Mi jefa Dinamarquesa (final)

Selena, consigue que nuestro amor se concrete con una nueva familia.

Mira, de alguna manera voy a arreglar esto, pero a ver a las maestras no vayas, bastante te enseñaron ya, si quieres aprender algo más lo aprendes conmigo.

  • Igual tenemos seis meses antes que el abuelo se retire. Algo haremos – nos abrazamos y nos quedamos así, tenía ganas de sentir esa sensualidad que me producía estar a su lado. Nos besábamos, pero no con apasionamiento, era con amor, sin pensar en el sexo, era ese calor que nos hacía necesitar estar juntas más allá del placer sexual.

Fueron unos días extraños dónde más nos mostramos el cariño y dónde menos follamos. Era como un placer mental que nos hacía necesitar una de la otra. Hacíamos el amor, pero era más el tiempo que nos amábamos.

Había estado atareada con ciertos tramites y no estaba mucho en la empresa. Casi todo lo disponía yo. Un viernes se quedó conmigo y me ayudó a terminar todas las tareas al medio día

  • Me tienes que acompañar a ver una persona – me afirmó. Me sonó raro, quizá un nuevo cliente. Salimos de la empresa y fuimos en el coche hasta un edificio de departamentos. Se veía bastante lujoso. Aparcamos en una cochera para invitados y subimos, había avisado en vigilancia y nos habían dado paso.

Subimos hasta el piso 18, cuando salimos del ascensor nos estaba esperando una señora para llevarnos a un semipiso. Me quedé sorprendida, era la señora que de vez en cuando me iba a ver al convento. Como cuando me visitaba me dio dos besos en la mejilla

  • A ver, pasen queridas que tenemos bastante de que hablar – pasamos a una sala decorada con buen gusto, pero con sobriedad, nos invitó a sentar, nos ofreció de beber, todo con mucha amabilidad. Yo estaba nerviosa, quería saber quién era esa mujer, y porque yo estaba ahí.

  • Silvia, creo que te acuerdas de mí. Todos estos años estuve monitoreando que tuvieras un buen pasar y una buena educación, viéndote ahora creo que lo logré. Lo que no conseguí es hacerte partícipe de tu familia. Es algo pendiente y quizá ahora lo podamos conseguir.

  • ¿Usted quién es? ¿es mi madre?

  • No, a tu madre solo la vi dos veces. Yo soy la madre de tus hermanos

  • O sea que mi padre me tuvo con otra y me dejó abandonada.

  • No fue tan así, déjame explicarte. Cuando nos casamos, con tu padre queríamos tener dos niños, no fue fácil, pasamos tres años sin quedar embarazada. Cuando al fin quedé, tuve bastantes problemas, tenía que quedarme en reposo para no perderlo. De tener relaciones ni hablar. Tu papa es un importante empresario en el negocio inmobiliario. Suele concurrir a convenciones del ramo. Cuando estaba de ocho meses tuvo que ir a una en Portugal. En esas reuniones suelen ponerle damas de compañía para hacerles de intérpretes y alegrarles la estadía. Bueno la qué le pusieron a él ya te imaginas cómo se la alegró.

Yo de eso no me enteré en ese momento. Volvió, yo tuve a tu hermano Sergio, y todo volvió a la rutina. Tan así que a los ocho meses volví a quedar. Esta vez ya sabía los cuidados que tenía que tener. Me preparé para eso y con ayuda de una señora, podía cuidar de Sergio. Fueron pasando los meses, y un día llegó a casa una chica con un bebé diciendo que Roberto era el padre. Tu papá lo negó, después me enteré que le dio dinero y ella se fue, yo tuve a Inés y pensé que estaba todo arreglado. A los tres meses volvió, fue la última vez que la vi. Vino a hablar directamente conmigo. Me dijo que el hijo era de él, y que ella no podía mantenerlo. Quería hablar con Roberto, le dije que estaba en la oficina, me pidió que le tuviera el bebé mientras iba a hablar con él. Nunca más la volvimos a ver

Tu papá siguió negando, concedió con el tiempo que había tenido relaciones pero que se había cuidado, que ella seguramente había andado con otros, y se lo enchufaba a él porque tenía dinero. No sabía qué hacer, apenas si me podía arreglar con mis dos hijos, y de ti no sabía si eras o no hija del. Primero te llevé a una guardería y al año ya te puse en ese colegio. Tenía muy buenas referencias, y de vez en cuando trataba de ver que estuvieras bien. Cuando cumpliste los 18, tenías que salir. Me decidí a hacer la prueba de paternidad y dio positivo. Roberto ya no lo pudo negar más. Vi que en ese sitio te sentías a gusto y no sabía cómo tomarías tu nueva realidad. Arreglamos que siguieras allí hasta terminar con tu educación, y lo demás ya lo sabes. – Era algo que no me esperaba, en este momento estaba bien y no sabía si esta situación era para bien o para mal.

  • ¿Y ustedes que piensan de esta novedad? – le pregunté

  • Para tus hermanos no es una novedad, ellos lo saben desde que hicimos la prueba, tienen la ilusión de conocerte. De mi parte, para ti no soy nada, pero de tanto estar a la expectativa de como estarías, te quiero casi cómo una hija. Me gustaría que ustedes fueran parte de nuestra familia – no estaba muy entusiasmada, pero el que, "ustedes fueran", me convenció. Si aceptaba, en el paquete entraba Selena.

  • ¿Y cuándo nos podríamos encontrar?

  • Mira, eso decídanlo ustedes. Un fin de semana podían ir a comer a casa, si hace calor lleven ropa de baño que tenemos piscina, a tus hermanos les gusta nadar. Podemos pasarla bien, las felicito, hacen una hermosa parejita – eso me gustó más, si mis hermanos son igual, vamos a andar bien.

Después de saludarnos con dos besos, volvimos calladas a nuestro departamento, llegamos y me preguntó

  • ¿Qué te pareció tu nueva familia?

  • No sé, no estoy acostumbrada, a ver sino soy lo que esperan

  • De eso no te preocupes, tú eres lo que eres, son ellos los que te tienen que caer bien a ti.

  • Bueno, cuando la conozca completa, veré como me caen.

  • Mira, por lo que averigüé, tus hermanos son muy majos, hablé con ellos y están ilusionados.

Tenía una duda que me estaba corroyendo las tripas.

  • Selena, ¿esto porque lo hiciste? ¿para que tenga con quien quedarme cuando te vayas?

  • No boba, no me voy a ir, y si me voy te vienes conmigo. Tú de mi lado no te apartas más

  • ¿Y qué piensas hacer? ¿Quién se queda administrando aquí?

  • No sé, pienso traer a mi hermana, le vas a tener que enseñar. Cuando convenza al abuelo de traer la casa matriz aquí, te quiero tener de secretaria, ahora con el 5G se puede.

  • Entonces voy a tenar una familia y también te voy a tener a ti. Creo que tenemos que festejarlo – primero pensamos ir a un restaurant, pero era aguantarnos mucho. Decidimos pedir que nos trajeran la cena, nos pusimos cómo para irnos a la cama, y así cenamos. Tomamos una botella de vino y al postre ya no aguantamos. Saber que no nos íbamos a separar, destruyó ese amor bucólico de los últimos días y fuimos por todo. Hice valer mi condición de jefa de casa y le arranqué esa camiseta que me estaba obstaculizando la visión. Empecé por arriba, la boca, el cuello, las tetas, el ombligo, cuando llegué a dónde iba, tenía babas a regalar. Le quité las bragas y ahora empecé de abajo. Me encantaban sus deditos, y eran diez, sabía que a ella también le gustaba, pero se ve que tenía apuro porque la atendiera en otro lado

  • Silvia, ¿qué haces?

  • Te estoy contando los dedos a ver si no me robaron ninguno

  • Te juro que los tengo todos, pero ahora hazme sentir los tuyos – no quise remolonear más, subí hasta lo que parecía la fuente de Trevi. No tiré una moneda, pero sí pensé un deseo. El primer deseo creo que se le cumplió a ella, porque enseguida de pasarle la lengua se corrió como para vaciar la fuente. No me importó, yo iba por el mío. Dos deditos fueron para adentro hurgando por todos los rincones, se movía cómo la serpiente que le dio la manzana a Adán, me encantaba, yo también la iba a comer, me hice un tour por la vagina y cuando llegué al clítoris se volvió a correr. Ese no era mi deseo, le metí otro dedo más y doblando los dedos le abarcaba todo, sabía lo que buscaba y gruñía como una cerda, cada vez respiraba más rápido pero no llegaba, le metí dos dedos en el culo y llegó, lo estaba esperando, apenas eyaculó se encontró con mi boca abierta, fue demasiado, no alcancé a tragar todo cuando vino el otro chorro, hice lo que pude, pero a medida que tragaba me iba llegando más. Iba a tener un rato para limpiar, saqué los dedos y los chupé, Sele quedó inánime, la dejé descansar mientras hacía la limpieza. Me puse a su altura. Le pregunté

  • ¿Cómo estás?

  • Muerta, por dios, hoy no te guardaste nada.

  • Saber que te vas a quedar conmigo me produce estas cosas. Te dejo descansar y seguimos mañana

  • Estás loca, no te podré hacer lo mismo que tú, pero hoy no te duermes virgen, tírate que me toca – me puse boca arriba a disfrutar, no tardé mucho en tener el primer orgasmo. Selena estaba que se dormía, pero seguía dale que te pego.

  • Sele, mi amor, estás destruida, seguimos mañana mi vida, descansa. – levantó la carita para decirme

  • Me duermo si me dejas dormir aquí, con la cara apoyada en tu coñito.

-Vas a dormir incomoda, pero si quieres a mí me va a encantar – se abrazó a mis muslos y mientras le acariciaba la cabeza se durmió como una bendita.

Estaba en la mitad del sueño cuando siento cómo me sopla en el clítoris, me encantaba, lo hacía con tal delicadeza que me estaba mojando toda. Quería que me lo atendiera cómo ella sabía hacer, pero sacaba la lengua y no llegaba. Cada vez me ponía más frenética, quería que me la pasara por toda la raja, pero a pesar que yo también empujaba no llegábamos a hacer contacto.

Me di cuenta que estaba soñando, tenía que despertarme, sacudía la cabeza buscando ganarle al sueño, pero era imposible. Hacía fuerza para moverme, pero las fuerzas no me alcanzaban. Me dejé estar, sabía que no iba a poder, le pedí que me despertara y no me hizo caso, cuando sentí el sacudón

  • Silvia ¿qué te pasa? – me desperté aliviada

  • Por fin, ¿por qué no me despertaste antes? Te grité, necesitaba que me despertaras.

  • Yo solamente escuché un gruñido, ¿qué te pasó? ¿tuviste una pesadilla?

  • No era precisamente una pesadilla, mira dónde estás e imagínate lo que soñaba – soltó la risa

  • Creo que lo mejor va a ser terminar con tu sueño – no necesitó mucho, ella estaba dónde tenía que estar, y yo estaba cómo debía estar. Después de ese orgasmo vino a mi lado para dejarme dormir.

Los días siguientes fueron más normales. Mis miedos se habían ido, me quedaba la incertidumbre de cómo iba a seguir con mi nueva familia. Quedamos de ir un domingo a comer y confraternizar.

Estaba un poco nerviosa, pero Selena me tranquilizaba y me daba seguridad.

  • Silvia, no tienes nada que perder, somos felices así, todo lo que venga es para mejor y si te hace daño, lo dejas, yo siempre voy a estar a tu lado – le di un beso en la mejilla, estaba manejando y no quería distraerla. Llegamos a la dirección y nos encontramos con lo más parecido a una mansión. Eran las once de la mañana, como era verano quedamos de darnos un chapuzón antes de comer y entrar en confianza con mis hermanos.

Adriana mi madrastra, nos estaba esperando en la entrada. Nos saludó efusivamente, nos hizo pasar y nos presentó a mis hermanos, Inés mi hermana era hermosa, tenía mi estatura, los ojos cómo los míos, Sergio, un poco más alto y también era un chico lindo. Al saludarlos no supe porque, pero me puse a llorar. Quizá fue la emoción de saber que yo también tenía familia. No sé si fue por contagio que Inés se abrazó a mí, y terminamos llorando todos. Después de un rato contándonos nuestro pasar, nos invitaron a cambiarnos para esperar la hora de almorzar refrescándonos en la piscina.

Pasamos unos momentos deliciosos. En ningún momento nos hicieron notar que les pareciera mal nuestra condición de lesbianas. Al revés, parecía que les agradaba la pareja que formábamos, se comportaban con la misma amabilidad con Selena que conmigo.

Pasamos más de dos horas antes que nos llamaran para comer. Inés me comentaba que siempre había deseado tener una hermana, que era una pena no habernos conocido antes. Sergio era galante, y se fijaba en Selena con admiración. Uhm…iba a tener que vigilar a mi hermanito.

Estábamos casi terminando de comer cuando llegó Roberto, mi padre, Adriana nos presentó, nos dimos la mano esperando que hacía el otro, de ahí no pasamos. Dijo que ya había almorzado, pero se quedó en la mesa tratando de seguir la conversación. Había cambiado el ambiente, se notaba una frialdad latente. Conocer a mi padre no fue la emoción que esperaba. Cuando terminamos de comer, me invitó a tener una conversación en su escritorio. Entramos, me pidió que me sentara antes de hablar

  • Mira, voy a ser claro contigo. Te darás cuenta que por más que las pruebas demuestren que eres mi hija, yo no te puedo tratar como tal, fue un descuido y nada más, pero es cierto que algo te tienes que llevar, tú dirás.

  • Si piensa que fue un descuido nada más, ¿qué tengo que decir yo? Está todo dicho y ahí se queda

  • Espera, vamos a hablar con calma, sabes que tengo bastante dinero, y puedes pretender a una parte, pero tengo las cosas programadas para que marche con los que somos. Te imaginas otro miembro en la familia me causaría un engorro de tramites muy costoso. Por eso te digo, pon una cantidad para dejar las cosas como están, tú te llevas el dinero y te olvidas ¿qué te parece?

  • No, no quiero su dinero, como padre tampoco lo quiero, puede estar tranquilo, no me interesa, pero no renuncio a mis hermanos.

  • Comprendo. Eso quiere decir que no renuncias a que te anote con el apellido Guerrero, quieres tu parte en la herencia

  • Eso quiere decir que no necesito ningún apellido guerrero, no voy a ir a ninguna guerra, yo soy Gomes, es el apellido que me pusieron de niña y lo seguiré siendo, solo quiero que me deje en paz

  • ¿Cómo qué renuncias a llevar mi apellido? Niña, no te das cuenta el orgullo de llevar este apellido.

  • No sé el orgullo que me puede dar, aparecer con un padre que me negó por más de veinte años.

  • Te negué porque pensé que no eres mi hija, tu mamá no era mucho de fiar, sabes a lo que se dedicaba.

  • Usted tampoco era mucho de fiar, con su esposa para tener familia, y usted de putas.

  • Eso a ti no te interesa, aquí estamos hablando de nosotros dos, lo demás es como si no hubiese existido, es cosa mía.

  • Para mí también, eso no existió y no veo la razón de que quiera colgarme su apellido.

  • La razón es que eres mi hija, y no te lo quiero colgar, eres una Guerrero, la prueba lo dice.

  • A mí no me importa la prueba, hasta ahora viví así y no veo porque quiere complicarme la vida.

  • Pero ¿tú eres tonta o qué? ¿sabes cuántas quisieran estar en tu lugar? Mira esta casa, y esto es lo de menos, mi fortuna vale muchas casas como esta.

  • Pues dele una a la que quiera estar en mi lugar y ya está ¿por qué se tiene que meter conmigo?

  • Porque eres mi hija, por eso, y no me meto contigo. Hago lo que tengo que hacer.

  • Mire, hagamos una cosa. Yo con mis hermanos sé que me voy a llevar bien. Con su esposa, ahora sé que se preocupó por mí, durante toda mi vida, es lo más parecido a una madre que pude tener. Con usted, si quiere el día del padre le mando un regalito, pero por favor, no me complique con trámites para hacerme figurar cómo su hija, porque no siente que sea su hija ni yo que sea mi padre.

  • Tú eres mi hija, y si te tengo que obligar a hacer otras pruebas lo voy a hacer, pero vas a ser mi hija por más que no quieras – los gritos se debían escuchar en toda la casa, todos estaban en ascuas, Selena se había querido meter a defenderme, pero la convencieron que no era violento. Se le dio vuelta la tortilla. Me llamó para convencerme de que renunciara a ser su hija, y ahora me quería convencer de que lo fuera.

Cuando salimos del escritorio Roberto se subió a su coche y se marchó alterado. No tuve que comentar lo que había pasado, porque por los gritos estaban enterados. Les había dado la risa. Habían estado queriendo convencerlo inútilmente, de que me anotara como lo que era, y terminaba queriéndome anotar porque yo no quería. Me quisieron convencer que aceptara, pero les dejé claro que no era por ellos, es que no lo sentía.

Todavía estábamos con los trajes de baño y el día invitaba. Nos sentamos afuera, Sergio nos preguntó sobre nuestros proyectos. Selena le comentó que íbamos a mudar la casa matriz a España, y comprar una casa espaciosa para poder invitar a sus padres y abuelos a veranear, ya tenía algo en vista.

Cuando volvíamos a casa traía una sensación agridulce. Todo estuvo bien, con mis hermanos no podía estar mejor, a Adriana le estaba agarrando aprecio, pero con mi padre, mejor no hablar. Me hubiese gustado que fuera diferente, pero es lo que había.

Esa noche Selena me hizo el amor, y me hizo sentir que no importaba todo lo que pudiera pasar mientras ella estuviera a mi lado. Sus besos eran más besos, sus caricias más caricias, y cuando bajó a hacerme el amor, me hizo subir a un cielo más cielo, adonde solo ella me podía llevar.

Desde ese día todo cambió. Nos empezaron a invitar seguido, yo era un poco reticente por mi padre, no quería volver a discutir por lo mismo. Con mis hermanos era cómo descubrir un mundo nuevo. A pesar que Selena llenaba todo mi presente, saber que era parte de una familia, me emocionaba.

Sergio era arquitecto, iba bien con los negocios del padre. Inés terminaba ingeniería informática, eso iba bien para cualquier cosa. Roberto parece que cambio de táctica, no volvió a insistir con el asunto de la paternidad (aunque no lo admitiera, no me caía nada bien que hubiese renunciado tan pronto) llegamos a tener un trato normal.

Selena estaba organizando la mudanza de la empresa. Greta pronto tenía que venir a hacerse cargo de la filial. Necesitábamos la nueva casa. Teníamos dos en vista, pero no nos decidíamos.

Una tarde pasó a buscarnos Sergio. En la inmobiliaria le habían ofrecido una casa como la que estábamos buscando. Fuimos a verla, y más allá de algunos arreglos, era lo que necesitábamos. Quedamos de ir el domingo a discutir el costo y cerrar el trato. De los arreglos se ocupaba Sergio.

El domingo llegamos casi a la hora de la comida. Tenían preparado un tentempié, por lo que pospusimos el trámite para después de almorzar. Sabía que a Selena no le había caído bien. Ella era muy decidida para los negocios, cuando se decidía los quería terminar lo más rápido posible.

Esa vez estaba mi padre, seguramente era el que tenía que cerrar el trato. La conversación se desarrollaba en banalidades, pero por educación no podíamos imponer nuestro criterio. Terminamos de comer y pasamos todos a la sala a tomar un café. Selena no se aguantó más

  • Bueno, muchas gracias por tan exquisita comida, pero me parece que es hora que entremos en tema

  • ¿Lo dices por la propiedad que te mostró Sergio? hay un problema, tendrías que hablar con la dueña, no sé si se la quiere vender a tu empresa – le contestó mi padre, dejando a Selena atónita.

  • Pero yo pensé que la tenían ustedes para la venta, la verdad que era lo que necesitamos

  • Es que la teníamos, pero ahora cambió de dueña, tendrías que arreglar con ella.

  • ¿Y dónde la puedo encontrar?

  • No muy lejos, al lado tuyo – de un lado estaba Sergio del otro yo, no había mucho para adivinar, nos miramos y me levanté furiosa.

  • Mira papá, si piensas que con esto me puedes comprar, estás equivocado – él también se levantó

  • Ya te compré, me dijiste papá – me lo dijo con una sonrisa que lo hacía aparecer diferente

  • Te lo dije sin querer, no fue a propósito, se me escapó.

  • Eso es lo mejor, me lo dijiste porque lo sentiste, no importa si no quieres llevar mi apellido, soy tu padre y trataré de compensarte por tanto abandono – a ese hombre tan serio se le escapó una lágrima, pareciera que esa lágrima disolvió todo lo que podía tener en contra de él, porque cuando me abrazó solamente pude abandonarme en sus brazos – lo mejor es cuando abrazó a Selena y le dijo

  • Si vas a hacer feliz a mi hija, te voy a sentir tan hija como ella. – esa tarde fue la más emotiva que tuve. No había cambiado nada. Tener una casa a mi nombre no tenía importancia, pero tener una familia propia, me hacía parecer a los demás mortales. Estaba emocionada, esa noche Selena me hizo el amor, con una sensibilidad que me llegó al fondo de mi alma.

Tardamos casi un mes para mudarnos. Mientras tanto íbamos preparando para que Greta se hiciera cargo de esta parte de la compañía. Sergio quiso mostrar todas las cualidades de arquitecto para dejarnos una residencia envidiable. Teníamos piscina, un hermoso parque dónde se le ocurrió hacer un jardín de invierno con fuente y todo. Creo que lo hacía para practicar las clases de arquitectura, venía los fines de semana. Se nos vino el fin de año y el jardín estaba a medio hacer. En navidad fuimos a pasarlas con su familia y en nochevieja con la mía, de no tener nada, ahora tenía dos.

Los abuelos estaban cansados, nos dieron tres meses más para que hiciéramos el cambio. Querían viajar por el mundo lo más pronto posible. Nos tuvimos que apurar.

Greta se vino a vivir con nosotras. Era un incordio, seguía tratando de convencernos que teníamos que follar con hombres; que no sabíamos lo que nos perdíamos; lo raro es que no cuestionaba nuestra relación, solamente nos incitaba a disfrutar de unas buenas pollas

Llegó la primavera y Greta de a poco iba tomándole el tiempo a la operatoria, Sofía pasó a ser su secretaria, al fin llegó al puesto que quería con la hermana de Selena.

Nosotras teníamos escritorio en el edificio, y un despacho enorme en la casa. Inés nos ayudó a hacer todas las conexiones necesarias para operar en ambos lados.

Ya estaba llegando el calor y preparamos la piscina para darnos un chapuzón cuando quisiéramos. Greta era la que más se anotaba. Mi hermano seguía diseñando su jardín de invierno, aunque me parecía que lo que más le interesaba era el jardín de mi cuñada.

Greta no se cortaba con nada, si se quería bañar en toples, lo hacía sin importarle la presencia de Sergio, a este los ojos se le salían de las cuencas. Hay que reconocer que mi cuñada está rebuena por dónde se la miren, y el la miraba de todos lados. Se acostaba en una tumbona con un libro y por arriba miraba hasta babearse, nosotras lo veíamos desde la ventana de la sala, y por más que quisiera disimular, los empalmes los notábamos desde dónde estábamos, y mi cuñadita lo notaba.

Mi hermano no se le abalanzaba por respeto a Selena, pero se le insinuaba esperando que ella le diera lugar. Greta se divertía, a pesar de lo liberal que parecía se daba su tiempo para pescar su presa.

Una tarde de calor que Sergio se había dado un chapuzón, estaba acostado esperando secarse, cuando Greta se le sentó al lado a conversar en el mejor estilo nudista. El mástil de mi hermano se puso a tope. Mi cuñada lo miró y soltó la risa

  • Ay, cómo te pones, ven que vamos a ver si lo arriamos, eres un calentón – se lo llevó a la habitación. No habían pasado ni cinco minutos cuando Sergio salió a las puteadas y Greta atrás.

  • Lo que pasa que ustedes los hombres no son capaces de hacer dos cosas a la vez, inútil – le gritó

  • Vete a la mierda, ahora puedes ver la serie, te haces una buena paja y las cotufas te las metes en el culo, así haces tres cosas a la vez – nosotras no sabíamos que había pasado, nos explicó

  • Se cabreó porque quise comer cotufas mientras miraba la serie y follabamos – nos dio la risa

  • ¿Querías mirar la serie comer cotufas y follar? ¿para beber no te llevaste nada?

  • No porque se vuelca y mojas toda la cama – Selena se echó a reír mientras le decía

  • Qué envidia me da lo completo que es el sexo con los hombres, tenemos que pensarlo mi amor.

Pensamos que con esa discusión se había terminado todo, pero Sergio siguió con su obra, tipo los jardines de Babilonia. Ahora si a la tarde se tiraba en la tumbona trataba de no mirarla. Greta le andaba revoloteando por al lado haciéndose la desinteresada. Para nosotras era como si estuviéramos viendo una serie, a ver quién aflojaba primero.

Mi hermano podía demostrar indiferencia, pero el pantaloncito lo desmentía. Greta lo sabía y parece que se cansó, estaba dando vueltas en pelotas, vio que la estábamos mirando, y sin más

  • No te hagas el idiota que estas más caliente que una plancha, - le tiró el pantalón para abajo, y se lo montó, me acordé de cuando me dijo que los exprimía hasta dejarlos con los ojos afuera, parece que estaba en eso. Gritaba cómo una posesa. Le pregunté a Selena si siempre gritaba así.

  • No, que va, esos gritos nos los dedica a nosotras para demostrarnos cómo goza. Tu hermano lo debe estar pasando muy bien. Parece que haciendo una cosa sola se pueden llevar como la gente.

Llevaban buen rato cuando Greta se vino a casa. Pasó desnuda como una exhalación y se metió en su cuarto. Atrás vino mi hermano después de haberse puesto el pantalón

  • Eh, ¿qué pasó, no me digas que se pelearon nuevamente?

  • No, que va, vamos a salir esta noche, me voy a cambiar a casa – parece que había movida, Greta no aparecía, estaría descansando del trajín. Esa noche íbamos a almorzar a un restaurant, cuando estábamos por salir llegó Sergio todo elegante, salió Greta con toda su artillería preparada, estaba preciosa, mi hermano se relamió.

  • Esta noche Sergio se va a quedar a dormir, seguramente vamos a llegar cansados, si sienten ruido somos nosotros. – salimos cada cuál para su lado. Dónde fuimos pasaban un espectáculo de flamenco, lo pasamos de maravilla, como no habíamos tomado nada, cuando volvimos abrimos una botella de vino y nos sentamos en la sala a disfrutar del vino y de nosotras, desde que estaba Greta, éramos más reservadas. Las dos abrazadas en el sillón, era algo que nunca nos cansaba. Llegó el momento que lo que seguía lo hacíamos mejor en la cama. Después de hacer el amor nos quedamos dormidas abrazadas. En lo mejor de nuestro sueño, nos despertaron los gritos de Greta. Selena se rabiaba. Para ella lo que hacía era para demostrar que gozaba más que nosotras y nada más.

Después de ese día parecía la jaula de las locas. Sele cuando hacíamos el amor, si estaba la hermana no ahorraba gritos. Si Greta estaba con Sergio era el acabose. Grito va, grito viene, parecía que ese era el barómetro de lo bien que lo pasábamos.

El segundo aniversario de cuando empezamos con nuestra relación, nos tocó con todo arreglado. Las oficinas ya estaban en España, Greta se había afianzado en el manejo de su sección, y nosotras mucho de nuestro trabajo lo hacíamos en casa.

El día que cumplíamos lo quería festejar. Ese día no trabajamos. Mi cuñada se había ido a la empresa, estuvimos recordando los momentos que nos llevaron a juntarnos. Ahora nos reíamos, pero en ese tiempo también sufrimos.

  • Vamos a rememorar esos momentos, vale la pena vivirlos otra vez – le dije entre besos

  • ¿Qué parte quieres rememorar?

  • La parte que más nos unió, ven, vamos al baño – no sé si se dio cuenta, pero me siguió

  • Ponte sobre mis rodillas.

  • ¿Me vas a poner colorado el culo?

  • No vale la pena, tu culo me gusta de cualquier color, te voy a hacer esto – le vacié el enemol adentro. Ya sabía lo que seguía, Aquella vez le dije que yo también quería tomar el yogur en su culito, nunca lo había hecho, hoy iba a festejar con eso. Había llenado la tranca esa, con yogur gusto a vainilla, después de hacerle una limpieza completa la acosté en la cama y le empecé a lamer el agujerito. Ya los días anteriores anduve con mis deditos por ahí preparándola sin que se diera cuenta, ahora no le iba a doler tanto. Selena estaba nerviosa, le puse bastante crema, cuando le iba a empezar a meter el cacharro ese, escuchamos a Greta y Sergio meterse en la habitación de al lado.

Escuchó eso y fue ponerse a gritar cómo una marrana. Claro, no fue cómo gritaba yo para que me la sacara cuando me lo hizo; ella no, los gritos eran al revés

  • Métemela, rómpeme el culo (no se guardaba nada) la quiero toda adentro, así…así…más…más, quiero sentirte adentro mío – me daba cuenta que los gritos eran para que escuchara la hermana, la iba hacerse olvidar de ella, se lo metí toda sin compasión, ahora gritó en serio porque le dolía, igual esos gritos los hacía aparecer como de placer, pero doler le dolía. Me acordé de aquella vez y metí la mano en la vagina para levantarla apoyándola en el clítoris. Ahora se notaban las exclamaciones de placer, le alcancé a meter el pulgar en el coño, y con ese movimiento de vaivén se empezó a correr. Apreté las bolsas y le llené la tripa de yogur. Se lo fui sacando despacio, la dejé con el culo para arriba, me senté en el cabecero y lo aproximé a mi boca, la lengua entró fácilmente, un suspiro de satisfacción se le escapó, tenía un rato para suspirar antes que se acabara el yogur.

Estaba con la cabeza apoyada en el colchón, mientras le lamía ese culito precioso, lo que se me perdía corría por su almeja y lo juntaba a lengüetazos para no manchar la cama. Salía tanto que tenía que pasarle desde el clítoris hasta el ano y apurada para que no rebalsara. Lo que conseguí con eso, es que aparte del yogur, una tanda de jugos salía a cada rato de su vagina en una sucesión de orgasmos. Estiro la mano para atrás hasta alcanzarme el coño, me metió dos deditos que con un mete y saca me hizo aflojarme, de la calentura me fui deslizando hasta quedar acostada, para terminar siendo la parte de debajo de un delicioso 69. Ahí ya fue su lengua la que llenaba mi almeja, usándola como la usaba ella no me quedaba otra que derretirme en un orgasmo, se levantó un poquito y todo el yogur salió de golpe llenándome la boca. Fue delicioso, para mí y para ella que lo acompañó con otro orgasmo.

De la habitación de al lado se escuchaban los gritos de Greta. No sabíamos si lo estaba pasando fenomenal, o si lo estaba dedicando a nosotras. Estábamos suficiente satisfechas para que no nos importara, después de morrearnos un poco, nos fuimos quedando dormidas.

Me desperté tarde, Selena seguía durmiendo. Con la faena de la noche pasada era comprensible, me levanté despacio para no perturbarla. Había comprado unas gambas que sé que le gustaban, y pensaba hacerle una comida para seguir festejando nuestro aniversario. Me duché y me puse las bragas y un vestido liviano para andar por casa. Fui preparando todo, el silencio era total. Parece que la noche había sido movida para todas.

Estaba en mis quehaceres cuando apareció mi hermano

  • Buenos días, qué noche tuvieron – me comentó como saludo

  • Por los gritos parece que no fuimos nosotras solas.

  • Tienes razón, tu cuñada a veces como grita me llega a acojonar.

  • No le hagas caso, que esos gritos se los dedica a la hermana, es la competencia entre ellas.

  • Me asusta un poco, de verdad me gusta para algo más, pero me gustaría saber cómo es.

  • Algo te puedo decir, es trabajadora, no te manda las cosas a decir, te las dice, lo otro tú veras

  • ¿Te parece que me sería fiel?

  • No sé ¿y tú, te parece que le serías fiel? Quizá lo tengan que averiguar entre los dos – nos quedamos conversando hasta que apareció Greta vestida con una camiseta, todavía un poco somnolienta.

  • Buen día, ¿qué pasa que madrugaron? – preguntó mientras tomaba asiento, les puse algo de comer

  • Vayan comiendo eso, que no vale la pena desayunar, la comida va a estar lista – en eso hizo acto de presencia Selena envuelta en su bata, abrazándome de atrás para darme un beso en el cuello

  • Uhm…pobrecita, trabajando para toda una familia de dormilones, mi cenicienta – le contesté el beso

  • Anda, siéntate que ya va a estar lo que te gusta

  • Mejor espero parada, seguro que va a estar rico – me di cuenta que le debía de estar doliendo el culo, no le insistí. Le pedí si podía poner los platos y se dedicó a eso. Servimos todo y no sabía si iba a comer parada, estaba esperando que hacía. – Siéntate, que voy a estar mejor sobre tus rodillas.

  • No sé cómo voy a agarrar la comida contigo en el medio

  • No te preocupes, te la doy yo – se sentó cruzada dejando el culo sobresalido, debajo de la bata no llevaba nada. Mejor, le podía mimar ese culito dolorido. Me daba la comida en la boca, cuando le parecía me ponía la gamba para que la mordiera, y me peleaba la otra mitad en un morreo jugoso. Eso era algo que cuando estábamos solas también me lo hacía, pero Greta se sintió tocada.

  • Déjame un poco de lugar para estar cómoda – le pidió a Sergio; se sentó dándole la espalda. Me di cuenta que estaba tratando de demostrar algo. Metió la mano por abajo de la mesa, no podía ver lo que hacía, pero por la cara de mi hermano, no dejaba nada para adivinar. Se movía sinuosamente mostrando una sonrisa de satisfacción, se lo estaba follando, eso era algo que ella podía hacer nosotras no. Nos lo estaba refregando en la cara,

Selena ni cuenta se había dado. Y yo, que a esas cosas no le daba importancia, lo agarré como una burla a su hermana, y me pareció mal. Seguí como si no me importara dejándome alimentar por mi amor. Para eso las caricitas en el culo las estaba acompañando con unas visitas a la puerta delantera. Sele cada vez se ponía más burra, ahora todas las gambas eran discutidas, no había una que pasara sin el morreo, le había metido dos dedos en la panocha, y la última la adobé con los jugos que traía en los dedos. Greta se movía cómo loca, quería ganar esta pequeña guerra. Selena no aguantaba más, le había colado un dedo en el culo y a pesar del dolor se apoyó en mi hombro y me susurró

  • Mi amor, vamos a la habitación – miré, y Greta estaba pendiente de lo que hacíamos

  • ¿Para qué? si aquí hay sitió – corrí los platos, la subí arriba de la mesa, y me fui de boca, seguía teniendo los dos dedos clavados en su vagina, cuando le tomé el clítoris con mis labios, se le escapó un gemido de gusto, estaba perdida, si se hubiese dado cuenta lo que estaba haciendo la hermana, seguro que hubiese gritado, pero así solamente gozaba. Busqué ese puntito que la llevaba a dónde ella sabía que la llevaba, por un momento se dio cuenta dónde estábamos

  • Amor, ¿eso aquí? – le hice señas que sí – Si tú lo dices – abrió las piernas todo lo que pudo, llevó las manos a las tetas y las aprisionó mientras esperaba. No hacía mucho ruido, casi en un susurro exclamaba – Sí…más…así…sigue – Greta la miraba desorbitada, se quedó dura mirando, había dejado de moverse, pero a mi hermano también le había quedado dura, ahora era el quién la movía sin que ella se enterara. Yo seguía con lo mío y me daba cuenta que estaba cerca, me preparé.

  • Silvia mi vida, vamos a dejar perdido esto, pero yo no aguanto más, dios me voy, me voy aaahhh. Me separé un poco para que vieran, salió el chorro para arriba, pero enseguida lo pude controlar, fui tomando todo lo que me estaba regalando, saqué los dedos y también le lamía la abertura acopiando los jugos de su orgasmo. Selena casi estaba desmayada de placer – por favor llévame que ahora quiero hacerte el amor yo. – Greta estaba asombrada, se levantó dejando a Sergio con el pene duro.

  • Yo quiero eso, vamos que me tienes que hacer eso.

  • Qué quieres, ¿qué te haga mear?

  • Selena no se meo, eyaculó y yo también quiero

  • Y yo qué sé cómo se hace

  • No me importa, hazte lesbiano, haz lo que quieras, pero yo quiero eso – mientras yo llevaba a Selena aupada, Greta había agarrado a mi hermano por el rabo y lo llevaba a la rastra.

  • Déjame recuperar que ahora te toca a ti ir hasta dónde me llevaste – me susurró mientras la llevaba, la acosté suavemente, le saqué la bata, me desnudé y me acosté a su lado y la abracé.

  • Eres mala, te tomaste todo, no me diste ni un poquito

  • Es qué me tenía que subir arriba de la mesa, pero si quieres todavía tengo el gusto en la boca – solo me dijo “dame” y abrió la boca esperando. Fui dejando caer la saliva a medida que se acercaba más, hasta que con la lengua la buscó dentro de mi boca. Esto solamente tenía que seguir de una manera, pero unos golpes en la puerta nos cortaron la inspiración. Era Greta. Estábamos desnudas, pero después del espectáculo que habíamos armado en el comedor, no era como para ponernos en tímidas, la hicimos pasar. También venía desnuda. Se dirigió directamente a mí.

  • Quiero saber cómo hiciste que mi hermana eyaculara

  • No es lo que yo le haga, tu hermana es propensa a eyacular, no todas pueden

  • Eso lo sé, pero somos hermanas tenemos los mismos genes, si ella puede yo puedo

  • Pregúntale a ella, porque puede – me la quería sacar de encima ¿qué le iba a decir?

  • No, a mí que no me pregunte, yo que sé que es lo que encuentras que me pones así

  • Si te lo encuentra a ti, también me lo puede encontrar a mí – razonó Greta

  • Cómo te lo voy a encontrar yo, pídeselo a mi hermano

  • Qué le voy a pedir, casi me da vuelta el coño y lo único que consiguió es hacerme doler

  • Es que a lo mejor para eyacular hay que ser lesbianas – le contesté de guasa

  • No te burles, si vas a ser mi cuñada podías hacerme el favor

  • Ese favor se lo tendrías que pedir a tu hermana, solamente si ella quiere podría tratar; pero Greta, no te lo tomes a mal pero no me hace ninguna gracia. - Si fuera médica se lo haría a un montón, sin que significara nada, pero no soy médica, y meter la mano en el coño de mí cuñada no me emocionaba. Selena, me tenía confianza, pero me parecía que no le causaba gracia, pero para mi sorpresa me pidió que la ayudara.

  • Fíjate si puedes, es mi hermana, total es solamente meterle la mano en el coño.

A la que no le causó gracia fue a mí, es cómo si me estuviera regalando.

No quise hacerle un feo. Se acostó y la hice abrir bien de piernas, metí dos dedos bajo la atenta mirada de Selena, rebusqué, pero no encontré nada, metí un dedo más y mientras empujaba para arriba; con la otra mano le empujé el clítoris para abajo, abrió los ojos sorprendida y pegó un saltito, volví a hacerlo y pasó lo mismo, me pareció que había encontrado el punto, repetí y se aflojó toda

  • Ahí, ahí, sigue haciéndome eso que me parece que ahí ese es el sitio – lo volví a hacer y se despatarró esperando más – sigue, sigue que es ahí – ahora la que protestó fue Selena

  • Eh…eh…saca la mano de ahí, que le enseñes vale, que la masturbes no, que se haga lesbiana o que le pida al novio si tanto le gusta. – yo estaba un poco mosqueada y le repliqué

  • Sele, por mí no hay problema, es tu hermana, si quieres sigo, total – le dije irónicamente

  • Ay, cuidado porque le voy a gastar los dedos – le reprochó Greta

  • No se los gastaras, pero tampoco los tiene para usarlos contigo, y no te olvides que a ti las mujeres no te van, pídele a Sergio que te lo haga, que según tú, los hombres lo hacen todo mejor.

  • Bueno, a lo mejor hay cosas que ustedes las puedan hacer mejor, perdonen si las critiqué.

  • No te preocupes, pero sería bueno que terminaran con tantos gritos – les pedí yo

  • Por mi parte, de aquí para adelante, los que escuchen van a ser porque realmente me salen, pero si llego a eyacular lo van a notar.

  • Bueno mujer, si llegas a eso lo vamos a festejar – se fue esperanzada y nosotras seguimos con lo nuestro, y lo nuestro es lo que me quería hacer Selena. Yo no estaba tan dispuesta

  • Mira, porque no descansamos un poco, me levanté más temprano y estoy agotada – no me creyó

  • Estás enfadada porque te pedí que le enseñaras eso

  • No Selena, ¿por qué voy a estar enfadada? Total, todos los coños son iguales, si tienes alguna amiga, tráela, no vayas a quedar mal, yo estoy para todo – me miraba con tristeza

  • ¿Sabes por qué te pedí que se lo hicieras? Porque quería que supiera que lo nuestro no es solo sexo. Qué, aunque no pudiera hacerte el amor, yo seguiría a tu lado. Ella se cree que la diferencia está entre un pene y un coño, y la diferencia está entre amarte o no, yo te deseo y te amo con sexo o sin sexo, ahora descansa siempre vas a ser mi amor – estaba con los ojos húmedos

  • ¿De verdad que seguirías al lado mío aun sin tener sexo?

  • Sí Silvia, tu para mí eres más que un buen polvo, entiende, te amo y te amaré por todo lo que eres.

  • Selena, deja de decir tonterías, y a ver lo que me ibas a hacer que se me pasó el cansancio – me besó con ardor, en la boca, en el cuello, mientras con los dedos hacía su trabajo

  • ¿Y cómo es eso de buscar el botoncito ahí adentro? – me preguntó

  • Hay que buscarlo, el caso es que esté – me había metido los dos dedos de rigor, y los movía incursionando por toda mi cuevita.  Se había fijado bien en cómo lo había hecho con Greta, me apretó el clítoris al mismo tiempo y me dio un corrientazo, se dio cuenta, una sonrisa iluminó su cara, volvió a hacerlo y me pasó lo mismo, dejó de apurarse, siguió besándome, bajó a mis tetas y se despachó a gusto, fue bajando, pensé que me volvería a apretar con la otra mano, pero no. Uso el pulgar como tratando de juntar los dedos de adentro con el pulgar de afuera, la sensación fue brutal, y más brutal fue cuando sentí como entraban dos dedos en mi culo. Yo que estaba acostumbrada a tener los orgasmos más silenciosos, solté un grito digno de las hermanas danesas, supe que sacó el pulgar para meter la boca y recibir el chorro, se apretó todo lo que pudo para no perder nada. No sé cuánto pudo haber tragado, pero guardó lo suficiente para darme a probar mi primera eyaculación. Ahora sí, las dos estábamos agotadas, habíamos tenido bastante de sexo, pero sentir el calor de nuestros cuerpos seguía estirando nuestro gozo.

Pensé en lo mal que había pensado con lo de Greta, y ahora comprendía porque podíamos estar tan bien por el solo hecho de estar juntas. Escuchamos un grito de la habitación de al lado, nos miramos y nos reímos. Parece que mi cuñada también pudo. Éramos una familia muy eyaculadora.

  • Sele. No voy a usar más el cacharro ese en tu culito, eso te hace doler y yo quiero que conmigo siempre sientas placer no dolor. – le dije entre dos besos

  • Cariño, te confundes en la solución, placer ya me das. Si no quieres que me duela, lo vas a tener que usar más seguido hasta que me acostumbre. A mí me gusta darte el yogur de esa manera, es muy bueno para tu salud, y yo te quiero bien sanita. Sigue usándolo que te voy a querer más. Te amo amor.

Espero que les haya gustado, y gracias por los comentarios.