Mi madre en busca de un nuevo sexo (6)

De regreso de la vacaciones, mi padre descubre las enseñanzas que mi madre me da... ¿Cómo reaccionará ante la situación?

Mi madre en busca de un nuevo sexo VI.

El final de aquellos días no fue bueno para mí. Si mi madre disfrutaba haciendo el amor con mi tía y mi primo, yo tuve la desgracia de que Yolanda me llamara para decirme que me dejaba. Apenas habíamos estado dos días juntos y ya me dejó… No me dio explicaciones apenas, sólo me dijo que no podíamos vernos más. Y así, los últimos días en la playa los pasé solo casi todo el tiempo. Mi madre intentaba consolarme algunas veces, hablándome por la noche, sin intentar tener sexo… me conocía y sabía que no estaba para esas cosas.

Ya de vuelta de las vacaciones, tuvo que pasar una semana para que yo me sintiera mejor. Nunca me falto el cariño y el apoyo de mi madre. Mi padre estaba ajeno a todo lo que me ocurría y bastante tenía con tener que trabajar tanto.

Y fue un sábado por la mañana. Me desperté sobre las nueve de la mañana, escuché como mi padre se despedía de mi madre y como salía de la casa. Miré por la ventana y lo vi alejarse en su coche. Mi pena había pasado y mi pene pedía de nuevo sexo con mi madre.

Me levanté y me fui a la habitación de ella. Allí estaba, acostada de lado. Su hermosa figura se marcaba por la sábana. Me acerqué sin hacer ruido y me metí debajo de la tela suavemente… pegué mi cuerpo a ella, mi polla a su culo.

-¡Buenos días hijo! – Me dijo sin mirarme, acomodando su cuerpo al mío. - ¿Ya está más animado? – Mi polla empezó a ponerse dura al sentir el contacto de su cuerpo. - ¡Vaya, ya noto que te animas por momentos!

-¡Mami, tú siempre has estado a mi lado para animarme! – Le dije, abrazándola y besando su cuello. – ¡Ahora te muestro lo animado que estoy!

Mi mano bajó por sus caderas y se coló por debajo de su camisón. Busqué sus bragas y poco a poco se las fui bajando hasta quitárselas por completo. Empujé mi cuerpo contra el suyo para obligarla a colocarse boca abajo en la cama. Mordía su cuello y sus hombros, mientras me colocaba sobre ella para que mi polla quedara en su culo. Sentía como se estremecía con mis besos, caricias y pequeños mordiscos. Mis manos recorrían su cuerpo y mi polla empujaba en su culo, sin intentar penetrarla, sólo frotándose con ella. Poco a poco se calentaba y empezó a lanzar suspiros que al momento se convirtió en un sensual ronroneo.

-¡Hijo, me encantan tus caricias! – Se agitaba bajo mi cuerpo. - ¡Sigue, no pares, dale cariño a mamá!

-¡A mi madre le daré todo lo que me pida!

-¡Pues dame tu polla que tengo hambre!

Sin dejar de acariciar su cuerpo, me coloqué a su lado y ella me tumbó en la cama. Me desnudó por completo y me abrió las piernas un poco para colocarse en medio a cuatro patas. Me miraba a la cara, con la leve luz que entraba por la ventana estaba preciosa. Agarró mi polla con una mano y bajó el pellejo que cubría mi glande. Besó la punta suavemente, un beso, dos, tres… su mano subía y bajaba delicadamente mientras la otra acariciaba mis testículos. Era una dulce paja que me volvía loco.

-¡Dame tu coño mamá! – Le pedí.

-¡No, aún no! – Me dijo con una sonrisa malévola en la boca. – Llevas muchos días sin correrte y tengo que saborear tu primera corrida.

Sentí como la calidez de su boca envolvió mi polla por completo. Cerré los ojos por el placer y dejé que ella disfrutara de mi endurecido sexo. Cada succión que me daba me provocaba un gran placer y quería lanzar mi semen dentro de su boca… Pero aquella sensación era celestial y no quería que acabara, no podía correrme, quería que me la mamara más… pero de nuevo mis testículos querían vaciarse dentro de la boca de mi madre… ¡No, aguanta un poco más! Gritaba mi mente mientras mi cuerpo se tensaba al sentir la boca en mi polla y su mano en mis huevos. Abrí los ojos para ver su cara cuando mi leche inundara su boca.

-¡Papá! – Él estaba allí en la puerta, de pie, viendo como su mujer se la mamaba a su hijo. Me apresuré a quitarle la polla a mi madre y a taparme.

-¡Cariño, esto… esto…! – Mi madre no sabía que hacer ni que decir. - ¡Yo… es que nuestro hijo…! – Se sentó en la cama y se colocó la ropa nerviosamente, sin saber como ponerse, qué hacer ni qué decir.

Estábamos asustados, no sabíamos como iba a reaccionar. Mi padre tenía expresión de atónito con el espectáculo que había visto. Se acercó a nosotros. Nos miraba a uno y a otro. Temí la guantada que me iba a dar y me acurruqué esperando lo peor. Estaba a mi lado.

-¡Sigue mamándolo! – Dijo con voz firme y autoritaria.

-Pero cariño, esto so

-¡Que se la mames! – Interrumpió a mi madre con una orden casi militar. - ¡Tú! – Se dirigió a mí. - ¡Vuelve a tumbarte!

No sabíamos que hacer y tímidamente nos movíamos obedeciendo sus palabras. Me coloqué como estaba, mirando a mi madre y a mi padre. Mi polla se había quedado floja con la impresión. Mi madre volvió a colocarse en medio de mis piernas, en la misma postura que antes y lo miró para decirle algo. Un dedo de mi padre le indicó que no hablara, que se comiera mi polla. No dijo nada.

La mano de mi madre agarró mi flácida polla y empezó a darle chupadas para que se pusiera dura. No reaccionaba, yo estaba tan nervioso y asustado que no conseguía que aquello se levantara. Mi padre nos miraba, junto a nosotros. Mi madre tragaba mi polla y él se sacó la suya.

Estaba empalmado. Su polla estaba totalmente dura. ¡Mi padre se excitaba al ver a su mujer mamando a su hijo! Empezó a masturbarse mientras no apartaba la vista de su mujer. Aquello me excitó y mi polla empezó a crecer dentro de la boca de mi madre.

-¡Cuánto tiempo hacía que no te la veía tan grande! – Dijo mi madre refiriéndose a la polla de mi padre. - ¿Me follarás hoy? – Le preguntó con un tono muy sensual mientras su mano no paraba de masturbarme.

Mi padre se colocó detrás de ella y le levantó la fina tela del camisón. Su culo redondo y su coño aparecieron delante de su vista. Ella lo miraba para ver que quería hacerle.

-¡Sigue chupándosela a tu hijo! – Le ordenó.

Mi madre continuó su tarea. La veía tragarse mi polla, seguro que su coño estaría lanzando flujos… mi madre era muy caliente y aquello la pondría a cien.

-¡Tienes el coño muy mojado! – Mi padre metía los dedos en su vagina. - ¡Creo que sé lo que necesitas!

Mi padre se desnudó por completo y se colocó detrás. Agarró su polla con una mano y la clavó en el coño de su mujer. Ella soltó mi polla al sentirse invadida por él.

-¡Cuánto tiempo sin tenerte dentro de mí! – Le dijo medio gimiendo. - ¡Fóllame, clávamela hasta el fondo!

El la embestía y empujó su cabeza para que siguiera mamándome. Estaba como enloquecido, agarrado a sus caderas empujaba y empujaba. Gruñía, gemía hasta que en poco se empezó a correr dentro de mi madre.

-¡Oh, siento tu leche en mi interior! – Mi madre gimoteaba y se retorcía. - ¡Necesito que me folles más! ¡Quiero correrme!

-¡Pues que te folle tu hijo! – Le dijo mi padre mientras sacaba su empapada polla de ella.

Mi madre abrió las piernas y de rodillas se colocó sobre mi polla. De su coño emanaba la leche de mi padre. Sin duda le había lanzado gran cantidad de semen en su interior. Agarró mi polla con una mano y la llevó a la entrada de su vagina. Se sentó y mi polla se fue abriendo paso entre los flujos de su coño y el semen de mi padre hasta estar en lo más profundo de ella.

Ella botaba y se clavaba la mi polla, restregaba su coño contra mí y no paraba de gemir y decir obscenidades sobre mi polla, la de mi padre y su coño. Estaba en la gloria, disfrutando de sus machos, antes con mi padre y ahora conmigo. Agarré sus tetas y se las acaricié sintiendo sus redondos volúmenes. Mi padre se colocó a su lado y la besó. Agarré sus caderas y seguí moviéndome para que mi polla le diera placer. Él llevó una de sus manos hasta tocarle el clítoris. Mi madre estaba a punto de estallar, mi polla entraba y salía de ella y los dedos de su marido castigaban su punto más sensible.

-¡Me vais a matar! – Gritaba retorciéndose de placer, moviendo sus caderas. - ¡Seguid, fóllame hijo, mastúrbame cariño! – Hundió su lengua en la boca de mi padre.

-¡Mamá, me voy a correr! – Le grité pues estaba a punto, excitado al tenerla allí follando mientras mi padre la ayudaba. - ¡No puedo más!

-¡Espera hijo! – Me dijo entre gemidos. - ¡Espera que me corra!

Se deshizo de mi padre y se inclinó hacia delante, besando mi boca sus caderas se movían como loca para darse todo el placer posible. Yo agarraba su culo para acompasar nuestros movimientos. Retiró su boca de la mía y a su lado estaba la polla de mi padre. No lo dudó, se la tragó dando gemidos apagados. Agarré fuerte su culo y mis caderas hicieron que mi polla la follara a toda velocidad. Podía ver como se corría con la polla de mi padre en su boca. Se convulsionaba mientras mi polla no paraba de penetrarla, sus dedos se clavaban en mi pecho. Ya podía correrme dentro de ella.

Empujé con mis caderas para meterla todo lo posible en aquel mojado coño y empecé a soltar mi semen dentro. Con cada chorro que lanzaba ella se estremecía y se agitaba prisionera de mi polla y de la de mi padre. Ambos nos corrimos.

Me paré dejando mi polla dentro de ella. Su boca soltó su presa y mi padre empezó a masturbarse delante de su cara. Al poco tiempo empezaba a lanzar chorros de semen que su boca abierta recibía sedienta. Se lo tragó todo. Mi polla había menguado y se había salido de su coño. Podía sentir como la mezcla de semen de los dos hombres y sus flujos caían sobre mis huevos.

Se tumbó a mi lado y de su raja seguía emanando aquel blanquecino líquido. Los tres estábamos en la gloria con el lujurioso trío que habíamos tenido. Después me marché a mi habitación y los dejé allí descansando hasta que mi padre se volvió a marchar.

Mi madre y yo nos duchamos juntos, acariciándonos. Ya no teníamos que ocultar nuestras ganas de sexo, incluso a partir de ahora me llamarían para que mi padre se excitara y pudiera follarla.

Dos días después sería el cumpleaños de mi padre y pensamos que talvez sería buena idea darle una fiesta sorpresa. Así que nos pusimos manos a la obra para conseguir que aquel cumpleaños fuera inolvidable.