Mi madre, la vecina y yo, 2da parte.

Después de haber ayudado a la vecina con su "problema", mamá y yo seguimos profundizando nuestra relación. Pero también otras mujeres vinieron también a mi vida.

Mi madre, la vecina y yo, 2da parte.

Nota a los lectores.

Esta historia puede ser leída sola, pero para tener un mejor contexto de los personajes, se recomienda la lectura de la primera parte.

Algunos lectores me hicieron comentarios sobre el haber “apresurado” el final de esa primera parte, lo que fue realmente cierto. Gracias por hacérmelo ver. El capítulo estaba siendo demasiado larga y cuando lo “corté”, quedó incompleto. Por esa razón empiezo esta continuación un poco antes de lo debido, solapándose un poco con el final anterior. Estoy seguro que les gustará más esta versión.

Capítulo 1

Cuando me desperté en la mañana, pude ver a mamá dormida profundamente junto a mí. Era tan extraño, anoche habíamos hecho el amor salvajemente, pero ¿cómo habíamos llegado ahí?

Todo había pasado en una semana, cuando me pidió que me ayudara a la vecina que tenía un marido que la descuidaba y la pobre nunca había tenido un orgasmo. De alguna manera eso despertó una relación entre mamá y yo que nunca había soñado. De pronto la veía como mujer, no como mi madre, y ella a mí como hombre, no como su hijo.

Luego de que le “hiciera el favor” a la vecina, bueno luego de que me la cogiera, proporcionándole el primer orgasmo de su vida, mi mamá y yo comenzamos a intimar más. Nos tocábamos de forma distinta. De pronto yo era consciente de sus grandes tetas, sobre todo cuando “descuidadamente” me las restregaba por el pecho. O mientras me pedía que le contara los detalles de mis relaciones con la vecina, se quedaban viendo mi entrepierna donde mi erección mostraba que yo estaba excitado.

Primero me pedía que le contara todo con el mayor de los detalles, lo que que me encantaba hacer, viendo como ella se excitaba oyéndome. En otra ocasión nos espió mientras me cogía a la vecina ¡y sin disimularlo mucho!

Finalmente fuimos rodando por una divertida cuesta de pasión difícilmente controlada, hasta que la noche anterior habíamos hecho el amor.

Ahora, con la luz del día podía venir el arrepentimiento, pero no, viéndola dormir plácidamente a mi lado, no fue arrepentimiento sino más deseo…. ¡pero primero tenía que hacer pipí!

Me paré con cuidado para no molestarla. En el baño me aseé un poco y me cepillé los dientes y luego me lavé la boca con enjuague.

Cuando regresé a la cama, ella seguía durmiendo, pero se había desarropado un poco y tenía parte de las piernas descubiertas. Obviamente, como yo, había dormido desnuda. En seguida sentí cómo el deseo me daba un tirón y el güevo comenzaba a reaccionar.

Por un rato me quedé pensando en qué hacer. Podía dejarla dormir e ir a la cocina a prepararle el desayuno y traérselo a la cama. Podría…. nada, mi güevo me traicionaba, así que me acosté con mucho cuidado metiéndome entre sus piernas sin despertarla.

Una vez acomodado, le pasé la lengua por la vulva. Enseguida reaccionó medio estirando el cuerpo, yo me mantuve en posición y volvía a pasarle la lengua.

-Oooohhh… ¿qué haces ahí?- dijo con la voz todavía ronca del sueño.

-Estoy desayunando- le respondí volviendo a lamerla de abajo arriba, acariciando al final su clítoris.

-Mmmm… muy rico… pero tengo que hacer pipí…-

-Lo siento. No puedo interrumpir mi comida- le dije mientras que al tiempo que la seguía lamiendo, le metía dos dedos buscando su punto G.

-Aaaayyyy siiii… pero… tengo… muchas ganas…-

-Pues estás jodida, porque hasta que no acabes, no voy a dejar que te levantes-

-Ey, ey, ¿qué lenguaje es ese?- me regañó al tiempo que abría más las piernas para darme más acceso, al tiempo que me sujetaba la cabeza dirigiendo mis esfuerzos.

-¡Qué cosa tan loca!- pensé - Puedo lamerle el coño, pero sin decir vulgaridades, jajaja-

No me ocupé en contestarle, simplemente seguí comiéndole el clítoris mientras mis dedos exploraban por dentro, en la búsqueda de su punto G. Ella dejó de protestar y se concentró en el placer, mientras se acariciaba las tetas.

-Mmmm…. me vas a haceeer acabaaar…- dijo moviendo las caderas inquieta.

Yo seguí comiéndomela por los siguientes minutos. A veces concentrándome en la entrada a la vagina, pero la mayor parte del tiempo, lamiendo y chupando su clítoris.

-AAAAAHHHHHH- dijo finalmente explotando en mi cara. Un chorro de líquido cayó sobre mi y por un momento pensé que sería pipí, pero no olía a eso, así que debía ser su eyaculación.

Y mientras gemía y se revolvía a uno y otro lado, yo seguía comiéndomela, y así le llegaron dos orgasmos más.

Después de eso y mientras ella todavía se estremecía de placer, me incorporé y levantándole las piernas, le metí el güevo de un solo empujón.

-Aahhhhh… qué me haces… ahhhh- gimió ella.

-Creo que sabes qué te hago, jejeje…- le respondí. Yo no iba a durar mucho, pero no importaba, ella había tenido ya tres orgasmos. Efectivamente sólo pude aguantar dos o tres minutos. Para cuando yo acabé, ella se vino nuevamente.

-Uuuyyyy, tengo que correr al baño- - dijo levantándose cuando ambos apenas estábamos terminando de estremecernos -

Yo estaba muerto de hambre, así que mientras ella estaba en su baño, yo me fui a mi cuarto, donde me bañé rápidamente, me puse un short y una franela y fuí a la cocina.

Allí estaba ella, con una franela también, preparando unos huevos con tocineta que olían a maravilla.

-Hola- le dije abrazándola por detrás y restregándome contra su culo.

-Hola hijo- me respondió -Te busqué al salir del baño y vi que te estabas bañando. Siéntate a la mesa que ya vamos a comer-

Ambos nos sentamos a la mesa y con hambre, nos devoramos la comida, prácticamente sin hablar. Luego, ambos recogimos los platos, metiéndolos en la máquina lavaplatos mientras se colaba un nuevo café.

-Siéntate que yo te lo llevo- me dijo.

Unos momentos después, se me acercó, puso su café y el mío en la mesa y pasando una pierna por encima, se sentó sobre mí, a horcajadas. En ese momento me di cuenta que aparte de la franela, no llevaba mas nada. Su vientre desnudo se restregó contra mi short.

-¿Qué has pensado hacer ahora? Supongo que te vas de regreso a la universidad ¿no?- me preguntó mientras que sujetándose del espaldar de la silla, me abrazaba y acercándome las tetas a la cara.

-Oh, si. Tengo que regresar a la universidad- le respondí metiendo mis manos por debajo de su franela agarrándole las dos tetas y apretándoselas -Pero no todavía. Puedo quedarme un rato por aquí, si es que me necesitas-

-Mmmm- gimió mientras le pellizcaba los pezones con los pulgares -Hay algunas cosas que me gustaría que hicieras- dijo retorciéndose un poco de placer y restregando su vulva contra mi güevo que empezaba a ponerse duro de nuevo -Esta es una de ellas… mmmm-

Entonces se inclinó hacia adelante para besarme. Mientras, las tazas de café se enfriaban sobre la mesa.

Mientras nuestras lenguas se trenzaban en una deliciosa lucha en mi boca primero y en la suya después, sus caderas se movían insistentemente de adelante hacia atrás sobre las mías, lo que me masturbaba agradablemente, pero pronto decidí que quería más.

Entonces, separando un poco la cara para respirar, aproveché para decirle:

-¿No te importa si me quito los shorts?-

-Mmmm…, no sé… está tan ricoooo…- respondió.

-Además, te propongo que nos vayamos a la cama-

-No, no… yo quiero aquí y ahora… pero, está bien, supongo que te tienes que quitar… los shorts- dijo ella jadeante.

Así pues, ella apoyó un pié en el suelo levantándose lo suficiente como para que yo pudiese sacarme los shorts por lo menos hasta los muslos, dejando libre el güevo. Apenas ella lo vio, lo tomó son su manos derecha y volviéndose a sentar se empaló en mi.

-MMMMMM…- gimió cuando el güevo se le introdujo profundamente -Queee ricooo…-

Mientras ella se acomodaba sobre mi, enredando sus piernas de alguna forma alrededor del espaldar de la silla, yo le saqué la franela para disfrutar del espectáculo erótico de sus tetas saltando al ritmo de la cogida.

-Mmmm…. Ayyyy…. mmmm… siiii… aaaaahhh… cómoooo me gustaaa-

Ella parecía estar más cerca del orgasmo que yo, por lo que no me preocupé en retrasar el mío. Al contrario, disfrutaba de cómo ella iba avanzando en el nivel de excitación.

Entonces volví a agarrarle las tetas y a apretárselas y retorcerlas.

-Maaasss durooo…- me dijo.

-¿Estás segura?…-

-MAAASSSS DUROOO…- repitió jadeante.

Así que le apreté más las tetas con las manos.

-SIIIIII….AAAAAHHHH…. SIIIII…. DUROOOOO…- gritó cuando explotó su orgasmo y se desplomó sobre mi temblando y estremeciéndose.

Yo le solté las tetas y la abracé, temeroso de que se fuera a caer y por los próximos dos o tres minutos ella siguió estremeciéndose regularmente, mientras un chorro de fluidos bajaba de su vientre, pasaba por entre mis piernas y se derramaba en la silla.

-Otro squirt- pensé.

Yo me había quedado por fuera. No había acabado y aunque estaba duro y profundamente encajado dentro de ella, no podía moverme, por lo que esperé a que se tranquilizara lo suficiente.

-Ayyy pobre, tú no… tu no has acabado… todavía-

-No te preocupes- le dije -Ahora me toca a mi-

Entonces la ayudé a pararse con cuidado, sus piernas estaban todavía temblando y casi no la sostenían, pero sujetándola bien la hice voltearse de espaldas e inclinarse sobre la mesa, con el culo parado frente a mí.

-¿Estás bien así? ¿Cómoda?-

-Mmmjjjuuu- dijo buscando la mejor posición.

Una vez que estuvo cómoda, meneó el culito como indicándome que estaba preparada. Así pues que me puse en posición detrás de ella y apuntando mi güevo, la penetré por detrás.

-AAAAAOOOOOHHHHH… SIIIIII- gimió mientras se lo metía hasta el fondo.

Yo gruñí también, algo así como:

-GGRRRMMMMFFFF- sintiendo como su vagina se estremecía en una continuación de sus orgasmos.

Pronto mis caderas empezaron a chocar contra sus nalgas haciendo y “plaf”, “plaf, rítmico.

Pronto me fui acercando al orgasmo yo también y parándome en punta de pies para poder empujárselo más adentro, acabé nuevamente en su vientre.

Capítulo 2

Desnudos y acostados en su cama, disfrutábamos de un merecido receso, mientras conversábamos amenamente.

-Anoche empezaste a contarme de papá y luego me dijiste que me terminarías de contar luego. ¿Qué te parece si me lo cuentas ahora?- le dije a mamá que distraídamente jugaba con los pelos de mis testículos.

-Bueno, como te dije, tuve una vida muy alocada en la universidad. Yo y prácticamente todas las otras chicas de mi edad, disfrutábamos de la libertad sexual que ya existía en esa época. A mi madre le había tocado la primera ola, con las pastillas anticonceptivas en los años sesenta. Luego vino el sida y todo el mundo se asustó, pero ya la puerta se había abierto y no había quien la cerrara-

-Por un tiempo la gente fue simplemente más cuidadosa, pero pronto se detectó que si utilizabas el viejo y confiable método del condom, el riesgo de adquirir el sida era muy bajo. Sobre todo si no tenías relación con gays y drogadictos, que era y sigue siendo la población más afectada. Nosotros, nos manteníamos dentro del grupo de la universidad y eso nos permitió seguir disfrutando del sexo-

-Lo que más sucedía era que todos los fines de semana hacíamos una fiesta y allí nos “emparejábamos” con algún muchacho o muchacha, no importaba, jajaja, y pasábamos el fin de semana haciendo el amor. Al llegar el lunes cada uno regresaba a su dormitorio y a otra cosa, mariposa-

-¿Muchachas también?- intervine.

-Si claro. Como te dije probábamos de todo y la verdad es que de acuerdo con las clasificaciones de ahora, a mí podrías considerarme como bisexual. El caso es que en una de esas fiesta conocí a tu papá. Tenía fama de ser un buen “polvo” y pude comprobarlo ese fin de semana. Por supuesto, como era la regla, el domingo cada uno cogió por su lado y en las siguientes semanas, aunque coincidíamos en las fiestas, cada quien seleccionaba otras parejas-

-Pronto, sin embargo, reconocí que me gustaba más hacerlo con tu papá que las otras parejas. Era más dedicado, tenía mejor técnica, un mejor güevo, y además, sabía usarlo mejor, jajaja. ¡Como tú! No se puede negar la relación, jajaja-

-Además, cuando no te lo tenía metido dentro, sabía conversar, lo que no era muy común entre los otros chicos y chicas, que parecían tener sólo pajaritos en la cabeza. Tu papá sabía de música y de pinturas, de literatura clásica y de política y cuando estabas cansada de tirar, podías enterarte de los que pasaba en la política o de la última película alemana-

-El caso en que empezamos a hacernos más y más frecuentes. A veces, inclusive, metíamos a otra persona para hacer tríos, pero siempre terminaba en que él y yo nos olvidábamos de la otra persona, jajaja-

-Finalmente, cuando nos graduamos, ambos conseguimos trabajo en la misma ciudad y decidimos empezar a vivir juntos, aunque todavía no teníamos “exclusividad”. Sólo cuando decidimos tenerlos a ustedes, a tí y a tu hermana, fue que decidimos que para evitar dudas sobre la paternidad, dejáramos de tener relaciones con terceros-

-Así pues, sabemos que tú y tu hermana son sin dudas, hijos de él y yo. Bueno, de mi participación no hay duda, porque los parí, pero podían haber sido hijos de cualquiera de los hombres con quien me acosté-

-¿Y no siguieron después de que nacimos nosotros?- pregunté mientras sentía cómo mi güevo empezaba a reaccionar con el constante jugueteo de ella con mis bolas.

-Oh si. Cuando ustedes tenían, no sé, dos tú y 4 tu hermana, conocimos una pareja en el kindergarten que inmediatamente reconocimos como “afines” y pronto empezamos a montarlas los cuatro. Eso sí, manteniendo la mayor discreción posible. Generalmente nos íbamos de viaje cuando queríamos tener alguna… acción. No sé si recuerdas esas vacaciones en la playa con tus amigos y amigas…-

-Claro que sí- respondí -No tengo muchos detalles, pero sí que la pasábamos requete bien-

-¡Y nosotros también! Apenas se dormían Uds, empezábamos nosotros. Jajaja-

-Por esa época también tuvimos un gran susto, cuando una de las chicas del grupo salió embarazada y todos pensábamos que el niño era de tu papá. No es que fuera demasiado malo, pero tampoco queríamos andar repartiendo nuestros genes por todas partes. La madre olvidó tomar sus pastillas y en el momento justo, ella y tu padre… estaban teniendo una relación especialmente… caliente-

-¿Una relación especialmente caliente?- pregunté -¿Qué quieres decir?-

-Es inevitable- me respondió -Que de vez en cuando te consigas una persona que te atrae más. Porque es especialmente cariñosa o porque tiene el güevo más grande o porque se mueve mejor. Pero esas son cosas pasajeras, tienes un período caliente con esa persona, la prefieres por un tiempo y luego recuperas la estabilidad. Un poco como nosotros ahora. Nada como este güevo hermoso que tienes y esta forma deliciosa de hacerme el amor-

-Gracias- respondí.

Por supuesto, con todo ese juguetear de ella con mis bolas y mi güevo, ya éste había vuelto a ponerse duro.

Yo traté de comenzar a acariciarle la concha a ella, pero me detuvo la mano

-No, no. Estoy un poco irritada por ahí. Vamos a tener que hacer otra cosa… ¿Has tenido alguna vez una relación anal?-

-No, aunque lo he intentado, ninguna chica ha querido y la verdad es que tampoco he insistido mucho-

-¡Qué bueno! ¡Vas a tener la primera conmigo! Anda y busca la crema que está en el baño-

-¿La crema? ¿Cuál?- pregunté levantándome.

-Una que está en el gabinete del baño. Es muy fácil reconocerla, dice lubricante, jajaja-

Cuando regresé con la crema en la mano, mamá estaba en la cama con el culo al aire y las piernas encogidas sobre el pecho mientras se acariciaba el culo con los dedos mojados en su propia lubricación. Realmente una imagen absolutamente pornográfica.

-Veo que estás empezando antes de que yo llegue- le dije sonriendo.

-¡Aaahhh! Es que dejar que te lo metan por el culo, sobre todo un ejemplar como el tuyo, requiere cierta preparación. Dame la crema-

Le entregué en la crema, sentado en la cama viéndola mientras ella se preparaba. Efectivamente tenía la vulva muy roja y un poco hinchada, pero la región del ano estaba todo lo normal que podía imaginar, porque la verdad es que nunca había podido detallar uno de tan cerca.

Con los dedos, ella primero lubricó toda la zona alrededor del ano propiamente dicho. Luego comenzó a introducirse un dedo lleno de crema y luego dos, haciéndolos girar para alcanzar todo por dentro.

-Ven, ahora te toca a ti- me dijo agarrándome el güevo y poniéndole crema por todas partes, especialmente la cabeza.

Debo reconocer que yo también estaba un poco sensible, porque yo él también había llevado bastante jaleo, pero no era cosa de echarse para atrás ahora ¡y menos con la visión de ese culo preparado para recibirme!

-Listo- me dijo -Ahora arrodíllate aquí atrás-

Me arrodillé como ella me pidió y entonces ella apuntó el güevo hacia su culito.

-No te preocupes por mí. Si bien a veces tengo orgasmos anales, hoy no creo que pueda tener uno, ya tengo mi carnet lleno, jajaja. Así que acabas cuando tengas ganas-

-Muy bien- le dije inclinándome un poco hacia adelante, empujando la cabeza del güevo en su ano.

El ángulo no parecía adecuado, porque güevo se resbalaba constantemente hacia afuera, a pesar de que ella trataba de mantenerlo en la entrada.

-Espera- dijo entonces bajando un poco las piernas, con lo que el ano quedó en un ángulo más apropiado.

-Empuja ahora- dijo.

Ahora la cosa si fue en serio. Al comienzo tampoco entró, pero en vez de resbalarse la cabeza, el área se hundió con la presión y poco a poco fue cediendo, hasta que al fin, en instante el güevo entró de golpe.

-Hmmmm- gimió ella con la mitad de mi güevo en su culo.

La sensación era un poco extraña. La presión de los músculos anales, el anillo del culo pues, era mucho más grande que la de los músculos de la vagina. Más adentro, en cambio, donde ahora estaba la cabeza del güevo, la sensación era de menos presión. Como cuando entras a un cuarto grande.

-Hmmm…. ahora sácalo un poco y vuelve a empujar- me dijo.

Seguí sus instrucciones y halando con cuidado para no sacárselo todo, volvía a empujar, metiéndole un poco. Luego volví a repetir la operación dos o tres veces más y pronto estaba mi vientre chocando con su culo. Había llegado al fondo.

-Ok… - dijo respirando fuerte -Ahora lo dejo en tus manos. Acaba cuando lo consideres oportuno-

Y así empecé a cogerme por el culo a mamá. Era, repito, una sensación un poco distinta a la de la vagina, por la distinta distribución de presiones en el güevo. Mucho más fuertes en la base y más ligeras en la cabeza. Por otra parte, no había muchas más diferencias. Los mismos gemidos y los mismos movimientos de siempre.

Tardé mucho más en acabar. No por el culo, sino porque era la tercero o cuarto o qué se yo, polvo en el día, sin contar los de la noche anterior, y ya, como dice el chiste, no me quedaba rencor.

Ella, por su parte, hacía todo lo posible por animarme y se movía como si fuese a tener un orgasmo también, era obvio que lo estaba disfrutando, pero me había dicho que no me preocupara por ella y eso pensaba hacer.

Finalmente, empecé a sentir la conocida presión en las bolas.

-Ya me estoy acercando- le dije.

Ella estaba sudando por el esfuerzo, pero seguía animándome:

-¡Que rico hijo! Lléname el culo con tu leche. Dámelo todo… siii…-

Entonces exploté con un empujón final, sintiendo cómo me vaciaba dentro de ella una vez más. Estoy seguro que no serían mucho lo que saldría de mi, pero eso no importaba lo más mínimo.

Mientras descansábamos en la cama, me dijo:

-Ahora tienes que limpiarte muy bien. La peor desventaja del sexo anal es que a veces hay… accidentes que dejan mal olor-

-¿Accidentes?- pregunté. Obviamente mi cerebro ya no funcionaba bien.

-Si. Recuerda que el culo sirve principalmente para otra cosa y puede que te encuentres con… algunas de ellas. Eso vale también para cuando metes los dedos, así que tienes que mantener una higiene muy estricta si quieres evitar malo olores o manchas desagradables-

-Muy bien- le dije levantándome -Ya entendí-

Cuando salí del baño, ella no estaba en la cama y cuando me fui a mi cuarto a vestirme, ella salía de mi baño.

-Jejeje. Lo que te dije de la higiene vale para los dos- dijo dirigiéndose a su cuarto a vestirse.

Capítulo 3

Más tarde, durante el almuerzo, le pregunté:

-¿Qué era lo que me estabas comentando antes sobre que se asustaron por el embarazo de una de sus amigas?-

-¡Ah! Cierto. Como te dije, una de las chicas estaba prendada de Jorge, tu papá, y tiraban todo el tiempo. A su esposo no le importaba porque él rotaba con todas nosotras. Así pues, que cuando ella se dio cuenta de que estaba embarazada, todos asumimos que tu papá era el padre biológico-

-Finalmente, cuando la niña nació, ¡resultó una fotocopia del marido de ella! Jajaja. No había posibilidad de que hija de Jorge-

-Igualmente, el susto nos hizo pensar y decidimos cortar por lo bueno y esterilizarnos los dos. Así que ambos nos cortamos los conductos-

-Ok. Y todavía siguen practicando eso… cómo le dicen, ¿matrimonio abierto?-

-Por supuesto. Sólo que sin la frecuencia de antes. Con los años hemos desarrollado la idea de mejorar la calidad a costa de la cantidad. No vamos a esas reuniones en las que había un montón de gente y terminabas acostándote con alguien que no…, bueno, que no cumplía con tus expectativas-

-Entiendo- le dije.

-Además, cuando ustedes tenían 8 años era más fácil. A los 18 era difícil explicarles porqué la tía… María, por ejemplo, salía del cuarto sudada y con la cara de boba-

-Jajaja. La cara de bien cogida-

-Exactamente. Así pues, ahora somos mucho más selectivos, pero siempre abiertos a experimentar. Por ejemplo, tu papá siempre se lleva a alguna amiga a sus viajes-

-¡Oh!… no me lo hubiese imaginado. Y a ti no te importa, por supuesto-

-Claro que no. Esos viajes son terriblemente fastidiosos. Yo fui a todos al principio, pero luego me fastidié. Ahora prefiero que se lo cale otra, además de que me gusta que tu papá tenga alguien que lo acompañe-

-¿Y tu?-

-¿Yo qué?- me devolvió la pregunta.

-¿Qué haces cuando él está de viaje?-

-¿Además de cogerme a mi hijo? Jajaja. No hablando en serio, yo tengo también mi grupo de amigos y amigos. A veces me voy a pasar la tarde a casa de una amiga a tomarnos un café… y claro, además de tomarnos el café, nos comemos unas tortas… una a la otra. Jajaja-

-¿Sólo amigas?-

-Oh no. A veces es con un amigo o con ambos al mismo tiempo-

-¿Alguien a quien yo conozca?-

-Por supuesto, pero no te voy a decir los nombres. Todos tienen derecho a su privacidad-

-Me muero de curiosidad… ¿Los Martinez tal vez? Siempre me ha parecido muy sexy la mamá-

-Ya te dije que no te iba a decir, jajaja-

-Por cierto… ¿Natalia sabe algo de esto?-

-Por supuesto. Tu hermana lo averiguó hace mucho tiempo. Bueno, yo se lo dije-

-¿Y porqué no me lo dijiste a mi?-

-Porque ella es demasiado curiosa-

-¿Cómo es eso?-

-A ver. Hace unos cinco años. Ella tenía… 18 y tu 18, un día, buscando unas pantaletas en mi gavetero, me di cuenta de que estaba un poco desordenado. Me extrañó un poco pero pensé que era idea mía y me olvidé de eso-

-El caso- continuó contándome mamá -es que un par de días después volví a notar que algunas pantaletas estaban movidas. Tu sabes que yo soy medio maniática con mis cosas e inmediatamente me doy cuenta de que algo está fuera de su puesto-

-En este caso no tenía duda y lo más importancia era que en esa misma gaveta tengo mi caja de juguetes-

-¿Tu caja de juguetes?- pregunté.

-Claro, mis juguetes de placer. Vibradores, dildos, arneses, todo-

-Uh… claro. Ahora todas las chicas tienen, obviamente tu también tenías que tener- le dije un poco ruborizado. Me acababa de coger a mamá, pero no me la podía imaginar disfrutando con un consolador dentro.

-El caso es que revisé la caja y no noté nada raro. Sin embargo, decidí utilizar un truco que aprendí en una película de espías. El tipo ponía un papelito en la puerta del cuarto y si después el pelo no estaba, alguien la había abierto. Así pues, yo hice lo mismo. Acomodé los juguetes de forma tal que si alguien abría la caja, se moverían. Igual hice con las pantaletas. Puse una un poco arriba de las otras. Si alguien registraba, me daría cuenta-

-Al día siguiente vi que la pantaleta seguía en su posición. Igual el siguiente, pero al tercero, se había movido y juguetes también-

-Sólo estábamos tres en la casa: tú, Natalia y yo.Tu papá estaba de viaje, como siempre.  Era poco probable que fueras tú, pero quería estar segura, así que revisé el horario de Natalia y vi que ella saldría temprano del colegio al día siguiente y ni tú, ni yo estaríamos. Si ella estaba haciendo algo, sería el momento ideal-

-Así pues, ese día regresé a la casa sigilosamente, un poco después de la hora a la que Natalia debía llegar. Si me la encontraba, le daría cualquier excusa, que tenía dolor de cabeza o cualquier cosa. Sin embargo, al entrar, no la vi. Pasé por la cocina y la sala y nada. Luego, con mucho cuidado me asomé al pasillo de los cuartos y no oí nada. Obviamente había llegado porque sus libros estaban tirados en el suelo de su cuarto, que estaba abierto, pero tampoco estaba dentro. Seguí avanzando, acercándome a mi cuarto y vi que la puerta estaba medio cerrada, dejando un resquicio. Con cuidado me asomé y, efectivamente allí estaba tu hermana, desnuda acostada en mi cama masturbándose con uno de mis juguetes favoritos. Un vibrador azul con la cabeza inclinada para acariciar mejor el clítoris y el punto G-

-Ya estaba gimiendo un poco, por lo que debía llevar un rato allí. A su lado estaba otro juguete, un dildo más grande, pero de los que no se mueven. Pensé en irme, pero al igual que el otro día en el que tu estabas con Marta, no pude hacerlo y me quedé mirando, asegurándome que ella no me viera.-

-Ella seguía apoyando el vibrador en su clítoris, pero luego agarró el dildo y se le metió lentamente en la vagina. Al llegar al fondo, no le cabía sino la mitad, comenzó a sacarlo y a meterlo cada vez más rápido, mientras apretaba la cabeza del vibrador más fuertemente contra su clítoris, acabando ruidosamente un momento después-

-Yo me retiré rápidamente, muy excitada también, pero no quería que me descubriera, así que igualmente sigilosa, salí de la casa-

-¿Y qué pasó después?- le pregunté.

-Ya yo tenía un plan- me contestó -Si ya tenía edad para masturbarse y probablemente para andar cogiendo con algún muchacho, yo debería tener una conversación más seria con ella. Aparte, claro, de las que habíamos tenido cuando llegó a la adolescencia. Aquellas conversaciones eran más o menos teóricas: “Cuando estes con un muchacho…” Ahora, tenían que ser más prácticas. Además de que tenía que asegurarme de que su protección anticonceptiva estuviese al día-

-¿Ya ella estaba tomando pastillas?-

-No pastillas. Por recomendación de su ginecólogo, ella tenía un dispositivo intrauterino desde hacía un par de años-

-No sabía, pero tiene absoluta lógica. Yo no sé cuándo empezó ella a tener relaciones sexuales, pero seguro que desde muy temprano-

-Jajaja. Como hija mía no lo dudo. Creo que el primero fue Carlitos, ¿Te acuerdas de Carlitos? El hijo de Mercedes-

-Si, claro que me acuerdo. Se la pasaban juntos-

-Bueno, volviendo al caso de mi descubrimiento, había decidido no sólo hablar con ella, sino hacerle un regalo-

-¿Un regalo?-

-Si. Recuerdo que me costó mucho comprar mi primer juguete. Ya sabes, entrar a una tienda, etc. En aquella época no existía Amazon y no se compraba por Internet. Hoy es mucho más fácil, lo compras en la intimidad de tu computadora y te llega en un paquete neutro, sin fotografía, jajaja. El caso es que le compré dos o tres juguetes y se los regalé el día de su cumpleaños, que casualmente fue unos días después-

-Yo no recuerdo ese regalo- dije.

-Claro que no. Yo le di un regalo “normal” también, un vestido creo, que todos vieron. El otro se lo di en la intimidad de su cuarto, al día siguiente del cumpleaños. Recuerdo que al principio se puso toda nerviosa al abrirlo, pero seguimos conversando y poco a poco se fue relajando. Nunca le dije que la había visto masturbándose con mis juguetes, pero ella sí me confesó que los había descubierto una vez que no tenia pantaletas limpias ¿o era pantaletas sexy? ya no recuerdo, pero en cualquier caso, que había decidido tomar prestadas unas mías cuando descubrió la caja-

-¿Y no te dijo que la había utilizado?- pregunté.

-Jajaja. No lo dijo… pero tampoco lo negó, jajaja. En cualquier caso, yo aproveche para contarle de mis experiencias y las de su papá y… bueno, ya sabes. Lo mismo que te conté a ti-

-¿Y no pasó más nada?- pregunté sintiendo que me faltaba algo.

-Si pasó, pero no te lo voy a contar hoy, jajaja-

-¡Pero bueno! Me pides que te cuente todo en relación con Marta, pero luego tu no quieres contarme nada- protesté.

-Jajaja- se rió -tienes razón… pero igual no te voy a contar. Si quieres saber detalles le preguntas a ella. ¡Ah! Y puedes decirle que a mi no me importa que te lo cuente todo-

Luego de comer, decidí regresar a mi cuarto de la universidad, realmente tenía que ocuparme de mis tareas y aquí no podría. No con las tentaciones…

Mamá me acompañó a la puerta.

-Es importante- me dijo -Que nadie se entere de lo nuestro. Es algo que la gente no entendería-

-Claro, claro- le respondí -¿Y qué hacemos con Marta?-

-¿Cómo que qué hacemos? Tu te la coges los viernes en la tarde y yo te cojo a ti el resto del fin de semana. Jajaja-

-¿No te importa que lo haga con ella?-

-Claro que no. Lo que tu hagas con Marta o con cualquiera de tus amigas no es problema mío-

-Bueno mamá, me voy…- le dije mientras la abrazaba de nuevo, sintiendo como sus pechos se apretaban contra mi.

-Ten mucho cuidado hijo-

Capítulo 4

Cuando llegué al carro y mientras ponía el GPS en el celular, vi que tenía varios mensajes de Virginia:

-“Holaaa”- decía el mensaje del sábado.

-“Holaaaa”- repetía el domingo en la mañana.

-“¿Donde andas? ¿Estás bien? ¿Cuándo podemos vernos?… Tengo ganas de…”- decía el siguiente mensaje del mismo domingo en la mañana.

-“No sé en qué estaba pensando cuando puse que tenía ganas de…”- volvió a escribir inmediatamente después del anterior.

-“¿En qué crees tú que estaba pensando?”- Otro mensaje de hacía un rato.

-Jajaja- me reí para mis adentros -Yo sé en lo que estabas pensando, pero la verdad es que yo no puedo ayudarte-

Entonces le mandé una nota de respuesta:

-Estoy todavía en casa de mamá. Te aviso cuando llegue-

Un rato después me llegó su respuesta, pero estaba manejando y no podía leerla. Cuando finalmente me detuve en un semáforo, leí:

-“Ok… pero, ¿Y qué hago mientras? Estoy toda mojada”-

Me reí, pero no pude contestarle porque el semáforo cambió. Tuve que esperar hasta el siguiente.

-“Mantén el horno encendido, que en lo que pueda, le metemos la comida dentro”- le escribí.

Seguí manejando, pero cuando comenzó el tráfico a ponerse pesado, me di cuenta que no llegaría a tiempo para meter nada en ninguna parte. Nunca había visto que la hora de llegada, según el GPS, aumentara de una forma tan rápida, debía ser un problema de tráfico terrible. Luego empecé a oír las sirenas de los bomberos o de la policía mientras el tráfico se detenía completamente.

Media hora después no me quedó más remedio que escribirle:

-“No sé qué pasa, pero el tráfico está completamente detenido. Hay sirenas por todas partes, policías y bomberos”-

Al rato me llegó otro mensaje de Virginia:

-“Acabo de apagar el horno. Los noticieros hablan de un grave accidente en la zona por donde tú andas y le mandan a decir a la gente que tengan paciencia porque todo está congestionado”-

-“Lamento que hayas apagado el horno. Otro día será”- le respondí, aunque pensándolo bien, en realidad no tenía ninguna posibilidad de cogerme a nadie por los próximos días. No sólo estaba sexualmente agotado, sino que el güevo lo tenía tan sensible que me dolía hasta sacarlo para hacer pipí.

Finalmente llegué a mi cuarto de la universidad de noche. Inmediatamente le escribí a mamá y a Virginia. Ambas me contestaron deseándome unas buenas noches, aunque ambos mensajes los leí al día siguiente pues me había quedado dormido vestido.

El lunes tuve clases todo el día y no pude hacer mucho. Virginia me escribía insistentemente para vernos, pero yo le sacaba el cuerpo. En realidad probablemente ella estaba igualmente tan complicada como yo, pero justamente la imposibilidad de cogerla, la hacían dar más ganas.

El martes tampoco pudimos vernos, por lo que la desesperación de Virginia iba en aumento.

-“Te voy a violar en uno de los pasillos cuando salgas de clase”- me escribía.

Finalmente no fue sino hasta el miércoles al final de la tarde que logramos cuadrar para vernos en mi cuarto. Exactamente a las 4:30 pm sonó el timbre de la puerta. Cerré los libros con los que estaba estudiando y fui a abrir la puerta. Efectivamente era Virginia.

-Holaaa- me dijo melosa.

Apenas entró y cerré la puerta, ella se lanzó sobre mí, enrollándose literalmente a mi alrededor, colgada de mis hombros y con las piernas enganchadas detrás de mi, mientras me introducía la lengua agresivamente en la boca.

Los libros que tenía ella en las manos cayeron estrepitosamente en el suelo mientras su cuerpo se restregaba sensualmente contra el mío, mientras yo trataba de mantener el equilibrio.

-Wow- logré decir un momento que nos separamos para respirar.

-El horno sigue encendido- me dijo jadeando -y si no metes pronto algo dentro, va a explotar-

Luego volvió a apoderarse de mi boca y ya no pude responderle. Poco a poco fuimos moviéndonos hacia la cama, mis manos las había metido primero debajo de su faldita y luego directamente en sus pantaletas y le apretaba las nalgas buscando su sexo. Ella trataba de quitarme la ropa, pero su propio cuerpo se lo impedía.

Poco antes de llegar a la cama, volvió a separar su boca para respirar y aprovechó para decir algo así como

-¡Ay¡, estoy tan excitada… ¡Juuuuu¡- dijo mientras caíamos en la cama. Yo había quedado sobre ella y había logrado apartar la parte de abajo de la pantaleta hacia un lado y meterle el güevo sin ninguna consideración… ella estaba perfectamente lubricada y el güevo le entró hasta el fondo.

Una media hora y varios orgasmos después, ambos tratábamos de recuperar el aliento. Ella, boca arriba, seguía a medio desvestir. La blusa abierta y el brassier puesto todavía, aunque la teta izquierda la tenía afuera de alguna forma. El pezón enrojecido de tanta caricia. La falda la tenía enrollada alrededor de su cintura y la pantaleta la tenía puesta todavía en la pierna derecha, pero no en la derecha. No sé exactamente cómo habíamos hecho eso, pero no importa. Yo estaba boca abajo, la mitad superior de mi cuerpo a su lado y la mitad de abajo sobre ella. Todavía tenía la franela puesta pero no los shorts.

De su vulva, expuesta y muy abierta, salía poco a poco el semen que había depositado allí en mis orgasmos -¿habían sido dos o uno muy largo?- pensé. Ella había acabado múltiples veces y entre ellas había hecho un squirt muy abundante, contribuyendo así al desastre universal que era mi cama.

Con la respiración todavía agitada y jadeando un poco, me dijo:

-Si hubiese… sabido… que me ibas a recibir así… llego más temprano-

-Oh… está bien- le respondí. Yo también me había sorprendido del sexo fenomenal que habíamos tenido. Después del fin de semana con Marta y mamá no pensaba que Virginia me pusiese tan a millón como lo había hecho.

Finalmente nos levantamos organizándonos mejor, es decir quitándonos la ropa que todavía nos colgaba y limpiándonos en el baño. Ricamente desnudos pedimos una pizza por teléfono que nos devoramos con hambre. Tarde en la noche Virginia me preguntó si podía quedarse, lo que me pareció muy adecuado. No me la imaginaba hacerla vestir y lanzarla a la oscuridad de la noche.

-¿Nos veremos el fin de semana?- me preguntó mientras nos acariciábamos en la cama mientras decidíamos si tirábamos otra vez o simplemente nos dormíamos.

-No sé. Voy a ir casa de mamá, pero no sé si pueda llevarte, está un poco complicada la cosa allá- le respondí sin querer decirle qué tipo de “complicación” era.

-¡Oh! Está bien, pero entonces vamos a tener que vernos cuando regreses. No me vas a dejar todos esos días sola-

-Jajaja. Yo te he dicho siempre que puedes masturbarte cuando yo no estoy-

-¡Y lo hago! Pero es que es muy difícil sentir el mismo placer que cuando me metes éste- me respondió acariciándome el güevo que empezaba a endurecerse.

-Lo entiendo- le dije sonriendo -Pero imagínate que estás haciendo dieta y que algunos días sólo puedes comerte una ensalada, preparándote para después comerte… ¡una salchicha!-

-Jajaja. ¡Un salchichón! jajajaja- respondió Virginia montándose sobre mi, mientras se metía el salchichón.

Capítulo 5

El viernes no sólo llegué temprano a casa de mamá, sino que se me había olvidado avisarle, así que cuando llegué me extrañó no encontrarla en la cocina, pero entonces miré hacia la piscina y la vi allí, sentada conversando con Marta.

Ambas estaban en traje de baño, mamá en uno de sus minúsculos bikinis, Marta en un tradicional traje de baño de una pieza, bastante modesto por cierto.

-¡Hola las dos!- dije saliendo a saludarlas.

-¡Pero que sorpresa!- dijo mamá levantándose a saludarme -No te esperaba tan temprano-

Yo me le acerqué y nos dimos un abrazo lo más neutral que podíamos, aunque viéndola en ese minúsculo bikini ya empezaba a excitarme. Luego me separé de ella y me dirigí hacia Marta.

-Hola Marta ¿Cómo estás?-

-Yo estoy muy bien, gracias. ¿Y tú?-

-Muy bien- respondí inclinándome y dándole a ella un ligero beso en los labios.

-¿Y qué?- le pregunté a las dos mientras me sentaba en una de las sillas -¿Disfrutando de la piscina?-

-Más que de la piscina, disfrutando del sol- respondió mamá -El agua está un poco fría-

-Tu siempre quejándote del agua fría mamá-

-¿Qué quieres que te diga? ¡Está fría! Jajaja-

-Vamos Teresa- dijo Marta -No puede estar tan fría con este sol que está haciendo-

-¿Qué vas a saber tú? Jajaja- dijo mamá -Con ese traje de baño “cuello de tortuga” que tienes puesto-

-¿Traje de baño cuello de tortuga?- protestó Marta -Pero no es tan…-

-No insistas- la interrumpió mamá -Estás mas cubierta que una monja. Jajaja-

-¿Tú que opinas Marcos?-

-Uhhh. La verdad es que no me gusta opinar sobre la ropa femenina…-

-No, no te vas a escapar con eso. Dinos qué te parece el traje de baño de Marta?-

-Si, dime- repuso ella -Antes de que llegaras ya tu mamá me recriminaba por eso-

-Ok, ok- dije -¿Puedes pararte para verte mejor?-

Entonces Marta se paró, dio una vuelta y se sentó de nuevo. El traje de baño era realmente horrible y parecía de comienzo del siglo XX.

-Bueno, la verdad…-

-Ya veo- dijo Marta bajando la vista.

-Los colores están bien- mentí -pero lo que no me gusta definitivamente es el corte del traje de baño. En vez de hacerte relucir el cuerpo, tus bellos senos, tus caderas, etc. lo oculta de una manera horrible-

-Está bien, está bien- dijo Marta derrotada -Acepto tu invitación entonces Teresa-

-¿Qué invitación?- pregunté.

-Yo le ofrecí uno de mis bikinis- respondió mamá -Somos más o menos de la misma talla-

-¡Pero no me voy a poner uno microscópico como el que tienes puesto!- apuntó Marta.

-No será microscópico- aceptó mamá -Pero sí que se te verá mas piel que ahora-

-Es que me da pena una…- dijo Marta.

-¡Pero si ya él te ha visto desnuda!-

-Si, pero era en privado…-

-Bueno- dije yo interviniendo -Vayan Uds a cambiarse y mientras yo pido algo de comida, así no tienes que preparar nada, mamá, y yo también me pongo un traje de baño y pasamos un rato rico aquí en la piscina-

No estoy seguro de que pasar un rato en la piscina era lo que quería Marta, pero lo aceptó sin decir nada. Mientras iría a ponerse un bikini.

Yo fui a mi cuarto y me puso uno de esos traje de baño marca “speedo” que usamos en las competencias de natación y que son bastante pequeños y pegados, para estar a tono con los bikinis de ellas.

Cuando regresé, ellas no habían vuelto evidentemente, así que agarré el teléfono y llamé para pedir comida china, una de las favoritas de mamá y mías, esperando que le gustaran a Marta.

Unos minutos después regresaron ellas. Mamá con el mismo bikini de antes y Marta con uno que era un poco más recatado. No parecía ser tanga, como era el de mamá, pero la parte superior no se la podía ver porque tenía los brazos tapándose el el pecho.

-¿Qué tal?- les pregunté.

-Le costó decidirse- dijo mamá -todos los bikinis le parecían muy pequeños, pero finalmente logramos conseguir uno-

Se sentaron cada una en una silla mientras yo me metía en la piscina y nadaba un para de largos de aquí para allá. Tenía tiempo que no entrenaba.

Cuando salí, Marta se me quedó viendo con los ojos muy abiertos. Realmente se veía que me tenía ganas. Luego volteé a ver a mamá y pude ver que ella también me miraba con deseo, aunque lo disimulaba mejor que Marta.

Tomé una toalla y me sequé enfrente de las dos, dejándolas disfrutar del show. Al terminar me senté en la silla frente a ellas. Mamá tenía los pezones erguidos, Marta… no se podía ver, porque seguía tapándose con los brazos.

Entonces mamá se dio cuenta y riéndose le dijo:

-Si vas a estar tapándote con los brazos, puedes ponerte tu traje de baño de nuevo. Jajaja-

-¡No me estoy tapando nada!-

Mamá la miró y luego me miró a mi. Entonces le dije a Marta:

-Si, te estás tapando las tetas con los brazos-

-Es que… la parte de arriba me queda muy grande y casi se me salen los senos-

-Excusas, excusas- dijo mamá -¿Te sentirías más cómoda si yo me quito la parte de arriba?-

-¡Pero tu hijo está aquí!- dijo alarmada.

-Y mi hijo me ha visto las tetas innumerables veces. ¡Cuántas veces crees que he ido con él a playas topless! ¿No es verdad Marcos?-

-Así es Marta. No hay nada de que avergonzarse- le dije ya un poco con más autoridad, como las últimas veces cuando le enseñé a tener sexo conmigo-

-Bueno…, pero no tienes que quitarte nada- aceptó nerviosa Marta separando los brazos y apoyándolos en los lados de la tumbona.

Efectivamente, a cambio de escoger una parte de abajo que la cubriera más, el brassier le quedaba un poco grande y era bastante escotado, es decir es de esas cosas que son como media copa que deja la mitad superior del seno al descubierto. Me imagino que si la pudiera ver desde arriba, le vería fácilmente los pezones.

-Tienes que entender, querida- le dijo mamá -Que no hay nada de qué avergonzarse acerca de nuestros cuerpos. Hace cientos de años las mujeres y los hombres se bañaban desnudos (cuando se bañaban, que no era muchas veces, jajaja)-

-Luego vino una época en que la religión y la mojigatería tomaron el control de nuestra ropa- siguió diciendo -Especialmente de la ropa femenina, y por un montón de años decidieron qué se podía mostrar y qué no-

-Jajaja- me reí yo, Marta no parecía muy convencida, pero nos veía con curiosidad.

-Poco a poco nos hemos ido liberando, pero todavía queda mucha gente que no se entera-

-O que tienen defectos que quieren ocultar- intervine yo -Tengo amigas gorditas que no les gusta ir a la playa para no tener que mostrar sus… rollitos-

-Yo espero que pronto podamos ir a las playas y a las piscinas como cuando nos vamos a dar un baño ¡completamente desnudos!-

-¡Yo estoy completamente de acuerdo!- le dije a mamá sonriéndole cómplice.

-¡Es más!- dijo ella entonces -Voy a quitarme el top ahora mismo y te invito a hacer lo mismo, para que veas qué bien se siente-

Entonces mamá pasó sus manos por detrás de la espalda y aflojando el cierre del top del bikini, se lo sacó por la cabeza. Marta la miraba con ojos muy grandes.

-¡Pero qué lindas son tus pechos, Teresa!- dijo inclinándose un poco hacia ella para tocarle el brazo.

Al hacerlo, su brassier haciendo un trabajo miserable porque como dije, le quedaba grande, me permitió ver el borde superior de sus pezones, que por cierto, también estaban parados.

En eso sonó el timbre de la puerta, anunciando la llegada de la comida. Yo me levanté, consciente de que mi güevo estaba bastante duro y que había tenido que acomodar hacia un lado porque si no se hubiese salido del pequeño traje de baño. Inmediatamente la vista de las dos mujeres fue directamente a ese sitio y yo las dejé ver, sin moverme. De pronto ambas se dieron cuenta de que estaban hipnotizadas viéndome y nerviosas se voltearon una a la otra, estallando de risa inmediatamente al darse cuenta de que ambas estaban en lo mismo.

Yo las dejé riendo y me fui a la puerta a recoger la comida. Cuando venía de regreso, me encontré a mamá en la cocina.

-Creo que te habrás dado cuenta de que yo también estoy pensando en cogerme a Marta- me dijo.

-¡Oh si. Es evidente- respondí.

-Pero no te preocupes. Cógetela tú esta tarde que yo tengo tiempo de hacerlo durante la semana mientras tu estás en clases. ¿No te importa?-

-Oh no, claro que no- le dije abrazándola y acariciándole las tetas -Eso sí, con tal de que me dejes participar en algún momento-

-¿Quieres hacer un trío con ella? No creo que haya problemas, como también te habrás dado cuenta, ella se deja convencer. Jajaja-

Cuando regresamos a la piscina, nos encontramos con la sorpresa de que Marta se había quitado la parte de arriba del bikini y lucía sus hermosas tetas con un poco de vergüenza todavía, pero allí estaban.

Por un rato comimos y nos bebimos una botella de vino helado que estaba delicioso. Yo procuré no llenarme mucho, pendiente de que en un rato tendría que hacer “ejercicio” y me pareció notar que Marta tampoco.

-Ya veo que ninguno de los dos tiene hambre, jejeje. O quizás que tienen “otra comida” pendiente- dijo mamá riendo.

-Oh no, cómo vas a pensar en eso dijo Marta- acariciándose una teta descaradamente, ya olvidada la vergüenza previa.

El caso fue que una vez que terminamos de comer dije:

-Tengo ganas de recostarme un rato ¿será que quieres venir?- le dije a Marta.

-Uff. Hace rato que quiero, pero no quería hacerle el feo a Teresa dejándola sola-

-Oh, por mi no se preocupen- respondió mamá -Yo tengo a mis juguetes que están esperando por mi-

-¿Juguetes?- preguntó Marta -¿Qué juguetes?-

-¡Ay Marta! Pero que inocente eres. Otro día te los enseño. Anda, váyanse a tirar ya. Jajaja- le respondió mamá con la cara un poco colorada y los pezones a punto de reventar. Ella estaba tan excitada como nosotros.

Marta y yo nos fuimos al cuarto, agarrados de la mano. Sin dudarlo ni un momento, dejamos la puerta abierta. Ambos sabíamos que quizás mamá se asomaría a vernos tirar y a ninguno de los dos nos importaba. Bueno por lo menos a mí me encantaba la idea y sospecho que a Marta también.

Primero nos acostamos en la cama y empezamos a besarnos apasionadamente. Unos momentos después bajé a comerme sus tetas. Mientras lo hacía le dije:

-Me encantó que te decidieras a mostrar las tetas en la piscina-

-Mmmm- se regodeó con mis caricias -Al principio me costó decidirme, pero una vez que vi a Teresa…-

Yo seguí comiéndome sus pezones que parecían crecer cada vez más.

-Mmmm… qué ricooo… La verdad es que ella tiene unas tetas… muy bonitas- dijo Marta empezando a retorcerse de placer.

Yo pensé también en las tetas de mamá y las comparé con las de Marta, más pequeñas, pero mucho más duras… aunque no tanto como las de Virginia - Vaya, tal parece que tengo una colección de tetas últimamente- pensé.

-Si- le dije sacándome un pezón de la boca por un momento -Pero las tuyas son más bonitas y más duras-

-Mmmmm…. - respondió empujándome de nuevo el pezón dentro de la boca.

Unos momentos después dejé de comerme las tetas para bajar a comerle el coño, pero ella me detuvo.

-Basta- dijo halándome hacia arriba -Deja ya de jugar conmigo y méteme ese enorme y sabroso güevo, que tengo una semana esperando-

Entonces me bajé el traje de baño, que tenía todavía puesto, mientras ella se quitaba la parte de abajo del bikini y abría las piernas para recibirme.

Primero le deslicé el güevo a lo largo de su raja. Tal como lo sospechaba, estaba más que mojada. De todas maneras jugué un poco con la cabeza contra su clítoris, hasta que ella levantó el culo prácticamente metiéndose ella misma el güevo.

-AAAAAHHHHH- gimió mientras la penetraba -Por fiiiin….-

En la primera embestida llegué hasta el fondo de su vientre y allí me recreé girando mis caderas para revolverle las tripas.

-SIIIII…. AAAAHHHH-

Y entonces comencé a cogérmela en serio.

Como a las 5 de la tarde, resurgimos nuevamente del cuarto. Habíamos tirado… no sé, ¿tres veces? Por lo menos yo había acabado 3 veces, ella muchas más. La primera tirada había sido un poco caótica porque ella estaba muy excitada y todo lo quería ya, pero una vez que ambos tuvimos un primer orgasmo, nos tranquilizamos y entonces ella se montó sobre mí y me echó una cogida de lo más rica, en la que ella llevó todo el tiempo la voz cantante.

A ratos se sentaba sobre mí, haciendo que le güevo le llegara hasta lo más profundo del vientre. Luego cambiaba y se acostaba plana sobre mi cuerpo, de tal forma en que el güevo se doblaba alrededor de su pubis y su clítoris se restregaba contra su base. Así tuve un segundo y muy agradable orgasmo, mientras ella tenía dos.

Después dormimos de verdad un rato, hasta que ella se despertó y comenzó a comerme el güevo. Todavía lo hacía mal, pero la dejé hacer con la esperanza que mejorara sola. A lo mejor mamá podía enseñarla a hacerlo mejor. El caso es que yo me volteé para devolverle el favor y así comenzamos a hacer nuestro primer 69.

Habiendo acabado hacía poco, pensé que íbamos a tardar un poco más, pero de alguna forma, la situación cogió calor rápidamente y pronto estábamos ambos cerca del orgasmo.

-¿Quieres que te acabe en la boca?- le pregunté.

-¡Ohhh!… no sé… ¿A tí te gustaría?-

-Si. Quiero acabar en tu boca y que te tragues toda mi leche-

-Mmmm… siii… quiero tragarte todoooo- respondió gimiendo.

Yo redoblé mis esfuerzos para hacer que ella acabara al mismo tiempo o primero que yo, pero no lo logré.

-Estoooy… cercaa… prepáraaaateee- le dije y enseguida comencé a eyacular en su boca.

Igual ella se sorprendió por la cantidad o el sabor y le costó tragar, por lo que se le salía por un lado de los labios, por más que trataba de tragárselo todo.

Cuando terminé, ella se sintió muy orgullosa y trató de metérselo todo en la boca, pero igual todavía no estaba preparada para hacerlo. Pero igual la felicité.

-Gracias- le dije estuvo muy rico y ahora prepárate.

Entonces me dediqué a comérmela con todos los trucos que conozco, metiéndole dos dedos en la vagina para acariciar su punto G, mientras le chupaba el clítoris con los labios. Como ya estaba cerca, enseguida comenzó a retorcerse en anticipación del orgasmo.

-AAAAHHHHH…. SIIIII- gritó.

Mientras me bañaba, después de que ella se había ido, sentí que me ardía un poco la cabeza del güevo. Extrañado, me revisé y me di cuenta que Marta me había arañado, probablemente con los dientes. En el momento no me había dado cuenta, como diríamos, "en el fragor de la batalla”, pero ahora cuando me cayó jabón, me di cuenta del daño.

Cuando terminé de bañarme, traté de buscar alguna crema calmante o quizás antibacteriana sin conseguir nada en el baño, así que se me ocurrió preguntarle a mamá.

-Mamá, ¿no tendrás una crema para una pequeña herida que tengo?-

-¿Una herida?- dijo alarmada.

-No te asustes, no es nada grave. Es que creo que a Marta se equivocó y me arañó con los dientes-

-¿Donde? Déjame verte-

-Es aquí… en la punta…- respondí señalándome el güevo.

-¡Por Dios, que niña más descuidada! ¿No le dijiste que tenía que cubrirse los dientes con los labios?-

-Claro que se lo dije, pero ya sabes… yo estaba…-

-¡Ah, Estaban haciendo un 69!-

-Si, en ese momento no me di cuenta, pero luego bañándome, cuando me cayó jabón, me ardió y me vi-

-Ok. Déjame verte-

Estábamos en la sala, me paré al lado de ella y me bajé los pantalones para sacarme el güevo. Entonces ella me lo agarró y con cuidado echó para atrás la piel de la cabeza.

-No veo nada- me dijo -¿Dónde la viste?-

-Es por aquí- le dije girándome el güevo para que pudiera ver la zona de abajo, donde el frenillo se encuentra con la cabeza.

-¡Ah, ya lo vi!- dijo de pronto -Es una cortadura pequeña-

-Menos mal- dije.

-Ven. Vamos a mi cuarto. Allá tengo los primeros auxilios-

-¿Primeros auxilios?- pregunté alarmado.

-Bueno, las cosas que se ponen en heridas pequeñas y arañazos como éste-

-¡Ah! ok-

Una vez en el baño de ella, sacó un par de frascos y se sentó en la poceta.

-Párate aquí y dame el güevo-

Seguí sus instrucciones y ella procedió nuevamente a echarme para a atrás la piel del prepucio para llegar a donde estaba el arañazo. Luego procedió a ponerle un líquido marrón que me ardió muchísimo.

-AAAAAYYYYY-

-No seas exagerado, no es para tanto-

-No claro, porque no es tu güevo-

-Jajaja. En cierto modo es mío- respondió mientras me soplaba, para luego darle un beso en la punta.

Luego tomó una crema y me la puso sobre el arañazo. Menos mal, ésta no picaba.

-Ok. Listo. Además no tienes que ponerte una venda, porque el prepucio te protege-

-Ok-

-Y ahora otro beso para que se cure más rápido- dijo dándome un beso en la punta.

-Gracias mamá-

-Jajaja. De nada hijo… ¿pero sabes lo que significa esto?-

-¿Qué? ¿Qué significa?- le pregunté de pronto nervioso, pensando que el lunes tendría que ir a un médico o algo.

-¡Que no vas a poder cogerme esta noche!-

-Oooohhh, cierto- dije aliviado.

-Pareces aliviado. ¿No querías cogerme?-

-No, no es eso. Es que pensé que me ibas a decir que tenía que ir a un urólogo o algo así-

-Jajaja. ¡Pero bueno! no es sino un arañazo… No tienes de qué preocuparte. Pero repito, tienes que darle un descanso, así que no esta noche, ni mañana y quizás tampoco el domingo. ¡Una verdadera desgracia!-

-Bueno, ya pensaremos algo. Por lo pronto, sigo teniendo esto-  le dije -sacando la lengua-

-Ah, jajajaja. Cierto-

La realidad fue que, como dijo ella, no hicimos nada. Cuando llegó la noche, cenamos, vimos un rato televisión y nos fuimos a dormir. En ese momento hubo un momento de incomodidad cuando, desnudos ambos en su cama, nos despedimos con un beso, pero ella se volteó dándome la espalda e hizo como que se iba a dormir. Yo hice lo mismo, simulando que me iba a dormir de inmediato ¡y de verdad tenía sueño! pero saber que tenientes una hermosa mujer desnuda a pocos centímetros…

Cuando me desperté en la mañana estaba solo en la cama ¡y tenía una erección tremenda! No me molestaba para nada el arañazo, pero sabía que debía tener paciencia, que seguramente la cicatriz estaba muy fresca para hacer nada. Y además ella ya se había levantado.

Así pues, después de hacer pipí lo que no fue fácil hasta que se me bajó la erección, me puse unos shorts y una franela y fui a la cocina. Allí estaba mamá vestida con una pijama corta que apenas le tapaba el culo.

-¡Buenos días, mamá!-

-Buenos días, hijo- respondió ella volteándose. Obviamente estaba desnuda bajo la delgada tela de la pijama, lo que hizo que mi güevo empezara otra vez a joder.

-Te levantaste muy temprano-

-Es que me desperté y vi que tu sábana mostraba una… elevación en cierta parte, cierta parte que además no podía usar, jajaja. Por lo que decidí que mejor salía corriendo de ahí para evitar tentaciones-

Tentaciones o no, me le acerqué para abrazarla y darle un beso. Ella se dejó abrazar, inclusive apretó su vientre contra mi cada vez más duro miembro y aceptó el beso en la boca. Sin embargo, no dejó que éste se prologara.

-Vamos, pórtate bien- me dijo. No han pasado ni 24 horas de la herida, tenemos que dejar que cicatrice bien. Por cierto, ¿te echaste la crema? Te la dejé en el lavamanos-

-¡Ah! No me di cuenta. ¿Quieres que la busque para que me la pongas?-

-Oh no, póntela tu mismo. No me vengas a poner más tentaciones por delante, jajaja. Esta mañana me desperté para encontrarte con una erección de pronóstico. Tuve que levantarme para que me flaqueara el ánimo. Jajaja-

-Jajaja, ok ya vengo-

-Dale que mientras preparo el desayuno-

Una vez vestidos los dos, nos dedicamos a lo nuestro. Ella a limpiar y arreglar la casa. Lavar la ropa y esas cosas. Yo a estudiar y hacer tareas. Mas tarde salió a hacer las compras, trayendo comida preparada.

En la noche nos sentamos finalmente a ver una película por la televisión. Procuré escoger una que tuviera la menor cantidad posible de escenas de sexo, lo que hoy en día no es fácil. Finalmente vimos una película de guerra.

Cuando terminó, nos dirigimos al cuarto sin hablar mucho, preparándome para otra noche de tortura, los dos acostados desnudos y sin poder hacer nada. Entonces tuve una inspiración.

-Mamá- le dije -Me contaste la semana pasada que Natalia había descubierto tu caja de juguetes ¿correcto?-

-Si, así fue, ¿porqué?- me respondió volviéndose hacia mi con mirada escrutadora.

-¿Porqué no me la enseñas? El que yo tenga el… güevo averiado no significa que tú tengas también que abstenerte de sexo. Podríamos utilizar algunos de tus juguetes… y con mis manos y mi lengua… ya sabes-

-Ooohhh… una interesante proposición- dijo mamá con una enorme sonrisa -¿No te importa?-

-Claro que no. Es más, siento curiosidad por ver qué es todo lo que tienes allí y cómo lo utilizas-

-Mmmm… ya verás-

Después de pasar por el baño para cepillarme los dientes, hacer pipí y prepararme para una seguramente muy entretenida noche regresé al cuarto de mamá.

Cuando entré el corazón me saltó. Allí estaba ella, desnuda, acostada de lado en la cama viendo hacia mí mientras jugueteaba con su teta derecha que tenía el pezón tan endurecido como mi güevo que no podía evitar prepararse.

A su lado había una caja mediana, como del tamaño de dos cajas de zapatos, una al lado de la otra.

Me senté al lado de la caja y la abrí. Adentro había un montón de aparatos y juguetes de todos los tamaños y colores.

-¡Wow! Aquí hay de todo- dije.

-Jajaja. Esos son sólo los más importantes, cada cierto tiempo “mando al retiro” a los más viejitos, aquellos que ya no me gustan más o que se han echado a perder-

Pasé mi mano por aquella colección de juguetes sin saber por dónde empezar.

-¿Cuál te gusta más?- le pregunté.

Ella dejó de acariciarse y se irguió.

-Eso depende de la ocasión. Hay días que estoy golosa, que tengo ganas de una gran cogida y entonces puedo utilizar este dildo negro y grande- me dijo, tomando uno de ese color como de 30 cm de largo y unos 3 de diámetro. Una verdadera bestia -En conjunción con el vibrador externo-

Entonces sacó un cilindro largo que en una punta tenía una cabeza redondeada y lo encendió. Inmediatamente empezó a vibrar la cabeza.

-Con el dildo acariciándome el punto G, alcanzo un delicioso orgasmo con el vibrador en mi clítoris-

Entonces los volvió a meter en la caja.

-Otras veces quiero una cosa más tranquila y tomo, por ejemplo el rabbit este que, como ves- me dijo encendiéndolo -tiene estas antenas que me acarician el clítoris mientras el cuerpo principal vibra y rota-

Luego de apagarlo, tomó un pequeño cilindro con un cable.

-Este cilindro es muy poderoso. A pesar de su pequeño tamaño me lo pongo en el clítoris y allí él desarrolla toda su magia…-

-Este otro- dijo sacando uno de color rojo con la forma de una coma, una cabeza ovalada como del tamaño de un huevo que tenía pegada una cola. Este es muy rico también. Tiene un control remoto para controlar la velocidad de vibración, así que puedes metértelo y desde afuera controlarlo-

-Estoy impresionado- le dije sinceramente -No sabía que había tantas alternativas-

-Y todos los demás que ves- dijo revolviendo la caja -Todos tienen su encanto. Unos muy naturales con venas y todo. Otros más básicos…-

-¿Cuál quieres hoy?- le pregunté impaciente.

-¿Hoy? Hoy quisiera éste- dijo agarrándome el güevo -Pero en vista de que no está disponible, me transo por uno que sea parecido-

Entonces revolvió la caja y buscó uno que fuese similar en tamaño y color al mío. En segundos sacó uno que, desde mi perspectiva no se parecía mucho, pero obviamente yo no era quien para discutir parecidos de güevos. Así que lo tomé en mi mano y lo observé en detalle.

Era color carne o más o menos, de silicona o un plástico parecido. Tenía unos 2 centímetros de diámetro y quizás 20 de largo. En un lado unas “bolas” y del otro una cabeza más rojiza, claro, con la típica forma de hongo.

-¿Así es como se ve mi güevo “desde afuera”? Jajaja. Ok, vamos a ver cómo le damos uso- le dije quitando la caja.

Ella se acomodó en la cama, con las piernas abiertas para mí y entonces  yo me acomodé entre ellas. La cara muy cerca de su vulva, mientras pensaba cómo empezar.

-¿Alguna sugestión?- le pregunté.

-Haz lo que te parezca mejor- me respondió.

-Mmmm… no sé. ¿Qué te parece si mejor me enseñas tú cómo te masturbas con uno de éstos?- le propuse dándole el dildo.

-Ohhh. Ahora resulta que eres un voyeur, un mirón, jajaja-

-Bueno. No voy a negar que me gusta ver a una mujer bella ¡y si está desnuda mejor!-

Mientras le decía eso, ella había empezado a deslizar la cabeza del dildo a lo largo de su vulva, que estaba muy mojada por supuesto-

-Pásame la botella de lubricante- me dijo -En la gaveta de la mesa de noche hay una-

Tomé la botella y se la pasé, regresando a mi posición privilegiada de observación. Sin poderlo evitar, le di un beso justo en el clítoris.

-Mmmm ¿No y que ibas a ver? Si lo prefieres…-

-Jajaja. No te preocupes, fue solo un antojo momentáneo. Primero quiero verte-

-Ok- respondió ella dejando caer un poco de lubricante en el dildo, para luego regarlo a todo lo largo.

A continuación volvió a recorrerse toda la vulva con la cabeza del dildo y luego lo puso de lado y se lo volvió a restregar, con un poco más de firmeza en toda la vulva. Así estuvo por un rato cambiando de intensidad entre una y otra pasada. Cuando no necesitaba las dos manos, se acariciaba las tetas y en especial los pezones. Su respiración se iba haciendo un poco más rápida.

-Mmmm- gimió.

Entonces se puso el dildo en la entrada de la vagina y se lo metió despacio. Allí lo movió un poco adentro y afuera y luego lo sacó para volver a acariciarse el clítoris.

-¿No te acaricias el culo también?-

-¡Oh si!, algunas veces, pero hoy no tengo ganas de jugar con él- me respondió mientras se lo volvía a meter. Esta vez hasta adentro.

Yo aproveché para acercar mi boca y volver a besarle el clítoris al tiempo que le apartaba la mano y tomaba yo el control del dildo.

-Mmmm- gimió al sentir cómo mi lengua le acariciaba la cabecita del clítoris que desde hacía rato sobresalía entre los pliegues de su escondite.

Entonces comencé a comérmela en serio. Puse toda mi boca alrededor del clítoris y ya no la quité más, mientras le metía y le sacaba del dildo de la vagina.

Claramente el dildo era más largo que su vagina porque yo sentía como chocaba con algo cuando se lo metía bien adentro, pero era un tope flexible porque si empujaba, se hundía un poco más.

Y así fui probando hasta que las bolas del dildo me imposibilitaron meterlo más. Otro día probaría con uno más largo a ver.

Ella, mientras tanto, primero se acariciaba las tetas, pero luego, torció su cuerpo hacia mí y me agarró el güevo.

-¿Te duelo?- me preguntó.

-No, no me duele nada- le respondí levantando la cabeza por un momento

-Ok- me dijo -Voy a masturbarte con cuidado. Me dices si en algún momento te duele algo-

Así, mientras yo me la comía con la boca y la cogía con un dildo, ella me pajeaba con cuidado, sin bajarme la piel del güevo mas allá de la cabeza y sin apretármelo mucho.

Al poco rato, sin embargo, ella empezó a perder la coordinación por lo que le le dije levantando la cara:

-Ok, es hora de que tengas tu orgasmo tranquila, deja de preocuparte por mi y acaba cuando te provoque-

-Mmmm… - gimió de nuevo cuando comenzó a a acariciarse las tetas otra vez, mientras su cuerpo se tensaba.

Yo redoblé mis caricias en su clítoris al tiempo que sacaba y metía el dildo más y más rápido.

-Siiii…. essssoooo… siiii… asiii-

-Chúpamelooo maaa duroooo…-

-Siiii…. AAAAHHHHH-

Finalmente se tensó y un chorro de líquido salió de su vagina al tiempo que los músculos de su vientre pulsaban al ritmo de su orgasmo. Yo no quité mis labios de su clítoris, pero tampoco la seguí acariciando, dejando que disfrutase las pulsaciones de su cuerpo.

Cuando por fin terminó, ella misma me buscó con sus manos, haciéndome acercarme para besarme. Por los siguientes minutos solamente nos estuvimos besando en la boca, mientras la cubría con mi cuerpo.

-Ven- dijo al final, cuando nos separamos para respirar -Déjame hacerte acabar a ti también-

-No es necesario- le dije, aunque ambos sabíamos que era mentira.

-Ja. Déjate de decir pendejadas- me recriminó mientras se acomodaba.

Por un momento pensé que me iba a tomar en su boca, pero sólo puso su cabeza sobre mi vientre, mientras volvía a pajearme delicadamente con la mano.

-Avísame cuando vayas a acabar para recibirlo en mi boca-

-Mmmjuuuú- respondí sintiendo cómo me iba acercando.

Pronto empecé a sentir los primeros síntomas de mi orgasmo. Como no tenía nada que esperar, me concentré en ellos y se aceleraron.

-Ya voy llegado…- le dije.

Entonces ellas apoyó sus labios en la punta de mi güevo de forma tal que cuando fuera a acabar todo cayera dentro de su boca, pero sin riesgo de que se me mojara la herida.

-MMMMMGGGGG- gruñí cuando el orgasmo explotó y empecé a eyacular en los labios de mamá. Ella me sostuvo pegado a sus labios, mientras tragaba rápidamente mis semen, mientras me apretaba fuertemente el güevo.

Una vez que me calmé, ambos nos levantamos y fuimos al baño a limpiarnos para dormir. No era mucho lo que teníamos que hacer, pero igual nos cepillamos de nuevo los dientes y nos limpiamos nuestros respectivos sexos.

Al día siguiente, nuevamente mamá se había levantado antes que yo. Así que fui al baño a cepillarme y hacer pipí y poniéndome algo de ropa salí a la cocina a tomarme mi café.

-Hola hijo- me dijo desde la sala, donde estaba recostada en el sofá, ek café en una mano y el iPad en la otra.

-Hola mamá- le respondí -Otra vez saliste corriendo-

-Jajaja. Recuerda que estás todavía convaleciente. No queremos perder el trabajo de estos dos días de paciencia-

-Tienes razón, pero…-

-Pero nada. Tenemos mucho tiempo por delante para disfrutar el uno del otro, así que un par de días de paciencia no nos van a molestar…, bueno. Molestar… tal vez, jajaja-

-Jajaja. Está bien, sólo tengo que esperar hasta el próximo fin de semana..-

-Hablando de fin de semana. Sabes que el viernes es feriado…-

-¡Ah sí, lo había olvidado!-

-Y tu hermana Natalia viene a pasarlo con nosotros-

-¡Pero qué buena noticia!-

-Si, pero…-

-¿Qué pasa?- le pregunté.

-No podrás dormir en mi cuarto-

-¡Rayos! Pero…-

-Pero nada. Por ahora no voy a decirle a tu hermana que me estoy serruchando a su hermano-

-¿Serruchando?-

-Jajaja, es una palabra de mi época, pero tu entiendes. En cualquier caso ya decidiré cómo quiero manejar la cosa con tu hermana-

-Ok, pero…-

-Pero nada. Yo te diré cómo lo vamos a manejar y ese es mi privilegio de mamá. igual será cuando venga tu padre-

-Ok. Perfecto. Entiendo cuando aplicas la autoridad-

-Jajaja. ¡Y si te portas mal te mando para tu cuarto! Jajaja-

-Ok, pero ahora cambiando de tema, ¿qué te parece si salimos a desayunar afuera?  ¿Un brunch?- le propuse.

-¡Ay! Me encantaría. ¿Dónde quieres ir?-

-No sé, hay un restaurant nuevo que se especializa en ese tipo de comida, pero está un poco lejos…-

-No importa. ¿Cuándo quieres ir? ¿Ahora?-

-Si no te importa. Me muero de hambre y de aquí a que lleguemos allá…-

-Anda, vamos. Me visto y salimos-

Por supuesto que eso de “me visto y salimos” comprendió mucho más tiempo del que me imaginaba y mientras la esperaba, ya vestido y arreglado, me senté en su cama. Entonces se me ocurrió una idea maravillosa. Busqué la caja de los juguetes y saqué el que tiene control remoto…

-Mira lo que se me ocurrió- le dije cuando salió del baño ya lista y maquillada, mostrándole el juguete. Ella vestía una blusa color crema, bastante escotada y con un brassier que levantaba aún mas su busto. Así como unos pantalones beige.

Ella se me quedó mirando, luego veía el juguete y volvía a mirarme a mí.

-¿Qué fue exactamente lo que se te ocurrió?- dijo al fin.

-Bueno… - empecé a decir ahora dudando de si era una buena idea.

-Déjame adivinar. Tu quieres que yo vaya a comer con un dildo metido en mi cuerpo, mientras tu lo haces vibrar cada vez que te de la gana ¿no?-

-Yo…-

-Y entonces reírte cuando yo brinque con las vibraciones y no pueda gemir debido a que estamos rodeados de gente…-

-Bueno, si no te parece…- dije volteándome para meter el dildo otra vez en la caja-

-¡Me encanta, jajaja!- dijo riendo.

Yo me volteé sorprendido.

-Pensé que no querías-

-No, me encanta la idea. No se me había ocurrido. Jajaja. Vamos a ver si puedo soportar la “tortura”… O si tu puedes soportar la pena de ver como tu mamá tiene un orgasmo delante de todo el mundo. Jajaja-

-Bueno, no tenemos que llegar tan lejos…- dije un poco dudoso pensando en las perspectivas.

-Nada, nada. Vamos a hacerlo. Ya veremos hasta dónde nos atrevemos a llegar. ¿Me dijiste que es un restaurant lejos de aquí? Allí no habrá nadie que nos conozca… ¡Ay!, estoy encantada con la ideal- dijo.

-Pero mejor será que me ponga una falda. Con estos pantalones no es tan fácil maniobrar. Con una falda siempre puedo meter la mano y quitarme esa vaina- continuó diciendo mientras buscaba una falda apropiada en su closet.

Finalmente se decidió por una minifalda no demasiado corta.

-Esta está bien. Si es demasiado larga la falda no voy a poder meter la mano y si es demasiado corta me da miedo que se me vea el bicho ese…-

Se quitó el pantalón y pude admirar su bello culo con un tanga mínimo que dejaba las nalgas al descubierto… mmm. Inmediatamente se puso la falda y se miró en el espejo.

-Muy bien. Perfecto. ¿Vamos?- dijo comenzando  dirigirse a la puerta.

-Espera, espera- le dije -¿No te falta nada?-

-¿Qué cosa?-

Entonces levanté el juguete, mostrándoselo.

-¿Tengo que ponérmelo ya?-

-Me parece mejor- le respondí -Así te vas acostumbrando a él y podemos hacer algo en caso de que te moleste…-

-Tienes razón. Dame acá- dijo tomando el dildo.

Entonces puso una pierna en la silla donde se sienta a maquillar y se levantó la falda. Entonces, con una mano movió la tanga de lado y con la otra trató de meterse el dildo.

-Ah, no estoy muy seca- dijo -Pásame el lubricante. Ya sabes dónde está-

Saqué el frasco de lubricante de la mesa de noche y se lo alcancé. Entonces ella le puso un poco al dildo y lo distribuyó con la mano por todas partes. Luego se pasó la misma mano por la vulva para lubricarse ella también y finalmente se le metió en la vagina. Bajó la pierna y se arregló la falda con cuidado de no ensuciarla con el líquido.

-Déjame lavarme las manos- dijo entrando en el baño.

Cuando salió se quedó parada un momento a mi lado.

-¿Qué pasa?- le pregunté cuando la vi pensativa.

-Es que se siente raro caminar con esa cosa allá adentro. Vaya que yo me he metido cosas, pero ¿caminar?… es raro-

-Porqué no caminas un poco por la casa a ver cómo te sientes?-

-Muy bien- respondió caminando hasta la cocina, la sala y después al cuarto.

-Creo que está bien- me dijo. Sigue sintiéndose extraño, pero no es en absoluto desagradable -¿Nos vamos?-

Entonces, mientras caminábamos hacia la puerta, pulsé momentáneamente el control remoto.

-¡WOW!- dijo mamá pegando un brinco -¿Qué hiciste?-

-Jajaja. Por supuesto que sabes qué fue lo que hice. Fue un corto pulso para probar que funciona-

-Claro, claro, pero me sorprendió-

Saqué el control remoto del bolsillo y se lo enseñé.

-Hazlo otra vez- me pidió -Quiero ver exactamente cómo se siente-

Pulsé el botón otra vez en el nivel más bajo. Ella se sujetó de mi y se quedó con los ojos cerrados, sintiendo como el juguete vibraba en su vagina.

-Ok. Dale el siguiente nivel- me dijo al cabo de unos segundos.

Pulsé el botón y una segunda luz se encendió.

-Wow. Si ese es el segundo nivel ¿cómo serán los otros?-

Luego de unos segundos, me pidió que siguiera subiendo hasta llegar al máximo.

-Mmmmm- gimió con el juguete vibrando a toda potencia -Está bien, ya sé qué esperar. Vámonos-

El viaje en el carro hasta el restaurant fue largo, casi una hora atravesando la ciudad, pero aparte de que cada cierto tiempo me pedía que encendiera el juguete, no pasó nada más.

-Buenos días- nos dijo la recepcionista en el restaurant -¿Son solo dos?-

-Así es- le contesté.

Mamá estaba silenciosa, probablemente concentrada en su juguete. No lo había encendido desde hacía rato, pero estoy seguro que sospechaba que lo encendería en el momento más… interesante.

La recepcionista nos llevó a una mesa en el medio del restaurant, pero yo le pedí que nos diera una que no estuviese tan expuesta. Preferiblemente una pegada a una pared.

-¡Oh! Ok. Vengan por aquí entonces-

La mesa a la que nos llevó era también en el medio del restarurant, pero por lo menos un lado daba hacia la pared. Nos sentamos de forma que nuestras espaldas dieran hacia la pared y nuestras caras al resto de los comensales, que empezaban a llenar el local.

La recepcionista se quedó viéndole el busto a mamá mientras ésta se sentaba. Era un poco descarada y obviamente le gustaba lo que estaba viendo. A mi apenas me había mirado.

Una vez que ambos estuvimos sentados nos entregó sendos menus, para luego preguntar qué deseábamos tomar.

-Yo quisiera un… jugo de naranja, por favor- le dije.

Ella lo anotó y luego se volteó hacia mamá mirándole el escote de nuevo. Entonces decidí dar el primer paso y apreté el botón de activación del juguete-

-Un té… té… heladoooo… oh!- dijo mamá arrastrando las palabras al final con el brincoteo del juguete dentro de su vagina-

-¿Perdón? ¿Te helado me dijo?- preguntó la recepcionista de nuevo que no había podido entender la solicitud de mamá con ese repentino gemido.

-Un té helado- volvió a repetir mamá mirándome entre molesta y divertida.

-Ok. En seguida vienen sus bebidas- dijo la recepcionista -Luego regreso a tomar su orden-

-Volviste a sorprenderme- dijo mamá.

-Jajaja. Si vieras la cara de la muchacha. Te estaba buceando el escote cuando vió que pegabas un brinco y empezabas a tartamudear.

-Me lo imagino. Yo estaba tan ocupada en controlarme que no se me ocurrió verle la cara-

Cuando nos trajeron las bebidas, un muchacho silencioso que nos sorprendió a ambos, no tuve chance de encender el juguete, pero luego vino la mesera, otra chica a tomar los pedidos.

-Unos, huevos benedictinos, por favor- le pedí.

Yo había encendido el juguete, pero ella estaba prevenida y no brincó, ni tartamudeó.

-Y a mí me trae un club-sandwich con pechuga de pavo, por favor-

-Como no. Gracias. Ya vienen sus pedidos- dijo la mesera alejándose. A diferencia de la recepcionista que casi que se comía las tetas de mamá, ésta se había comportado de una forma completamente neutra.

Una vez que se alejó la mesera, mamá cerró los ojos y se quedó concentrada en sus pensamientos o más bien en el juguete que alegremente vibraba en su vientre. No lo había apagado.

-Creo que ya looo puedes apaaagar- me dijo.

-Oh no- le respondí -Puedes disfrutar un rato más-

-Si claro, puedo disfrutar un rato más y tener un orgasmo mientras como. No me parece justo. Páralo un rato-

Entonces, en vez de pararlo, lo subí al máximo por un instante y luego lo pared.

-¡Por dios!- dijo -Esta va a ser una larga y complicada comida. Siento que todos me están viendo-

-Oh, no. Madie nos está prestando atención… aparte de la recepcionista que seguramente es gay y quiere meterse entre tus tetas-

-Oh sí, me dí cuenta. Muy linda ella. Y a mi no me molestaría que se metiera. Jajaja-

-Pero mamá- protesté -Recuerda que estás conmigo-

-Claro hijo. Obviamente me encantaría que ella se metiera entre mis tetas mientras tu me coges duro por detrás. Jajaja-

Un rato más tarde llegó la comida. Nuevamente la recepcionista venía con la mesera, cada una trayendo un plato. La recepcionista e de mamá y la mesera el mío. Estando ambas allí volví a encender el juguete en una velocidad media.

-Ooohhh- gimió mamá sin poder contenerse.

Las dos chicas la vieron con extrañeza. La cara de mamá se había puesto un poco colorada, pero la sonrisa no se le quitaba. En cualquier caso, se alejaron luego de colocar los platos.

-Me encantaríiiia comeeeer tranquilaaa… por favooor- tartamudeó mamá.

-Claro, claro- le dije bajándolo a mínimo.

-No, apágalo todo por favor. Tengo tantas ganas de acabar que apenas puedo aguantarme. Déjame comer y después sigues torturándome.

Así pues, por los siguientes 15 minutos nos dedicamos a comer, conversando tranquilamente de cualquier cosa.

Cuando terminamos le pregunté:

-¿Cómo estás? ¿Quieres comerte algo más?-

-Oh no, un café estaría bien. Y un güevo bien duro, tan pronto como sea posible-

-Jajaja. Puedo complacerte con lo del café, pero lo otro… recuerda que tengo una herida…-

-Me importa muy poco tu herida. Si no me lo vas a meter pronto me lo dices para ver si tengo que buscarme alguno de los clientes aquí o quizás la mesonera. Mmmm-

Por toda respuesta, volví a encender el juguete. Mamá cerró los ojos y se concentró en lo que pasaba en su vientre, mientras yo llamaba a la mesera.

-Dos cafés pequeños, por favor. Negros- pedí.

-El mío con lecheee… por favooor- dijo mamá.

-¿Alguieeen… estaaa…. viendo haciaaa… acaaa?- me preguntó luego que la mesera se había alejado.

Miré a nuestro alrededor y todo el mundo estaba en lo suyo. Nadie nos miraba.

-Nadie nos mira- le dije -¿Que quieres?-

-Nada… voy a…, poner una servilletaaa… No quierooo ensuciar la silla…-

Entonces disimuladamente tomó una servilleta y se la puso sobre las piernas. Luego se inclinó disimuladamente hacia adelante. Yo no pude ver qué hacía, pero supuse que se había puesto la servilleta entre las piernas y contra su pubis. Aprovechando probablemente para acariciarse un poco.

Cuando terminó, me dijo:

-Súbele todo el volumen-

Yo entendí claramente qué era lo que me pedía pulsé el botón del control remoto hasta casi poder oír el dildo vibrando dentro de su vientre. Ella puso los codos sobre la mesa y apoyó su cara en las manos, como si estuviese rezando.

En eso llegaron los café. La mesera me puso el mío enfrente y el de mamá a un lado de su plato, sin querer interrumpir sus “rezos”. Apenas se alejó mamá no pudo evitar un corte gemido cuando le llegó el orgasmo.

-Oooohhhh-

Luego me pidió que lo apagara y así lo hice.

Cuando la cabo de uno o dos minutos levantó la cara, la tenía muy roja. Incluyendo el cuello y la parte superior del pecho.

-¿Cómo estás?-

-Excitadísima. Pide por favor la cuenta. Tengo que sacarme esta vaina de adentro-

-Pero lo tengo pagado-

-No importa. Igual me presiona todas las… teclas…. Oooohhh, otra veeez-

Le hice un gesto a la mesera pidiéndole la cuenta. Pagué en efectivo para no tener que esperar a que se llevaran la tarjeta de crédito.

-Vamos- le dije a mamá que seguía con los ojos cerrados.

-Creo que vas a tener que ayudarme- me dijo -tengo las piernas temblecas-

-Claro, claro-

Me acerqué a su lado. Ella me dió la mano y la ayudé a levantarse. Luego caminamos muy juntos hacia el carro. Ella muy pegada a mi y apoyándose en mi brazo y yo sujetándola por la cintura.

Apenas llegamos al carro, ella gimió de nuevo al sentarse y sentir que el juguete se le movía en la vagina.

-Mmmm-

Así que no perdió tiempo y mientras yo empezaba a manejar de vuelta a al casa, ella se metió la mano entre las piernas y se sacó el vibrador, que estaba completamente mojado. Un olor a sexo increíblemente fuerte me llegó a la nariz.

-Wow- dijo -Este ha sido el desayuno más extraño de mi vida-

-¿Pero te gustó?-

-¡Me encantó!-

Entonces se le quedó mirando al vibrador y levantándose el vestido, se lo puso de nuevo, pero no se lo metió en la vagina, sino que colocó el bulbo vibrador justo sobre su clítoris y se subió la pantaleta de nuevo para dejarlo allí acomodado.

-Préndelo de nuevo- me dijo.

Yo había metido el control remoto en mi bolsillo. Lo saqué y lo puse en la primera posición.

-Mmmm- gimió. Para decir luego: -Más fuerte-

Lo ajusté más fuerte como ella me pidió.

-Mmmm… qué ricooo…-

Entonces se acarició las tetas, pero le molestaba el brassier, así que se metió la mano debajo de la blusa por la espalda, se aflojó el brassier y luego se lo sacó por las mangas de la blusa, dejando libres sus bellas tetas. Entonces comenzó a acariciárselas mientras seguía disfrutando de las vibraciones del juguete sobre su clítoris.

Más o menos a mitad de camino hasta la casa, tuvo un nuevo orgasmo. Esta vez no tenía que contenerse, ni disimular, así que lo disfrutó gimiendo y gritando su placer.

Cuando terminó, apagué el vibrador, pero ella protestó.

-¿Qué pasa? ¿Porqué lo apagas?-

-Yo pensé…-

-Vuelve a prenderlo…-

Yo lo hice y entonces ella volvió a meter las manos bajo la falda y tomando el vibrador, se lo volvió a meter en la vagina.

-Mmmmm… un orgasmo vaginal… uno clitoreal y ahora… mmmm-

Se arregló la falda y miró a su alrededor. Ibamos por una zona relativamente despoblada y no había mucho tráfico, así que se metió una mano bajo la blusa y empezó a acariciarse seriamente las tetas, apretándolas y pinchando y jalándose los pezones.

-Dame el control- me pidió.

Yo se lo dí y ella comenzó a jugar con la potencia, subiéndola y bajándola con gran placer, sin embargo no volvió a tener un orgasmo, pero para cuando llegamos a la casa de nuevo, estaba seguro de que estaba completamente cargada.

-Vamos al cuarto- me dijo apenas entramos.

Se fue desnudando por el camino y para cuando llegamos a su cuarto, estaba completamente desnuda y acostada con las piernas muy abiertas sobre la cama. De su vagina salía la parte externa del juguete con una pequeña luz que titilaba mostrando que estaba prendido.

-Ven- me dijo.

Me quité la ropa y me monté en la cama entre sus piernas. Yo estaba muy excitado, por supuesto y mi güevo estaba duro y dispuesto. En el último momento antes de metérselo, ella se sacó el vibrador y entonces yo se lo metí hasta el fondo.

-OOOOOOHHHHHH…. Cómo necesitaba estoooo…-

La semana en la universidad transcurrió tranquila. Al igual que la anterior, Virginia vino a visitarme el martes en la noche y estuvimos tirando con menos intensidad, probablemente ella ya no estaba tan ansiosa de que yo quisiera hacerle el amor.

Lo que sorprendió fue la mención de su mejor amiga Nadia.

-¿Sabes?- me dijo mientras recuperábamos el aliento desnudos en la cama. En realidad habíamos hecho el amor encima de mi escritorio, pero desde luego no era nada cómodo descansar allí -Mi amiga Nadia me preguntó por tí-

-¿Tu amiga Nadia? ¿Esa no es la chiquitica que se la pasa contigo? ¿A la que no le llegan los pies al suelo cuando está sentada? Jajaja- me reí.

-No seas cruel- me reprochó golpeándome suavemente el pecho con el puño- Es cierto que es chiquita, pero es muy alegre, simpática e inteligente-

-No lo dudo, pero ¿Cuánto mide? ¿Un metro cincuenta?-

-Un metro cuarenta y ocho en realidad-

-Wow-

-Si, pero si te fijas bien esta… bien. Digo tiene todo lo necesario. Tiene unas tetas bonitas, una cintura delgada. Buenas caderas. Todo proporcionado-

-La verdad es que no me he fijado. Lo haré la próxima vez que la vea. ¿Y qué te preguntó sobre mi?-

-Bueno. Siempre me pregunta los detalles de cómo hacemos el amor, de si lo disfruto, ya sabes…-

-En realidad no lo sé, jajaja. No sé cuánto hablan Uds de sus relaciones con otras personas. Yo por lo menos, trato de no contar ningún detalle personal de nadie. A nadie le he dicho lo rico que tiras, por ejemplo. Es más a nadie le he dicho que lo hacemos… bueno, sólo a madre y eso porque ella misma nos oyó. Ya sabes, tu “Juuu, Juuu”-

-¡No me digas que tu mamá nos oyó!-

-Bueno. Si no te oyera habría que mandarla a un especialista de los oídos. Eres un poco…. ruidosa. Jajaja. No me quejo, por el contrario, me encanta, pero tienes que reconocer que gimes muy duro-

-Ay, qué pena…-

-Bueno. Pero ahora dime qué te pregunta Nadia. Bueno, eso, si me gusta cómo haces el amor, si eres tierno…-

-Y ¿qué le contestaste?-

-Por supuesto que le digo que sí. Que eres tierno y amoroso. Que me acaricias mucho antes de hacerme el amor ¡y después! Lo que es muy importante. El imbécil de mi novio se quedaba dormido apenas acababa. ¡Imagínate que una vez se quedó dormido y todavía lo tenía dentro!-

-Jajajaja- reí.

Mientras ella decía eso, había empezado a acariciarme el güevo con las manos, mientras me besaba el pecho y el cuello, lo que estaba causando que me volviera a poner duro poco a poco.

Después empezó a besarme en los labios y mientras me seguía acariciando, se sentó sobre mí y sujetándome el güevo ya que no estaba completamente duro, lo ayudó a entrar en su cuerpo.

-Mmmm- gimió al sentarse sobre mi.

-Ella… mmmm…. quiere… vernos…- finalmente dijo mientras se movía arriba y abajo.

-¿Ella solamente quiere vernos o quiere participar?- alcancé a preguntarle, pero ella se había apoderado de mi boca y su lengua estaba ocupada registrando mi garganta.

Capítulo 6

El jueves en la noche me fui a casa de mamá inmediatamente después de clases, por dos razones, una para evitar el tráfico de los vacacionistas del viernes en la mañana y… para pasar la noche con ella.

Le mandé un mensaje avisándole que llegaría tarde:

-“Hola mamá. Me voy a tu casa esta tarde después de la última clase. Llegaré un poco tarde, no te vayas a preocupar”-

-“Jajaja. Gracias por avisar, pero igual me preocuparé. ¿Quieres que te tenga algo para comer?”-

-“No, gracias. Lo que me voy a comer me gusta crudo”-

-“Jajaja. Está bien, pero por lo menos le voy a poner un poco de salsa para que sepa más sabroso”-

Todavía estaba riéndome cuando llegué a la casa. Eran como las once de la noche, pero igual ella estaba en la puerta esperándome.

-Hola hijo. Por fin llegaste- me dijo.

-Había mucho tráfico- le respondí abrazándola.

Apenas cerró la puerta, nos abrazamos, sus tetas contra mi pecho y su vientre buscando el mío. Por un rato nos besamos mientras nuestras manos recorrían el cuerpo de otro libremente. Cuando finalmente nos separamos, me dijo con su mirada más pícara:

-Yo sé que me dijiste que ibas a llegar tarde, pero igual una se preocupa por Uds. Me costó mucho mantener la comida húmeda y caliente…-

Llevaba una especie de camisón de tela muy delgada y entonces se lo levantó un poco, mostrándome su pubis con el triángulo de vellos perfectamente acomodados. Luego se rió a carcajadas y tomándome por la mano me condujo al cuarto.

-Eso si. No puedes dormir aquí. Mañana en la mañana llega tu hermana Natalia y no quiero que nos encuentre en la cama-

-Pero ella no va a llegar tan temprano…- protesté.

-Nada, nada. Esta noche duermes tu en tu cama y yo en la mía- respondió mientras se arrodillaba y me bajaba los pantalones.

Cuando me levanté en la mañana, en mi cuarto por supuesto, traté de oír si sentía la voz de mi hermana o algo, pero nada, no oía nada. igual me levanté y me puse unos shorts y una franela, saliendo a la cocina.

Allí estaba ella: Natalia, sentada en la mesa y con una taza de café en la manos.

-Hola hermana- la saludé.

-¡Hermanito!- dijo levantándose para saludarme.

Yo nunca estaba muy seguro de mi relación con ella, algunas veces nos amábamos y otras nos odiábamos. En general, cuando éramos niños teníamos una buena relación, aunque ella, siendo dos años mayor que yo me llevaba ventaja en todo: corría más rápido que yo, tenía más fuerza que yo y en general, sabía de todo más que yo. Pero nos llevábamos bien.

Cuando ella llegó a la adolescencia cambió todo. Ella se convirtió en una mujercita. Seguíamos yendo a las playas nudistas con nuestros padres, por lo que no había misterios en relación a la aparición de un par de pequeños promontorios en su pecho y unos vellos apenas visibles en su pubis.

Pero sobretodo su carácter cambió completamente. Ahora yo era un “niño insoportable” aunque yo no podía detectar ningún cambio notable en mi comportamiento. Ahora entiendo que el cambio era de ella.

Finalmente volvimos a emparejarnos un poco cuando yo empecé a crecer desmesuradamente y a volverme también un hombre, pero para ese entonces ella prácticamente ni me miraba. Sólo se ocupaba de los muchachos grandes.

Tampoco es que ya saliéramos mucho de viaje con papá y mamá. Ambos preferíamos a nuestros amigos que a ir a ningún sitio con ellos. Pronto ella se graduó del colegio y se fue a la universidad y no nos veíamos casi nunca.

Primero me abrazó con fuerza y luego me dio un beso en cada cachete.

-¿Quieres un café? Creo que mamá preparó bastante- me dijo sentándose de nuevo en la mesa.

-¿Dónde está mamá?-

-Ya viene, fue a vestirse, creo-

-Hola hijo- oí la voz de mamá regresando de su cuarto. Efectivamente, a diferencia de la mayoría de las veces que desayunábamos juntos, se había vestido. Parecía que iba a ir a algo muy formal.

-¿Porqué estás vestida así?- le pregunté mientras le daba un beso muy formal en el cachete. Apenas unas horas antes compartíamos un 69 muy caliente y ahora apenas nos besábamos en el cachete. No pude evitar sonreír.

-Tengo un desayuno de primera comunión. Me imagine que ninguno de Uds. querría ir así que ni les dije. Bueno, en realidad yo tampoco quiero ir, pero se trata del hijo de una compañera de trabajo y me siento obligada-

-Ok. Me parece muy bien que nos hayas ahorrado la tarea de pasar dos horas con una sonrisa estúpida en la cara- dijo Natalia con su conocido sarcasmo.

-No seas así hija. Estas cosas son parte de la vida en sociedad-

-Claro, mamá, como tu digas-

Nos desayunamos juntos los tres, aunque ninguno comió mucho. Mamá porque más tarde iba a tener que desayunarse otra vez en su reunión, Natalia porque no tenía hambre y porque quería recostarse un rato de nuevo para descansar del viaje y yo… porque tampoco tenía mucha hambre.

En realidad la pasamos muy divertidos en la mesa hasta que mamá se fue. Natalia se despidió de mi yéndose a su cuarto y yo saqué unos libros y me puse a estudiar.

Al cabo de una hora más o menos, volvió a aparecer Natalia envuelta en una bata.

-Voy a la piscina- me dijo -¿Quieres venir?-

-Tengo que terminar una cosa aquí- le respondí.

-Anda. No seas fastidioso-

-Bueno. Voy solamente a formular la respuesta para que no se me olvide y después voy-

-Perfecto- dijo ella y salió por la puerta de la cocina hacia la piscina.

Yo terminé de plantear la solución del problema para terminarlo luego, cerré los libros y me fui a mi cuarto a ponerme un traje de baño.

Cuando salí a la piscina, Natalia estaba nadando. No le presté mucha atención y me senté en la tumbona a su lado. Natalia hizo varias piscinas, como haciendo ejercicio, siempre hemos sido buenos nadadores los dos, aunque ella no compitió, como hago yo.

Un rato después, ella se subió por la escalera de la piscina y casi doy un brinco en mi silla. ¡Estaba completamente desnuda!.

La había visto desnuda innumerables veces cuando éramos niños y aún cuando ella era todavía una adolescente con unos pequeños pechos puntiagudos, pero ahora era una mujer increíble. Pechos relativamente grandes, no tanto como los de mamá, pero bastante apreciables. Por supuesto tan duros que cuando caminaba hacia mi apenas se movían. Las caderas no eran tan amplias pero considerando lo estrecha de su cintura, se veían preciosas. Además que me pareció ver que caminaba como las modelos, poniendo un pie delante del otro, haciendo así que sus caderas oscilasen aún más. Por supuesto que no tenía ni un pelo en el cuerpo, el pubis perfectamente depilado dejaba ver la raja de su vulva perfectamente.

-Hola hermanito- dijo parándose a mi lado chorreando agua -Jajaja. Puedes cerrar la boca. Pareciera que nunca me hubieses visto desnuda-

-¡Ah!, perdóname. No te veía desnuda desde… desde que eras una adolescente-

-Oh si. Desde aquellos viajes a la playa con papá y mamá-

-No estabas… tan desarrollada en aquel entonces- le dije.

-Jajaja. Ciertamente. No me ha ido tan mal ¿no? Por lo menos veo que apruebas lo que ves-

-¿Aprobarlo? Te daría un 12 de 10, jajaja- dije refiriéndome a la famosa película 10 con Bo Derek.

-Gracias- respondió ella después de secarse y sentarse en la tumbona a mi lado -Tu tampoco te ves mal. ¿Sigues nadando?-

-Si. Nado en el equipo de la universidad, pero no tanto como antes. Tengo que estudiar mucho-

-Si. Recuerdo esos tiempos. Pero déjame verte bien. Párate para admirarte mejor-

-Oh, déjate de inventos. Ya me verás cuando me meta a bañar-

-¡Ah! Está bien- dijo -No tienes nada de vellos, ¿sigues depilándote para las competencias?-

-Más o menos. En realidad estoy convencido que el cloro de las piscinas hacen que disminuya el vello…-

-Nada que ver Si no fuera por mi depiladora, aquí tendría el bosque encantado. Jajaja- dijo ella señalándose el pubis depilado.

-La verdad es que tienes razón- le dije -Yo no he perdido ni un pelo aquí abajo-

-Mi novio tampoco se depila y eso que he hecho lo posible posible por convencerlo-

-Yo lo entiendo. Yo no me sentaría muy animado en hacerlo-

-¿Estás seguro?- me preguntó animándose Natalia de pronto y poniéndome una mano en el abdomen, lo que me hizo brincar un poco.

-¿Seguro? ¿Seguro de qué?-

-Mira hermanito- dijo inclinada sobre mí, acariciándome el abdomen y moviendo la mano hacia mi pecho -Yo quiero convencer a mi novio que se deje afeitar por mi-

-¿Y yo que tengo que ver con eso?- pregunté sintiendo que mi güevo empezaba a crecer un poco bajo mi traje de baño, cosa que no le pasó desapercibida a Natalia.

-Bueno… si me dejaras practicar…-

-¿Practicar? ¿Practicar con qué?-

-Si me dejas practicar contigo, me dejas que te afeite yo, me sentiría más segura haciéndoselo a mi novio-

Una parte de mi cabeza respondió inmediatamente que sí. Imaginando las manos de Natalia tocándome para afeitarme. La otra parte se negaba por…  ¿no sé por miedo quizás?

-No sé…- respondí, aunque una mirada de ella a mi traje de baño donde mi güevo seguía creciendo, le indicaba que sí estaba interesado. Por lo menos él.

-Ay hermanito, vamos no seas malo. Te prometo que te lo compensaré-

-¿Me lo vas a compensar?- le pregunté -¿Cómo?-

-Ahora no sé- me respondió Natalia aunque sus pezones erguidos me hacían sospechar que clase de recompensa estaba pasando por su mente.

-No sé- repetí -¿Qué propones?

-Vamos a aprovechar que mamá no está y yo te afeito con mis cosas de afeitar que traje- dijo Natalia rozándose disimuladamente los pezones con los brazos. Estaba excitándose rápidamente. La miré entre las piernas y pude ver que sus labios parecían más sobresaliente.

-Bueno- le dije, también tratando de disimular que estaba excitado.

Entonces ella se levantó de su tumbona, se inclinó sobre mi y me dio un rápido beso en los labios. Luego me acarició de nuevo el cuerpo y se fue a buscar las cosas de afeitar.

Yo me quedé un poco aturdido sin saber muy bien qué iba a pasar. En realidad no me importaba afeitarme o no. Había oído a algunos de mis amigos afirmar que a sus amigas les encantaba, pero nunca me había atrevido. Bueno, hoy sería la prueba. Que me lo hiciera mi hermana era un plus y sospeche que su forma de “pagarme” el favor nos iba a gustar a los dos. Supongo que ella tendrá los mismos escrúpulos que yo en acostarse conmigo, es decir, ninguno.

A los pocos momentos regresó Natalia con una toalla y una pequeña caja en las manos. Mientras estuvo lejos de mi caminaba normal, cuando se empezó a acercar, volvió a mecer las caderas. Obviamente estaba provocándome.

-Levántate un momento para poner esta toalla debajo de ti- me dijo.

Yo me levanté y ella extendió la toalla en la tumbona, asegurándose de que mi culo quedase más o menos a la mitad. Cuando me iba a sentar de nuevo me volvió a decir:

-¿No se te olvida nada?- señalándome el traje de baño.

-¡Ah! Claro- dije bajándomelo inmediatamente.

Mi güevo saltó en posición. Sus ojos se abrieron mucho en apreciación de mi tamaño.

-Caramba hermanito, una buena herramienta esa que tienes ahí. No te había visto desde que eras un adolescente. Y en aquel entonces no era tan… impresionante-

No le contesté y simplemente me senté en la silla.

-Ok. Déjame echarte la espuma de afeitar-

Natalia tomó el spray de afeitar y se echó abundante crema en la mano, para comenzar a ponerme en los vellos del pubis. Para “ayudarse” tomó con los dedos de la otra mano mi güevo y lo apartó un poco.

Luego volvió a echarse crema y comenzó a ponérmela en los testículos. Aunque no era necesario, volvió a agarrarme el güevo para apartarlo de la zona de trabajo, sólo que esta vez lo agarró con toda la mano, apretándolo un poco como sintiendo su tamaño.

-Abre un poco más las piernas- me pidió mientras me echaba crema de afeitar en las bolas y en toda la zona. Nuevamente me acarició abundantemente las bolas, pero no soy un experto en eso de echarse crema ese afeitar por ahí.

Finalmente tomó la maquina de afeitar y comenzó a afeitarme la zona púbica. Prácticamente yo no tenía vellos en el abdomen, por lo que era relativamente fácil decidir dónde empezar a pasar la máquina.

Ni que decir que con la otra mano me sostenía el güevo moviéndolo de un lado a otro.

-Vaya. Lo tienes tan duro que me cuesta mantenerlo apartado de la zona que te estoy afeitando- dijo de forma casual. Aunque me pareció notar una ligera vibración de la voz que, además era un poco más ronca que antes.

Yo no decía nada. Simplemente la dejaba trabajar mientras le veía las tetas casi en mis narices. Me estaba empezando a costar no agarrárselas.

-¿Sabes?- me dijo -Mi novio estudia astronomía y tiene dos meses que se fue a trabajar al telescopio de las Islas Canarias.

-O sea que hace tres meses que no lo ves?- le pregunté.

-Exactamente- respondió, diciéndome con eso que tenía tres meses que no cogía.

-Ya estamos listos por aquí- dijo señalándome el pubis y moviéndome el güevo de un lado a otro. Ya no sólo lo agarraba con la mano completa, sino que cada vez que lo movía de lado, su mano subía y bajaba a todo o largo del mismo, masturbándome descaradamente, aunque muy despacio.

-Bueno, ahora viene la parte más delicada- dijo refiriéndose a la bolas. Para eso tuvo que dejar de agarrarme el güevo para agarrarle las bolas y mantener la piel estirada.

Por otra parte, me dijo que me moviera más hacia adelante y abriera más las piernas. Ella estaba arrodillada encima de otra toalla y se inclinaba mucho para ver exactamente por dónde pasar la máquina. Mi güevo estaba a centímetros de su cara y me pareció que hacía esfuerzos por no metérselo en su boca.

Finalmente terminó con las dos bolas y sólo faltaban unas partes de las piernas y entre las bolas y el ano.

-Levanta las piernas- me pidió.

Así lo hice y ella, con cuidado pasó la máquina por la zona entre mi ano y mis bolas.

-Espérate un momento- me dijo tomando de nuevo la crema de afeitar y enjabonándome la zona de nuevo, incluyendo claro mi ano, al que le encantó echar bastante jabón de afeitar aunque no había allí nada de pelos. Yo me estremecí un poco de placer y ella sonrió satisfecha.

-Ya puedes bajar las piernas- me dijo mientras me secaba el resto del jabón con la toalla.

-Mira- me dijo de pronto -Tienes una gota de líquido en la punta del güevo ¿Puedo limpiarla?-

-Claro- le dije pensando que lo iba a hacer con la toalla, pero no fue así. Acercó su cara y mesó besó la punta de güevo, mientras lo agarraba con la mano.

-Mmmmm- gemí ya sin poderlo evitar.

Por unos momentos dejó sus labios en la punta del güevo, pero luego los fue bajando mientras se metía la cabeza en la boca, para al final deslizar su lengua por toda la cabeza, antes de levantar la vista hacia mi.

-Ay hermanito…. tienes un güevo tan… ¿No te importa que siga jugando con él?-

-Al contrario- le dije -Por favor juega todo lo que quieras con él-

Por lo siguientes minutos Natalia me estuvo comiendo el güevo, metiéndoselo y sacándoselo de la boca despacio, mientras me acariciaba la cabeza con la lengua. Su mano me pajeaba al mismo ritmo, bajando y subiendo, mientras que la otra me acariciaba las bolas.

Algunas veces bajaba la cabeza y se metía el güevo hasta la garganta, pero no llegó a meterlo más adentro.

-Es muy gordo- me dijo.

Luego me pidió:

-No vayas a acabar todavía-

-Está bien- le respondí -Por más que estaba super-excitado, la noche con mamá me había cortado la urgencia.

-Tienes un güevo divino- me dijo finalmente sacándoselo de la boca -Te importa si me lo meto ahora?-

-Haz lo que más quieras hermanita-

-Siiii… -dijo poniendo primero una rodilla y luego la otra la tumbona, hasta estar sobre mi.

Luego empezó a bajarse mientras sostenía el güevo apuntándoselo a su vulva. Ni siquiera jugó con su clítoris. Se lo metió de una sola vez y se bajó hasta quedar completamente sentada sobre mi. El güevo metido hasta el fondo de su vientre.

-Ayyy hermanitooo, quieeeen iba a decir que ibaaas a tener un güevooo taaan ricooo-

-Y que tu ibas a tener una concha tan chiquitaaa…- le respondí sintiendo como su vagina me apretaba todo.

-Veeen… Acariciaaameee las tetaaas- me dijo agarrándome las manos y poníendomelas en sus tetas.

Y entonces empezó una cabalgata impresionante. Si pausa Natalia estuvo brincando sobre mi por unos diez minutos, para terminar acabando violentamente mientras se estremecía y gemía.

-AAAAHHHHH… SIIIIIIII…. AAAAAAHHHHHH-

Por unos minutos se quedó quieta y su único movimiento eran los músculos de su vagina apretándome rítmicamente el güevo.

Luego empezó a girar las caderas. Sin subir o bajar, solamente movimientos circulares que hacían que el güevo le revolviera todo por dentro, además de que la base del mismo se restregase en su clítoris.

Después de un par de minutos así, empezó otra vez a cabalgar.

-¿Todaviiiiaaa aguantaaas hermanitooo?- me preguntó.

-Daleeee…. yo te avisooo…. es taaan ricooo…-

-SIIIIIII…-

Dos veces más acabó Natalia cabalgándome. Una de ellas bañándome con un abundante squirt que mojó aún más la toalla que tenía debajo.

Finalmente yo no pude aguantar más y exploté dentro de ella.

-AAAAHHHHHH…. UUUUUGGGGGRRRRR-

Ella logró un nuevo orgasmo, su cuarto, al sentir mi semen inundándola y por una ultima vez sentí su vagina exprimiéndome.

Volvimos a hacer el amor un rato después, pero ahora conmigo arriba en una clásica postura misionera. Al final nos compusimos un poco, sabiendo que mamá no tardaría en llegar. Yo suponía que mamá no tendría ningún problema que Natalia y yo cogiéramos, pero tampoco era para recibirla todo sudados y oliendo a sexo. Así pues ella recogió las cosas de afeitar y se las llevó a su cuarto. Luego nos bañamos en la piscina, limpiando todas las huellas de nuestro juego. Lo único que no podíamos eliminar era mi afeitada, así que simplemente me puse de nuevo el traje de baño. Evitando, entre otras cosas, que el sol fuese a irritarme. Cuando volviera a hacerle el amor a mamá ya vería cómo le explicaba la ausencia de pelos.

Capítulo 7

-¡Ah! Aquí están- dijo mamá acercándose a nosotros en la piscina.

-Hola mamá ¿cómo te fue?-

-A mí muy bien ¿Y a Uds.?- preguntó mamá. Inmediatamente me di cuenta de que ella sospechaba algo, me pareció ver algo en su mirada. Estoy seguro de que nos equivocamos en algo.

-Nosotros estamos muy bien- dijo Natalia.

-Así es- corroboré yo -Estuve estudiando, pero después vine a acompañar a Natalia en la piscina-

-Ah, claro. Ya veo- dijo mamá, para luego cambiar de tema -¿Y tienen hambre?-

-No, la verdad es que no tengo hambre- dijo Natalia.

-Yo tampoco, aunque en un rato… quizás-

-Yo comí un montón en el desayuno- acotó mamá -Pero me extraña que Uds. no quieran comer. Esas cosas dan mucha hambre-

-¿Esas cosas?- preguntó Natalia, pero mamá no respondió. Sino que por el contrario decidió unirse a nosotros.

-No les importa que me les una ¿no? Se ve rico el sol-

-No, claro- respondí también extrañado por el “esas cosas”.

Así pues, mamá se fue a su cuarto y mientras regresaba, le pregunté a Natalia si ella había entendido eso de: “esas cosas”.

-No- respondió -Ni idea que quiso decir-

-Bueno, ya veremos- dije y cerré los ojos a disfrutar del sol.

A los pocos minutos regresó mamá con una toalla enrollada alrededor del cuerpo, una botella helada de vino y tres copas.

-Noté que no estaban bebiendo nada, así que me tomé la libertad de traer esta botella y tres copas ¿Se animan?-

-Claro, claro- dijimos Natalia y yo incorporándonos.

-Dame el destapador- le dije empezando inmediatamente a abrir la botella.

Mientras, mamá se quitaba la toalla y la colocaba en la tercera tumbona, al lado de Natalia y un poco frente a mí. Yo esperaba ver alguno de sus espectaculares bikinis, pero no, estaba completamente desnuda. Sin hacer ningún comentario, se acomodó en la tumbona, tal como estaba Natalia, boca arriba y con las piernas ligeramente dobladas. Claramente contrastaba su pubis cubierto con una bien cuidado triángulo de vellos, con el pelado pubis de Natalia.

-Ay mamá- dijo ésta -Cuántas veces te he dicho ya que tienes que quitarte eso. ¡Ya no se usa! Todas las jóvenes nos depilamos-

-Si, hija yo sé, pero es una cuestión de costumbre. Toda la vida me he visto mi hermosa pelambre entre las piernas… además, aquí entre nos, me parece más sexy. A mi me parece como una flecha que apunta para mi concha diciendo “Aquí es, aquí es”, jajaja-

-Puedes que tengas razón- respondió Natalia, pero desde hace unos años para acá el depilarse todo el cuerpo, especialmente allí, es lo que usamos todas. Para mí sería como que me propusieras que dejase de afeitarme el sobaco. ¡Arrgghhh!-

-Si, pero habría que preguntarle a los hombres qué prefieren- dijo mamá y luego continuó dirigiéndose a mi:

-A ver hijo, tu prefieres ver un hermoso jardín como el mío- dijo acariciándose sus vellos -o un desierto como el de tu hermana-

-Oh no. No me metan es sus discusiones. Yo he aprendido que cualquier cosa que diga va a revertirse de alguna forma contra mi-

Después de un rato de conversar tonterías y habernos tomado casi toda la botella de vino, mamá volvió a la carga:

-¿Entonces? ¿Les fue bine esta mañana?-

-No sé a qué te refieres, mamá- respondió Natalia sonrojándose un poco.

-Ay hija, pareces boba ¡Y tu hermano también! Apenas llegué les vi las caras y ambos tenían las caras de bien cogidos. Ya saben, se los he explicado antes-

-Pero nosotros…- dije yo.

-No se preocupen. No tengo ningún problema que Uds. tiren entre si, lo único que les pido es que me dejen un poquito de espacio para mí-

-Ay mamá- intervino Natalia levantándose de su tumbona, sentándose al lado de mamá y tomándole la mano -¿Cómo vas a decir eso? Tu sabes que eres mi favorita. ¡Inclusive más que mi novio!-

Yo también protesté, me senté al otro lado de la poltrona y agarrándole la otra mano:

-¡Y por supuesto que yo tampoco voy a dejar de quererte- dije.

-¡Ah! No sabía que Uds. dos ya habían…- dijo Natalia sonriendo.

-Si- dijo mamá -Me decidí apenas hace un par de semanas cuando descubrí que tu hermano tiene unas habilidades… sorprendentes-

-Oh si. Me di cuenta esta mañana. ¿Entonces tú no lo enseñaste?- dijo Natalia que había puesto su mano en una de las tetas de mamá y se la acariciaba despacio.

-No. Yo me di cuenta que cuando venía con sus amigas a pasar la noche-

-¿Tu traes a tus amigas a pasar la noche aquí?- preguntó Natalia extrañada.

-¿Porque no? Es mucho más barato que un hotel- le dije -Y más limpio-

-Bueno, si, pero…-

-El caso es- siguió mamá -Que todas terminaban dándome un concierto nocturno. Dígame “Juuu-juuu”-

-Se llama Virginia mamá- le dije sonriendo porque yo había empezado también a llamarla así.

-¿Juuu-juuu?- preguntó Natalia.

-Si. Una amiga de él que hace así cuando se la están cogiendo- respondió mamá -¡Y a un volumen bastante alto! Además, al día siguiente tiene una cara de “bien cogida” que pareciera que esta flotando en el aire-

-Jajajaja- reímos Natalia y yo.

-Entonces le propuse que se cogiera a Marta, la vecina-

-¿La vecinita de arriba?-

-Si, la que está casada con un tipo mucho mayor que ella. El caso es que nunca habían cogido bien. Nunca había tenido un orgasmo-

-¿Y el esposo… nada?-

-Si, el esposo se la cogía como en los tiempos de antes: mete-saca, mete-saca, acabo y fuera. ¡Tres minutos y listo! Ella no tenía tiempo ni de enterarse-

-¡Wow!- dijo Natalia -Pobre chica-

-El caso es que cuando me enteré, lo primero que se me ocurrió fue cogérmela yo misma, pero después pensé que le sería más fácil si era un hombre y entonces pensé en tu hermano. Si era tan bueno con Juu-juu, podría serlo con Marta-

-Realmente una buena idea y me imagino que funcionó, claro. Con ese equipo y esas habilidades- dijo Natalia sin dudarlo, mirando mi entrepierna. A todas estas yo no me había quitado el traje de baño, aunque mi güevo ya empezaba a reaccionar. Sobretodo que yo había empezado a acariciarle la cara interna del muslo a mamá. Pasando la mano desde la rodilla hasta cerca de su vulva.

-Por supuesto que funcionó- dijo mamá gimiendo un poco por nuestras caricias -mmm-

-El caso es que cuando me “informaba” de los avances, yo me excitaba mucho, así que terminamos en la cama… ¿O fue en el sofá?- me preguntó a mi.

-En el sofá me diste una mamada de película, pero luego nos fuimos a tu cuarto y seguimos allá-

-¡Ah! Ciertamente-

Natalia había avanzado más y le estaba chupando las tetas a mamá, mientras que yo le acariciaba la vulva. Ella se dejaba hacer, acarreando la cabeza de Natalia con una mano y con la otra mi brazo.

Yo ya estaba endurecido, pero todavía dudaba en quitarme el traje de baño por lo de la afeitada de Natalia, pero estaba claro que no podría evitarlo.

Entonces Natalia dejó las tetas de mamá y empezó a bajar con su boca hacia la vulva de mamá, al tiempo que ella me decía:

-Deja a Natalia, hijo. Tu me la comes de maravilla, pero nada como una mujer para darle a otra lo que más le gusta-

-Mmmm- protesté -Pensé que te encantaban mis mamadas- le dije mientras me movía para comenzar a besarla en la boca.

-Claro que me gustan hijo, pero te repito, nada como una mujer que sabe ¡Y Natalia es la mejor!-

-Ni modo- dije un poco celoso mientras le metía la lengua en la boca a mamá y Natalia, arrodillada entre sus piernas se divertía comiéndole la vulva.

-Mmmm…- queee ricooo comooo me acariciaaan mis hijooosss-

Así pasamos varios minutos. Natalia estaba en doble función, porque no solo se comía a mamá, sino que con una mano se acariciaba ella misma y con la otra me acariciaba a mí-

-¿Qué haces que no te has quitado el pantalón hermano?- me dijo.

Entonces me levanté, me quité el traje de baño volví a besar a mamá, que no se dio cuenta de mi afeitada.

Pero entonces mamá se separó de mi y empujó un poco a Natalia.

-Y por más bien que me comes hija, hay algo que tiene Marcos que no tienes tú, jajaja. Ven hijo, acuéstate aquí- dijo levantándose y dejándome espacio para que me acostara yo.

-¡¡¡Hey!!! ¿Pero qué tenemos aquí? ¿Dónde están tus pelos? Jajaja-

-Bueno…- dije bajando la mirada.

-Fui yo, mamá. Lo convencí de que me dejara practicar. Quiero afeitar a mi novio y se me ocurrió practicar con Marcos-

-Jajaja. Muy bien hijo, a mi no me gustan mucho los hombres afeitados pero en este momento lo que necesito está perfecto. Acuéstate aquí-

Una vez que me acosté en la tumbona, ella pasó su pierna por sobre mi cuerpo, sentándose a horcajadas sobre mi abdomen, dándome la espalda. Luego me agarró el güevo y apuntándolo hacia su vulva se movió hacia mis pies al tiempo que se lo encajaba.ja

-Mmmm. Afeitado o peludo… es maravilloooosooo- dijo cuando se acomodó con el güevo hasta el fondo.

Luego se recostó hacia atrás con cuidado.

-Voy a acostarme sobre tí hijooo-

Eso causó que el güevo se saliera un poco, pero no se pude tener todo ¿no?

-Ahora te toooca a tí, hija ¿Puedes seguir comiéndome como lo estabas haciendo antes?-

-Claro mami. El güevo de Marcos está un poco en el camino, así que voy a tener que pasarle la lengua a él también, pero dudo que vaya a protestar por eso-

Así pues, entre mi hermana y yo le dimos a mamá un regalo maravilloso. Ella se movía poco, pues no estaba muy estable acostada sobre mi, pero no importaba. Yo le acariciaba las tetas desde atrás, quizás con un poco de demasiada dureza, pero ella no se quejaba, así que seguí apretándoselas y pellizcándole los pezones duro.

Mientras trataba de mover mis caderas, pero no era mucho lo que podía hacer en ese frente. Allí la que mandaba era mamá, quien pronto descubrió que apoyando los pies en el borde de la tumbona, podía mover las caderas, lo que probablemente le complicaba la tarea a Natalia, pero eso no era mi problema, ni siquiera podía ver lo que sucedía allá abajo. De vez en cuando sentía la lengua de Natalia deslizarse por la parte inferior de mi güevo, pero nada más.

Mi problema eran las tetas de mamá y allí estaba aplicando toda mi experticia. Las apretaba, las acariciaba y las retorcía y al final, volvía a empezar de nuevo.

Pronto mamá alcanzó un orgasmo demoledor:

-AAAAYYYY… SIIIIII… QUEEEE… RIIIICOOOO-

Pero Natalia aparentemente no la dejó en paz y siguió comiéndole el coño, por lo que en pocos momentos mamá dejó de gemir para comenzar a moverse de nuevo. Para en unos minutos más, volver a explotar, esta vez de forma menos violenta.

Yo sentía como un flujo de líquidos bajaba de entre sus piernas y caía sobre mis bolas y después sobre la tumbona.

Entonces ella trató de incorporarse, pero Natalia volvió al ataque entre sus piernas diciéndole:

-Una vez más, mamá, regálame uno más-

-No puedooo hijaaa… no puedooo…-

Pero Natalia la ignoró y siguió comiéndole el coño. Entonces mamá terminó de incorporarse, con lo que ya no tuve acceso a sus tetas, pero por otra parte, mi güevo se le metió hasta el fondo de nuevo.

Entonces se apoyó con los pies en el suelo y las manos en mis rodillas y empezó a subir y a bajar sobre mí.

-Siiii… hija… una vejez maaasss…. unaaa…-

En realidad Natalia ya no podía seguir comiéndosela, se movía muy rápido, pero sustituyó su lengua por sus dedos y siguió acariciándola.

Pasaron uno o dos minutos más y finalmente mamá volvió a explotar:

-AAAAHAHHHHAAAAAHHHHH….-

Dejándose caer sobre mi con fuerza. Su vagina pulsaba débilmente, pero igual era su tercer orgasmo en menos de media hora.

Esta vez Natalia la dejó descansar, acariciándole la cabeza y besándola en la cara y los labios con gran dulzura. Finalmente cuando tuvo mamá recuperó el aliento, se levantó definitivamente moviéndose a la otra tumbona:

-Gracias, hijos. Eso estuvo riquísimo- nos dijo-

-De nada, mamá- respondió Natalia con la boca toda mojada con su saliva y los jugos de mamá -Y si no te importa, ahora voy a aprovechar esto que me dejaste aquí-

Entonces Natalia se arrodilló en la tumbona, pero ahora viendo hacia mi y agarrándome el güevo con la mano, se bajó hasta empalarse ella. Natalia tiene una vagina mucho más estrecha que la de mamá, pero estaba tan mojada que igual la penetré sin ningún problema.

Cuando finalmente sus nalgas quedaron sobre mi y el güevo lo tenía hasta el fondo, se agarró de mis hombros y empezó a moverse, tanto girando las caderas, como subiendo y bajando.

Yo me apoderé de sus tetas, también distintas a las de mamá, mucho más duras y le apliqué el mismo tratamiento rudo que hice con mamá, e igualmente, tampoco protestó, disfrutando tanto como ella.

-AAAAYYYYY… SIIIIIII…. AAAAHHHH- gemía cada vez que con fuerza bajaba su cuerpo y el güevo le removía todo por dentro. Luego hacía un gran círculo con las caderas y volvía a levantarse.

Yo también gruñía y gemía, pero comparado con ella, no pasaba de ser un susurro.

-SSIIIIISSSSSIIII…. AAAAHHHH…. OOOOOHHHHH…. JUUUUUMMMMM-

Si, hasta algunos de los “Juum” de Virginia aparecieron en su voz.

Poco tiempo después cuando yo pensaba que no iba a aguantar más, ella me dijo:

-Vaaamooooo a acabalar juntos hermaniiitooo-

-Siiii… - le respondí -Yaaa meee faltaaa pocooo…-

Pero apenas logramos hacerlo. En realidad yo acabé primero y ella lo hizo sólo cuando sintió mi semen bañándole su vientre.

Mamá se levantó de su poltrona y nos abrazó.

-¡Qué lindos mis hijos!- dijo con la voz entrecortada de la emoción.

Fin

14 de febrero de 2020