Mi macho maduro

Un curso en otra ciudad. Un macho varonil con bigote me hace sentir como una jovencita enamorada y puta

Me llamo Rubén. Tengo 22 años y les voy a contar una historia que me ocurrió hace un tiempo.

Vivo en España desde pequeñito. Ya de mayor por cuestiones laborales fui a hacer un curso de capacitación a Cartagena. El mismo día que llegué, fui directamente a ver el apartamento que había alquilado durante un mes. Desde la estación de trenes cogí un autobús que me llevo a unas calles del piso.

Lo había encontrado a través de Internet. Contacte con un hombre llamado Carlos. Por teléfono me pareció una persona amable con voz varonil. El precio era más que correcto así que no dudé ni un minuto. A parte estaba cerca de donde tenia que realizar el curso.

Cuando llegue al lugar era un pequeño edificio de 3 plantas. Abajo había una tienda de animales y un pequeño bar. Llamé al tercer piso donde vivía mi arrendador.

Al abrir la puerta apareció un hombre maduro de unos 50 años. Era 1'80 m y unos 90 kg. Tenia bigote y pelo abundante que le asomaba por la camisa. Su aspecto varonil y sonrisa picarona le daban un aspecto de macho maduro.

-Hola! Tu debes de ser Ruben!

-Si, venia a ocupar el apartamento-dije tímidamente.

-Pasa!. -

Entré a su apartamento y mientras me esperaba en el sofá, me indicó los pormenores del contrato.

-No está permitido traer a mujeres- Bueno tu ya me entiendes..

-No se preocupe, he venido a hacer un curso simplemente.

-Bien. Aquí tienes la llave, te acompañaré abajo (el segundo piso era el mio).

Entré las maletas y me enseñó el apartamento, como funcionaba el termo, la llave del agua...etc

Estaba todo sudado por ir cargando el equipaje y le dije que me encantaría tomarme una ducha.

-Muy bien te dejo solo. Si necesitas algo , solo tienes que pedírmelo. Normalmente estoy arriba.

-Gracias.

Los primeros días pasaron muy rápido. El curso me ocupaba todo la mañana y por la tarde salia a comprar y a visitar la ciudad.

Un día me di cuenta que la TV había dejado de funcionar así que subí a preguntarle a Carlos.

Llamé a su puerta y esperé unos segundos. Cuando abrió lo encontré descamisado. Solo con unos pantalones y unas zapatillas. La visión de ese macho con bigote me puso un poco nervioso.

-Sr Carlos creo que el televisor ha dejado de funcionar. -le dije con voz suave.

-Pasa hombre.

Mientras nos dirijiamos al comedor note su mirada clavándose en mi cuerpo. Llevaba un pequeño pantalón ajustado que se me marcaba el culo y una camiseta.

Me ofreció una copa y asentí.

-A veces falla ese TV. Mañana bajaré a mirarmelo.

-Bueno no es que lo use mucho pero con que aquí estoy solo, me hace compañía.

Carlos me explicó que desde que su mujer había fallecido ya hace unos años, el también necesitaba compañía aveces.

-Te gusta el pescado? Esta mañana he ido al mercado y he comprado un poco. Esta noche te invito a cenar.

-Yo no quería molestar Sr. Carlos.

-Por favor, así nos hacemos compañía – sonrió picaron amente. Y tráete una botella de vino blanco.

-De acuerdo.

Bajé a mi apartamento y me pasó por la cabeza la sonrisa picarona de Carlos. ¿Hacernos compañía?

Sin pensarlo demasiado me di una ducha, me vestí con ropa ligera y salí a comprar un buen vino blanco.

A las 8 y media me presenté en su casa con la botella.

-Pasa Rubén te estaba esperando. La casa olía como si hubiera estado cocinando.

-MMM que bien huele!

-Pasa te enseñaré. -Mejillones, gambas, berberechos... había un festín de comida allí.

Me sirvió una cerveza y estuvimos hablando un poco de lo que había sucedido durante aquel día.

-Bueno vamos a comer.

Carlos había montado la mesa con velas y todo. Dios mio, parecía una cena romántica. Se acercó al equipo musical y puso unos temas tranquilos.

Yo llegado a este punto no sabia que pensar. ¿Seria gay este hombre? Las sola idea de estar cenando con una macho tan viril me sentía confuso y excitado al mismo tiempo. Yo había tenido alguna fantasía con otros hombres pero no había hecho nada realmente. Simplemente porque me gustaban las mujeres.

La cena era deliciosa. De postre sacó unas fresas y un poco de cava. Vaya festín. Entre la botella de vino blanco y el champan mi cabeza empezó a dar vueltas.

Pasamos al sofá donde continuamos charlando desenfadadamente sobre mujeres y sexo.

-Vamos que nunca te la han mamado. -dijo Carlos

-Pues no. - dije, pensando que el alcohol había producido en los dos una cierta desinhibición.- No he tenido muchas experiencias con mujeres. Trabajo demasiado.

Por la radio empezó a sonar una música romántica.

-Ni siquiera se bailar -dije.

-Eso se puede arreglar. Me dijo mirándome con esa sonrisa picarona. Vamos te enseñaré.

Se levantó y me ofreció la mano. Yo lo miré estupefacto. No sabia que hacer. Allí estaba medio borracho.

-Vamos no te voy a morder.- y volvió a sonreír. Yo me mordí el labio y me levanté. Me rodeo la cintura con un brazo y con el otro agarro mi mano. Yo me dejé llevar.

Nos movíamos al son de la música lenta. Al acercarme a el pude oler su fragancia a macho. Esa colonia que llevaba le daba un toque aún más varonil. Me daba vergüenza mirarlo así que giré la cabeza a un lado y el con un ligero movimiento hizo que se apoyara contra su pecho. Dios mio, allí estaba yo bailando con un macho de unos cincuenta años. Cada vez me sentía más relajado y más a gusto en brazos de ese semental. Me pegué instintivamente a su cuerpo y el bajo la mano hasta llegar a mi trasero. Comenzó a acariciarme lo y sentí como su pene se endurecía al contacto de mi cuerpo.

-Pues parece que aprendes rápido.

Yo alcé la cabeza para mirarle. Nuestras miradas quedaron fijamente unidas por unos segundos.

Me parecía super excitante la situación. Yo estaba totalmente entregada a ese hombretón. Acerco su cara a la miá y me dio un beso en los labios. El roce de su bigote con mis labios me dio un escalofrío por todo el cuerpo.

Estuvimos bailando un buen rato, pegados los dos, besándonos de vez en cuando. Me sentía como una linda mujercita, en brazos de su macho.

Con mi mano acariciaba el vello de su pecho que asomaba por su camisa.

De repente cogió mi mano y la puso encima de su verga. Estaba dura como una piedra. Empecé a acariciarla por encima de su pantalón. Estaba muy excitado. Nunca había estado con un hombre.

-Vamos al sofá.

Nos sentamos y empezamos a besarnos y acariciarnos. Lentamente abrió la bragueta de su pantalón y se saco la verga. Era de tamaño mediano. Yo me quedé embobado mirándola.

Puso mi mano encima de ella y empecé a acariciarla y hacer movimientos arriba y abajo. Notaba los suspiros de Carlos.

-Vamos no tengas vergüenza, dejate llevar.

En ese momento con su mano hizo un leve gesto en mi cabeza. Ya sabia lo que quería. Y yo también lo estaba deseando. Bajé la cabeza lentamente y olí ese rabo. Olía a macho. Abrí la boca y empecé a besar el capullo mientras con mi mano masajeaba los testículos.

-Mmm... muy bien mi amor, lo haces muy bien.

Que me llamara mi amor me excito de sobremanera.Abrí un poco más la boca y empecé a chupar todo su miembro. Desde la base del pene hasta el capullo. Pese a no ser una enorme verga no me cabía en la boca. Carlos gemía sin cesar. Así que seguí lamiendo ese trozo de carne. Pasaron unos minutos hasta que noté que respiraba mas rápidamente y deduje que se iba a correr.

-Toma mi leche mi amor. Trágatela. Es para ti.

Yo sin dudar ni un segundo empecé a mamársela mas rápidamente y a mover mi mano en su tronco.

Empezó a soltar leche a borbotones mientras yo iba tragando lo que podía. Como no podía tragarlo todo empezó a caer por mi boca. Mientras tanto seguía chupando sin parar. Lamiendo esa verga que olía a macho varonil.

-Mmm... que bien mi amor no pares!

Seguí hasta que su polla empezó a deshincharse.

-Lo has hecho muy bien cariño. - dijo mientras me acercaba unas toallitas para que me limpiara la cara.

-La mamas como una autentica putita.

Yo me sonrojé y el se dio cuenta.

-No te preocupes nenita. Será nuestro secreto.

Como ya era tarde me preguntó si quería quedarme a dormir allí. Aunque tenia el apartamento en el piso de abajo le contesté que si.

Nos fuimos a su dormitorio y se sacó toda la ropa y se metió en la cama de matrimonio. Yo con un poco más de vergüenza por lo que había sucedido me quedé en calzoncillos y entre en la espaciosa cama. Se pegó a mi y yo empecé a acariciar su velludo cuerpo varonil. Nos besamos apasionadamente durante un buen rato. Me sentía en la gloria

Continuará...