Mi jefe

Hugo es el nuevo becario de la empresa. (Historia corta)

Hola a todos, me llamo Hugo, soy un chico de 22 años, esto que me ocurrió sucedió al mes de empezar a trabajar como becario en una empresa de mi ciudad, acababa de terminar la carrera universitaria y había tenido la suerte de ser seleccionado en el departamento de marketing de dicha empresa. Apenas me pagaban, pero cogería mucha experiencia y con suerte una vez acabada las prácticas me harían fijo.

Había escuchado que en esta empresa se trabajaba muy duro y exigían mucho, lo pude comprobar los primeros días, pero me supe adaptar y seguir el ritmo de trabajo. Me llevaba bastante bien con mis compañeros, había buen rollo, y eso hizo más llevadera mi estancia allí. Ninguno de mis compañeros merecía la pena, el que no era atractivo estaba casado o era hetero.

Como trabajaba tantas horas casi perdí el contacto con mis ligues de la universidad y apenas salía por ahí de fiesta para conocer gente nueva. Así que mis días de sequia se estaban prolongando demasiado. Lo único que merecía la pena era Jordi, el vigilante de seguridad de la empresa. Había cogido confianza con él, sobre todo los días que salía tarde de la oficina, siempre me quedaba charlando con él un rato. Tenía 29 años, bastante guapo, pinta de heterito chulo, cuerpo fibrado, bastante musculado, si no estaba trabajando estaba en el gimnasio. Por lo que había averiguado en nuestras charlas, no tenía nada serio, pero se veía con varias chicas, vaya, todo un picaflor pensaba yo.

Me encantaba hablar con él, de vez en cuando le lanzaba la caña, pero no picaba. Era bastante reservado conmigo, pero teníamos buena sintonía. Sin duda era lo mejor que me pasaba durante la semana, estar con él. Pese que maldijera a mi jefe por hacer que saliera tarde de trabajar merecía la pena con tal de charlar con Jordi.

Hablando de mi jefe, Don Jaime, como le gustaba que le llamasen, o Señor Martínez. Y no, no es que tuviera ochenta años para esos formalismos, tenía cuarenta y ocho, y nos ordenaba que lo llamásemos así. Un tipo con unos aires de grandeza que no tenían límites, lo conocí el día que me entrevistó y ya me pareció todo un capullo. Había heredado la empresa de su padre sin ni siquiera dar un palo al agua. Llevaba todos los días a partir de las 11 de la mañana. Enchaquetado de la cabeza a los pies, con su BMW y oliendo a Loewe 7, todo un pijo egocéntrico.

Por lo que me habían comentado mis compañeros estaba casado y tenía un hijo, y era sabido por todos que era un mujeriego empedernido, le tiraba a todo lo que se pusiera por delante. No es que fuera un partidazo, era normalito, pero imponía, alto, fuerte, con barba cuidada y pelo corto dejando ver sus entradas. Siempre lo había visto en traje y corbata. Se notaba que le gustaba cuidarse. Alguna vez lo pillé mirando el culo de mis compañeras. Y yo tengo que confesar que alguna vez le miré el paquete cuando estábamos en la sala de reuniones, se sentaba abriendo sus piernas y se le marcaba un gran bulto. A lo mejor de ahí le viene el éxito con las mujeres pensé yo.

Era jueves y la semana estaba siendo bastante dura, justo ese día había quedado con varios amigos para ir a tomar cervezas después del curro, pero mis planes se vieron truncados.

  • Hugo, necesito que revises estos catálogos para hoy, y cuando acabes te pasas por mi despacho para comprobarlos. – me decía Don Jaime tirando sobre mi escritorio una pila de catálogos.

  • Pero Don Jaime, no me va a dar…. – intentaba protestar hasta que me interrumpió.

  • Ni peros ni peras, cuanto antes empieces antes terminas. – marchándose a su despacho.

Con toda resignación y enfado cogí el montón de catálogos y empecé a revisarlos. Avisé a mis colegas que no podía ir con ellos, lo único que me quitaba el enfado era acabar pronto e ir a hablar con Jordi. Pasaba el tiempo y todos mis compañeros se iban marchando a sus casas, salí a por un refresco para coger fuerzas, todavía me quedaba un buen rato. Serían sobre las diez de la noche cuando acabé de revisarlos todos y fui al despacho del jefe.

  • Señor Martínez, ¿se puede? – tocando en la puerta del despacho.

  • Si adelante. – contestó.

  • Le traigo los catálogos revisados. – dejándolos en su mesa. - ¿Puedo marcharme o los quiere revisar ahora?

  • ¿Tienes prisa, chico? ¿Te espera tu novia o qué? – me decía.

  • No no, no tengo pareja. – le decía yo aún de pie frente a él.

  • Pues mejor, soltero se disfruta más. – riéndose esperando que yo hiciera lo mismo.

  • Pues sí, pero no tengo mucho tiempo libre. – le contesté.

  • ¿Hace tiempo que no mojas o qué? – intentaba seguir la broma.

  • Si bueno, más o menos. – no sabía muy bien que contestarle.

  • ¿Eso que significa chaval? – sin quitarme ojo. – Aahh ya entiendo, tú eres más de que te den a ti ¿verdad?

  • Si, soy gay, ¿algún problema? – me estaba empezando a sentir incómodo.

  • No ninguno. No tengo nada en contra de los gays. – cogiendo los catálogos revisándolos.

Estuvo un rato revisándolos, marcando con un lápiz algunas cosas, levantaba la cabeza de vez en cuando para mirarme, yo seguía allí estático observándolo. No sé cómo, pero aquella conversación me había puesto algo acalorado. De pronto a mi mente se vino la imagen de mi agachado debajo de su mesa comiéndole la polla.

  • Hugo…¡Hugo!....¿estás ahí?- me gritaba mi jefe, sacándome de mis pensamientos.

  • Si, disculpe Don Jaime, mi mente está un poco cansada ya. – me excusaba.

  • Ven aquí, explícame esto que hay aquí. – indicándome que fuera junto a él y mirase los papeles.

Me puse junto a él apoyado en la mesa, él permanecía sentado, le explicaba las correcciones que había hecho, podía oler su perfume caro, y como se mezclaba con su aroma a macho. Su traje impecable, su reloj de lujo y esas manos fuertes acordes con su cuerpo, con manicura perfecta. ¿Qué me estaba pasando?, nunca me había atraído un hombre así. Lo cierto era que me gustaba estar cerca de él y sentirlo. Sobre todo, cuando pasaba sus brazos rozando los míos o rozaba mis piernas.

Yo continuaba explicándole mi trabajo y de vez en cuando miraba de reojo su paquete, estaba abultado como siempre. No pude evitar morderme los labios. No se si Don Jaime se dio cuenta, pero echó su cuerpo hacia atrás sobre el respaldo de su sillón dejando más a la vista su entrepierna. Y yo, en un acto reflejo, dejándome llevar, arqueé un poco mi cuerpo sobre la mesa sacando culo frente a mi jefe.

No os he hablado de mí, tengo que reconocer que tengo mi punto. Estatura media, aproximadamente 1,72, delgado, marcaete, no es porque haga deporte, es simple genética. Guapete de cara, castaño claro casi rubio, ojos verdes y gafas de pasta. Y de lo que más orgulloso estoy, mi culo, redondo y respingón. Llama la atención gracias a mi delgadez. Y ese día no iba a ser menos, llevaba unos pantalones chinos beige ceñidos, marcando bien mis curvas.

Miré varias veces de reojo a mi jefe y lo pillé mirándome el culo, estaba claro que le gustaba lo que veía, y más cuando vi que se llevaba una mano a su entrepierna y la empezaba a manosear.

  • Hugo, ¿puedes cerrar la puerta por favor? – me dijo interrumpiendo mis explicaciones.

Fui hasta la puerta del despacho, no sin antes comprobar que no quedaba nadie en la oficina. Volví sobre mis pasos a la mesa de mi jefe mirándolo, su expresión había cambiado, se veía más relajado y lascivo.

  • Has hecho un buen trabajo, vas a llegar muy lejos en esta empresa. – me decía sonriente.

  • Gracias Don Jaime, es lo menos que puedo hacer por darme la oportunidad de trabajar aquí. – le contestaba haciéndole la pelota.

  • Hay algo más que puedes hacer… - separándose del escritorio, llevando sus manos a la cremallera de su pantalón, bajándola y sacándose su rabo morcillote.

  • ¿Qué hace Señor? – haciéndome el sorprendido, estaba claro que había caído en mi seducción y yo en la suya.

  • Darte tu recompensa, chico. – sacando su polla y pajeándosela delante de mí. – Ahora ven aquí y chúpamela, no seas tímido.

No hizo falta que me insistiera, me fui hacía él, me arrodillé y empecé a comerle la polla. Le lamí el capullo dejando que acabara de ponerse dura. Sabía salada, mezcla de pis y precum. Le sorbía el glande y con una mano se la pajeaba, ya la tenía en todo su esplendor, y menudo cipote tenía mi jefe, debería de medir más de 20 centímetros, bastante gorda y arqueada hacia arriba.

Don Jaime puso sus manos en mi cabeza empujándome hacía abajo, solo gemía y bufaba como un toro mientras yo intentaba encajármela en la garganta. Me asfixiaba contra él, le gustaba dominarme y hacerme que me la tragara entera.

  • Uuufff putito, que bien la comes. – cogiendo mi cabeza y moviéndola contra su rabo.

Me estaba sometiendo mi jefe, quien me diría que acabaría así, me daba miedo por ser quien era, pero quería más y más. Le desabroché los pantalones y se los bajé para que pudiera trabajar su polla mejor. Ahora parecía aún más grande y ruda, y pude ver sus huevos gordos, lanzándome a por ellos lamiéndolos de arriba abajo mientras lo pajeaba con una mano.

  • Te gustan los rabos ehh putito, ya sabía yo que eras un mariconcete come pollas. – restregándome su polla por mi cara mientras yo seguía comiéndole los huevos.

  • Menudo rabote tiene Don Jaime, me encantan así de gordas. – lamiéndole el tronco venoso.

En eso sonó el teléfono, Don Jaime me hizo señal para que parara, era su mujer. Yo desobedeciéndolo, volví a meterme su capullo en la boca aún con su mujer al teléfono. Lo escuchaba como le decía con dificultad a su mujer que estaba ocupado trabajando que en un rato volvía a casa.

  • Vaya vaya con el becario, ¿tienes muchas ansias de polla no? – tras colgar con su mujer y dejando que se la comiera a mi antojo.

Yo no le decía nada, tan solo me limitaba a comérsela, no se que me pasaba, sería la falta de sexo, pero me comí aquella polla como nunca, me la metía y sacaba de la boca, lo dejaba que me follara la garganta, le escupía en el capullo y se lo sorbía como un helado.

  • Arriba putito, quiero jugar con ese culazo que tienes. – haciendo que me incorporase.

Me puso de pie mientras él seguía sentado, me dio la vuelta y me echó contra la mesa de despacho dejando mi culo frente a él. Me lo manoseó por encima de los pantalones. No paraba de decirme el culazo que tenía, que lo iba a disfrutar de maravilla. Me bajó los pantalones del tirón junto a mis calzoncillos dejando al aire mi culo blanquito y sin nada de vello.

  • Joder vaya culazoo mariconcete. – agarrándomelo fuerte con sus manazas.

  • Todo suyo Señor Martínez. – meneándolo para él.

Me abrió las nalgas y soltó un par de lapos en mi agujero, al segundo sentí un dedo hurgar en mi ano. Yo aprovechaba y me quité la camisa que llevaba quedándome completamente desnudo. No tardó mucho en metérmelo, lo movió dentro de mi y lo sacó para ahora meterme su lengua. Agarrado a mis nalgas me comía el culo haciendo que mis gemidos se intensificaran. Alternaba su lengua con un par de dedos. Vaya comida de ojal me estaba dando, no era la primera vez que lo hacía.

  • Oohh joderr siiii, que gusto ohh sii sii. – me deshacía en gemidos sintiendo su lengua caliente ensalivarme el culo.

  • Te voy a follar como la perra que eres, ¡putón! – me decía azotándome el culo.

  • Oohh sii Don Jaime, fóllame, dale polla al marica. – me giraba mirándolo con lujuria.

Después de ensalivarme bien el culo me dio la vuelta y me agarró la polla, pese a ser más pasivo y estar muy orgulloso de mi culo, mi rabo no se queda atrás, una polla recta y circuncidada de unos 17 centímetros de grosor normalito.

  • El marica tiene una buena pollita. – me decía Don Jaime pajeándome y metiéndose mi polla en su boca.

Me la comió un rato sin dejar de meterme un par de dedos por el culo y estrujarme los huevos.

  • Don Jaime, necesito que me folle. – le rogaba mientras me comía la polla.

  • ¿Quieres que te reviente putito? ¿Me vas a cabalgar bien? – me decía mientras se echaba sobre su sillón dejando su pollón tieso a mi vista.

Me escupí en mi mano y se la pasé por la polla y después por mi culo. Don Jaime de mientras se quitaba la chaqueta y se abría la camisa dejándosela puesta junto a la corbata. Le pude ver su torso velludo y fuerte. Me subí a horcajadas sobre él agarrándole la polla con una mano y guiándola a mi agujero. Coloqué su capullo ardiendo en mi entrada y me fui dejando caer, su tronco duro y gordo me fue atravesando, yo me agarraba a sus pectorales aguantando gritar mientras él me cogía del culo y me empujaba contra su mástil.

  • Mumm siii putito, eso es, hasta el fondo. – sin parar de jadear sintiendo su pollote en mi interior.

Una vez me la encajó toda empecé a mover mi culo de arriba abajo cabalgándole el rabo tieso. Ese pollote me estaba abriendo el culo, sentía como se me abría en cada embestida. Don Jaime me lo agarraba fuerte sin soltarme azotándomelo de vez en cuando diciéndome lo puta y guarra que era. Yo aprovechaba y le pellizcaba los pezones.

  • La de putitas que me he follado por el culo, pero como el tuyo ninguno, que buen futuro te espera en esta empresa. – dejándome que brincara sobre él mientras cruzaba sus brazos sobre su cabeza sin dejar de mirarme.

  • Señor Martínez, quiero que me folle todos los días, seré su putita particular. – poniéndome recto, agarrándome el culo abriéndomelo para que su polla entrara más.

Don Jaime me abrazó y de un saltó me levantó en volandas junto a él sin sacarme su polla de mi culo. Me echó sobre su mesa poniendo mis pies en sus hombros y agarrándose a mis muslos. Su expresión lo decía todo, estaba desbocado, le encantaba mi culo, me follaba duro, sin parar, su polla se deslizaba dentro de mí como mantequilla. Notaba sus huevazos chocar en mis nalgas, me estaba dando una buena.

  • ¿A que su mujer no le deja que se la folle por el culo, verdad? – le decía yo para que me follara más fuerte.

  • Te voy a reventar puta perra. – echándose sobre mí dándome embestidas más fuertes.

Siguió dándome caña a la vez que me pajeaba a mí. Yo no tardé mucho en correrme sobre mi pecho y abdomen.

  • Aaarrgggg me corroooo putitaaa. – me gritaba empujando fuerte sobre mi culo.

  • Oooh sii preñame Don Jaime, preñame. – aguantando las últimas embestidas de mi jefe.

Noté un fuerte chorro de líquido caliente inundar mi interior. Me seguía follando a la vez que se corría. Sus gemidos se debían escuchar por todas partes, sacó su polla empapada en su leche, pasó los dedos por mi raja recogiendo lo que salía y me lo dio de beber.

  • Buen trabajo chico, me temo que a partir de hoy las horas extras se intensificarán. – subiéndose los pantalones y guardándose su polla medio flácida.

Me vestí limpiándome como pude y salí de su despacho, no sabía muy bien que había provocado, ahora estaría sometido a mi jefe, laboralmente y sexualmente. Cogí mis cosas de mi mesa y me fui sin mirar atrás. De camino a la salida me acordé de Jordi, era el único que estaría allí a esas horas. Que vergüenza si me había escuchado con mi jefe, qué pensaría, y todas mis posibilidades con él se esfumaban.

Bajé las escaleras y allí estaba tras el mostrador de recepción. Se veía algo enrojecido y cortado, estaba claro que nos había escuchado.

  • Buenas noches Jordi, ya me marcho por hoy. – le decía pasando rápido sin querer mirarlo.

Pero el hecho de no mirarlo a él hizo que mirase al monitor de videovigilancia que tenía, y vaya sorpresa, se veía en pantalla el despacho de Don Jaime. Me paré en seco mirándolo, nos había visto todo el tiempo, me había pillado con Don Jaime.

Me acerqué hasta él con la intención de explicarme o ver que pensaba y justo cuando me acercaba le pude ver la entrepierna abultada y con manchas de estar mojada. Jordi se levantó corriendo de su asiento y me cogió del brazo metiéndome en un cuarto de mantenimiento.

  • Yo también quiero que seas mi putita. – haciendo que me agachara frente a él mientras se sacaba la polla tiesa por la bragueta.

Vaya con el vigilante, también le iba el tema. No me dio tiempo a reaccionar cuando ya tenía su polla en mi boca entrando y saliendo. No tan gorda como la de Don Jaime, pero si más larga y venosa.

  • Ya me he corrido antes viendo como te follaba el jefe, pero ahora quiero probarte en persona. – agarrándome de la cabeza haciendo que su polla me entrara hasta la tráquea.

Otro que me tenía sometido, me tenía espatarrado en el suelo acorralado contra una estantería mientras me daba polla sin piedad. Yo ya estaba en el séptimo cielo con dos pollas en menos de una hora. Y vaya pollones.

Jordi cuando se hartó de darme polla en la boca me levantó echándome sobre la estantería. Me bajó los pantalones y sin mediar palabra me metió la polla hasta el fondo del tirón.

  • Uuff te ha dejado bien dilatado y lubricado el jefe. – agarrándome del cuello, besándomelo mientras me follaba por detrás.

Me tenía agarrado por las caderas y me follaba sin parar, su rabo entraba y salía de mí, apenas podía articular palabra, me estaba haciendo que me temblaran las piernas.

  • Uuuff sii fóllame cabrón, lo he deseado todo este tiempo. – moviendo mi culo contra él.

Me taladraba el ojete mejor que lo había hecho Don Jaime, se le notaba destreza, los dos heteros estos seguro que ya habían follado en más de una vez un culo.

  • ¡Me corroo! – sacándome la polla de mi ojete. – Vamos agáchate y trágatela.

Me volví a agachar mamándole la polla a la vez que se la pajeaba del tronco. Empezó a gemir más rápido y fuerte y seguido explotó en mi boca dándome embestidas. Me fui tragando toda la leche que le salía, menudo corridote. Cuando terminó de correrse pude respirar y afanarme en limpiarle el rabo.

  • Conmigo también tendrás que echar horas extras. – acariciándome la mejilla y dándome un beso en los labios.

Se guardó la polla y volvió a su puesto de trabajo. Yo me fui a mi casa, me duché y me hice un pajote pensando en lo ocurrido y en todo lo que suponía para el futuro.


Como siempre se agracede los comentarios que me dejais. Todo aquel que quiera puede escribirme contándome sugerencias, mejoras o posibles ideas para futuros relatos. Aquí os dejo mi email nenexx023@gmail.com