Mi joven profesor de amor

Una reunion de amigas y una de ellas recuerda el pasado. Me lo mandan lo subo... Agradecidos comentarios y valoraciones

No se vistió con ninguna ropa especial, su reunión no lo requería. Un grupo de amigas, que con más de 40 años hacían una fiesta de pijamas, únicamente podía ser idea de Laura, la madurita del grupo, y la que mejor preparaba todo tipo de eventos.

Laura la recogió en su casa, y mientras tomaban la ronda, volvió al ataque con su monserga de siempre:

.- Marta, deberías volver a conducir, siempre te gustó, no me importa recogerte, ya lo sabes, te lo digo por ti misma.

.- Si ya lo sé, pero no será hoy. Han llegado ya las irlandesas?

.- No me cambies de tema, pero si,  ya están en casa.

Cuando llegaron a la casa, únicamente faltaban ellas, para completar el grupo. La fiesta ya había empezado. Música, cervezas, copas, tabaco ... Todo preparado, como era de esperar. Hacía unos años que no estaban todas juntas, y Laura se había esmerado: el plan de cena fría, bebida, baile y pijama era divertido y perfecto para todas. Cantaron, rieron, bebieron y cuando bajó la intensidad de la fiesta, Laura sorprendió a todas con un juego de preguntas y confesiones. Si alguien no contestaba, tendría que beber doble, se sentaron todas en el suelo y comenzó el juego, en un principio, inocente, como comienzan todas estas cosas, pero pronto se convirtió en algo más intimo. Todo comenzó cuando la actual pareja de Laura confesó que nunca había conocido varón, a Marta la confesión le pareció terrible, pero las demás se rieron. Y eso dió pie, a que las preguntas se dirigieran al plano erótico-festivo. Isa, casada desde los 18 años confesó que únicamente había hecho el amor con su marido, ni un novio anterior, ni una infidelidad, nada en 25 años de matrimonio. Julia, casada en Irlanda desde hacía ya tres años con un hindú, confesó intentar practicar sexo tántrico. Ana confesó que a pesar de estár con viviendo con Mónica, había veces que extrañaba a su marido en la cama. Marta se había librado de preguntas hasta ese momento, pero nada es para siempre, y Laura, cogiendo una de las tarjetas le pregunto:

.- Cuentanós quien te enseño a amar, con quien has realizado más juegos eróticos, con quien aprendiste?

Las protestas de todas, no tardaron un segundo en hacerse oir. Marta llevaba casada 15 años, a los que sumar diez de noviazgo. Todas daban por sabida la respuesta, no podía ser otro que su marido, la pregunta no valía, tenía que cambiarse...

Marta sonrío, con picardía y eso hizo que las protestas se fueran apagando, Laura se dió cuenta enseguida, y preguntó:

.- No me digas que has tenido un amante?

.- Nooo!, no tengo, ni he tenido un amante. Cómo podeis pensar que si algo así hubiera pasado, ninguna de vosotras lo supiera?

.- Pues, ya estas tardando en responder.

Marta, respiró profundo, y comenzó su confesión:

"Salí con alguien en primero de carrera, alguien más joven que yo, que me impresionó. No recuerdo mucho de los inicios de la relación, ni siquiera recuerdo si me pidió salir o yo a él, pero recuerdo sus besos, fueron los primeros que exploraron mi boca con su lengua, que recorrían mis labios y bajaban por mi cuello, para volver a subir y llegar de nuevo a mi boca, forzándola, penetrándola, desarmándola...

sus hábiles manos, colocadas siempre estratégicamente, me acercaban o me separaban de su propio cuerpo, haciendome notar o no su deseo, su erección a su conveniencia, sabía de sobra que era algo que a mi me excitaba aún más..."

Marta rió de repente, y todas se asustaron, estaban en silencio, expectantes, boquiabiertas, sorprendidas...

.- No te pares ahora, tienes que contarnos todo.

.- ¿Cómo no sabíamos nada?

.- Quereis callaros y dejar que siga?

"El, era muy impulsivo, no perdía el tiempo y si veía la oportunidad la aprovechaba. No recuerdo cuál fue la primera vez que nos acostamos, con exactitud, fueron muchas, siempre había algo nuevo, una postura, una caricia, experimentábamos o experimentaba, no lo sé con exactitud, sólo sé que me enseñó a sentir un placer compartido como nadie hasta entonces me había hecho sentir. No recuerdo momentos ordenados, ni hechos concretos, pero si sensaciones y muchas; pero dejadme que lo piense y prometo deciros más, simplemente quedaros con el hecho de que fue, mi joven profesor de amor". Y se rió, a carcajadas.

.- ¡Te lo estás inventando!

.- Pensad lo que querais no pienso deciros nada más, de momento, y se volvió a reir.

Protestaron todas, pero se cerró en banda y no dijo nada más. Continuó el juego, nuevas preguntas, nuevas confesiones en grupo, Marta estaba absorta en sus propios pensamientos.

El recuerdo despertó su pecho, sus pezones se endurecieron y su sexo estaba empezando a humedecerse. Imaginaba su boca recorriendo el cuerpo de él, desde el cuello hasta su sexo erecto, desafiante, preparado para ella. Lo recorría con la lengua, de arriba abajo, y se lo introducía en la boca con desesperación para volver a sacarlo húmedo y caliente y besarlo lento y jugoso. Volvía a subir a probar su boca y volvía a besar su cuello, para volver a recorrer su cuerpo y lamer su pene. Unas manos grandes y suaves, le sujetaron la cabeza, con ternura, su amante hizo que se sentara a horcajadas y la penetró con furia, para detenerse un momento y decirle al oído que ella mantuviera el ritmo, comenzó lento, sus pezones se rozaban con el pecho masculino y eso le encantaba, el ritmo fue creciendo, los dos jadeaban, a cada envite de su pene Marta gemía de placer, se aceleró el ritmo, se besaban, se abrazaban mientras ambos gritaban al compás  y llegarón al final. Todo se paró de repente, el ritmo, los jadeos, incluso la respiración, Simplemente mantenían las cenizas de su orgasmo juntos. Se miraron las caras, sonrieron, se volvieron a besar, no hacían falta las preguntas de rigor, ambos estaban satisfechos, ambos habían estado bien.

Cerró los ojos e intentó rememorar otras veces, otros orgasmos compartidos, otros deseos... Encendió un cigarrillo , ¿él seguiría fumando? recordaba esa pausa típica y tópica, en que los dos, desnudos en la cama fumaban y se reían, porque la mayoría de las veces era eso, simplemente una pausa, un descanso previo a otro momento mágico, de deseo y pasión desenfrenada, de exploraciones corporales, de éxtasis sexual...

Un escalofrío recorrió su cuerpo, abrió los ojos con miedo a ser el centro de todas las miradas, se había entregado tanto a su recuerdo que había olvidado dónde estaba. Afortunadamente nadie la miraba, solo Laura que sonreía de medio lado.

La fiesta de pijamas estaba tocando fondo, ya no hubo más juego, era muy tarde; el cansancio del trabajo, en algunas, del viaje en otras, se hacía notar. Tenían aún el domingo para seguir juntas y recordar tiempos pasados. Decidieron acostarse, mientras Marta recogía unos vasos, Laura se acercó lentamente muy sonriente:

.- Ven ponte los cascos.

Había estado buscando entre sus discos, esta es tu canción, para esta noche. En el momento que oyó los primeros acordes, sonrió. Era una canción antigua, cantada por María Veranes, y con ese título exactamente: Mi joven profesor de amor

(para recordar la canción o la letra Google)