Mi madrastra me esperaba
Viaje para ver a mi padre y mi madrastra me dio una bienvenida
Tenía 18 años y hasta aquel día todo estaba bien en mi vida, había experimentado con unas amigas y había conocido un poco mejor a mi hermana Rocío. Para aquel día mi padre divorciado de mi madre había estado viviendo varios años fuera y no había tenido contacto en muchos años. De repente por alguna cuestión legal me reclamó así que en mi contra tuve que desplazarme a donde el vivía para pasar allí unos meses.
En contra de mi voluntad mi padre me apartaba de mi vida, de mis hermanas y de mis amigos, tenía que pasar días fuera de todo mi entorno, así que el cabreo era monumental. Preparé la maleta con la idea de intentar volver lo antes posible. Tenía que viajar al extranjero, cogí un avión y me desplacé. Llegado a la ciudad destino me recibió una especie de mayordomo que me llevó a casa de mi padre. Allí no había nadie, así que esperé durante horas a que alguien llegara. Como era de costumbre mi padre no aparecía, no entendía el porqué tenía que ir con el.
Al cabo de unas horas apareció una mujer, de estatura media, rubia de bote con acento inglés, con unos cuantos quilos de más que le hacían tener un pecho muy grande. Sarah, que así se llamaba era la pareja de mi padre, mi madrastra. Era bastante encantadora aunque no entendí que hacía con mi padre, un hombre despiadado, poco cariñoso y poco atento.
Tal y como yo lo recordaba mi padre llegaba muy tarde a casa y se iba pronto, así que poco lo veía y pasaba la mayor parte con Sarah. Aunque no tenía nada que hacer pasaba la mayor parte del día entrenando o de tiendas.
Llevaba una semana allí sin contacto con nadie, ni con nada, así que me agencié con un ordenador y una conexión y comencé a chatear con gente y con mi familia. Extrañaba aquellas escapadillas con Rocío en las que tonteabamos y algunas cosas más. Así que decidí ir más allá y pedirle hacer un videochat con ella. Mientras la veía hacer posturitas y en ropa interior yo me mastrubaba.
Así pasaban los días aburridos. Aquella día mi padre pasaría la noche fuera y tras la cena Sarah me propuso ir al salón una peli en el DVD.
Preparé unas palomitas, nos sentamos en el pequeño sofá y accionó el DVD que para nuestra sorpresa apareció un video pornográfico en la que salía una mujer madura con un joven que parecía ser su hijo. Sarah sofocada y roja lo detuvo torpe y rápidamente, o eso intentó. Sin saber qué decir para salir de esa situación tan solo optó por poner la película correcta. Al sentarse nuevamente comprobé que estaba totalmente roja de verguenza y miraba mi pantalón en el que ahora se apreciaba la erección que me había producido la situación.
Sonrió nerviosamente y se volvió a sentar, esta vez más cerca de mi. La película fue pasando mientras ella se acurrucaba cada vez más, a mi se me pasaban las horas muy despacio y mi imaginación sobre ese momento hacían que no me enterara de la película. Imaginaba como sería la peli porno y como sería aplicada en la realidad. Pensaba si sería de mi padre, de ella o de los dos.
La película terminó y se había hecho tarde. Sarah recogió el DVD que había sacado primero y disimuladamente lo guardó en unos de sus cajones. Yo terminé de apagar el TV y nos despedimos. Esperé unos minutos antes de volver al salón para buscar el dichoso DVD y ver el que realmente me interesaba. Lo llevé a mi habitación y lo puse en el ordenador, sobre la cama, me desnudé y empecé a masturbarme.
Estaba disfrutando de la película masturbandome lentamente, disfrutando de las escenas cuando de repente un ruido proveniente de la puerta me hizo desviar la atención. En la puerta mi madrastra que vestía una camiseta de tirante fino blanca y sin sostén marcando sus pechos y sus pezones erectos con una faldita gris oscura y un tanga negro que retiraba mientras se tocaba. Yo me quedé quieto agarrando mi pene mientras veía como entraba lentamente mi madrastra tocandose, mirandome fijamente con cara de lujuria.
Su gesto había cambiado por completo, su cara de gata en celo y de deseo lo decía todo mientras avanzaba mordiéndose el labio y tocandose.
-“Mmmm como me gusta”- decía ella con ese acento inglés.
-”¿Te gusta lo que ves?”- le respondí ya sin pudor - “Mucho, lo estaba deseando”.
Siguió acercándose hasta subirse a la cama, acercándose sigilosamente siguiendo mis piernas hasta llegar a mi pene. Comenzó a olerlo profundamente de arriba a abajo, empezó a besarme lentamente con esos labios húmedos y a darme chupetones hasta que se la introdujo en la boca. Lamia y chupaba como podía mientras gemía. Me chupaba la punta y me lamia el resto pero cada vez se la metía más en la boca. Yo disfrutaba de su mamada, con la delicadeza y sabrosura con la que me la chupaba. Le fui sacando los pechos de la camiseta mientras ella los rozaba por mi pierna y se rozaba el conejito contra mi pié.
Siguió chupando con locura durante un buen rato, notaba como su tanga estaba empapado y notaba su humedad en mi pierna. Se levantó y terminó de quitar la camiseta, bajándose de la cama. Yo me senté en el lado de la cama donde ella estaba, se arrodilló y siguió chupando mientras alternaba con dulces masajes de sus pechos descomunales. Me masturbaba con sus pechos y me la chupaba jugueteando con su lengua en mi puntita.
La alcé y la tumbé en los pies de la cama, mientras su tetas se esparcían yo le quitaba la falta y el tanga que estaba muy mojado. Abrió sus piernas cubiertas por unas medias que no había prestado atención dejando su rajita bien visible. Me acerqué sigilosamente y comencé a lamerle la rajita. Cuando sus jugos ya se habían mezclado con los míos comencé a chupar y absorber sus labios, a juguetear con mi lengua y penetrarla con ella. Ella gemía cada vez más y su rajita brotaba más jugos.
Cuando ya estaba bien húmeda y repasada me levanté la arrastré hacia el borde de la cama y comencé a penetrarla lentamente pero el deseo de ambos era tan grande que a los pocos segundos la estaba penetrando con fuerza y cada vez más rápido. Sarah se intentaba agarrar los pechos que se movían locos por el vaivén al que la sometía. Descontrolados, los intentaba agarrar entre gemidos. Cuando lo conseguía me recostaba sobre ella para chuparlos y lamerle los pezones mientras me restregaba en su rajita. Volvía a levantarme para seguir penetrandola y ella seguía sus pechos impregnados por mi saliva. Los mordía y apretaba mientras me rodeaba con sus piernas para que no me escapara.
Cuando su rajita ya no podía lubricar más se tomó un pequeño descanso, liberandome de entre sus piernas e incorporándose. Momento que aprovechó para agarrarmela de nuevo y humedecer mi pene que andaba bien erecto. Tras humedecermela bien volvió hacia la cama, se volteó dejando su culo hacia mi vista para que la penetrara. La agarre de la cintura y comencé a penetrarla golpeando contra sus nalgas. Empujaba contra su culo mientras agarraba sus tetazas, entraba y salía y cada vez picaba con más fuerza. Le frote con mi mano húmeda el clitoris mientras la empujaba entre sus nalgas hasta que comenzó a gritar como una loca. Se estaba corriendo, agarraba y mordía la almohada mientras se estremecía.
Tras unos segundos de descanso, la tumbé y me puse tras de ella, separandole las piernas volví a follarmela desde atrás empujando su culo para notarlo en mi. La agarré y la puse sobre mi, dió un golpe y se sentó sobre mí, noté como se la había metido entera, había dado un grito de placer y su vista parecía nublarse, en ese momento comenzó a moverse cabalgandome. Sus tetas seguían descontroladas, yo las agarraba y frotaba cuanto más gemía. Finalmente se recostó sobre mí y comenzó a frotar su clítoris sobre mi durante el mete saca, yo no podía acaparar sus pechos entre mis manos y mi boca.
Finalmente tuvo otro orgasmo ensordecedor. Yo estaba apunto de terminar, así que tras acabar se apeó de la cama y poniéndose de rodillas me ofreció sus tetas. Las levantó para que pudiera poner mi polla entre medio y comencé a follarme sus tetas. Ella seguía gimiendo de satisfacción mientras me tiraba sus tetas, mientras refregaba la punta de mi polla entre sus pezones, untandola de líquido seminal. Pasado unos minutos en los que me refregué entre sus pechos un chorro de leche brotó de mi verga que golpeó en su cara, ella intentó contener el resto de la corrida introduciendo mi polla en su boca para recibir el resto de la leche.
Comenzó a lamer mi pene que iba perdiendo la erección y repasando los hilillos de leche que quedaban. Se limpió la cara, se vistió y se fue a su cama. Yo me pegué una ducha y me masturbé nuevamente recordando lo que acababa de pasar.
Al día siguiente llegó mi padre y un ambiente místico cubrió su llegada, cada vez que Sarah me miraba sonreía así que no fué el único encuentro que hubo los días que me quedaban allí.