Mi madre me enseñó a masturbarme (3)

El último capítulo de la saga.

Tercera parte de Mi madre me enseño a masturbarme.

La historia empezó cuando los vi haciendo el amor en la cocina, y luego, mi madre me enseño a masturbarme. El novio de ella me la chupó y ahora era hora de juntarnos.

La primera vez que cogí con el novio de mi mamá fue dos días después que dormimos por primera vez, juntos.

Era obvio que iba a pasar de forma rápida. El primer día que mamá se ausentó de casa para ir a cuidar a la abuela, él volvió temprano a casa y yo lo estaba esperando en su cama. No hizo falta decir nada, él se desvistió, su verga era una columna férrea. Al levantar la sábana no se sorprendió al encontrarme desnuda.

  • ¿Mi putita está preparada para sentir la emoción máxima?

  • Tu putita tiene muchas ganas y mucho miedo.

  • No te preocupes, en esto tengo mucha experiencia. Vos solo tenés que hacer todo lo que yo te diga y todo será más sencillo y más placentero. Todo será excitante y muy caliente ya verás. – Mientras me decía todo eso sus manos subían y bajaban por mi cuerpo dejándome toda erizada, sentía el sudor en mis axilas, en mi espalda, en mi entre piernas y temí que eso no le guste, ya que si bien mi sudor no era desagradable era muy intenso y se olía desde cierta distancia.

Gustavo me beso de forma profunda, mientras tomó mis manos y me indicó lo que debía hacer con ellas. Su idea es que me vaya tocando los lugares que más me iban calentando, que fuera indicándole el camino a seguir.

Y lamió mis tetas, las chupó, las babeó y las mordió, poniéndome en una nube. Acarició mi cintura, mordió mis axilas, ya no le importaba mi sudor o quizás a él le gustaba y me fue penetrando, con su verga enorme degustándome, despacio con su trompa. Me cogió y cada uno de sus movimientos me hacía acabar y volvía. Así descubrí que era multiorgásmica, igual que mi madre.

Pero la idea no es dedicarme a este episodio sino al tercer momento que fue hacerlo los tres.

Mi abuela ya estaba bien así que los encuentros con Gustavo se espaciaron hasta casi desaparecer. Lo mismo pasó con las relaciones con mi madre y nada de lo que había en oferta de mi edad me apetecía… hasta ese momento nunca había cogido con nadie fuera de mi mamá y Gustavo.

Cuatros meses después, mi suerte cambiaría. Una noche de primavera, fue una de esas en la que dan ganas de comer en el patio y quedarnos en largas sobremesas… Habíamos llegado al momento del postre y a mi madre se le antojó helado. Inmediatamente a los tres nos pareció indispensable comer helado, pero nadie tenía ganas de ir. Gustavo accedió ya que mi mamá lo empezó a chantajear. A su vez, él me invitó a acompañarlo y fuimos los dos, mamá levantaría la mesa y lavaría los platos.

La heladería quedaba a dos cuadras y fuimos caminando, él me abrazó y parecíamos una pareja. En la oscuridad le robé un beso y una vez en la heladería hacíamos como si fuéramos novios. Y nos hacíamos arrumacos y hablábamos todo el tiempo riéndonos y provocándonos. A la vuelta, en la calle, aprovecho para acorralarme contra una pared y me subió la blusa y me tocaba las tetas, me besaba y nos quedamos un rato así. Hasta que nos dimos cuenta que mamá nos esperaba

Yo estaba muy caliente ya que hacía como cuatro meses que no tenía contacto con ninguno de los dos. Y al llegar al patio encontré a mi mamá fumando en la reposera. Había un halo de enojo por nuestra tardanza.

  • Ya estaba por irme a dormir.

  • Sos una exagerada. - Me acerqué y le di un beso en la boca, con la lengua casi le acaricio la campanilla de su garganta. Esos besos sé que la calientan mucho y la nublan, deja de ser la lúcida mujer para convertirse en una hembra en celo.

  • Va a venir Gustavo – me dijo alejándome con las manos.

  • ¿Te da vergüenza?

  • ¿A vos no?

  • A mi no me da vergüenza – Contesté justo en el momento en que entraba Gustavo, con las cucharas y el pote de helado.

  • ¿Qué es lo que debería avergonzarte? – preguntó él

  • Nada, tonteras de Sole

  • Ninguna tontera, algo hermoso que nos pasa.

  • ¡Sole, por favor! – Mi mamá se impacientó y se puso colorada.

  • Bueno no hace falta que digan nada. – Terció Gustavo.

  • ¿A vos te doy vergüenza? – Le pregunté a Gustavo y seguí provocando lo que para mí era inevitable. – porque a mi madre, esta mujer tan bella e inteligente, le doy vergüenza

  • Yo nunca dije eso. – Dijo mi mamá -

  • Vos no podés darle vergüenza a nadie. – dijo el novio de mi mamá como si estuviéramos hablando de boludeses.

  • Ves mami, a Gustavo no le molesta. – Me acerqué a él y le puse un beso en la boca, sencillo. Mi madre y él se quedaron helados, mas que la crema de vainilla que estaba en el pote. Sin darles respiro y como venganza por haberme dejado cuatro meses sin una sección de sexo, me acerqué a ella y también la besé. Ahora era Gustavo al que se le salían los ojos de la órbita. Tome mi plato con helado y me fui a sentar a mi lugar, desde allí me quedé muda observándolos. Esperando su reacción. Pero los dos miraban el piso y ni siquiera se movían, entonces les dije:

  • Se les va a derretir el helado.

Los dos a la vez reaccionaron tomaron un plato y se pusieron a comer sin hablar, como autómatas… Deje pasar unos segundos y pregunté.

  • ¿Está mal que seamos sinceros?

  • No, no está mal, pero no es sencillo. - Dijo Gustavo

  • No tiene nada de malo, nadie obligó a nadie. Nadie hizo algo que no haya querido hacer.

  • Pero Sole – interrumpió mi madre – Vos sos mi hija, Gustavo es mi pareja y no es normal que pase.

  • ¿Vos no sabías que yo tenía relaciones con él?

  • Lo intuía, pero no lo sabía.

  • Yo nunca me lo hubiera imaginado – dijo Gustavo

  • Quédense tranquilos, yo estoy bien, los quiero mucho y sé que lo que nos pasa no es normal. Pero porque no lo fuera no voy a dejar de hacerlo… me da placer y no molesto a nadie.

  • Sole, vos ya tenés dieciocho años y podés hacer lo que quieras pero

  • Mamí, ¡Por favor!, Se los pido a los dos. Tengamos esta relación para dentro y disfrutemos. Si no nos gusta paramos, y chau… pero lo tenemos que probar

  • No hay que cumplir todas las fantasías – Dijo Mamá. – es bueno que haya algunos deseos incumplidos, porque son como metas. Y esto es muy grosso.

¿No te parece, cariño?

  • Si me parece, pero hay tantas fantasías que no vamos a cumplir… tenemos tantas frustraciones y ahora nos pusieron esta aquí en la mesa… ¿La vamos a dejar ir? Nos miró a las dos

  • ¡Bien Gustavo! Me encantó tu argumento

  • Quiero decir que lo voy a hacer. Dijo mi madre y Gustavo y yo, aplaudimos y la vivamos… pero ella nos hizo callar y agregó… - pero quiero que quede claro que no estoy de acuerdo. – Los tres nos reímos y él la besó, se había cerrado el círculo.

Terminamos de comer el helado entre caricias y besos y luego fuimos al cuarto de mi madre y los tres hicimos el amor.

Me gustó verlos y ayudarlos a acabar. Me gustó que se esmeraran en ser mis amantes. Me gustó ser saboreada y saborearlos. Sentir que no era sexo, que los tres, hacíamos el amor.

Lo hicimos tres o cuatro veces más, en el lapso de esa primavera y el verano. Yo me puse de novia con un tipo que no iba a ver muy bien nuestra, relación y aunque mi madre quería acostarse con él, los tres estuvimos de acuerdo en cortarla… Ya pasaron dos años y unos meses de la última vez pero sé que va a volver a pasar, lo presiento. Quizás cuando lo necesitemos. Lo volveremos a hacer, no tengo dudas y si esta página existe, voy a volver a contárselos

Sole.

lacolo@hotmail.com