Mi madre, mi hermana y la fiesta de cumpleaños (8)
Por fin ha llegado el momento anhelado, esa gran fiesta donde volveré a disfrutar de los cuerpos de mi hermana y mi madre. Seguro que será inolvidable.
Mi madre, mi hermana y la fiesta de cumpleaños
CAPITULO 8 (Fin de fiesta)
Hoy es el gran día. Este último mes ha pasado extraordinariamente lento y hoy, el diecinueve cumpleaños de Carla estoy como un auténtico flan. Decir nervioso y excitado sería quedarme realmente corto. Me encuentro tumbado en mi cama y sigo sin creérmelo. Todos estos días han sido un puro suplicio y me ha costado horrores controlarme, pero al final soy un hombre de palabra y creo que eso también me hace adulto ya que creo que mamá, además de enseñarnos, nos pone estas pruebas de madurez, que de seguro nos servirán para muchos aspectos en nuestras futuras vidas. He conseguido estar toda esta última semana sin masturbarme, intentado reservarme para mis dos preciosas damas. ¡Mayor tensión todavía!
Por otro lado, ha sido una auténtica tortura para mí y en otro momento no hubiera dejado de pajearme como un mono, pero si ya de por sí estoy entusiasmado y cachondo a cada momento, se multiplica con sentirlas a mi lado. Cada vez que me cruzaba con una, era inevitable desnudarla con la mirada, cuando sonreía a la otra y me devolvía su cariñosa sonrisa, era imposible no tener una erección o más complicado aún, cuando había contacto directo, desde un casto beso, o un suave abrazo, hasta un roce inocente de nuestros cuerpos en algún momento del día, saltaban chispas y crecía el deseo, pero siempre respetando escrupulosamente las normas del famoso contrato. También tuve que pasar por momentos aún más difíciles, como el otro día cuando vi a Carla en braguitas en su cuarto, sin la parte de arriba y esa vez no me dio un portazo ni nada parecido, si no que cerró suavemente, me pareció que muy provocativamente, con una gran sonrisa y sin taparse sus preciosos pechos. También descubrí a mamá saliendo de la ducha en otra ocasión y la abertura de su toalla durante unos segundos me permitió ver en esos instantes su endiablado y curvilíneo cuerpo o la sombra de los pelillos de su sexo. Ella se hizo la distraída, pero en el fondo sabía que era otra prueba para que yo cumpliera mi parte y en cierto modo lo estoy haciendo, pero es mucho más tortuoso el camino de lo imaginado… estoy que no puedo más.
Al salir de mi cuarto, me encuentro con Carla en el pasillo. Me mira de arriba abajo observando mi cuerpo tan solo cubierto por mi pantalón de pijama, yo hago lo propio con ella que está vestida con un ceñido top y unas braguitas. Está preciosa… deslumbrante, como siempre.
̶ ¡Felicidades hermanita! – le digo, al tiempo que acaricio su culo sobre sus braguitas
̶ ¡Esa mano! – me dice golpeándome en la palma, sonriendo y sabiendo que esta noche no voy a parar de recorrer sus curvas y no solo con mis manos.
Noto ese brillo en los ojos más acentuado incluso que en días anteriores, algo que indica que está muy cachonda, yo seguramente lo estoy más y no puedo evitar decírselo:
̶ ¡Qué ganas tengo de metértela en ese precioso coño! – le digo al tiempo que intento llegar con mi mano ahí abajo.
̶ ¡Quieto, lobo!, hasta esta noche nada. – dice retirándome la mano sosteniendo mi muñeca.
̶ ¡Carla, es que no puedo más!
̶ ¡Yo también tengo muchas ganas de que volvamos a follar! – me dice casi devolviéndome el susurro en mi oído de una forma más que sensual.
Unas horas más tarde, tras asearme y afeitarme vuelvo a leer en el taxi las instrucciones que mamá me dejó en una nota en la nevera y parecen más que claras. Hasta las once de esta noche no empezará la fiesta soñada. Estoy muy nervioso, casi como si fuera la primera vez. Falta muy poco…
Nuestra adorada madre y organizadora del festín ha preparado una velada en un hotel bastante lujoso de la ciudad, sin reparar en gastos, pero supongo que la cosa bien lo vale. Como estaba previsto y siguiendo al pie de la letra las reglas, llego al hotel en cuestión donde las chicas se deben estar cambiando en la habitación reservada. El sitio es alucinante, un gran hotel, de cinco estrellas, con un hall, lleno de lámparas y espejos.
̶ Hola, soy Nacho Carreras. Tengo reservada la suite “Princesa” – anuncio a la recepcionista, que es por cierto una rubia guapísima.
̶ Sí, aquí tiene Sr. Carreras. Planta 8. Meta la llave en el ascensor y llegará directamente a su habitación – me entrega la tarjeta con una dulce sonrisa y mordiéndose el labio inferior. Supongo que mi atuendo con un traje de chaqueta que me prestó mi amigo Rafa, que me queda como un guante y la pajarita a juego, me dan un aspecto más atractivo.
Joder estoy flipado con este hotel que ha elegido mamá y no dejo de pensar en lo que ha tenido que costar todo esto. Me meto en el ascensor, introduzco la tarjeta en la ranura y se enciende el display que pone “Ático – Suite Princesa”. Desde luego allí me deben estar esperando mis dos princesas.
Al abrirse la puerta, aún alucino más viendo un gran salón con dos enormes sofás de cuero, una mesa con varias sillas, dos enormes televisores de “tropecientas” pulgadas, música ambiental, flores y una caja de bombones abierta con una tarjeta de bienvenida. Tras comerme un bombón no dejo de pensar en los otros bombones que me voy a comer en poco tiempo y mi polla vuelve a revivir nuevamente. Al fondo hay dos puertas. Supongo que una de ellas debe ser la habitación, pues oigo a las chicas hablando al otro lado. Intento abrir la puerta pero está puesto el cerrojo. ¡Dios, qué nervios!
̶ ¡Ahora mismo salimos! – se oye la voz de mamá. – Sírvete una copa de cava.
Así lo hago, me sirvo una copa y sigo curioseando por esa enorme suite. Abro la otra puerta, para saber de qué se trata y casi me caigo de espaldas al ver que es un pequeño spa privado, con un gran jacuzzi en el centro de al menos dos metros de diámetro, cuatro tumbonas y una cabina en un costado que debe ser una sauna. ¡Joder qué pasada, cómo viven los ricos!
De pronto se abre la puerta de la habitación y la primera en aparecer es mamá. Me atraganto nada más verla. ¡Está deslumbrante! Su vestido negro de lycra con un palmo por encima de su rodilla se ciñe a sus curvas de manera magistral, moldeando esa figura, de marcadas caderas y voluminosos pechos, en los que luce un gran escote donde sus tetas parecen querer salirse y un pequeño collar de borlas que juega a colarse por ese canalillo divino. Sus altísimos tacones le dan un porte elegantísimo y muy sexy. Lleva el pelo recogido en un moño muy coqueto, sus ojos bien pintados, unos labios de rojo intenso y dos pendientes muy vistosos y brillantes colgando de sus orejas.
̶ ¡Hola hijo! – me dice dándome un beso en la mejilla – ¡Qué guapo! – añade al verme con aquel traje de chaqueta.
̶ ¡Mamá, tú sí que estás guapa! – le digo admirando ese cuerpo embutido en el ceñido vestido.
̶ ¿En serio? – me pregunta dando un giro sobre sí misma.
̶ ¡Joder, estás buenísima! – añado eufórico y tengo que agarrarme la polla que quiere salirse de mi pantalón.
̶ ¡Me gusta oírtelo decir!
̶ ¡Y tienes un polvazo!
La dulce sonrisa de mamá es la clara señal de sentirse halagada y excitada, tanto por mis palabras como por mi propia erección, que habla por sí sola. Unos segundos después aparece Carla en escena que está tanto o más espectacular que su madre y eso que creía que había llegado al límite de lo imposible.
El atuendo de mi hermana, es la cosa más impresionante que nunca le había visto. Se trata de un mono de lycra blanco muy ajustado de pantalón corto con un gran escote en uve, que casi le llega al ombligo. El pantaloncito es también muy ceñido en el que se dibujan sus caderas y esa forma divina en donde acaban sus muslos y comienza su entrepierna, en una abertura deliciosa que es su coño ligeramente marcado por la tela. Como calzado lleva unos botines que cubren sus tobillos, son también de cuero blanco y de elevado tacón. Su pelo está suelto y muy bien peinado, sus ojos muy bien perfilados, lo mismo que sus labios de color rosa y esos pendientes grandes que adornan sus preciosas orejitas. Se gira para que no pierda detalle de esa vestimenta y sí por delante es alucinante, por detrás es casi más: Su espalda está totalmente al aire, pues la prenda solo se sujeta por su nuca con un pequeño broche y el pantaloncito en cuestión por la parte posterior, dibuja un culo redondo en el que la propia tela se adhiere a su piel pareciendo que no lleva nada más bajo la prenda. Sus muslos morenos por detrás, se elevan debido a esos altísimos tacones y el culo se eleva más respingón que nunca.
̶ ¡Joder, Carla! – es lo que alcanzo a decir.
̶ ¿Te gusta? – mordiendo la punta de la lengua con sus dientes sabiendo que está arrebatadora.
No contesto, solo me fijo en sus ojos cuando se queda allí plantada y veo su precioso rostro ligeramente encarnado.
̶ ¡Tú también estás muy guapo! – me dice mi hermana admirando mi cuerpo con ese traje prestado, pero lo cierto es que me sienta francamente bien.
̶ Gracias. – respondo y levanto mi copa en agradecimiento observando a mi hermana del alma que es una belleza increíble con ese atuendo tan impactante.
̶ ¿Has visto los botines que me regaló mamá por mi cumple? – me pregunta bajando su cabeza y al hacerlo un mechoncito de su pelo cae en su cara y lo recoge de esa forma tan sensual que me vuelve loco.
̶ ¡Estás divina!, ¡Estoy loco porque empiece todo! – afirmo eufórico frotándome las manos admirando a ambas mujeres.
̶ Tranquilo, hijo, primero bajemos a cenar – me dice mamá, agarrándose a mi brazo y tirando de mí hacia la puerta.
̶ ¡Hoy eres nuestro hombre! – dice Carla agarrándose a mi otro brazo y así bajamos al comedor del hotel.
Ni qué decir tiene que la entrada en el comedor es apoteósica, pues esos dos bellezones no pueden pasar desapercibidos, tanto por el personal del hotel, como los propios clientes, que alucinan viendo a esas dos mujeres altísimas, con sus más altos tacones y esas indumentarias tan extraordinariamente sexys. Me siento orgulloso y veo que soy la envidia de todos los hombres e incluso de las mujeres que piensan en que algo bueno debo tener al estar a su lado. Si supieran que son mi madre y mi hermana…
Ellas se dan cuenta de las miradas de la gente y les gusta mostrarse ante todos, con gestos e insinuaciones aparentemente naturales, pero cargadas de erotismo, como cuando mamá le pregunta al camarero que le indique uno de los platos de la carta y lo señala con su larga uña mientras que el otro, agachado junto a ella, solo se fija flipando en ese canalillo a punto de reventar. Mi hermana tampoco pierde ripio a la hora de mostrar su sensualidad, mientras se retoca el pelo o se coloca en la espalda el broche que sujeta su mono blanco de lycra. Ese gesto es más que tentador, al menos para mí, por supuesto, lo sabe y me mira victoriosa al verme embobado.
̶ ¿Estás excitado? – me pregunta ella de pronto.
̶ ¡Mucho!
̶ ¿Y tú?
̶ ¡Estoy cachondísima! – me dice muy bajito para no ser oída, pero moviendo esos labios pintados de rosa de una forma que me perturba.
̶ ¿Tú mamá? – le pregunto a nuestra progenitora
̶ ¡Mucho! – contesta también en bajito y sonriendo.
Si digo la verdad, la cena debe ser exquisita, pero casi no le presto atención al lenguado o las delicias que lo acompañan, estoy más atento de disfrutar de mis dos diosas, tanto en porte, como en cada uno de sus gestos, más que intencionados y que son muy provocadores. No dejo de pensar en lo que va a ocurrir allá arriba en menos de una hora.
Tras la cena, nos dirigimos al bar del hotel y allí también luzco a mis dos damas frente a todos los caballeros que estaban viendo un partido y lo han dejado de repente para clavar sus lascivas miradas en mis dos mujeres despampanantes. Siento más morbo y sobre todo mucho orgullo de ser el único que las va a catar esta noche.
Tras las copas y una divertida charla comentando las miradas del resto del personal, al fin es la hora y se lo hago entender a mamá con mi reloj al que había puesto una alarma a las once en punto. Ella sonríe y Carla hace lo propio, dándome un beso en la mejilla, casi en la comisura de mis labios. ¡Estoy a cien!
Nada más meternos en el ascensor me abalanzo con mi mano derecha sobre los pechos de mamá que ríe de forma nerviosa mientras que mi otra mano va a parar al redondísimo culo de carla para apretarlo con todas mis ganas.
̶ ¡Tranquilo hijo, dosifica! – me dice mamá riendo viéndome desbocado.
Llegamos a la habitación y ellas dejan sus bolsos sobre la mesa para ponerse frente a mí.
̶ Bueno, vayamos paso a paso, hijo. Lo primero es que nos desnudes tú mismo ¿te apetece hacerlo conmigo primero? – me invita insinuante girando sobre sí misma.
̶ ¿Bromeas?, ¡Me encantaría!
̶ Hazlo despacio, amor mío, recuerda que esa parte es importante hacerla con mimo.
̶ No lo dudo más. Me pongo a su espalda y busco la cremallera de su vestido, que nace en su nuca y llega hasta prácticamente su culo. Le doy un pequeño beso en el cuello y luego voy bajando lentamente la cremallera, recreándome en ese movimiento, así como el que hace ella misma con sus caderas en un vaivén atrapante y seductor. Por fin la prenda cae al suelo y mamá queda vestida únicamente con su sostén negro y unas medias con liguero. ¡No lleva bragas!
̶ ¡Joder, mamá! – digo admirando cuando se gira poniéndose frente a mí, mostrando ese coño precioso que se ensalza aún más entre los ligueros.
̶ Ahora el sujetador, cariño. – me invita, poniéndose muy cerca de mí.
Curiosamente el sostén tiene el cierre por delante. Lo hago con cierta torpeza y ella conduce mis dedos para orientarlos al broche que cierra esa prenda. Por fin cae al suelo y mi madre muestra esos pechos magníficos. Queda desnuda frente a mí, solo con sus medias negras, su elegante liguero y sus zapatos de tacón. ¡Qué visión!
̶ Bueno ¿Qué tal? – me pregunta abriendo sus brazos y mostrando su desnudez.
̶ ¡Mamá, más que alucinante!
̶ Gracias hijo. Sabía que te iba a gustar.
̶ ¡Y tanto! – digo observando su precioso cuerpo y sus labios rojos que humedece lascivamente con su lengua.
̶ Muy bien cariño, ahora tu hermana – añade, plantándome un beso suave en los labios.
Carla está más que preparada y se pone de espaldas a mí, con sus piernas muy juntas. Los botines son de mucho tacón, porque con ellos mi hermana es casi de mi misma altura.
Acaricio su espalda desnuda con el dorso de mi mano y la noto ronronear. Ella retira el pelo para que llegue al broche de su cuello, ladea la cabeza y por fin lo suelto. La parte de arriba se desliza rápidamente, pero la que cubre sus caderas, al ser de lycra, está muy pegada. Agarro los costados de esa prenda con mis manos y la deslizo por sus muslos lentamente, como me ha pedido mamá, sin dejar de recrearme en cada centímetro de esa diosa.
̶ ¡Joder, que maravilla! – digo al ver que Carla se ha quedado completamente desnuda de espaldas a mí. Tampoco lleva ropa interior. Su culo es perfecto, sus muslos robustos, su espalda elegante…
Se gira sobre sí misma y yo permanezco agachado admirando su desnudez y esa marcada rajita que brilla intensamente. Me levanto y me da otro beso en los labios de igual modo que hiciera su madre segundos antes.
̶ ¿A qué está preciosa? – me pregunta mi madre.
̶ ¡Alucinante! – afirmo.
̶ Ahora nosotras a ti. – añade mamá.
Entre las dos, deslizan mi chaqueta dejándola caer por mi espalda, sueltan mi pajarita y Carla se pone desnuda frente a mí, sin dejar de mirarme a los ojos para ir desabrochando lentamente los botones de mi camisa. Estoy cachondísimo y alucinado de verla de nuevo despelotada, es la cosa más bonita del mundo. Mamá detrás de mí, se pega a mi espalda, pudiendo notar sus tetas adheridas a la tela de mi camisa y desde esa posición suelta el cinturón y el botón que sujeta mi pantalón, haciendo que este se deslice hasta el suelo. Un gesto de mamá, hace que Carla termine la tarea de sacármelos al igual que mi bóxer que hace saltar como un resorte a mi polla que permanecía agazapada bajo esa última prenda. Carla sonríe agachada viendo mi cimbel en toda su plenitud, mientras termina de sacarme los calzoncillos por los pies.
Los tres estamos por fin desnudos en medio de aquel hall de nuestra elegante suite. Tenerlas tan cerca desnudas es sencillamente, alucinante. Alargo mi mano para tocar una de las enormes tetas de mamá, pero entonces ella me empuja al sofá bruscamente haciendo que me siente casi de golpe, sorprendido por esa acción. Ellas se miran sonrientes, en una operación que parece que tengan ensayada. Entonces siguiendo un aparente guion, como dos gatas en celo, se unen en un abrazo lleno de caricias de sus respectivas manos. La imagen lésbica es la mejor que haya visto jamás. Dos cuerpos estilizados, con esos altos tacones y rozando piel con piel, teta con teta y lengua con lengua, es algo increíble. Me masturbo lentamente porque con tanta retención acumulada en esta última semana y teniendo esa magnífica visión, uno no se puede resistir.
Las dos mujeres siguen besándose y metiéndose mano, por sus pechos, por sus culos y en cada uno de sus inflamados coños. Veo el móvil de mamá sobre la mesa, lo pongo en posición y disparo unas cuantas fotos de esas dos bellezas morreándose desnudas. Mamá se da cuenta y gira su cabeza, pero lejos de recriminarme, sonríe. Luego pongo en modo grabación pues quiero tener guardada esa escena de lo más ardiente.
Las chicas, de común acuerdo, se tumban sobre la suave alfombra blanca de pelo largo para continuar besándose y acariciándose. El cuerpo de mi hermana se balancea mientras recibe las lamidas y besos que mamá le reparte por todo su cuerpo. Mi madre está prácticamente sobre sobre ella y el juego continúa sobre esa gran alfombra, llenándose de besos y caricias. Entonces la profesora se gira lentamente, me guiña un ojo y pone su cabeza sobre el coño de Carla y el suyo propio sobre la cara de mi hermana, ¡Están haciendo un 69!
Tiro fotos y videos de esa nueva sesión de sexo y alucino viendo la lengua de una sobre el sexo de la otra. Me tengo que levantar y lo voy viendo de cerca, sin dejar de acariciar mi polla que parece querer jugar también. Enfoco de cerca con la cámara, primero el chochito de mamá que está siendo devorado por los labios y lengua de Carla para después recorrer sus curvas hasta el precioso coño de mi hermana que también está siendo devorado por nuestra maestra de ceremonias.
Mi hermana empieza a convulsionar, supongo que no ha podido aguantar tanta tensión reservada en todo este mes y se corre entre jadeos, mientras mamá sigue chupando y mordiendo a mayor velocidad sobre su coño. ¡Qué pasada!
̶ ¿Lo has grabado todo? – dice mamá estirando su mano para que le ayude a levantarse.
̶ ¡Sí, claro!
̶ ¡Genial! – añade poniéndose frente a mí.
Pienso que mamá vuelve a estar desbocada y en esos momentos no es la sensata y prudente madre que tenía tantos temores en días pasados, ahora es una de las más lanzadas de esta fiesta privada tan excepcional.
Carla sigue tumbada sobre la alfombra, sus manos sobre su cabeza, su respiración agitada y la vista ida, sin duda ha llegado a un fantástico orgasmo gracias a la habilidosa lengua de mamá. Está preciosa, allí tirada, desnuda, solo calzada con esos botines blancos.
̶ ¡Has hecho un buen trabajo con tu hija! – le digo acariciando las caderas y el culo de mi madre.
̶ Eso parece. Yo no pude terminar tan rápido – añade con la voz temblorosa, sin duda está cachonda.
̶ ¿Me dejas acabar ese trabajo? – le pregunto.
̶ ¡Claro, hijo!
Mamá se tumba en el sofá y abre sus piernas de par en par. Primero me quedo admirando ese coño y lo sexy que se muestra ese cuerpo desnudo, sólo con las medias y el liguero. Mi boca se lanza primero sobre sus pechos y comienza a lamerlos con total dedicación, poniendo esmero en dibujar cada centímetro y morder ligeramente cada vez que me tropiezo con uno de sus pezones.
̶ ¡Qué gusto! – gime mamá.
Sé que hago un buen trabajo y además no quiero bajar todavía a darle un repaso a su sexo, como bien me enseñó, porque según sus palabras “con las mujeres hay que ir despacio” y así lo hago, pero ella está mucho más excitada de lo previsto y prácticamente empuja mi cabeza para que me adentre en ese abismo que es su inflamado coño. Aspiro su embriagador olor, pero vuelvo a contenerme, me repito que tengo que ir despacio.
Desde esa posición, viendo de primer plano su sexo, observo al fondo su cara cargada de pasión y sus ojos brillantes observarme. Le sonrío y doy una primera lengüetada a su rajita, ella se retuerce sobre el sofá cerrando los ojos. Retiro mi lengua y vuelvo a observarla. Está a punto de caramelo, pero me gusta hacerla rabiar, creo que en parte, por su negativa a todo este mes a castigarnos sin sexo, pero por otro porque es maravillosa verla tan fuera de sí.
̶ ¡Hijo, por Dios, chúpame! – dice casi gritando.
Yo le vuelvo a sonreír, pero solo juego con sus ingles y por la cara interna de sus muslos sin llegar a posar la lengua en su húmeda vagina. Mamá se retuerce encima del sofá.
̶ ¡Carla ven! – dice mi madre de repente incorporándose.
Me obliga a tumbarme en el sofá ayudada por su hija, que inmoviliza mis piernas, mientras ella sujeta mis brazos, dejándome allí tendido sin poderme mover. Mamá coloca sus piernas abiertas a cada lado de mi cabeza, quedando su coño a escasos centímetros de mi boca. Entonces deja caer su cuerpo y su rajita se posa directamente en mis labios. Por fin noto que suelta la tensión de mis brazos y solo emite gemidos e hipidos descontrolados cada vez que mi lengua hace contacto con tan sensible lugar. Mis manos suben por sus caderas, dibujan por entero sus posaderas para ir subiendo hasta sus pechos y amasarlos.
En ese instante me encuentro tumbado en el sofá con una mujer tan impresionante como es mi madre sentada literalmente sobre mi cara. Es algo impensable hasta hace poco tiempo y ahora se está cumpliendo mi sueño pero multiplicado por mil.
De pronto noto que mi polla es abrazada por los finos de dedos de mi hermana que comienza a masturbarme lentamente. No puedo verla, pues tengo a mamá encima, pero enseguida noto el contacto de sus labios en mi polla. A una le estoy comiendo el coño apoyado en mi boca y la otra me está haciendo una mamada deliciosa ¡Dios!
Intento coger aire cada vez que los labios de Carla succionan mi frenillo pero mamá no está por la labor de que me detenga precisamente y no quiere más que sentir mi lengua, mis labios y hasta mis dientes. La otra sigue chupando como una condenada y se mete gran parte de mi falo hasta bien adentro, creo que ha conseguido superar su record y tragarse más de la mitad. Mientras tanto noto el temblor de mamá, la dureza de sus pezones, sus muslos ahogándome en esa posición hasta que rompe el silencio alargado y lo convierte en un gemido intenso, mientras me masajea el pelo en señal de agradecimiento por haberle hecho esa comida de coño brutal.
Tras unos segundos de recuperación se da cuenta de que me está faltando el aire y se levanta de encima de mí.
̶ ¡Hijo, qué maravilla, eres muy bueno! – me dice allí plantada de pie.
̶ Gracias mamá – respondo a duras penas alargando mi mano para acariciar su vulva inflamada, mientras Carla sigue chupando y chupando mi polla sin cesar.
Mi madre viendo los intentos infructuosos de su hija por meterse más porción de mi daga, se pone a su lado para irla orientando y ayudando en esa labor. Tras varias miradas entre ellas y después a mí, me masturban alternadamente, hasta que en un acuerdo previo aparentemente bien planeado, me invitan a que me tumbe sobre la suave alfombra de pelo y ellas se ponen arrodilladas a mis pies. Allí me quedo mirando al techo y con mi polla en ristre dispuesto a recibir lo que sea.
Primero es Carla la que comienza a pajearme mirándome fijamente a los ojos y mamá acaricia suavemente mis huevos al tiempo que le indica a su hija cómo debe colocarse, para estar cómoda y poder hacer esa labor con mayor precisión, desde luego mamá es una gran maestra. Luego ellas se besan, pero lo hacen con total entrega, haciendo que sus bocas y sus lenguas sean casi besos desesperados. A continuación mi hermana, tras mirarme de nuevo, se mete la punta de mi miembro y va bajando lentamente. Cuando llega a la mitad cierra los ojos y una arcada le invade sacando de su boquita mi dilatado miembro.
̶ ¡Despacio, hija! – le ayuda su madre, acariciando su pelo – recuerda lo que te enseñé.
̶ Es que es muy gorda. – añade la otra.
̶ Mira, así… - le indica mi madre.
En ese momento mi polla se abre paso en la boca de mamá, mientras mi hermana se fija detenidamente en cada movimiento, acariciando el culo y la espalda de la otra. La experta mamadora que tiene ahora cogido el mando muestra a su discípula sus quehaceres, tomando aire por la nariz, acomodando sus labios y su lengua e increíblemente consigue ir bajando hasta tener completamente metida mi polla en su boca.
̶ ¡Qué pasada! – añade Carla.
̶ ¡Y tanto! – digo yo suspirando mientras mamá continua allí con su boca atrapándome por entero la verga que ha desparecido en su cavidad.
Luego la retira y sale una gran cantidad de saliva y mis flujos mezclados que recoge la otra con su boca en otro beso lésbico alucinante muy bien coordinado.
̶ ¡Ahora tú, cariño! – le invita mi madre otra vez a su aplicada discípula.
En ese instante Carla hace el mismo proceso. Agarra mi polla por la base, me mira fijamente y empieza con su boca lentamente a meterse esa barra de carne. Es centímetro a centímetro hasta que supera esa mitad que antes fue su límite. Respira repetidamente por la nariz y tras una larga pausa continua hasta metérsela de lleno. ¡Dios, no me lo creo!, ¡Mi hermana se ha tragado mi sable por entero!
̶ ¡Muy bien hija, eso es! , aguanta la respiración unos segundos y aprieta ligeramente con tu garganta. – le anima mi madre, acariciando su cabello.
Cuando hace eso, casi me muero de gusto, pues esa contracción de su garganta acaricia mi glande apretándolo más, haciéndome ver las estrellas. Luego la saca lentamente, tosiendo ligeramente pero habiendo conseguido su objetivo completamente.
̶ Lo ha hecho bien, ¿no Nacho? – me pregunta mamá, mientras siguen dándose besitos entre ellas.
̶ ¡De maravilla! – respondo entrecortadamente.
̶ Se merece un premio, entonces.
̶ ¡Claro!
En ese instante, Carla se incorpora y se pone a horcajadas sobre mí. Su sexo caliente y húmedo se sienta sobre mi polla y se restriega repetidas veces en un vaivén de su pelvis. ¡Vuelvo a tener a mi hermana desnuda sobre mí!
̶ ¡Muy bien cariño, ponle bien caliente! – alienta mamá a su hija mirándome de reojo.
Yo acaricio las caderas de mi nueva amazona que sigue balanceando su cuerpo sobre el mío que continúa tendido en la alfombra y en ese momento Carla coge hábilmente mi polla detrás de su cuerpo y la restriega repetidas veces por su rajita haciéndome sentir un gusto intenso que recorre cada centímetro de mi piel, de pies a cabeza.
̶ ¡Joder! – digo casi en un grito ahogado.
̶ Le tienes a mil, hija. – añade nuestra profe haciéndome fotos.
̶ Sí, la tiene muy dura – interviene Carla con su voz temblorosa, en clara señal de su calentura.
̶ ¡Ahora hijo, fóllatela! – me ordena mamá, que arrodillada a un costado acaricia mi tórax.
No dilato más ese momento, porque estoy a punto de estallar, entonces agarrándome a la cintura de mi hermana la hago girar haciendo que rodemos por la alfombra hasta que ella queda debajo de mí. Ahora ya no puede jugar a calentarme, porque estoy desbocado y ella también. Agarro mi polla y orientándola a esa rajita húmeda, de un solo golpe se la inserto hasta el fondo. El cuello de mi hermana se estira debajo de mí, al sentir toda mi largura de mi cimbel en su interior y yo tengo que sostenerme tembloroso al notar cómo su coño ha atrapado toda esa largura de forma increíble.
Mamá está haciendo fotos a nuestro lado y yo empiezo a mover mi pelvis una y otra vez, notando como los músculos de la vagina de Carla se aprietan para que la barra de carne ardiente no abandone aquel lugar. Sigo martilleando mi polla en su coño y noto sus jadeos, cada vez que salgo y entro, es un ritmo frenético, pero muy bien acompasado por ambos, parece que lo hayamos hecho siempre y por fin mi hermana aprieta sus dientes y después abre la boca ladeando su cabeza dando un largo jadeo que muestra su segundo orgasmo en esta noche especial, eso me invita a seguir bombeando su coño y observar con detenimiento mi polla entrar y salir de ese apretado y atrayente agujero. Es una auténtica maravilla, pero cuando mi madre acaricia mi culo y besa mi espalda ya no puedo controlarlo por más tiempo y me tenso apoyando mis puños contra la alfombra permaneciendo con mi polla enhiesta completamente insertada en el interior del coño de Carla. El primer impacto de mi corrida sale como un obús anegando aquel cálido lugar, luego otro y otro hasta descargarme los huevos en ese chochito gozoso.
̶ ¡Qué bueno! – repite Carla al notar mi leche caliente inundando su matriz.
̶ ¡Muy bien, hijos! – dice mamá acariciándonos mutuamente, mientras permanecemos unidos durante un largo rato tumbados sobre aquella suave alfombra.
̶ ¡Joder, esto es tremendo! – consigo decir cuando mi polla se va aflojando y me salgo de ese lugar maravilloso al tiempo que Carla me sonríe debajo de mí.
Mamá sirve otras tres copas de cava y nos sentamos en el sofá para ver las fotos y grabaciones. Los tres desnudos vamos descubriendo cada escena y mientras tanto aprovechamos para acariciar nuestros respectivos cuerpos incesantemente.
̶ Ya la tienes dura de nuevo. – dice de pronto Carla que estaba acariciándome mi polla morcillona y que rápidamente se ha puesto en guardia.
̶ Hija, debes darle tiempo a recuperarse, recuerda que los hombres necesitan su tiempo.
Joder, yo casi no necesito nada, pues estoy más que dispuesto a continuar con esta fiesta y no perder más el tiempo.
̶ ¿Qué tal si nos damos un bañito en el jacuzzi los tres? – nos pregunta mamá.
̶ ¡Genial! - responde Carla y allí nos dirigimos.
Tras descalzarnos y despojarse mamá de sus medias y liguero nos metemos en el agua tibia y burbujeante de aquel enorme jacuzzi. Seguimos acariciando nuestros respectivos cuerpos desnudos, besándonos alternadamente en aquella bañera gigante, mientras yo sobo sus tetas, sus coños y ellas a mí haciendo lo propio con todo mi cuerpo. ¡Quiero que el mundo se pare!
̶ ¿Preparado, hijo?
̶ ¡Sí! – respondo al notar sus dedos juguetones bajo el agua masturbándome.
̶ Vale, pues ahora me toca a mí tener esa polla dentro – advierte ansiosa mamá.
En esa posición, sentado sobre el banco del jacuzzi, mi profesora del sexo se sube encima de mí insertándose sin ninguna dificultad mi verga tiesa. ¡Qué gozada!
Vuelvo a pellizcar sus pezones, a amasar su culo, pero mi hermana no quiere quedarse fuera de juego y aprovecha mientras tanto para besarme frenéticamente con sus labios y lengua mientras mamá sigue botando sobre mi regazo, clavándose hasta el fondo mi ariete. De pronto, cuando estoy acariciando los glúteos de mi amazona, mis dedos llegan hasta su agujerito posterior y lo acaricio repetidas veces. De pronto puedo notar como mi dedo índice se cuela sin dificultad y es entonces cuando mamá pone los ojos en blanco y entra en trance para dar un fuerte suspiro y un largo gemido a continuación mientras tengo mi polla metida en el fondo de su coño y mi dedo, hasta la segunda falange, dentro de su culo. Sigo jugueteando en su agujerito posterior y verla así, traspuesta, dando aquellos pequeños gritos, es sublime, pero además, al sentir los espasmos de su vagina oprimiendo mi polla cada dos por tres, me llevan irremediablemente a descargar en su interior toda mi segunda munición que invade su coño con abundantes chorros. Ella me mira a los ojos, embelesada.
Quedamos unidos, mientras mi mano derecha sigue con un dedo metido en su culo, la izquierda está acariciando los suaves labios vaginales de Carla, que sigue suspirando a mi lado pero parece querer algo más que mis dedos y es entonces cuando se levanta y arrodillándose en el borde del jacuzzi me planta el coño en mi cara como hizo mi madre sobre el sofá minutos antes. Allí tengo a las dos, a una insertada bajo el agua con mi polla todavía dura en su interior y la otra restregando su rajita por toda mi cara impregnándome con sus jugos, que por cierto están deliciosos. Casi no puedo respirar, pero en ese momento es lo que menos me preocupa, pues mi lengua y mis labios no paran de entregarse a ese manjar de dioses ¡Joder, esto es un sueño, tengo a dos impresionantes mujeres encima, una insertada en mi polla y la otra con su coño en mi boca!
Mamá no quiere salirse ni yo quiero que lo haga y todavía menea su pelvis sacándome los últimos estertores del placer, mientras Carla sigue moviendo sus caderas y restregando su coño por mis labios que ávidos de ese manjar, lo devoran con total entrega, hasta que ella se tensa y descarga su energía convertida en jadeos, convulsiones y un intenso orgasmo. ¡Qué rico sabe ese coño!
Tras la recuperación de los tres, volvemos a sentarnos en el jacuzzi brindando con nuestras copas de cava.
̶ Mamá, veo que te ha gustado mucho cuando te metí el dedo. – le digo en un momento relajado.
̶ Bueno, no te hagas ilusiones. – responde sonriente.
̶ ¿Qué es eso del dedo? – pregunta Carla que no parece haberse percatado de nuestra operación bajo el agua.
̶ Nada, hija, que tu hermano me metió un dedo por el culo, pero ya le veo la cara de querer meterme otra cosa.
̶ ¿Tú no? – le pregunto directamente dándole un suave beso en los labios.
̶ Hijo… yo…
̶ ¡Vamos, mamá!
̶ ¡Yo sí quiero! – responde Carla eufórica.
̶ Pero cariño, tú no puedes. – responde mi madre acariciando su rostro.
̶ ¿Por qué no? – pregunta confusa mi hermana.
̶ Pues porque tu hermano tiene esto muy gordo y te hará daño, no estás preparada. – añade acariciando mi polla que vuelve a despertar con sus dedos.
̶ ¡Déjame probar contigo, mamá! – intervengo yo en una súplica pues es lo que más sueño en ese momento poderle meter mi polla en ese culazo.
̶ No por el culo, no, Nacho. Luego tu hermana querrá y no quiero que le hagas daño. – añade mi madre como si estuviéramos hablando del último trozo de tarta.
̶ Pues no tiene por qué, lo he entrenado – interviene Carla.
̶ ¿Cómo? – preguntamos mamá y yo al unísono.
̶ Sí, he probado todos estos días, primero lo lubriqué bien, metiendo un dedo, luego dos, me metí el consolador y hasta un calabacín.
̶ ¿Un calabacín? – preguntamos de nuevo acompasados mi madre y yo.
̶ Sí, le puse un condón, una crema lubricante y entró por entero.
̶ ¡Joder! – exclamo yo.
̶ ¡Y ahora quiero la polla de Nacho ahí!
̶ No hija… ahora no creo que sea buena idea.
̶ Al menos déjanos intentarlo. – insiste mi hermana con cara de niña buena.
̶ De acuerdo, pero vamos a descansar un rato, porque tu hermano necesitará cargar las pilas. Nos secamos y descansamos en la cama.
Las palabras de mamá, como siempre no dan derecho a réplica y obedientes salimos del jacuzzi para secarnos y tumbarnos relajados los tres en la enorme cama de 2x2 que aún no había tenido la oportunidad de ver. Allí permanecemos un rato en pleno relax charlando de lo acontecido, de lo bien que estamos aprendiendo y visionando las imágenes que han quedado grabadas en el Smartphone de mamá.
Tras casi una hora de descanso, caricias, besos y alguna lamida furtiva, es Carla la que se pone de rodillas en la cama, dando pequeños saltitos.
̶ ¿Ya?
̶ ¿Ya qué? – pregunta mamá confusa.
̶ Que si Nacho nos la podrá meter por el culo. – añade mi hermana ansiosa, acariciando suavemente mi polla con sus dedos, haciendo que esta crezca hasta su máxima expresión una vez más.
̶ Hija, pensé que se te iba a pasar esa locura – añade mamá.
̶ Quiero intentarlo y Nacho también, ¿Verdad?
̶ ¡Claro! – respondo eufórico.
̶ Pero hijos, no tenemos lubricante para eso.
̶ ¡Yo sí! – responde Carla sacando un bote con lubricante del cajón de la mesita con una gran sonrisa en la cara y dejándonos sorprendidos a mamá y a mí. - ¿Cómo nos ponemos? – añade nerviosa.
̶ De acuerdo hija, te veo muy decidida y bastante preparada, pero tenemos que ir muy despacio, si no la experiencia será negativa.
̶ Vale. ¿Cómo lo hacemos? – pregunta Carla
̶ La meterá alternativamente en mi culo y en el tuyo pero si no puedes en algún momento es mejor parar. ¿De acuerdo? – nos advierte mamá seria a ambos.
No hay respuesta, solo aplausos nerviosos por parte de mi hermana y la mayor de las alegrías que debe reflejar mi rostro. Si durante toda la noche, lo ocurrido supera lo que cualquiera pudiera soñar, especialmente yo, lo de sodomizar a estas dos bellezas de una tacada no entraba en lo previsto, ni por asomo así que, solo de pensarlo, me pongo como loco. ¿En serio voy a metérsela por el culo a ambas? ¡Joder, esto es increíble!
̶ Vamos a irnos calentando un poco más – nos indica nuestra madre.
Yo no necesito mucho precalentamiento precisamente y creo que Carla tampoco, pero aun así, seguimos fielmente sus instrucciones. Mi madre a mi izquierda me acaricia el pecho mientras que su mano comienza a acariciar mi polla, yo la beso frenéticamente, juntando nuestras bocas y nuestras lenguas. Después giro mi cabeza y allí tengo a mi preciosa hermana, deseosa de recibir mi lengua y mis caricias que no se hacen esperar. Mi mano pellizca un pezón, mientras nuestras lenguas se exploran mutuamente fuera de nuestras bocas. Su mano acaricia mi otro pezón y mi mano baja a su sexo ardiente.
Cada vez que abro los ojos, descubro a un lado los enormes pechos de mamá, todas sus vertiginosas curvas que no dan abasto de mis caricias y al otro lado tengo a mi preciosa y joven hermana, toda una belleza y perfección que me parece mentira tener desnuda arrodillada a mi lado sobre esa gran cama. ¡Soy el hombre más afortunado de la Tierra!
̶ Mamá, ¿lo intentamos ya? – pregunta Carla afanosa.
̶ ¿Ya estáis excitados?
̶ Yo estoy cachondísima, mamá. – implora mi hermana.
̶ Bueno, vamos a hacerlo, pero despacio. – confirma nuestra instructora.
Mamá, además de preocuparse por nosotros, siempre es muy puntillosa y ordenada para todo y no quiere dejar nada a la improvisación. Ambas se ponen a cuatro patas sobre el cabecero, donde se pueden agarrar al forjado de hierro y apoyar sus cabezas en la almohada y bajo sus respectivos vientres colocan dos almohadones quedando sus cuerpos boca abajo y sus culos en pompa. ¿Puede haber una visión más increíble?
Me coloco de rodillas tras esos dos impresionantes traseros, por un lado el imponente pandero de mi madre de grandes caderas y por otro el culo perfecto de Carla en el que se vislumbra por abajo una rajita ligeramente inflamada y más arriba un estrecho agujero que va a ser profanado en breve. Vuelvo a pensar en mi amigo Rafa y las veces que me repite lo que debe ser follarse un culo así. Ahora lo voy a hacer yo, por primera vez, aunque me parezca mentira.
Acaricio mi polla, pero no le hace falta mucho estímulo pues está tensa y dura, dispuesta a meterse en juerga cuanto antes.
̶ Cariño, por favor, ve muy lentamente – me advierte mi madre girando su cabeza que veo allá al fondo, empotrada contra la almohada.
̶ Tranquila mamá. – digo yo siendo el primer interesado en que todo salga a la perfección.
Ella va indicando, como una gran profesora, cómo tengo que actuar, detallando pormenorizadamente cada cosa para que no haya ninguna duda, ni por supuesto, ningún error. Me pide que esparza el lubricante por toda mi verga y al tiempo, por ambos orificios traseros, que están allí apuntándome directamente a mí. El lubricante ayuda a que el dedo entre con extrema facilidad primero en el culo de mamá y un poco menos en el de Carla, pero enseguida se nota que va adaptándose, una vez que va relajando sus músculos. Supongo que el notar el primer dedo extraño es algo que pueda sorprender, pero veo que es cierto que está bastante dilatada con sus entrenamientos previos. Lo increíble es lo de mi madre, pues su culo se adapta muchísimo más rápidamente y entran dos dedos con suma facilidad.
̶ Mamá, tú esto… ¿Lo haces a menudo? – le pregunto con dos dedos completamente metidos en su ano.
̶ ¡Hijo, menos de lo que quisiera! – responde entre hipidos.
Es increíble, nunca había podido sospechar que mi madre emplease su culito en sus escarceos amorosos con el vecino o con ese compañero de trabajo al que tiene realmente loco. Sólo poner esa visión en mi pensamiento, imaginando como la sodomizan, es algo inaudito pero tremendamente excitante.
̶ ¿Y a ti, Carla?, ¿Te gusta? – pregunto a la otra con mis dedo pulgar metido hasta el fondo.
̶ ¡Sí, mucho! – responde agitada.
̶ Bueno, ahora hijo, fóllanos el coño primero, antes de meterla por ahí. – ordena mamá.
Qué bueno oírle hablar así a mi madre, antes me parecía imposible escucharle semejantes términos, ahora lo dice con tanta naturalidad… y por supuesto que me follo esos dos coños que me están llamando así postrados como dos soles. La primera inserción es en el chochete de mamá, que parece siempre dispuesto a cualquier intromisión y solo se escucha un leve gemido cuando mi herramienta va avanzando. Me agarro a esas portentosas caderas y echando todo mi cuerpo hacia atrás, hago un empuje envalentonado que hace que mi polla se inserte al completo de una sola estocada. ¡Zas!
̶ ¡Ah! – gime mamá con su cabeza clavada en la almohada.
Ahora es el turno de mi hermanita. Saco la polla babeante del coño materno y noto el calor que me ha impregnado. Veo ese culo redondo y perfecto de mi hermana que solo con verlo parece que ya me vaya a correr. Su rajita se muestra dispuesta, húmeda y ligeramente abierta y su asterisco posterior, es toda una obra de arte, que inexplorada de polla, seguro que será como entrar en el paraíso. Ahora que lo pienso, voy a acabar con mi virginidad en todas las posibilidades y lugares de meter mi polla, pero lo mejor es que también voy a desvirgar a mi hermana por todos sus agujeros. Vuelvo a observar ese trasero, el más bonito del instituto y no solo lo digo yo, pero es que además me lo voy a follar ¿Hay algo más increíble en el mundo que eso?
Meto mi glande en el chochito de mi hermana que lo recibe gustosa y con unos hipidos contenidos. Al igual que a su madre, hago una retirada hasta tener solo la punta y en un movimiento pélvico hacia adelante se la clavo hasta el fondo.
̶ ¡Cabrón, qué gusto! – grita mi hermanita.
Me gusta que me llame “cabrón”. Otras veces lo ha hecho pero ha sido en modo insulto, ahora lo tomo como un aliento a que siga. Lo cierto es que yo también suelto otro grito al notar su coño atrapándome en esa postura, que me parece por cierto, en la que más a gusto se siente mi polla, como si la pudiese penetrar más. A ella debe parecerle lo mismo a tenor de sus gemidos.
̶ ¡Me has llenado entera! – afirma.
̶ ¡Verás cuando te rompa el culo! – respondo en plan bestia, pero es que voy totalmente sobrado.
Vuelvo a ponerme detrás de mamá y es que esto es un no parar. Repito mi follada anterior por su acogedor coño, aunque esta vez me ha costado mucho menos. Dos o tres embestidas son suficientes para oírla suplicar:
̶ Ahora hijo, mete la punta en mi ano.
Dicho y hecho, se la saco de su cálido sexo y voy a probar mi primer culito… ¡Todavía no me lo creo!
Inserto la punta y gracias a la buena porción de lubricante, el glande entra sin demasiada dificultad en ese estrecho lugar. ¿No es asombroso?
̶ ¡Entra, cariño! – me dice ella aflojando esa puerta al cielo.
Aprieto sus nalgas con mis manos, las separo ligeramente y voy apretando mi polla que va entrando lentamente en ese angosto orificio. No consigo avanzar por un momento, pero ella afloja su esfínter y logro clavársela, por fin, hasta el fondo. ¡La tengo entera metida!, ¡Puedo notar hasta los latidos de mamá!, ¡Esto es la bomba!
̶ ¡Dios! – exclamo al verme atrapado por ese agujerito.
̶ ¡Hijo, qué gorda está! – dice ella sin dejar de respirar agitadamente.
Entonces empiezo a bombear, al principio despacio, pero es mi propia madre la que acompasa los movimientos que consiguen que acelere y se la vaya metiendo con mayor energía. Suenan sus cachetes contra mi pelvis cada vez que se la clavo y ella está acariciando su clítoris por debajo. Yo me agarro a sus tetas y sigo follándome ese culo hasta que por fin noto como su cuerpo se estremece con varias convulsiones expresando un largo gemido, presa de un intenso orgasmo. Su cuerpo cae rendido sobre la cama y yo con mi polla clavada en su culo encima de ella sin dejar de meterla y sacarla. Así me mantengo un rato oyendo su respiración agitada.
̶ ¡Qué maravilla, hijo mio! – me dice mamá orgullosa de hijo y satisfecha por ese polvo anal que acabo de practicarle.
̶ ¡Yo también quiero! – apunta mi hermana muy nerviosa y sedienta de que mi polla explore por fin su orificio.
No le hago esperar por más tiempo y retirando mi daga del culo de mamá, que sigue rendida sobre la cama, voy a por ese culo imponente de mi bella hermana. Pongo la punta como hice con mi madre, viendo como el lubricante ayuda pero al meter solo la punta, ella emite un quejido.
̶ ¡Suave, hijo, no tengas prisa! – me anima mamá, sufriendo por su hija.
El culito de Carla es tan bonito, que no puedo más que amasarlo y al separar sus cachetes y ver la punta de mi polla allí metida es como el mejor sueño de mi vida. Un estremecimiento me envuelve por todas partes.
̶ ¡Sigue, Nacho! – ordena mi hermana tras unos segundos en los que relaja su esfínter.
Avanzo muy lentamente, ya no creo que sean centímetros sino más bien milímetros, no quiero hacerle daño, pero además el avance lento, es cada vez más placentero para mí y sumado al hecho de oírla dar bufidos sobre la almohada y una respiración entrecortada, multiplica mis sensaciones. Me mantengo quieto con la mitad de mi verga metida, intentando esperar sus reacciones, pero ella está gimiendo, creo que le falta poco para el orgasmo y cuando meto mi mano por debajo de su cuerpo y rozo su clítoris, los jadeos de ella son más intensos.
̶ ¡Clávamela! – clama casi gritando entre sollozos.
Me retiro unos centímetros hasta dejar solo mi glande y en el movimiento pélvico ensayado me introduzco hasta el fondo de ese agujerito divino de Carla. La estrechez es increíble, si con mamá podía notar los latidos, con mi hermana puedo distinguir cada rincón de sus entrañas y hasta su propia respiración en mi polla.
̶ ¡Ah, joder! – grita ella, pero no sé si de gusto o de dolor.
̶ ¿La saco? – pregunto temeroso.
̶ ¡No, fóllame, no puedo más! – grita ella.
Ahí voy, la vuelvo a sacar hasta la punta y vuelvo a introducirla notando como esa cavidad estrechísima abraza mi polla, esta vez sin tanta tensión, relajada y sedienta de seguir recibiendo mis embestidas. Mi mano no deja de pasarse por su rajita y entretenerse con su botoncito mágico, lo que hace que Carla entre en trance y paralizada vuelva a soltar desde lo profundo de su garganta un grito ahogado pero evidente de éxtasis. Se está corriendo mientras mi polla no deja de entrar y salir, una y otra vez de su agujerito posterior. Sigo bombeando admirando esas nalgas y como suenan cada vez que choco todo mi cuerpo contra ellas.
El orgasmo está cercano, no hay duda, estoy al límite e intento aguantar todo lo posible, sin embargo, cuando noto la lengua de mamá en mi propio culo, lamiendo mi perineo, mis huevos y mi propio orificio posterior, es algo que no puedo ni describir pero sólo sé que empiezo a ver estrellas, destellos y alucinaciones, con convulsiones internas, gritos y jadeos que salen por mi garganta, todo ello con la imagen más maravillosa que es ver el culo más bonito del mundo siendo atravesado por mi polla. Evidentemente no puedo aguantar más y me corro en el culo estrecho de mi hermana entre gemidos, inundando su ano y cayendo derrotado a continuación sobre su cuerpo.
Allí estamos los tres tumbados sobre la cama comentando nuestros momentos de máximo placer, en los que hemos disfrutado como nunca, incluso mi madre confiesa que ha sido la experiencia más gratificante que ha conocido, ni qué decir tiene que para Carla y para mí está siendo lo máximo que hubiéramos podido soñar hasta entonces.
El resto de la noche, sigue siendo intensa, hay polvos, lamidas, mamadas, chupeteos, besos y todo lo imaginable, incluso nos llegamos a organizar para que mientras uno pueda dormitar unos minutos los otros sigan desfogándose y follándose mutuamente hasta la extenuación. Además de repetir en sus bocas, en sus coños y en sus culos, mamá me deja correrme sobre sus tetas y Carla sobre su cara, pero creo que no me queda más energía y mi agotamiento llega al máximo cuando los primeros rayos de sol asoman por las cortinas de aquella habitación.
A las once de la mañana, después de esa intensa noche aparecemos los tres en recepción y casi nos cuesta mantenernos en pie. Yo estoy destrozado y cuando mamá está echando su rúbrica para hacer el pago de la habitación y la cena, no puedo más que admirar ese culo enfundado en unos vaqueros, que tan bien ceñidos marcan sus caderas.
̶ ¡Mamá, estás imponente con esos jeans!
Ella se vuelve lentamente, me sonríe levemente pero después su rostro se torna más serio, como si hubiera visto un demonio.
̶ Se acabó todo, ¿entendido? – me dice muy seria, advirtiendo que la fiesta ha llegado a su fin completamente.
̶ Pero…yo…
̶ Tenemos un trato. Espero que lo cumpláis.- me corta seca y por fin salimos del hotel.
Carla y yo nos miramos pero en el taxi de camino a casa sigo haciéndome mil y una preguntas, ¿Realmente seremos capaces de volver a la normalidad?, ¿Y seremos capaces de olvidar todo esto como si realmente no hubiese sucedido? ¡Me va a costar más que un triunfo!, sin embargo, ante la posibilidad de separarme de ellas hare todo lo posible e imposible.
Hoy hace una semana exacta del cumpleaños de Carla y la famosa prolongación de la fiesta especial en la “Suite Princesa”. Fueron momentos mágicos, alucinantes y sobre todo inolvidables para el resto de nuestras vidas. Así todo, hemos respetado los tres el acuerdo que firmamos hace un mes en el que se ponía fin en esta pasada semana. Reconozco que ha sido difícil para todos, pero lo hemos cumplido escrupulosamente, tal y como prometimos y durante estos días no ha habido roces, contactos o algo que pueda considerarse entre nosotros del tipo “carnal”, aunque por mi parte no ha desaparecido el deseo por esas dos impresionantes bellezas, de hecho creo que se ha acrecentado aún más.
Sin embargo esta noche, mientras yo estoy a punto de dormirme, desnudo como siempre, dentro de mi cama y recordando algunos aspectos de nuestra particular y fantástica fiesta, percibo que un cuerpo desnudo se pega a mi espalda sigilosamente colándose dentro de las sábanas. Al principio me llevo un gran susto, pero de pronto me doy cuenta de que es el fantástico cuerpo de Carla el que está detrás de mí. Pasa sus manos por mi pecho, besa mi cuello y me empieza a masturbar lentamente. No hacen falta palabras, tan solo en silencio, me besa por el cuello, luego mi mejilla hasta que nuestras bocas se mezclan en un lujurioso beso, sin que deje de menar mi polla bajo las sábanas.
̶ ¡Fóllame, Nacho! – me susurra.
De repente se sube a horcajadas sobre mí sin esperar respuesta para comenzar a cabalgarme lentamente al principio, recreándose en el nexo que forman nuestros cuerpos desnudos y nuestros sexos enganchados, para después empezar a balancearse sobre mi polla frenéticamente mientras yo acaricio sus pechos y noto como mi erección es aprisionada por su maravilloso y elástico coño. Es todo muy rápido, pero la excitación es tan grande, el modo tan morboso, que rápidamente llegamos al clímax. La primera en llegar al orgasmo es ella, se tumba sobre mí y pone la cara contra la almohada para amortiguar el ruido de sus jadeos incontrolados y no ser oída por mamá. Yo me corro inmediatamente después al notar esos espasmos de su vagina que oprimen de una forma increíble mi verga que revienta dentro de ella. Uno tras otro los espasmos invaden el coño de mi hermana con gran cantidad de semen, mientras yo apago los gemidos tragándome una de sus tetas.
Seguimos callados, solo respirando agitadamente y tras reponernos unos segundos después tras ese polvo robado tan delicioso, Carla se levanta y abandona mi cama, dejándome allí tirado, sintiéndome huérfano de sus caricias, de sus besos y de su extraordinario cuerpo.
̶ Nacho, por favor, de esto no se tiene que enterar mamá. ¿Vale? – dice en voz baja.
̶ ¡No claro!
̶ ¡Ya sabes lo que pasaría si se entera de que hemos roto el acuerdo!
Mi hermana abandona la habitación y aun no acabo de creerme lo sucedido. Es todo increíble, pero cuando yo daba por hecho de que el trato se iba a quedar sellado para siempre, ha sido mi propia hermana y no yo el que lo ha quebrantado. Pero, por supuesto me encanta que lo haya hecho y sé a ciencia cierta que no será la única vez que mi preciosa Carla viole esa cláusula de nuestro pacto, ni seré yo quien se lo recrimine o desapruebe, por supuesto.
Sigo dando vueltas en la cama pensando si estoy soñando o no, cuando otra vez el cuerpo sigiloso se vuelve a colar detrás de mí bajo las sábanas. Noto sus tetas en mi espalda desnuda y cuando voy a pronunciar su nombre me doy cuenta de que no es Carla, ¡Sino el cuerpo desnudo de mamá!
Ni qué decir tiene que parecen tenerlo ensayado o simplemente es una extraordinaria coincidencia pero mamá, sin hablarme se sube sobre mí, colocándose a horcajadas como minutos antes hiciera su hija. Joder, ¿otra vez?, ¡Esto es alucinante!
̶ ¡Mamá! – digo susurrando al notar su sexo impactar y posarse sobre el mío.
̶ ¡Ssschhhss, calla o despertarás a tu hermana!
Yo estoy flipando, pero si mi hermana acaba de follarme literalmente hace nada… el caso es que mi madre no parece estar para dar explicaciones y se ve que anda más que cachonda, cuando agarra mi cimbel y se lo mete en su coño dejándose caer de repente. Otro ahogado gemido de los dos que intentamos amortiguar, ella con la almohada y con su enorme teta. A pesar de estar en penumbra, me encanta observar el cuerpo de mi madre cabalgando sobre mí, como una virtuosa amazona y cuando estoy mordiendo uno de sus pezones y pellizcando su redondísimo culo ahoga sus gritos contra la almohada como hiciera Carla, un rato antes, ella sigue apretando su pelvis e impactando una y otra vez, hasta que esa sensación de verme atrapado por su coño me lleva a correrme en su interior de nuevo, en los cuatro o cinco chorros que impactan en el fondo de su útero hasta prácticamente quedarme seco por esas dos maravillosas hembras en celo.
̶ ¡Gracias, hijo! – me dice mirándome fijamente a los ojos con una gran sonrisa.
̶ ¡Mamá!
̶ ¡Shssss!
̶ ¿Y el acuerdo?- pregunto sorprendido.
̶ No he podido aguantarme, lo siento, cariño. – me contesta ella con un gesto de culpa.
̶ No te preocupes. – parece mentira que salga eso de mi boca, como si fuera un perdón, cuando ha sido una auténtica bendición.
̶ Cariño, por favor, de esto que no se entere Carla, no quisiera que se decepcionara porque su propia madre haya roto el pacto.
No soy capaz de responder, ni de decirle que apenas hace un instante lo ha roto su hija antes que ella. Tan solo prefiero quedarme callado mirando y acariciando su cuerpo, alucinando tras ese segundo polvo robado y secreto, que ya no sé si ha sido planificado entre ambas o de pura casualidad, supongo que son las incógnitas que tiene esta extraña vida de adulto.
Evidentemente sé que ambas volverán a romper esa cláusula del contrato y se me entregarán en cuerpo y alma en más de una noche. No sé si se ellas tienen su propio pacto, pero no seré yo quien se lo pregunte ni tampoco le diré a una lo que me hace la otra furtivamente. Sencillamente enmudeceré, guardaré el secreto y me dejaré llevar…
FIN
Juliaki