¡mi jefe me tenia ganas y me cogio! 4
Un sábado lleno de amor, lujuria, cogidas y complacencias, aprovechando la ausencia de mi marido.
Un sábado lleno de amor, lujuria, cogidas y complacencias, aprovechando la ausencia de mi marido.
A mi marido, en su trabajo lo envían de comisión a Guadalajara y, según él, se tendrá que quedar todo el fin de semana, es decir, se va el miércoles y debería regresar el viernes, pero dice que se regresará hasta el domingo, lamentablemente Carlos en ese mismo tiempo, estará en reuniones extenuantes con los directores generales que dependen de él, reuniéndose desde las ocho de la mañana, hasta altas horas de la noche, lo que significa que casi no tendremos oportunidad de vernos y desde luego menos aún de hacer el amor, ¡maldita coincidencia!
Sin embargo, llega el viernes y las cosas parecen mejorar, en un breve encuentro con Carlos, le comento de la ausencia de mi marido y me dice:
-Perfecto, ¡pequeña!, te compensaré por estos días que no te he podido atender
Yo le digo
-No hay problema, lo entiendo mi amor, no te preocupes.
Él me susurra.
-Te traigo muchas ganas, ¡quiero cogerte!
Su solo comentario, me calienta de inmediato y le digo
-¡Tenemos todo el sábado para nosotros!, ¿Qué propones?
Veo el cambio en su expresión, pasa de cara de cansancio y preocupación a felicidad y lujuria
Carlos responde:
-Cariño, ¿te parece si desayunamos mañana?, te espero en Los Almendros de Insurgentes a las nueve de la mañana, ¿Ok?
-Ok-respondí
Apenas puedo esperar para verme con Carlos, llegando a mi casa, me baño y me dan ganas de masturbarme, pero decido aguantarme, al fin y al cabo, mañana me cogerá y saciaré mis deseos, sirve que me mantengo súper caliente, me voy a la cama, esta vez me acuesto desnuda, pues el calor ha empezado a calar y en un departamento de interés social, de dimensiones pequeñas, se siente aún más.
Casi no he dormido, quiero que las horas pasen lo más rápido posible, los minutos se hacen eternos y yo debo de dejar de pensar en sexo, pues mi vagina está al mil y húmeda, mejor dejo de pensar, porque si no me voy a tener que masturbar.
Suena el despertador, me sorprendo por qué ya son las siete de la mañana y, por haberme dormido tarde, pensando en Carlos, siento que no llegaré a la hora acordada, me paro de inmediato, hago la cama y me baño con prontitud, salgo y me aplico perfume en todo el cuerpo, uso Jean Paul Gaultier Classique, qué es mi aroma favorito y que se que enloquece a Carlos, siento la delicia de su fragancia fundirse con la de mi cuerpo, así como su delicada frialdad, recorriendo el interior de mis piernas, mis senos, mis axilas, mi cuello, mi abdomen y mis nalgas, ¡me siento excitada!.
Seco mi cabello, lo plancho de tal forma que queda perfectamente lacio y sexy, me delineo las cejas, me maquillo y aplico un poco de rubor, me aplico sombra de color azul-agua tenue en los ojos.
La boca, es una de las zonas más sensuales del rostro, y las mujeres, contamos con algo a nuestro favor, el lápiz labial, capaz de hacer nuestros labios más bonitos, gruesos, atractivos, carnosos y sumamente apetecibles, por ello, escojo uno de color rosa encendido, que pese a ser tenue, resaltado con un delineador labial, da la sensación de ser más grandes y seductores.
Empiezo a ver qué ropa me pondré, comienzo por colocarme una tanguita blanca de nylon transparente, que apenas cubre mi rajita, pero se trasluce, queda enterrada en mis nalgas, me enfundó en unos jeans azules sumamente ajustados, entallados, metidos “con mantequilla”, que la verdad, modestia aparte, se me ven ¡muy bien!, me coloco una blusa entallada también, de algodón para minimizar los efectos del calor, pero no por ello deja de ser sensual, además de no usar brasier, lo que hace que con el aire, las tetas sientan el roce de la tela y se mantengan erectas y finalmente utilizo unas sandalias blancas de tacón de 10 centímetros, me miro al espejo y realmente me veo linda, en ese momento pienso –lista, estas para que te den una muy buena cogida-veo el reloj y ya son las 8:10 de la mañana, ya se hizo tarde, me apresuro y para salir, tomo una chaqueta negra de piel, para cubrir mis tetas de los lujuriosos que me verán en el Micro y en el metro, aunque dada la hora, decidí perderme los toqueteos y arrimones que te dan en el transporte público, de los cuáles en otra ocasión les contaré y tomé un taxi.
Como lo supuse, el maldito tráfico en la Ciudad de México, ni en sábado deja de ser extenuante, parece que todo el mundo se pone de acuerdo para salir al mismo tiempo, total después de atravesar media ciudad, llego a las 9:30 de la mañana, estoy molesta conmigo misma, ¡tonta! si ya sabes que el tráfico es imposible, por qué te tardaste tanto, pensé.
En fin, entró al restaurante, la recepcionista me saluda amablemente y me dice:
-Ya la esperan
-Sí-contesté (espero que así sea, sino que oso)
-A nombre de quién está la mesa
Apenas iba a decir el nombre y apellido de Carlos, cuando del interior, él sale, impecablemente vestido, también usa unos jeans, camisa azul cielo, mocasines, bien peinado y oliendo deliciosamente, me da un beso en la mejilla y me dice:
-Pasa mi amor, ya me tenías preocupado.
Yo le correspondo el beso y apenas le iba a dar una explicación cuando me interrumpe:
-Lo importante es que ¡ya estás aquí!
Mientras desayunábamos, platicamos de trivialidades, del trabajo, de diversas cosas, me toma de la mano, me acaricia las mejillas, me da de besos tiernos, me toca el cabello, lo palpa y desliza sutilmente su mano por mi entre pierna, me huele y se extasía de mi aroma, cada vez me voy poniendo más y más caliente.
Terminamos de desayunar aproximadamente como a las 11:30 de la mañana y, aunque el desayuno estaba rico-es de comida yucateca-yo ya quería que acabara, así que me dio gusto cuando pidió la cuenta, pago y salimos del restaurante, mientras esperamos al valet parking que nos entregue su auto, el me observa, tiernamente me toma por el cuello y me estampa un beso en la boca y me dice:
-Chiquita, en verdad soy muy afortunado por tenerte a mi lado, sólo espero que esto sea para siempre, Luisa, ¡Te amo!, estoy enamorado de ti, no tengo ninguna duda de que somos el uno para el otro.
Yo me derrito de calor y de amor, yo también lo quiero, lo deseo y lo necesito, nunca un hombre me trató así, con delicadeza, con tantas atenciones, preocupado por mis necesidades más simples, hasta cuando hacemos el amor, él realmente se preocupa por satisfacerme, no sólo con cumplir.
Atónita por la confesión yo le contesto:
-Soy tuya y de nadie más, yo también te amo
Lo amo, quizá más de lo que él puede imaginarse, de Alberto, ni me acuerdo, tengo mucho tiempo de no tener relaciones con él, además, ni ganas me quedan, ¿alguien podría después de haber comido todo un manjar, en el cual estas satisfecho, comer una simple torta? No, por supuesto que no, además ya lo tengo decidido, con Carlos o sin él, no pienso regresar a ser un instrumento decorativo más en la casa.
En ese momento llega el auto, Carlos me abre la puerta y alcanzo a observar las miradas de deseo de los que estaban en ese momento en el mismo lugar y las repasos que me dan las mujeres, pero eso ya es normal, lo que admiro de Carlos, es que ni se inmuta, es un tipo muy seguro de sí mismo.
En cuanto salimos del restaurante, le pregunto a Carlos que a dónde iremos y él me responde.
-Es una sorpresa mi amor.
Nos enfilamos por Avenida Insurgentes hacia el sur, hasta el periférico de ahí a Bulevar de la Luz y, la sorpresa es que llegamos a su casa, es bonita, espaciosa, refinada y de buen gusto, él me dice:
-Bienvenida ¡Diosa Mía! A tu casa, siempre estará a tus pies.
Yo le agradezco con gesto de aceptación y de admiración, él me muestra toda la casa, que tiene un recibidor, estancia-comedor, una cocina enorme con todos los implementos necesarios para preparar una comida de reyes, tiene una biblioteca, plagada de libros, con una computadora y todo lo necesario para trabajar descansadamente, en el segundo piso, tiene cuatro recámaras y una sala de TV, además tiene un jardín de buen tamaño, en fin terminamos el recorrido y nos dirigimos a su recamara.
Ahí el me observa de pies a cabeza y me dice:
-Déjame admirarte, eres toda una visión, lo que te pongas se te ve magnífico, tienes la virtud de ser muchas mujeres en una sola.
Yo le agradezco su comentario, con un beso, cuando siento como sus manos se deslizan desde mi espalda, pasando por mis caderas y se posan en mis nalgas, las estruja de tal manera, que apenas exclamo un ¡ay!, pero no de dolor, sino como preámbulo de lo que me iba a suceder, poco a poco, me desabotona la blusa y emergen mis senos, erectos palpitantes, con sus tetas apuntando al cielo, me las besa suavemente, me acaricia el cabellos, me besa en la boca, el cuello, detrás de las orejas, ¡eso me prende! Y yo bajo mis manos y le cojo el pene que ya está como piedra, le agarro las nalgas y están igual de duras, le ayudo a quitarse la camisa, quedando al descubierto el pecho con escaso bello, pero firme y sensual, con un abdomen marcado, pero no exageradamente (una cosa es un abdomen bien trabajado y otra, cuando se aprecia exageradamente acondicionado, que no saben que a las mujeres ese tipo de hombres no nos gustan, además se quieren más a ellos que a otras personas,) le correspondo con besos y caricias, mientras él me desabrocha el pantalón, le cuesta trabajo quitármelo, pues está justísimo, me encanta porque se me marca mi rajita y resaltan mis nalgas, pero a la hora de quitárselo, si que cuesta trabajo, pero yo le ayudo, al mismo tiempo, aprovecha para despojarse de sus pantalones, calcetines y zapatos, de tal forma que quedamos los dos en ropa interior, él con una trusa y yo en mi tanguita blanca.
Me toma por la cintura, me voltea y quedo de espaldas a él, yo siento de inmediato su verga bien parada, palpitando de deseo y yo me empiezo a mojar, ¡sí! mi rajita pide pito, pero quiero ser amada, fajada, manoseada, masturbada, lamida, mordisqueada, usada, ultrajada, de todas las formas posibles, este sábado sólo quiero coger, ser penetrada por todos lados, mamar ese pene, tenerlo en mi boca, disfrutarlo, lamerlo chuparlo, succionarlo, poseerlo y saber que es mío.
Carlos me besa y lame la espalda, ¡dios! Que rico se siente, su lengua cálida la disfruto al máximo, me besa y me lame continuamente, me levanta los brazos y me besa las axilas, siento un pequeño cosquilleo, pero lo gozo y me pregunto, ¿Qué más le falta por enseñarme a disfrutar?, él continua lamiendo y besando mis brazos, me voltea a su antojo, y yo, se lo permito alegremente, me besa nuevamente el cuello, baja sus besos a mis senos que lo agradecen los toma con las dos manos, los estruja suavemente, lame mis tetas, con su lengua recorre la redondez de los senos, me lame la parte inferior de las chiches, las besa, las lame, las chupa, las mama, me excita demasiado y grito de placer, me siento muy bien, sus mamadas estimulan mis sentidos, él las besa y mama como poseído, de manera tierna y sugerente le digo:
-Mi amor, no se van a ir, ¡son tuyas!, ¡nada más tuyas!
Carlos, se calienta más, me succiona de tal manera, que gozo como loca, yo le tomo la cabeza y finalmente grito ¡dios mío, cógeme! Suplico, él no me dice nada, continúa mamándome las tetas me recuesta y empieza a besarme el abdomen, ya sé a dónde se dirige, continua recorriendo mi cuerpo como si fuera una carretera llena de curvas hasta llegar a mi pelvis, lame poco a poco mi Monte de Venus, al tiempo que introduce un dedo en mi vagina y la empieza a masturbar, yo meneo rítmicamente mis caderas, disfrutando por la lamida y por el dedo que entra y sale de mi vagina, ¡Dios! ¿Cómo se contornea alrededor de mi cuerpo?
¡Éste hombre coge y hace el amor por nota!
Mientras me lame, succiona y acaricia mi vagina, dándole ligeros golpecitos en el clítoris, yo me siento en los cielos o no sé donde, pero gozando como loca, él me recorre el culo con las manos, me estruja las nalgas,- yo doy un pequeño suspiro de delicia- me agarra de las caderas y siento un cosquilleo que me hace estremecer de pasión y deseo.
De repente, Mmmmmmhhhh, ¡qué rico!, me lame desde la punta de los labios vaginales, hasta llegar a mi ano, yo solo alcanzo a exclamar ¡aaaaaahhhhhh!, ¡sigue!, ¡sigue!, ¡sigue!, ¡así, no pares, cógeme mi amor, ya por favor lo necesito , él me dice:
-Ya voy mi amor, pero entiende para entrar a mi templo, primero debo rendir toda la pleitesía que mi diosa se merece, arrodillarme y adorarla.
Me encanta que me diga esas cosas, pero yo estoy tan caliente desde ayer, en que pensaba en la simple idea de ser penetrada, en fin me “resigno”, a ser amada totalmente y continuo disfrutando sus magreos, el me introduce su lengua en mi ano, lo besa y lo lame, al tiempo que me agarra de las nalgas y las aprieta como si en eso le fuera la vida y pues claro, me vengo, tengo un orgasmo delicioso, pero continúo acompañándolo en sus movimientos jadeantes y calenturientos, además sigo necesitando su verga en mi vagina que implora ser penetrada.
Él sigue besándome las piernas, las recorre centímetro a centímetro, no deja nada sin besar o lamer, aspira mi aroma y me alivio de haberme perfumado todo el cuerpo, en sus besos y lamidas, llega a la entre pierna me lame las rodillas y la parte posterior, ¿qué pasa?, ¡Dios, eso es nuevo! Ha detectado otro punto G, que ni yo sabía que tenía, gimo de alegría y satisfacción y pienso ¡Dios si me vas a llevar, que sea en este momento!, me sigue recorriendo las piernas y llega a mis tobillos, los besa huele y lame, siento un escalofrío que me llega a la columna cuando, sin más, me lame los dedos de los pies e introduce su lengua entre cada uno de los dedos, ¡Dios otro punto G!, me dan dos orgasmos seguidos, ya no puedo llevar la cuenta y pienso ¡todo esto me ha pasado y ni siquiera me ha cogido!.
¡Me pregunto!, ¿Pues cuántos puntos G tenemos? Este hombre cada vez me enseña nuevas cosas y me estimula a continuar aprendiendo, sobre todo a disfrutar, se toma el tiempo para calentarme, para hacer hervir todas mis sensaciones, se deleita con mi cuerpo, lo goza, lo estimula y me prende con sus caricias y sus palabras, sabe en qué momento estimular determinada parte de mi cuerpo, me da las pausas necesarias para no agotarme innecesariamente, se preocupa y se ocupa de que yo quede satisfecha, plena y feliz, ¡Es un excelente amante! No cabe duda.
Mientras divago en mis reflexiones, volteo a ver a ese hombre y, busco dónde están los otros veinte que le ayudan, que me estrujan, me lamen, me fajan, me acarician sin cesar, ¡Pues no, sólo es Carlos! que no sé de dónde saca tanta imaginación, tantas manos para tocarme y tantas lenguas para lamerme, es toda una visión.
Lentamente me le aproximo, le doy un beso tierno pero coquetón, tomo su pene entre mis manos con la clara intención de llevármelo a la boca y propinarle una rica mamada, pero él me interrumpe diciendo:
-Acuéstate mi vida, boca arriba
Yo le contesto,
-¡Pero papito!, es que lo quiero y lo necesito, so seas malito, ¿me lo das?
El sonríe complaciente y me insiste:
-Ten paciencia mi vida, primero estás tú, éste -lo señala-, (refiriéndose a su miembro) se va a esperar.
Entonces, como una niña que espera su regalo prometido, obedezco su instrucción y me coloco en la cama boca arriba, él se coloca de frente a mí, con su verga palpitando, sumamente lubricada por el deseo, se pone en cuclillas pone su pene entre mis dos senos, los cuales aprieta con sus manos y toma mis manos las sitúa en lugar de las de él, y empiezo a chaqueteársela rítmicamente.
¡Qué rico se siente!, el espectáculo es simplemente fantástico, pues en esa posición, veo perfectamente su verga como sube y baja entre mis carnes, él jadea de satisfacción mientras me mete un par de dedos en mi vagina y ambos gozamos como locos, cuando nos venimos, él me avienta su leche que recojo con mi lengua, al tiempo que me dice:
¡Mi amor, ya eres una experta!
Miente, pero yo me siento orgullosa de saber que he logrado compensarlo por lo que me ha dado de gozo, pero le contesto
-¿Qué no voy a tener mi helado?
-Claro mi amor, tómalo y disfrútalo.
Sin más, lo tomé como él me había enseñado, creo que en eso si me estoy volviendo conocedora y no sólo doy satisfacción sino que también he aprendido a deleitarme.
Cojo el pene, lo lamo para extraerle lo que quedaba de semen, lo beso poco a poco, con la lengua, lo recorro desde la punta del glande, hasta los testículos, aprecio como se pone nuevamente dura, las venas están a punto de estallar, se siente cálido y suave, la verdad es que la piel del pene es, aparte de muy sensible, muy finita, se siente muy delicado, apetecible y muy agradable, realmente sumamente terso y sedoso, cuando lo toco y abrazo con mis manos, siento las venas palpitar, se cargan de sangre y el pene se para completamente, con las uñas, le acaricio el prepucio, le hago cosquillitas, le toqueteó los testículos, aprecio como su piel suave y colgante se contrae, como recargando el pene, la cabeza empieza a babear arrojando el lubricante propio de él, le beso las caderas y con mi lengua, le recorro la ingle y los bellos púbicos, hasta que subo la mirada y veo la cara de Carlos, qué sin decirme nada, con su expresión me dice todo ¡Chúpala ya!
Yo lo disfruto como loca, es mío y solo mío, lo chupo y succiono, mordisqueo con cuidado, pues la verdad me dan ganas de darle una buena tarascada a ese pedazo de carne palpitante, lo lamo y disfruto de mi helado, luego lo beso desesperadamente, hasta que lo hago ponerse al mil, está totalmente erecto, apuntando al techo, lo introduzco en mi boca y lo devoro hasta lograr metérmelo ¡TOOOOODO! en la garganta, siento como me crecen las mejillas, lo meto y saco rítmicamente, desde la puntita hasta la base, lo saco y le besuqueo los huevos, los lamo, los chupo, los succiono y mordisqueo, Carlos cierra los ojos, suda y gime como loco, cuando con mi lengua, le toco el ojito del pene, lo beso y lamo, siento con cada lamida como se engrosan las venas, el pene está a punto de estallar, mi cabeza se mueve al compas de las manos de Carlos, me coge de la cabeza, me estira la cabellera, me quiere meter toda la verga hasta las entrañas de mi garganta, pero ya no cabe, la saco de mi boca y le doy una última lamida, él grita de satisfacción, saca sus dedos de mi vagina, para concentrarse en mis lamidas, retomo mi caramelo, lo succiono me lo meto en la boca, siento su rigidez, se pone más erecto, se hincha de una manera que apenas cabe en mi boca, siento como Carlos me acaricia la cabeza, veo sus ojos suplicantes y llenos de agradecimiento, lo que me estimula a seguir mamando, de repente, Carlos tiene varios espasmos y me inunda de semen, se viene entre gritos y suspiros.
Eso me puso muy caliente y por primera vez, él se había venido, sin que yo lo hubiera hecho, estaba practicando mi examen profesional de mamadora, así que no quería distraerme en mí, sino darle entera satisfacción a mi hombre y ¡LO LOGRË!
Reposamos un rato, mientras él se recuperaba, pero no dejaba de fajarme y recorrer mi cuerpo, gozando de mis piernas largas y trabajadas en el gimnasio, chupándome los senos y las tetas, besándome el culo, y sin parar de decirme:
-Mi vida, ¡Que culote tienes, está durito!, ¡Que piernotas, duras, perfectas y bien torneadas, me encantan! ¡Esos senos que buenas chiches tienes, que tetas!, ¡Tu vagina es mi adoración!, pero lo que más me gusta es tu rostro, me fascinan esos ojos, esa boca que delicia.
Yo le correspondo y le contesto:
-Gracias mi amor, a mí también me gustas mucho, tu cuerpo, tu cara tus ojos penetrantes y enigmáticos, tus nalgas firmes al igual que tu abdomen, me gustan mucho, pero lo que más me gusta es tu verga, que es sólo mía y de nadie más ¿Verdad? Cuestioné.
-Solamente es tuya y para ti, respondió
En ese momento, entre besos y caricias, tomó mi mano y la dirigió a su pene, yo lo cogí y mientras él me besaba, le empecé a dar una buena masturbada, poniéndose sumamente duro, otra vez ya apuntaba hacia el techo, lo que me puso muy caliente y me empecé a empapar, mi vagina suplicaba por ser penetrada.
Carlos, se incorporó y me empezó a lamer la vulva, delicadamente, me introducía su lengua en mi vagina, chupaba deliciosamente, luego empezó a lengüetear y lengüetear mi clítoris, le daba pequeños golpecitos y ¡como me gusta que haga eso!, luego me acerca su estaca y me la introduce poco a poco, pero yo lo tomo con la mano y me lo introduzco de una sola vez, él me ve sorprendido, yo cierro los ojos y me vengo, ¡sí! tengo un orgasmo con la metida que me dio ¿o me di?, bueno lo realmente importante es que fue su miembro el que tenía adentro muy adentro.
Carlos se incorpora, saca de un buró una crema que, al principio pensé que se trataba de un lubricante para el ano, pero no era así.
En esencia, si era un lubricante, pero también tenía un dilatador y sensibilizador para el ano, de tal forma que una vez untado, sentí como que crecía mi hoyito, teniendo auténtica necesidad de ser penetrada por el culo, éste me palpitaba y sentía como se contraía y dilataba, lo que me puso sumamente caliente, ardiente, explotaba por ser cogida, le supliqué como jamás en mi vida he pedido nada:
¡POR FAVOR, COGEME! ¡TE LO SUPLICO, TE LO IMPLORO, NO SEAS ASÍ!, ¡METEME LA VERGA YA! ¡CULÉAME! ¡PENÉTRAME!
Finalmente ordené, Carlos pacientemente, me dio un beso y me dijo:
-Calma cosita, te voy a dejar ir toda la verga
Sus palabras lejos de calmarme, me hicieron alucinar, ya deseaba ser penetrada, mi culo lo imploraba, cuando de repente, siento su pene, entrando de un solo golpe hasta lo más profundo de mi cola y grito:
-¡Papito, no pares, cógeme, cógeme, me encanta como me culeas, penétrame, no pares mi vida sigue, sigue, sigue, así, así, más, más, me encanta tu verga, cógeme, clávamela, méteme la verga, métemelo todo, por favor no te detengas, soy tuya, solamente tuya, cógeme, penétrame, dámela toda, la quiero toda, métemela, que rico me coges, métemela más adentro!
Mientas él me decía:
-¿Te encanta la verga verdad?, ¡Eres una golosa, te gusta que te cojan, eres una puta!
-Sí soy una puta, soy tu putita, soy una perra, ¡cógeme, soy tuya!
Estaba en cuatro, cuando él me penetraba, de repente, siento al mismo tiempo de ser cogida por el ano, una penetración en mi vagina, ¿Qué es esto? Sí, Carlos sin decirme nada, había sacado un vibrador, mismo que me introdujo en mi rajita, así que sentí como si fueran dos vergas las que me penetraban al mismo tiempo, ¡Dios que ricura!, ene se momento, él me cierra las piernas, las aprieta, lo que hace que sienta más la metida de la verga y del vibrador, quedando enculada y cogida al mismo tiempo, yo colaboro aprieto las piernas para atrapar al mismo tiempo, ambos miembros, lo que resultó ¡EXQUISITO!, pues pude atrapar la verga de él y su “juguetito”, pero él me hace que me acueste totalmente sobre mi pecho y ¡Dios mío!, que cogida me da, me introdujo toda la verga y siento como mi cola lo disfruta y palpita con cada envestida, de mi boca sólo salen exclamaciones de gozo y satisfacción, ¡uy, uy, uy, ay, ay, así que rico, aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhh, delicioso, mmmmmmmmmhhhhhhhhh, sabroso, uuuuffffffff!
No sé si me lo crean, pero esta vez me vine tanto por la vagina, como por el ano, el culo también se calienta y saca jugos, o al menos, eso sentí, ¡como me coge!, ¡dios como me coge!, yo solo atinaba a decirme:
Sentí como tenía varios orgasmos, si me dije ¡soy multiorgásmica! Esto no es solo pasión, es entrega total, le pertenezco a Carlos para siempre, él es el primero que me la metió por el culo, que descubrió zonas que me calientan al máximo que ni yo sabía que tenía, me encanta que me coja, en tanto, el repite la operación de meter y sacar la verga tanto de mi vagina, como de mi cola, deja su juguete y me hace disfrutar como loca, y cuando estoy por venirme nuevamente, él también tiene un orgasmo largo y sabroso, terminamos juntos ¡Que alegría!
Nos dimos un beso y abrazados, descansamos un rato, pues vimos la hora ¡Caray! Ya eran las nueve de la noche, ¡Estuvimos cogiendo tanto tiempo y ni se sintió! (excepto por los orgasmos mutuos)
Nos metemos a bañar juntos, yo lo disfruto y él me goza, mientras nos bañamos, él me acaricia, soy suya, me besa y me acaricia lo mismo con ternura, que con pasión desmedida, salimos de la ducha y me propone:
-¿Quieres salir a comer algo, pedimos una pizza, comida china o te preparo algo?
Yo le contesto:
-La verdad, no tengo ganas de salir, sí tengo hambre, pero ¿Si quieres yo te preparo algo?, ¿Cómo que te gustaría?
El me observa, asoma una tierna sonrisa, acompañada de esa mirada que me encanta y me hipnotiza y que sé qué con sólo mirarme, me ha escudriñado todo, y me contesta:
-Mi amor, ya habrá tiempo, cuando estés viviendo en esta casa o en otra pero juntos, en que ocasionalmente, tú me cocines, por ahora, ¡Tu lacayo y él más humilde de tus admiradores!, te preparará la comida o cena, es igual.
Mientras él prepara de cenar, lo observó veo lo ordenada que tiene la casa, pese a vivir solo y, además-me digo- ¡Sabe cocinar!, bueno esto es el colmo, ¿Dónde están los hombres como tú? ¿En donde se esconden?
Creo que soy afortunada, hoy en día, muchos de los que creemos que son hombres, nos resultan gay, son casados, están muertos o simplemente no saben tratar a una mujer.
Eso me lleva a pensar en una serie de preguntas:
¿Qué no les enseñan a todos los hombres lo mismo?
¿Por qué no saben coger a una mujer como es debido?
¿Qué no se supone que por eso, ellos no llegan vírgenes al matrimonio?
¿No saben que también nosotras tenemos necesidades al igual que ellos?
Nosotras podemos ser todo lo complicadas que quieran, pero en el amor, no cogemos por coger, aunque lo necesitemos, recurrimos a duchas de agua fría.
Queremos ser amadas, mimadas, atendidas, así como luego nos critican, por eso yo le dedico al menos dos horas de gimnasio a mi cuerpo, no fumo, no bebo, lo trato con amor, para poder dar amor, luego entonces ¿Por qué los hombres se dejan la panzota de pulqueros o cheleros?, llegan cachondos y nos quieren coger sin preámbulo alguno, ¡como si unas estuviera lubricada y lista!, no les importan nuestros sentimientos, además llegan apestosos, siquiera báñense y después de cogernos, no hacernos el amor, simplemente se voltean y se quedan jetones (dormidos para que me entiendan) eso no lo disfrutamos, recapaciten, o si no, a sus vidas puede llegar otro Carlos o como se llame y cuando quieran recuperar el tiempo perdido, será imposible.
Mi marido, a mí ya no me importa, todavía hace algunos meses, me daba miedo que se enterara, hoy estoy decidida a terminar con esta farsa de unión, que él sea feliz y yo también lo intentaré, no sé si mi destino sea el convivir con Carlos, pero lo que él me ha enseñado, no lo voy a olvidar jamás, el es todo un hombre, comprensivo, atento y que me ha demostrado que me quiere bien, yo también lo amo, pero no quiero volver a equivocarme, por eso me tomo mi tiempo y ya veremos.
Carlos me interrumpe en mis reflexiones y me invita a sentarme a la mesa, la cual ha dispuesto con velas rojas, una más de color blanca aromática, están dos cubiertos y ha preparado una pasta que se ve deliciosa, yo acepto, me siento, estoy sin ropa interior, sólo traigo una camisa de Carlos, que obviamente me queda como camisón, él me da un beso profundo, que disfruto deliciosamente y le digo:
-Gracias mi amor por tantos momentos de felicidad.
El me responde:
-Por favor mi amor, no tienes nada que agradecer, yo soy el afortunado por tenerte conmigo, ¡Cuánto me debía el destino que contigo, dios me recompensó!, te quiero Luisa, te amo, no tengo dudas sobre lo que siento, no sólo es el deseo de tu cuerpo, eres toda tú.
Yo me sonrojo, le doy un beso apasionado y comenzamos a comer.
¡Caray que rico espagueti! Guisas muy sabroso, bueno, casi como me coges.
El responde:
-Mi vida, gracias por el cumplido, pero ¿Qué, hoy ya no vamos a seguir cogiendo?, te falta cumplirme mi fantasía de vestirte de colegiala ¿o no?
-Claro mi amor, cuando tú quieras, respondí:
Cielos, me espera otra jornada de verga y sexo delicioso, pero ¿Cómo me veré de colegiala y qué tipo de uniforme habrá comprado?
Bueno eso será parte del siguiente relato, gracias por seguirme y apoyarme a desahogar toda mi sensualidad que estaba escondida pero que al fin está saliendo.
Besos