Mi jefe

La historia de mi jefe descubriendo que me gusta vestir de mujer a escondidas, y las consecuencias de mis acciones.

Pues mi historia no es muy compleja. Soy casado y con tres hijos, y mi pasatiempo es vestirme de mujer. Tengo 28 años de edad, delgado, y tez morena clara. Me he esforzado mucho por mantener un cuerpo esbelto y con poco o nada de vello corporal ni facial, pero no musculoso. También gracias al ejercicio tengo unas piernas muy bonitas y unas pompas grandecitas. Si me veo al espejo desnudo (a excepción de ya saben qué) mi parte de abajo parecería de una mujer con buenas piernas y cadera. Solamente me sobra algo abajo y me faltan dos cosas arriba.

Un día saliendo del trabajo me vestí de mujer, salí a un bar de ambiente con dos de mis amigas también travestis. La pasamos bien el rato, nos tomamos fotos y anduvimos coqueteando con gente en el bar así como con uno que otro hombre en la calle. Las fotos de la fiesta las pase de mi teléfono a la laptop de mi oficina en una carpeta, y ahí quedo todo, olvidándome de las imágenes por completo.

Pasaron algunos días y a mi jefe se le descompuso su laptop, sin problema le preste la mía ya que yo iba a visitar a unos clientes, así que me fui sin pena. Cuando regrese a la oficina, mi jefe me regresó la laptop y continuamos con nuestras vidas como si nada.

Al día siguiente que llegué a la oficina, mi jefe me pide hablar conmigo, supusé que era en cuestión de seguimiento de las visitas del día anterior. Así que fui sin sospechar nada. Al llegar, mi jefe me pide cerrar la puerta, lo primero que pensé es que iba a despedirme y que tenía que buscar otro trabajo.

Cerrando la puerta y ocupando mi lugar en la silla frente a él, me vio a los ojos y me dijo con voz seria tipo funeral:

-Vi unas fotos que tenías en la laptop de la empresa.-

Sin recordar ni siquiera las fotos, le pregunté:-¿Cuáles fotos?-

-Unas de tres mujeres en un bar- siguió su plática extremadamente seco.

En ese momento me puse muy rojo, sentí como el corazón me palpitaba aceleradamente, imaginando todas las consecuencias que podría tener este descubrimiento para mi vida personal y profesional.

Mi jefe continúo diciendo: -¿Sabes lo que puede causar este tipo de comportamiento a la empresa y a tu futuro en la misma?-

Y prosiguió agregando un discurso entero en cuestión de la ética y moral, de la situación económica del país y varias cosas más sobre valores y familia, mas me perdí en la conversación pensando en todo lo que se me avecinaba.

Todos mis pensamientos se cortaron cuando, Felipe, mi jefe mencionó:

-Sin embargo, hay una solución para todo esto.-

En ese instante, pude ver una pequeña luz al final del tunel de mi angustia.

A lo cual respondí sin titubear: -Dime, ¿cuál es? ¿qué debo hacer?-

Felipe sonrío. Cambiando ahora su tono de voz y expresión, y describió su plan.

-En una semana voy a salir a un viaje de negocios a la playa, ¿recuerdas esas cuentas?- me preguntó.

-Sí, las recuerdo muy bien, son cuentas que están pendientes y que no hemos resuelto aún- contesté inmediatamente y asertivamente.

-Quiero- me dijo él, inclinándose a mí -que vayas conmigo- terminando su petición.

-Claro que sí, yo iré contigo- aseguré enfáticamente sin pensarlo dos veces.

Pero añadió: -No me entediste bien- aclaró. -Quiero que vayas conmigo como mujer-

Me quedé con algo de consternación y asombro, y con un gran símbolo de interrogación en mi cara, pensando que todo esto era broma, y que de un brinco saldrían todos mis compañeros de trabajo burlándose de mí.

-¿Estás de acuerdo o no? - Insistió en que diera una respuesta instántanea. -De otra forma, creo que no habría manera de que continuarás apoyando a este proyecto empresarial - añadió condicionando la propuesta.

-Sí, claro que sí.- dije sin pensar, y sin saber en que lío me metía.

Salí de la oficina, temblando, y sin saber que implicaciones tendría lo que acababa de acordar, pensé muchas cosas, en renunciar, en denunciar, en irme sin decir nada y en simple hecho de hacer lo que me pedía y ya. Admito que la idea sonaba excitante, ya que era un sueño para mí poder estar de mujer por mucho más tiempo que unas horas, pero a la vez me daba miedo.

Toda esa semana la pase de nervios, y aún estuve más tensa, porque Felipe, me mandó fotos a mi celular indicando que debía de comprar para el viaje, y cómo quería que vistiera. Inclusive en el trabajo me dio una tarjeta electrónica de una tienda departamental para comprar lo que me encargó. Bikini, lencería, baby-doll, mini shorts, mini falda, vestidos cortos, otro de noche, zapatos, de todo me mando fotos sugiriendo que lo encontrará y consiguierá para el viaje.

Finalmente llegó el día, tenía ya lista la maleta con toda la ropa que me pidió. Felipe me exigió que cuando pasará por mí, me vistiera ya de mujer, con traje ejecutivo: falda, tacón alto, blusa y saco. Claro, que con una sexy tanguita y un brassier de encaje. Felipe había visto en mis fotos que me gustaba usar escote y simular pechos grandes, así que fue muy enfático en pedirme que siguiera usando algo así para el viaje, además de presumir mis bellas y largas piernas, y mis bonitas y anchas caderas.

Mi jefe fue a recogerme a mi casa muy temprano en la mañana. Eran como las 4am, eso era para estar listos para nuestro vuelo que salía a las 7. Como todos dormían en mi casa tuve suficiente tiempo para maquillarme y arreglarme. Al salir de la puerta, noté como Felipe, quedo boquiabierto. Mi pelo castaño, ondulado y largo, mi maquillaje resaltando mis facciones femeninas naturales y ocultando las masculinas, labial rosa, ojos con sombras perfectas, pestañas largas y curveadas, aretitos largos y un collar que bajaba hasta mi escote, pronunciado, dejando asomar unos grandes pechos, pero escondidos detrás de mi saco sastre. Mis piernas largas y torneadas, con tacón de aguja, faldita mucho más alta que la rodilla, sin medias, enseñando solo mi piel morena.

Tan pronto y me senté en el carro, vi como Felipe quería comerme en ese momento, pero se contuvo. No sé cómo lo logró, pero parece que retuvo todas sus ganas y energías, lo que si no pudo controlar fue su erección, cual fue muy obvia. Nunca imaginé que mi jefe tuviera tal tamaño de bulto entre las piernas. Se veía enorme, y para ser sincera, muy antojable.

Quiero ser honesta con mis lectoras y lectores, y es que nunca había tenido relaciones sexuales con otro hombre. Simplemente me gustaba vestirme de mujer y salir a la calle pero no pasaba de besos y caricias con los que me pretendían, supieran o no que era hombre. Así que, estaba muy nerviosa, pero suponía que Felipe quería todo conmigo, dado el viaje y las circunstancias en que ibamos.

Todo estuvo tranquilo en el auto, el aeropuerto y el avión. Claro es, vi muchos hombres que me desnudaban con la mirada, aunque estaba algo acostumbrada a eso por mi experiencia en bares y en la calle. Notaba como hombres me miraban las piernas y mi escote, y que solo los dejaba con las ganas de hacerme cosas y dejar volar su imaginación.

Al llegar a nuestro destino era todavía temprano en la mañana, nos subimos a un taxi que nos llevara al hotel. Llegando ahí nos dejaron entrar a la habitación antes para cambiarnos e ir a nuestras citas de trabajo. Mi jefe y yo entramos juntos, pensé que en ese momento me iba a tomar en el piso o en la cama y hacerme suya, pero solo fue al baño, dejo sus cosas, y me dijo que volvería a la hora de comer, y me pidió que me fuera a la playa o a la alberca para broncearme un poco.

Durante años estuve soñando con ese momento: ir a la playa en bikini, lucir mi cuerpo, hacer soñar a los demás con mi presencia. Conseguí unos pechos falsos naturales para una ocasión como esa, maquillaje resistente al agua, y dada mi preparación con ejercicios en todo ese tiempo, mi cinturita estaba lista también para ser presumida.

Salí entonces a la playa, luciendo un bikini rojo deliciosamente provocativo, me aseguré muy bien que mis partecitas estuvieran escondidas muy bien, use mucha cinta y metí mis cosas para no hacer bulto. Me puse un pareo negro casi transparente, tacones altos, una bolsa con sandalias para la arena, bronceador, mi celular y otros accesorios.

Llegando a la playa me recoste en la playa viendo hacia el mar, me tomé una foto en esa pose y se la mandé a Felipe. Un turista holandés se acercó y en su poco español platicó algo conmigo, me invitó unas bebidas, pero le dije que no tomaba alcohol, así que fue a comprarme un coco y me lo llevó muy sonriente. Después de un rato, me invitó a pasar a su habitación, le dije que esperaba a alguien, pero insistió otra vez. -No sabía que los holandenses eran tan insistentes- le dije, a lo que él contestó: -solo con bonitas mujeres sí-. Acto seguido, me llevó de la mano camino a su suite. Ya entrando al elevador, nos topamos, para mi asombro, ¡con Felipe! Él había terminado antes y mi foto fue tan provocativa que se regresó de inmediato.

Cuando me vio con el turista, simplemente, me arrebató de la mano de él y me llevo a la fuerza a nuestra habitación. Tan pronto y cerro la puerta me dio una bofetada en la cara, tirándome al suelo, aún desconcertada, él se subió arriba de mí, manteniéndome boca abajo en la alfombra del piso. Me bajo la parte inferior del bikini, se abrió el pantalón, y sin avisar comenzó a penetrarme con su gran cosa. Me decía cosas como que yo era una zorra, loca perdida, una fácil, y mientras me estrangulaba con su brazo a fuerzas me penetraba produciéndome mucho dolor, yo no podía contener los gritos y llantos de sufrimiento, en parte por el golpe, por otro lado la deseperación de la estrangulación, y por último su grueso y largo miembro invadiendo y atravesando mi virgen ano.

-¿Esto es lo que querías verdad?- me insistió sádicamente Felipe -querías que te tratara como a una cualquiera, pues aquí lo tienes.- sonriendo y disfrutando brutalmente una y otra vez se hacía lugar dentro de mí, sacudiendo y batallando por entrar más y más profundamente.

En este momento yo solamente estaba llorando, pidiendo perdón. Finalmente terminó dentro de mí, se levantó, se quitó el cinturón y me dio varios azotes. Fue al baño, y se retiró abandonándome tirada en el suelo, golpeada y llorando.

Después de mucho tiempo de llorar, me quede tal cual estaba, semidesnuda, con maquillaje corrido, hecha todo un desastre sobre la alfombra. De tantas lágrimas me quede dormida un tiempo, deseando que todo hubiera sido un sueño. Al cabo de unas horas me levanté, muy adolorida, noté que había sangre en la alfombra y en mis partes. Me quite la poca ropa que tenía y me metí a bañar. Me limpié lo más que pude, anhelando quitar lo sucio en mí.

En eso, llegó Felipe de nuevo, ya era de noche. Tocó a la puerta del baño, yo asustada no contesté nada. El continuó diciendo que lo perdonara, que él era muy celoso y que tiene episodios de ira, que él me quería solo para él y que iba a cambiar. Me invitó a cenar a un restaurante bonito, dijo que me había comprado un vestido lindo y que si lo perdonaba me esperaba en dos horas más tarde en el lobby. Oí que cerró la puerta y se fue.

Salí del baño todavía aterrada, pensando que todo era un engaño, en la cama vi un ramo de flores, un vestido, unos zapatos y una botella de champagne. Había una nota que decía "Lo siento" y una carita triste. El vestido era hermosísimo, dorado, de escote de espalda, largo y de tirantes. Los zapatos negros con dorado muy elegantes de tacón alto. Es el tipo de vestidos que se tiene que usar sin brassiere por el tipo de espalda que tiene. Al levantar el vestido, me di cuenta que abajo de él habían unos preciosos aretes de diamante y un collar largo bellísimo de diamante. Pegado al collar tenía otra nota que decía: "para mi reina."

Con tantos regalos no me pude negar a la cena. Me sentí toda una mujer, deseada, amada, buscada, anhelada, sexy, toda una serie de sentimientos en ese momento. No tuve más remedio que usar mis habilidades de maquillaje, jugar con sombras y colores, esmerándome lo más que pude para verme lo más hermosa que humanamente y divinamente podía.

Llegó el tiempo de bajar. Entré al elevador. Ya para llegar al lobby comencé a bajar por las escaleras del mezaninne hacia la entrada principal. El tiempo se detuvo, todo el mundo me volteó a ver en ese instante. Una morena hermosa, escultural,con un cuerpo perfecto, maquillaje radiante, cabello con arreglo majestuoso, luciendo en mi sensual figura un vestido precioso y con adornos de fina joyería en diamante. A más de uno, de los presentes en el lobby, fue un momento de conexión con un ángel. Para mí, el momento en que me sentí una mujer plena, una reina.

Felipe me esperaba con ansías, se acercó a mí, me dio un beso largo y tierno en la boca, y me dijo: -quiero volver a empezar-

Me tomó fuerte de la mano y nos fuimos a cenar.

Escrito gracias y con ayuda de:

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