Mi madre... La ramera

Mi relato especial que escribí por ser el día de las madres, creo que el titulo del relato es más que suficiente para que sepan de que va la historia.

Todo hijo debe amar a su madre, así se nos educa en la escuela.  No nos dicen que la amemos a pesar de sus defectos o de sus errores. No nos dicen que la amemos sin importar su comportamiento. Simplemente hay que amarla.

Pues yo a la mía la amo intensamente. A pesar de que ella está muy lejos de ser la madre ejemplar, más bien es todo lo contrario. Pero para no enredarlos comenzaré  contándoles desde el principio mi historia.

Mi madre ha tenido una vida difícil, pero se ha sabido acomodar a esa vida y sobrellevarla. Haber sido madre soltera a los 16 años fue un duro golpe, pero de ahí en adelante ella decidió no rendirse, el problema es que su forma de salir adelante es todo menos elegante.

Ella se dedica a la prostitución. No es mala idea considerando que hoy en día a sus 41 años sigue siendo bastante atractiva. Obviamente su oficio le ha robado un poco de su belleza, pero sigue siendo una mujer muy sensual.

Sus caderas son su principal atributo, tiene un culo enorme, bien redondo y parado. Obviamente lo luce muchísimo con esas minifaldas de cuero que suele usar, y cuando digo minifaldas ustedes saben de qué hablo, de esas que dejan la mitad de las nalgas al aire y muestran sus tangas de encaje o de hilo dental que usa todos los días. Sus piernas son largas y muy bien torneadas, no en balde pasa la mitad de la noche de pie en esas zapatillas de plataforma y tacón de aguja. La otra mitad de la noche la pasas con las piernas al aire. Siempre usa medias de red y liguero, si algo sabe hacer es vestirse para seducir. Por último sus tetas son enormes y aunque ya están un poco caídas, aun se resisten a la fuerza de gravedad, nada mal porque en mi vida la he visto usar un sostén. Siempre usa tops muy pequeños y escotados que dejan ver muy bien esa línea en medio de sus tetas y que es tan tentadora. Y sí, tiene una pequeña lonjita en la cintura, pero nada que demerite su atractivo visual, al contrario, a mí me excita mucho más. Además mi madre es una mujer bastante bonita, a pesar de las plastas de maquillaje que se pone luce muy bien. Se tiñe el cabello de rubia, porque según así atrae más clientela y usa pestañas y uñas postizas, todo lo que exige su profesión.

Yo me acostumbré desde muy chico a la idea de que mi madre era una puta profesional. Más cuando suele llevar a sus clientes de confianza, que son muchos, a la casa. No solo eso sino que también lleva a algunas de sus compañeras cuando se alquilan por pareja o por más de dos. Con decirles que tenía yo 15 años cuando una de sus colegas me inició en el sexo.

Obvio mi relación con mi madre no es lo más normal que digamos, desde la pubertad ya la veía como un objeto sexual, a pesar de que nunca hice nada por poseerla. Siempre supe sustituirla con sus compañeras de oficio imaginando que era en realidad ella a la que me cogía. Pero de que me le hubiera dado a ella desde aquel entonces, no lo hubiera dudado de haber tenido esa oportunidad.

Obvio ella pasaba todo el día durmiendo, así que no tenía mucho contacto con ella, solo en las noches cuando ella llegaba con algún cliente y la espiaba era cuando la veía despierta. Para mi ella era solo eso, una puta que ganaba dinero para mantenerme.

Las cosas dieron un vuelco radical una noche que ella llegó totalmente ebria y drogada a la casa, al parecer estuvo en una fiesta y alguna amiga la trajo a la casa inusualmente temprano porque se puso muy mal. Yo oí la voz de dos mujeres cuando me desperté, pero cuando se abrió la puerta de mi recamara mi madre estaba sola y entró tambaleándose hasta acostarse en mi cama. En el estado en que venía no supo ni distinguir la puerta de su propia recamara y terminó metida en la mía, sin percatarse de que estaba yo acostado, o tal vez creyendo que era yo algún cliente que la estaba esperando.

Cayó rendida en un segundo, cuando vi ya estaba roncando suavemente. Me levanté, encendí la lámpara y me dispuse a quitarle los zapatos y vi que no traía bragas, pude ver su coño en la pálida luz y tuve una erección inmediata. Yo dormía solo con boxers, pero esa noche decidí quitármelos, ya estaba decidido, me aprovecharía de su estado y la violaría.

Primero la puse de lado y me pegué a sus espaldas, metí mi mano lentamente entre sus piernas y con la otra le acaricié las tetas, ella ya no roncaba, pero no daba señales de despertar. Entonces me volví más atrevido, en lugar de acariciarle las tetas le apreté fuertemente los pezones, ella soltó un gemido casi inaudible, pero nada más. Mi mano que tenía entre sus piernas comenzó a explorar su coño, primero por fuera y luego un poco más adentro. Mis dedos jugaban con su lugar más íntimo y ella seguía totalmente noqueada. Le comencé a besar los labios y el cuello, era como un maniquí de carne y hueso.

Mi verga estaba que explotaba, me levanté y se la acerqué a la boca, primero quise sentir su aliento sobre mi miembro, casi sentía como me palpitaba la verga y se ponía más dura de lo que jamás había estado antes, creí que tenía un verdadero tubo entre las piernas. Ninguna de sus compañeras de trabajo, ni ninguna de mis novias me había puesto el pito en esas condiciones. Le acerque el miembro a sus labios, rozándoselos primero, y poco a poco se la fui metiendo hasta que pude sentir su lengua sobre mi glande. Hubiera seguido hasta llegar a su garganta, pero se atragantó con mi verga y su saliva por lo que empezó a toser suavemente así que decidí dejar su boca por la paz. Obviamente eso significaba que iría por el premio mayor.

La puse boca arriba y le abrí las piernas, primero la olí y pude constatar que nadie la había usado esa noche, además, lo que sea que haya tomado mi madre esa noche debió ser algo parecido a sedante para elefantes porque ella ni siquiera suspiró cuando puse mi boca entre sus piernas y comencé a comerle su panocha. Sentía que estaba en el festín más exquisito del mundo. Mi lengua no paraba ni un momento y pude sentir como mi madre se mojaba aun a pesar de estar dormida. No sé cuánto tiempo pase comiéndome a mi madre, pero juro que yo sentí como si fueran solo unos segundos, aunque seguramente fueron varios minutos, me detuve cuando los jadeos de mi madre subieron de intensidad, al parecer ya no tardaba en despertarse y no quería que se despertara antes de aprovechar al máximo la situación. Me recosté sobre ella y le fui introduciendo mi verga lentamente. Ella estaba tremendamente mojada por lo que penetrarla no fue tan complicado, en unos segundos ya la tenía totalmente ensartada con mi verga.

En ese momento decidí que ya había pasado el punto sin retorno, ya no me importaba que se despertara, yo me iba a coger a mi madre e iba a disfrutarlo al 100%. Empecé a mover mis caderas, metiendo y sacando la verga con más intensidad en cada sacudida. Mi madre gemía más y más cada vez, se notaba que no era la primera vez que se la cogían mientras dormía. Eso lo supuse pues a pesar de que ya estaba casi totalmente despierta no se resistía a la violación, al contrario.

Yo estaba a punto de venirme, e hice hasta lo imposible por venirme en silencio para que mi voz no me delatara, estaba seguro de que ella creía que yo era uno de sus clientes. Al final me deje ir dentro de mi madre. No recuerdo otro día en que me haya salido tanta leche de la verga. Escupía una y otra vez mi semen adentro de su coño, creía que la vida misma se me iba dentro de ella.

Ella murmuró algunas palabras que no pude entender, yo me levanté y me puse de nuevo mi bóxer. Me recosté a su lado y cuando me fijé, ella ya se había dormido nuevamente. Sonreí, seguramente mañana no recordaría nada de lo ocurrido.

Como era de esperarse me desperté yo primero. Me fui a trabajar y la deje descansar en mi cama. Todo el día estuve pensando en lo que había hecho, me sentía feliz pero insatisfecho a la vez. Tenía muchas ganas de cogerme nuevamente a mi mamá, no una, sino todas las veces que fuera posible. Me pasé el día entero pensando en una solución a mi problema, pero nada se me ocurría.

Al final llegué a casa como todos los días, con esa combinación de deleite y de descontento. Al final era más mi frustración, creía que esa oportunidad no se repetiría en mucho tiempo. Cuando llegué mi madre se estaba preparando para salir a trabajar. Ese día llevaba una micro-falda color negro, con una tanga roja debajo, medias negras de red con liguero, zapatos de tacón rojos y un top rojo también. Ella estaba en la cocina buscando comida, me asomé y la saludé, ella no me contestó. Fue al refrigerador y se agachó a buscar algo. Pude ver como se asomaban sus nalgas que la noche anterior habían sido solo mías. Decidí tomar el riesgo y me paré detrás de ella, la abracé por la cintura y le pegué mi miembro que sobra decirlo ya palpitaba de deseos de penetrarla nuevamente.

Ella por fin me habló, me dijo que estaba loco, que la dejara ir. Ahora era yo el que no hablaba, la empujé contra la mesa y la incliné encima de ella. Tenía el culo puesto para ser penetrado, yo no me lo pensé, me saque la verga del pantalón y le hice a un lado su tanga. Ella trataba de soltarse, pero con poca convicción, como que se resistía solo por compromiso y no por verdadero rechazo hacía mí. Esta vez le iba a penetrar el culo, ella solo me interrumpió una última vez antes de ceder a mis impulsos, me dijo algo que me dejó sorprendido pero mil veces más excitado. Sus palabras exactas fueron: “No creas que me vas a poder coger cada que se te dé la gana sin pagarme, aunque seas mi hijo la próxima vez te va a costar como a todos los demás”. Cuando terminó de hablar dejo de resistirse también, abrió bien las piernas y me dejo meterle la verga. Lo único que le dije entre risas fue: “¿Estás segura que no me puedes hacer un descuento madre?” Ella se rio también, mi verga entraba y salía con frenesí, no sé con qué clases de hombres se meta mi madre, pero dudo que le hayan dado muchas cogidas tan buenas como la que le estaba dando en ese momento. Lo que sí les puedo asegurar es que mi madre es una puta de la mayor calidad.

Hoy en día mi madre no se va a trabajar sin que me la coja yo primero todas las noches, y sus días de descanso los pasa en la cama conmigo. Me he vuelto su amante de cabecera, lo único malo es que ya no me deja coger a sus amigas, también ha dejado de llevar a sus clientes a la casa, con una que otra excepción. Lo mejor de todo es que eso de cobrarme por cogérmela era pura broma, o ya estaría yo en la bancarrota.

FIN