Mi madre, mi hermana y la fiesta de cumpleaños (5)
Este cumpleaños parece un sueño, sin embargo está ocurriendo de verdad. Mamá y mi hermana Carla me acaban de hacer una mamada increíble, la primera para mí, que no olvidaré jamás y ahora parece que la fiesta continúa.
Mi madre, mi hermana y la fiesta de cumpleaños
CAPITULO 5 (El estreno)
No sé cuánto tiempo me quedo observándolas, acariciando sus cabezas, allí arrodilladas a mis pies, pero realmente me hubiera gustado estar así eternamente.
Mamá se levanta y dice que va a limpiarse después de haberla dejado bien pringada. Todavía me parece increíble que me haya corrido sobre sus dos enormes tetas. Mientras tanto sigo acariciando la cabeza de Carla que sigue medio sentada en el suelo. Sin duda se merece mi agradecimiento por su gran labor de una lección aprendida a las mil maravillas.
− ¿Te ha gustado? - me pregunta mi hermana acariciando mi polla morcillona y jugando con ella como si quisiera reanimarla.
− ¿Bromeas?, ¡Joder, me ha encantado Carla!
− ¿Lo he hecho bien, entonces?
− ¡Flipante! Nunca lo hubiera soñado y me has hecho vivir el mejor momento de mi vida. ¡Me has hecho una mamada increíble hermanita! - respondo eufórico.
− Ni yo misma me creo haberlo hecho.
− ¿Te arrepientes?
− No, pero me siento extraña. – añade mientras observa como mi verga crece lentamente entre sus dedos y eso parece divertirle.
− Para mí ha sido algo maravilloso. – le comento.
− Para mí también, me gustó mucho hacerlo…
− Y lo tragaste, sin reparos…Eres increíble.
− Pues sí. Mamá me advirtió que no a todas las mujeres nos gusta y algunas lo rechazan con mucho asco, pero a mi resultó francamente agradable. Está muy rico.
Caramba, mi madre dando consejos a su hija para advertirle sobre el sabor del semen y que no a todas les gusta, parece claro que a ellas dos les encanta y a mí que lo hagan, ya no digamos… Por un momento nos miramos a los ojos, con esa complicidad en la que casi no hacen falta las palabras. Ella y yo siempre la hemos tenido. Es verdad que muchas veces nos peleamos como hermanos, pero ante todo nos queremos mucho.
− Yo también me siento raro, Carla. No sé si esto es normal. – le digo.
− Bueno, normal no es, pero mamá me insistió que la mejor manera de iniciarse en el sexo es hacerlo con alguien de mucha confianza, que te quiera y que no te deje tirada como un trapo.
− Bueno eso me parece inteligente.
− Sí, Nacho, pero no cometiendo incesto.
Volvemos a mirarnos en silencio, buscando en los ojos del otro, algún tipo de explicación ante tanto despropósito.
− ¿Crees que mamá ha hecho todo por una mala experiencia propia? – pregunto.
− Estoy convencida. Su primera vez no debió ser como ansiaba. Me temo que todo lo contrario.
− Pues de momento puedo decir que mi primera vez está siendo maravillosa – añado acariciando su mentón.
Seguimos un rato callados, aunque mi hermana no deja de jugar y observar mi polla acrecentándose por momentos entre sus dedos.
− Carla, súbete encima. – le digo de pronto.
− ¿Cómo?
− Sí, súbete como antes, cuando te sentaste sobre mí
− ¿Cara a cara?
− Si.
− Pero Nacho, ahora estamos desnudos. – añade ella como si hasta entonces no hayamos traspasado ya más de una frontera.
− Por favor, quiero sentirte, Carla. Tranquila que no te la voy a meter. Solo quiero sentirte desnuda sobre mí. Debe ser algo flipante.
A pesar de que ella parece reticente en un principio, no hace falta que se lo repita, pues tras un guiño mío se incorpora. Mi polla se ha quedado huérfana de sus dedos, pero el hecho de saber que voy a sentirla por entero sobre mí, hace que esta cobre su tamaño máximo. Carla se levanta lentamente permitiéndome una vez más admirar su desnudez avanzando de forma felina.
− Ten cuidado con eso. – me dice señalando mi polla que ya está mirando al techo.
− Tranquila.
Sostengo mi falo erecto pegado a mi cuerpo y ella abre sus piernas subiéndose sobre las mías hasta que su sexo choca directamente contra mis huevos. Alucino teniendo esa diosa subida sobre mí.
− ¡Dios, Carla! - digo al sentir ese cuerpo desnudo sobre el mío y su sexo literalmente pegado al mío pues mi polla descansa sobre su pubis depilado.
Ella aprieta sus muslos contra mis caderas para darme a continuación un beso suave en los labios y aprovecho para acariciar uno de sus senos que queda en mi mano y que ella recibe entre gimoteos. Sigue muy caliente y eso me enciende tanto a mí, que mi miembro se va despertando cada vez más. Mis manos dibujan su cintura y sus caderas, para luego amasar con ganas el culo redondo que posee.
En ese momento llega mamá que se ha aseado un poco después de mi corrida sobre sus tetas.
− Vaya, ¡Qué rápido aprendéis! - dice nuestra madre, completamente desnuda, en medio del salón y con sus brazos en jarras.
Por un momento nos quedamos quietos con nuestros cuerpos unidos en esa postura divina.
− Mamá, es que… - interviene Carla con gran apuro.
− Me encanta veros así hijos. Me parece raro no estar oyendo vuestras discusiones y en cambio ahora parece que estéis follando, dejadme haced unas fotos, estáis guapísimos así unidos y desnudos.
Esto es alucinante. Mi madre no solo nos recrimina, sino que nos estimula. Es entonces cuando la pelvis de Carla se clava contra mi regazo, haciéndome notar el calor que emana su coño y que me imagino estar perforando en ese momento. Está tremendamente cachonda, lo noto por sus pezones y por el movimiento nervioso de su sexo contra el mío. Mi polla está cada vez más dura y noto un temblor en los labios de ella, señal de que ella lo está notando de lleno sobre su chochito. ¡Joder, qué gozada!
− Besa a tu hermano, hija. - ordena mamá.
Los labios de Carla abarcan los míos y nos morreamos acariciándonos mutuamente, algo que nos hace gemir y movernos ligeramente. Es cierto que parece que estemos follando aunque no la tenga metida, algo que por cierto, sueño con cumplir en breve. Las lenguas juegan dentro y fuera de nuestras bocas, sin importarnos nada más en ese preciso instante. Por un momento nuestros labios se separan y ella se me queda mirando fijamente a los ojos.
− ¡Qué cachonda estoy! - me dice en un suspiro largo.
Esa frase me incita a seguir sobándola sin ningún tipo de reparo, totalmente entregado al placer y a ese cuerpo que me electriza.
− ¡Quiero follarte! - le respondo al oído totalmente desbocado.
En ese momento Carla abre los ojos asustada y se levanta como si hubiera tenido una descarga. Puedo ver su coño empapado con sus fluidos mezclados con los míos.
− ¿Qué pasa hija? – le pregunta mi madre al ver que se ha levantado de mi regazo tan de repente.
− Nada. – responde mirando al suelo avergonzada.
− Vamos, ¿Qué le has dicho, Nacho?
Tardo en responder todavía contrariado por esa reacción pero con una enorme erección que no pasa, en absoluto, desapercibida.
− Simplemente que quiero follar con ella. – añado observando el precioso cuerpo de mi hermana.
− Tranquilo hijo, habrá tiempo para todo. Recuerda que la mujer debe estar preparada, si no lo está debes ser muy paciente.
− Ya pero…
− Recuerda, esto debe hacerse con calma. Venga, ahora brindemos de nuevo - añade sirviendo otras tres copas y viendo que su hija está algo incómoda por la situación, aunque se ve que sigue muy excitada, pues continúa observando mi miembro tieso.
Mamá logra quitar importancia a ese contratiempo, pues nos invita a ver cómo han ido quedando las fotos y videos. Sentados en el sofá los tres, yo en medio de esos dos pibones, comenzamos el visionado. Por más que lo esté viendo, acaba de suceder, seguimos desnudos y todavía sigo sin hacerme a la idea en absoluto. Cada instantánea es más ardiente que la anterior y noto la turbación de Carla a mi lado, sin embargo mamá parece disfrutar, lo noto en cómo se muerde el labio al ver alguna foto en la que está con mi polla en su boca. En ese momento aprovecha para darme un beso y a renglón seguido empezar a masturbarme.
− Qué cosa más dura, hijo mío. Tu hermana va a recibir todo un regalo y me da envidia.
Mi hermana no contesta y se ve que está nerviosa, pero ya no mira las imágenes sino que está directamente mirando mi polla y como la mece nuestra madre con suma habilidad.
− Pero ¿Qué te pasa, cariño? - le pregunta mamá a Carla
− Nada.
− Vamos, cuéntamelo. ¿Tienes miedo a esto? – vuelve a preguntar haciendo giros con mi bálano.
− No sé, todo esto...
− ¿No quieres seguir, hija? - interrumpe mamá acariciando ahora una de sus sonrosadas mejillas con el dorso de su mano pero sin dejar de acariciar mi pene.
− No, no sé si puedo.
− ¿Tienes miedo, hija? Ya sé que la polla de tu hermano es grande, pero se adaptará a tu chochito, ya sabes que lo hemos entrenado y él lo hará con cuidado.
Al oír decir eso a mi madre, no puedo evitar sentir más tensión en mi barra y ella también pues aprieta con los dedos.
− Veras que maravilla cuando la sientas dentro. Vas a gozar como nunca - añade.
− No sé, estoy confusa con todo esto
− Es normal que tengas un lío en tu cabeza, es tu primera vez y te dará miedo meterte algo tan grande.
No dejo de pensar en la oportunidad que voy a tener de estrenarme y nada menos que en el chochito precioso de mi hermana, sin embargo ella está llena de dudas.
− No es solo eso, mamá, esto no me parece normal todo esto, creo que hemos llegado demasiado lejos.
Vaya, ahora parece que a mi hermana le entran los remordimientos, aunque en eso Carla tiene razón, la cosa se ha ido de todo, no se puede considerar que esto sea la cosa más natural del mundo, sin embargo a estas alturas yo lo único que quiero es probar la sensación de meter mi polla en ese pequeño agujero que siempre he soñado.
− Hija, esto lo hemos hablado durante todos estos días y estabas de acuerdo, ¿por qué no te dejas llevar por lo que te manda tu cuerpo?
− Estoy asustada. - afirma Carla, mientras yo observo su desnudez, ese cuerpo que me tiene loco y que estoy temiendo no voy a poder follarme como siempre he soñado.
− No pasa nada, hija, estamos aprendiendo. - interviene mamá - Hoy solo es un día de aprendizaje y algún día estaréis con vuestra novia o vuestro novio y sabréis como tenéis que actuar en cada caso, sin que eso sea un problema y con la experiencia que hoy estáis adquiriendo. No hagáis nada que no queráis, si veis que no es el momento lo dejamos y ya está.
− Yo si quiero, mamá - añado para que quede claro que yo si juego a lo que haga falta, sin importarme ninguna regla absurda ni mucho menos condicionantes morales.
Mi madre me sonríe con su increíble ternura y acaricia mi mentón.
− Jajajaja, ya ves que tu hermano no pone objeción… - dice mamá sonriendo a mi hermana, aunque ni en bromas parece convencerla, pues sigue cabizbaja.
Incluso a mí tampoco me convence todo esto, porque en realidad, ¿es normal? ¿Se quedará realmente en el día de mi cumpleaños? ¿Nos dejará marcados para siempre? Mi cuerpo, desde luego piensa otra cosa que mi cabeza y solo piensa en follar, follar y follar.
− ¡Qué te preocupa hija? - pregunta mamá, viendo que está aterrada.
− No estoy preparada.
− ¿No estas excitada?, ¿No quieres que tu hermano te la meta?
Joder, las dos preguntas de de mamá hacen que mi polla pegue otro bote, ya no sé si estoy soñando o es todo fruto de mi imaginación, pero mi madre parece dispuesta a no rendirse… y creo que yo tampoco.
− No es eso, mamá. Yo quiero mucho a Nacho y estoy excitada, sí que me gustaría follar… pero...
− ¿Entonces? Si estás excitada y deseosa de que te penetre, ¿dónde está el problema?
− Mamá, es mi hermano. – responde.
− Cariño, por eso quise que hoy fuese algo extraordinario, fuera de lo normal, en el que por un día rompiésemos las reglas, que fuera para compartir en familia, que descubrieseis el sexo por primera vez, para que el día de mañana podáis tener todo el placer del mundo. ¿No es mejor estar entrenada y guiada por mí?
− Sí, mamá, pero…
− Llevamos dos semanas preparándonos, Carla. - dice mamá, dejándome aun más alucinado, pues no sabía que llevaran tanto tiempo organizando esta orgía.
− No es solo por Nacho, me gustaría guardar mi virginidad para mi primer novio, que sea algo especial.
Carla lo dice con una cara de convencimiento, como si fuera algo aprendido, leído, una especie de norma que ahora se está incumpliendo a todas luces.
− Pero cariño - interviene mamá sin dejar de acariciar tiernamente su pelo- eso es un grandísimo error…
− ¿Por qué? ¿No es bonito guardar eso para mi futuro novio o marido?
− ¿Y tú que ganarías con ello? - responde ahora nuestra madre más seria.
− No sé, que sea nuestro estreno.
− Pues ese es precisamente el error de muchas mujeres, que quieren guardar eso para un día en el que el único que va a disfrutar será él, porque ellas pasarán por momentos de miedos, de dudas, de tensión y de inexperiencia que podría ser mucho más bonito si una mujer le regala a su primer amor, un polvo experimentado, sin frenos, ni ataduras, sin convencionalismos y más si ha tenido una buena preparación previa.
Joder con mamá ha logrado convencerme de que la virginidad es un cuento del pasado y eso que debería ser al revés, que una madre lo conservase para su hija, por la cosa tradicional y ahora cambian las tornas y es la hija la que quiere ser virgen. Ahora resulta que una madre es la mejor maestra para estos menesteres…
− No te apures hija, no hay por qué forzar nada, entiendo que ahora es más difícil tomar esa decisión y no quiero que hagas algo en contra de tu voluntad. No hagamos lo que no queramos. Ese es el pacto. ¿De acuerdo? Si hoy no te ves con ánimo de hacerlo, lo harás con tu novio en el futuro, pero recuerda que es tu última oportunidad.
Carla calla y mamá se pone en pie dejándome a mí medio pasmado y bastante desilusionado. Otra vez ella lo nota.
− ¿Tú, Nacho?
− ¿Yo? - pregunto.
− Si. ¿Tú quieres perder tu virginidad?
− Sí, pero…
− No te preocupes, hoy te follarás a mamá. – añade con una gran sonrisa.
Increíblemente, al oír esas palabras, mi polla se tensa hasta casi dolerme y es que parece haber sufrido una descarga eléctrica.
− Carla, pon música lenta. - ordena mamá al tiempo que me invita con su mano a que bailemos en el centro del salón.
Nuestros cuerpos desnudos vuelven a juntarse y a danzar siguiendo los compases de aquella canción, mientras mis manos pasan por las caderas de mamá, sus pechos, su culo, beso su cuello y mi polla se acrecienta entre nuestros cuerpos.
− Creo que ya estás preparado, hijo. - me dice al oído agarrando la dureza de mi miembro con su mano - ¿Cómo prefieres hacerlo?
Tardo en reaccionar y ahora son las manos de mamá las que acarician mi culo disfrutando de su dureza, lo noto en su ronroneo continuo. ¡Dios, esto no puede ser!
− ¿Cómo has fantaseado hacerlo con tu madre?, vamos, dime. - me pregunta de sopetón.
− No sé. Yo…
− Venga hijo, no te vas a cortar ahora. Seguramente te has hecho mil pajas pensando en mí o en tu hermana. ¿Cual esa postura que más te pone?
Joder hasta mi madre sabe que los sueños que vivo en mis pajas son en honor a ellas. Al fin respondo:
− Pues de todas las formas, mamá… Me gustan todas. La que tú prefieras.
− Entiendo. Bien, entonces yo me subiré encima y así controlo mejor. ¿Te parece?
No hay objeción. Mamá pone una silla en medio de la alfombra y me invita a sentarme. Mira a su hija como invitándola a pensar lo que se está perdiendo. Se sube a horcajadas sobre mí y junta su sexo al mío haciendo que su rajita dibuje su humedad sobre la largura dura de mi verga.
- Hija, grábalo bien y fíjate en todo para que al menos aprendas a cómo deberás hacerlo tú en el futuro en tu primera vez.
Observo por enésima vez a Carla avanzando desnuda, tan solo ataviada con sus zapatos de tacón, dispuesta a fotografiarnos. ¡Cuánto me hubiera gustado que ella hubiera accedido al estreno de ambos y haber follado tal y como siempre había soñado, pero entiendo lo que dice, a pesar de que en ese momento a mi me importan poco los prejuicios morales, éticos y todo eso… lo único que quiero es meterla de una vez. Ahora tengo a mamá encima… no puedo ser más egoísta, teniendo a la otra mujer de mi sueños, desnuda sobre mi regazo, dispuesta a ser penetrada por su hijo.
− Ahora, cariño, vas a hacer lo que siempre soñaste. - me dice mamá con una voz melosa muy agradable, leyéndome los pensamientos.
Apoya firmemente sus pies en el suelo, sobre sus zapatos de tacón de aguja para incorporarse ligeramente hasta que agarra mi falo por detrás de su cuerpo. Sus tetas quedan delante de mi cara balanceantes y provocadoras, por lo que las chupo con deleite, algo que provoca un suspiro intenso en mamá. Me siento orgulloso de nuevo de haberle provocado eso. Ella orienta la punta de mi lanza y la refriega contra su húmedo sexo. La sensación de notarla tan directamente es increíble, más cuando mi capullo se apoya sobre la suave abertura que es su sonrosado coño y lentamente se va introduciendo, tan solo la punta pero me parece algo increíble. No puedo evitar sentir un estremecimiento. Mamá sonríe y me besa en la frente. Sus tetas siguen sobre mi cara y no dejo de morderlas, chuparlas, besarlas… ¡Qué buena está mi madre, joder… y que rica sabe!
- Voy a bajar, ¿Estás listo? – me previene con sus ojos abiertos y llenos de deseo.
- ¡Sí! – respondo casi gritando.
El cuerpo de mamá se deja caer lentamente mientras se agarra a mi cuello y su sexo se abre como una flor mientras mi polla se cuela por las paredes calientes de su coño. ¡Qué maravilla!, ¡la tengo completamente empalada!
- ¡Dios! – alcanzo a decir
Mamá lanza otro suspiro, esta vez más profundo al tiempo que acaricia mi nuca, mientras yo me agarro a sus caderas y ella comienza a oscilar su cuerpo de tal forma que mi polla sale por entero con la misma parsimonia, notando como hace la succión el coño más adorable que jamás pude imaginar. Ahora ella se queda mirándome con una cara de lascivia total se deja caer de nuevo de sopetón haciendo que ambos emitamos otro gemido prolongado.
− ¡Qué gusto, hijo! – suelta mamá tras un largo jadeo.
− ¡Sí! – respondo extasiado.
− Hacía tiempo que no tenía algo tan grande dentro. – gime ella.
A partir de ese momento ella comienza a subir y a bajar de forma lenta, sintiéndonos de lleno, consiguiendo que mi polla virgen explore una y otra vez el paraíso que es su preciada cueva que envuelve a las mil maravillas mi barra de carne. Sabía que follar debía ser maravilloso, que hacerlo con mamá podría ser increíble, ahora que estoy metiéndosela es, sin duda ninguna, lo más alucinante que he vivido.
Me observa detenidamente y le gusta hacerlo viendo mi cara evidente de placer, mientras percibo el calor que emana su acogedor agujero abrazado a mi falo. Sentirla entrar y salir incesantemente es un placer inusitado para mí, noto como oprime las paredes de su vagina atrapándome, como si no quisiera salirse nunca y yo desde luego, tampoco quiero. Amaso sus enormes pechos, pellizco sus pezones, dibujo sus curvas con mis manos... Hay un momento en el que noto mi cuerpo vibrar y me agarro al asiento de la silla mientras mamá cabalga cada vez con más energía, haciendo sonar rítmicamente el choque de nuestros cuerpos desnudos. Ese sonido me parece la mejor canción para nuestra erótica danza y me gusta ver como se mueve el cuerpo de mamá en cada golpeteo. Meto mis manos por su pelo peinando su cabello y ella cierra los ojos sintiendo como la lleno con mi polla su ardiente coño.
- ¡Hijo mío! – expulsa ella en un largo suspiro abrazando mi cabeza y pegando sus tetas a ella.
Mi mano derecha se apoya en su nuca y bajo acariciando parte de su espalda sin dejar de sentir su hermoso cuerpo en pleno éxtasis. Mi otra mano amasa lentamente su culo en cada golpeteo de nuestros cuerpos y al mismo tiempo mi boca caza cada uno de los botones erguidos que son sus pezones. En un momento dado me mira y sonríe, sabe que el placer es mutuo, pero para mí además, es mi primera vez y por cierto, la más maravillosa de lo que hubiera podido soñar. Ladea su cabeza de una forma tan sensual, que me encanta y nuestras bocas vuelven a unirse en un beso frenético y entregado a ese polvo mágico que no quiero que termine nunca.
Tanto ignorado placer es difícil de controlar por mi débil cuerpo que se empieza a tensionar y de mi boca comienzan a dispararse, agitadamente, múltiples jadeos. Ella al verme en éxtasis, acelera los movimientos y mi polla parece crecer dentro de esa vagina tan experimentada, consiguiendo que por mi boca expulse todos los suspiros del mundo, mientras ella sigue gozando y gimiendo en cada acometida. Solo se escucha el sonido de nuestras respiraciones, el bamboleo de la silla a cada embestida y nuestros cuerpos desnudos chocando, marcando un ritmo endiabladamente erótico y delicioso. Me fijo en sus ojos, como se cierran, está sintiéndome de lleno, como yo a ella. Me aferro a su cintura y aprieto mi pelvis cada vez que nos unimos al completo. Esto es algo increíble. ¡Me estoy follando a mamá!
− ¡Mamá, me corro! ¡No aguanto más! – digo casi en un grito, pues el orgasmo viene incontrolado.
− Hazlo dentro, hijo, no hay problema. – me dice con su respiración entrecortada.
− ¿En serio?
− Sí, tranquilo, es seguro.
Acelero mis movimientos y exploto por fin en el coño palpitante de mamá, que alberga con fuerza esa verga que no deja de inundar su interior. Cada embestida es una descarga por parte de mi polla que no deja de lanzar chorros como queriendo apagar ese fuego interno.
Mamá sigue apretando su pelvis en cada embestida y volvermos a fundirnos en un beso largo haciéndome ver las estrellas, mientras mi polla sigue palpitante allá adentro. Ella me mira a los ojos y de pronto los pone en blanco, parece estar en trance, se agarra fuertemente a mi nunca y se deja caer repetidamente pero esta vez con más energía y más velocidad. Sus dos manos ahora sostienen mi cara y veo en primer plano sus hermosas tetas balanceándose. Entonces suelta un largo suspiro y percibo intensamente cómo oprime los músculos de su vagina contra mi verga aun dura. Es entonces cuando veo cómo su cuerpo también se transforma, percibiendo su temblor, el erizamiento de su vello y sus pezones que parecen, por momentos, contraerse y endurecerse como garbanzos. Mamá está cerca del orgasmo y es maravilloso descubrir que es por “mi culpa”. Ella sigue con los ojos cerrados sosteniendo mi cara entre sus manos, abre los ojos, me mira y los vuelve a cerrar para acabar soltando un gemido intenso que señala su orgasmo. Mis manos siguen dibujando la silueta de su cuerpo, acariciando su espalda, su culo y sus tetas, mientras ella no deja de gemir agitadamente, hasta que su respiración se aminora y se queda quieta insertada en mi daga que palpita en el calor de su encharcado coño.
Uno detrás del otro hemos conseguido corrernos en ese, mi primer polvo, que creo no voy a poder olvidar mientras viva. Así permanecemos unidos durante un buen rato, en el que sin decir nada lo decimos todo con nuestras miradas y nuestras agitados jadeos.
− ¿Te gustó? – me pregunta al fin con su radiante sonrisa sabedora del enorme placer que me ha proporcionado.
− ¡Muchísimo, mamá. Nunca lo voy a olvidar!
− ¡Para mí también ha sido increíble, hijo!
Besa mi frente y sale pausadamente de nuestra incestuosa unión. Cuando ella se incorpora aun veo caer un goterón de m espesa leche que se desliza por la cara interna de su muslo. ¿Hay algo más morboso que eso?
- ¡Lo que te has perdido hija mía! – le comenta a Carla mientras se limpia el reguero con un pañuelo de papel.
- Ya veo que lo habéis pasado a tope. – añade la otra que sigue sentada en el sofá acariciando con sus dedos una rajita hinchada. Sigue cachonda, no hay duda.
- Aun tienes media hora para pensártelo. – dice mamá señalando el reloj del salón.
- ¿Media hora? – pregunto yo que sigo sentado en esa silla, con mi verga dando sacudidas todavía y sin entender nada.
- Sí, son casi las doce. – añade mamá – y se acaba tu cumple.
Mi cara debe ser un poema, porque sigo sin entender lo del reloj, pero es Carla la que me saca de dudas.
− Todo el regalo se acaba a las doce, Nacho. Es esa la condición que pusimos, mamá y yo.
− ¿Condición?
− Sí, cariño – interviene nuestra madre – tu hermana y yo planeamos toda esta fiesta y todos tus regalos para que sintierais el sexo por primera vez, pero con una condición irrevocable que todo acabase a las doce en punto de esta noche. No quería bajo ningún concepto que esto fuese más allá de este día, ni que vuestros juegos de hoy, se puedan llevar a vuestras vidas de forma habitual. Esto era solo un regalo de cumpleaños y nada más. A las doce, volverá a ser todo como antes.
− ¿Cómo Cenicienta? – digo riendo como si se tratara de una de sus bromas.
− Hablo en serio, Nacho. – apunta mamá. – todo lo que suceda aquí, se queda aquí y no volverá a suceder. Es importante que entiendas eso.
− Pero eso quiere decir, ¿qué no podré volver a follar contigo, mamá?
− Evidentemente no. – responde rotunda. – Esto es solo hoy.
− Pero…
− Sin peros. Ese es el acuerdo que llegué con tu hermana, que pasara lo que pasara todo acabaría a las doce de esta noche. Sin quejas, ni remordimientos, ni arrepentimientos. Por eso he querido que fuera especial y los tres lo disfrutemos hasta esa hora. Después todo volverá a nuestra vida de siempre.
Nada podrá volver a ser como antes y esta noche se ha marcado a fuego claramente en nuestras vidas, al menos en la mía que era desconocedor de todo y he descubierto las puertas del paraíso. No lo voy a poder olvidar así como así.
− Pero todo esto, ¿no se podrá repetir nunca? – insisto apesadumbrado.
− No hijo, ya dije que sin peros, ni tan siquiera vamos a volver a desnudarnos unos delante de los otros. Deberemos respetarnos como familia. La experiencia es vuestro regalo de hoy y acaba hoy.
No entiendo nada. De modo que después de habernos desnudado, meternos manos, lamernos, besarnos, chuparnos y haber follado con mi propia madre, ahora todo se acaba, ¿Así, sin más?
− Pero ¡Quiero follar con Carla! – digo de pronto gritando como un crío.
− Ya lo sé mi amor, pero tu hermana ha decidido que no, no podemos obligarla, eso es algo que también debes aprender, a respetar sus decisiones…
− Claro, pero es mi última oportunidad… ¡Nuestra última oportunidad!
− Ella prefiere que su estreno sea en otro momento y con otra persona. Al final te has estrenado con mamá, ¿Acaso no te gustó?
− Claro que sí. Fue lo mejor del mundo, mamá. Pero me gustaría tanto hacerlo con Carla…
Mi hermana se levanta y me mira con cierta cara de compasión. Nos damos un abrazo en el medio del salón y me besa suavemente en los labios. Me encanta sentir su cuerpo desnuda adherido al mío.
− ¡Gracias, Nacho! – me dice mirándome fijamente a los ojos. – entiendo que quieras follarme y a mí también me apetece hacerlo, estoy muy cachonda, pero no estoy preparada del todo, hay algo que me lo impide. No me lo hagas más difícil… por favor. ¿Lo puedes entender?
Claro que entiendo que ella no quiera y aunque me resulte frustrante del todo, además de decepcionante, no puedo luchar contra eso y en el fondo tengo que estar agradecido, de tenerla en ese instante desnuda abrazada a mí y de haberme hecho la primera mamada de mi vida y que ha sido maravillosa, por cierto. Además he follado con mamá en un día que ni por asomo lo hubiera imaginado.
− Tranquila, no pasa nada. Lo que siento es que tú no hayas podido. – digo, acariciando su espalda.
− Bueno, aun podemos hacer que se corra otra vez – interviene mamá interrumpiendo nuestro abrazo.
Cuando me giro veo que tiene en su mano un consolador plateado. Debe ser el que ha debido servir de entrenamiento todos estos días y el que consiguió acabar con la virginidad de mi hermana.
- ¡Mamá! – protesta Carla al ver a su madre con ese aparato tan íntimo en su mano.
- Vamos hija, déjale al menos a tu hermano que te meta el juguetito.
Carla vuelve a mirarme y luego le quita de las manos el consolador a mamá. Me da la mano y me lleva hasta la mesa del comedor. Pone su culo en el borde y me pide que le ayude a subirse poniendo sus piernas abiertas apoyadas en sendas sillas.
− Espera que esto lo grabo. – dice mamá poniendo su móvil apuntando directamente al coño de su hija.
Sigo atontado, pero sigo sin entender ese comportamiento tan bipolar de nuestra madre, por un lado se vuelve hasta depravada y por otro pretende que después de las doce de la noche todo vuelva a la normalidad.
Mi hermana, mientras tanto, me entrega el cilindro brillante y me invita a colárselo dentro de su coño que abre suavemente con sus dedos, ofreciéndome esa abertura estrecha y divina. Dirijo el misil y tras mirar a mi madre que sonríe a mi lado sin dejar de grabar, me acerco hasta poner la punta del aparatejo apoyado en la entrada prohibida de mi hermana.
− Pulsa el botón – me indica mamá.
Sorprendido, descubro que el juguete tiene un interruptor que al girarlo pone en marcha una suave vibración. Cuanto más giras, más tiembla. Carla me sonríe al sentir esa sacudida comenzando a introducirse en su chochito. Me encanta ver desde tan cerca como ese coño tan bonito se adapta a la anchura del objeto y lo abraza de forma maravillosa. Al estar desprovista de vello se ve a la perfección sus labios mayores expuestos al máximo y los menores aferrados a la bala gris que se cuela casi hasta el fondo. El primer gemido de mi hermana me pilla por sorpresa y me encanta verla así, sentada sobre la mesa, desnuda con sus piernas completamente abiertas mientras yo juego con su consolador sacándolo y metiéndolo en su tierno y juvenil coño. Supongo que toda la noche ha estado muy excitada y después del polvo que hemos echado mamá y yo delante suyo le ha puesto al máximo de placer, sin duda está más que cachonda y me encanta ver su cara de gusto. Su pecho se hincha, cierra los ojos, se muerde los labios y mi mano libre se acerca a sus tetas acariciándolas suavemente. Ella abre los ojos sorprendida, pero es tanto el deleite que siente que me sonríe para volver a cerrarlos dejándose llevar por el placer.
Mi madre apoya el móvil sobre mi hombro para seguir grabando desde allí toda la escena y aprovecha para pasar su mano derecha por mi espalda y llegar a mi polla para empezar a pajearme lentamente. ¡Dios! Me vuelve loco sentir su mano meciendo de nuevo mi polla que ni me he dado cuenta de que está completamente erecta de nuevo.
La siguiente escena es sublime cuando mi madre sin dejar de pajearme y besar mi hombro, veo a Carla jadeando cada vez más aprisa, mecida con el suave y constante movimiento de mi mano izquierda sobre su pecho y la derecha metiendo el consolador en su coño. Ella abre los ojos levemente para observar como la mano de mamá sigue masturbándome enérgicamente ante su precioso cuerpo desnudo. Debe creer que es esa polla la que está ahora dentro de su inexplorada vagina. ¡Cuánto me gustaría tener mi verga ahí adentro!
Sus rodillas tiemblan y noto como sus muslos tienden a cerrarse… su cuerpo se tensa y de pronto abriendo la boca expulsa por su garganta un fuerte gemido echando su cabeza hacia atrás, corriéndose con todas las ganas sin que yo deje ni un instante de meter el cacharro en su rajita que empapa hasta mis dedos. La imagen es tan impactante y la mano de mamá tan habilidosa que la paja es una de las mejores de mi vida. Ni soy consciente de que mi orgasmo no me permite controlarme y mi primer chorro sale lanzado precipitadamente sobre los pechos de Carla, el segundo cae sobre su ombligo y el tercer sobre su pubis. Abre los ojos, se moja los labios y me sonríe en señal de haberme pagado en gran parte esa deuda. No es lo mismo que habérmela follado, eso está claro, pero casi ha sido eso, un polvo en directo pero con un mando a distancia. Con eso me conformo, con haberle hecho correrse y haberme permitido llenarla de mi leche por todo su perfecto cuerpo. Mamá me mira y me sonríe sabiendo que ha aportado un enorme placer a mi cuerpo una vez más. Es una mujer increíble.
− ¡Chicos, son las doce! – nos anuncia ella de repente apagando la grabación y rompiendo toda la magia del momento.
Su frase era lo acordado, pero ha vuelto a dejarme desilusionado nuevamente, pues a pesar de la maravillosa velada todo se me ha hecho corto y me hubiera gustado seguir más tiempo. Apenas he tenido tiempo de asimilarlo.
− ¿Sabes que era lo pactado? – me comenta mamá acariciando mi espalda desnuda.
− Sí… Lo sé. - digo queriendo ver compasión pero ella sigue convencida con su mirada autoritaria y clara.
Carla se levanta de la mesa y me da un piquito en la boca para dirigirse después al baño a asearse. Me recreo observando su desnudez por última vez y disfruto con ese culo redondo tan perfecto. ¡Qué suerte tenerla de hermana!
− ¡Venga, tú también a tu cuarto! – me ordena mamá
− Es pronto. – me quejo.
− Vamos Nacho, mañana hay clase. ¿No has tenido bastante por hoy?
Mis ojos se dirigen a sus tetas y después a su coño que tiene esa pequeña mata de vello que lo adorna y me parece extraordinario. Me parece mentira habérmelo follado minutos antes.
− ¡Gracias, mamá! – digo sonriente.
Ahora soy yo la que besa sus labios pegando mi cuerpo desnudo al suyo y acariciando su culo. Me encanta esa sensación y a ella también pues noto como ronronea al sentir mi lengua jugando con la suya y mis manos dibujando todas sus curvas.
− Vamos, hijo. Seamos serios y paremos esto. Se acabó el tiempo – sentencia separándose de mí más seria.
− ¿Y las fotos?
− Eso es un recuerdo para el futuro. De momento ya está todo por hoy. Algún día, dentro de unos años tendremos la oportunidad de verlas juntos y rememorar este día.
Me voy a mi cuarto turbado, pero antes me paro y me vuelvo hacia mamá para observarla desnuda una vez más, pues quiero quedarme con esa imagen para siempre. Ella me lanza un beso al tiempo que mueve sus caderas de una forma muy sensual, incitadora y deliciosa.
− ¡Felicidades hijo! – me dice sonriente.
Me meto en mi cuarto y sin ponerme el pijama me tumbo boca arriba en la cama, intentando asimilar todo lo que ha sucedido a lo largo de este día tan especial.
Juliaki
CONTINUARÁ…