Mi madre, mi guarra
Mi madre me sorprende espiándola en la ducha mientras me masturbo y acabo abusando de ella.
Como tantas otras veces, mi madre se estaba duchando y quizás por descuido, había dejado la puerta del baño entreabierta. Evidentemente no me quedaba otra opción que espiarla y deleitarme con su cuerpo desnudo mientras ella se enjabonaba. Mi polla estaba muy dura, hasta tal punto que sería capaz de correrme solamente viendo su cuerpo desnudo, sin tocarme. Me encantaban las tetas caidas de madura sexy de mi madre, así como su coño peludo. Me ponía a cien! y en consecuencia me masturbaba fuertemente espiándola. Ella se enjabonaba el pelo, desconocedora de que el guarro de su hijo se estaba masturbando viéndola, deleitándose con sus duros pezones y su peludo gran coño. No podía parar de imaginarme chupando esas tetas o tocando ese jugoso y gran coño peludo.
Absorto y perdido en su cuerpo, empujé sin querer la puerta que chirrió sorprendiendo a mi madre que rápidamente abrió los ojos y me dijo...
-¡Carlos! ¡Qué demonios haces! - me gritó mi madre, en shock, con sus ojos muy abiertos y tratando de taparseel cuerpo con las manos.
-Está claro me estoy masturbando viendo tu cuerpo mamá - le contesté mientras me levantaba con mi dura polla en la mano y sin dejar de mirar su coño.
-¡Qué dices? ¿Estás loco? ¡Soy tu madre!
Entonces me acerqué hacía mi madre con mi polla apuntando hacía ella y asustada, se resbaló y cayó en la bañera, despatarrada y con su coño peludo bien abierto.
-Ten cuidado mamá, te vas a hacer daño y aquí el único que te va a hacer gritar soy yo, cuando te conviertas en mi esclava.
Acercqué mi polla a la cara de mi madre y la abofeteé con ella, para después tirar de su pelo y metérsela en la boca.
-A ver si te gusta chupar esto mamá jajaja
Sancando la polla de su boca mi madre me dijo:
-¿Pero queestás haciendo? ¡Déjame en paz!
- Calla guarra. ¿Te gusta el sabor de la polla de tu hijo? - le dije mientras con la mano le dí una fuerte bofetada en su coño peludo.
Mi madre se sacó la polla de la boca y gritó desgarradoramente:
-¡Hijo, no, por favor!
Yo respondí todavía con un golpe más fuerte e inmediatamente noté como el coño de mi madre se humedecía.
-¡Será mejor que me obedezcas guarra!- le dije mientras me desnudaba y frotaba con ansía su húmedo y grande coño peludo.
Entonces decidí hacerle un poco más de daño y con fuerza tiré de sus pezones mientras le frotaba el coño.
Decidí probar suerte con su culo, que estaba seguro que era virgen por en temas de sexo tenía pinta de ser muy conservadora.
-Vamos a ver como está tu otro agujerito...- espeté a mi madre mientras mojaba un dedo con sus jugos vaginales y se lo metía de sopetón por el culo.
-Mmmmm...hijo...no... - estaba claro que la zorra disfrutaba, así que el siguiente paso era lógicamente meterle dos dedos.
-Creo que necesitas algo más mamá. Quédate aquí dentro mientras traigo una cosita jeje.
-Sí hijo-me contestó roja como un tomate y evidentemente excitada.
Volvía al cabo de nun minuto con una cuerda y me dispuse a atar sus tetas con fuerza.
-Te voy a atar estas tetas de madura que tienes hasta que se te pongan moradas y tus pezones miren al techo.
-Sí hijo- me respondíó mientras su mano se dirigía a tocar su exitado y abultado coño peludo.
-No, no, no. Te voy a atar esas manos, porque aquí con tus agujeros sólo juego yo.
Con mi madre atada de manos y muy excitada, sus tetas bien moradas, me coloqué debajo de ella y le tí un buen pollazo bien adentro en su coño mientras chupaba fuertemente sus pezones.
Tras un par de envestidas y con mi polla recubierta de los juego vaginales del coño de mi madre, se la metí en el culo hasta los huevos.
Mi polla parecía que iba a estallar de lo dura que estaba y mi madre no paraba de gemir.
En cuestión de unos minutos, saqué la polla de su culo y me corrí abundatemente encima de ella.
-¡Qué guarra eres mamá! Vas a ser mi esclava sexual de por vida.
-Sí hijo- me contestó ruborizada.
La desaté y con mi mano recogí todo el semen de su cuerpo y se lo hice tragar.
-A tu madre le encanta tu leche hijo...mmm.- La muy guarra se relamía.
-No te preocupes que tengo mucha para tí.