Mi jefe Luis, conseguido el objetivo.
He olido el olor inconfundible de un pene. Era el de Luis que se lo había extraido del pantalón y lo restregaba por mi pelo rojo. -Ivana, sólo se que te necesito. Que has dado a mi vida una ilusión que creía muerta para siempre. Si tienes novio o yo estoy casado, eso puede seguir igual-
Mi jefe acaba de entrar a una reunión. Así que aprovecho para contaros como va la mañana.
La excesiva transparencia del vestido rosa me obliga a vestir algo encima. La longitud del modelito no es mucha, a medio muslo. Tengo una rebeca de punto, finita que me cubre el culo y es la que he llevado sobre la gasa del vestido para ocultar mi desnudez. Porque creerme que voy casi desnuda con ese vestido.
...
... Se transparenta totalmente el tanga. Los pezones sin sujetador se adivinan con detalle.
Sentir tu peso encima. Tu culebra rebuscando entre mis piernas.
Insúltame, dime puta, dime zorra. Sabes que me gusta.
Que mi coño húmedo y hambriento te reciba mientras me tiras del pelo y me tratas como a una ramera barata.
Es una de mis fantasías. Siempre he soñado ser por un día una de esas zorras de polígono. Desnuda en la calle bajo la gabardina.
Envidio en mis fantasías su disponibilidad total. Al primero que llegue con veinte euros.
Cuando pasa un coche abrir la gabardina y sentirte observada por los conductores. Mostrando el culo con ese tanga minúsculo. Las tetas al viento.
Me he levantado cachonda hoy, y los platos rotos los va a pagar mi jefe.
Ya he follado con él. Me interesa tenerlo contento, necesito un buen aumento en mi sueldo y a la vez asegurar el puesto con esto de la crisis. Mi jefe va va a recibir un regalo hoy, un regalo muy especial.
El vestido de polyester rayón, en tonos rosa es transparentoso. Sólo lo visto en ocasiones muy particulares. Si uso tanga en un color que contraste con el rosa, negro por ejemplo, se nota tras la tela rosa el triangulito del coño por delante y la tira sobre los mofletes del culo. Me lo he puesto para ir al trabajo, y por encima una rebeca llarga y fina, de lana, que me tapa lo suficiente.
Al llegar a la ofis, he subido un café a Luis. Así se llama el jefe. y cuando llevábamos diez minutos a solas me he quitado la rebequita.
-Joder Ivana- ¿Cómo vienes así? ¿Estás revoltosilla esta mañana?, ¡Me vas a matar!-
Me reí.
-Perdona Luis. No he caído, en serio. Si quieres me pongo la rebeca de nuevo-
-Ni hablar. Estás loca. Estoy mayor y la vista es lo único que me queda-
-No seas mentiroso, Luis. Y lo del otro día ¿qué?.
La semana pasada tuve la segunda experiencia sexual con Luis. Aunque la primera casi no cuenta porque Luis estaba borracho y creo que no acabó de creérselo. Fuimos a comer el martes pasado y me atacó muy directamente. Me dijo que necesitaba estar conmigo y que había reservado habitación en un hotel. Así, de sopetón.
Acepté.
-Lo del otro día lo tenía planeado- se ha reído -Me había tomado una de esas pastillas azules que te ponen en forma-
-¿En serio?-
-Si, las tomo hace tiempo-
Toda esta charla la hemos tenido con los ojos de Luis clavados en mis senos. Me hace gracia observarle. Se va poniendo más y más caliente. El poliester deja entrever la linea redonda que delimieta mis pezones y el bultito de la punta de mis senos.
-Dentro de una hora llega la visita. Ya sabes los de los seguros-
-Sí-
-Tengo viagra en el cajón, pero tarda en.......... ya sabes. ¡Crees que debo tomar una!-
No le he contestado. He separado la silla de mi mesa y me he girado hacia él. Es de esas sillas con brazos, de cuero negro, rotatorias. Luis me ha mirado con cara de tonto. Me he reido cruzando las piernas.
-¡Joder, Ivana, eres la hostia! ¡Cómo estás hija!
Ha ido hasta su mesa apresuradamente y me ha enseñado un blister de viagra. Se la ha tomado con un sorbo de agua, mirándome a los ojos. Luego ha venido a mi mesa, se ha colocado detrás de mí y me ha acariciado la melena roja.
-Me encanta tu pelo. Es un sueño tenerte, Ivana- He notado cariño paternal en sus palabras. Sé que el que él tenga casi 55 años y yo tan solo 23 hace que lo nuestro le resulte increíble.
El aumento de sueldo lo tengo casi amarrado creo. Ya veremos.
Luego se ha ido a su mesa.
-No quiero ni verte hasta que termine la reunión con esos gilipoyas-
Eso ha dicho pero mientras trabajábamos no ha dejado de obsequiarme con frecuentes observaciones.
Cuando han llegado los del seguro me he salido del despacho para dejarlos a solas y he colgado un par de fotos en mi tablón de facebook.
Media hora calculo que han estado reunidos.
-Ivana, acompaña a los señores-
Me ha dicho Luis al salir de su reunión.
Luego he subido de nuevo al despacho.
-¿Cómo habéis tardado tan poco?. ¿No decías que era muy importante?- Luis me miraba desde su inmensa mesa de caoba. Yo con mi rebequita encima, abotonada, por si entraba alguien. De repente he decidido que no me la iba a quitar hasta que él me lo pidiese o lo insinuase. Y no he podido evitar una sonrisa que él ha notado.
-¿De que te ríes Ivana? Sabes que por tu culpa, no estaba concentrado, ni para mucha reunión. Hemos dejado cerrados un par de asuntos, los verdaderamente importantes de los que te pedí que preparases, y lo demás les he dicho que lo dejabamos para la semana que viene. Iré yo a su oficina. Les he dado una escusa personal, inteligente, basada en la realidad, ya sabes que mi esposa va hoy al médico por lo de la espalda. Les he dicho que no quería dejarla ir sola-
Luis no suele fumar en la oficina. Sólo cuando está muy nervioso por algo.
Se ha dirigido a la ventana y la ha abierto, luego ha resbucado en la caja de puros. Finalmente ha tomado un cohiba grande y ha iniciado su liturgia. Primero lo huele, después se lo lleva al oído y lo aplasta ligeramente, girándolo. Despés le da llama sin llevarlo a la boca, un buen rato y finalmente lo prende aspirando varias veces y soltando el humo, hasta que la punta del puro brilla roja, redonda y perfecta. Me encanta verle.
Es un cincuentón atractivo, ocurrente y gentil. Y a mí me trata desde que trabajo como su secretaria personal, como a una princesa.
-Por favor, mi vida- era la primera vez que me llamava "mi vida"-Quítate la rebeca. Me va a dar algo-
Le he mirado pausadamente, aguantando la mirada, contemplando su carita de niño indefenso a pesar de sus 55 años. Seria. Al cabo de un instante le he sonreido. Me he levantado y me he ido hasta el perchero, desabotonado la rebeca y dejándola colgada.
Sé que ha mirado mi culo. La tira del tanga negro dibujando el límite superior de los mofletes. He vuelto a la silla y me he sentado. Esperando. Dejándo que él tomase la iniciativa.
Con el puro encendido ha venido de nuevo a mi espalda. Creo que es su posición favorita. Me mi canalillo y más porcion de pechos y adimás mis muslos expuestos con la tela transparente remangada.
No esperaba su rapidez.
-Me vuelves loco, Ivana. Ya me ha hecho efecto la viagra-
Su mano se ha colado por el escote y me ha acariciado con un dedo el pezoncito. Que se ha puesto duro al momento.
-Luis, sabes que tengo novio. No quiero decir nada con eso. Sólo que lo nuestro ha de ser ocasional. No te encariñes de mí. Tú estas casado y no quiero romper esto-
No me contestó. Cogió mi pecho entero con su mano bajo el vestido y lo amasó con dulzura. Me encanta que me toquen las tetas, me pongo tan cachonda que me dan gans de gritar.
-Ahhh- Mi suspiro le hizo envalentonarse. Tomar confianza al ver que me excitaban sus maniobras.
-Eres una diosa, Ivana-
-Soy una putita, luis. No te lo he dicho pero me gusta que me insulten-
-Te pone cachonda. ¿A que sí zorra?-
Joder al oirle llamarme zorra un golpe de flujo ha venido a mi entrepierna, automáticamente.
He olido el olor inconfundible de un pene. Era el de Luis que se lo había extraido del pantalón y lo restregaba por mi pelo rojo.
-Ivana, sólo se que te necesito. Que has dado a mi vida una ilusión que creía muerta para siempre. Si tienes novio o yo estoy casado, eso puede seguir igual-
Me han sonado tan dulces sus palabras que no he podido resistime. Enfocando el sillón hacia el. Su pene me quedaba a la altura de las tetas. He mirado hacia arriba y he visto su cara ansiosa, el deso reflejado en su mirada. Sin dejar de mirarle he cogido la polla con mi mano y he comenzado a acariciarla y a subir y bajar la piel, lentamente. La tenía durísima, seguro que por la pastilla azul. Los hombres de su edad no tiene la erección tan poderosa.
-Uhhh, mi amor- Ha exalado la expresión como un suspiro, con sus manos apoyadas en mi cabeza, dirigiendola hacia el pene, invitandome a comerlo.
Pero yo he dejado caer el vestido rosa. El escote es inmenso y saco los hombros con facilidad. Mis senos blancos, salpicados de pecas han aparecido delante de los ojos de Luis. Luego he dejado caer saliva en ellos, he aproximado mi pecho al pene de mi jefe y cerrando los senos con mis manos lo he capturado entre ellos. Mirando de nuevo hacia arriba.
El se ha acordado de que me gusta que me inulten. -Eres toda una zorra profesional, ¡cerda!
Le he comido el pene con tantas ganas que en algún momento le he hecho daño y el ha tirado el culo hacia atrás. Pero en seguida ha vuelto a adelantarlo hasta mi boquita.
Lo he lamido con suavidad y lo he vuelto a masturbar con la mano.
-Cielo. No voy a aguantar mucho. Quitate el tanga-
Me he levantado y caminando hacia la mesa caoba he dejado caer el vestido por el camino. He quedado solo con los tacones, las medias y el tanga negro. He reposado mis pechos en la mesa dejando mi cuerpo doblado, mostrando a Luis el culo. Y he cerrado los ojos.
Le he sentido llegar con su boca. Apartando el tanga, bebiendo de mi almejita.
Su lengua a jugado entre los labios y en mi ano, no mucho tiempo, no se aguantaba.
Su tronco ha separado los labios, con la cabeza redonda y mojada preseminal. Luego me ha follado poco tiempo, muy rápido, gritando.
-Ah, ah, ah aaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhh-
Se ha quedado dentro de mi después de correrse reposando su cansancio.
-Me vas a llamar aprovechada. Luis. Pero necesito un aumento de sueldo. Creo que merezco un poco más-
-Ya había pensado en ello mi amor. No te preocupes-
He cogido el vestido y me he ido con el al baño que tiene el despacho.
Al entrar me he mirado en el espejo. Soy una artista