Mi madre. Capítulo 4. El cine
El morbo entre madre e hijo también puede ser en un lugar público
-¡Carmen, no olvides coger las entradas! – la voz de mi padre sonó clara desde el cuarto de baño del fondo, mientras terminaba de arreglarse delante del espejo.
-Claro, cielo. ¡Ya las tengo!- contestó mi madre desde el salón.
“Pues sí, nos vamos al cine. Los tres juntitos”. Pensé yo.
Mi madre estaba deliciosa, como siempre. Su habitual pelo corto, liso, moreno. Un jersey fino de cuello vuelto marrón clarito sin mangas, ceñido, marcando bien sus imponentes curvas. Una faldita de vuelo, con estampado de florecillas que le llegaba justo por encima de sus rodillas y unas sandalias frescas, veraniegas. Preciosa. Unos espléndidos 42 años.
Acababa el verano y apurábamos los últimos días de vacaciones con cenas fuera o salidas al cine. Mi padre había vuelto al trabajo hacía una semana y mi madre, hacía un par de días. Yo era el único que aún no había comenzado la universidad.
Mi madre insistía en que me llevara un jersey al cine.
-Pero, mami, hace calor, ¿para qué quiero un jersey?
-¿Es que vas a desobedecer a mami? ¿No me vas a hacer caso?-mientras decía esto, me iba cubriendo la cara de besitos. Besitos cortos, por las mejillas, la barbilla, el cuello, los labios… Eso me ponía bastante caliente. Y, como siempre, mi madre buscando el morbo de que hiciéramos “cositas” estando mi padre en casa… Entre beso y beso, fuimos llegando a la cocina, donde mi madre se despegó de mí para abrir la nevera y coger la botella de agua, momento que yo aproveché para pasar mis brazos bajo los suyos y abrazarla desde atrás, abarcando con mis manos sus enormes tetas, cuyos pezones ya se marcaban sobre el jersey. Le susurré al oído:
-Si quieres que lleve jersey, llevaré jersey, haré lo que que me digas con tal de que me dejes seguir acariciando tus tetas un poco más…mmmmm.
Mi madre se dejaba hacer, echando su cabeza hacia atrás, sobre mi hombro, buscando besarnos y jugar con nuestras lenguas.
-Claro, cielo, las tetas de mamá son tuyas, para ti, juega con ellas, mmmmm, me gusta mucho que me las toques y me las acaricies….
Una de mis manos bajó hacia sus piernas, acariciando uno de sus muslos y buscando bajo su falda. Mi madre, instintivamente, echó su culo hacia atrás, apretándose contra mí. En seguida sonrió, pues notó la tremenda erección bajo mi pantalón.
-Vaya, mi nene se está poniendo contento. ¿Será que mami le cuida bien?-y me mordió el labio inferior.
-Mmm, sí, muy bien…-Susurré en su oído.
Ahí estábamos, abrazados frente a la nevera abierta y fría, tocándonos, besándonos, excitándonos…
Los pasos en el pasillo nos obligaron a recomponernos.
-¡Listo!, cuando queráis-anunció mi padre entrando en la cocina.
-Vale. Un segundín, que corro a coger un jersey.-dije, mirando a mi madre con picardía.
El cine estaba bastante lleno. Teníamos unos asientos bastante centrados, más bien hacia atrás. Mi madre se sentó en el medio, mi padre a su izquierda y yo a su derecha.
La sesión comenzó. Anuncios, música alta… La sala se oscureció más para dar comienzo a la película. Yo, como ya me temía, no tardé en quitarme el jersey, pues, a pesar del aire acondicionado, tenía calor. Notaba el cuerpo de mi madre cerca del mío, su brazo rozando el mío, su pierna rozando la mía. De vez en cuando sentía que se giraba hacia mí y me miraba. Yo miraba también, y al cruzar nuestras miradas, nos sonreíamos. Me encantaba sentir su cuerpo, ahí sentado, cerquita del mío.
A los diez minutos de peli, dejé caer mi mano disimuladamente sobre su muslo derecho y, con los dedos, comencé a acariciarla.En seguida, la mano de mi madre apareció por ahí, para rozar sus dedos con los míos y juntos subir un poco la tela de su falda. Yo, de vez en cuando, miraba hacia mi padre. Eso de que estuviera justo al otro lado no dejaba de ponerme muy nervioso. Mi mano siguió acariciando el muslo desnudo de mi madre y su mano comenzó a explorar bajo mi jersey, buscando mi entrepierna. Me acerqué a su oído:
-Mami, no. Papá está ahí mismo y nos verá.
-Tranquilo, cariño, ¿para qué te crees que te he hecho traer el jersey?
Y sonrió maliciosamente. Su mano comenzó a moverse sobre mi entrepierna. Mi polla comenzó a crecer bajo la tela de la bermuda. Yo seguí acariciando su muslo, cada vez más hacia arriba, hasta casi tocar la tela de su braguita. Tras un rato de caricias furtivas y excitantes, mi madre me volvió a hablar al oído:
-Sácate la polla, cielo. Quiero tocarla, mmmmm, estoy muy caliente.
Yo me alteré.
-Estás loca, mami, nos van a ver. Papá está ahí mismo.
-No nos verá.-dijo sin parar de acariciar mi polla bajo el jersey.-Vamos, sácatela.
Yo empezaba a respirar nerviosamente, pero acabé obedeciendo. Desabotoné la bernuda, bajé la cremallera y saqué mi polla, ya bastante dura. Miré a mi derecha. Un chico de más o menos mi edad estaba sentado ahí, mirando la peli, sin notar nada. Yo estaba muy nervioso y a la vez muy excitado.
Mi madre en seguida notó que mi polla estaba libre y la acarició morbosamente con su mano. Justo en ese momento, mi padre se acercó a decirle algo al oído. Mi madre, sin dejar de acariciar mi polla, sonrió a su comentario y a su vez le dijo algo al oído. ¡Joder con mi madre! Hablando con mi padre a la izquierda y a la vez manoseando la polla de su hijo a la derecha. Yo empecé a gozar, a suspirar, casi a marearme. Mi polla estaba totalmente dura, la mano de mi madre la rodeaba y subía y bajaba en un suave masaje. Notaba sus dedos abarcándola, sobándola, su mano subiendo y bajando, subiendo y bajando. Mi madre me estaba haciendo una paja en el cine. Y lo único que se veía desde fuera era un jersey con un bulto que se movía. Mmmmm, pero me estaba dando muchísimo placer. Mi madre se debió excitar también bastante, porque mientras me masturbaba, de vez en cuando se giraba hacia mi padre y le daba un beso en la boca. Al principio eran cortos, piquitos. Cuando empezó a notar mi polla cada vez más dura, se calentó más y le besaba con más pasión. Mi padre, sorprendido por la repentina fogosidad de su mujer en el cine, correspondía como podía, a veces distraído por la peli, a veces atrapado por sus besos y su lengua. Llegó un momento en el que mi padre le susurró:
-Tranquila, Carmen, que esto está lleno de gente…
Pero mi madre no le hacía mucho caso y al rato le daba un buen morreo otra vez. Luego se giraba hacia mí y me decía al oído:
-¿Te gusta? ¿Te gusta lo que te hace mamá? Dime, cielo. ¿Te gusta cómo te acaricio la polla en el cine delante de toda esta gente? ¿Eh? Mmmmmm…
Yo no sabía cuánto aguantaría sin correrme. Mi cadera, inconscientemente empezó a moverse al compás de la mano de mi madre. Mis ojos se entornaron. De reojo veía a mi madre besarse con mi padre, su mano en mi polla, mi cadera… Poco a poco, el jersey se fue descolocando, cayendo entre mi madre y yo, dejando mi polla y la mano de mi madre medio al descubierto. El placer hizo que no nos diéramos cuenta. O peor aún, hizo que nos diéramos cuenta pero que nos diera igual. Nos pudo el morbo. No sé cómo, me giré hacia mi derecha y vi cómo el chico que se sentaba a mi lado se había dado cuenta. Había visto cómo la mano de mi madre estaba masturbando mi polla. Y debió gustarle, porque se quedó mirando descaradamente. Mi madre lo notó, y lejos de asustarse o amilanarse, se lo quedó mirando, sin dejar de masturbarme. Y finalmente le sonrió y le lanzó un beso con los labios, como invitándole a disfrutar.
¡No me lo podía creer! Mi madre haciéndome una paja mientras un desconocido nos mira y a ella le gusta.
Se acercó a decirme algo al oído:
-Mmmmm, mira cómo disfruta tu amigo. Me pone muy cachonda…
-Joder, mamá, qué caliente eres…-es lo único que acerté a decir.
Se giró y volvió a besarse con mi padre. Al volver su mirada hacia mí, estaba como ida, presa del morbo de la situación. Sonreía al desconocido, me lamía la oreja, seguía masturbando mi polla, besaba a mi padre... Incluso, en medio de la confusión, alguna vez me besó a mí en vez de a mi padre. Menos mal que mi padre no se dio cuenta…..El tipo de mi derecha comenzó a acariciarse su polla mirándonos y lanzándose besos con mi madre. Eso, lejos de ponerme celoso, me excitaba aún más. El ritmo de la mano de mi madre fue aumentando sobre mi polla dura hasta que sentí que se acercaba la corrida. Agarré y apreté el muslo de mi madre a la vez que empecé a soltar chorros de semen. Algunos cayeron sobre el respaldo del asiento de delante, otros sobre mis bermudas y el jersey y la mayor parte sobre la mano de mi madre, que no dudó un segundo en llevarse a la boca, sin dejar de mirarnos al desconocido y a mí mientras sacaba su lengua y se limpiaba con ella la mano del espeso y caliente semen de su hijo.
Cuando hubo terminado, abrió la boca para que viéramos que se lo había tragado. El desconocido y yo estábamos embobados mirándola. Ella sonrió divertida, se giró hacia mi padre y se empezó a besar con él. Nunca supe si mi padre notó en ese beso el sabor del semen de su hijo en la boca de su mujer. Supongo que sí, pero no con certeza. Yo aproveché a guardarme rápidamente la polla y a recolocar el jersey. El chico de mi derecha seguía sin dar crédito a lo que había visto.
Pasados unos cinco minutos, mi madre se levantó.
-Tengo que ir un segundo al baño-dijo en un susurro.
-¿Ahora?-dijo mi padre-¿No puedes esperar?
-No, no puedo. Será solo un momento.-Y se levantó. Salió hacia mi lado, por lo tanto, pasó también por delante del chico de mi derecha y me pareció ver cómo al pasar por delante de él le acariciaba fugazmente la entrepierna. O tal vez no. Luego, se alejó por la fila en dirección al baño. Acto seguido, como movido por un resorte, el chico de mi derecha se levantó y salió también. En ese momento se me pasaron muchas cosas por la cabeza, muy morbosas todas, pero no quise hacer caso a ninguna, ya había tenido bastante, así que seguí viendo la peli.
Al rato, mi padre se me acercó y me dijo:
-¿Qué hace tu madre, que no viene? Anda, ¿no te importa ir a mirar a ver si está bien?
-Claro, papi. Ahora mismo.
Así que, notando otra vez las mariposas de los nervios en el estómago y cierta electricidad en mi entrepierna, me levanté y, medio agachado, salí yo también hacia el baño.
Continuará…