Mi madre es una masoquista
[...]Así fue como encontré un álbum de fotos en el fondo de un baúl, fotos en la que mi madre aparecía teniendo sexo con mi padre y varios hombres y mujeres más. [...] era usada como esclava sexual y era obvio que le encantaba.
Mi madre es una masoquista
Mi madre me tuvo a muy temprana edad, a los dieciocho para ser exactos. Ahora tiene treinta y nueve y está en una condición física excelente. Desde que mi padre murió hace ya diez años, pasa mucho tiempo en el gimnasio, antes pensaba que lo hacía para distraerse, ahora sé que lo hace para quemar toda esa energía sexual que lleva dentro. Pero ya no tendrá que recurrir a esos medios, yo le ayudaré a desahogarse como es debido.
Hace unas semanas estaba limpiando el desván, con el tiempo se nos había acumulado una tonelada de cosas que no necesitábamos. Así fue como encontré un álbum de fotos en el fondo de un baúl, fotos en la que mi madre aparecía teniendo sexo con mi padre y varios hombres y mujeres más. En muchas de las imágenes se encontraba atada, era usada como esclava sexual y era obvio que le encantaba. Me impactó bastante verle sometida, pero mi polla se puso dura como una roca, no puede evitarlo me masturbé viendo fotos de mi madre.
Guardé el álbum en mi habitación. Sinceramente no sabía que hacer. Nunca había visto a mi madre acompañada de ningún hombre desde que mi padre falleció. Sólo se dedicó a criarme…y a ir al gimnasio. La situación también me hizo entender porque yo era tan pervertido, me venia de familia. Por más que lo intentaba no podía para de pensar en ella desnuda y siendo follada. Cuando le veía, ya no veía a mi madre, veía a una puta masoquista. En cierta manera me sentía mal por pensar así de ella, pero como ya he dicho, la parte perversa que llevo dentro, se excitaba. Además, pensaba en lo mal que debía pasarlo sin tener sexo por tanto tiempo, si era que realmente no lo había tenido. Al final…pasó….
— Jorge, levántate. Ya es tarde…
— Hoy no voy a la universidad. Te lo dije ayer— Dije con voz pastosa y evitando abrir los ojos para no perder el sueño.
— ah! Lo siento. Lo había olvidado. Bueno. Pues ya que estás despierto, aprovecha el dia y limpia tu cuarto, que parece una leonera— Al final, abrí los ojos y le vi. Estaba vestida con una camisón transparente de dormir que le llegaba a la mitad de ese culo grande redondo y firme, entre sus nalgas pasaba un tanga. Un calor infernal se apropió de mi cuerpo cuando le vi salir de la habitación contoneando esas caderas moldeadas y esas piernas tonificadas. La polla se me puso como una piedra, pero era muy temprano para hacerse una paja.
Tardé unos minutos en levantarme, esperando que la polla se me enfriase. Fui al baño para bañarme, al entrar le vi en la ducha totalmente desnuda «lo que me faltaba» ver esas tetas grandes y esos pezones alargados y rosas. Me quité los calzoncillos, no tenía nada claro que cojones estaba haciendo, mi cuerpo se movía sólo. Entré a la ducha con ella.
—Jorge! ¿Qué haces? Estás muy grandecito para bañarte conmigo ¿no crees?
—No pasa nada. Ven que te estriego la espalda— Ella lo tomó a broma, y se dejó. Cogí la esponja y comencé a lavar su espalda con suavidad, primero en el área de los hombros, poco a poco fui bajando hasta llegar al a las nalgas, y con disimulo pasé la esponja sobre ellas….y entre ellas. Mi madre se quedó muy tranquila, demasiado tranquila. Acerqué mi cuerpo a ella y pasé mi polla dura entre sus nalgas de abajo a arriba y al revés. Por un momento sentí su ano en la punta de mi pene.
— ¿Q…Qué haces?— Dijo casi en susurro. Abracé su cuerpo hincando mis manos en sus tetas, y metí mi polla entre sus piernas. El roce con su coño era fabuloso— Por fav…por favor…no sigas. Esto N…no está bien. OH por dios! No sigas— Pero no hacía nada para detenerme, más aún, sus caderas se movían, y sus pezones estaban tan duros como mi polla —Ah. Por dios. Es…esto está mal. Para— Recordé que en una de las fotos, alguien estaba tirando de sus pezones con unas pinzas, así que en ese momento yo tiré de ellos con fuerza — oh Si, así. Con fuerza…No detente. No me hagas esto…Si….por favor para— mi polla entró prácticamente por si sola en su coño. Solo fue la punta, pero sentí lo caliente que estaba su interior— NO— Se liberó de mi abrazó y salió desnuda del baño.
En ese momento pensé « ¿Qué cojones has hecho?» estuve a punto de follarme a mi madre. Tardé un rato en reunir valor para ir a su habitación, tenía que disculparme por lo que había hecho, pero al entrar….me llevé una sorpresa. A ver, esperaba cualquier cosa, menos encontrar a mi madre masturbándose con un consolador. Estaba tirada en la cama con las piernas abiertas y dándose una tralla brutal por el coño — Vete. No me veas— No paraba, era como si hubiese perdido el control de su cuerpo —Por favor, no me veas— Pero al decirlo, se abría más de piernas y se metía y sacaba el consolador con más violencia. Apretaba los dientes intentando contener los chillidos. Pero era inútil, gritaba como una posesa. — ¡Oh dios! Está cerca, me corro. Por favor, no me veas— me acerqué con la polla en la mano, masturbándome. Me senté en la orilla de la cama para ver su coño más de cerca, era increíble. Incluso su ano estaba algo dilatado. Me acosté a su lado sin tocarla, sin dejar de pajearme. Ella me veía con unos ojos extraños — ¿Por qué me haces esto? ¿Te gusta? Dime ¿te gusta verme así? No me veas por favor, me da vergüenza— Creo que sin querer, desaté la bestia que llevaba diez años dormida — Métemela ya por dios— Sin pensarlo dos veces….
Ambos estábamos tan excitados que no tardamos ni dos minutos en corrernos. Su coño se rebosó con mi leche mientras ella gritaba y me aprisionaba con sus brazos y piernas. Luego….luego nos quedamos muy quietos, sofocados. Mi polla dentro de su coño lleno de leche. La saqué sin decir ni una palabra, el esperma brotó de su hoyo, era algo precioso. Ella se acurrucó casi en posición fetal, mientras yo me quedaba a su lado, abrazándola por la espalda, con mi polla entre sus nalga…
Cada mañana veo el retrato viviente de mi fenecido esposo, algo que siempre ha sido muy difícil para mí. He criado a Jorge como mi hijo, él no lo sabe pero su madre le abandonó. Era una chica con la cual Fernando [mi esposo] y yo solíamos hacer tríos. Cuando quedó embarazada de Fernando, pensó en abortar. Para mi era una decisión horrorosa ya que yo deseaba ser madre y no podía tener hijos. Al final ella tuvo al niño, y desapareció, nunca más supimos sobre ella. A lo que a Jorge respecta yo soy su madre. Aún así, ahora está abrazado a mi con su polla entre mis nalgas…y yo con el deseo de ser cogida por él.
Creo que una parte de mí siempre supo que algo así pasaría en algún momento. No me mal entiendan, nunca tuve deseos sexuales hacía él, bueno, casi nunca. Cuando entró en la pubertad, cada día se parecía más a su padre, es como si fuese un clon. Desde que Fernando murió no volví a estar con otros hombres, ni mujeres. En realidad no sé muy bien por qué hice esa especie de voto de celibato, tal vez porque pensaba que nadie podría satisfacer mis deseos masoquistas como él lo hacía. Sí, soy una masoquista, no me avergüenza decirlo. Disfruto ser humillada, utilizada como objeto sexual, vejada, expuesta, gozo del estrés que causan esas situaciones extremas. Tal vez por eso me he dejado follar por alguien quien considero mi hijo…no sé, no tengo una explicación clara para esto que estoy sintiendo ahora…es que se parece tanto a mi Fernando, incluso tiene esa misma polla gruesa y ligeramente curvada hacia arriba…si Jorge tiene estos deseos sexuales., tal vez deba decirle que no soy su madre, es posible que…no sé…no sé. Las cosas pasan por algún motivo, el universo no se equivoca.
No sabía que hacer. Acababa de metérsela a mi madre. Ella seguía tranquila, si moverse. Pensé en pedirle perdón por lo ocurrido, pero como carajos se disculpa uno después de hacer algo así «Lo siento mamá, te la he metido hasta el fondo, pero prometo que no pasará de nuevo». Quizá lo mejor era no hablar de ello, dejarlo pasar y punto. Dicen que las madres siempre perdonan, aunque no sé si ser follada por su hijo es algo que esté en la lista de cosas a perdonar. Estaba a punto de ponerme de pie y salir de la habitación cuando sucedió… Agarró mi polla y la colocó en la entrada de su coño, la dejó ahí, la decisión de meterla o no al parecer era mía. Dudé. No lo entendía, a ver, hice lo del baño y todo lo demás porque perdí el control por decirlo de alguna manera. Pero eso ya era otra cosa, era ella quien e lo pedía, sin presiones…
Mi polla se deslizó en su coño lleno de mi leche, estaba caliente, suave, viscoso. La empujé hasta el fondo y ella soltó un gemido. No podía ver su rostro en esa posición, tal vez era mejor así para ambos. Quise pensar que se estaba dejando follar porque a pesar de todo era una mujer de carne y hueso, y tanto tiempo sin follar….pues bueno, que le hacía falta sentir una polla de verdad. Así que como había sido yo quien lo había iniciado, ya no podía echar para atrás. Mi polla empezó a entra y a salir con suavidad, ella gemía, pero al parecer no le era suficiente…era como si le faltase algo para obtener placer. Le sujeté por la cintura y la puse a cuatro patas, ella se dejó guiar sin prestar la mínima resistencia. Agarré con fuerza su cabello y tiré de él mientras mi polla entraba con furor en su coño. Mi cuerpo chocaba contra su culo, cada vez la embestía con más fuerza y tiraba de su pelo sin compasión. Eso le gustaba, gritaba, jadeaba, curveaba su espalda en cada arremetida, realmente lo estaba disfrutando.
Separó sus nalgas con ambas manos. Su ano estaba abierto, yo ni lo había tocado y estaba dilatado, un agujero precioso, palpitante. Intentó meter el consolador en su culo, pero no atinaba, hasta que por fin lo empujó de un solo golpe hasta el fondo ¡Completo! Podía sentirlo en mi polla cada vez que se la hundía en el coño. Sus gritos fueron escandalosos, en ese momento agradecí vivir en una casa tan apartada. —Pégame, por favor, pégame— lo pedía entre gritos, rogaba por ello. Le di un tímido azote en las nalgas —Más fuerte— el siguiente fue más potente —Más…más fuerte por favor—el tercer manotazo me dolió hasta a mi. Dejé mi mano estampada en su culo con todo detalle, hasta se podías sacar huellas digitales —Así, así, sigue— le dejé caer una lluvia de nalgadas, en menos de un minuto sus tenía el culo rojo como un tomate — ¡Me corro!— no paré de azotarle mientras le encajaba la polla hasta los huevos en el coño. Gritó hasta quedarse sin voz, tembló, se sacudió. Sin duda tuvo un buen orgasmo. Yo tardé poco en correrme y volver a llenarle el interior de leche.
Quedamos exhaustos. Nos tumbamos en la cama, ella siempre dándome la espalda. Continuaba con el consolador metido en el ano, vi como lo expulsó, pujó como si estuviese en el baño, al final soltó un suspiro aliviado al tenerlo fuera. Me quedé dormido viendo su espalda. Al despertar estaba solo en la cama. Fui al baño y me duché. Cuando me vestí salí de mi habitación y le encontré en la cocina preparando la comida.
— Por enésima vez: limpia tu habitación. Y córtate el pelo que pareces un indigente.
— Vale mamá… vale.