Mi Jefe

A veces los tópicos se hacen realidad, en esta ocasión acceder a mantener relacciones con mi jefe solo por mantener mi trabajo.

La historia que os voy a relatar tuvo lugar hace ya bastante tiempo, en los inicios de mi vida laboral. Obviamente no diré en que empresa tuvo lugar, ni siquiera que tipo de negocio mantenía, ya que no eramos muchos los que nos dedicabamos a ello en España, y atando cabos no sería difícil identificarme a mi o al principal protagonista de la historia, que es mi jefe.

No eramos muchos en la empresa, y el trabajo estaba claramente entre los que estaban continuamente de viaje y los que nos quedábamos en las diferentes oficinas que teníamos. Los echos acontecieron en una de esas oficinas, donde a excepción del lunes por la mañana y los viernes, permanecíamos tan solo mi Jefe y yo.

No era una oficina de atención al público y sólo recibíamos las esporádicas visitas de los mensajeros y transportistas que venían a entregar material, por lo que digamos que estaba mucho tiempo junto a el, a esto había que añadir que disponíamos de dos horas para comer, cosa que hacíamos en menos de una hora en un restaurante cercano y el resto del tiempo lo dedicábamos a conversar un rato y adelantar algo de trabajo.

Fueron esas conversaciones el detonante de la historia. Al principio hablábamos de cosas tribiales, como el tiempo, deporte, noticias, cosas así; pero poco a poco empezábamos a tratar de cosas personales. El tomó tanta confianza conmigo que empezó a contarme cosas íntimas, hasta llegó a confesarme que llevaba años sin practicar sexo porque su mujer ya no quería hacerlo.

También empezó a hacerme preguntas: ¿No tienes novia?, ¿Follas mucho?, ¿Cuantas te has cepillado este fin de semana?; cosas así. Yo eludía las contestaciones como podía. Pero un día tras otro ya no sabía que contestar y me sentía incómodo con tanta pregunta, hasta que me hizo la pregunta del millón:

"Nunca me hablas de tías, ¿Es que no te gustan?"

Tardé en contestar, lo que probocó una expresión extraña en su rostro; pero al fin dije:

"Lo cierto es que no"

No se porqué, de repente me sentí liberado, pero tras esa sensación me empezé a asustar al darme cuenta las consecuencias, principalmente laborales que tendría esa afirmación.

"¿Eres marica?"

Me preguntó alarmado. Yo afirmé con la cabeza. El no dijo nada mas y se puso a trabajar. Yo hice lo mismo. Apenas me habló en toda la tarde. Yo empezé a darle vueltas a la cabeza, empezé a pensar que había sido un estúpido y que esto me costaría el empleo, ya que el contrato me vencía en pocos meses.

Al día siguiente todo empezó como un día normal, el se comportaba como si el día anterior no hubiese existido. Hasta que llegó el rato de tertulia tras la comida. De pronto pareció un viaje al pasado. Era como el primer día, hablando del tiempo y cosas sin importancia. Era evidente que no quería volver a tratar el tema.

Pero el tiempo lo cura todo, y tras unas semanas el se volvió a abrir a mi y empezó a contarme intimidades, que no eran muchas, se limitaba a contarme que se había masturbado mirando a una vecina, que había tenido una erección hablando con la comercial de Valencia... cosas así, pero eso si, empleando un lenguaje mucho mas vulgar.

Como yo me temía, tras sus intimidades empezó a hacerme preguntas a mi, pero esta vez mas relativas a mi condición hasta que un día sus preguntas derivaron en algo que no me esperaba. La conversación que cambió el curso de las cosas, fue muy parecida a la siguiente (no recuerdo con exactitud sus palabras).

El: "¿De verdad no te gustan las tías?" Yo: "No, de verdad" El: "Eso es porque no te has follado a ninguna" Yo: "Si lo he hecho, y no me gustó" El: "Joder que raro eres, ¿Prefieres mamarsela a un tío que chupar un buen chochito?" Yo: "Si, sin duda" --- Pequeño silencio --- El(tocándose el paquete): "A mi nunca me la han mamado, ¿quieres probar un buen chorizo?"

Se empezó a reir a carcajadas. Yo sin embargo me puse muy serio, no me hacía nada de gracia esa broma. O por lo menos yo pensé que era una broma hasta que volvio a insistir.

El: "Venga, ¿no te apetece un caramelito?"

Yo no sabía ni que decir, por mi cabeza empezaron a pasar mil pensamientos. Sobre todo pensé que me quedaba un mes de contrato y esto podía ser la puntilla. Me repugnaba decir que sí, sobre todo porque no me apetecía nada.

El insistía: "Ves como no eres marica, yo nunca le diría que no a un chochito"

Entonces pensé que me estaba poniendo a prueba, que iba de farol, así que yo, en uno de los muchos momentos estúpidos que he tenido en la vida le lanzé un órdago.

Yo: "Vale, sácatela y te la chupo"

El no se lo pensó, se puso de pié, se desabrochó la correa y el pantalón y lo dejó caer al suelo.

Mi jefe era bajito y bastante orondo, con poco pelo en la cabeza y unas gafas pasadas de moda hace un lustro, así que el aspecto que daba era un poco ridículo. Apenas se le veía el slip bajo aquella enorme barriga.

Me dijo: "Vamos... toda tuya".

Ahora si que estaba en un lío, pero ya metidos en batalla decidí comprobar hasta donde estaría dispuesto a llegar. Me acerqué a el dandole tiempo a parar la situación en cualquier momento, cosa que no hizo. Me arrodillé y le bajé el slip. Su miembro me sorprendió. No sé porqué, esperaba ver un diminuto pene escondido bajo aquella barriga, pero sin embargo, sin ser desmesurado me pareció bastante grande. El se empezó a reir de nuevo y levantandose la tripa con las manos para que tuviese mejor acceso a su miembro me dijo.

"Venga, adelante"

Aunque suene repugnante, seguía pensando en mi empleo cuando se la agarré con la mano y me la metí en la boca. Estaba claro que el no iba a detenerme, así que empezé a chuparsela.

"Sigue, sigue, a ver si eres capaz de hacer que me corra"

Comprobé que si iba a ser capaz cuando empezó a gemir, cada vez con mas fuerza hasta que de repente toda mi boca se llenó de semen. Debía de llevar mucho tiempo sin eyacular ya que expulsó tanto que no pude evitar tragar parte del semen.

Me la saqué de la boca y me fui al baño a escupir el resto. Cuando volví el ya se había subido los pantalones y tenía una sonrisa de oreja a oreja. Me dijo:

"Mi mujer no me la ha chupado nunca, así que no tengo para comparar, pero se nota que tu si tienes experiencia, ¿eh? "

No quise responder, así que le contesté con otra pregunta:

Yo: "Parece que te ha gustado que te la chupe un tío, ¿no?" El: "Solo he tenido que cerrar los ojos y pensar en una rubia buenorra" El: "Esto tenemos que repetirlo"

Esa ultima frase sonó como una sentencia de trabajos forzados, y nunca mejor dicho. Y así fue; al día siguiente, ya en la comida le noté algo nervioso y nada mas entrar en la oficina me dijo:

"Venga, hazme otro favorcillo que me gustó"

Mis peores temores se habían echo realidad, se estaba aprovechando de su situación de Jefe y de mi situación de empleado temporal. Yo siempre he sido un poco sumiso tanto en el sexo como en el resto de las cosas de la vida, así que asentí la cabeza y me arrodillé frente a el, como el día anterior dejó caer sus pantalones y esperó que yo hiciese el resto.

De nuevo le bajé los slips y empezé a chuparsela, me negaba a propinarle ninguna caricia ni lametón inicial y fui directamente al grano.

En esta ocasión empezó a gemir desde el principio al tiempo que su pene se adentraba y salía de mi boca. Tampoco me avisó del momento de la eyaculación aunque fue fácil adivinarlo por sus movimientos y la intensidad de sus jadeos. Esta vez evité tragar nada de su semen. No por nada, normalmente me lo trago, pero era una manera de autoconvencerme de que esto no era normal.

Aunque no todos los días, la mamada tras la comida se empezó a imponer como una rutina y yo no era capaz de poner freno a la situación. Hasta que un día dandole vueltas a la cabeza se me ocurrió una maldad.

Al día siguiente, mientras se la estaba chupando, en lugar de mantener como de costumbre mis manos entre sus caderas o agarradas en sus muslos, me agarré a su culo. Mi jefe dió un respingo, pero no me detuvo ya que estaba jadeando como un animal, eran unos jadeos exagerados, pero parecía que hacerlo le excitaba aún mas. Como mi plan fracasó inicié el segundo plan. Con una de mis manos empezé a rastrear su enorme culo en busca de su ano. Yo esperaba que el me detuviera en algún momento. Como no reaccionaba empezé a empujar con mi dedo en su ano.

Lo que hizo ya fue una sorpresa total, en lugar de cabrearse como yo esperaba, arqueó un poco las piernas para ayudarme en mi faena. Tengo que reconocer que eso me empezó a dar morbo por primera vez y se lo metí hasta dentro, justo en ese momento volvió a llenarme la boca de esperma. También por primera vez me lo tragé exagerando un poco el gesto para que el lo notase. Esta vez no quería marcharme; quería ver cada una de sus reacciones.

Mi jefe, sin ni siquiera subirse los slips se dejó caer en su sofá. Me dijo:

El: "Joder tío, hacía tiempo que no sentía tanto placer, eres una caja de sorpresas" Yo: "¿Empiezas ahora a entenderme?" El: "A mi no se me ocurriría nunca meterme una polla en la boca, a ti ¿Eso te da placer?" Yo: "Me gusta, pero placer no me da" El: "Y por qué os la chupais" Yo: "Hombre, normalmente el sexo es cosa de dos, ahora solo estas disfrutando tu" El: "Ya, pero no me voy a meter tu polla en la boca" Yo: "Nunca lo has probado, no sabes si te gustará o no"

Se levantó, y esta vez si que se vistió. Y me dijo: "Es hora de trabajar"...

Asi tajantemente paró algo que parecía que se le estaba yendo de las manos.

...............

La historia continua... si quereis, si gusta seguiré contando mas de este relato.