Mi Lado Oculto (1: El Catalizador)

Observando a su sumisa, reflexiona sobre el castigo que le ha impuesto. Pero sólo es el comienzo de una reflexión más profunda de su forma de ser...

MI LADO OCULTO ( 1 )

El Catalizador

Mi cuerpo se sacude sobresaltado al despertar. Extiendo los brazos intentando abarcar toda la cama, pero no siento el tacto de su suave piel. Aún estoy confuso. ¿Qué ha sido? una pesadilla,... sólo eso; pero mi respiración sigue acelerada. ¿Qué ocurría en la pesadilla? no lo recuerdo, y siento más confusión durante los breves instantes en los que intento recordar.

Mis ojos se acostumbran poco a poco a la oscuridad. Mis pensamientos vuelven a recobrar el orden perdido. Por su puesto que no la he encontrado durmiendo a mi lado o acurrucada a mis pies como suele ser habitual. Sigilosamente desplazo mi cuerpo hacia el lateral de la cama, me asomo y allí está. La luz artificial de las calles de Madrid apenas pueden traspasar la cortina de amplio ventanal, pero sí lo suficiente para que pueda percibir su silueta, dormida en el suelo, hecha un ovillo. Distingo sus redondeados senos subir y bajar lentamente debido a su respiración pausada, distingo sus caderas, sus piernas perfeccionadas en gimnasio; y... entre su largo pelo castaño puedo ver su collar y la correa que la mantiene sujeta a la cama. Es joven, muy joven; apenas 20 años; apenas año y medio de relación, pero nunca he dejado de admirar su hermoso cuerpo y su fantástica personalidad. Es mi perra y esta noche prefiero no llamarla de otro modo.

Quien la viese plácidamente dormida nunca podría imaginar lo ocurrido tan sólo hace unas horas. No se puede apreciar con tan poca luz, pero sé que sus nalgas y sus muslos están enrojecidos y con algún moratón por los azotes recibidos, que sus pechos tienen marcas de las pinzas, que sus pezones están doloridos y que su clítoris estará probablemente hinchado aún por la constante estimulación a la que se ha visto sometido.

Esta noche la he castigado, he usado su coño, su culo , su boca y en general todo su cuerpo únicamente para mi propio placer. Le he prohibido rigurosamente alcanzar el clímax esta noche. Ni siquiera me he corrido dentro de ella ni sobre ella; hoy no se merecía semejante honor. Lo reconozco, hoy la he castigado excesivamente. Al contrario que otras sumisas, mi perra obtiene placer en el dolor, siempre que se lo proporcione de la forma adecuada. Otras no; otras obtienen placer no en el castigo en si, sino en el morbo de la situación. Con ella, el dolor conduce al placer, el castigo es a su vez recompensa; es una más de las muchas paradojas de mi forma de vida, de mi visión de la sexualidad. Una visión que no siempre fue así...

Dormir en el suelo, como la perra que es, ha sido la parte final del castigo. Un castigo duro que he ella ha aceptado sin ninguna queja ni reproche. Un castigo durante el cual no ha recurrido a nuestra palabra de seguridad; palabra que no ha usado desde hace más de seis meses. Hay sumisas que se jactan del buen hacer de sus Amos y de la inutilidad de acordar una palabra de seguridad; algo que ellas rechazan de pleno debido a su estupidez por tener a su Señor en un altar. Pobres inconscientes. Todos somos humanos, todos cometemos errores, y en un momento de euforia o debilidad podemos excedernos seriamente y sólo una simple palabra o gesto puede devolver el río a su cauce.

Necesitaba el castigo. Esta noche se ha comportado como una estúpida, celosa como una burra, pensado que yo le pertenezco, que ella es la única que se merece servirme.

Ante la visión de su cuerpo, curiosamente pienso en otra persona. Pienso en Sonia, y en que ella ha sido el desencadenante de forma indirecta del castigo de mi perra. Lo pienso detenidamente y no es extraño que mi perra se haya sentido desplazada, humillada y que ese ataque de celos pudiese desmoronar su entereza. Ha visto como la he saludado, como la miraba, como me he ido a hablar a solas con Sonia en un lugar más privado. Sonia a provocado su reacción. Cuando estaba observando como varios hombres la follaban en una cama redonda, mi perra ha explotado por los celos echándome en cara como la observaba y la deseaba; incluso se ha atrevido a levantarme la voz. ¿Cómo ha podido llegar a hacer eso? una pequeña reflexión me hace entender su comportamiento. Mi perra ha intuido que Sonia no ha sido simplemente una amiga, que no ha sido un polvo más; sabe que ha sido muchísimo más para mí.

Sin decir una palabra, la he traído a casa. Cuando hemos entrado seguía con una terrible cara de enfado. La he mirado de la cabeza a los pies por un breve instante. He admirado su hermosura, acentuada por el vestido negro y ajustado que llevaba. Entonces ha comenzado todo.

Me he abalanzado sobre ella, arrancándole el vestido, tratándola con rudeza. Las costuras se ha saltado ante mi furia, mi salvaje sadismo ha rasgado la tela.

  • ¿Quién coño te has creído que eres, zorra?, ¿acaso crees que te pertenezco?

En un breve instante su cara ha cambiado de expresión. Ya no mostraba enfado, sino miedo, miedo porque había comprendido su error al comportarse de esa manera.

  • No Amo, lo siento mucho, no volverá a ocurrir.

  • Por supuesto que no va a ocurrir, perra, y me voy a asegurar de que sea así. Ni se te ocurra correrte esta noche, no quiero escuchar más súplicas. Perra engreída...

He agarrado su diminuto tanga negro, tirando de él hacia arriba, provocando que le fina tela se introdujese entre los labios de su vagina. He tirado fuerte, muy fuerte de él, observando su gesto de dolor, hasta que me he quedado con esa delicada prenda entre mis manos. He sentido su dulce humedad impregnada en el tanga, lo cual ha provocado que me enfureciese más... ¿se supone que la voy a castigar y está ella húmeda y excitada esperando disfrutar del castigo? no, ni hablar. La he arrojado sobre la cama, desnuda, atándola boca abajo. Mi fusta ha silbado y estallado en su nalgas y en sus piernas incontables veces. Mi polla crecía por momentos en mis pantalones... oía como gritaba con cada golpe. Sabía que no estaba disfrutando y eso me excitaba más, mucho más; tal y como yo quería. Presa de la excitación, he levantado sus culo cogiéndola por el pubis con una mano; con la otra mano he golpeado con la fusta justo en sus labios vaginales. Cada golpe era seguido de una sacudida que recorría todo su cuerpo, de un gemido mezcla de dolor y placer. Cada golpe conseguía que mi pene tuviese contracciones debido a la notable excitación.

Me he tomado un pequeño respiro para colocarla a cuatro patas y poner sus pinzas metálicas unidas por una cadenita en sus pezones. Pero se merecía más... Pinzas de la ropa en sus labios vaginales ya un poco castigados. Su culo ha dado pequeños respingos cada vez que colocaba una de las pinzas y su boca emitía pequeños quejidos de dolor. Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis...

Acto seguido me he desnudado. Mi polla estaba tiesa, dura, soltando diminutas gotas de líquido preseminal y sólo tenía en esos momentos un objetivo: su culito; ese culito pequeño y prieto consecuencia de innumerables sesiones de aeróbic. Hoy quería que sufriese, y quería oír cómo sufría; no quería perder detalle, no quería amordazarla.

Me gusta mi polla. No alardeo de ella, pero me gusta. Sin llegar a ser excesivamente grande, sus poco más de 20 cm dan para mucho. El sexo anal con una polla así no es sencillo, pocas mujeres lo admiten. Además siempre he tenido especial preocupación por un esfínter tan delicado.

Pero esta noche no he sido muy delicado con mi perra. No he dilatado su ano, no la he lubricado; me he puesto un condón en mi polla, la he metido en su coño que a pesar de todo estaba muy húmedo, y con la poca lubricación de sus flujos he intentado penetrar ese delicado agujerito. Agarrando con fuerza su culo tenso y duro, apretando con mi polla en su ano, forzándola a entrar. Ella ha gritado un poco, pero no he prestado atención. He seguido penetrándola, pero desistí, ya que los gritos no eran tan débiles y he temido desgarrar el esfínter.

He sacado la polla y procediendo a extender un poco de lubricante sobre ella; no mucho, porque mi intención seguía siendo que le resultase doloroso. La he penetrado de nuevo con mayor facilidad. La he penetrado hasta que mis huevos han rozado sus nalgas. La culeé unas cuantas veces para volverla a sacar. La polla ha salido limpia de ese delicioso agujero. Estupendo, dije para mí. Tras tirar el condón la he introducido de nuevo, la he introducido de forma salvaje. Sus gritos, sus gemidos, la presión de ese culito apenas dilatado, el roce por la falta de lubricación; todo junto casi ha provocado que me corriese al instante. Hace años no habría podido evitarlo, pero la madurez proporciona a la vez control sobre tu cuerpo. Me costó un terrible esfuerzo, pero pude evitar correrme.

Tras un buen rato he sacado mi polla, la he desatado y volviendo su cara hacia mí, he dicho:

  • Métete mi polla en la boca, perra asquerosa

Ella ha cogido mi pene suavemente, casi con veneración y con gran delicadeza lo ha llevado hacia su boca, chupándolo con esos labios finos, pero no demasiado pequeños, esos labios deliciosos que tanto placer me habían proporcionado en otras ocasiones. Pero esta noche no.

Arrebatando mi polla de su boca, y empujándola con la mano hacia atrás le he gritado:

  • ¡¡He dicho que te metas mi polla en la boca, no que me hagas una jodida mamada!!. ¡¡Métela hasta fondo de tu garganta, puta!!

Esta vez sí ha metido de golpe la polla hasta que no entraba más; se atragantó, pero sin que un gesto de queja apareciese en su cara, sino que siguió sacándola y metiéndola una vez tras otra. No es algo que me proporcione placer, pero cuando se tiene una polla en condiciones, puede ser un castigo aceptable.

Situándola sentada sobre sus rodillas en la cama, frente a mí, he quitado las pinzas de sus pezones y las pocas que no se habían caído de su sexo. Sus gemidos han sido escandalosos. Las pinzas han estado puestas mucho rato. A sus gemidos le ha seguido una respiración agitada y rápida en un vano intento por aliviar el dolor. Cogiendo su coño con la mano y deslizando mi palma por él, ella entre gemidos ha suplicado por su orgasmo.

  • Por favor, Amo, sé que no debo, pero no puedo aguantar más, permíteme que me corra, por favor.

  • ¡¡¡¡Ni se te ocurra correrte, puta ninfómana!!!!. Que no se te pase por la cabeza.

En vez de detener la estimulación de su coño, he continuado penetrándola con un dedo. Ha apretado los dientes, su cuerpo se ha tensado, sus pezones erectos y un poco amoratados han apuntado al techo como queriendo lanzarse hacia él cuando su cuerpo se ha arqueado. Le ha costado un gran esfuerzo, pero ha logrado evitar correrse.

La visión de su cuerpo, de su esfuerzo, de su afán por satisfacer mis óedenes ha logrado que enloqueciese de excitación. Tal como estaba, arqueado el cuerpo hacia atrás, la he penetrado con fuerza, agarrando esos deliciosos pechos. Follándola como un loco. Ella sólo ha podido gritar y suplicar que la permitiese gozar como la perra que es.

  • Por favor, por favor, deja que tu puta se corra, permíteme, no lo aguanto, no lo soporto.

"¡¡¡Hoy no, esta noche no!!!. Aprenderás la lección"; estas eran las únicas palabras que salían de mi boca, aparte de los intensos jadeos que indicaban mi inminente orgasmo.

Al sentir el estallido inminente del orgasmo, he sacado mi polla de dentro de ella, no eyaculando sobre su cuerpo, sino sobre las sábanas que estaban empapadas de sudor. Agarrando fuerte sus pechos, tan fuerte que mis dedos se han quedado marcados, he sentido que desfallecía ante un orgasmo tan animal, tan propio de una bestia. Ella ha sujetado mi cuerpo, mientras no cesaba de decirme: "No me he corrido Amo, no me he corrido. No lo he merecido".

Tras conseguir recuperarme, y con la respiración aún alterada, la he mirado a sus ojos; esos arrebatadores ojos verdes....

  • Limpia la sabana.

Ella se ha inclinado sumisa hacia las manchas de semen, abriendo despacio su boca y deslizando morbosamente su lengua hacia ese preciado néctar; pero ese néctar no estaba destinado hoy a terminar en su paladar.

  • ¡¡¡Así no, guarra!!!. – He dicho al tiempo que suavemente, pero con decisión, he apartado su cara de mis restos de esperma. – Usa algo para limpiarlo.

Me he ido al baño ha refrescarme un poco mientras ella se quedaba triste, casi sollozando, limpiando mi semen con una toallita de papel. El no permitirle ni limpiar mi semen con su boca ha sido una gran humillación para ella; sé lo que ha sentido, sabe que sólo no permito ese honor a las peores putas, a aquellas zorras que me resultan despreciables.

Al volver, he colocado su collar y su correa y la he arrojado de la cama al suelo.

  • Hoy dormirás como la perra que eres, en el suelo.

He atado la correa a la pata de la cama; se ha acurrucado, girando su cabeza y apoyándola en el suelo. No quiere que la vea triste, lo sé. Abriendo sus piernas con mis manos, comprendo el esfuerzo por no correrse... sus muslos están algo pegajosos, hasta las rodillas, de la cantidad de flujos que han salido de su sexo. Su clítoris aún continuaba hinchadísimo y sus labios húmedos y rosados. Su ano ha quedado enrojecido y con evidencias de escozor. He tenido suerte, ha faltado poco para desgarrarlo. Suavemente he aplicado una pomada sobre su agujero aún forzadamente abierto. Ella lo ha contraído involuntariamente, sollozando por el escozor, aunque al poco he sentido su alivio en la relajación de su cuerpo y de su respiración.

Mucho más tarde, cuando casi estaba dormido, la he oído llorar a oscuras, tumbada en el suelo. Ahora que me he despertado totalmente mientras recordaba esta noche mirando al techo, pienso en si sus lágrimas son consecuencia de mi rudeza ante ella, de mi salvaje castigo o si..., que es lo que más me preocupa, ella cree que no se merece ser mi esclava. Carolina se ha comportado realmente bien esta noche, ha mostrado una gran dignidad, incluso cuando suplicaba por su placer. Estoy convencido que ha aprendido la lección.

Vuelvo a apoyarme sobre mi costado, observando de nuevo su maravilloso cuerpo. Verla así de nuevo, provoca que mis pensamientos viajen hacia mis recuerdos de antaño, cuando conocí a Sonia, cuando ella hizo aflorar en mí la personalidad más perversa, cuando comencé a conocer mi lado oculto....

CONTINUARÁ....