaba algo cansada. Así que pasó a su piso, dejó las bolas en la entrada, junto a su abrigo y su bolso y tras colgar las llaves en un pequeño retablo junto a la puerta, pasó a la cocina a beber un poco de agua.

Mientras bebía recordaba el incidente de la tarde, algo sorprendente había tenido lugar en aquel probador y ni ella misma podía creerse que tal cosa pudiera sucederle, pero por suerte sólo fue un pequeño contratiempo.

Se preguntaba si su hijo Adri habría vuelto ya del parque, donde solía ir con su mejor amigo Marcos. Así que con ganas de hacer un pis pasó al salón y allí fue cuando se encontró el pastel…

En la televisión estaba apareciendo una voluptuosa mujer, encaramada a un hombre fornido con barba, cuyo gran miembro viril se clavaba en lo más íntimo de ella desde abajo. Esta como una diosa, estaba siendo adorada por él mientras la miraba sumiso y ella, cogiéndose el pelo subía y bajaba clavándose su herramienta obscenamente.

Pero de repente lo su mirada pasó al sofá, donde su hijo Adrián estaba junto a su amigo Marcos y en la penumbra vio claramente como ambos estaban con sendas erecciones “al aire”, apuntando estas al techo y cómo súbitamente sus manos, que estaban tocando la que no era la suya, se retiraban rápidamente y guardaban la herramienta propia dentro del pantalón. No sin cierta dificultad pues su erección parecía imposibilitar que tal operación tuviese éxito con la rapidez necesaria…

—¡Mamá, has vuelto! —dijo Adri sorprendido tratando de hacer entrar aquello en su pantalón de nuevo.

—¡Oh Adri, perdonad, tengo prisa voy a hacer un pis! —dijo ella apresurando el paso, sintiendo que había interrumpido algo demasiado íntimo…

Mientras el potente chorro caía en la blanca taza, ella no se lo creía. Con sus codos apoyados en sus muslos, sus braguitas por las rodillas y su vestido por la cintura, cavilaba acerca de las impactantes imágenes que había intuido en la penumbra iluminada por la gran pantalla en el salón. ¿Cómo era posible? —se preguntaba mientras pensaba en su hijo Adri.

Cortó un gran trozo de papel, lo hizo una bola y a continuación lo pasó por su intimidad. Al hacerlo miró allí abajo y descubrió su calentura sobre la celulosa blanca. ¿Estás cachonda? —se preguntó a sí misma en voz alta—. No aquello no era posible, pero tal vez tuviese que ver el incidente del probador, aunque ahora, toda su atención se centraba en la impactante escena del salón.

Se subió sus bragas y a continuación lavo sus manos, se desmaquillo con una esponjilla de algodón y agua micelar y luego lavó su cara para terminar.

Mientras se secaba con la toalla miraba su rostro reflejado en el espejo. Aquella imagen denotaba una mujer madura, con experiencias vividas, unas felices y otras no tanto, con placeres disfrutados, rutas prohibidas exploradas y sentimientos encontrados.

Cuando volvió al salón todo parecía en calma. Adri había cambiado el canal de la tele y veía vídeos musicales mientras distraído permanecía sentado en el sofá del salón con una pierna sobre su rodilla, donde antes estuvo en una posición más incómoda.

—¿Se ha ido ya tu amigo Adri? —preguntó Susana.

—¡Oh sí mamá! Verás, respecto a lo de antes…Vdddfad —dijo Adri intentando explicarse.

—Tranquilo Adri, no pasa nada creo que he interrumpido algo y lo siento, ¡créeme! Anda tengo hambre, ¿me ayudas con la cena y comemos algo?

Adri asintió y levantándose la siguió a la cocina.

Allí sacó una bolsa de ensalada de la nevera y comenzó a picar los complementos, un poco de surimi, queso, dátiles y frutos secos. Preparando un bol grande para ambos.

—Verás mamá, siento lo del salón —dijo Adri mientras pelaba unos tomates.

—No te preocupes Adri, ya eres adulto y puedes hacer lo que creas conveniente. No tienes que darme explicaciones si no quieres.

—Sí, pero quiero hacerlo —dijo Adri—. Es que en los últimos meses han pasado cosas entre Marcos y yo, ¿sabes?

Así comenzó su hijo Adri a contarle lo sucedido…

«Un día, en casa de Marcos me enseñó las revistas porno de su padre. Éste tiene muchas y bueno, me regaló una de ellas. El caso es que comenzamos a masturbarnos con estas revistas en su cuarto.

Al principio me daba un poco de corte hacerlo, pero el deseo despertado por aquellas imágenes nos inspiró a ambos. Así que ese día nos corrimos juntos en su cuarto.»

—Ya sé que es un poco fuerte mamá, si te molesta omito los detalles.

—No te preocupes Adri, no me molesta, entiendo que esos detalles son importantes para ti, ¿verdad?

—Lo cierto es que sí —dijo su hijo antes de continuar con su historia.

«Ese día fue especial, era la primera vez que lo hacíamos y tal vez eso le dio más morbo. Así que otro día repetimos en mi cuarto y también fue bien. Ese día tú además estabas en la casa por lo que le daba un poco más de morbo.

Luego nos atrevimos y alquilamos una peli porno que vimos aquí en nuestra casa y bueno, te parecerá mal que vea porno, ¡pero es que es muy excitante!»

—Bueno hijo. Al final es inevitable, todos lo hacéis, ya descubrí tu revista en tu cuarto —dijo Susana sentándose ya a la mesa.

—¡Ah sí, creí que la tenía bien escondida! —dijo Adrián sonriendo sorprendido.

—Bueno, si te sirve de consuelo fue un accidente —le confesó Susana—. Pero bueno sigue con lo que me estabas contando.

«¡Claro! El caso es que nuestras masturbaciones juntos eran mejores que las que teníamos por separado, no sé por qué mamá, tal vez sea como cuando se estudia con otra persona y esto te motiva.

Nos comenzamos a masturbar en el parque, dando un paseo por el campo. Al tiempo que nos contábamos historias sobre cómo sería hacerlo con tal o cual profesora, o con tal o cual mujer que conocíamos.

Te vas a sorprender, pero Marcos tiene una fantasía sexual contigo, ¿lo sabías?»

—¡En serio! —dijo Susana efectivamente sorprendida—. Pues no me lo esperaba la verdad, pensaba que os gustarían más las chicas jóvenes.

—Te equivocas mamá, nos ponen más las maduritas —rio Adri.

—¡Ah gracias por lo de madurita! —dijo Susana bromeando, en el fondo se sentía así pero no es agradable oírlo en boca de otro—. Pero Adri, perdona que te lo pregunte pero antes, ¿os las estabais tocando el uno al otro?

—Bueno si, a eso iba, es que un día estábamos también aquí en nuestro salón solos, viendo la peli porno que habíamos alquilado y Marcos me hizo una proposición: ¿por qué no nos masturbamos el uno al otro? —me dijo para mi asombro.

—¿En serio? Y tú qué le dijiste —preguntó la madre sintiéndose muy intrigada por la revelación.

—¡Pues que no! —sentenció Adri—. Pero él insistió otro día y también me negué, pues me daba mucha vergüenza. Y me preguntaba qué ocurriría si me gustaba, ¿sería yo gay?

«El caso es que un día en su casa, estando en su cuarto estábamos masturbándonos y casi nos pilla su hermana, que entró de repente. El incidente hizo, no sé, como que fuese más peligroso y nos seguimos masturbando con más ganas si cabe. Entonces él no me lo preguntó, simplemente me la cogió y comenzó a moverla. ¡Yo me impresioné y traté de apartarlo, pero estaba ya a punto y me corrí en el forcejeo sobre el suelo de su cuarto!

Estaba tan sorprendido que casi de inmediato se la cogí también a él y como si de una venganza se tratase lo masturbé hasta conseguir que se corriese también. ¡Estábamos muy excitados!»

—¡Oh Adri, qué impactante! ¿Y luego qué paso? —dijo su madre muy intrigada.

—Pues nada, limpiamos todo y nos despedimos. No dijimos nada, yo creo que estábamos igualmente avergonzados y durante unos días hasta nos costó vernos y quedar después de clases. Pero lo hablamos, él me dijo que no quería ofenderme con aquello, que fue una idea loca que tuvo, pero yo le confesé que me gustó y allí mismo nos masturbamos de nuevo, escondidos entre los setos del parque.

—¡Oh vaya Adri! —dijo Susana sin saber qué hacer a continuación.

—El caso es que hoy hemos repetido aquí en el salón y bueno, ya sabes el resto…

—¡Y os he interrumpido! ¿Qué rabia no?

—Bueno, no importa ha sido un accidente. ¿Te ha molestado pillarnos así?

Susana se detuvo ante aquella pregunta, sin duda todo había confluido hasta aquel momento clave. Lo que dijese a continuación tenía que estar medido, cada palabra, cada gesto de su respuesta…

2

—¡En absoluto Adri! El que veáis porno es normal a vuestra edad. Ante todo te agradezco la confianza que has depositado en mí al contármelo.

—Me daba un poco de miedo que me regañases —le confesó su hijo.

—¡En absoluto Adri!

Así Susana se levantó y abrazó a su único hijo.

—Me alegra que te lo hayas tomado tan bien, para mí es un alivio saber que me comprendes y explicártelo también, aún me atormenta un poco la idea de ser gay.

—¿Y si lo eres qué pasa? —preguntó Susana para sorpresa de Adri.

—Bueno, supongo que no pasa nada, ¿no? —dijo él no muy seguro de su respuesta.

—Pues exacto, no pasa nada, hay muchos chicos que lo son. Aunque también te digo que a tu edad aún no se sabe bien qué es uno o que no es, para que lo entiendas te contaré algo que nunca te he contado…

«Yo tenía más o menos tu edad e iba a clases de recuperación con una amiga de la abuela. Ésta mujer tenía gatos y vivía sola, no se había casado, pero era un encanto de mujer.

Un día recuerdo que se lo pregunté. Y ella simplemente me dijo que los hombres no le interesaban… Yo no podía creerla, pues yo era joven y ya sentía curiosidad por los chicos, recuerdo que lo hablaba con mis amigas y bueno tonteábamos con alguno.

Pero Catalina, o Cata, como así la llamaba yo. Nunca se había casado y cuando le pregunté por sus novios me dijo que alguno había tenido, pero sin más detalles.

Recuerdo que me trataba muy bien y siempre tenía bizcocho cuando iba a estudiar con ella. Me besaba y me acariciaba mi largo pelo.

Pero un día sentí que sus besos eran más íntimos, no sé cómo explicarlo. Esa tarde se centró en mí y estuvo muy cerca. Yo sentía su aliento en el cuello mientras me explicaba.

Entonces me besó allí y sentí escalofríos. Luego me preguntó si me molestaba y le dije que no, así que me volvió a besar con más fuerza y sentí más escalofríos…

Me abrazó y mirándome me besó en la boca, yo sabía que eso no era “normal” y me asusté, pero ella me dijo que no tuviese miedo. Estaba muy nerviosa, pero ella era tan dulce que no me sentí atacada en ningún momento. Esa tarde sólo nos besamos pero en las tardes siguientes prosiguió con sus acercamientos.»

—¿Era lesbiana? —la interrumpió Adri.

«Sí, yo ni sabía lo que era eso por aquel entonces. Pero sus caricias no me importaban, ni sus besos, sólo pensaba que me amaba, pero de otra manera, como no había tenido hijos o hijas yo era como esto último, la hija que nunca tuvo.

Así una tarde me llevó a su cuarto y se desnudó delante de mí, luego me pidió que hiciera lo mismo y yo accedí. Me hizo recostarme en la cama y bueno, te puedes imaginar, me hizo el amor de mujer a mujer.

¡Yo no podía creer lo que estaba haciendo con ella pero me gustó! Así que como tú, pasé unos días de dudas y cuando volvía a la semana siguiente repetí.

Nos amábamos mucho Adri, tanto que tu abuela comenzó a sospechar y un día fue a ver qué hacíamos y obviamente nos pilló en pleno acto.

Recuerdo que nos vestimos como pudimos y cuando ella salió a la puerta a recibirla tu abuela digamos que no fue muy delicada, al verla despeinada le dio una bofetada que pude oír desde su salón. Luego entró echa una furia y me recogió de allí tirándome de la mano.

Me sentí culpable por todo aquello, tremendamente culpable y la eché de menos durante mucho tiempo. Hasta dudé de mi sexualidad, pero luego conocía a tu padre y me enamoré de él. Redescubrí el sexo, pero esta vez con un hombre y olvidé aquella historia. Había disfrutado con una mujer, pero me sentía atraída por los hombres, por eso Adri, no quiero que te pase lo que a mí. Explora con Marcos y si no es lo que te gusta, pues ya cambiarás más adelante.»

—Jo mamá, ¡vaya historia! —dijo Adri sonriendo.

—Es tan buena como la tuya, ¿a que sí? —rio la madre…

Era ya muy tarde cuando terminaron de contar sus historias, así que dieron las buenas noches y se acostaron…

3

Ya en su cama, Susana se sentía muy excitada y lo sabía…

La sorpresa de su hijo en el salón con su amigo, su sorprendente historia y los recuerdos de su maestra de juventud trajeron a su mente tantos y tan calientes recuerdos que no pudo por menos que sentirse muy excitada.

Su dedo corazón recorría sus pliegues vaginales delicadamente bajo la tela de sus bragas y ella sentía las ganas de explorarse más íntimamente. Sus senos estaban más grandes de lo normal y cuando su mano exploró sus pezones no tardó en adivinar lo sensibles que los tenía.

Chupó sus dedos pulgar e índice y con estos se capturó sus pezones pellizcándoselos suavemente hasta ponerlos tremendamente erizados y sensibles.

Con la otra mano exploraba su botón secreto y lo sentía palpitar bajo los pliegues formados por sus labios vaginales allí abajo. Su dedo corazón de nuevo recorrió su surco de arriba abajo y al llegar a su hoyito lo encontró tan lubricado que sus jugos manaban sin apenas presión. Mojó su dedo en ellos y volvió labios arriba hasta su clítoris erecto. Lubricó y jugó con él un rato describiendo círculos concéntricos en torno a este, sintiendo el suave placer del inicio. ¡Aquella noche deseaba correrse con todas sus ganas!

Volvió a por más lubricación surco abajo y esta vez pasó su hoyito y aterrizó en su ano, donde su lubricación se extendió en torno a su cerrado ojal. ¡Qué caliente estaba!

No lo pensó ni un momento, hizo desaparecer su dedo corazón en su ojal una vez lubricado este con sus propios jugos y sintió una punzada de placer. ¡Sexo sucio sí! ¡Pero qué placer sentía!

Subió su pecho y sacó su lengua, estos eran suficientemente grandes como para que pudiese lamer sus pezones así que disfrutó del automasaje antes de chuparse su propio pezón, mientras con la otra mano jugaba de hoyo a hoyo, pensando si le gustaría más sentir su dildo en uno o en otro.

Lo alcanzó, rebuscando en el cajón de las braguitas, donde lo escondía y tras localizarlo lo chupó para lubricarlo. ¡Sí, tenía ganas de penetrarse ya!

El juguete sexual entró en su boca y ésta lo chupó con ganas, sin pararse mucho pues deseaba gozar ya de él.

Así que primero entró en su vagina que, muy lubricada ya lo esperaba con ansias desmedidas. Se penetró con él cogiéndolo por su base y haciéndolo entrar y salir con ganas despertando a un mar de placer descomunal, sin tiendo cómo las olas rompían directamente en su cerebro, provocándole cortocircuitos en sus neuronas del éxtasis que le hacía sentir.

Pero su dildo no era un dildo normal, era negro, con una base rectangular, fino por la punta, grueso por el centro y fino de nuevo por la base, su dildo era un plug anal. Y como tal ahora deseó usarlo…

A diferencia de su vagina, en su cerrado ojal fue más cautelosa, lo introdujo suavemente sintiendo como éste se dilataba poco a poco a su paso y entraba poco a poco en su culo. ¡Deliciosa penetración anal! Susana disfrutaba tanto por delante como por detrás.

Cuando lo tuvo dentro descansó, lo dejó ahí ajustado, haciendo su trabajo que simplemente consistía en estar en su cerrado ojal, mientras con sus dedos comenzó a penetrarse su vagina, sintiendo pared con pared, como al otro lado estaba su plug anal, proporcionándole el oscuro placer del sexo alternativo.

El placer corría a raudales por su cuerpo, su clítoris era frotado con intensidad con sus dedos mientras ahora, con la otra, cogía su plug anal y lo hacía entrar y salir de su ano con las mismas ganas que lo hizo en su sexo. ¡Delicioso placer anal!

Ya no podía más, deseaba correrse y se dejó ir como la gran ola que rompe contra el acantilado. Estalló en un mar de espuma, como dicha ola al romper contra la roca y su cuerpo se tensó, su ano se cerró más y capturó con fuerza su plug anal, mientras su vagina se contraía con fuerza en torno los dedos con los que se penetraba. Frotando su clítoris frenéticamente y al mismo tiempo para sentir aquel terremoto final. ¡Qué estruendo, qué placer!

Susana se contraía sintiendo toda serie de sensaciones, en su culo, en su vagina y en su clítoris. Sentía ganas de gritar pero apretaba los dientes pues no quería despertar a Adri, quien en su cama, dormía plácidamente…

Lo más duro fue sacarlo de su ano, con todo tan sensible y éste tan cerrado sintió una pequeña punzada de dolor a hacerlo salir, pero luego automáticamente una sensación de alivio al extraerlo y el placer complaciente del dulce final.

Estaba muerta de sueño cuando pasó al baño a lavarse íntimamente. Estaba todo tan sensible, que el agua fresca contribuyó a aplacar su hinchazón íntima y a poner calma donde antes hubo frenesí.

Por último lavó su plug anal con jabón y antes de acostarse, lo secó y devolvió a su madriguera, junto a sus bragas, hasta la siguiente vez que lo usase.