Mi madre en un burdel

Encontré a mi madre trabajando en un burdel

Estaba con mis amigos celebrando un cumpleaños, y, al final, decidimos ir a un puticlub a disfrutar. Yo no suelo ir a esos sitios, entre otras cosas, porque no dispongo de todo el dinero que yo desearía. Mis padres están divorciados, él es profesor de instituto y mi madre enfermera (trabaja en un Hospital por las noches). Y apenas nos llega para llegar a finales de més.

Pero, bueno, acepté ir porque nos reiríamos y lo pasaríamos bien.

Llegamos, algo cortados, lo reconozco. Tantas luces, tantas chicas medio desnudas, también había algunas maduritas (me ponen mucho), incluso había varías con las tetas completamente al aire.

Como es lógico, nos pegamos a la barra con cierta vergüenza, y procurando no mirar mucho a las chicas. Éstas no paraban de mirar buscando su presa (seámos sinceros, es así). Y tocando braguetas para que las suban arriba. Una chica se me presentó, con las tetas al aire (pequeñitas, tetas de pera las llaman). Era española, y muy guapa, la sobe todo lo que pude. Pero con cierta discreción.

Mi amigo el que cumplía años subió con una chica a ... bueno, ya os podéis imaginar. Y otro amigo también subió. El caso es que, entre una cosa y otra, nos quedamos sentados y hablando mi mejor amigo y yo solos. Cuando, de repente, me dice:

-Eh, Carlos, mira a esa madura. Se parece a tu madre.

Miré, y ¡era mi madre! O, al menos, era muy parecida a ella, solo que maquillada y con el culo al aire y un escote muy pronunciado.

-Ostias! Se parece a mi madre, pero no es. Mi madre está ahora trabajando en el hospital.

-Carlos, ¿por que te la follas? Se parece a tu madre, eso tiene su morbo.

-¿Qué dices, tío? Estás hablando de mi madre.

La verdad es que mi madre es muy guapa, nunca le han faltado pretendientes. Es morena, pelo liso largo, ojos azules, delgada, 1.75, delgadita, con pechos naturales de talla 100. Las tetas de mi madre son espectaculares, se las he visto muchas veces, sobre todo cuando hace top less en la piscina. Suele llevar escotes, sabe jugar con sus tetas. Y la he escuchado gemir cuando folla con alguno de sus amantes. Mi padre fue tonto divorciándose de mi madre, toda una diosa celta. Y era cierto que se parecía a mi madre.

Me acerqué a esa mujer, despacio, sin querer llamar la atención. La estudié, era idéntica a mi madre. Estaba en la barra con un hombre gordo, que la estaba invitando a una copa. Ella no dejaba de sonreírle y dejar que el gordo le tocase el culo. Me estaba poniendo a tope. Pero, al escuchar el timbre de voz de esa señora ya no me quedaba duda: ERA MI MADRE!! Nos había engañado a todos, se prostituía en el club, no era enfermera. ¡Mi madre era puta!

Al principio me enfadé, me encolerizé. Pero me calmé, era lo mejor que podía hacer. Esperé sin llamar la atención, sin que ella me viera. Cuando el gordo subió a la habitación a mi madre, me calenté mucho. Esperé. A la media hora bajo mi madre, retocándose el bikini que llevaba con el culo al aire con un tanga puesto. Mi madre tiene el culo gordito y ese gordo se lo había follado.

Me acerqué a ella:

-Hola, ¿Cómo te llamas?

-Oh,.... - se quedó cortada, ¡yo era su hijo!

-Vaya, veo que me reconoces. ¡Soy tu hijo! No sabía si eras una mujer que se parece mucho a mi madre o si eres mi madre siendo puta. Ahora veo que es cierto.

-No montes ningún escándalo, Carlos. Por  favor te lo pido. Hago esto por nosotros dos, para no caer en la indigencia.

La lleve a una mesa apartada para que no nos viésen los demás. Nos sentamos y pedimos algo de beber, disimulando.

-Pero, mamá, ¿desde cuándo eres puta? - Le pregunté con interés y excitación.

-Desde que me divorcié. ¿O te crees que las facturas se pagan solas? - Por favor, no digas de esto a nadie, hazme ese favor, hijo mio.-  Me decía una y otra vez.

Ver a mi madre en paños menores pidiéndome un favor tras descubrir yo que se prostituía me calentó sobremanera.

Le saqué una teta del bikini.

-Sacate las tetas, eres puta, ¿no? Así te trataré.

-No, Carlos, eres mi hijo, no me hagas esto. Bastante difícil es esto ya para mi.

-Me da igual, ¿no queres que no diga nada? Obedeceme o todo Buenos Aires lo sabrá. Además, es tu trabajo. Y el gordo ese, ¿te ha follado bien, mamá?

Suspirando y bajando la mirada obedeció. Se sacó las tetas, eran enormes, caídas y bien grandes. Comencé a besarle las tetas a la puta de mi madre. Mientras le comía una teta, le sobaba la otra. Ella gemía en silencio, le gustaba que le mamasen las tetas, ¡menuda mujer más caliente!

-Haré esto a cambio de tu silencio, me parece correcto. Pero no me preguntes por los clientes. Bastante mal lo paso ya.

-Ese no es mi problema, bien que le tocabas la bragueta al gordo ese. Te gusta y eres una dilapiladora del dinero, por eso necesitas este trabajo, haces lo que mejor se te debe dar: follar y calentar a los hombres. No voy a estar satisfecho solo con besarte las tetas. Quiero follarte, mamá. Y te pagaré como cualquier cliente que tengas.

-Carlos, ¡no me obligues a hacer eso! Soy tu mamá. Por favor te lo pido.

La agarré de la mano  la subí arriba. Ella no puso resistencia

Cerré la puerta con candado. Ella seguía suplicándome que nos fuésemos de allí, que no podía acostarse con su hijo. Le pegué un guantazo, no podía pedir ayuda, ni denunciarme, ni nada por el estilo.

La obligué a arrodillarse, la desnudé de golpe, rompiéndole la poca ropa que llevaba.

Mi madre, arrodillada con las tetazas al aire, y ese culo impresionante a mi vista, toda arrodillada para mi. Me desnudé, le metí la polla de golpe por la boca, la cogí de la nuca y yo le marcaba el ritmo, le metía mi polla, una vez, y otra, y otra, hasta chocar con su garganta.

Para mi sorpresa, ella sabía mamarla bien, tuvo arcadas, pero se aguantó. Yo era su cliente y su hijo. Y bien se notaba que le gustaba, porque mientras me la comía se tocaba los pezones. ¡Se estaba masturbando las tetas! Le gustaba ser sumisa para su hijo.

(Continuará)