Mi madre es una masoquista V [lesbico]

Camila comienza a entrenar a Silvia, la novia de su hijo.

Cuando escribí BDSM en el explorador, jamás pensé que encontraría tanta información e imágenes. Era un mundo aparte, cientos de comunidades, paginas, videos, blogs. No sabía por dónde empezar. Así que comencé por lo más básico, Wikipedia:

«BDSM es la denominación usualmente empleada para designar una serie de prácticas y aficiones sexuales relacionadas entre sí y vinculadas a lo que se denomina sexualidad extrema no-convencional.

El término se emplea a menudo, de forma equivocada, como sinónimo de sadomasoquismo. En realidad, es una sigla que da nombre a lo que hoy en día es considerado como una subcultura específica entre sus practicantes. El BDSM se halla estrechamente asociado con la subcultura leather …»**

En realidad yo misma empleaba y relacionaba el término de manera errónea.  Muchas cosas me parecieron un tanto…raras y extremas. Otras no tanto. A qué mujer no le gusta una buena cachetada en el trasero, o sentirse maniatada de vez en cuando. Aún así, no me hacia del todo a la idea, pero cuando se quiere a alguien…pues se hace lo impensable.

Yo estaba dispuesta a todo. Muchos me tildarían de patética, de infravalorarme como persona, y no respetarme. Tal vez sea cierto. Pero amar es entregarse, no a medias, no hasta donde me convenga, es entregarse y punto. Además, esas personas de los videos no parecían estar pasándolo mal. Estaban ahí por su voluntad, aunque estuviesen atados. Lo que seguía desconcertándome era el interés de la madre de Jorge, Camila. No me imaginaba que clase de madre se tomaba esa clase de preocupaciones por sus hijos, pero seguro que una muy especial.

Llegué a la hora acordada a la casa de Jorge, y ella me abrió la puerta « ¿Otra vez se estaba bañando?» Tenía un albornoz…y tacones. —Hola señora Camila— balbuceé. Ella me invitó a pasar muy cordialmente y con una amplia sonrisa en los labios.

—Has venido. Pensé que no lo harías. Investigaste más a fondo sobre “eso”— asentí en silencio— ¿Y estás dispuesta a entrenarte para satisfacer a Jorge?— Volví a asentir. Ella me observó en silencio— Lo que haremos, las cosas que te voy a enseñar…tal vez sean muy diferentes a todo lo que has vivido antes. Quiero estar segura que no saldrás corriendo a la primera. Te haré unas cuantas preguntas ¿has tenido sexo anal?— La respuesta fue sí. A Jorge le encantaba encularme quise añadir, pero me lo reservé— ¿tríos u orgias?— eso no, aunque alguna vez he fantaseado ¿pero quien no?— ¿lesbianismo?— Aprendí a besar con una amiga, no se si eso contaba. Me preguntó sobretodo lo que se podía preguntar y respondí con franqueza. Cuando terminó el interrogatorio, mis mejillas estaban rojas como un tomate y tenia las orejas calientes —Quítate la ropa, toda. Quédate totalmente desnuda. Vuelvo en un momento— pensé que me examinaría de nuevo, ya lo tenía previsto, así que me había depilado el coño en la mañana. Tenía que estar presentable.

Intentaba mentalizarme, entrar en situación «Esto lo hago por Jorge» lo repetía como un mantra budista en mi cabeza. Debía confiar en esa mujer, y en que me podía ayudar. Debía confiar en mi misma, y en que podía superar cualquier prueba. —Silvia, ven aquí— me gritó desde su habitación. Corrí enseguida hasta ella…y la encontré desnuda. — Empezaremos por explorar tu cuerpo— o eso creo que dijo, porque me quedé embelesada mirándole. Tenia que reconocerlo, la mujer estaba tres veces mejor que yo y podía ser mi madre. —Ven, siéntate aquí— Me senté en la cama, frente a un armario que tenía las puertas de espejos.

—Mírate ¿qué ves?

— A… a mi— me daba vergüenza verme al espejo, mi cuerpo no me gustaba mucho que digamos.

—No. Te diré lo que yo veo— separó mis piernas y me apartó las manos de los pechos— Veo un cuerpo con mucho potencial, voluptuoso y apetecible. Veo curvas femeninas… una mujer sin curvas es como un pantalón sin bolsillos, no se tiene un buen lugar en donde poner las manos. Estoy seguro que a Jorge le encantan tus curvas. Pero debemos tonificarte un poco. No que rebajes veinte kilos ni nada. Solo quemar un poco de grasa. Te pagaré el gimnasio y un entrenador personal y todo lo que haga falta para ello. Y tú debes comprometerte a seguir sus instrucciones al pie de la letra— asentí — mi meta, y te seré muy sincera con esto, es que seas una esclava sexual para Jorge. Sé que puede sonar muy extremo, pero hasta que no lo experimentes, no sabrás lo que es. Pero no quiero perder el tiempo ni mi esfuerzo si no lo vas a hacer de corazón ¿me he explicado con claridad?

—Sí, lo ha hecho…y estoy dispuesta a hacerlo— ya había leído sobre el tema de las esclavas sexuales, y sinceramente, no se veía tan mal el asunto.

— Tu cuerpo será un instrumento para dar placer tanto físico como mental. Esto no se trata de abrirse de piernas o dar una mamada, se trata de mucho más, de entrega, de disciplina, de anteponer la satisfacción ajena sobre la propia. Tu placer será poder complacer sin esperar nada a cambio. Tu recompensa será la que tu dueño decida darte, si decide darte alguna— mientras hablaba, sacó un vibrador de un cajón— tu placer será poder complacer, repítelo— susurré las palabras mientras ella comenzaba a acariciar mis muslos con sus suaves manos— relájate. No puedes complacer a alguien si no sabes que es lo que te complace a ti. Y para ello, debes experimentarlo todo— cuando tocó mi coño me estremecí. «Mi placer es complacer» repetía una y otra vez.

Sus dedos acariciaron mi clítoris. Estaba tensa. Cerré los ojos y me concentré en repetir «Mi placer es complacer» sabía en dónde y cómo tocarme. Sin darme cuenta estaba tendida en la cama mientras ella besaba mis pezones «Mi placer es complacer» se me escapó un gemido cuando metió el dedo en mi coño. Me sorprendí mucho al notarlo húmedo, realmente estaba excitándome. Tal vez era debido al tiempo que llevaba sin que nadie me tocase… o simplemente era que me gustaba. Dejé de hacerme preguntas cuando el vibrador entró en mi coño. Sólo intentaba repetir las palabras «Mi p…placer es complacer…r» pero estaba gimiendo de placer. La suavidad con que me tocaba, la habilidad…era fantástico. Sentí como el orgasmo llegaba, primero suave como un susurro entre mis piernas, un cosquilleo en mi vientre que crecía hasta convertirse en un grito, una explosión que me hizo temblar.

Ahí terminó la experiencia de esa tarde. Fue algo corto y sencillo hasta cierto punto, pero que en verdad significaba mucho. No paraba de preguntarme qué había hecho. O sea, la madre de mi novio me hizo una paja. La mejor paja de mi vida debo añadir. También me regaló un maletín lleno de juguetes sexuales de todos los tamaños, formas y colores, junto a una lista de tareas, la primera de ellas era masturbarme todos los días al menos cinco veces. Esa era fácil teniendo en cuenta  lo rápido que me corría. La segunda era entrenar mi culo, ahí el asunto no era tan sencillo. Jorge me había enculado muchas veces, pero yo no acababa de pillarle el gusto, no era que me desagradase pero placer lo que se dice placer, no me causaba.  «Mi placer es complacer» de eso se trataba, así que si debía ensanchar mi ano al limite de lo físico, lo iba a hacer. Pese a mi disposición, no dejaba de sentirme rara ante la situación de ser educada de esa manera por Camila. Me preguntaba si estaba haciendo lo correcto, todo era tan raro y surrealista.

Me preguntaba que más aprendería…