Mi madre me enseñó el anal

Iniciada por mi madre para ser puta.

Mi padre nos abandonó  a mi madre y a mi cuando yo todavía tenía seis años, casi ni me acuerdo, así que me he criado sola con mi madre.

Ella me tuvo con sólo 20 años, siempre fuimos sólo dos mujeres en casa aunque desde que tengo memoria ha sido una casa muy concurrida. Recuerdo vagamente cuando era muy niña, que mi madre trabajaba en un restaurante de camarera y la echaron. Desde ese momento comenzó a pasar más y más tiempo en casa y cada vez venían a visitarla más y más hombres. Ahora ya sé, exactamente desde que tengo 14 años, que mi madre es puta.

Bueno, ¿y qué tiene de malo? Para mí nada, fue la única forma que encontró para criarme ella sola ya que mi padre jamás volvió. Pero no es una puta barata, mi madre, cuando la veo desnuda o con su lencería fina me doy cuenta de que una mujer tan hermosa tiene que atraer mucho a los hombres: su cabello es negro como la noche al igual que sus  ojos, tiene unos pechos grandes con los pezones perfectos y oscuros que le dan un toque exótico y de una firmeza que ya me gustaría a mi tener cuando cumpla los treinta y nueve. Su cuerpo es como el de una guitarra española y siempre va muy bien depilada y perfumada, a veces me sorprendo a mí misma como una voyeur observando cuando se desviste y se pone esas transparencias que tanto me gustan o cuando se está duchando y sale del baño con el pelo mojado y ese toque de belleza natural que la falta de maquillaje deja a una cara bonita.

Vivimos en un piso antiguo que nos dejó mi abuela, de techos altos y puertas de aquellas con las cerraduras anchas, por las que se puede mirar, creo que mi afición voyeur me viene de pequeña cuando comencé a ver hombres por mi casa.

Al principio los hombres sólo venían cuando yo no estaba pero más tarde mi madre permitió que ciertos clientes vinieran a casa cuando yo estaba y pronto me acostumbré al llegar a casa del colegio a abrir la puerta sin hacer ruido,  cuando había un hombre en la habitación de mi madre yo miraba por el ojo de la cerradura y me divertía escuchando los gemidos de mi madre y de esos hombres y viendo las casi imposibles posturas de aquellas dos o a veces tres e incluso una vez ¡cuatro!  Pero pronto cumplí  los trece años y esas escenas hacían que dentro de mí se fuese despertando una curiosidad que pronto se volvió morbo y más tarde lujuria.

Entonces empecé a llegar más temprano a casa para mirar por el ojo de la cerradura, me arrodillaba ante la puerta y me masturbaba, me tocaba los pechos, acariciaba mi pubis, mi clítoris y tenía unos orgasmos fabulosos.

Cuando cumplí los dieciocho quise dejar de estudiar y le expliqué a mi madre que yo también quería ganar dinero pero ella se negó aunque desde ese día dejaba la puerta entre abierta y comenzó a dejarme mirar, primero miraba solamente yo pero un día, ella comenzó a devolverme las miradas..  Mi vagina se humedecía con sólo ver su mirada lujuriosa cuando un hombre la penetraba, sus labios carnosos y húmedos parecían querer besarme y a veces cuando yo comenzaba a tocarme ella sacaba su lengua y yo casi la podía sentir en mi boca, en mis pezones y entre mis piernas...

Un día mi madre me llamó  a su habitación, me dijo que me sentara junto a ella y sacó dos consoladores de una bonita caja rosa, ella estaba como siempre, hermosa, exuberante y llena de lujuria, me dijo que me desnudara y yo lo hice al principio sola pero al llegar a la ropa interior ella se levantó y se puso en pie detrás de mi, me desabrochó el sujetador y con sus suaves manos acarició mis pechos más pequeños que los suyos, mas jóvenes y más duros, con mis pezones rosa que dolían de lo duros que se me pusieron y mi piel al unísono con mis pezones sintió un escalofrío y se me puso de gallina, sentí como me bajaba suavemente las braguitas y me acercó a la cama, yo me tumbé boca arriba y ella me miraba a los ojos mientras me acariciaba el clítoris, pronto cerré los ojos y me dejé llevar entonces mi vagina se humedeció y ella me desvirgó con el consolador más grande, todo dentro de mi quemaba y quemó durante unos momentos hasta que sentí como mi cuerpo estallaba por dentro y tuve el mayor y más fabuloso orgasmo que había tenido hasta el momento entonces mi madre me besó en los labios y me dijo que usara el pequeño para acostumbrar a mi ano a que fuese penetrado porque muy pronto dejaría que yo también aportara a nuestra casa.

Ayer llegué a casa por la tarde, como es costumbre en mi entré sin hacer ruido por lo que mi madre no se percató y entonces escuché voces en la cocina, mi costumbre de voyeur hace que sea muy sigilosa, me quedé tras la puerta y escuché hablar a mi madre con un hombre con una voz profunda,  miré y era un hombre de mediana edad bien vestido y por lo que se podía ver bastante atractivo entonces mi madre como si me intuyese giró la vista y me dijo que pasara, yo entré algo avergonzada y me senté.

Madre - Esta es Verónica, mi hija de la que te he hablado, es guapa ¿verdad?

Hombre – Es preciosa, ven aquí a mi lado...

Yo me acerqué, el se levantó y me acarició el pelo, luego los labios y se volvió a sentar, entonces fue mi madre la que levantó, pasó su mano sobre mi hombro y mientras me llevaba a su habitación me dijo que sería mi primer día y que me iba a vestir para la ocasión.

Entramos en la habitación y ella me había preparado un conjunto de sujetador y tanga transparente, ella se puso uno parecido y llamó al hombre; las dos estábamos en pie cuando el entró y se sentó en la cama.

Él me dijo – desnúdate preciosa...

Yo me desnudé enfrente de él, el alargó su mano y me acarició primero los pechos, luego el pubis, la vagina y me giró y también acarició mi culo, yo podía ver como su pene se iba haciendo más y más grande.

Mi madre comenzó por quitarle la chaqueta, luego le desabrochaba la camisa mientras el hombre me seguía tocando, mi madre se agachó y le quitó los pantalones, los boxer y comenzó a mamarle la polla, entonces me miró y me dijo

-  Ven aquí conmigo cariño..

Yo me arrodillé a su lado y ella me invitó a que le mamara la polla a aquel hombre, nunca lo había hecho pero lo había practicado con mi consolador y lo había visto hacer mil veces a mi madre así que agarré su polla con mis manos y comencé a chuparla. Me gustó pero todavía me gustó más cuando mi madre acercó sus labios a la polla del hombre y se rozaban con los míos, y su lengua se cruzaba con la mía y yo me ponía cada vez más y más caliente... entonces él nos puso una mano en la cara de cada una y nos invitó a levantarnos, le dijo a mi madre que me preparara y ella se sentó en la cama, me dijo que me pusiera a cuatro patas y yo lo hice, ella se sentó a mi lado mirándome a los ojos mientras sacaba un tubo con lubricante, se echó un chorro abundante en los dedos y comenzó a lubricar mi ano. Mientras entraba y sacaba su dedo de mi culo me preguntó si había practicado con el consolador, yo asentí con la cabeza pero no lo había hecho, sólo me había masturbado vaginalmente. Cuando sentí como la enorme polla del hombre hacía presión en mi ano, cerré los ojos y sentí como entraba, quemaba como fuego, era una mezcla entre dolor y un leve placer y mis ojos se llenaron de lágrimas que mi madre me limpiaba con su mano mientras el hombre penetraba mi culo hasta el fondo y yo gemía de dolor eso duró diez largos minutos y luego sacó su polla de mi culo yo pensé que ya había acabado pero entonces el puso su polla que parecía más grande que antes en mi cara, y me invitó a que la mamara

–  Chúpamela hasta que me corra preciosa..

-  Chúpala cariño – susurró mi madre en mi oído

Yo, todavía a cuatro patas, comencé a mamarle la polla hasta que su leche llenó mi boca. Y así fue que me inicié en ser puta. Como mi madre.

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