Mi madre era la más zorra del barrio
Apenas contaba diez años cuando vi a mi madre follando con un vecino.
Vivíamos en un barrio obrero, mi padre, mi madre y cuatro hermanos más, mi padre trabajaba en un gran hospital de la capital, turnos variados, lo mismo estaba de día, tarde o noche, eso venía a mi madre genial, pues podía tranquilamente contar con amantes en diversos momentos del día, es decir podía sin ningún problema tener una variedad de hombres y pollas a su disposición, con el tiempo comprendí que ese era el verdadero interés de mi madre en esta vida, tener muchas pollas a su disposición y como dice la frase; el cornudo es el ultimo en enterarse, con el tiempo supe que casi todo el barrio sabía que mi madre, mas conocida por "la Chon", era la mas puta del barrio, pero mi padre o no lo sabía o no quería saberlo.
La primera vez que tuve clara conciencia de lo golfa que era mi madre, fue durante una siesta, sus constantes deseos de macho, apenas la dejaban tomar precauciones, después de comer, todos mis hermanos éramos de corta edad, nos mandó a todos a dormir la siesta, era verano, lo recuerdo perfectamente, fue la primera vez que la vi follar, en realidad era la primera vez que presenciaba el acto sexual entre un hombre y una mujer, aunque esta fuera mi progenitora, no lograba quedarme dormido, y empecé a escuchar hablar con voces muy bajas, casi susurros, me picó la curiosidad y por una ventana, estrecha que daba desde la habitación donde estaba a el salón de la casa, corrí con cuidado la cortina que tenía en la parte donde yo me encontraba y me lleve la desagradable sorpresa de ver a mi madre morreándose con Julio, el hijo de unos vecinos, con los que mis padres se llevaban muy bien e incluso el padre de Julio trabaja en el mismo hospital que mi padre, mi madre le tenia la polla cogida por encima del pantalón, yo no sabía que hacer, si seguir mirando, dormirme y despertarme creyendo que era un mal sueño o liarme a grito para alentar a mis hermanos y descubrir lo que estaba viendo, pero opté por seguir mirando, el tal Julio desabrochó la blusa de mi madre y sacó sus grandes tetas al aire, decir que los pechos de mi madre sencillamente eran enormes, no era gorda, se conservaba bien, en esa época ella contaría con unos cuarenta años, mientras que Julio a penas llegaría a los veinticinco, mi madre siempre iba muy arreglada, estoy seguro que era una de las mejores clientas de la peluquería del barrio, se teñia, usaba faldas mas cortas de lo que era habitual en la época y siempre tenía una generosa ración de sus pechos a la vista, Julio empezó a lamer con su lengua los pezones de mi madre, que se le pusieron enormes, se las mordisqueaba y apretaba con sus manos, que apenas podían abarcar la mitad de sus enormes tetas, de repente se levantó y poniéndose frente a mi madre que seguía sentada con las piernas abiertas y al estar frente a la ventana desde donde yo observaba, por una rendija de que abrí en la misma cortina, podía ver perfectamente su coño ya que no llevaba bragas, supongo que sabía de antemano que iba a ser generosamente follada, Julio se bajó la cremallera del pantalón y se sacó su verga, que yo no veía, él quedaba de espaldas a mí, pero inmediatamente comprendí que mi madre se estaba dedicando a comérsela con gran avidez, pues su amante echaba la espalda para atrás y arqueaba la cabeza, pasados unos minutos de dedicarle una gran mamada, Julio se dio la vuelta y pude ver su enorme rabo, tieso, con la cabezota resplandeciente, su tamaño y la saliva de mi madre le daban una vistosidad enorme, se sentó con su enorme polla mirando al techo, mi madre se subió la falda y se sentó frente a él clavándosela hasta los mismísimos cojones, empezando un sube y baja que hacia que viera como entraba y salía la polla de julio de su chocho, al poco rato mi madre se puso en el sofá a cuatro patas y julio de rodillas se la empezó a clavar por detrás, yo miraba a mi madre y su cara describía el placer que estaba recibiendo, sin duda se la veía experta en el arte de manejar pollas, cuando a Julio se le veía que iba a explotar se paraba y cambia de postura, sabía que no contaba con mucho tiempo y quería exprimir a su amante todo lo que pudiera, se tumbó de
espaldas en el sofá y Julio, con su enorme polla se subió encima, empezando nuevamente un mete y saca que era tremendo, de repente miré a mi pantalón y vi lo que nunca había visto mi pene se puso duro, comprendí que me estaba excitando y que lo que estaba viendo me gustaba, volví a prestar atención a los amantes y con un movimiento rápido y compulsivo, Julio retiró su verga del chocho de mi madre, empezando a pelársela frente a su cara, mi madre le quitó las manos y se la metió en la boca, ahora si veía perfectamente como se la tragaba, era increíble la cantidad de polla que se metía en la boca, al poco empezó a meneársela y abriendo mucho la boca empezó a tragar toda la leche que estaba saliendo del pollón de Julio, soltando durante un buen momento una cantidad que con el tiempo comprendí que era exagerada, pero mi madre se la tragó entera, no desperdició ni una sola gota, se la dejó bien limpia, se la metió en la bragueta, en ningún momento Julio se llegó a bajar los pantalones, le levantó una camiseta que tenía puesta de esas de tirante y le lamió las tetillas, le dio un beso metiéndole la lengua hasta el fondo y le despidió, apresuradamente Julio salió de casa y mi madre se metió en el cuarto de baño, a lo largo de los años siempre creí que Julio nunca se folló a mi madre siempre comprendí que fue ella la que se lo trajinó.
Con el paso del tiempo los he visto follar en varias ocasiones más, pero también la he visto follar con dos de sus tres hermanos, Miguel y Fernando y con Mendoza, el esposo de una vecina de la calle, mulato y con una polla descomunal, con un amigo de mi hermano el mayor, con un "telero" que nos vendía la ropa a plazos, con tres legionarios a la vez, mientras a mi padre le emborrachaban en el bar del cuartel, ese día se la follaron al menos seis personas, yo estaba de guardia en el cuartel, evidentemente ya habían pasado años, con un tío de mi padre, algo mayor que ella, pero con una polla bestial y con un sinfín de machos, de lo que lo único que les importaba, como la oí decir a uno de ellos, era como se movieran en la cama y el tiempo que les durase dura, en fin siempre he tenido claro que mi madre se ha follado todo lo que se movía pero es que yo creo que mi madre nació puta y morirá puta, hoy en día ya pasa los setenta, sigue teñiéndose el pelo de rubia putón, sigue dejando evidente que tiene una clarísima pinta de zorrón y según cuentan sigue habiendo al menos tres o cuatro personas que continúan follándosela .
En próximas entregas relataré todas las veces que la he visto follando, pues desde que la vi por primera vez, lo único que me importaba era ingeniármelas para verla follando, siempre creí y poco tardé en aseverar, que el polvo con Julio no fue una excepción, un día que me iba a trabajar, mi padre había estado de noche, yo ya contaba con diecisiete años, llamé a su habitación, para pedirla dinero para el autobús, al no contestarme, teniendo algo de prisa, abrí la puerta, la vi de espaldas con su precioso culo al aire, con las piernas entreabiertas, mostrando su enorme raja, me deleité con la vista y se me empezó a poner dura, teniendo una erección tremenda, la llamé, se dio la vuelta, adormilada, aunque creo que no, mostró su enorme pelambrera y sus increíbles tetazas, se incorporó tapándose con la sabana, y cuando fue a sacar dinero de la mesilla vi. en el suelo, debajo de la mesilla dos condones usados y con restos de leche, la calentura con la que me fui a trabajar solo se alivió después de dos pajas que me tuve que hacer, desde ese momento me propuse recabar toda la información que de su puterío tenia y cambiársela por follar con ella, se me metió en la cabeza, lo conseguí y además un número importante de veces, entonces fue cuando tomé verdadera conciencia de lo que le gustaba follar, pero eso irá en otros relatos.