Mi madre es una puta 4
En este relato cuento como termino de cerrar la trampa sobre mi madre y como ella me da una buena sorpresa, la verdad es que por muy puta que piense que sea he de reconocer que aún lo es más.
Estaba realmente satisfecho de mí mismo, había hecho un buen trabajo. En menos de lo que se dice había convertido el cuarto de mis padres en un auténtico set de grabación. Tres minicámaras estratégicamente distribuidas y un micrófono para no perder detalle de lo que se decía, con la zorra de mi madre lo que se hablaba era casi más interesante que lo que se hacía. Había sido una pequeña inversión, pero al fin y al cabo qué negocio no necesita de un capital inicial, y estaba seguro que iba a recuperar con creces todo el dinero invertido.
Por suerte soy un manitas de la electrónica y sé bastante de ordenadores, con lo que me fue fácil conectarlas todas al mío por wi-fi y enlazarlo con mi smarthphone. De este modo no tenía que arriesgarme a que me pillaran mientras les espiaba tras la puerta, aunque con el ardor que ponía mi madre y Mauricio no había mucho riesgo de que tal cosa sucediera. Pero además tenía la ventaja de que podía seguir con mi vida sin tener que estar pendiente de cómo y cuándo mi madre le hacía crecer la cornamenta al imbécil de mi padre, o al que se pensaba que era mi padre, que a estas alturas de la película ya no sabía de qué leche había salido yo. Es una lástima no poder cagarte en nadie por temor a hacerlo en tu auténtico padre. Casi solté una carcajada por la broma que me había hecho a mí mismo y no hubiera sido muy adecuado hacerlo en la biblioteca de la Facultad.
Justo ahí, al cabo de unos minutos, mientras me aburría leyendo un libro de mi carrera, escuché el aviso del móvil. La muy puta se había adelantado, Mauricio solía follársela por la tarde, pero se ve que como esta mañana no había catado la polla de Malú necesitaba una urgentemente. Mi madre era incansable, sino fuera porque de ese ardor iba a sacar un buen dinero era cosa de llevarla a un médico para ver si tenía arreglo y se le podía calmar ese furor uterino que la dominaba.
Así que saqué el móvil, me ajusté bien los auriculares y me puse a contemplar el espectáculo que me tenía preparado mi madre. Menuda sorpresa se iba a llevar, pues no hace falta decir que todo lo que recogieran las cámaras se grababa en mi ordenador, ya me encargaría de hacer una buena posproducción de las folladas de mi madre para que disfrutara tanto ella como Mauricio de la película con la que íbamos a poner en marcha nuestra pequeña sociedad.
Pero esta vez la sorpresa me la llevé yo. No era Mauricio, ni Malú, sino Juanjo, mi mejor amigo. Por poco me caigo de la silla, la muy zorra no se detenía ante nada ni nadie. Pero ahí estaban, besándose delante de las cámaras. Y el muy cabrón me había mandado hacía una media hora un mensaje diciéndome que llegaría tarde a la Universidad, que le cubriera con su novia. Y yo, como un tonto, le respondí que disfrutara con el coñito que se iba a follar y que se corriera una vez en mi nombre. El muy guarro me contestó con una ”jajaja” y que vale, que lo haría. Menudo cabronazo, lo que se debió de reír mientras lo escribía, estaba bien que le pusiera los cuernos a mi padre, pero que se riera de mí me puso realmente furioso. Pero a pesar del enfado he de reconocer que tenía su lado positivo, un nuevo amante que poner sobre la mesa, o mejor dicho, sobre los cuernos de mi padre para obtener un buen puesto en la sociedad. Un amante que era el mejor amigo de su pobre hijo, quien en un momento dado podía ir lloroso ante su padre para decirle el horror que había descubierto, y con su mejor amigo. Sin contar con la satisfacción de que no podían funcionar mejor las cámaras. Se veía perfectamente el espectáculo.
Mientras tanto, Juanjo, tras un largo y apasionado beso en que mi madre le metía mano en el culo, le había bajado el vestido y cogido las tetas, amasándolas como si fueran pan.
-Qué ricas, me encantan, la tienes firmes y turgentes, nada de caídas, no hago más que pensar en comérmelas. Me vuelven loco. Si es que es un pecado que sólo tu marido disfrutara de ellas.
Y fue lo que hizo, las alzó levemente y comenzó a mordisquearlas. Primero pequeños besos, después lametones para al final comenzar a succionar y morder los pezones de mi madre. Y desde luego no tenía que preocuparse por que mi madre cometiera ese pecado, debía ser el único que no cometía.
-Qué buenos pezones, que grandes y hermosos los tienes, puta.
Y volvió a mordérselos, tirando de ellos, pasando de uno a otro mientras la iba empujando hacia la cama hasta que al final cayeron sobre ella entre risas. Y es que los tenía bien hermosos, había que reconocerlo, puntiagudos y con una buena aureola realmente apetitosa. Siendo un bebé había mamado de ellos, pero ahora sentía un deseo más morboso, un deseo que iba creciendo día a día dentro de mí.
De un salto se puso de rodillas en la cama con mi madre entre sus piernas mientras ésta le acariciaba el paquete, el descomunal paquete. Menuda polla se le estaba poniendo al cabronazo de mi mejor amigo, como no se diera prisa la muy zorra en quitarle los pantalones iba a reventarlos. Y eso fue lo que debió pensar pues rápidamente se los bajó junto con el calzoncillo liberando una buena herramienta. Tenía que reconocer que no tenía nada que envidiar a la de Malú o a la de Mauricio, es más, creo que las superaba, es evidente que mi madre se los buscaba bien dotados, claro que para llenar ese coño hace falta un tamaño XXL como mínimo. Pero Juanjo iba a dejar bien alto el producto nacional.
-Qué rica la tienes, acércate que me la voy a comer entera.
La muy zorra ya le tenía bien agarrado por la polla y se la recorría con la mano con la habilidad de toda una profesional, apretando y aflojando mientras la deslizaba hacia ella al tiempo que con la otra acariciaba los huevos de Juanjo, que se echó hacía adelante, directo su polla a la boca de mi madre que ya la tenía abierta y con la lengua sacada, moviéndola con vicio. Justo un poco antes de que sus labios rozaran la punta del capullo lo paró y volvió a echar hacia delante el prepucio, alzó la cabeza y metió la lengua entre la piel del capullo y el glande. Menuda viciosa, eso no lo había visto ni en las películas porno. Y debía de ser algo realmente delicioso, pues Juanjo cerró los ojos al tiempo que alzaba la cabeza de puro placer y la llamaba puta viciosa.
Jugueteó de ese modo un rato con el glande hasta que le retrajo la piel mostrándolo enrojecido, parecía a punto de explotar, era como si palpitara. Pero aún no se lo introdujo en la boca, sino que con la punta de la lengua acarició el agujero del glande, empujándola un poco, como si fuera a meterla dentro, lo que provocó un suspiro de placer de Juanjo que tensó todo su cuerpo de puro gusto. No creo que no hubiera ningún vicio que no conociera y practicara la zorrona de mi madre, pero era bueno que así fuera, iba a ser una auténtica puta de lujo y los clientes eran justo eso lo que iban a pedir, lo que no ofrecían las putas de la calle.
Tras recorrer varias veces con la lengua el surco que separa el glande del resto de la polla, sólo con la punta, se la metió en la boca, comenzando con una buena chupada del capullo mientras le pajeaba el tronco con fuerza.
-Así, así, que bien me la mamas, me vuelves loco, no pares. No pares.
Como si la guarra de mi madre necesitara que la animara, que se la tragó entera, y era larga, muy larga, pero creo que no hay polla que no entre en mi madre hasta los huevos, no importa por donde se la introduzcan. Juanjo se volcó sobre la cara de mi madre y apretó con fuerza mientras ésta giraba la cabeza. Por un momento pensé que la iba a asfixiar pero mi madre bien que aguantó hasta que con un gemido de placer se la sacó completamente brillante. Sonrió y tras besarle el capullo varias veces continuó con la manada.
Juanjo mientras tanto se giró y se puso a cuatro patas a la vez que mi madre continuaba con la manada, la verdad es que la muy zorra es muy habilidosa y cuando agarra una polla ya no la suelta hasta dejarla seca.
-Qué coñito más rico me voy a comer, me encanta beberme tus jugos.
Se relamió mientras hundía la cabeza, comenzando la comida del coño de mi madre, y de sus jugos y supongo que de algún que otro resto de leche de sus amantes que aún siguiera dentro, que con menuda colección de leches terminaba todas las noches el coño de la muy guarra. Pero, o no lo sabía Juanjo o le daba igual, pues continuó lamiéndoselo y jugando su lengua con el clítoris de su amante que entre chupada y chupada de polla gemía de placer.
-Rico, muy rico, pero espera que te lo quiero follar, que no aguanto más.
Alzó la cabeza y se giró. Miró a mi madre con deseo y ésta alzó la mano para limpiarle la cara, pues la mitad la tenía llena de sus jugos. Juanjo le cogió la mano y se la lamió, dedo por dedo, mientras le decía que era el coño más rico que había probado. Se veía que la mezcla de tanta polla le debía dar un sabor especial. Sonreí ante tal pensamiento, aunque he de reconocer que yo también sentía deseos de averiguar a qué sabía ese coño.
-Si, Juanjo, cariño, fóllame hasta reventar, que tú eres de los que tienen mucho aguante, hoy quiero que lo hagas con la figura del velero, que con ésa siento muy bien tu polla, muy dentro de mí.
Joder, se debía conocer todas las posiciones del Kama Sutra, pues alzó las piernas y las puso formando una uve, bien abiertas. Juanjo, sonriendo, le cogió los tobillos y apuntó con su polla al coño que se le abría con deseo. Se inclinó hacia adelante e introdujo el capullo arrancando un suspiro de placer. Cerró los ojos y terminó de echarse hacia adelante metiendo lentamente su larga y gruesa polla dentro de mi madre.
-Qué bueno, Juanjo, que buena polla tienes, que caliente y dura. Cómo me gusta sentirla abrirse dentro de mí, hasta el fondo, hasta el fondo, no pares, mete los huevos.
La muy guarra se estaba revolcando de placer mientras era atravesada por mi mejor amigo que no paró hasta tenerla completamente enterrada dentro de mi madre. Se curvó hacia adelante y le dio un beso al tiempo que comenzaba la follada. Toda una cabalgada. No era de los que empiezan lentamente y van a más. Desde el primer momento comenzó a darle caña de la buena. Como la tenía bien agarrada por los tobillos y con las piernas formando una gran uve mi madre no podía apenas moverse y estaba completamente a la merced de las envestidas de Juanjo, que eran realmente poderosas. Con cada una sacaba prácticamente la polla del coño para entrar de nuevo con todas sus fuerzas, arrancando gritos de placer de mi madre que se amasaba las tetas y miraba con deseo a mi amigo.
-Así, con fuerza, con fuerza, amor mío, fóllame como sólo tú sabes, cariño, hazme correr varias veces.
Juanjo se limitó a follársela con más ímpetu y ya casi se oía más el crujir de la cama que los gemidos de los dos amantes. Cualquier día iban a romperla, sería divertido escuchar qué cuento le contaba a mi padre, claro que si mi madre se tragaba cualquier polla por grande que fuera la verdad es que mi padre se tragaba cualquier bola, por grande que fuera. Y el tío no paraba, era una máquina, así estaba de contenta su novia. No se cansaba, entraba y salía con todas sus fuerzas, sin bajar el ritmo mientras mi madre no paraba de gemir y chillar de placer hasta que de pronto arqueó la espalda y con un profundo gemido se corrió. Juanjo no paró, continuó follándosela aún con más brío mientras mi madre se corría.
-Eso, no pares, no pares, por favor, no pares.
Apenas se le entendía, era más un gemido que un susurro, pero bien que lo escuchó Juanjo que continuó con las salvajes embestidas. Yo miré el reloj, pues podía llevar más de ocho minutos con la follada de coño y no mostraba signos de cansancio. Me había asombrado Malú hacía dos días, pero mi amigo le iba a superar. Y tanto, pues pasados los diez minutos mi madre lanzó otro gemido y gritó que se corría de nuevo, que se moría de gusto. Y el muy cabrón, imperturbable, continuaba con la follada. Su cadera parecía un martillo neumático, golpeando con ritmo frenético el coño de mi madre, como si quisiera entrar dentro de él.
-¿Te gusta, zorra. Quieres más?
-Sí, no pares, sigue, cariño, que estás a punto de romper tu propio récord. Sigue, sigue.
Iba a romper su récord y el coño de mi madre, que el bestia de mi amigo ya llevaba casi veinte minutos follándosela sin parar, sin un descanso. Su cuerpo brillaba de sudor mientras mi madre ya sólo era una masa de carne temblorosa, palpitante, que se estremecía con cada una de las brutales embestidas de Juanjo. Definitivamente en la clasificación de amantes de mi madre el que iba por ahora a la cabeza, no sabía lo que podía descubrir mañana, era mi buen amigo. Lástima que necesitáramos a Mauricio y sus contactos, pues sino me quedaba con Juanjo como chulo, pero no se podía tener todo, tendría que conformarse con follársela de vez en cuando sin entrar en el negocio.
-Me corro, puta, me corro, no puedo más, te lo juro, me va a explotar la polla.
-Un poco más, Juanjo, un poco más, que yo también me corro, quiero correrme por tercera vez, cariño. Me voy a correr contigo en una sola follada más veces que con mi marido en todo el año.
Juanjo se rió ante la ocurrencia de mi madre y eso le permitió aguantar un poco más, lo suficiente para que mi madre se corriera por tercera vez. Fue un prolongado gemido que se unió al de mi amigo que soltó un grito al tiempo que clavaba una y otra vez su cadera en mi madre, descargando toda su leche, prolongando aún más la corrida de mi madre.
Cuando terminó se dejó caer sobre su amante, hundiendo su cabeza entre sus pechos al tiempo que ésta se la acariciaba.
-Genial, has estado genial, creo que has batido tu propio récord, campeón.
Y así debía ser, que había estado más de veintidós minutos follándole el coño, veinticinco, cuando tras volver a ver la escena la cronometré.
-Sí, es que me vuelve loco estar en tu coño. Es el mejor coño que me he follado, el de mi novia apenas me da placer comparado con el tuyo. Me lo estaría follando todos los días, a todas horas.
El pobre no sabía que iba a tener que hacer cola, que en ese coño había lista de espera, otra vez tuve que contenerme para no soltar una carcajada por la ocurrencia. No estaba bien que me riera de ese modo del coño de mi madre, no por ser mi madre, sino por el mucho dinero que me iba hacer ganar.
-Qué malo eres, no te da vergüenza ponerle los cuernos al padre de tu mejor amigo.
-Por follarme este coñito le pondría los cuernos hasta a mi propio padre si te casaras con él. Además, te recuerdo que yo no empecé, que fuiste tú, hace un año, aquél día que vine buscando a tu hijo y me violaste en el sofá de tu salón, que ni llegamos a la cama. Qué culpa tengo de que la madre de mi mejor amigo sea una puta.
-Es que desde que te vi supe que tenías un polvo de primera. Y no te hagas el inocente, que me di cuenta como me mirabas con deseo. Pero al fin y al cabo es lo que tú dices, sería un pecado que sólo mi marido disfrutara de mis habilidades.
Sí, muy propio de la puta de mi madre, polla que desea polla que se folla lo antes que puede. Apagué el móvil pues ya tenía más que suficiente mientras me decía a mí mismo que mi pobre amigo no tenía la culpa, tenía razón, qué culpa tenía de que mi madre fuera una puta. No había polla que se resistiera a mi madre, pero aún así me cabreaba que se riera de ese modo de mí. Ni mi padre ni su furcia se merecían ningún respeto, pero yo era su mejor amigo y tenía que habérmelo dicho, lo hubiera entendido. Pero ahora tendría que castigarle de algún modo. Lo que no sabía es que iba a vengarme mucho antes de lo que creía y de un modo realmente cruel, pero no adelantemos acontecimientos.