Mi madre, más caliente que nunca

Desde mi habitación, contemplo enloquecido cómo mi madre y su amante se revuelcan como animales en celo.

Mi madre, más caliente que nunca

Si bien todos mis relatos han sido de las vivencias de mi madre, es porque siempre fue la figura obsesiva que dominó mi mente y mi ser; ya les he dicho todo lo que hice con el fin de lograr mis propósitos y descubrir cada relación que mantuvo con diferentes hombres, pero sin duda la que mayor huella me dejó, fue la que sostuvo con Juan Carlos, un genio en la cama.

Me encontraba en la sala de mi casa oyendo un disco compacto del incomparable Franck Pourcel , cuando vi a mi madre tarareando al compás del suave vaivén musical, mientras se preparaba para ducharse; mi nerviosismo casi me delata, pero me mantuvo "tranquilo" hasta que se metió a la ducha, esperé un tiempo prudente hasta oír el ruido del agua. Me acerqué sigilosamente con el corazón a mil por horas, y aunque no vi gran cosa a través de la cortina acrílica que constituía el cancel del baño. Me la imaginé desnuda enjabonando su soberbio cuerpo, deslizando el jabón por cada contorno de sus encantos; me recreé en esa excelsa imagen de pechos abultados, de amplia cadera y estrecha cintura, de pezones erguidos y alargados. Y es que mi madre ostentaba un cuerpazo de infarto, unas tetas altivas e impúdicas que eran la delicia de quienes la rodeábamos. Un trasero firme y parado, con unas nalgas redondas y duras que sin duda eran su orgullo, una boca siempre húmeda y ansiosa de mamar vergas.

Aunque la imagen era borrosa, podía adivinar sus movimientos, hasta que cerró el grifo y lentamente fui saliendo para no levantar sospechas, sin embargo me quedé a un palmo de la puerta esperando que saliera ella, deseaba verla desnuda pero sin que ella me viera. Me mantuve quieto escuchando mi propia respiración cuando un gemido me alertó. Cuidadosamente abrí un poco la puerta del baño, no la del cancel, esperando que no me pillara espiándola. Ella seguía dentro de la ducha me imagino, masturbándose. No podía hacer gran cosa, pero me mantuve ahí, sin escuchar nada más.

Cuando creí que saldría, volví a mi sitio y poco después ella salía envuelta en una toalla y otra amarrada en la cabeza, hice como que ni la vi, mientras sostenía un dossier que no terminaba de leer y me perdía en la magistral interpretación de "Sebastián" , pero atento a todo por el rabillo del ojo.

Mi vida, ¿me puedes ir a comprar una crema suavizante?... –

Por supuesto, ma… -, dije aún acostado en el sofá.

Toma dinero de mi cartera y tráeme de la que siempre uso.

Está bien-, dije mientras ella se metía a su habitación.

Por supuesto que no pensaba perderme tan singular espectáculo, así que hice como que si salía a la calle, dando un evidente portazo para que ella me oyera partir. Raudo me fui a la puerta de su cuarto, esperando que no estuviera asegurada. Pegué el oído pero no escuchaba nada, fui abriendo lentamente la puerta, centímetro a centímetro mientras mi respiración estaba a mil. Ella estaba desnuda, aún con la toalla en la cabeza y de espaldas a mí, de donde podía apreciar su redonda colota y la suave vibración que éstas hacían con cada movimiento.

Se sentó en la cama y empezó a marcar por teléfono (lo que pongo en color es lo que me imagino que él contestó:

Buenas tardes, con Juan Carlos, por favor… -, dijo ella.

Espero un breve momento mientras se recostaba en los almohadones, de frente a mí, pero sin fijar la mirada en donde yo me encontraba.

Hola papito, ¿cómo has estado?... Me tienes abandonada mi rey… -

-

Me acabo de bañar y estoy fresca y ansiosa de ti… -, dijo ella, sacudiéndose el cabello.

-

Pues date una escapadita… -

No puedo… -

Haz un esfuerzo, tiene días que no nos vemos y ardo de ganas-

¿Cómo estas?… -

Desnuda, ya te dije, y muy acalorada-

¿Y tu marido?... –

Trabajando, por eso estoy solita, bueno también está mi hijo pero si vienes, eso no es ningún problema; le pido a mi esposo que lo mande hacer algo… -

-

Esta bien, te espero aquí en mi camita… ¡Ah, y no vayas a fallar!... –

-

Te quedas a cenar, ¿te parece?... –

Adiós mi rey, múa-, la muy zorra estaba haciendo una cita con su amante.

La vi recostarse y llevar su mano hacía la hendidura que me imaginé caliente y ansiosa por saborear una verga; la otra mano se posó sobre sus protuberantes pezones, retorciéndolos como si fuera el macho que se lo hacía. Giró hasta quedar de espaldas y empezó con ricos movimientos pélvicos, imaginando ya que estaba cogiendo. Su torneada grupa se elevaba y bajaba al compás de la imaginaría cogida, y aunque esto duró muy poco, ya que volvió a marcar otro número y cuando le contestaron, pidió hablar con mi padre:

Te tengo una sorpresita… -

¿Dime de que se trata?... –

Juan Carlos viene para acá y se quedará a cenar-

Fabuloso-

El problema es que está tu hijo acá, y quisiera aprovechar todo el tiempo posible con él, antes de que tú llegues… -, dijo refiriéndose a su amante.

-

¿Pero qué le digo?... –

-

Está bien, ya se me ocurrirá algo… Pero, no te importa que juguemos un poco, ¿verdad?... -

-

¡Ay papi, tú me conoces!... Después, verás todo lo que se le venga en ganas hacerme, o lo que tú mismo quieras que me haga, ¿ok?... –

-

Si mi rey, tenlo por seguro-, dijo y colgó.

Yo estaba que parecía un horno, la muy puta pensaba pasarse la tarde cogiendo con su amante, mientras a mí me mandaba a freír espárragos. Mi mente trabajaba a mil y no sabía lo que ella tenía en mente para alejarme del campo de acción, pero era algo que no pensaba hacer, al menos no cómo ella quería

Volví a la puerta de entrada e hice como si fuera llegando

Ma, ya regresé-, dije y me aproximé a la puerta de su cuarto; toqué suavemente fingiendo naturalidad.

¿Si?... -, me respondió sin abrir.

No encontré de la que tú usas, ¿quieres que vaya al centro comercial a traértela?... –

No mi vida… -, dijo. –Déjalo, la voy a encargar con Andrea-

Me volví al sofá, dándome cuenta que el disco de Pourcel había terminado. Al instante mi madre salió ataviada en una bata, dándome cuenta que se estaba pintando las uñas.

¿Vas a salir?... -, pregunté.

No… -, hizo una pausa mientras se seguía limando las uñas; - llamó tu padre y quiere que le lleves el coche a su oficina… -

¿Ahorita?... –

Si, porque lo piensa pasar a dejar al taller-

Pero si el auto anda bien… -

No sé qué cosa le van a revisar, pero me pidió que se lo lleves-

Está bien, me cambio y se lo llevo-

Ella se volvió a meter a su cuarto, mientras yo preparaba mi escondite para ver las escenas de mi madre con su amante. No tenía mucho para escoger, así que desde mi cuarto, improvisé mi observatorio y lo iría modificando conforme fueran dándose los acontecimientos; pero tuve que quitar la chapa para aumentar mi campo de observación, sin tener que abrir la puerta; obviamente que pensaba que si alguien se le ocurría ir a mi habitación, me descubriría. Hice lo más que pude para espiarla, confiando siempre en la fortuna para presenciar lo más posible.

Saqué el coche del garaje y cuando estuve listo para irme, subí a decirle que ya me iba, ella sin abrir me dijo que le dijera a mi padre que le llamara para saber que yo había llegado bien.

Conduje por varias calles hasta encontrar un lugar que me pareció el adecuado, parqueé el auto y rápidamente volvía a casa. Tenía preparada mi cuartada por si me descubría mi madre al llegar nuevamente a la casa, diría que había tenido problemas con el auto e inventaría una falla; pero la suerte me favorecía porque abrí con mi propia llave y pude adentrarme e irme a mi cuarto ante un silencio que me pareció excitante. Atranqué mi puerta y esperé la llegada de Juan Carlos.

Después de una aterradora espera de cuarenta y tantos minutos, en los que no vi a mi madre, pero si sabía que estaba en su habitación, oí el timbre de la puerta; cómo un resorte me impulsé y corrí el cartón que había puesto en el hueco de la chapa, mientras oía a mi mamá bajar presurosa. Un hombre alto y de buen porte y vestido con un impecable traje azul se plantó en medio de la sala, entregándole una caja de algo y un ramo de flores; ella recibió el regalo y de inmediato le echó los brazos al cuello, mientras él la atraía por la cintura.

Ella lucía un vestido de terciopelo negro que nunca le había visto, corto y escotado del frente y de atrás, donde su nacarada piel se antojaba excitante y atrayente… Zapatillas altísimas, medias de red y dos tremendas arracadas que oscilaban continuamente; de verdad que lucía muy sexy.

Deduje que era él a quien mi madre esperaba, pues de inmediato se trenzaron en un cachondo beso, mientras él la atraía de las nalgas y se las apretaba sin dejar de besarla. Desde arriba contemplaba la escena, y cuando terminaron de besarse, él la hizo girar sobre si misma y dándole la vuelta para contemplarla toda; ella coqueta paró las nalgas para deleite de su amante, y la muy puta se inclinó levemente apreciándose desde mi ubicación, la finísima tanga de encajes que se le incrustaba entre sus cachetes, causándole a su macho una enorme excitación y la premió dándole una suave nalgada.

Yo estaba muy agitado, mi respiración era incontenible y sentía los labios resecos y la mirada fija en ambos a quienes observaba desde el piso superior y a una distancia aproximada de veinticinco metros. Me encontraba tumbado y casi cubierto por los barrotes del barandal de la escalera, la puerta de mi cuarto entornada y completamente agazapado. Me sentía ¿celoso?, ¿traicionado?, ¿burlado?... Era un conjunto de sensaciones que iban desde la ira, porque deseaba que él la sometiera y le hiciese todo aquello que deseaba hacerle yo; al masoquismo porque me sentía que yo era el cornudo y no mi padre; sentía una mezcla de sentimientos encontrados y quería más acción, más y más

Reían excitados, hasta que ella lo tomó de la mano y se sentaron en el sofá, conversando animadamente sin que yo pudiera escuchar lo que decían. Ella se levantó y preparó dos cubas libres, mientras él se quitaba el saco y la corbata y continuaba hablando. Mi madre volvió a sentarse a su lado y brindaron chocando los vasos, después de refrescarse, siguieron platicando, lo que me animó a salir casi arrastrándome para no ser visto, me urgía saber lo que decían y sin correr demasiados riesgos, me ubiqué lo más cerca que pude, pero no escuchaba nada.

Él la invitó a bailar al suave ritmo de "Ojos españoles" , de Pourcel, repitiendo el mismo disco que había dejado en el estéreo. Ella le echó los brazos al cuello y él la asía de las nalgas sin dejar de besarse, hasta que de plano se detuvieron en el centro de la sala y continuaron con el cachondeo. Pensé en deslizarme a la planta baja pero era mucho el riesgo, así que me mantuve expectante, mientras ellos seguían el lo suyo.

Como si se tratara de una coreografía de patinaje sobre hielo, ella se fue escurriendo y deslizándose hasta que su rostro quedó a la altura de la bragueta de su amante, donde restregó la cara mientras él la ayudaba tomándola del cabello. Mi madre abrió la boca y mordió la verga por encima del pantalón, él dio un suave quejido e intentó apartarla, pero ella se prendió jalándolo del cinturón, con lo que Juan Carlos se vio obligado a sentarse en el sillón. Ella, hincada, manipuló el cierro extrayendo el suculento garrote que saludo con un beso en la punta. Le peló la verga por completo, y de inmediato atrapó la cabezota entre sus labios, haciendo que él se recostase mientras mamá le brindaba una súper chupada.

Lo que siguió, es fácil imaginarse. Mientras ella se la mamaba, él le sacó las tetas y la muy puta cobijo la tranca entre sus pechos y le brindo una súper cubana que tenía a Juan Carlos al borde del orgasmo. Veía claramente cómo esa tremenda puta, le restregaba los enhiestos pezones en la punta de la verga, mientras continuaba arrodillada y él sentado pero con los ojos cerrados y musitando quién sabe que cosas… Volvió a meterse el glande y lo sacó súper lubricado con su babita, pues las ligas de saliva envolvían toda la verga y la jugosa boquita de mamá… Cuando él ya no pudo contenerse, la jaló de las axilas para ponerla de pie y ella muy coqueta, se fue desnudando, hasta quedar en una combinación soberbia de lencería roja.

Ella le bailó mientras él se la puñeteaba viendo los obscenos movimientos de la nalgona hembra, hasta que terminó desnudándose y bajándole el pantalón a él hasta las rodillas, para luego encaramarse sobre de él. Se sentó en la verga y por la cara lujuriosa que ella puso, me imaginé que se la encajó hasta el tronco, pues ella se recostó en el hombre de su amante, mientras él empujaba la pelvis tratando de estimularla. Cuando ambos se cansaron, ella se colocó de perrita sobre el sillón, quedando ambos de espaldas hacía mí. Él palmeó su trasero, dándole un beso tronado en cada nalga, se hincó detrás de ella, la atrajo de la cintura y se la volvió a clavar; una serie de palabras (supongo que obscenas) envolvían los movimientos salvajes de ambos.

Yo de plano estaba hincado, contemplando la fenomenal cogida que le daba a mi madre, sobresaliendo mi cabeza por encima del barandal, ya sin el temor que me pillaran desprevenido pues ambos parecían perros en celo y gemían y vociferaban opacando el "Concerto Triste" , de Pourcel Cuando él se cansaba, le sacaba la verga y suavemente la nalgueaba con su verga, para volver a zambullírsela hasta lo más hondo de la jugosa gruta. Así estuvieron hasta que él se subió sobre el sofá, le puso la verga en la boca, ella ansiosa viró el rostro lo más que pudo y prácticamente engulló el fiero garrote aún impregnados de los jugos de su vagina; Juan Carlos hizo como si se la cogiera, terminando por eyacular en la boca de mi madre que no solo se tragó la nutritiva descarga de su amante, si no que la muy puta hasta se relamió los labios

Se dejaron caer uno sobre de otro, y aproveché el momento para volver a mi misma posición, haciéndome un ovillo desapercibido… Tenía la verga más endurecida que nunca, mi boca resaca y unas ansias enormes de eyacular, pero no podía hacerlo allí, además que me apetecía hacerlo a mi manera, recreándome en las imágenes que acaba de ver y en los obscenos movimientos de mi madre.

Ella se levantó y sin siquiera ver el lugar donde me encontraba, camino hasta los dos vasos que habían quedado olvidados. Al verla así desnuda y caminando de frente y viéndola también por detrás, no dejé de reconocer que Octavio, un amigo de mi edad, tenía razón. Decía que en las diez minas más buenotas del barrio, debíamos incluir a mi madre, pues con su buen par de nalgas, estaba por encima de muchas jovencitas culuas.

Ella se recostó al lado de su amante que echado sobre la alfombra fumaba y trataba de recupera el resuello. Brindaron, supongo que por el momento, y continuaron conversando hasta que sonó el teléfono. Juan Carlos se levantó y se ajusto el pantalón, mientras se encaminaba al baño

¿Cómo que no ha llegado?... -, dijo mi madre. – Horas tiene que se fue… -

¿Te llamó?... –

Para nada

-, (ignoro la respuesta que dio mi padre)

Pues vente para acá… -

No debía esperar más, debía salir; pues sabía que mi padre llegaría echando fuego y pobre de mi calavera

Ella absorbió un trago de su copa y se encaminó al baño, al lado de su amante, quien me imagino que se lavaba u orinaba. Momento que aproveché y con todo el nervio del mundo y la respiración elevada, me deslicé y suavemente salí a la calle, omitiendo todos los ruidos posibles; obviamente que ayudado por Pourcel que interpretaba en ese momento "No es nada"

Al salir a la avenida, corrí más que nunca, intentando deshacerme de un peso inexistente, pero que sentía me estorbaba… Llegué muy inquieto adonde estaba mi auto, y me senté, debía de fingir una falla y para ello desmonté una goma y la volví a colocar, con el único objetivo de dejar huella en mi ropa y en mis manos de lo que tuve que hacer. Esperé unos minutos, arranqué, di una vuelta por dos o tres calles hasta que llegué a la casa… Me abrió mi padre quien ya se encontraba degustando una cuba libre.

Déjenme decirles que me llamó de todo, estaba súper enfadado. Yo me defendí argumentando que una goma se había desinflado y tuve que llevarla a reparar, pero mis argucias no eran congruentes, qué por qué no había llamado, qué por qué no llamé a la agencia de auxilio vial al que estábamos suscritos, etc. En su enfado, mi padre me atravesó el rostro con una bofetada cuando dije que era suficientemente hombre para cambiar la goma, me ordenó subirme a mi cuarto y permanecer en calidad de amonestado.

Después deduje que él requería un motivo para alejarme de la convivencia que llevaban a cabo los tres, necesitaban estar sin mí, más claro ni el agua… Me subí a mi cuarto, aún sin chapa, me lavé y me puse un short, obviamente que sin ropa interior. Me acosté súper excitado con la intención de recrearme en lo vivido. La música continuaba y todo el ambiente se oía más animado, pero yo estaba en lo mío. Deslicé mi mano atrapando mi endurecido falo que oscilaba más bravo que nunca. Me apreté la verga expulsando más gotitas de líquido preeyaculatorio que se me embarró en la punta de los dedos; me los chupé saboreando mi propio jugo (no era la primera vez, pues me encantaba mi propia leche)

Me la imaginé a ella hincada y engullendo mi verga así como lo hizo con él, me imaginé que como una perra me mamaba la reata y se tragaba mi leche, y mientras eyaculaba, le daba de pijazos por toda su viciosa cara. Cerré los ojos cuando recordé como se acomodó en el sofá, empinándose por completo y echando el culo hacía fuera, esperando la estocada… ¡Qué culona!, me dije, imaginando cómo se saboreaba su amante ante la singular visión

Seguí en mi juego mental, hasta que un suave toque en mi puerta me hizo reaccionar, no tuve tiempo más que virarme boca abajo, ocultando así mi erección… Pensé que era mi madre, pero no, el que encendió la luz era Juan Carlos. Dejó un platico con un sándwich sobre mi velador y se sentó en la cama.

Sé que viste todo porque te vi… -, dijo.

Me quede estático, fingiéndome dormido, pero mi respiración era agitada.

Te vi agazapado en el piso de arriba. Te vi cuando tu madre me mamaba la verga y tú te pajeabas viéndola a ella… -

Hizo una pausa mientras apartaba las sábanas.

Y es que no hay nadie como tu madre para mamar una verga, se la traga toda, toda… -

Estaba por demás fingirme dormido, giré y me encontré con un macho arrogante y seguro, el hombre que hacía vibrar a mi madre y que me llenaba de desosiego.

Ella es mía desde hace mucho, y lo seguirá siendo, por lo que te ofrezco mi amistad… -, dijo pasando su mano por mi cabello. Ella hace todo lo que yo quiero, incluso se ha entregado a otros y se ha prostituido por mí, no hay nada que me pueda negar, ¿comprendes?... Tengo todo el consentimiento de tu padre, quien goza viendo cómo la cabrona de tu mamá, me mama la verga -

La música continuaba y supongo que mi madre cocinaba o calentaba la cena y él había aprovechado para subirme un bocadito.

Tú eres un chico guapo y muy frágil, ¿Qué edad tienes?... –

Diecisiete… -

Sé que te excita saber lo putona que es y lo golosa que se comporta conmigo; te repito, tu padre está de acuerdo, pero no quieren que lo sepas. Así que te ofrezco un buen show y que veas cómo me la cojo, pues eso me enloquece, el saber que estas viendo como se comporta la puta que te parió… -, me dijo.

Yo no sabía ni que decir, pero mi excitación era evidente, algo en mi estallaba y me sumergía en un torbellino pasional. Volví a tener las boca reseca, las ansias de verla hincada mamándosela a él… Mi mirada era más de súplica que de ira

Podrás ver cómo se la traga toda-, dijo sobándose la enorme macana que cabeceaba bajo su pantalón.

¿Todo eso se come?... -, dije sorprendido por mis propias palabras al verle la verga por encima del pantalón.

El echó la pelvis hacía adelante para destacar mejor su virilidad que se delineó perfectamente.

Todo… Por boca, ano y vagina-, agregó. – Te digo que es bien puta… -

Yo me quedé contemplando la enorme protuberancia de Juan Carlos

Es enorme-, dije.

Y bastante dura, tócala-

Instintivamente hice mis manos a un lado, tratando de ocultar mis verdaderos deseos.

Tócala, siéntela… -

¡No, ¿cómo crees?!... –

Vamos, no te quedes con las ganas-, dijo y volvió a acariciársela por encima del pantalón.

Me quedé contemplándosela, hechizado por la longitud y el grosor… Era mucha verga y se me hacía que mi madre pasaba verdaderas penurias tratando de mamársela

Anda, tócala… -, y me tomó la mano depositándola en su bragueta.

En cuanto hice contacto con ella, sentí que Juan Carlos vibró, asiéndome con fuera y restregándome la palmo por todo el tallo de su macana.

Siéntela, siente todo lo que la perra de tu madre se traga… -, definitivamente, este hombre me encantaba.

Ya sin ninguna presión, recorrí la longitud de su arma, sintiendo algo chistoso cada que se la apretaba, él se dejaba hacer y yo fascinado se la recorría y se la apretaba con deleite.

¿Así es la tuya?... -, me preguntó.

No es más chiquita… -

Me la voy a sacar para que la veas mejor-

No, ¿cómo crees?... Mi mamá puede venir-, dije ansioso que me la mostrara.

Mejor, así verás como me la mama porque pienso cogérmela frente a ti, ¿eso es lo que quieres, no?-

Si-, dije muy quedito.

Se bajó el cierre y el enorme animal apareció erguido e insolente, se la peló por completo y con la mirada me invitó a agarrársela. Yo deseaba manipularla a mi antojo, incluso tenerla en mi boca para saber que se sentía, pero el taconeo de mi mamá, me hizo casi empujarlo, apartándolo de mí.

¿Qué hacen?... -, dijo ella introduciéndose al cuarto.

Le platico a tu hijo lo guapa que eres-

Adulador… -

Ella se acercó con un vaso de leche fría y una servilleta que dejó en mi mesita.

Ya vente, la cena está servida-, dijo mi madre.

Juan Carlos estaba sentado en mi cama, yo recostado y apoyado en la cabecera y mi mamá de pie junto a su amante. Él la abrazó por la cintura, ella me quedó viendo como para intentar que yo no viese nada.

Anda apúrate, la cena se enfría-, volvió a insistir la majestuosa hembra que inundaba mi habitación con su fragancia floral.

Él se levanto, ella se inclinó para darme un beso.

Cenas y te duermes, cariño; y ya no bajes, tu padre aún se encuentra enfadado-, me dijo.

Juan Carlos se situó atrás de ella y le restregó en la cola su enfurecido paquete que me constaba era el más suculento. Ella no se lo esperaba porque casi se fue de bruces cuando me daba el beso de las buenas noches. Fingió una risita y rápidamente se levantó nerviosa. Con todo descaro el la abrazó por la cintura e inmediatamente busco el redondo culo de mi madre que cuando se lo apretó, ella intentó que no me diera cuenta mientras su amante más adrede lo hacía.

No te duermas porque vendré a despedirme de ti-, dijo guiñando un ojo.

Salieron de mi cuarto al tiempo que le daba una sonora nalgada a mi madre, que protestaba por "el abuso" y volteaba a verme. Obviamente que lo mejor estaba por llegar, pero eso se los cuento en la próxima.

eljer_opa@yahoo.com.ar