Mi Madrastra
La relación con mi padre era muy mala, cuando el murió me dejo la major de las herencias, mi madrastra.
Mi Madrastra
Tenía 18 años cuando mi madre falleció en un accidente de tránsito. Como la relación con mi padre era bastante mala, me fui de la casa en busca de nuevos horizontes, ya que no soportaba su presencia, más aún creyendo que él habia sido el culpable del accidente y muerte de mi madre.
Mi vida fue de tumbo en tumbo durante casi dos años y medio, hasta que pude estabilizarme. Asi transcurrió por unos
años.
Mi padre era en ese entonces, un hombre joven de unos 36 años, me habían tenido muy jóvenes. Como consecuencias de la muerte de mi madre, él se busco otra pareja para rehacer su vida sentimental. El era un abogado de mucho prestigio y por ende muy adinerado. Vivía con grandes lujos en unos de los suburbios más elegantes de la ciudad junto con su nueva joven y bella esposa. Eso era todo lo que sabia acerca de él.
Un día recibí una llamada telefónica, en la cual me informaban que mi padre habia fallecido en un accidente de tránsito. La historia se repetía, pero ahora era él la victima y su esposa estaba hospitalizada en estado delicado pero estable. A todo esto, le agradecí a quien me habia llamado y cerré.
Desde ese día, no dejaba de pensar en mi padre, aunque lo que recordaba era algo que no era de mi agrado, pero ni modo, había sido mi padre.
Habían pasado cinco semanas y de su buffet de abogados me llamaron para la lectura del testamento, en el cual estaba incluído. Al principio pensé no aceptar nada de él, pero después, pensándolo bien y analizando mi situación económica, decidí aceptar la invitación.
Llegado el día de lectura del testamento, acudí a la cita programada. Cuando llegué
me sorprendí al ver que solamente estábamos dos personas, la esposa de mi padre y yo con el abogado de la familia.
La belleza de Diana, que es como se llama, me llamó la atención. Me encontre con una mujer sumamente bella, joven de unos 29 o 30 años, de un cuerpo exhuberantemente bello, era como una visión angelical la que tenía delante mío. Ella estaba con sus dos manos enyesadas
por causa del accidente.
Durante la lectura del testamento, no podia dejar de verla;
la verdad es que había impresionado a pesar de estar acostumbrado a estar rodeado de mujeres bella y con cuerpos espectaculares en el gimnasio.
Para no alargarle el cuento, les dire, que mi padre me dejo el 60% de su fortuna, pero con la condición de que tenía que vivir en su casa (ahora nuestra, de su esposa y mía) durante un lapso de 2 años, y a su esposa Diana, le dejaba el otro 40% de su fortuna y su porcentaje del buffet del cual él era el dueño.
Esta decision de mi padre, me causó sorpresa por nuestra relación, y a Diana, cierta incomodidad, ya que tenía que compartir la casa conmigo, quien era un completo desconocido para ella, pero era algo que a mí me agradaba.
Dos días despu
é
s me mude a la casa, teniendo una fria recepción de parte de Diana. Lo único que hizo fue presentarme ante los empleados de la casa ( que eran solamente dos).Pasé a ocupar por solicitud de ella una de las habitaciones grandes de la casa y alejada de la de ella.
Los días transcurrían, yo iba y venía de mi trabajo en el gimnasio, y solamente llegaba a dormir, por lo cual ella estaba tranquila.
Cierta noche, ya me encontraba acostado cuando escuche unos gritos. Era Diana que gritaba, llamaba a la enfermera que le ayudaba, pero ella ya se habia retirado a su casa. De inmediato acudí a su dormitorio para ayudarla en lo que necesitaba.Estaba como loca gritando y tratando cubrirse la cabeza con la sábana. Decia que habia un murciélagos dentro del dormitorio. Me puse a revisar y encontre un pajarito que se habia entrado por una ventana abierta. Como pude espanté al pajarito y lo saqué del dormitorio.
Ella me pidió que la ayudara a levantarse, cosa que hice, pero tan grande fue mi sorpresa, cuando la vi de pie. Estaba con una pantaloncito pequeño y una blusita corta chiquita, que mostraba todo su espectacular cuerpo.Ella se percató de mi impresión y trato de taparse, pero era inútil, ya que con sus manos no podia agarrar la sábana para cubrirse. Mientras mas trataba de agarrar la sábana del suelo, mas me mostraba sus senos, que por cierto eran una delicia, se los veía duritos y coronados por una pezon que me invitaba a chuparlo.
Viendo el apuro por el que ella estaba pasando, y estando ya recuperado de aquella primera impresión, me retire a mi habitación, pero llevándome en mi mente aquella deliciosa figura que acababa de ver.
Al día siguiente, Diana se acercó a mi mientras estaba desayunando, para agradecerme la ayuda que le había prestado la noche anterior.Lo hizo con mucha amabilidad y sinceridad.
Los días fueron pasando y nuestra confianza crecía cada día. Un día me dijo que por qué no llegaba a cenar a la casa? Yo le respondí, que era para no molestarla. Ella me dijo que no era ninguno molestia, mas por el contrario, seria muy bueno tener alguien que la acompañara en la cena, y que le gustaría que fuera yo. Al parecer todas aquellas asperezas del principio, se estaban limando y ahora reinaba una tranquilidad y buena disposición de parte de ella.
Nuestra amistad crecía y la confianza iba en aumento. Ya nos tuteábamos y compartíamos muchas cosas.
Cierta noche, alrededor de las dos a tres de la madrugada, Diana entró a mi dormitorio corriendo y asustada. Yo me encontraba dormido desnudo, como acostumbro a dormir y el dormitorio estaba iluminado por la luna llena que había, por lo cual estaba claro.
Ella entró y me dijo que había alguien en la casa, que había escuchado ruidos. De inmediato me levanté sin acordarme que estaba completamente desnudo. Ella se quedó atónita al verme asi. Y me dijo que si iba a bajar asi? Me dí cuenta de qu estaba desnudo y me puse un pantaloncito corta de seda. Bajé y efectivamente había un muchacho dentro de la casa, el mismo que al verme echo a corer sin poder llevarse nada. Eso era por la mala costumbre de la empleada de dejar las ventanas abiertas.
Diana se acercó a mi (ya sin yeso en sus manos),
y me abrazó agradeciéndome y diciendo qué hubiera sido de ella si yo no hubiera estado en la casa. Yo ni tonto ni perezoso la abracé fuerte. Al sentirla a ella solamente cubierta por su pantaloncito chiquito y esa blusita cortita, hizo que me acelerara y como respuesta, mi pene comenzó a crecer, cosa que creo que ella lo sintió. Nuestro abrazo se hizo mas largo que de lo normal, yo la abrazaba y le acariciaba su espalda mientras ella me abrazaba por el cuello y me decía lo afortunada que era que estuviera con ella. En segundos, mi pene llego a tener una buena erección que sin lugar a dudas ella la sintió, pero no hizo nada por apartarse. Viendo esto, yo moví mi cara para ponerla frente a la de ella y sin esperar nada, me acerqué y la bese en los labios. Ella reaccionó apartándose un poco de mi, pero sin soltarnos, y me quedó Viendo y exclamó Gonzalo!!!, yo de inmediato sin esperar otra reacción la volví a besar, pero esta vez con deseos y pasión, a lo que ella inicialmente no hizo nada, pero luego respondió y nos trenzamos en un momento delicioso, en el cual nuestras lenguas hurgaban dentro de nuestra bocas. Le besaba el cuello mientras le acariciaba fuertemente su espalda hasta llegar a su preciosas nalgas, a las mismas que estrujé y la apreté hacia
mi, para que sintiera mas mi pene completamente erecto.
Estábamos en la sala de la casa, pero no nos importaba, nosotros seguíamos besándonos apasionadamente. Le quité la blusita mientras iba besandola por el cuello y bajaba por su pecho, para prenderme a chupar y deleitarme en sus senos, mordizquienado sus pezones que se hallaban completamente puntiagudos.
Diana gemía y se retorcia de placer. De repente ella agarró mi pene y comenzó a acariciarlo. Sin previo aviso, ella se agacho y bajo el pantaloncito que tenía puesto y lo agarró por el tronco pasándole la lengua por la cabecita una y otra vez, para finalmente meterselo en la boca y comenzar a mamarlo. Era una delicia lo que estaba sintiendo.
Cuando yo me agaché para sacarle su pantaloncito, ella me dijo que mejor nos vayamos al dormitorio suyo, cosa que hicimos enseguida, mientras seguíamos besandonos.
Llegamos a su dormitorio, y nos detuvimos a dar rienda suelta a nuestras deseos. Diana me arrastró hacia la cama y me acostó con ella encima. Nos besábamos como si nuestra vida dependiera de aquellas besos. No dejábamos ningún lugar de nuestras cuerpos sin ser besados. Le dí la vuelta para besarle sus senos, aquellas deliciosos senos de tamaño mediano y bien paraditos, coronados por unos pezones que invitaban a ser chupado y mordidos. Me daba gusto besando y chupando esos maravillosos senos. Poco a poco fui bajando a su abdómen lentamente saboreando cada milimetro de su cuerpo. Bajaba y finalmente llegué saqué su pantaloncito para dejarla completamente desnuda.
Que delicia lo que tenía ante mis ojos. Una vulva completamente depilada, y abultada, con unos labios exteriores entreabiertos y completamente mojados y brillantes por sus fluidos que invitaban a ser
saboreados.
Primero pasé mi lengua por toda su raja y ella se estremeció, luego mordí sus labios externos y ella lanzó un fuerte suspiro. Diana abrió completamente sus piernas para darme facilidad de meter mi cara en su vulva. Su aroma era exquisito, su aroma a mujer. Pasaba mi lengua de arriba hacia abajo y así sucesivamente, hacienda que ella se excitara mucho mas. Ella levantaba su cadera tratando de que introduzca mi lengua y cuando finalmente metí mi lengua, Diana se puso a temblar y me agarró de mis cabellos para meterme entre sus piernas y cruzando las piernas en mi espalda. Yo estaba
disfrutando de sus jugos y aroma. Diana movía su cadera de arriba hacia abajo fuertemente y con vigor. Emitía gemidos fuertes, cuando de un momento a otro aceleró sus movimientos y me apretó fuertemente con sus piernas, mientras me halaba de los cabellos emitiendo gemido roncos casi gritando, me sacudía con su caderas como queriéndome introducirme por su vulva. Yo estaba que volaba. Levanté un poco la cara para coger aire y volver a meterme en aquella deliciosa vulva, toda mojada y deliciosa. Agarré el clitoris con mi lengua, y eso hizo que ella se extremeciera mas aún. Se lo chupaba fuerte, mientras ella seguía gimiendo y me decía sigue “papito sigue, no pares”. Yo combinaba entre su clitoris y sus labios externos, a los que los mordía suavemente y los chupaba, luego le metía la lengua hasta lo que mas pudiera, y ella se estremecía y agitaba cada vez mas y mas, finalmente se tensó y se llenó de convulsiones, estaba teniendo un nuevo orgásmo, pero en esta ocasión eran varios al mismo tiempo, uno tras otro. Finalmente se quedó casi inerte sobre la cama, jadeando profundamente y con una respiración fuerte. “Que rico” – me dijo- mientras me acariciaba la cabeza. Nunca había sentido esto tan delicioso que me has hecho sentir”. Me jaló junto a ella y me comenzó a besar, yo quise responderle, pero ella me pidió que la dejara a ella, que ella quería hacerlo ahora sola. Diana me besaba con mucha passion, no dejaba nada sin ser besado o chupado. Comenzó
a las que mordisqueaba y luego las acariciaba con su lengua. Siguió bajando a mi estómago, pasando la lengua y chupando cada parte, dejándome su marca por donde pasaba. Finalmente llego a mi pene, al que le dió un tratamiento muy especial. Comenz
ó a
cariciándolo, luego lo besaba y chupaba suavemente solamente la puntita de la cabecita haciéndome estremecer. Le pasaba la lengua a lo largo de arriba a abajo y viceversa, cuando repentinamente se lo metió todo a la boca hasta el fondo de su garganta. Tanto era el placer que sentía, que por poco acabo en sus primeras embestidas. Que delicia que sentía, era una maravilla haciéndolo. “Quiero tu lechita mi amor, dámela toda en mi boca que quiero saborearte, mi vida” – me decía, mientras aceleraba la metida y sacada de mi pene de su boca. Al cabo de unos minutos, y ante tanto placer que sentía, no pude aguantar más y terminé
en su boca, con grandes borbotones de leche, la misma que ella tragaba y tragaba soboreandola
. “
Que rica, es dulcecita mi amor, que delicia,”- me dijo, mientras seguía hasta dejarme todo mi pene hasta dejarlo completamente limpio.
Casi de inmediato, se acostó junto a mi y me acariciaba el cabello y la cara, con un toque de delicadesa y ternura. Que cambio que había mostrado. Antes era toda una fiera con el deseo encima, y ahora era toda una dulzura. Se levantó para ir al baño a enjuagarse la boca y regresó con fuerzas renovadas y dispuesta a seguir con mucha pasión y deseos.
Nos volvimos a enfrascar en besos apasionados y caricias sexuales. Yo le agarraba los senos y se los chupaba fuerte, también le mordía sus pezones paraditos y puntiagudos. Ella gemía fuerte y me apretaba contra su seno. Luego me arrastró hacia su entrepierna, donde aquella vulva grande e hinchada por el deseos, toda mojadita y con un fuerte aroma de mujer.” Mámamela” – me dijo – “chúpala fuerte” – me volvió a decir. Yo no espere que me lo dijera nuevamente, así que procedí a meterme de cabeza entre sus piernas, a chupar, a mamar esa deliciosa vulva, de la cual manaba fluídos deliciosos, los cuales los saboreaba placenteramente. Con la lengua jugaba con su clitoris por lo cual ella se sacudio y comenzó a levantar y a arquear su cuerpo de manera violenta. Estaba llegando a un nuevo orgasmo. Yo seguía y no le daba descanso. Finalmente ella me volteó y me puso boca arriba, para luego prenderse de mi pene para chuparlo brevemente y para luego colocarse frente a mi pene, al cual lo agarró y se lo llevó directamente a la entrado de su cueva y sentarse bruscamente emitiendo un fuerte gemido lleno de placer. Comenzó a galopearme, parecia una verdadera jinete montado en un potro salvaje. La cama rugía y parecía que se iba a desbaratar. Nos movíamos como unos locos, como unos desesperado llenos del mas grande placer y deleite jamás experimentado. Nos jurábamos amor, si amor eterno y nos hacíamos promesas de no dejarnos nunca, de no apartarnos jamás. Me hizo prometer que sería
suyo para siempre y ella también me hizo la misma promesa.
Al rato, la bajé y la puse en cuatro, para besarle el culito, ella se erizó cuando sintió mi lengua por su orificio anal. “Nunca lo he hecho por ahi” – me dijo.” Quieres hacerlo por ahi?” – me pregunta. Yo seguía hurgando su huequito con la punta de mi lengua, mientras ella se estremecia de placer. Luego comencé a meterle un dedo, y luego otro y finalmente un tercero para dilatarselo, mientras ella me decía que lo haga con cuidado. Puse la punta de mi pene en su hoyito y comencé a empujar . Mi pene iba entrando y su hoyito iba cediendo tanto por la lubricación como por la dilatación.Diana se quejaba poco y en voz baja. “Despacio mi amor, despacio” – me decía. Cuando ya hubo entrado mas de la mitad, se lo saqué un poco y se lo volví a meter hasta el fondo. Diana resopló, se quedó quieta por un instante para luego comenzar a moverse, primero lentamente y después mas fuerte y vigorosamente. Los dos sudábamos a choros y la cama crujía fuertemente como si se fuera a romper.
Al cabo de unos minutos, me dijo “Me voy papito, voy a acabar”, yo le contesté que también estaba por acabar, y me pidió que acabarámos juntos, lo que finalmente sucedió. Llené su culito de borbotones de leche, la misma que le chorreaba por las piernas. Nos acostamos todos desfallecidos y casi sin fuerzas, pero el solo hecho de tenerla junto a mi, hizo que no desaprovechara la oportunidad de besarla con mucho ardor y deseos, a lo que ella también respondió.
Ya han pasado seis meses desde aquella maravillosa noche, y seguíamos como la primera vez. Solamente que ahora dormimos juntos y todos en la casa saben de nuestro romance. No nos ocultamos de nada ni de nadie.
Esperamos que nuestro amor perdure a pesar de no estar casados.
Govico