Mi madre en busca de un nuevo sexo. Final.

Todos juntos, sin más que decir.

Mi madre en busca de un nuevo sexo VII.

Llegó el día del cumpleaños de mi padre. Desde hacía dos días, en que follamos los tres juntos, había ignorado a mi padre, ni siquiera lo había calentado para que acumulara semen para la fiesta. ¡Sería una fiesta inolvidable!

Él se marchó por la mañana y nosotros nos encargamos de organizarlo todo para que estuviera preparado para la noche. Le compramos una pequeña tarta y champaña.

-¡Estoy muy caliente con lo que le tenemos preparado a tu padre! – Me dijo.

-¡Ya lo noto! – Le comenté al meter mi mano en sus bragas y tocar su coño mojado. Me llevé el dedo a la boca y la saboreé. - ¡Creo que estás en tu punto!

-¡Sí! – Dijo con un tono sensual y caliente. – Pero me quiero reservar para esta noche, no quiero gastar mis deseos hasta que no esté tu padre con nosotros… Lo que si vas a tener que hacer es rasurarme mi coño para que esté como el chocho de una niña pequeña

-Cuando quieras te lo hago.

Pasamos el resto del día con una relativa normalidad. Los dos deseábamos follar, mi madre estaba más caliente que nunca pensando en el regalo que le iba a hacer a su marido y seguro que estuvo todo el día mojada.

Ya por la tarde empezó a buscar unas ropas para la fiesta. Sacó el uniforme de mi prima, aquel con el que empezamos nuestras masturbaciones. Me buscó un pantalón gris y un polo blanco, como si fuéramos compañeros de clase.

-¡Dios! – Exclamó. - ¡Me tienes que preparar el coño! Voy a traer las cosas.

Apareció con la cuchilla, la espuma y una toalla. Se quitó las bragas y se subió la falda que llevaba puesta; abriendo las piernas de par en par, dejó su coño totalmente a mi disposición. Tenía ganas de sacar mi polla y clavársela hasta el fondo, pero teníamos que esperar. Con cuidado la fui afeitando poco a poco, moviendo sus labios a un lado y a otro para dejar toda la zona sin un pelo. Mi polla estaba endurecida con aquella visión. Su raja destilaba flujos, aquello también la tenía cachonda. Cogí la toalla y le quité todo resto de jabón. Abrí sus labios y no pude evitarlo, pasé mi lengua para saborearla. Su cuerpo se estremeció y sus manos me separaron.

-¡No hijo, aún no! – Me dijo haciendo gran esfuerzo para resistirse. - ¡Cuando venga tu padre tendrás todo mi cuerpo, aguanta!

Me levanté y era evidente el gran bulto que tenía en mi pantalón.

-¡Pobre mío! – Exclamó al verme. - ¡Ven que te desfogue en un momento!

Me bajó la cremallera del pantalón y sacó mi endurecida polla. Su boca se la tragó y comenzó a hacerme una fuerte mamada, quería que me corriera pronto y en breves momentos comencé a lanzar chorros de semen en su boca, sin avisarla, salían y salían chorros y más chorros y ella se los tragó todos. Acabó de limpiarse la boca y sonó el timbre de la puerta.

-¡Ahí está la sorpresa para tu padre! – Dijo excitándose más aún. - ¡Abre tú que voy a ir vistiéndome que ya son las seis!

Eran las siete de la tarde. Nos habíamos vestidos como mi madre planeó y estábamos sentados en el salón.

-¡Bueno hijo! – Dijo ella nerviosa y excitada como nunca la había visto antes. - ¡Voy a llamar a tu padre!

Cogió el móvil y marcó el teléfono de él.

-¡Sí, qué pasa cariño! – Contestó él.

-¡Cariño, te necesito!

-¿Ahora mismo? ¿Estás enferma?

-Noooo, tu hijo me está curando… pero no es lo mismo sin ti.

-¿Cómo? – No entendía lo que le decía mi madre.

-Siiiií, - su tono se volvió sensual y excitante – eso es hijo… He sentido algo en mi coño y tu hijo me está dando una pequeña… Aaaaah, eso ahí… Una gran cura en mi raja

-Pero… ¿Soy unos pervertidos? – Mi padre cuchicheaba al teléfono para que no lo oyeran. - ¡Estoy trabajando y no puedo ir!

Yo veía como mi madre le mentía a mi padre, diciendo las cosas que yo le hacía, aunque no era verdad, quería excitarlo, ponerlo caliente para que corriera a casa y darle su regalo.

-¡Eso, ahí, chupa mi clítoris! – Gritó fingidamente. - ¡Oh cariño, tendrías que ver como me mama tu hijo! ¡Es todo un experto!

-Pero… pero… - Mi padre se ponía cada vez más caliente y no sabía que hacer.

-¡Hijo, méteme ya tu polla! – Seguía hablando mi madre. - ¡Dios que gorda se te a puesto! ¡Hoy sin mamada! ¡Húndela en mi coño mojado de una vez! ¡Aaaaaaaah, que gorda! – Gritó como si le hubiera entrado totalmente. - ¡Ah, ah, te dejo que tu hijo me está haciendo gozar! ¡Corre si quieres vernos follar! – Colgó de golpe sin dejar responder a mi padre.

-¡Mamá, me has puesto caliente con tu simulación! – Le dije tocándome la polla por encima del pantalón. - ¿Crees que vendrá? – En ese momento sonó el móvil de mi madre.

-¡Es tu padre! ¡Tienes que hacer como si me estuvieras follando! – Empezamos a hacer ruidos como si le estuviera clavando mi polla hasta el fondo y descolgó. - ¡Ah, umh, dime cariño, ah, ah! ¡Dame más fuerte hijo! – Mi padre no decía nada, sólo escuchaba mis gruñidos y los gemidos de mi madre. - ¡Oh, eso, eso… hasta adentro! ¿Juan estás ahí?

-Sí… - Dijo por fin mi padre. - ¡Voy corriendo, no os corráis todavía!

-¡Oh hijo, por el culo no, espera que venga tu padre y me la claváis los dos a la vez! – Mi madre y yo gemíamos sentados en el sillón, sin colgar el teléfono para que él nos pudiera escuchar.

-La tengo en tu entrada, agárrate que te la voy a meter de una vez en tu culo. – Dije.

-¡No, hijo, no! ¡Eso va a doler! – Me moví como si la clavara a la vez que hice un sonido de esfuerzo al partir su esfínter. - ¡Aaaaaaaah, como ha dolido! ¡Dios, me has partido el culo! ¡Muévete para darme placer, ah, ah! ¡Vamos, ah, ah, sigue clavándola hasta el fondo…! – Ya ha cortado, viene hacia acá a toda prisa.

Esperábamos sentados en el sillón cuando escuchamos la puerta, era mi padre abriendo. Nos pusimos de pie para esperarlo. Mi madre estaba preciosa con aquella falda escocesa, aquel polo ajustado marcando sus tetas, sus calcetines por encima de las rodillas y aquellas dos coletas infantiles que se había puesto para parecer una colegiala. Yo a su lado, vestido como si los dos hubiéramos venido de clase.

-¿Habéis acabado? – Entró mi padre en el salón alterado y se paró en seco al vernos con aquella pinta. - ¿Qué…qué pasa aquí?

-¡Felicidades! – Gritamos los dos a la vez.

-¡Queríamos darte una sorpresa! – Le dijo mi madre. – Así que relájate que el espectáculo va a empezar.

Mi padre estaba atónito con aquello. ¿Qué harían su mujer y su hijo vestidos como dos colegiales? Entonces entró la sorpresa por la puerta del pasillo. Mi primo Roque entró en la habitación haciendo como que mi padre no estaba.

-¡Hola compañeros! – Nos dijo a mi madre y a mí. – Oye. ¡Qué buena está esta niña! – Se colocó detrás de ella y la agarró por la cintura pegándose para que su polla se apoyara en su culo, sus manos subían hacia las tetas.

-¡Sí que está buena! – Dije yo y me arrodillé delante de mi madre acariciando sus piernas. - ¡Quién se pudiera meter entre estos dos muslos y comerse lo que tiene ahí en medio! – Empecé a subir su corta falda.

Mientras mi primo manoseaba sus tetas y mordía su cuello, yo le daba bocados en su coño por encima de las bragas. Mi madre se estremecía y gimoteaba con nuestras caricias. Mi padre no se perdía detalle de lo que le hacían a su mujer. Estaba más caliente que nunca y su mano sacó su polla para empezar a masturbarse. Su mano se movía a lo largo de su endurecida polla y sus ojos no se apartaban, aquello lo ponía muy caliente.

-¡Ve señor director! – Mi tía Amalia salió por el pasillo dándole un susto a mi padre. - ¡Ve estos pervertido que están nada más que pensando en follar y follar!

-Pero… pero… - Mi padre no se esperaba allí a su hermana. - ¿Qué es esto?

-¡Esto son tres pervertidos metiéndose mano! – Dijo ella asumiendo el papel de profesora. Traía una falda ajustada y una chaqueta… incluso sus gafas de profesora con un moño en su pelo. - ¡Pero…! ¡Dios mío! ¡Usted tiene la polla fuera! ¡Usted está disfrutando con el espectáculo! ¡Esto no puede ser señor Director! – Se sentó en el sofá como si llorara.

-¡Señor director! – Habló mi madre. - ¿No le gustaría ayudar a la profesora mientras mis amigos me dan cariño?

Mi padre dudó un poco, pero se sentó junto a su hermana, mirando a todos sin saber que hacer.

-¡No le gusta el espectáculo que le ofrecemos! – Dijo mi madre. - ¡Déjese hacer por ella!

-¡Nunca imaginé que tuviera una polla tan buena! – Dijo mi tía y le agarró la polla a su hermano. - ¿Puedo chupársela?

Mi padre no dijo nada, se relajó y sintió como su hermana empezaba a mamarle la polla, mientras miraba a su mujer, a su hijo y a su sobrino que se daban caricias delante de él. Le bajé las bragas a mi madre hasta quitárselas.

-¡Mire señor Director! – Me aparté un poco. - ¡Miré que coño más depiladito! ¡Ahí van sus bragas, huélalas, están mojadas de su coño!

Mi padre las cogió y las llevó a su nariz. Mi tía mamaba con ganas la polla del hermano. Mi madre apartó con dos dedos los labios de su coño y metí mi lengua. Ella empezó a gemir. Mi primo le subió el polo y dejó sus tetas al aire mientras las acariciaba y jugaba con sus pezones. Yo sentía como a mi lengua llegaban los flujos del coño de mi madre que estaba más salida que nunca, viendo cómo Amalia se tragaba la polla de su marido mientras su propio hijo y su sobrino le daban placer.

Mi tía estaba de lado recostada en el sofá. Su cabeza subía y bajaba para tragar la polla de su hermano. Puso el pie de la pierna superior sobre el sofá y mantuvo sus piernas bien abiertas. Se subió la falda y apareció su depilado coño. No llevaba bragas y sus dedos empezaron a masturbarla. Se podían ver el portaligas y las medias que cubrían sus piernas.

Mi padre no pudo aguantar, la visión de su mujer sobada por dos jóvenes y la placentera mamada de su hermana fue superior y sin previo aviso empezó a descargar chorros de semen en la boca de su hermana que lo mantuvo sin tragar. Con una mano llamó a mi madre para compartir aquel líquido.

Mi madre se arrodilló delante de ella que se había sentado en el sofá. Abrió la boca y esperó que su cuñada lanzara su carga. El semen de mi padre pasó de una boca a otra. Después se fundieron en un beso lésbico y acabaron con cualquier rastro de aquel semen.

Cuando acabaron, mi primo cogió a mi madre y la levantó para sentarla en el otro sillón. Se arrodilló delante de ella, la colocó bien y le abrió las piernas de par en par. Hundió su boca en su mojada raja y comenzó a lamerla por todo su sexo. Mi madre gemía y se retorcía de placer y me llamó con la mano. Yo sabía lo que necesitaba. Me quité los pantalones y los calzoncillos y me subí en el sofá, me agaché para acercar mi polla a su boca que empezó a mamar al momento.

Mi padre miraba desde el otro lado y su polla volvía a ponerse dura. Miró a su hermana que sentada y abierta de piernas, se masturbaba con la visión de aquel trío. Mi padre se arrodilló delante de su hermana y le abrió el coño totalmente. Empezó a darle con la lengua en su clítoris y las dos mujeres gemían de placer.

-¡No puedo más! – Gritó mi madre. - ¡Necesito una polla dentro de mi coño!

Mi primo se levantó y se quitó los pantalones para dejar su polla erecta y grande al aire. Se arrodilló delante de mi madre que seguía mamándome.

-¡Raquel, aquí tienes mi polla!

Miré cómo su enorme glande separaba sus labios, cómo iba dilatando su vagina a medida que iba entrando poco a poco.

-¡Qué maravilla! – Gemía mi madre. - ¡Me está partiendo el coño!

Le quité la polla a mi madre y me dirigí a mi padre.

-¡Siéntate junto a mamá y mira cómo se la folla tu sobrino! – Mi padre se puso más caliente y se sentó junto a su mujer.

Allí tenía a mi caliente y húmeda tía, totalmente abierta de piernas, esperando que algún macho la satisficiera. Me senté junto a ella.

-¡Ven aquí tita y móntame!

Se puso de pie y abrió las piernas. Agarró mi polla y la dirigió a su coño. Se fue dejando caer y mi polla le fue entrando poco a poco hasta que la tuvo totalmente dentro. Movía sus caderas y frotaba nuestros sexos para darse placer. Le quité la chaqueta que tenía y le desabroché la camisa para sacar sus dos hermosas tetas. Me puse a mamarla cómo un bebé y ella gemía y se movía sobre mi polla.

Mi madre comenzó a besar a mi padre mientras su sobrino le incrustaba aquella enorme polla. Una de sus manos agarró la polla de su marido y la masturbaba. Gemía y se retorcía de placer.

-¡Espera, para Roque! – Dijo mi madre y lo separó. Se levantó y se colocó sobre mi padre para dirigir su polla a su ano. Se fue sentando hasta que aquella polla entró por completo en su interior. Se mantuvo quieta. – ¡Clávate ahora en mi coño, sobrino!

Roque agarró su polla hasta la entrada de la vagina de mi madre y la fue penetrando. Casi no le entraba la enorme polla. Mi primo empujó más, sintiendo como su polla empujaba a la de su tío que entraba por el culo de aquella mujer. Mi madre gritaba de dolor y placer. Roque dio un fuerte empujón y su polla entró por completo en ella, dilatándola y estrujándola por dentro como nunca lo habían hecho. Mi madre se mordió los labios y clavó las uñas en los brazos de mi padre.

-¡Moveros hijos de puta! – Grito. - ¡Partirme el coño y el culo a la vez!

Las dos pollas entraban y salían a la vez y mi madre no dejaba de retorcerse y gemir, agitando la cabeza por la locura que le producía aquella sensación. Mi boca pasaba de un pezón a otro de mi tía. Mi polla entraba y salía enérgicamente de su vagina. Gemía como una condenada.

Mi primo miraba a su madre, su culo, sus tetas. Amaba a aquella mujer y quería tenerla. Sacó la polla de mi madre y se dirigió a la suya.

-¡Déjame que te folle como a una perra! – Le dijo besando su boca.

Mi tía se levantó de mí y me levanté. Ella se colocó a cuatro patas en el sofá y esperó recibir a su hijo en su coño. Su cara cambió cuado sintió como su hijo la invadía por completo la vagina y comenzaba a follarla cómo a ella le gustaba.

Miré a mi madre, me acerqué y metí mis dedos en su coño, masturbándola mientras mi padre entraba y salía de su culo. Gemía y se retorcía de placer. Se paró, se sacó a su marido y se me colocó tumbado en el suelo. Se subió sobre mí y se metió mi polla en su mojado y dilatado coño. Con las manos separó los cachetes del culo, dejando su ano totalmente dilatado a la vista de mi padre. No tuvo que decirle nada. Se colocó detrás de su mujer y apuntó su polla a aquella negra cueva. Dejo caer su peso y la polla se perdió dentro. Los dos nos movíamos y mi madre no dejaba de gemir y retorcerse.

Le quité con dificultad el polo que tenía y sus bamboleantes tetas quedaron delante de mi cara. Las agarré con mis manos y empecé a chuparlas. Pasaba de una a otra. Si algo bueno tenían las mujeres de mi familia eso eran sus tetas, las de Yolanda, las de su madre Amalia y las de mi madre. Todas eran geniales y tenían unos pezones que me volvían loco. Mi polla estaba en la vagina de mi madre, pero no me podía mover, me dedicaba a mamar sus tetas.

Miré su cara y tenía la expresión del más profundo de los placeres. La agarré por el pelo y empecé a comerle la boca. Ella no podía hacer nada. Estaba recibiendo las envestidas de su marido en su culo mientras la polla de su hijo le llenaba la vagina. Mi lengua se movía por el interior de su boca y ella sólo podía gemir levemente de placer.

-¡Me corro, me corro! – Empezó a decir suavemente.

Se puso tensa y su boca gemía fuertemente. Tenía espasmos de placer con aquel orgasmo que la invadía. Mi padre no paraba de follarle el culo. Ya se había corrido en la boca de su hermana, pero ver a su mujer disfrutar de aquella forma hizo que se corriera.

Clavó su polla lo más profundo que pudo y soltó todo su semen en ella dando empujones torpes con cada eyaculación que tenía. Los dos cayeron al lado, exhaustos. Mi polla salió del coño de mi madre y aún no me había corrido.

Miré a mi tía. Ahora estaba subida sobre mi primo y lo montaba como una condenada. Aquel grueso pene entraba y salía. Me coloqué detrás de ella y paré su culo.

-¡Eso es sobrino! – Me dijo mirándome y dándome un beso en la boca. - ¡Folla el culo de tu tía! ¡Llenadme con vuestras pollas a la vez! – Se separó los cachetes para que buscara su ano.

Dirigí mi polla a su redondo ano y empecé a empujar. Ella lo usaba algunas veces con mi primo y aquel esfínter estaba bastante dado de sí. Mi polla estaba mojada con los flujos de mi madre y nada más empujé un poco, se introdujo por completo, cómo si aquel maduro y caliente culo se lo hubiera tragado.

Los dos nos movíamos a la vez, clavándonos en ella que gemía y se retorcía de placer. Empujaba sin parar, sintiendo su esfínter que apretaba mi polla. Quería correrme. No le dije nada, clavé mi polla y mi caliente semen la llenó por dentro.

-¡Qué leche más caliente me estás echando sobrino! – Gemía y se retorcía.

Mi primo se movía lo que se podía y yo me senté junto a mis padres en el otro sofá para descansar. Podíamos ver perfectamente como la polla de Roque entraba y salía cada vez más rápido, arrancando gemidos de placer de mi tía que volvía a tener otro orgasmo.

-¡Vamos semental, folla a tu madre y córrete en mi coño! – Le gritaba. - ¡Esta polla me va a matar! ¡Clávala por completo en mí!

Mi primo gemía y gruñía mientras follaba a su madre que no podía más. Entonces agarró sus caderas con todas sus fuerzas y la empujó para que su polla se clavara por completo. Empezó a lanzar chorros de semen dentro de su madre que se retorcía y gemía. No la sacó. Se movía levemente, sintiendo placer y dándole aún un poco a su madre. Podíamos ver, cuando su glande llegaba a la entrada de su vagina, como un poco de su leche salía. Mi tía estaba repleta del semen de su hijo.

Todos descansamos por un buen rato y después tomamos la tarta. Después hubo más "regalos" para mi padre, follando entre nosotros todo lo que quisimos. Así fue cómo empecé a follar con mi madre, así fue cómo continué follándola con mi primo y mi tía y cómo al final acabé follándola para excitar a mi padre.

FIN.