Mi jefa y la mesa de su despacho

Una tarde muy cachonda con mi jefa

Trabajo en una empresa que se dedica a desarrollar cámaras web que identifican las caras de las personas. Llevo aquí ya 3 años y me gustaría progresar pero parece que a los de arriba y más concretamente a mi estirada jefa no le gusto lo suficiente.

Hoy mismo me ha pedido cubrir a una compañera que no ha podido venir y me toca pringar hasta tarde.

Veo como todo el mundo se va a casa menos yo, hasta la de la limpieza acaba de irse. Asco de vida. Decido parar para hacerme un café y al pasar por el pasillo veo que la luz de uno de los despachos está encendida. Me acerco para apagarla. Ahí está ella, mi jefa.

-Perdona pensaba que estaba sola en la oficina.

-No eres la única que está hasta arriba.- contesta con su tonito de superioridad.

-Voy a hacerme un café (me lo pienso mucho antes de proponérselo) ... Te apetece?

-Me vendría bien, sí, un momento que tengo aquí alguna cápsula.- Se levanta y se acerca a su armario, veo que lleva una falda negra alta ajustada en la cintura que le resalta las curvas y una camisa blanca ligeramente ancha y desenfadada (bastante formal y aburrida pero la tía tiene un buen culo, y es imposible no quedarme mirando cuando se agacha a por la cápsula ) se gira y me dice que si quiero una, me pilla descaradamente mirándola. Le digo que sí por no ser grosera.

Llegamos al Office y me dice que está cansada, que últimamente no para de trabajar y encima en casa su marido no ayuda nada, las niñas están en una edad muy demandante y bla bla bla... Yo intento ser cordial con ella, es mi jefa, quiero un maldito ascenso y no hay manera de que se fije en mi. Mientras hablamos yo estoy en la isla de la cocina preparando un sandwich. Le digo que si no tiene a nadie que le ayude con las niñas o en casa y me dice que hace unos días se fue su asistenta y están buscando otra. Se calla. Noto el silencio y cuando levanto la cabeza veo que me está mirando. -Qué pinta tiene ese sándwich, me harías uno? Me dice con timidez y sonriendo a la vez. Obviamente no puedo negarme. Le doy el que ya está hecho y empiezo a hacerme otro.

-Gracias, es que no he comido hoy, no me ha dado tiempo.

  • Y por qué, derepente, tienes tanto trabajo aquí? (Me fijo que tiene un poco de mayonesa en el labio)

  • Va a haber cambios en la organización y nos están pidiendo muchos informes. Bla bla bla... Bla bla bla....

Me pone nerviosa verla hablar con la mayonesa colgando del labio así que sin pensarlo me acerco y le paso mi pulgar por la comisura del labio, le quito la mancha y me limpio con una servilleta, observo que tiene unos labios gordos y carnosos. Se queda callada. - Creo que más que un sándwich o un café necesito unas buenas cervezas y despreocuparme un poco...

  • Pues eso tiene fácil arreglo, eres jefa, no tienes que pedir permiso para irte ya.

  • La verdad que no, pues venga, recoge que nos vamos las dos.

Yo estaba alucinando, pero no quería negarme porque era la primera vez que tenía una conversación de más de dos palabras con ella fuera de una reunión, así que recogimos y nos fuimos a un bar dos calles paralelas porque, según ella, era mejor no llamar la atención cerca de la oficina. Pensé que tenía ganas de juerga con ese comentario.

Pedimos cervezas y estuvimos hablando. Sobre todo ella, me contó cómo terminó en esta empresa, que antes de entrar era una tía con mucha vida social y que lo echaba de menos. La verdad es que se bebía las cervezas en tres tragos, yo le seguía el ritmo y a la quinta empecé a notarme borracha. Empezó a contarme qué hacía un año que no se acostaba con su marido. Que tenía ganas de sentirse deseada (se soltó la melena y se desabrochó un botón de la camisa). Que notaba que en la oficina le tenían demasiado respeto y que en algún momento había dejado de ser una tía enrollada. Yo estaba demasiado borracha para irme o para ser sensata. No podía parar de mirarle el escote descaradamente, no podía evitarlo, tenia unos pechos grandes y sin botón se veía el canalillo, ella se daba cuenta y le gustaba. Le gustaba saber que me estaba poniendo cachonda con sus tetas. Empecé a pensar que igual no era buena idea estar allí. Ahora mismo yo no respondía de mis actos y ella parecía cada vez más abierta conmigo. Se fue al baño y me dio un respiro, pero al volver se sentó en el taburete y me dijo: me he quitado el sujetador para que puedas verme mejor.

Me mordí el labio y empecé a tocarle la pierna. Otra cerveza. Empecé a subir sutilmente la mano por su pierna y notaba como se ponía nerviosa. Le sugerí irnos del bar a un sitio más cómodo. Me dijo que antes tenía que volver a la oficina para recoger unos informes que se le habían olvidado. Fuimos a la oficina. Yo entré al baño, estaba mareada pero sobre todo cachonda y mojada. Volví a su despacho y la encontré de espaldas cogiendo algo del armario. Me acerqué por detrás y le agarré sus enormes pechos, ella gimió pero siguió buscando sus papeles mientras yo seguía magreándola. Metí las manos por dentro de su camisa y pellizqué sutilmente sus pezones, volvió a gemir. Tenia un pecho grande, los pezones erectos, me chupe los dedos y toque sus pezones de nuevo, gimió más alto, no podía parar, tenía unos pechos preciosos, grandes y a ella parecía gustarle que me recreara con ellos. Le di la vuelta y la apoyé contra la mesa, seguía de espaldas a mi.

Metí la mano por debajo de la falda, fue una sorpresa ver qué tb iba sin bragas, estaba muy mojada, casi por inercia mis dedos entraron en ella, gemía y me decía que quería más, que le hiciera gozar. Le di la vuelta de nuevo, ahora de frente por fin, le quité la falda y se sentó en la mesa, empecé a comérselo entero, mi boca empapada se deslizaba, mi lengua caliente disfrutaba por sus labios mientras con la mano entraba y salía de ella. Su clítoris palpitaba y no paraba de lubricar. Subí y empecé a comerle la boca, se mezclaban los sabores y los olores y eso nos ponía más cachondas todavía. Metió su mano en mi pantalón y al ver lo mojada que estaba empezó a gemir y a decirme que la follara. Me baje los pantalones la recosté hacia abajo y mientras le comía las tetas le metía los dedos, yo me rozaba con su pierna. Y derepente gemidos y jadeos, nos corrimos varias veces y al terminar me dijo que había sido el mejor polvo en años y que le gustaría que siguiéramos en otra ocasión, pero que tenía que irse a casa porque era muy tarde.

Yo no me estaba creyendo nada de lo que pasaba pero estaba tan cachonda que solo quería volver a follarla así que le di un beso con lengua y le dije que no se olvidara de que mañana me tocaba volver a trabajar hasta tarde.