Mi madre es una masoquista II
[...]Me coloqué sobre ella, y sin más, le hundí la polla completa. Gritó con fuerza, pero no dejó de mantener sus nalgas separadas [...]Su ano se contraía lo cual resultaba sumamente delicioso, y lo fue mucho más cuando se corrió. Un orgasmo anal.
Había pasado un mes desde aquella mañana, y la situación no se volvió a repetir. En realidad actuábamos como si nada hubiese pasado entre ambos. Algo que por un lado me aliviaba y por otro me inquietaba. Mi consciencia estaba dividida entre el placer que obtuve al follar con mi madre y la vergüenza que eso me producía. Aunque ella tuvo una participación activa, siento que fue mi responsabilidad el que llegásemos a ese punto. No he parado de pensar en la actitud lasciva que tomó, de cualquier manera, no ha vuelto a ocurrir, y todo a transcurrido con la normalidad de siempre.
Bueno, he mentido en parte. En la casa todo marcha bien, pero mi vida sexual ciertos percances. Tengo una pareja, más bien es una amiga con la que follo de vez en cuando. Antes de follar con mi madre, el sexo con esta chica era bueno, me encantaba hacerlo con ella…pero desde mi suceso incestuoso el sexo no me sabe igual…
— A ti te sucede algo, a mi no me engañas— Me preguntó Silvia mientras se subía el tanga — ¿sabes lo mal que sienta follar con un tío y que no se corra?
—Pero tú te has corrido ¿no? ¿Cuál es el problema entonces?
—Si hubiese querido correrme y ya uso un consolador. Si no te gusto sólo dímelo. No estás obligado a follarme por lastima.
—No follo contigo por lastima. Me gustas… es que… no sé, últimamente he tenido problemas familiares y estoy algo jodido— la abracé — Pero el problema no eres tú gordita bella — Claro que el problema no era ella, el problema era yo que no paraba de pensar en la follada con mi madre. A ver, Silvia follaba normal, tenía unos kilitos de más, pero no se veía mal aunque ella no pensaba lo mismo. La cosa estaba en que al follar con ella…no sé como explicarlo, echaba en falta esa intensidad que tuvimos mi madre y yo. Era como una tortilla de patata pero sin cebolla.
— Bueno, a ver si puedes solucionar esos problemas pronto. Me voy, no quiero que doña Camila me encuentre aquí. Tu madre es muy maja y todo eso, pero sé que ella sabe que follamos y me da un poco de vergüenza. Nos vemos en la universidad mañana.
Silvia se marchó, aún faltaba algo más de una hora para que mi madre llegase, pero no se lo dije. Era mejor que me dejase sólo. Me eché desnudo en la cama pero no duré ni cinco minutos acostado, estaba inquieto…y caliente. «Ducha con agua fría» pensé que eso solucionaría el problema, pero después de estar más de quince minutos bajo la regadera «…El dinosaurio seguía allí». Volví a la habitación, sabía lo que tenía que hacer para descargarme, pero no quería hacerlo… de nuevo. Intenté pajearme sin pensar en eso, pero claro, si ahora mismo te dicen «No pienses en un elefante» ¿qué será lo primero que llegará a tu cabeza? Pues un puñetero elefante.
Mi elefante prohibido era el álbum de fotos. En realidad no era el álbum físico, ese lo había vuelto a poner en el sitio en donde lo encontré, pero antes escanee todas las fotos y las tenía en mi ordenador. Las organicé en varios grupos: Chupando, azotes, tortura en los pezones y/o el coño, follada anal o vaginalmente, fisting, bukkake, bondage… la verdad es que la galería era bastante amplia, unas setenta imágenes muy motivadoras. Mi madre estaba en todas, y mi padre en la mayoría. Se notaba que a ambos les encantaba lo que hacían. Yo me sentía como un enfermo por excitarme, pero no podía evitarlo. Me masturbé viendo el culo de mi madre con una mano metida hasta la muñeca. Me corrí en abundancia, la leche me salpicó el pecho, fue fabuloso…luego volví a sentirme algo mal.
Después de una sesión de Pilates, seguida por una de spinning y cinco «Largos» en la piscina, mi cuerpo continúa con un excedente de energía, ósea, sigo cachonda. Durante diez años el método de machacarme en el gimnasio me había funcionado, eso y los consoladores. Pero ahora ni una cosa ni la otra. Después de hacer «eso» con Jorge, mi cuerpo no para de pedirme placer. Cada noche me masturbo cuatro o cinco veces por el coño y el culo, incluso, me he puesto pinzas en los pezones, pero no me es suficiente. Tengo hambre de polla y ganas de ser castigada. Pero debo resistir…
Las últimas semanas han sido duras. He intentado seguir de la manera más normal mi vida con Jorge. Quiero seguir viéndole como mi hijo y no como la reencarnación de su padre. Ante él soy su madre, aunque no logro entender que e pasó por la cabeza ese día, quiero pensar que se le revolucionaron las hormonas, está a punto de cumplir los veinte y esas cosas pasan a esas edades, bueno, no de esa manera, pero pasan. Además, no ha vuelto a intentar nada parecido, por suerte, porque si me vuelve a asaltar de esa manera, es seguro que me rendiré ante él aunque no quiera. No lo niego, soy muy viciosa, no puedo negarme al placer, es algo que me supera.
Mi madre llegó a casa a la hora de costumbre, como siempre lo primero que hizo fue darse una ducha, ponerse algo cómodo y preparar la cena. — ¿Vemos una película hoy?— Preguntó mientras comíamos en la mesa de la cocina. Teníamos la costumbre de ver televisión juntos, pero últimamente no lo habíamos hecho, así que asentí mientras masticaba la cena —No hables con la boca llena, que mala costumbre tienes—.
Nos sentamos en el sofá y después de sondear los canales dimos con una película que recién empezaba. No pasaron diez minutos y mi madre ya estaba tomando posición de dormirse en el sofá, es matemático: sofá + luces apagadas ÷ película aburrida = Camila durmiendo. Poco a poco se fue estirando, su cabeza ya estaba sobre un cojín en un extremo del sofá mientras sus pies quedaban sobre mis muslos.
—Te vas a dormir ¿por qué no te vas a la cama? Luego no hay quien te levante de aquí.
— No me voy a dormir. Solo me he acomodado un poco— Sinceramente, creo que no había terminado la frase y ya estaba roncando. Yo seguí viendo la película hasta el final. Cuando terminó, comenzaron los anuncios eróticos de esos en que ponen un chat de gente buscando sexo y en un recuadro pasan escenas porno. «Un poco de porno antes de irme a acostar, estupendo» bajé el volumen del televisor para no despertar a mi madre, aunque conociéndola, igual podía poner un concierto de Judas Priest a todo volumen y ella seguiría roncando.
Las escenas eran de sexo anal y de inmediato recordé cuando mi madre se metió el consolador en el culo. Para colmo de males, en ese momento ella se movió, tenía puesto una camiseta sin mangas que le llegaba a la mitad del muslo, la cual se le había subido al girarse para colocarse de lado con la cara contra el espaldar del sofá. Su culo quedó al descubierto, la luz del televisor era suficiente para poder verle las bragas medio metidas entre sus nalgas. Juró por todos los dioses que intenté controlarme, lo juro… pero sin darme cuenta, ya tenía la polla fuera del pantalón y mi mano estaba acariciando sus piernas, mientras que con la otra me pajeaba muy despacio. «Sólo hazte una paja…sólo eso» ver ese culo grande, firme e imaginarlo siendo follado era motivación más que suficiente para cualquiera. El ritmo de mi masturbación fue en aumento junto a mis deseos de ver más. Me desembaracé de sus pies, ella al sentir el movimiento cambio de posición, por un segundo pensé que se despertaría y me encontraría de pie frente a ella con la polla dura en la mano, en vez de eso se puso bocabajo y continuó durmiendo. Sigilosamente bajé sus bragas centímetro a centímetro [creo que tarde unos tres minutos en hacerlo, en serio, fui muy sigiloso] hasta poder ver por completo su culo. Me agaché en cuclillas, tenía esas nalgas monumentales a menos de un palmo de mi cara, podía olerlas.
A esas alturas había perdido el control otra vez, las imágenes de su ano con el puño dentro, el consolador…todo estaba en mi cabeza y me empujaba a continuar avanzando. La razón y la lógica se fueron de vacaciones y dejaron en su lugar al deseo y la perversión. Acerqué la nariz más, rocé levemente la raja de su culo, lo separé un poco y vi ese agujero delicioso, un segundo después lo estaba lamiendo. Ella gimió, sólo eso, gimió. En ese momento no estaba seguro si dormía o estaba despierta, aún así continúe saboreando su ano. Volvió a gemir cuando empujé con la lengua, ya me lo estaba comiendo en toda regla, y era obvio que ella estaba despierta. Le abrí bien el culo y metí la lengua hasta el fondo, sus gemidos eran suaves y sus caderas se movían lentamente. Chupe, lamí y puncé con fuerza hasta que estuvo bien ensalivado, luego metí dos dedos. Fue increíble lo rápido que dilató; me sorprendí a ver como ella misma separaba sus nalgas con ambas manos y las mantenía abiertas. Metí dos dedos más de la otra mano, cuatro dedos en su culo y ella gemía, no se quejaba….gemía. Cada mano tiró hacia un lado y su hoyo se anchó —Ssiii….ssiii, asíiii—murmuraba ella mientras yo intentaba romperle el ano.
Me coloqué sobre ella, y sin más, le hundí la polla completa. Gritó con fuerza, pero no dejó de mantener sus nalgas separadas. Repetí el proceso varias veces, sacando la polla completa y dejándome caer sobre ella para meterla entera de golpe. No podía ver su cara, pero sus gritos me dejaban claro que lo estaba disfrutando tanto como yo. Con el movimiento nos fuimos desplazando, al final ella estaba con las rodillas en el suelo y el torso sobre el sofá, su cara estaba hundida en los cojines ahogando sus gritos, mientras que yo estaba con las rodillas flexionadas dándole con todas mis fuerza por el culo.
Su ano se contraía lo cual resultaba sumamente delicioso, y lo fue mucho más cuando se corrió. Un orgasmo anal, hasta ese momento pensaba que eso solo ocurría en las películas porno. Le di con todo lo que tenía, mis testículos chocaban con violencia en su coño empapado, luego sentí sus manos tocándolos. Si, so era follar de verdad. Mi corrida fue copiosa, o eso supongo, porque tenía toda la polla dentro de su culo cuando me sucedió. Cuando la saqué, su ano seguía abierto y palpitante, como pidiendo más… metí dos dedos, luego tres…estaba caliente y húmedo.
El cuarto dedo entró sin muchos problemas, mi intención era meter la mano, pero resultaba más difícil de lo que pensé. El pulgar casi no cabía. Mi madre seguí en la misma posición, a veces gimiendo, otras gritando mientras mi mano intentaba follar su culo, pero los nudillos no pasaban por más fuerte que empujé, aun así, continué moviendo los dedos en su interior y sintiendo como mi leche lo lubricaba todo. —Más rápido, más fuerte por favor, más fuerte— Obedecí a sus deseos. Mi madre volvió a correrse, esta vez fue tan intenso que se le escapó un chorro de pis, intentó detenerlo con su mano, pero no podía contenerse entre gritos y sacudidas. Al final se quedó muy quieta. Saqué los dedos con una suavidad absurda, teniendo en cuenta la tralla que acababa de darle a su ano. Ella volvió a acomodarse en el sofá como si fuese a seguir dormida, siempre sin mostrarme el rostro. Contemplé por un momento su culo « ¿Qué carajo nos está pasando?» me marché a mi habitación e intenté dormirme, pero el ano de mi madre no salía de mi cabeza.
Siento aún como palpita mi ano, Jorge estuvo a punto de meter la mano, pero le falto un poco de práctica y a mi más lubricación. Estaba dormida, y soñé que me lamian el culo, cuando desperté lo sentí… me había bajado las bragas y estaba ahí… No puse ninguna resistencia, incluso cooperé, tal vez deba detener esto ahora, pero no tengo voluntad suficiente para hacerlo, me gusta, me hace falta, quiero más. Tal vez deba decirle la verdad… pero tengo más miedo de hacer eso que de seguir siendo follada por él manteniendo la relación madre hijo… no sé que hacer.