Mi madre es una masoquista III

Apreté ambos pezones, los pellizqué, retorcí y tiré hasta que no dieron más de si, mientras ella se follaba la boca con mi polla[...]Sentir mi ano desencajado fue algo espectacular, en verdad me había reventado el culo[...]Sentí la punta de polla chocar en el cuello de mi útero, el dolor fue intenso

No sé si es peor haberme dejado follar el culo por Jorge, o no haberlo hecho de nuevo. Han sido dos meses infernales para mi cuerpo, desde la noche en que tuvimos sexo anal no he podido parar de masturbarme cada noche hasta la extenuación. Incluso he vuelto a ensanchar mi ano y mi coño, hacía años que no me metía la mano completa en algunas de mis cavidades. He sacado todos mis juguetes y parafernalia sexuales. También encontré mi viejo álbum, creo que Jorge lo ha visto ¿sabrá que soy una masoquista? Los juguetes estaban bien guardados en un baúl con candado, pero no sé porque habré dejado ese álbum tan a la vista. Tal vez sea hora de decirle toda la verdad…pero cómo se lo digo ¿Cómo se le dice algo así a alguien?

En los dos últimos meses mi vida ha ido cuesta abajo y a la deriva. He suspendido cuatro de las ocho asignaturas que llevaba en la universidad. Silvia y yo ya no nos vemos, creo que es lo mejor para ella, no me gusta hacerla sentir mal. Quisiera poder follarla y disfrutar como antes, pero me es imposible, no saco el culo de mi madre de mi cabeza. Ella actúa como si nada hubiese pasado entre nosotros, sigue siendo igual de amable y buena…como toda madre. Pero es imposible evitar esa tensión en la atmosfera. No me explico por qué se ha dejado follar sin decir nada, hubiese preferido una discusión…algo…una señal para saber que debo hacer, porque sinceramente no sé que carajos hacer ahora…quiero follarla…pero es mi madre. Esta situación me mantiene tenso, irascible, distraído. No puedo seguir así.

Cuando Jorge entró a la casa no esperaba encontrarse a Camila sentada en el comedor esperándole. Ya eran más de las dos de la madrugada y siempre estaba durmiendo a esas horas. Jorge intentaba estar lo más apartado posible de ella con la esperanza de que sus deseos sexuales hacia ella desapareciesen, pero muy al contrario, cada vez que le veía crecían más.

— Tenemos que hablar, ven siéntate— La voz de Camila intentaba sonar calmada, pero un hilillo de preocupación se filtraba entre sus palabras. El corazón de Jorge se desbocó. Se sentó a dos sillas de distancia mientras intentaba adivinar los pensamientos de su madre. En parte se sentía aliviado por llegar al fin a este momento —He visto tus notas. Has reprobado cuatro asignaturas— « ¿Qué cojones? Me va a hablar de las notas ¿Esto es una puñetera broma?—…además, llegas tarde a la casa todas las noches. Sé que eres mayor de edad pero… — «No me lo puedo creer, me está echando la bronca por el universidad… ¿Y de nuestras folladas no dirás nada?» Jorge estalló

— Tú eres la responsable. Tú y esas fotos… No puedo dejar de pensar en tu culo, en que te gusta que te torturen hasta correrte. Sí, he visto las fotos en donde vistes como una esclava sexual y eres follada y usada….y me gustan, lo oyes ¡ME GUSTAN! Y después de follarte…joder….no he podido disfrutar con nadie más…sólo pienso en ti ¡Maldita sea! Estoy volviéndome loco. Estoy enamorado de mi madre….soy un puñetero enfermo. Y tú…..tú no dices nada….sólo vienes a echarme la broncas por las putas notas de mierda…. ¿y lo nuestro qué? ¿No te preocupa que te haya reventado el culo? ¿Acaso te gusta? Dime algo maldición…. — La ira y las lágrimas se mezclaron. Camila mantuvo el temple, no se dejó llevar por su instinto maternal que le impulsaba a correr y abrazar a su hijo. No, ya no sería su hijo…

— No soy tu madre— Ya estaba dicho. Tal vez no era el mejor momento, tal vez se había equivocado, pero ya lo había dicho— Tú padre y yo estábamos casados, pero como has visto, teníamos una vida sexual muy activa y abierta. Tu madre es una de las mujeres con las que manteníamos relaciones sexuales. Ella no podía hacerse cargo de ti, y yo no podía tener hijos, así que te crié como mío— hubo un momento de silencio. Camila esperaba la reacción de Jorge, quien de repente se había sumido en una calma inquietante. Camila prosiguió —…y sí, pese a que te quiero como un hijo, me ha gustado mucho las veces que me has follado, y no, no me preocupa que me revientes el culo…qué puedo decir…soy una puta masoquista.

Cuando terminó de hablar, se puso de pie y se marchó a su habitación. Yo me quedé en el comedor, intentando digerir la situación. Fui a la cocina y tome un poco de agua. Tal vez otra persona hubiese actuado de otra manera al saber que quien creía que era su madre no lo era, yo me sentí aliviado. Libre. En verdad no me afectaba la idea de saber que ella no era mi madre genética, madre es quien cría, no quien pare. No podía echarle nada en cara, salvo no habérmelo dicho antes. Siempre fue una mujer ejemplar, quien había antepuesto mis necesidades a la suya, pese a no ser su hijo. Además, me ha confesado que es masoquista. No sé que tan difícil puede resultar admitir algo así ante una persona tan cercana. Y sabiéndolo ahora, imagino que también ha sido una situación difícil para ella. Era tiempo de compensarle como se merecía…

Caminé rumbo a su habitación. Con cada paso me despojaba de mi ropa, ya nada me impedía hacerla mía. Cuando llegué a su puerta me encontraba totalmente desnudo y con la polla tan dura que podía romper nueces. Le encontré sentada en la cama, totalmente desnuda y con algo que parecía una bolsa de cuero en las manos. Detrás de ella, sobre la cama, había varios juguetes sexuales, de todos los tamaños y formas y un bote de lo que parecía ser lubricante, la escena y los actores estaban dispuestos, sólo faltaba la acción. Al aproximarme, ella se colocó la bolsa en la cabeza, bueno, no era una bolsa, era una mascara de latex con cremalleras en la poca y los ojos.

Nunca había tenido sexo de esa manera, pero había visto bastantes videos en internet como para tener una idea bastante clara de lo que quería hacerle. Abrí la cremallera de la boca y le metí la polla hasta lo más profundo de su garganta, le sujeté la cabeza para que no intentase sacarla, pero ella no se oponía, solo aguantaba. La saqué para dejarle respirar un poco, tenía el pene cubierto de saliva gruesa y viscosa. Mi madre, porque para mi siempre será mi madre, lo agarró entre sus manos y lo frotó contra el latex de su mascara. Luego ella misma se lo metió en la boca, me agarró de las nalgas y empujó. Los ruidos que hacía me encantaban, la saliva salía de su boca sin control cayendo sobre sus tetas. Apreté ambos pezones, los pellizqué, retorcí y tiré hasta que no dieron más de si, mientras ella se follaba la boca con mi polla.

La acosté bocarriba en la cama, de manera que su cabeza quedase colgando fuera del colchón. Yo permanecí de pie, y volví  a meterle la polla en la boca, podía ver como se movía su cuelo cada vez que entraba y salía. Apenas le daba tiempo para respirar, ella parecía encantada. Sentí que me iba a correr, metí la polla casi hasta los huevos y descargué toda mi leche dentro de ella, creo que le llevó directo al estomago. Cuando la saqué, su cara, es decir la mascara, estaba llena de leche y saliva, incluso le salía por los huecos de la nariz. Ella estaba algo agitada. Pensé en darle un respiro, pero recordé que ella misma había dicho que era una masoquista, no podía tener piedad con ella.

Esta vez hicimos un 69, yo sobre ella. Encontré su coño húmedo  y dilatado. Vi unas pinzas metálicas en la cama, y no dudé en ponerle una en cada labio del coño. Tiré a los lados para abrirlo y comerme su clítoris. Mientras tanto, ella me lamia la polla, y a pesar de estar flácida se la metía en la boca, no tardó en endurecerla de nuevo. Su clítoris era delicioso, muy grande y carnoso como todo su coño. Sentí que se iba a correr, pero me detuve, quería hacerla sufrir un poco más…

Estaba a punto de correrme mientras Jorge me comía el coño. Pero se detuvo antes. Casi lloro, pero me imaginé que quería torturarme, su padre siempre lo hacía. Yo mientras tanto disfrutaba de su polla en mi boca, un momento antes se había corrido dentro de mi garganta, la leche me saltó hasta por la nariz. Tanto tiempo sin sentir ese placer de ser follada bucalmente, me encantaba. La cama estaba llena de objetos, lo primero que uso fueron las pinzas, el dolor en mi coño era indescriptiblemente encantador. Al parecer comenzaba a darle riendas sueltas a sus instintos más perversos. Se quito de sobre mi, para ponerme a cuatro patas, en verdad estaba obsesionado con mi culo porque fue directo a el. Sentí como me impregnaba de lubricante en ano, fue tanto que se deslizaba sobre mi coño y mis piernas. Apoyé mi pecho en la cama, curveé la espala y con ambas manos separé mis nalgas para que hiciese conmigo lo que quisiese… no me importaba, mi cuerpo le pertenecía. Cuando el primer consolador entró en mi culo, sentí que llegaba a la gloria. Entraba y salía completo, muy rápido y fuerte. Solo me quedaba gritar y disfrutar… y pedir que fuese más brutal.

— Más fuerte… más, dame más— me dijo mientras le metía el consolador en el culo. Tomé otro más grande, casi el doble de ancho. No estaba seguro de que pudiese meterlo, aunque su ano estaba muy dilatado, la única manera de saberlo era intentándolo. Situé la punta en la entrada de su culo y empujé, ella gritó, pero en ningún momento apartó las manos de sus nalgas. Presioné con más fuerza, hasta que la punta entró en su hoyo. — ¡Sí!— fue como un grito de triunfo, en verdad lo estaba gozando. Lo metí hasta que no pudo avanzar más, entonces comenzó lo bueno. Ya había visto un vibrador metálico, no era muy grande, pero aun así me fue un poco difícil meterlo en su coño ya que el consolador en su culo no dejaba mucho espacio, prácticamente tenía el ano deformado.  Al final logré meterlo, cuando lo encendí ella se sacudió sin control. Por poco expulsa el consolador de su culo, tuve que sujetarlo con fuerza. Apenas podía moverlo…su corrida fue brutal. Cayó tendida en la cama, jadeante, inmóvil.

Le hice levantar un poco el culo para sacarle ese enorme trozo de goma, al hacerlo su ano se quedó abierto, era como un hoyo negro. Metí la polla con una facilidad asombrosa. Le propiné una sonora nalgada a la vez que le ordenaba moverse. Sus movimientos iníciales fueron lentos. Volví a azotarle dos veces más mientras le gritaba que lo hiciese más rápido, su culo aceleró el ritmo, pero no lo suficiente. Le azoté una y otra vez sin parar hasta que sus nalgas estuvieron rojas, ella se movía a toda prisa, pero ya no me importaba, solo quería castigar ese culo grande y firme. Cuando me cansé de golpearle, le sujete por la cintura hincando mis dedos en sus carnes con saña, para luego embestirla de una manera bestial y desenfrenada. Ella sostenía el vibrador en su coño para que no se saliese, no paraba de jadear y gritar, hasta que se corrió.

No deseaba darle tregua. Bañe mi mano con lubricante, no iba a perder la oportunidad de metérsela en el culo. Le obligué a colocarse nuevamente en cuatro, metí tres dedos de golpe, luego los cinco hasta los nudillos. Presioné, moví…insistí mientras ella gritaba. Me sorprendía que no se resistiese, en verdad le gustaba todo aquello. Cuando al fin entró la mano completa, su coño descargó un potente chorro de pis que dejó la cama empapada. El interior era suave y caliente, y ella no paraba de chillar a cada movimiento de mi mano, ni de soltar pequeñas cantidades de orina.

—Eres muy sucia…una perra sucia— azoté su culo con fuerza y su ano se contrajo—  ¿Te gusta? Dime mamá ¿Te gusta?— le preguntaba mientras azotaba sus nalgas con una mano, mientras la otra destrozaba su ano.

—Sí, me gusta…me encanta. Soy una perra muy sucia…muy sucia…sucia— al sacar la mano, su ano sufrió un prolapso. Fue una visión un tanto extraña y excitante ver su recto descolocado totalmente. Ella lo acariciaba con los dedos —Me has destrozado…sí, me has destrozado.

Sentir mi ano desencajado fue algo espectacular, en verdad me había reventado el culo. Pero no tuve tiempo para disfrutarlo como quería. Jorge me colocó bocarriba, me subió las rodillas hasta la altura de las orejas, mi espalda estaba casi en vertical, mi cuerpo parecía una L. Se colocó sobre mí, metió su toda tranca dejando caer todo el peso sobre mi cuerpo. Sentí la punta de polla chocar en el cuello de mi útero, el dolor fue intenso y punzante. No podía ni respirar bien, era un posición realmente incomoda y torturante, cada vez que su polla entraba creía que me rompería a la mitad. Hacia años que no sentía tanto placer. Por fin estaba siendo sodomizada de una manera brutal, como me gusta. Su polla entraba y salía sin parar, sin contemplación. Me las arreglé para poder tirar de las pinzas y abrir aún más mi coño, tanto maltrato y dolor dieron sus frutos…al correrme sentí que moría entre placer y dolor asfixiante. Estaba perdiendo la razón cuando sentí su leche llenar mi agujero. Al fin me soltó, mi cuerpo estaba rendido, me faltaba práctica, estaba totalmente fuera de forma.   Me desabrochó la mascara, de haber tenido fuerzas hubiese intentado detenerle, no quería que viese mi cara, tal vez si me veía recordaría que soy su madre y me trataría con más contemplación y suavidad…y yo no quería eso, si me iba a follar, debía tratarme como lo que soy, una perra sucia y masoquista.

Cuando le quité la mascara, ella intentó cubrirse la cara con las manos, al parecer le daba vergüenza que le viese en ese estado tan deplorable. Acerqué mi polla a su boca —Límpiala— sin pensarlo dos veces, su lengua comenzó a recorrer toda mi polla. Esa era la mujer a la que siempre consideré mi madre, y aún considero como tal, se acababa de convertir en un objeto de mi pertenencia, o al menos ese era mi deseo. Cuando mi polla estuvo totalmente limpia de sus fluidos y lubricante, me acosté en la cama. Ella quedó a la altura de mi cintura, así que tiré de su pelo hasta tener su cabeza sobre mi pecho. Estaba algo tensa, tímidamente colocó su brazo sobre mi, luego una pierna, al final se relajó.

— ¿Y ahora qué?— Preguntó ella mientras mi mano acariciaba su espalda.

— ¿A qué te refieres?— Pregunté con algo de sorna.

— A nosotros… ¿Qué haremos?

— Sencillo… Seguirás siendo mi madre, siempre lo serás… Y mi perra sucia— No pude ver su rostro, pero estoy seguro que sonrió.

Nota del Autor: He pensado en finalizar la saga aquí, aunque tengo varias ideas para su posible continuación. Me encantaría saber vuestras opiniones al respecto de si debería continuar o no, y sobre todo, si les ha gustado.

Gracías por seguirme, y recuerden que sus comentarios y votos son la unica manera de saber si lo he hecho bien. Hasta la proxima.