Mi llegada

(Entre risas) Mira qué culito se me está quedando, me petarías ahora mismo contra la pared, ¿o no es cierto?

A media tarde llegué a la estación de Atocha con unas maletas demasiado pesadas, estaba nervioso por mi nuevo trabajo en Madrid y por el master que iba a empezar en breve.

Aunque ya tenía el piso alquilado, no podría entrar hasta la segunda quincena de septiembre; momento en que también empezaría en el curro y en el master. Aún faltaban unos pocos días, no obstante, decidí ir a Madrid antes y alojarme en un hostal del centro hasta que pudiese entrar a mi nuevo piso.

En la estación ya me estaba esperando Bruno, uno de mis mejores amigo. Lo conocí una noche de fiesta en Barcelona, yo estaba en mi primer año de carrera por aquel entonces y él estaba allí por trabajo. Enseguida nos hicimos amigos inseparables, lo compartíamos todo, incluido a los tíos. El sexo entre Bruno y yo era increíble, nunca afectó a nuestra amistad, teníamos una fuerte atracción sexual, pero no había nada romántico, los dos éramos demasiado parecidos y nuestra relación de amistado era lo suficientemente fuerte como para que no nos planteásemos modificarla y convertirnos en pareja.

Hacía poco más de un año que él dejó Barcelona y por fin nos reencontrábamos.

-Bruno: Menudo paquete vienes marcando chaval.

-Yo: ¿Es lo primero que se te ocurre decir después de tanto tiempo?

-Bruno: Haha la culpa es tuya por ponerte esos pantalones que se ve claramente para qué lado cuelgas, además, sé que te encanta que te lo diga.

Las bromas sexuales eran constantes entre nosotros y las habíamos seguido manteniendo a distancia, alguna vez con fotos incluidas, lo que de normal terminaba en una buena paja por mi parte. Pero esta vez, al verlo de nuevo en persona, yo me sentía más cortado: poco después de que se marchara Bruno de Barcelona conocí a un chico, ese chico, con el tiempo, se convirtió en mi pareja y poco antes de irme a Madrid, acordamos continuar la relación a distancia; una relación que debía caracterizarse por la fidelidad.

-Bruno: ¿Pillamos el metro y te acompaño al hostal para dejar tus cosas?

-Yo: Hace mucho que no vengo a Madrid, estoy demasiado ilusionado como para meterme en el metro, estamos a 15 minutos vayamos andando.

-Bruno: Como quieras, pero está haciendo un calor que flipas.

Y tenía razón, en septiembre todavía hacía mucho calor en Madrid y no ayudaba tener que subir toda la cuesta de la calle atocha. Por el camino nos estuvimos poniendo al día y le conté todos los retos que me esperaban a mi llegada a Madrid.

Durante la subida no puede evitar fijarme en que el cuerpo de Bruno había cambiado, siempre había hecho deporte pero desde que volvió a Madrid empezó en serio con el gimnasio y, aunque no tenía los músculos muy marcados ni definidos, sí se le notaba mucho mas fuerte; unos brazos grandes que destacaban aún más con esa camiseta de mangas cortas y ajustadas, unos pantalones apretados que perfilaban unas piernas gruesas y, lo que siempre fue mi perdición, un culo grande, duro, redondo. Nunca desperdiciaba ninguna oportunidad para tocarlo, mucho menos cuando veía que cualquier tío o tía se lo quedaba mirando por la calle descaradamente.

Por fin llegamos a la habitación del hostal, era pequeña y un poco anticuada, pero estaba limpia y tenía baño propio.

-Yo: Oye, voy a ducharme en un momento porque estoy muy sudado, en cuanto termine salimos a tomar algo.

-Bruno: Sí tranquilo, yo también quiero ducharme. Anda date prisa que aunque ponga el aire lo que necesito es mojarme.

No sé si fue por el calor o por ver de nuevo a mi amigo, pero al entrar en el baño noté cómo mi polla reaccionaba; me estaba desnudando y al otro lado de la pared tenía a Bruno, los dos solos en una habitación en la que podríamos hacer de todo sin que nadie se enterase…era demasiado tentador.

Decidí eliminar esas ideas de mi cabeza y meterme en la ducha cuanto antes para no permanecer mucho más tiempo en esa habitación de hostal junto a mi tentación.

-Yo: (saliendo del baño vestido con ropa nueva) ¡Qué bien me siente ahora! Necesitaba una ducha. Anda, puedes meterte si quieres, pero no tardes mucho porque quiero salir ya.

-Bruno: Tío no me vengas con prisas encima de que te ayudo con las maletas y con todo. Además, todavía es pronto, acabas de llegar, tenemos mucho tiempo por delante.

Mientras Bruno se encierra en el baño, yo abro las maletas y me tiro en la cama a descansar. No pasó mucho tiempo cuando oigo que el agua de la ducha deja de sonar y se abre la puerta. Me giro y veo salir a Bruno, todavía un poco mojado, llevando únicamente unos bóxers oscuros muy ajustados. Todas las ideas que había intentado eliminar de mi cabeza vuelven de repente, nunca he sido bueno disimulando mis pensamientos, él lo sabe, del mismo modo que ha sido consciente de mis miradas desde nuestro reencuentro y de los nervios y la confusión que todo ello me produce.

-Bruno: (con sonrisa y tono chulito) ¿Te gusta cómo se me está quedando el cuerpo? He empezado a darle un poco más duro últimamente y ya se va notando.

-Yo: (visiblemente nervioso) Sí, claro, estas más ancho. Anda vístete que quiero salir.

-Bruno: ¿Tanta prisa tienes por salir de aquí?

Bruno se acerca a la cama y yo no sé cómo reaccionar ¿le sigo la broma dejando claro que no quiero que pase nada? ¿le corto y le digo que no va a pasar nada porque tengo pareja? ¿le desnudo por completo y le como el culo hasta que me grite que se la meta?

Mientras yo decido cómo actuar, Bruno tiene tiempo de sobra para subirse a la cama, arrastrarse hasta llegar a mi altura, incorporarse y pasar una pierna sobre mí de modo que se queda sentado encima de mi paquete

-Bruno: (moviendo el culo como sabe que me vuelve loco) ¿No echas de menos esto? Porque yo sí.

-Yo: Venga va, bájate

-Bruno: Te crees que no noto cómo se te ha puesto de dura. Siempre ha sido tan fácil ponerte palote.

En ese momento Bruno me agarra la polla por encima del pantalón y aprieta fuerte

-Bruno: Déjame verla de nuevo al menos.

Estoy en un punto crítico, pero todavía tengo tiempo de apartarlo de encima de mí y salir de allí sin meterme en ningún problema.

Pero no, Bruno ya tiene las manos en mi cinturón y me mira a los ojos, yo no le digo nada. El cinturón se desliza, los botones se desabrochan, mi polla está dura y tengo encima de mí a un tío con un culo que me flipa y con cara de decirme que podría hacer con él lo que quisiera.

Bruno baja mis pantalones, baja mis calzoncillos y mi polla sale disparada, dura, recta. Siempre me ha gustado mi polla: gorda, un tronco recto y venoso, un capullo ancho, 19 cm en total.

-Bruno: (cogiendo mi polla con una mano) Tan bonita como la recordaba. Lástima que ahora vayas de fiel por la vida.

En ese momento Bruno me suelta, se levanta y riendo se va dirección al baño para vestirse de nuevo. Ha jugado conmigo, me ha puesto a prueba, me ha tomado el pelo como tantas veces nos lo hemos tomado mutuamente.

-Yo: (Intentando disimular que mi nervios anteriores no eran reales) Anda capullo va, que te había dicho que quería salir pronto de aquí.

  • Bruno: (Asomándose por el baño) Tranquilo, si ya te he dicho que tenemos mucho tiempo por delante ahora. Y podrás ver esto mejor en otra ocasión.

En ese momento Bruno sale del baño, sigue únicamente en calzoncillos, me da la espalda y se agarra del culo con las manos,

-Bruno: (Entre risas) Mira qué culito se me está quedando, me petarías ahora mismos contra la pared, ¿o no es cierto?

-Yo: (Más relajado tras la reacción de Bruno) Haha anda va, deja de ponerme el culo en la cara y salgamos de aquí que esta noche necesitas buscar a un tío que te quite el calentón.

___

Bienvenidos los comentarios.