Mi madre es una masoquista IV [Filial/BDSM]
Lo prometido es deuda, aquí os traigo la continuación de esta saga, la cual espero os guste tanto como la primera «Temporada» Por solicitud de muchos, Silvia entrará en ella, y algunos personajes más. Espero leer vuestros comentarios. Gracias.
Mi madre es una masoquista IV
Jorge y yo tenemos exactamente ocho meses y quince días sosteniendo una relación Amo/sumisa, y me encanta, no me voy a andar por las ramas ni con falsedades. Me vuelvo a sentir más viva que nunca, y es que la sensación de pertenecerle a alguien es maravillosa. Me llena de plenitud y alegría. Nuestra relación Madre/hijo no ha sufrido variaciones, por suerte, a pesar del hecho de saber que él no es mi hijo, continua tratándome igual en ese sentido, obedece y actúa como siempre lo ha hecho, yo sigo echándole broncas por el eterno desorden en su habitación y todo lo demás. Obviamente esta situación sexual no es de dominio público.
Sólo había un detalle que no paraba de darme vueltas en la cabeza: Silvia. Era una chica encantadora, muy amable y bella. Pero desde que Jorge y yo comenzamos a estar juntos, él la apartó de su vida, aunque era obvio que seguía gustándole mucho. Siempre he intentado ser objetiva, y soy consciente que nuestra relación no es algo… ¿cómo decirlo? Vamos, que nunca podré darle una familia a Jorge. Ahora él no lo piensa porque está entusiasmado con las experiencias que está viviendo, pero yo sé que en algún momento deberá formar un hogar…yo quiero nietos. Cuando le planteé esta disyuntiva, me dijo: Sí, ella me gusta. Pero no es como tú. No podría vivir con ella, no seríamos totalmente felices.
Sinceramente le entendí, y me sentí culpable de ello. Pero el universo siempre pone las cosas en orden…
Eran las cinco de la tarde. Jorge había conseguido un trabajo después de la universidad y no llegaba a casa hasta las diez de la noche. Ese día teníamos planeado tener una sesión en la noche, ya que al día siguiente no le tocaba ir a la universidad en la mañana y podría descansar sin problemas. Yo aproveché para limpiar y organizar todas las cosas que utilizaríamos. Cuando terminé de eso, comencé a preparar mi cuerpo. Primero me depilé el coño. Después me apliqué varias lavativas anales. Cuando tuve los intestinos limpios, me duché. Lo siguiente fue colocarme todos los aros. Sí, Jorge me ha anillado totalmente. Tengo aros en los pezones, en el clítoris y tres en cada labio mayor vaginal. Son piezas grandes gruesas y pesadas, y me sientan de maravilla. No las llevo puesta siempre, usualmente uso las pequeñas, pero en días especiales me gusta llevarlas y sentir el peso en mis partes sensibles.
Cuando terminé, me miré al espejo, me sentía fabulosa. Siempre cuidé mi cuerpo, y mucho más después que pasó a ser pertenencia de Jorge. Él decidía lo que debía hacer con el. Y le encantaba ver mis grandes pechos rematados en dos argollas enormes que tiraban de mis pezones de una manera deliciosa. Que decir sobre las de mi coño. Su hobby favorito era enganchar cadenas a ellas y ponerle pesos para tirar de mi coño hasta el punto que a veces sentía que se me iban a desprender los labios. Otra cosa muy usual era que me pusiese candados durante días, y solo usar mi culo para correrse. Era algo torturante, os podréis imaginar el suplicio que es orinar con el coño sellado con candados.
Bueno, el punto era que me encontraba colocándome el último aro en el coño cuando alguien tocó el timbre. No esperaba a nadie, así que supuse que debía ser alguien repartiendo publicidad o algo parecido, así que seguí en lo mío. Cuando tocaron por segunda vez me cagué en su puta madre. Me puse un albornoz que me cubría por completo y fui a ver quien carajo era, cuando abrí la puerta me encontré a Silvia.
No tenía muy claro que iba a hacer cuando me abriesen la puerta, en realidad nunca tengo muy claro nada. Pero allí me encontraba, parada frente a la puerta de la casa de Jorge, no para verle porque sabía que estaba trabajando, mi motivo para estar allí era hablar con su madre, mi último recurso. Soy una chica gordita y poco atractiva, y como supondréis, no he tenido mucha suerte a la hora de encontrar pareja, hasta que llegó Jorge. Lo nuestro no era una relación de novios, pero follábamos muy a menudo, y sobre todo, él me trataba muy bien. Obviamente me enamoré perdidamente de él, pero nunca quise presionarle con tener una relación estable y oficial. Me conformaba con tenerle así, era más de lo que había tenido en toda mi vida. Pero de un momento a otro la cosa cambió, dejamos de tener sexo, y luego se apartó de mí. Yo no tenía idea de porqué lo había hecho, desde entonces no he podido dejar de pensar en si había hecho mal y sobretodo cómo podía remediarlo. Estaba dispuesta a lo que fuese para tenerlo a mi lado. Sé que sonará patético, por eso no pido comprensión.
Su madre abrió la puerta.
— Ho…Hola señora Camila— ella llevaba un albornoz «Mal empezamos, le acabo de interrumpir el baño» — ¿Podría hablar con usted un momento? Si no es mucha molestia. Puedo volver luego si quiere.
— No, no es molestia. Faltaba menos, pasa— La señora fue muy amable —Siéntate ¿quieres algo de tomar? Tengo refrescos…
— No, muchas gracias. Bueno, sí, un refresco estaría bien— Camila fue a la cocina en busca de la bebida. No pude evitar fijarme en la silueta de su cuerpo, era perfecto. Aunque cuando se movía, sonaba un extraño tintineo. Al volver me dio la bebida y se sentó frente a mí.
— Tú me dirás en que puedo servirte— «Pues para empezar, podría decirme como tiene un cuerpo tan escultural» pensé.
— P…Pues…No sé cómo empezar… es que…—bebí un trago de refresco.
— Es sobre Jorge ¿Verdad?
— Sí, es sobre él— «Pensaba que solo mi madre tenía telepatía»— No sé si sabía que antes teníamos una relación. Bueno, algo así. Pero, no sé. Tal vez hice algo mal… quizá encontró a otra chica, si es así, pues…pues yo me aparto. Se lo he preguntado, pero no me responde. Y yo…yo le quiero. No sé si me entiende. Yo haría cualquier cosa por estar con él… lo que fuese. Pero no tengo idea…tal vez es porque estoy gorda… pero nunca me dio a entender que le molestase eso. Pero si es así, no me importa hacer dieta e ir al gimnasio… pero no sé que pasó y pensé que tal vez usted lo supiese, o al menos podría decirme si está con otra chica…o…no sé. Yo…yo le quiero…mu...mucho— No pude contener más las lagrimas y me eché a llorar. La señora me tendió una caja de clínex ¿será que las madres siempre tienen una a mano? No dijo nada hasta que me calmé.
— ¿En verdad estás dispuesta a hacer cualquier cosa?— Su mirada era inquisitiva, muy penetrante.
— Sí, cualquier cosa.
— Yo quiero que estés con Jorge. Y puedo hacer que estés con él, pero necesito saber si puedo confiar en ti. Quiero saber si de verdad estás dispuesta a TODO, por el amor de Jorge.
—Sí, puede confiar en mí. Yo…yo haría lo que fuese, cualquier cosa. Se lo juro.
— Desde este momento vas a hacer todo lo que yo te ordene, y si fallas, renuncias o dudas, vas a perder a Jorge para siempre. No volverás a tener otra oportunidad de estar con él ¿lo has entendido?— Asentí con la cabeza — Desnúdate — La palabra se quedo suspendida en mi cabeza por unos segundos, como una imagen incomprensible. Le miré a la cara, luego a los lados, al suelo y otra vez a su cara, ella me miraba sin mostrar emoción alguna. Pero a la vez, sus ojos me taladraban, eran imponentes, hipnóticos. Me saqué la sudadera, mientras me preguntaba que hacía. Luego el pantalón — Completa, quítate toda la ropa— No entendía por qué me pedía eso, pero lo hice. Mis pechos quedaron al descubierto, su tamaño me avergonzaba, mis tetas son muy grandes con enormes aureolas y pezones que parecen pistones — Tienes muy buen cuerpo, un poco flojo tal vez, pero eso se resuelve fácilmente. Un poco de tonificación y estarás perfecta— No sabía si darle las gracias o qué.
» Me interesa mucho que puedas estar con Jorge. Más de lo que te puedes imaginar. Pero sucede algo, él tiene ciertos gustos, diferentes, por decirlo de alguna manera. No me refiero a lo físico, así que no pienses que se ha alejado de ti por eso. Le sigues gustando, lo sé. Pero si quieres estar con él, deberás aprender cosas nuevas, cosas que cambiaran tu vida y la percepción que puedas tener del mundo.
— ¿Qué clase de cosas nuevas?— si mi cuerpo no era el problema, estaba dispuesta a aprender física cuántica y darle clases a Stephen Hawking.
— ¿Sabes qué es el BDSM?— Tenía una idea muy vaga sobre esas siglas, pero asentí rezando para que no me preguntase qué era con exactitud — Pues a Jorge le gusta eso. Así que… te puedes poner la ropa, no quiero que te vayas a resfriar…así que si deseas estar con él, y estás dispuesta a cualquier cosa como dices estarlo, deberás aprender sobre este mundo. Yo estoy dispuesta a entrenarte, siempre y cuando estés totalmente decidida y seas discreta, muy discreta, ni siquiera Jorge puede saberlo, no hasta que estés lista. Te espero aquí mañana a las dos de la tarde, tienes tiempo suficiente para investigar y saber realmente a que te enfrentarás. Si decides no hacerlo, pues…no pasa nada, será tu decisión ¿De acuerdo?
— De acuerdo…
Cuando Silvia se marchó, me quité el albornoz. La chica tenía un cuerpo delicioso. Un buen culo perfecto para azotar, tetas grandes para atar, buenas piernas. Sin darme cuenta me estaba masturbando en el sofá. La idea de estar con las anillas puestas frente a ella, y que no lo supiera, me excitaba y divertía. Sólo esperaba que tuviese el valor y la voluntad suficiente para volver, realmente deseaba entrenarla y dársela de regalo a Jorge.
No terminé de masturbarme, quería mantenerme al rojo vivo para disfrutar más de la sesión que me esperaba. Además, aún me faltaba un último complemento, el plug anal. Se trataba de una pieza de látex negro de trece centímetros de largo por cinco de ancho, y una cola de caballo que también servía de fusta. Delicioso. Lubriqué mi culo un poco, era un tamaño que controlaba más que bien, me bastó un sólo empujón para tenerlo todo dentro, y estaría ahí hasta que Jorge decidiese sacarlo, así que lo tendría dentro al menos dos horas más.
Dos horas que se me hicieron eternas, no por el plug, eso lo disfrutaba, sino por Jorge y mi deseo de ser usada. El cuerpo de Silvia me había dejado más que caliente, y las expectativas de poder poseerlo me encendían. La puerta se abrió y Jorge entró como un rayo. Estaba enfadado, o por lo menos muy estresado, lo que significaba que necesitaba descargarse, y para eso estaba yo, totalmente dispuesta.
Sin mediar palabras me tomó por el pelo y me llevó casi a rastras hasta la habitación que tenemos preparada para las sesiones. Me colocó bocabajo sobre una mesa y me sacó el plug de un tirón para meterlo de inmediato en mi boca, y sustituirlo por su polla. Aquello fue brutal. Sujetó con fuerza mis nalgas hasta clavar sus uñas en mi piel. Su polla estaba dura, podía sentirla palpitar en mi interior. Un escalofrió recorría toda mi espina dorsal cada vez que la metía hasta el fondo. Las anillas de mi coño tintineaban sin parar mientras mis gritos eran ahogados por el plug en mi boca. Lo único que podía hacer era apretar más el ano y así intentar darle más placer, y al parecer funcionó. No tardé en sentir su corrida en mi interior. Cuando sacó la polla, sentí la leche deslizarse por mis muslos mientras mi culo se quedaba abierto.
Al parecer se había calmado un poco. Ató mis tobillos y muñecas a las patas de la mesa y se marchó. Escuché que entró a la ducha, y luego no sé que más habrá hecho, pero tardó una hora en volver. Temí que se hubiese olvidado que me tenía atada, con esa cabeza que tiene no sería de extrañar.
Acababa de correrme en el culo de mi madre, bueno, de mi madre no, de Camila. Porque cuando hacemos esto ella no es mi madre, es mi perra. El punto era ese, que acaba de correrme en su culo, y vaya que lo necesitaba. Era eso o darle una paliza al gilipollas de mi jefe, y esa idea me estaba resultando más que tentadora. Es que hay cada tonto por ahí. Al menos puedo descargarme con Camila, aunque de una manera diferente claro, pero igual funciona.
Cuando terminé de encularla, la dejé atada a la mesa de la habitación de «juegos» mientras me bañaba y revisaba los mensajes, y fumaba un cigarro. A ella no le gusta que fume, así que me cepillé los dientes y eché ambientador en la habitación, pero estoy seguro que se dará cuenta que he fumado y me reñirá.
Cuando volví a la habitación obviamente continuaba allí. Era una visión espectacular. Su culo ya se había cerrado y continuaba con el plug en la boca. Colgué varios pesos en los aros de su coño, un kilo para ser exactos. Sus labios se estiraron al límite y ella apenas gimió. Luego tomé un especulo y lo introduje en su ano, poco a poco lo fui abriendo hasta que el aparato no daba más de si, unos ocho centímetros más o menos. Podía ver el interior de su recto con total claridad. Entonces se me ocurrió una idea…
Los labios de mi coño estaban estirados a más no poder, mi culo seguro podría aguantar un poco más, pero el especulo sólo llegaba hasta ahí. Cuando Jorge volvió a salir temí que tardase otra hora más en volver, no lo aguantaría, necesitaba correrme lo antes posible. Por suerte volvió de inmediato. Vertió algo en el interior de mi culo, algo tibio que me lleno el hoyo como si fuese un vaso. Más tarde supe que era leche de vaca. Podía sentirla en mis tripas, el calor era muy agradable. Sacó el especulo y me taponó el culo con un plug de unos nueve centímetros de ancho, fue algo brutal, sentí que me rompía a la mitad. Estuve a punto de correrme, pero me faltó un poco más de presión.
Me desató de la mesa para atarme otra vez, en esta ocasión de pie en la pared con los brazos en cruz. El bamboleo de las pesas en mi coño y el ano lleno de leche de vaca y taponado con el plug me provocaban una mezcla de dolor y placer increíbles, pero sabía que faltaba más. Tomó una cuerda, con ella rodeó mi cintura, la pasó entre mis nalgas y el coño, la metió atreves de la argolla de mi clítoris. Luego por debajo del cinturón que se formaba en mi cintura, para después colgarla de una pequeña polea en el techo. A todas estas yo seguía con el otro plug en la boca. Tomó el galón en donde estaba la leche y entró al baño para llenarlo totalmente. Ya me imaginaba lo que iba a hacer.
Cuando colgó el galon lleno de agua en la cuerda, mi cuerpo se estremeció. Me estaba partiendo el coño a la mitad literalmente, llegué a creer que se me desprendería el clítoris de un momento a otro y que tendría que ir a urgencias para que me sacasen el plug del ano. Para hacerlo aún más extremo, Jorge colgó pesos en las anillas de mis tetas…me corrí como una cerda. Cuando mi cuerpo paró de sacudirse, Jorge retiró el galón y aflojó la cuerda lo suficiente para empujarme un vibrador a máxima potencia por el coño, y digo empujar porque con el plug en el culo y el intestino lleno de leche, apenas vibrador apenas entraba en mi coño. Volvió a colocar el galón en la cuerda y sentí que moría de placer y dolor, y estar cerca de la muerte siempre nos hace sentir más vivos.
Jorge se marchó y me dejó allí sola, entre sacudidas y orgasmo. Incluso hasta llegué a mearme varias veces. No sé cuanto tiempo estuve así, pero cuando el volvió a desatarme, no podía mantenerme en pie. Quedé de rodillas en el suelo, el vibrador salió disparado de mi coño húmedo y destrozado. Quitó el plug de mi boca —Déjala abierta— sacó su polla y meo dentro de ella. Su pis era cálido, cayó sobre mis tetas y mi cara, me encantaba sentirlo sobre mí. Al fin me puso a cuatro patas y retiró el plug para meter inmediatamente su polla. La leche salía de mi culo mientras el me embestía con ese rabo tan delicioso, no paro de cogerme hasta que la ultima gota había salido de mi interior. No ni me movía, solo jadeaba y disfrutaba. Para terminar la faena, me ordenó chupar su polla, lo hice lo mejor que pude, estaba exhausta. Pero realmente no tuve que hacer mucho esfuerzo, únicamente dejar que el la metiese hasta el fondo de mi garganta una y otra vez hasta que su leche me llenó. La tragué toda, merecía hasta la última gota. Mientras lo hacía pensé en Silvia, y esperaba de todo corazón que volviese al otro día…
sinceramente necesitaba una ayuda extra.