Mi madre es una puta 3

Continuo con las aventuras sexuales de mi madre, así como con mi plan para sacar partido de lo muy puta que es. Hoy un nuevo descubrimiento.

Había estado pensando por la noche sobre el negocio que se iba a montar Mauricio con el coño de mi madre. No me cabía la menor duda de que el muy cerdo había visto que de ese coño podía sacar un buen dinero. Era como si lo estuviera viendo, pero lo que no sabía es que no pensaba quedarme sin mi parte. Un tercio, al menos, del dinero que se ganara con ese coño iba a ser para mí.

Yo entendía que Mauricio se llevara su trozo de pastel, al fin y al cabo él iba a ser quien buscara a los clientes y su polla la que iba a convencer a mi madre de que pusiera su coño en alquiler, pero yo también iba a colaborar en el negocio con mi silencio. Me tuve que tapar la boca, pues era de madrugada, al soltar una carcajada al pensar que mi madre iba a ganar dinero abriendo la boca, la boca y todo el resto de sus agujeros, y yo por tenerla cerrada.

Y no sólo ésa era mi aportación, que esta misma noche había hablado seriamente con el cornudo de mi padre y le había dicho que mamá no tenía control en los gastos y no sabía moderarse, por lo que lo mejor era que le redujera el dinero que le daba, eran tiempos de crisis. Me miró fijamente y me dijo que pensaba igual y que le había dado el empujón que necesitaba. El empujón para tener los mayores cuernos de la ciudad, diría yo, pues con lo que a mi madre le gustaba los lujos en cuando se enterara de que iba a tener menos dinero para sus gastos el trabajo de puta le iba a parecer mucho menos cuesta arriba de lo que ya se le antojaba. Os preguntaréis qué era lo que me empujaba a convertir a mi madre en una puta. No os engañéis, ya lo era, sólo que ahora lo era por vicio y sólo ella obtenía beneficio, lo único que estaba haciendo era empujarla a que fuera una puta por dinero y así todos ganáramos.

Sonreí con éste pensamiento antes de dormirme imaginando cuando hablara con Mauricio y le explicara su puesto en el negocio. Estaba seguro que me mandaría a la mierda, pero en cuando viera el cuidadoso trabajo que había hecho de recopilación de datos y que si mi padre, o mejor dicho, mi supuesto padre, se enterara de lo puta que era su mujer todo se iría al traste. Sin contar con el hecho de que con las influencias de mi padre Mauricio se vería con una orden de expulsión en menos de lo que se dice. Sí, lo asumo, soy un auténtico hijo de puta, pero eso ya lo sé, mi madre es una puta y pienso grabarlo todo.

Y justamente eso es lo que pensaba hacer nada más levantarme, grabar a mi madre follando con el negro del supermercado, pues había dicho la noche anterior que tenía que comprar suministros. Una buena polla es lo que iba a comprar. Estaba seguro que eso es lo que hacía cada vez que iba al supermercado, follarse a Malú, pues así se llamaba. Y por eso me levanté temprano y me escondí en un portal dispuesto a seguirla sin que se diera cuenta, había comenzado la primera parte de mi plan, la recolección de pruebas de lo muy puta que era.

Cuando la vi salir con el carrito de la compra sonreí, pues estaba seguro que se dirigía directamente a llenarse el coño de polla, lo que la muy puta de mi madre no sabía es que también se dirigía a llenar mis bolsillos de dinero. El hijo de una puta tiene muchos gastos, pero muchos, menos mal que para eso estaba Mauricio y el coño de mi madre.

Allí estábamos, en el supermercado, yo iba a cierta distancia, teniendo cuidado de que no me viera, aunque siempre podía decir que había ido a comprar cualquier tontería, pero esperaba que no se diera cuenta. Durante un buen rato temí que iba a perder el tiempo, pues se limitaba a hablar con los empleados y hacer la compra, pero estaba seguro que al final iba a conseguir mi objetivo. Y así fue, pues cuando ya estaba empezando a desesperarme se cruzó con Malú, no se hablaron, pero éste le hice un gesto con la cabeza y se dio media vuelta seguido por mi madre a cierta distancia. Yo hice lo mismo con una sonrisa en la boca, mi plan para entrar en el negocio comenzaba a funcionar, iba a ser todo un negocio familiar.

Sólo tuve que andar unos metros antes de verla entrar, tras mirar a un lado y a otro, por una puerta con el cartel de privado. Esperé unos minutos y cuando vi mi oportunidad entré también. La puerta conducía a un pasillo no muy largo, lo fui recorriendo con cuidado, hacia una puerta que había al fondo desde donde se escuchaban unos jadeos.

La puerta estaba entreabierta y apenas tuve que empujarla unos centímetros para ver el espectáculo. Malú tenía a mi madre contra la pared y le estaba comiendo la boca a besos, con un mano le acariciaba el pelo mientras con la otra le iba subiendo el vestido, al hacerlo me di cuenta de que la muy zorra no llevaba bragas, estaba tan caliente que ni se las había puesto para no perder tiempo.

De pronto se echó para atrás y terminó de quitarle el vestido, dejándola sólo con el sujetador que prácticamente se lo arrancó de un tirón. Se inclinó y comenzó a besarle los pecho y morderle los pezones. Mi madre gemía de placer mientras le acariciaba el paquete, no había duda de qué era lo que le gustaba de los hombres a la muy guarra. Yo no perdí el tiempo y con el smartphone comencé a grabar la escena, todo un plano general de mi madre poniéndole los cuernos a su marido.

-Qué tetas más ricas tienes, puta, me vuelven loco. Ya las echaba de menos, que me tenías muy abandonado.

Y le dio dos buenos mordiscos que arrancaron un grito de placer mi madre que ya le había desabrochado el pantalón y le estaba haciendo una buena paja. Tenía razón mi madre, la tenía más larga que Mauricio, aunque creo que igual de gorda, pero eso lo debía saber mejor ella que seguramente se la había medido por todos sus agujeros.

-Venga, vamos a hacer una cubanita.

Mi madre sonrió y se puso de rodillas, estrujándose las tetas. Malú metió la polla entre sus pechos y comenzó a deslizar la polla mientras mi madre con la cabeza agachada se la chupaba. Yo como es natural no perdía detalle, grabando un primer plano. Menuda puta estaba hecha, no creo que muchas supieran hacer tan bien una cubanita, pero ahí estaba la muy zorra, mamándole la polla mientras se deslizaba entre sus tetas provocando gemidos de placer de Malú que se estaba volviendo loco, sobre todo cuando con la lengua jugaba con la punta del capullo. Y la verdad es que mi madre también disfrutaba de lo lindo. De pronto Malú la levantó, la empujó contra la pared y apoyó su polla en el coño.

-Quiero follarte bien el coño, zorra, llenarlo de mi leche, que tu marido no sabe hacerlo tan bien como yo.

-Sí, Malú, llena mi coño con tu polla, que cuando me folla el cornudo de mi marido apenas la siento.

Sonreí ante esas palabras, pues eran todo un tesoro para la grabación, mientras más se burlaran de mi padre mucho mejor para mí, más dinero iba a sacar de ese coño. Pronto iban a pagarme muchos caprichos las pollas que se tragaba mi madre.

Y menuda penetración le había hecho Malú, tras meterle el capullo en el coño se la metió por completo, de un solo golpe, arrancando un gemido de placer de mi madre. Mediría casi 25 centímetros, o quizás más, pero le entró entera. Ese coño tenía aguante para cualquier tipo de polla y por lo bien que dilataba debía estar poniéndole los cuernos a mi padre desde que eran novios.

-Qué bestias eres, Malú, un día me partes por la mitad.

-No te quejes, que bien que te gusta que te folle un hombre de verdad.

-Sí, eres de lo mejor, nadie me folla como tú, cariño, dale fuerte, dale fuerte.

La muy puta le debía decir lo mismo a todos sus amantes, Mauricio igual se llevaba una sorpresa con esta grabación. Sobre todo porque no sé cuál de los dos se la follaba mejor, que la polla entraba y salía del coño de mi madre cada vez a más velocidad mientras la muy puta gemía como una gata en celo. Sólo se escuchaban sus gemidos y el ruido de la polla al deslizarse en su húmedo coño.

Mi madre de pronto alzó las piernas y rodeó la cintura de Malú que aún más excitado se la folló con más fuerza. Malú había hundido la cabeza entre los pechos de mi madre mientras ella acariciaba su espalda. La imagen no podía ser más clara, era todo una película porno la que estaba grabando.

Cada vez se la follaba con más pasión, empujándola contra la pared hasta que de pronto lanzó un largo gemido y se la clavó con todas sus fuerzas, no había duda de que se estaba corriendo.

-Así, Malú, así, qué leche más caliente y abundante, lléname todo el coño, llénamelo. Qué gusto, que gusto, que mi marido apenas echa unas gotas, que lo tuyo es un chorro, un delicioso chorro.

Habla, habla, puta, que con cada palabra voy a sacar más dinero de tu coño, pensé mientras grababa la escena. Pero la verdad es que tenía razón, pues Malú aún le dio varias envestidas más antes de sacarle la polla del coño del que salió un reguero de leche que bajó por el interior de uno de sus muslos.

-Ponte de rodillas, que aún la tengo bien dura.

Mi madre ni lo dudó y así lo hizo al tiempo que le cogía la polla aún brillante por la leche y los fluidos de su propio coño y empezó a limpiársela con la lengua. Comenzaba por los huevos y subía lentamente por el tronco hasta llegar al capullo, jugando la lengua con él antes de metérselo en la boca. Le había agarrado el tronco con la mano y le hacía una paja mientras sus labios bajaban y subían por el capullo. De vez en cuando le daba pequeños mordiscos que arrancaban gemidos de placer de Malú que tenía los ojos en blanco de puro gusto. Mauricio tenía razón, era una come pollas de primera, también follaba de primera, pero mamando pollas no tenía rival.

Volvió a bajar con la lengua por el tronco, lentamente, dándole suaves besos hasta llegar a sus huevos que comenzó a lamerlos antes de metérselos en la boca, uno tras otro, a pesar de lo gordos que los tenía Malú le entraron los dos mientras le echaba una buena paja. He de reconocer que como pajillera también es muy buena, con la experiencia que tiene no sé si habrá alguna polla del barrio que le falte por probar.

-Me corro, me corro.

Malú ya no podía más, le echó la cabeza hacia atrás y apuntó a la boca de mi madre que la tenía bien abierta esperando la lefada de su amante. Y menudo chorro salió y vaya puntería, en toda la boca y mi madre no desperdició de una gota y yo no perdí el tiempo, que hice un buen primer plano de la polla descargando toda su leche en mi madre, con una cara de vicio que se la pondría dura a un muerto. Como siguiera bebiendo tanta leche íbamos a tener que ponerla a dieta, menos mal que iba dos veces a la semana a un gimnasio para mantener su buena figura, pues la verdad es que a pesar de ser ya mayor tiene un cuerpo de primera. Y eso me hizo pensar que ahí tenía otra buena fuente de grabaciones, que con tanto hombre joven y fuerte seguro que tendría más de uno y más de dos amantes, por lo que decidí apuntarme al gimnasio sin que ella la supiera. Mientras más grabaciones tuviera mayor sería mi porcentaje en los beneficios que iba a dar pronto ese coño.

Malú suspiró varias veces antes de metérsela de nuevo en la boca para que terminara de chupársela, estuvo con ella un buen rato dentro de su boca, para sacársela completamente limpia. Pero el tío aún la tenía dura. Malú era incansable, con lo puta que era mi madre no me extrañaba que lo fuera a buscar, tenía asegurada una larga follada.

-Vamos, que aún me queda leche dentro, ponte a cuatro patas, puta, que me vuelve loco ese culo tan rico que tienes.

-Sí, que no quiero dejarte una sola gota de leche en los huevos, la quiero toda dentro de mí, te los voy a dejar secos.

Malú lanzó una carcajada y la puso a cuatro patas, se cogió la polla y empezó a golpearle las nalgas para ponérsela aún más dura. Los golpes resonaban en el despacho mientras mi madre se estremecía de placer al sentirla golpear sus carnes, menuda viciosa. Y mientras le golpeaba metió un dedo, después dos, tres y al final cuatro, girando a un lado y otro, por un momento pensé que iba a introducirle la mano entera, que seguro que hubiera entrado sin problemas en el vicioso culo de mi madre. Pero no, la sacó cuando consideró que estaba bien preparado para su herramienta y apoyó el glande en el ojete de mi madre. Le agarró las nalgas y comenzó a entrar, lentamente, pero sin parar. 25 centímetros de polla que se tragó el culo de mi madre mientras ésta gemía de placer y le decía que qué polla más rica.

Cuando se la metió entera tiró hacia arriba, provocando un largo gemido de mi madre, la agarró firmemente por las caderas y comenzó a encularla, primero suavemente, sin prisas, sacándola entera para volver a entrar, arrancando suspiros de placer de la muy zorra. No sé qué le gustaba más, si tener el coño o el culo lleno de pollas, eso sí, siempre de buenas pollas. Pero poco a poco fue ganando velocidad, cada vez más rápido, más y más. En una de las envestidas alargó la mano y cogió a mi madre por los pelos, echándole la cabeza hacia atrás para poder besarse. Mi madre se incorporó y se agarró con ambas manos a la cintura de su amante y entonces fue ella la que cogió el ritmo. Malú se quedó quieto mientras ella movía el culo adelante y atrás, y cuando tenía la polla bien metida lo movía a ambos lados para después hacerlo arriba y abajo. Otras veces lo hacía en círculos, restregando su culo contra el cuerpo de Malú que con la boca abierta apenas podía jadear. Sabía como follarse una polla con el culo. Definitivamente era toda una profesional y una lástima que semejante habilidad no fuera recompensada como se merecía, pero Mauricio y yo ya nos íbamos a encargar de arreglarlo.

-Puta, que bien follas, la de cuernos que le habrás puesto al cabrón que tienes por marido para saber mover el culo de ese modo. Pocas pollas habrá que no conozcan tu culo.

-He tenido buenos maestros, Malú, muy buenos, y aún sigo aprendiendo y haciendo crecer cada día los cuernos de mi marido.

Y la muy zorra siguió con la danza mientras se reía por el comentario. Hasta yo me había puesto cachondo y notaba cómo se me ponía dura de ver como mi madre movía su cuerpo. Y sin cansarse, cada vez a un ritmo más frenético, haciendo que ahora fuera Malú el que gimiera de placer, totalmente dominado por ese culo que había atrapado su polla.

Fueron diez minutos de locura hasta que no pudo más y con un prolongado gemido se corrió dentro de mi madre. Ella ya lo había hecho dos veces, pero aún así había seguido con la danza pidiendo más y más polla, pero al final Malú se terminó corriendo, descargando la poca leche que le podía quedar en los huevos, pues estaba seguro que mi madre habría cumplido su amenaza y los había dejado completamente secos mientras ella se iría para casa con el coño, el culo y la boca bien llenos de semen.

-Toma, puta, para que sigas oliendo a macho cuando vuelvas a casa con el cabrón de tu marido y el capullo de tu hijo.

Le había sacado la polla del culo, ya flácida, la pobre no daba más de sí pues mi madre la había exprimido por completo, y se la estaba restregando por la cara, el cuello y las tetas. Sonreí mientras apagaba el smartphone, ya tenía más que suficiente por hoy, así que me di media vuelta con mucho cuidado mientras pensaba que sí, que mi padre era un cabrón, pero yo desde luego no era un capullo, un bastardo, seguro, pero capullo, no.

Además tenía prisa por irme, pues quería hacer unas compras en el rincón del espía para poner en marcha la segunda parte de mi plan. Al final todos íbamos a salir ganando. La zorra de mi madre, el chulo de Mauricio y yo terminaríamos ganando unos buenos dineros. Hasta mi padre iba a salir beneficiado, pues así mi madre no le pediría tanto dinero. La puta, el chulo, el cabrón y el hijo de la gran puta iban a formar una familia de lo más feliz.