Mi madre, el sexo y yo
Como la atracción hacia mi madre y las noches solitarias en mi cuarto tocándome pensando en ella se convierten en mucho más que un jugueteo con mi dedos
Mi madre, el sexo y yo
A lo mejor ya sabes quién soy pero si no me conoces, encantada, me llamo Michelle aunque todos me dicen Mich. Tengo 27 años. Sé que lo típico aburre pero quiero que me imagines bien, soy una chica de pelo moreno, piel pálida (más de lo normal) ojos marrones, labios carnosos, pechos pequeños, baja estatura, delgada, buen culo y bueno no suelo depilarme en ciertas zonas.
Para que entiendas todo empezaré por el principio, desde que empecé a conocer un poco el mundo del placer a través del sexo y la masturbación me he dado cuenta que la atracción física que sentía por algunos hombres también la sentía por mi madre. Y si, sé que es extraño pues al fin y al cabo es mi madre pero, si vierais esas curvas que tiene, esa sonrisa cada vez que te mira, como mueve la cadera y ese bello cuerpo que hace que te derrita con solo mirarlo, entenderías el porqué de que me atraiga tanto.
Al principio solo me tocaba pensando en ella. La verdad es que imaginarla a mi lado con sus dedos dentro de mí y saboreando todo mi ser hacía que el orgasmo que tenía fuera muy intenso pero, con el paso del tiempo, necesitaba más y empecé a espiarla cuando se duchaba, me ponía detrás de la puerta y me tocaba mirando a veces para ver su cuerpo desnudo.
Creo que ella nunca llegó a sospechar nada o al menos eso pensaba. Una noche fui a más y con la excusa de que había tormentas y me daban miedo le pregunté si podía dormir con ella a lo que sin dudarlo aceptó. Ella se durmió enseguida, entonces cuando vi que su sueño era profundo decidí tocarme a su lado. De vez en cuando soltaba algún gemido que otro y el orgasmo que tuve solo con la ayuda de mis dedos y su cuerpo desnudo en mi mente me bastó para tener uno de los mejores orgasmos de mi vida.
Noches como aquella se han repetido asiduamente a lo largo del mes. Yo me tocaba y corría pensando en ella, a su lado, sin llegar a hacer nada más. Yo creía que mi madre no se enteraba de nada. Nunca le he comentado nada por no asustarla. Sé que se enfadaría y sería muy incómodo. Lo que no sabía era lo equivocada que estaba.
Dos semanas después mi madre decidió acostarse en mi cama ya que según ella no quería que pasara miedo con tantos rayos y truenos. Esa noche ella solo llevaba un top de pijama rosa muy fino que le quedaba increíble ya que se le marcaban los pezones y un tanga de encaje negro. Yo iba con una camiseta de tirantes y un pantalón muy corto.
La noche fue muy larga y pasaron muchas cosas, tantas que de solo acordarme creo que podría correrme otra vez.
Ah, ¿Qué quieres saber qué pasó? Ponme en los comentarios que crees que fue lo que pasó y no seas tan impaciente. La próxima vez que me leas sabrás todo lo que ocurrió aquella noche y como sigue la relación con mi madre.
Tu escritora favorita te desea una buena corrida. CARPE DIEM.