Mi madre en busca de un nuevo sexo (2)

Ya en julio nos trasladamos a la playa, ya es hora de tocarse el uno al otro.

Mi madre en busca de un nuevo sexo II.

Durante los días posteriores muchas veces nos masturbamos juntos. Nos mostrábamos nuestros sexos excitados, calientes y deseosos, nuestras manos nos daban placer, pero nunca nos atrevimos a tocarnos… ¡Eso no podía ser!

Recuerdo a principios de julio. Nos fuimos a un apartamento que había alquilado mi padre en la playa. Él estaría una semana que era lo que descansaba y después vendría mi tía Amalia con mi primo Roque y mi prima Yolanda. Ya llevábamos cuatro días y notaba que mi madre estaba a punto de estallar. Yo dormía en una de las dos habitaciones, tenía una cama de matrimonio y otra pequeña. Esa sería la habitación de mi tía y mis primos cuando vinieran, de momento aprovechaba para estar allí.

Por las mañanas éramos una familia normal, aunque a veces mis ojos se comían a mi madre y deseaba masturbarme delante de ella, pero allí estaba mi padre. Pero ocurrió que mi tía con mis dos primos se presentaron un día antes por equivocación. Llegaron por la tarde, después de comer. Después del desconcierto del principio, todos reímos por la equivocación. Una hora más tarde marchábamos hacia la playa.

Cuando vi a mi prima Yolanda en bañador creo que me enamoré perdidamente. Tenía dieciséis años pero tenía un cuerpo maravilloso. Sus tetas eran más bien grandes, pero firmes. Su culo redondo y respingón, de caderas anchas… su cintura marcada… su pelo rizado y moreno. Todo en ella hizo que no me despegara de su lado durante toda la tarde.

Ya por la noche, después de comer, tuvimos que ver donde dormíamos cada uno, pues había una cama de menos. Yo me iba a ofrecer para dormir en el sofá, pero mi madre habló y no sé como lo consiguió, pero al final mi padre, ella y yo dormiríamos en la cama de ellos. Era verdad que era más grande que una cama normal de matrimonio, pues era de un metro y cincuenta centímetros.

Y así, después de un rato de charla, no fuimos a la cama. Estaba un poco cortado, pensar en las cosas que hacía con mi madre cuando mi padre no estaba… y ahora dormir junto a ella… No sabía si sería capaz de aguantar mis impulsos.

Mi padre se acostó a la derecha, mi madre en medio y yo al otro lado. Apagamos la luz y no podía dormir. Sentía el calor del cuerpo de mi madre junto a mí. Se colocó de lado de forma que su redondo culo apuntaba en mi dirección.

No sé cuanto tiempo pasó cuando mi padre empezó a roncar. Desde que me metí en la cama, mi polla se mantuvo erecta al pensar en el cuerpo de mi madre. No podía más, tenía que tocar su cuerpo. Me giré sin agitar mucho la cama y podía verla, de espaldas a mí. Sentí la necesidad de pegarme a ella y eso hice. Moví las caderas y sentí el tacto de sus nalgas en mi polla. Ella no se movió, estaría durmiendo. Empujé un poco más y pegué mi polla contra ella.

Entonces ella pareció incómoda y se movió, pero empujó su culo para pegarlo más a mí. No dormía y necesitaba sentirme cerca. Suavemente coloqué una mano sobre su cadera y tiré de ella mientras empujaba mi endurecido sexo para rozarlo contra su redondo culo.

Su mano agarró la mía y tiró de ella para que la abrazara. La tenía cogida por la cintura y ahora pegué todo mi cuerpo al suyo. Podía oler el delicioso aroma de su pelo. Sentía la calidez de su cuerpo entre mis brazos y movía ligeramente mis caderas, frotando mi polla contra ella. Ella me acariciaba la mano mostrando su aprobación. Besé su cuello y su mano se agarró fuertemente a la mía. Aquello le había producido un terrible placer. Volví a besar su cuello, pero para acabar le di un leve mordisco. Su cuerpo se movió involuntariamente y empujó mi mano en dirección a su entrepierna.

Mi padre tosió y se movió. Nos quedamos paralizados, pero sin separarnos. Esperamos un momento y él continuó roncando. Mi mano estaba en su vientre, guiada por la suya y noté como sus piernas se abrían un poco. De nuevo empujó mi mano hasta que se colocó encima de sus bragas. Ya no hacía falta que me guiara, ya sabía lo que quería ella… lo que yo deseaba.

Metí toda mi mano entre sus piernas y sentía su coño bajo la fina tela de las bragas, la empujaba contra mí a la vez que mi polla hacía de tope, como si la follara por detrás. La mano que antes me guió hasta su sexo, ahora me rodeaba y agarraba mi culo, imprimiendo el ritmo que ella necesitaba en mí. Le daba leves besos y mordiscos en el cuello y mi madre tenía que hacer un gran esfuerzo para no retorcerse de placer entre mis brazos.

Se giró y se colocó boca arriba. Abriendo un poco las piernas se abandonó a mis caricias. No dejábamos de mirar a mi padre para comprobar que dormía. Subí la mano hasta encontrar el filo de sus bragas. Introduje mi mano. Miré a mi madre. Mordí su cuello dulcemente mientras mis dedos jugaban con los pelos de su sexo, intentando abrir camino hasta su húmeda y caliente cueva de placer. Mi madre se agitaba levemente bajo mi cuerpo.

Subí una pierna en ella de forma que mi polla empujaba en su cadera, endurecida, buscando donde entrar… Sentí en la punta de mis dedos la humedad que brotaba de la vagina de mi madre, fui separando los labios y conseguí tocar su calido interior. Pasé un dedo por toda su raja, cómo muchas veces la había visto hacer a ella. Sentí su endurecido clítoris. Movía mi dedo por su raja y sus caderas se movían.

La volví a mirar a la cara, estaba preciosa con aquella expresión de sumo placer, estaba gozando con mis caricias. Su mano se colocó de nuevo sobre la mía. Un leve suspiro salió de su boca "méteme los dedos dentro". Así lo hice. Busqué su entrada y le metí un dedo para follarla.

Echó la cabeza atrás cuando entré en ella y se mordió los labios cuando empecé a agitar mis dedos en su interior, entrado y saliendo, mojándome con la cantidad de flujos que le provocaba aquel furtivo placer.

Mi padre seguía dormido junto a nosotros. Mi madre me separó con una mano y buscó mi polla. Sentí como agarró con ansias aquel joven sexo, como lo agitaba prisionera de la lujuria. Comprobé que mi padre seguía en su sueño y me agaché para mordisquear el cuello de mi madre.

"Me estoy corriendo", susurró en mi oído a la vez que sentí mi mano más mojada que nunca. La seguí masturbando hasta que un "Para por favor" brotó de su boca. Saqué mi empapada mano y la acerqué a mi nariz. No conocía el olor de una mujer… de mi madre. "Ahora te toca a ti" me susurró de nuevo y con la mano libre se liberó un pecho de erecto pezón. No lo pensé, me tiré a mamarla mientras la mano de mi madre aceleraba sus movimientos para hacerme correr. Estaba sintiendo su duro pezón en mi lengua, chupaba, lamía y disfrutaba de aquella teta, mi primera teta, mi única teta. Agarraba su pecho con la mano que antes había estado dentro de su vagina y me llegaba el aroma de su maduro coño. Todo eso provocó que me corriera y chorros de leche cayeron sobre la pierna, la mano y la cama de mi madre. Me costó no gritar, no botar por el placer de aquella masturbación.

Con mucho cuidado, alcancé a coger unas toallitas húmedas y nos limpiamos. Después mi madre cogió la sábana y nos tapó, yo me agarré a su cuerpo y pegué mi polla a su culo para sentirla de nuevo y dormir feliz junto a ella.