Mi Madre, Mi Mejor Amigo y Yo
Aquello no podía durar mucho, pues la excitación por esta nueva práctica, lo hacía todo más morboso y caliente. Así que...
4
Por la mañana temprano, su madre se fue a trabajar. Adri tenía clases por la tarde así que se dedicó a remolonear entre las sábanas. Bien entrado el medio día se levantó y desayunó algunos cereales con leche.
Los acontecimientos ocurridos en la noche anterior, la pillada con su amigo y las posterior charla y confesiones compartidas con su madre volvieron a su mente, recreándose en los recuerdos.
Así que su madre había tenido un amor lésbico con una mujer madura. ¡Qué osadía para su época! —pensó Adri—. Pero luego había conocido a su padre, se había enamorado y le había tenido a él.
Ahora él jugaba juegos prohibidos con su amigo íntimo Marcos y se preguntaba si en el futuro también seguiría con éstos o conocería a una chica, se enamoraría y tendría relaciones heterosexuales con ésta.
Pues a Adri le gustaba el porno clásico y hetero. Es más le gustaba el vintage, con coños y pollas sin depilar. Corriéndose sobre el vello púbico, apartando los pelillos de ella para chupar y lamer o zampándoselo con pelillos y todo. Cuerpos al natural teniendo relaciones naturales como siempre se han tenido estas relaciones, sin depilaciones láser que convierten a las mujeres en jovencitas barbilampiñas o usando cuchillas de afeitar, pensadas para barbas más que para pubis, dejando éstos con montañas en cada raíz, que pinchan y pican al nacer el vello después.
En aquél día estaba caliente… Sin duda no era ninguna novedad, pues a su edad, uno se siente excitado cada día. Así que sin saber muy bien cómo acabó en el cuarto de su madre.
Allí floreció en su mente una intrépida idea, una transgresora idea. Así que abrió su armario y revisó sus vestidos. Sacó uno cogiéndolo por la percha y decidió comenzar por aquel.
Se quitó el pijama y únicamente en calzoncillos se lo probó. Luego se miró al espejo de la puerta del armario, donde se contempló “vestido de mujer”.
Al principio le pareció que había hecho una estupidez, pero viéndose detenidamente le excitó la imagen que se reflejaba en el espejo. Se subió el vestido y compló su incipiente erección. Decidió probarse otro rojo, más provocativo, y cuando lo tuvo puesto se volvió a mirar en el espejo.
Como Narciso admiró su belleza pero al levantárselo mirándose el trasero pensó que tal vez unos gayumbos no eran lo adecuado. De modo que rebuscó en la mesilla de noche, sacó unas braguitas maternas de color negro y se las puso.
Ahora sí, esto tenía mejor pinta. Su erección era potente, no sabía bien porqué pero ponerse las bragas de su madre tenía un morbo especial. Aunque contemplando su dura vara empujando la suave lycra le pareció que su madre no tendría tal apéndice en ese mismo sitio y sonrió ante el espejo. Pensó que tener allí un chochito sería más adecuado y se tocó su erección imaginándose que allí tenía uno como el de su madre. ¡Hum, qué caliente imaginación!
Ciertamente el vestirse de mujer le había excitado, podría parecer una tontería pero la idea de sentirse mujer le atraía en ese momento. Así que se masturbó a través de la fina licra y contempló como en la punta de su glande una mancha se hacía más oscura, sin duda su lubricación ya comenzaba a fluir por la punta.
Decidió probarse otras braguitas blancas de encaje del cajón, así que se las cambió y se volvió a mirar obscenamente en el espejo. Su erección era como una vara de titanio: ¡Indoblegable! Las braguitas eran ciertamente bonitas, con aquel encaje y transparencia, se adivinaba su pene bajo ellas y lo observaba con atención.
Volvió a masturbarse con las braguitas puestas hasta que de nuevo una mancha de líquido seminal afloró en la tela. ¿Qué hacer a continuación?
Entonces rebuscó entre las braguitas y lo vio. Aquel artilugio llamó poderosamente su atención así que lo cogió y una vez en su mano lo identificó al momento: ¡Un plug anal negro!
Lo había visto usar por las chicas en las revistas porno y sosteniéndolo en su mano tuvo una idea aún más loca. ¿Por qué no probarlo?
Después de todo para que la fantasía de ser mujer fuese más real si cabe, sentirse follado era la guinda del pastel. Pero pensó que aquello debía estar lubricado, así que salió a la cocina con él y buscó algún lubricante “natural”.
El pasear por la casa vestido de mujer le llamó la atención, miró por las ventanas y pensó en que podrían verlo, pero lejos de ocultarse se mostró decidido. Todo aquello completaba su fantasía.
En la cocina convino que el aceite de oliva le pareció lo más adecuado, de modo que mojó el dedo y lo untó por la superficie. ¡Ya estaba preparado!
Allí mismo probó a introducirlo en su culo, para lo cual se puso en cuclillas y apartando las braguitas a un lado, como haría cualquier mujer lo aplicó. Entonces se dio cuenta que no era nada sencillo…
Terminó en el sofá del salón, con las bragas quitadas y el vestido puesto aún, sentado en el sofá con el culo sacado del cojín e intentando penetrarse analmente. Todo aquello le daba un morbo tremendo, ¡más pensar que su madre se penetraba analmente con aquel juguete sexual!
Con la práctica lo consiguió, entonces sintió una mezcla de dolor y placer, al sentirlo entrar hasta su base. Mientras lo hacía se masturbaba y esta sensación sin igual le excitaba más y más hasta el punto de que ya estaba próximo a correrse.
Tenía en glande muy hinchado y rojo, había estado masturbándose mientras probaba a introducirse aquel juguete sexual. Entonces pensó qué pasaría si de repente su madre aparecía como había hecho en la tarde anterior.
Se sonrió, ¡esto sí que sería una sorpresa para ella! —se dijo.
Pero ya no podía, ya no quería aguantar más, aceleró y su eyaculación comenzó soltando un potente chorro tras aguantar hasta el final para no correrse, que cayó al suelo frente al él a gran distancia, tras éste siguieron otros que fueron decayendo en potencia mientras el empuñaba su herramienta y la movía sin cesar. Sintiendo gran placer en cada oleada de semen que expulsaba.
Un poco aturdido reparó que el plug seguía insertado en su ano y que sin duda, ¡aquel orgasmo había sido el mejor de todos los presentes! ¿Sería por esta causa? Se había excitado igualmente probándose vestidos y poniéndose braguitas de su madre: ¿Efectivamente sería gay?
Muchas preguntas pero pocas certezas, la única es que el orgasmo que había tenido: ¡fue fenomenal! Así que extrajo el juguete sexual de su cuerpo y lo lavó bien en el baño. Luego se quitó el vestido y guardó todo de nuevo tratando de poner cada cosa en el mismo sitio para evitar que su madre lo notase.
Finalmente se duchó y se marchó a clases, pues él y su madre no coincidían al medio día en casa. La vería en la noche…
5
Al llegar a la universidad vio a su amigo Marcos en clase y se saludaron como colegas. La profesora ya había entrado, era una rubia de bote, que pasaba de los cuarenta y que vestía provocadoramente: Cecilia era su nombre.
Llevaba un vestido negro ajustado a su figura, con un generoso escote redondo por donde un canalillo se formaba al juntarse sus tetas regordetas y redondas. Ingeniería del software impartía la tal Cecilia, con el mismo acierto que vestía, digamos que no parecía el apropiado para su persona.
Pero tenía cierto morbo la tía, así que Marcos y Teo cuchicheaban admirando su culo marcado por el vestido ajustado a su figura y hablaban de ponerle la polla entre aquellas tetas para hacerse una cubana con ellas y correrse en su cara.
Tales comentarios, tan políticamente incorrectos hoy en día, son algo común en el vocabulario de los jóvenes, ansiosos de sexo y placer, excitándose por cualquier motivo y la amiga Cecilia sabía provocar como ninguna, esos motivos para entregarse a sucias fantasías con sus alumnos.
Decidieron saltarse la segunda hora y tomarse un café en la terraza de la cafetería de la Universidad y allí comentaron lo ocurrido cuando Marcos se marchó de su casa en la tarde anterior.
—Pues no se lo tomó del todo mal tío —dijo Adri tras ser preguntado por su amigo.
—¿No, en serio? —preguntó él incrédulo.
—En serio, yo tampoco me lo creía, pero ella me dijo que no me regañaría por algo que había sido una intromisión en mi intimidad.
—¡Pues qué madre tan moderna colega!
—Si, ya te digo.
Cerca de ellos un grupo de chicas estaban en otra mesa, de éstas sólo una destacaba mínimamente para ser admirada. Era la delegada de curso, pero tampoco es que fuese una cosa de otro mundo. Las carreras de ciencias, especialmente las ingenierías, se caracterizan por el bajo porcentaje de chicas que se matriculan y su carrera en particular era de las más bajas en este sentido. Matemáticas por ejemplo sí tenía más chicas donde elegir, pero la informática y “los cacharritos” despertaban poca admiración entre las aspirantes femeninas.
—¿Te vienes esta tarde a mi casa? —le propuso Marcos.
—Vale, mejor en tu casa que en la mía dos días seguidos ya sería de traca… —rio Adri.
Así que pasaron el par de clases que les quedaban aquella tarde y se marcharon a casa de Marcos.
Allí estaba su hermana Mónica, con ropa de andar por casa merendando algo en su salón, sentada en el sofá sobre sus piernas. Mónica era un poco mayor que nosotros, no estudiaba, trabajaba, pues nunca le gustó estudiar. Su aspecto era un poco transgresor, tenía los ojos con sombras naranja en un tono muy parecido a las mechas de su pelo castaño.
—¡Qué pasa pajilleros! —dijo nada más vernos entrar con nuestras carpetas.
El que los llamase así obedecía a un sentido del humor un poco macarra, pero entre hermanos supongo que no importaba. Adri, como hijo único siempre quiso tener un hermano o hermana, así que envidiaba un poco a Marcos en ese sentido.
—¡Nada tía, venimos a estudiar un rato! —dijo Marcos para saludarla.
—¿Está papá? —preguntó su hermano.
—Por suerte no —respondió ella.
Su padre tenía mal carácter. Adri le había oído regañarles de pequeños incluso me había marchado escandalizado de joven al oír las voces que les daba y cómo les zurraba. Su madre murió, mal asunto sin duda y desde entonces vivían sólo con él y aunque pudiese pensarse que la cosa fue a peor, en realidad mejoró, pues éste trabajaba mucho y estaba poco en casa. Una asistenta les ayudaban con las tareas del hogar y así podríamos decir que se habían criado el uno al otro.
Mónica llevaba unos shorts tan cortos que casi le asomaban los pelillos por las ingles, así que Adri se quedó mirándola y ésta le pilló. Pero simplemente se sonrió al verlo.
—Bueno estamos en mi cuarto —dijo Marcos.
Y la dejamos en el salón.
Al entrar a su cuarto Marcos puso música y encendió el ordenador. Insertó su disquete de tres y medio y ejecutó el programa: A:\mandy.exe. Al momento comenzaron a salir unas imágenes en bucle de actos sexuales de la tal Mandy. Hoy en día esto sin duda puede parecer arcaico, pero en aquellos tiempos es lo que se tenía para ver porno en los primeros PCs.
Así que Marcos pasó todas las animaciones y las vio junto a Adri. Hoy fue este último el que decidió comenzar, normalmente no era así, pues empezaba Marcos, por eso se extrañó cuando Adri puso la mano en su paquete y le acarició hasta sentirla dura allí dentro.
—¿Quieres que te la casque? —dijo Adri.
—¡Claro! —respondió Marcos.
Su amigo no era muy expresivo, pero era buen chico. De pequeño le defendía de los matones en el colegio y él le ayudaba con los deberes, así que congeniaron desde el primer momento.
Marcos desabrochó su botón y bajó su cremallera, entonces Adri metió la mano en sus calzoncillos y sacó su erección por la abertura de estos. Estaba ya muy excitado, así que cuando la tuvo en su mano la sintió caliente y la movió suavemente arriba y abajo.
Adri admitía que su amigo tenía mejor polla, aunque éste ya le había dicho que la suya era más bonita, aunque no fuese tan grande. Comentarios así sólo podían hacerlos quienes compartían una estrecha intimidad, y únicamente en el ámbito de esta, pero entre ellos se daban estas dos circunstancias.
La suave piel de su prepucio bajó y descubrió su glande, Adri le masturbaba suavemente mientras Marcos comenzó a visionar fotos de chicas desnudas en el ordenador.
—Sabes, antes me he fijado en los shorts de tu hermana y creo que le asomaban los pelillos del coño —dijo Adri mientras le masturbaba.
—¿Ah sí? ¡Te habrás excitado no cabrón! Seguro que ahora miso te la follarías si entrara y te lo pidiera.
—Pues no le diría que no —dijo Adri sonriendo.
—¡Vamos más rápido! —protestó Marcos.
Adri aceleró el ritmo y su amigo agradeció la nueva situación echándose hacia atrás.
—Si quieres puedo preguntarle, ella tiene confianza conmigo —le propuso su amigo.
—¡No tío! Seguramente que te dice que no… —dijo Adri sintiendo una punzada en su autoestima.
—¡Qué va tío! Ella no es así, no te despreciará —insistió.
—Bueno, pues si quieres —dijo Adri.
A continuación Adri aceleró y se esmeró en su masturbación. Marcos bajó su bragueta y también comenzó a tocarle para estimularse mutuamente.
—¿Y si las juntamos? —preguntó Marcos.
—¿Juntarlas? —dijo Adri extrañado.
—Sí, mira…
Adri se dejó guiar por su amigo, se quitaron los pantalones y se sentaron en la cama, allí le tumbó y Marcos se puso entre sus muslos, acercando efectivamente sus miembros uno junto al otro hasta chocarse, Marcos comenzó a masturbar una junto a la otra con su mano mientras sus prepucios se frotaban e igualmente subían y bajaban.
Aquello fue excitante para Adri, una nueva práctica que emplear en sus masturbaciones compartidas y tuvo que advertirle su agrado.
—Me gusta —dijo simplemente.
—A mí también —contestó Marcos.
Aceleró el ritmo y la lubricación de sus glandes fue patente, así que Marcos cogió su palma de la mano y frotando una y otra la usó como lubricante extra para su mano, volviendo a masturbarse él y al mismo tiempo a su amigo.
Aquello no podía durar mucho, pues la excitación por esta nueva práctica, lo hacía todo más morboso y caliente. Así que cuando Adri comenzó a correrse, su semen contribuyó aún más a la lubricación por lo que Marcos, nada más notarlo, aceleró el ritmo y sus espasmos también fueron el preludio de sus andanadas de semen.
Se corrieron uno junto al otro, con Marcos erguido y Adri tumbado mientras sus miembros se frotaban y el semen corría entre ambas herramientas lubricándolo todo, en un cálido y caliente final de fiesta.
Resoplando ambos apuraron hasta la última gota de placer y se mantuvieron unidos unos segundos extra. Tenían los glandes muy hinchados y rojos, tan sensibles que ya ni se podían rozar con ellos. En ese momento Marcos se separó y alcanzando una toalla del armario se la pasó a Adri para que se limpiase mientras él hacía lo propio con otra.
—¡Uf, qué idea has tenido tío! De dónde la has sacado —preguntó Adri.
—No sé tío, se me ocurrió de repente —se limitó a admitir su amigo Marcos.
—¡Pues tenemos que repetir! —concluyó Adri.
es mi nueva novela. Aquí os dejo su sinopsis:
La madre de Adri no podía sospechar la escena que se encontraría en el salón de su casa al llegar. ¡Una perturbadora escena donde su hijo y su amigo serían cómplices de algo más que una amistad! Pero esto le trae sus propios recuerdos, recuerdos de una juventud pasada donde ella también fue protagonista de una historia similar...
La bisexualidad, presente en sus vidas, ahora será compartida y ambos compartirán experiencias e íntimos pensamientos.