Mi jefa Dinamarquesa

Tuve la suerte de conocer el amor, ahora una buena noticia puede separarnos

Me monté arriba de ella y me agarré de sus tetas, se despertó asustada; le hablé al oído.

  • ¿Qué me dijiste anoche?

  • Te dije que aquí venías solamente tú, y que te vinieras a vivir conmigo si no me crees.

  • Y si no viene nadie, porque estaba ese video en la tele, porque que fue la que limpia no me lo creo

  • Lo había puesto yo para que lo vieras tú

  • Así, ¿y cuantas enculaste con ese aparato?

  • Nunca lo había usado, lo compré porque tu culo, me fascina.

  • Te fascina rompérmelo, ¿y todo lo demás también era para mí?

  • Sí, a ti es a la única que quiero.

  • A dios gracias que me quieres, si me llegas a odiar no sé qué hubieses usado.

  • Yo sabía que te iba a gustar, a lo mejor te dolió un poquito, pero después gozaste bastante, no me lo niegues.

  • Entonces yo también puedo hacerte doler un poquito, te rompo el culo total después vas a gozar

  • Y…si quieres… espera que abra la farmacia, así voy a comprar para limpiarme bien por dentro

  • Pero a mí me gusta más con el sabor a vainilla

  • Lo cargo con el yogur que me pidas, pero tengo que ir a comprarlo.

  • Y si vengo a vivir contigo, ¿alguna paliza te puedo dar como las que me das tú?

  • Si quieres hazlo, pero yo nunca te quise lastimar, es que me gusta verte el culo coloradito

  • A mí también me gusta verte el tuyo así. Mira Selena, - Me quedé un rato en silencio - Estoy cansada y tú eres un peligro, déjame dormir un poco más así lo pienso más tranquila.

  • ¿Te puedo abrazar mientras duermes?

  • No, no quiero que me toques hasta que decida lo que voy a hacer, prométemelo

  • Te lo prometo, duerme tranquila que no te voy a tocar. – tenía un embrollo en la cabeza. Si venía a vivir con ella, sería como renunciar a tener vida propia, estaría sometida a sus gustos. Me dijo que no se va a abusar, pero ¿después que esté aquí cómo será? Tuve maestras con esas pretensiones, y siempre pude buscarle la vuelta para terminar bien en mi beneficio, el problema más grande es lo que sentía. Lo que me hacía no me parecía tan mal. Esa era mi vulnerabilidad, sabía que si caía en eso no tenía remedio. Estaba demasiado agotada, le di la espalda y me volví a quedar dormida.

Cuando me desperté la luz entraba por la ventana, me desperecé y me di la vuelta. Me estaba mirando con los ojos llorosos, no sé qué tanto tenía que llorar si a la qué le dolía el culo era a mí.

  • ¿Ya pensaste lo que vas a hacer?

  • Pero cómo voy a pensar si estaba durmiendo. – trataba de comprenderla, pero no era fácil - Selena, yo también te quiero, pero te tengo miedo, te gustan cosas raras y cada vez las haces más dolorosas.

  • Silvia, lo que hago es para que tú disfrutes más. Algunas veces te di unos azotitos, pero no pensé que te iba a causar más dolor que el placer que te daba después.

  • Así que todo eso era para darme placer ¿no te parece que el placer se da mejor así? – le fui metiendo la mano entre las piernas; a medida que las iba abriendo le iba ocupando toda la vulva, pasé sobre el clítoris en el viaje de ida, llegué hasta poder ocupar su almejita con dos dedos, todo lentamente

  • Sí, tienes razón, déjame que te hago lo que tú quieras – fue a estirar la mano y le grité

  • ¡No! Hasta que no me decida no me puedes tocar, eso lo prometiste y las personas son esclavas de sus palabras y dueñas de sus silencios, tú también hablaste demasiado y te callaste poco

  • Pero tú me estás tocando

  • Yo no prometí nada, así que puedo, quédate quietita – a medida que la seguía masturbando, se ponía más frenética, respiraba con la boca abierta mientras retorcía el cuerpo, al fin empezó a apretarse las tetas, se lo iba haciendo tan despacito que se desesperaba. Me puse bien al lado

  • Saca la lengua – le ordené. La sacó y se la aprisioné con mis labios y chupé, trataba de darme todo lo que podía, empujaba la boca contra la mía. No quería asfixiarla, me separé, quería que me siguiera explicando cómo era una buena relación de pareja - ¿Así que te pensabas que yo era masoquista?

  • No, nunca pensé eso, solamente son fantasías que se me ocurren cuando estoy en la oficina, y tú ahí, con esa faldita pones el culito bien paradito, y yo lo veo tan deseable, tan comestible, y me torturas y yo que no te puedo tocar porque estamos en el trabajo, me pones loca y lo sabes, te agachas a agarrar cosas a propósito porque sabes que te deseo.

  • Estás loca, yo no hago eso, si me agacho es para agarrar algo que se cayó.

  • ¿Y siempre te tienes que agachar cuándo te estoy mirando? ¿y tienes que mover el culo así cuando caminas? Y esas tetas, esas tetas que a veces no llevas sujetador y me señalas con los pezones.

  • Mira si me agacho cuando me estás mirando, será porque te la pasas vigilando lo que hago, y el culo lo muevo en todas partes igual. Según tú todas las cabronadas que me haces son culpa mía.

  • No te quiero decir eso, pero de verdad yo no te lo hago por tu mal, pero a veces quisiera tenerte en mis brazos y chuparte entera, y estoy en el trabajo y pienso cosas y no puedo tocarte, cómo ahora, mira lo que me haces, y tengo ganas de abrazarte, besarte, chuparte toda y no me dejas, y me voy a correr sin que pueda acariciarte; Silvia me voy a correr, eres mala que me haces, ay me corro ay…síiii, ahhh - sentí como soltaba el aire, al mismo tiempo que apretaba mis dedos con la vagina y los mojaba con su orgasmo. Mientras, se había marcado las tetas con sus apretones, quedó rendida con los ojos cerrados

  • ¿Te puedo tocar ahora? No seas mala, mira lo que me hiciste, te deseo, de verdad te quiero

  • No, todavía no me decidí. ¿Sabes qué pasa? Estoy todo el día en el trabajo a tus ordenes, pero cuando me voy a casa nadie me manda, estoy en mi mundo y hago lo que quiero. Por una vez en mi vida tengo esos momentos para hacer lo que me da la gana. Para ti quizá a eso no le des importancia porque siempre tuviste esa libertad, pero yo no. Si me vengo a vivir contigo voy a tener jefa las 24 horas, nunca voy a tener un rato mío, tengo que seguir pidiendo permiso para todo

  • Si te vienes a vivir conmigo, la jefa en la empresa soy yo, aquí en casa la jefa vas a ser tú – eso no me lo esperaba, entonces es cierto que me quiere mucho. La expresión de su cara me decía que sí.

  • Sabes que voy a hacer, voy a venir a vivir contigo – salté de la cama agarré la ropa y me encerré en el baño, escucho cómo golpea la puerta, pero no le abro. Al rato salgo vestida. Me está esperando

  • ¿Por qué me haces esto? Podíamos quedarnos un rato más acostadas

  • Porqué quiero que vayamos a buscar las cosas para mudarme, así aprovechamos estos días de fiesta, ¿o tu invitación era un cuento? – me abrazó y me beso apasionadamente y fue a vestirse.

Era tarde, con tantas vueltas se había hecho el mediodía. Le pregunté a Selena que hacía de desayuno, estábamos con un emparedado del día anterior, me contestó desde la ducha

  • Fíjate, cualquier cosilla, que ya es tarde y vamos a ir a un restaurant. ¿No quieres venir a ayudarme?

  • ¡No! tengo hambre. Apúrate que tú para comerte tienes mucho, pero para sacar el hambre nada.

Me quedé en la cocina para que no se le ocurrieran cosas raras. Mientras me comí unas galletas con jugo de frutas. Se portó bien, vino cambiada cómo para salir, estaba radiante. Me gustaba verla así, contenta, cómo personas normales, que no quiere decir que algunas fantasías no tengan sitio.

El restaurant al que fuimos no era de los más lujosos, pero se comía muy bien. Yo aparte de algún sitio de comida rápida no conocía otros. Me guio explicándome los platos. No fui muy sofisticada para pedir, pero acerté con lo que me gustaba. Selena me agarraba de la mano sobre la mesa, me daba un poco de vergüenza, pero a ella no le importaba y parece que a los demás tampoco.

Quedamos en que íbamos a poner todo en unas cajas, primero lo más necesario, y lo demás lo iríamos llevando de a poco. De camino compramos un kilo de helado y unos cucuruchos.

Apenas entrar en el departamento, Selena me apretó contra la puerta para darme un beso

  • Sele, mi amor, que se me va a derretir el helado

  • La que se va a derretir soy yo que me tienes en ayunas

  • Espera, vamos a comernos unos heladitos para bajar la temperatura, que tenemos que trabajar – llené dos cucuruchos y lo demás lo metí en la nevera para después. Empezamos a pelearnos por los gustos, no los había puestos parejos y ella robaba de mi helado y yo del suyo, la pelea siguió robándonos de la boca. Como era de esperar nos empezamos a chorrear sobre la ropa. Le di para que me tuviera el helado mientras me sacaba el vestido. Luego se lo tuve yo para que se sacara la blusa. Fue como un entretiempo, la pelea ya era sacarnos el helado de la lengua, decidimos aprovecharlo mejor, le pasaba la lengua por mi helado, y se la daba para que la chupara, después ella hacia lo mismo. Cuando nos quisimos dar cuenta, los helados al irse derritiendo, bajaban por nuestra barbilla con destino final en los sujetadores. No fue un drama no podíamos dejar que se pegotearan, así que, fuera los sujetadores, ahora era más fácil, lo que se escurría lo podíamos limpiar en las tetas. Cuando ya el cucurucho se estaba terminando se me ocurrió que era más fácil lamerlo en los pechos de Selena, y allí fue, el grito que pegó era para que se escuchara en toda la planta.

No me importó, el helado era demasiado rico para perderlo, lamí todas esas ubres desde los pezones hasta donde se unían ambas. Me levantó y me dijo que se lo había hecho a propósito. Mientras me besaba, fue volcando el helado que le quedaba a ella sobre mis pechos, sentí el frio pasar por el medio y seguir camino al sur, sabía lo que venía. Mientras me besaba le bajé la cremallera de la falda que se fue deslizando hasta el suelo. Ahora íbamos a estar iguales, yo un poco más encremada.

Íbamos acercándonos al sillón cuando sonó el móvil de Selena. Tomamos un descanso para que atendiera. Me llamó para que escuchara, era el portero avisándole que yo había metido una loca en mi departamento

  • Pero ¿usted la vio? – le preguntó

  • Sí, es una de esas lesbianas que andan buscando chicas fáciles, viera el escándalo que hacen.

  • Ponga el móvil contra la puerta a ver si es tanto como dice – nos pusimos al costado de la puerta tomé el telefonillo para mirar dónde estaba. Había apoyado el móvil contra la puerta. Selena empezó a gemir – Sí, sí, fóllame más, así, méteme los dedos, méteme lo que quieras, quiero más, más, más

  • No grites tanto que el puñetero del portero va a escuchar – gritábamos mientras mirábamos como el portero apoyaba el oído contra la puerta y se sobaba el paquete. Sele seguía a los gritos

  • Que me importa, déjalo qué se haga una paja si quiere, pero tú sigue, sigue, quiero tener mil orgasmos contigo, mete la lengua así, más, más, así, los dedos también, todos, ay…que me voy – tanto gritó por nada, qué me pareció que si le daba motivo le iba a salir mejor. Me agaché, le bajé las bragas y empecé a hacer lo que estaba pidiendo, el guion dejó de ser tan escandaloso, para parecer más real. Ahora gemía en serio, y el portero como si lo notara se empezó a masturbar como un mono. A Sele le unté la almeja con la crema del helado que había llegado hasta mi pubis, y le di una lamida de sur a norte que no tuvo que exagerar el gemido, aunque le agregó volumen. Se corrieron los dos juntos, ella en mi boca, y el portero en la puerta con la lengua apoyada en ella, la llenó de lefa hasta chorrear hasta el piso y parte de la pared. Selena se recuperó primero. Me llevó a la habitación, para hablar con el móvil y que no escuchara desde afuera

  • Eh, ¿qué fue eso? – le preguntó. La respuesta vino de un jadeante portero que ni cuenta se daba que lo estábamos mirando

  • ¡Escuchó! ¿verdad que escuchó? viera la fiesta que se están montando las guarras esas; van a escandalizar todo el edificio.

  • Sí, la verdad que sí, pero ¿es cierto que usted se estaba masturbando contra la puerta?

  • No, eso es mentira ¿cómo van a saber eso ellas? Estaban cómo locas y decían cualquier cosa.

  • Sí, cómo locas estaban, pero a lo mejor lo estaban mirando por la cámara de la puerta – Miró para la cámara, y pegó un salto para salir de su radio.

  • No, eso lo dicen, pero no es cierto, es qué esa chica me tiene rabia porque no le hice caso

  • Ah bueno, no quisiera que cuando la vaya a reprender, me salga conque encontró la puerta manchada de una corrida, así que límpiela bien, y el piso, y la pared, no deje nada sucio.

  • Sí, voy a limpiar todo, cuando vine yo ya estaba, yo no, pero lo voy, si claro, pero yo no fui, es que aquí vive cada uno, pero va a ver que dejo todo limpio – balbuceaba sin saber cómo defenderse. Cortó la charla, nos quedamos riendo, pero entre risas se me acercó.

  • Te aprovechaste de mi actuación

  • No digas eso, te ayudé a qué fuera más real, me tendrías que dar las gracias

  • Las gracias te las voy a dar ayudándote a sacar el helado que te quedó pegoteado por todo el cuerpo

  • ¿Me vas a ayudar a bañar? Ven vamos a la ducha,

  • No cariño, esto va a ser cómo en la tintorería, en seco, la única humedad la vamos a poner nosotras.

  • Eh, eh, para. Quedamos que tú eras jefa en la empresa, pero en casa iba a ser yo.

  • En casa cariño, pero aquí no estamos en nuestra casa, - me empujó sobre la cama y empezó con la limpieza. Dicen que el único musculo que no sufre el cansancio es la lengua. Yo puedo jurar que es cierto. El repaso que me dio por todo el cuerpo me lo demostró. Limpió todo mi cuerpo por afuera y aun le quedó fuerza, para encontrar dentro de mi almeja dos orgasmos más.

  • Eres una aprovechadora, vienes a casas ajenas y te portas cómo una violadora.

  • Pobre, te violé mucho. ¿Sabes qué pasa? que tuve mil fantasías contigo en esta casa, este es el único día que puedo cumplir alguna – me subí arriba de ella y mientras la besaba le hice notar que yo también fantaseé con ella. - ¿Qué fantasías tuviste? Cuéntame.

  • Fantaseaba que avisaba al trabajo que estaba enferma, entonces venías a ver si era cierto, me tomabas la fiebre con los labios,

  • “Estás un poco caliente, pero me parece que es normal”

  • Tú porque no me tocas dónde estoy muy caliente

  • “¿Y dónde estás muy caliente”

  • Aquí. Y te señalaba el coño, tú metías los dedos y me decías “El mío está igual”

  • No te creo, déjame ver – entonces te desnudabas, yo te metía los dedos y te decía que el mío estaba más caliente. Y así una al lado de la otra, discutíamos, y a mí me gustaba lo que me hacías, y a ti te gustaba mucho lo que te hacía yo porque había encontrado un bultito que cada vez que te lo tocaba pegabas un saltito, y yo me corrí, pero seguí metiéndote los dedos, y tú ya no podías más, y de golpe, gritaste, un chorro salió de tú almeja, después otro, lo probé y no era pis, otro chorro más pequeño, y quedaste desmayada. Yo me asusté y te hice respiración boca a boca, pero me agarraste de la nuca y me besabas con pasión, me metías la lengua y me volvías a calentar y te quedabas haciéndome el amor todo el día.

  • Cómo relato no creo que ganes ningún premio, pero cómo fantasía no está nada mal. Lástima que yo no eyaculo

  • Qué sabes, después de todo nunca viniste a revisarme estando enferma, y sana tampoco.

Nos quedamos un rato abrazadas, estábamos tan cómodas que Selena se quedó un rato dormida. La noche anterior no había dormido casi nada esperando mi contestación. La miraba y era yo la que me sentía protectora, se veía tan dulce, qué si no fuera por sus fantasías, sería una monada. Claro que yo no le había contado todas las mías. Se despertó desconcertada, no sabía si era de mañana o de tarde - ¿Qué hora es? ¿dónde estamos? ¿entonces te quedas? – miró alrededor hasta que se despabiló

  • Cierto, que vinimos a buscar tus cosas y todavía no hicimos nada

  • ¿Y tienes ganas de hacer algo? – le pregunté mientras me pegaba a ella.

  • La verdad que no, y a esta hora casi que podíamos encargar la cena, mientras pensamos que hacer

  • Podíamos cenar temprano, y a lo mejor después alguna fantasía podíamos cumplir.

Nos levantamos sin ganas, encargó la cena y dos botellas de vino. Me tuve que vestir para recibir el pedido (no tenía bata) como teníamos que esperar, la llevé hasta la sala

  • Otra fantasía era ver la tele mientras me tenías abrazada.

  • Pues empecemos por esa, ven para aquí que mamita te está esperando. - Me arrebujé en sus brazos y pasé la hora más maravillosa mirando televisión. Vino la comida y en la cena nos tomamos una botella de vino, volvimos a tomar helados, pero no con plan guerrero. Lo juntaba con mi lengua y se lo daba para que lo chupara, lo mismo hacía ella. Era un helado muy caliente. Después de esos besos fríos pasamos a la habitación. Ella había quedado desnuda – Acuéstate que ahora vengo – se metió en el baño y me dio tiempo a desnudarme también. Me tapé con la sabana para esperarla. Salió vestida con la salida de baño. Se acercó con cara de enfado.

  • ¿Así que no fuiste a trabajar porque tenías fiebre? Vamos a ver qué tal es tu fiebre, seguro que no tienes un termómetro – enseguida agarré la onda. Le dije que no, apretó los labios contra mi frente

  • No, ahí no, pero en otros sitios va a ver que tengo mucha fiebre – me metió los dedos en el coño

  • ¡No! Aquí tampoco tienes fiebre, date vuelta. Ah…aquí tienes muy colorado ¿a ver? – me abrió los cachetes – Uf…pero cómo tienes este culito, alguien te estuvo metiendo algo por ahí, quién abra sido, pobrecita que maldad, a ver si te lo puedo curar – me hizo cómo el día anterior, pero en vez de meterme el trasto, fue directamente con la lengua. Me ardía un poquito, pero hizo un poco de fuerza y alcanzó a meter la puntita, ahora sí, a pesar que me dolía algo, con esa lengua consiguió levantarme la fiebre en esa parte. Me empiné más para dejarle el coño más accesible. Andaba necesitando que me lo atendiera, y me lo atendió mejor que en mi fantasía. Quedé estirada y ella al lado mío.

  • Creo que esta cura te la voy a tener que hacer varias veces si queremos dejar ese culito como dios manda.

  • A mi fantasía todavía le falta algo. Mira yo te toco y me doy cuenta que tienes fiebre uterina, te meto los dedos así y me los estás quemando de la calentura – estaba buscando esa rugosidad que un día le había encontrado – pero no los saco, al revés, voy buscando para curarte de esa fiebre, y uhm encuentro un botoncito, a ver qué pasa si lo aprieto – la beso, voy recorriendo su cuello, bajo a adueñarme de sus tetas, mientras tanto sigo magreando ese bultito que encontré ahí adentro, la siento temblar, sabe lo que busco, me dice

  • No vas a poder, yo no eyaculo

  • ¿Quién te dijo qué quiero que eyacules? – no dijo nada, pero comenzó a hacer movimientos sinuosos y a respirar fuerte. Sabía que estaba cerca del orgasmo, pero en vez de meter y sacar, doblé los dedos sobre esa protuberancia, los espasmos cada vez eran más fuertes, sin dejar de chuparle las tetas, con la otra mano, medio a lo bruto le metí un dedo en el culo. Pegó un salto

  • Dios, qué es esto, yo no aguanto, qué me haces, no puedo más, no sé, no sé, ahhhhh, siiii. – cómo yo estaba arriba el chorro me mojó entera, fui apurada a mirar, cuando soltó el otro segundo no pude recoger casi nada, pero en una contorsión digna de una gimnasta, se levantó sobre sus talones y llegó el tercero, ese sí, fue a parar todo dentro de mi boca. Selena había quedado con la boca abierta, y yo con la boca llena fui a darle su medicina. Se la fui dando de a poco para no atragantarla, la tomamos entre las dos – Entonces es cierto que podía eyacular – dijo entre jadeos

  • Me parece que sí, a no ser que lo que te di a tomar fuera pis.

  • No seas boba, eso no era pis, ahora voy a tener que hacer que tú también lo tengas.

  • Mi amor, ayer ya me rompiste el culo, deja esto para otro día, ahora voy a tener que limpiarte por ahí abajo que eres una guarra, de paso voy a ver, que me parece que eyaculaste, pero no te corriste.

  • Estás loca ¿cómo voy a eyacular sin tener un orgasmo?

  • Leí que se puede dar, y mis dedos dicen que algo quedó ahí adentro.

  • Bueno, si quieres ir allí, vete, pero déjame tu chupe chup así no me aburro.

Me monte en un 69 de lujo, tenía razón, después de limpiarla un poco a mi manera, tuvo un orgasmo fenomenal. Ella no tenía mucho para limpiar, pero por dos veces me hizo pensar que yo también podía eyacular, pero no, fueron unos orgasmos que no envidiaban nada.

Esos días fueron espectaculares. La mudanza fue nada más que de mis cosas personales, lo demás era el amueblamiento que quedaba para cuando venía alguien de Dinamarca.

Nos dio tiempo para todo, hacíamos el amor a la mañana, Selena no quiso que trabajáramos de más, salíamos a comer, volvíamos y hacíamos el amor, fuimos al cine y no compramos chupe chup, tuvimos que usar los nuestros, nos chupábamos los dedos indistintamente, esa mezcla de jugos era más sabrosa. A la noche para poder dormir, hacíamos el amor.

Pasaron esos días y había que volver al trabajo. Me ponía de mal humor tener que pasar todo el día con esa frialdad a la que estaba acostumbrada. Bueno, ya me desquitaría en casa.

Salimos juntas de casa, desayunamos en la cafetería y me pidió que como siempre entrara más temprano. Ella iba a llegar después. Entré y Sofía como siempre me hizo la broma

  • Y, ¿qué tal estos días? ¿encontraste otros tres?

  • ¡No! Encontré lo que me faltaba – me fui a mi escritorio y la dejé riéndose.

A los diez minutos llegó Selena, entró como siempre, me saludó con la misma frialdad, estuvo juntando unos documentos, metió todo en una cartera y se fue sin saludarme, no me gustó nada, estaba pensando que esa noche iba a tener que hacerse el amor contra sus dedos, cuando escucho que me llama, salgo un poco mosqueada, y me dice toda seria

  • Silvia, esta sección queda bajo tu mando, si quieres hacer algún cambio, es tu competencia. Yo ahora me voy. Espérame que vamos a almorzar juntas, adiós cariño – me dio un beso que me hizo cruzar los ojos. Las chicas miraban con la boca abierta. Sofía se puso pálida. Sabía que yo sabía que el día que dije esas barbaridades, no me había avisado a propósito, Anabel sí quiso avisarme. Entré en mi oficina, al rato vino Sofía a hablar conmigo

  • Silvia, yo sé que te crees que cuando dijiste eso yo no te avisé a propósito, pero de verdad en ese momento me olvidé, mira, yo necesito este trabajo, tengo una hipoteca y mi hijo todavía va al jardín, si pierdo el trabajo pierdo todo – me quedé mirándola como hubiese hecho Selena

  • Sofía, yo sé que no te olvidaste, Tú andabas atrás de este puesto y si me echaban tenías posibilidades y no te importó que yo recién hubiese salido de un convento – agachó la cabeza y le salían las lágrimas – sabes que pasa, están acostumbrados a trepar pisando las cabezas de sus compañeros sin importarles la amistad, eso lo aprendí viéndolas a todas ustedes. Sé que no voy a ser capaz de cambiar todo eso, pero si veo que vuelves a hacer algo así, te hecho sin contemplaciones. Se quedó muda sin comprender lo que le había dicho. Me dio un poco la risa.

  • Pero ¿entonces no me hechas? – me miraba incrédula

  • ¡No! No te voy a echar, pero no hagas ninguna cabronada porque va a ser la última

  • Gracias, vas a ver que te voy a cumplir en todo, y te voy a avisar si alguien te quiere fastidiar

Me quedé contenta. Pensé que me sentía bien por haber perdonado a Sofía, pero después me di cuenta que la satisfacción de que supieran que era la novia de Selena, era el motivo principal.

Pasaron seis meses, Selena había ido tres veces a Copenhague a ver a su familia y arreglar algunos asuntos de la empresa, en el último viaje me llevó a mí para presentarme a sus padres. Llegamos y me trataron cordialmente, no eran efusivos, pero eran amables; no tanto la hermana que era un poco asquerosilla. Greta se llamaba y tenía mi edad, era un poco más baja que su hermana, era guapa, los ojos igual que Selena, pecho y culo no le faltaban y se empeñaba con hacerlos notar

Nos trataba con bastante indiferencia por no decir asco. Selena no la trataba mejor, los cinco años que le llevaba se los tiraba por la cara, y Gretita hervía. Lo malo, que en esa pelea de hermanas yo no la llevaba mejor. Una tarde que Selena tuvo que ir a arreglar algo de la empresa con los abuelos, por casualidad quedamos solas, me atreví a preguntarle.

  • Greta ¿Por qué nos odias si no te hicimos nada? – me miró sorprendida

  • ¿De dónde sacaste que las odio? Yo a mi hermana la quiero, y tú no me importas, lo que me saca de quicio es ver cómo dos mujeres hermosas como ustedes, que viven en España, que pueden follar con quien se les da la gana, y que se les ocurra darse el lote entre ustedes. Si yo estuviera allí todos los días me llevaría a la cama uno diferente.

  • Pero Greta, nosotras nos queremos, estamos felices ¿por qué tenemos que buscar a alguien más?

  • ¿Están felices? mira a ti no te puedo decir nada porque saliste de un convento y quizá no conociste otra cosa, pero mi hermana se folló a más de uno, y ahora me va a decir que es lo mismo un mejillón que un salchichón, vamos Silvia, eso no se compara.

  • Eres homofóbica, vives en otro siglo ¿te parece mal que dos mujeres se amen?

  • ¡No! Vivo en este siglo, y no me parece mal que dos mujeres se amen. Se pueden amar, pero para follar pueden buscar un tío que pueda hacer lo que ustedes no pueden. No te digo que el sexo oral no sea lindo, pero no vas a compararlo con agarrar a un tío con una buena tranca, y lo exprimes, y lo vuelves a exprimir, y lo sigues exprimiendo más, más, más (estaba poseída) hasta que le salen los ojos para afuera y lo dejas mirando para adentro.

Lo decía apretando los puños, daba la impresión que hasta que no lo desmayara no lo iba a dejar

  • Y si piensas así porque no lo haces, te puedes buscar uno para cada día y tú feliz.

  • Ah… te parece tan fácil. Aquí, si tienen que elegir entre tomarse una botella de akvavit o follarte, primero se vacían la botella, se emborrachan hasta quedarse dormidos, y te dejan con las ganas.

  • Y allá si se emborrachan pasa lo mismo

  • Qué va a pasar lo mismo, allá se emborrachan y todavía te follan entre varios.

  • ¿Y es eso lo qué te gusta?

  • ¡No! No me gusta eso, pero allí si me emborracho yo me puedo follar a varios y no pasa nada, aquí si hago eso me ponen presa.

  • Bueno, tú eres así, pero nosotras no necesitamos eso, nos queremos nos gustamos y nos amamos.

  • Pero es que no entiendo, dos mujeres como ustedes, hermosas, con esos cuerpazos y que desperdicien su vida. Tú, bueno, es cosa tuya, pero a mi hermana la quiero, y ver que no le interesa el placer de una buena follada, me pone mal. Tantos hombres que con sacudir lo dedos están a sus pies, y se queda contigo. Es de no creer.

Me quedé sin palabras, ¿cómo le podía hacer entender que éramos felices con lo que tenemos? No era homofóbica, más bien parecía que era bastante puta.

Conocí a los padres, a los abuelos, era una familia muy; ¿cómo decir? sujetada. Todo en su medida. Eran muy correctos, pero empecé a comprender un poco mejor porque Greta, era cómo era.

Los días que estuvimos allí, nos portamos muy correctamente, fueron cuatro días que parecía que no éramos nosotras, algún besito antes de dormir, pero nada más. Debía ser el ambiente, porque no teníamos nada que ocultar. Aparte de las ideas de Greta, para los demás lo nuestro era normal.

Cuando volvimos, en el avión nos tocó una fila de tres, pensé en hacer algo de cine, pero prefería llegar a casa con todos los deseos a punto. Llegamos a las diez de la mañana. Selena se empeñó en pasar por la empresa. Yo tenía ganas de otra cosa, pero en ese momento la jefa era ella. Llegamos, nos informaron de las pocas novedades, dejó algunos trabajos y fuimos a almorzar

  • Come bastante ahora que esta noche no creo que puedas – me lo dijo seria

  • Qué tenemos que hacer que no me dijiste

  • Ya te vas a enterar – terminamos de comer y fuimos para casa. Nada más entrar me acorraló contra la puerta, me besó con urgencia, me levantó para llevarme al dormitorio.

  • Selena, porque no bajamos las maletas.

  • Tienes razón, hagámoslo rápido que quiero estar contigo.

  • Cariño, tenemos toda la tarde

  • ¿La tarde? Tenemos la tarde, la noche y el día de mañana, que ya avisé que no vamos. –terminamos de subir las maletas para después desatar una orgía de dos. Me había aguantado en el avión, ahora me iba a desatar. Quería compensar esos días que no habíamos hecho nada. Era la misma idea de Selena, que a pesar de que en casa la jefa era yo, fue ella la que me quitó los pantalones primero, me enganchó el tanga con los dientes, pero no me lo sacó, directamente lo rompió, pasó toda la lengua por mi vagina, aun antes de terminar de desnudarme

  • Sele, déjame ir a bañar, estoy toda sudada

  • Es tu sudor, que me importa, sabes que me gusta – metió la lengua por la abertura, jugueteó adentro llevándome a sitios impensados, solamente ella me podía hacer gozar así, recorrió todo el camino que la llevaba hasta mi montecito y se puso a jugar. Vestida con toda la parte de arriba, casi no podía verla. Corrí para arriba la chaqueta y la blusa que quedaron atoradas en mis tetas

  • Mi amor, ¿por qué no me dejas sacar esta ropa?

  • Déjala que cuando me desocupe te la saco yo

  • Mi amor, si sigues así me voy a correr – levantó la cabeza para decirme

  • ¿Y para que se supone que estoy haciendo lo que estoy haciendo? – la miré como una estúpida

  • Tienes razón cariño, sigue que después me toca a mí – me llevó al primer orgasmo, pero ahí no paró, siguió besándome con entusiasmo, los muslos, las ingles, eso aumentaba mis deseos, pero sabía calmarlos, sus dedos eran milagrosos, por donde los metiera sacaba el mayor placer de mí. Me volví a correr, le pedí que viniera, me hizo caso para comerme la boca con el mismo entusiasmo, estaba desatada. Me ayudó a terminar de desnudarme y quería seguir dándome placer; me tuve que imponer, porque no era justo, y porque tenía unas ganas enormes de catarla toda y probar su sudor.

Parecía que hubiésemos estado años sin sexo. Era fogosa pero esos arrebatos me extrañaban. El día siguiente fue igual. Estábamos tranquilas y de pronto me empezaba a besar como si se acabara el mundo. Cuando volvimos a la empresa pensé que se le pasaría, pero cuando menos lo pensaba, me abrazaba y me besaba, no seguía porque se iba a notar. Al fin tuve que preguntarle

  • Sele, ¿qué pasa? ¿no tienes algo que decirme? Estás un poco rarilla.

  • No, qué quieres que te diga, ¿te molesta que te demuestre lo que te quiero?

  • Sabes que no, pero antes no eras así, algo pasó y no me lo quieres decir.

  • No Silvia, ¿qué va a pasar? Yo te quiero tú me quieres, está todo bien – no me lo creía

  • Mi vida, estás nerviosa, si pasa algo, antes que tarde me lo vas a tener que decir, si tienes un problema, por qué no me lo dices ahora y quizá entre las dos le encontremos la solución.

  • Sí, tienes razón, lo que pasa que la solución no es fácil. El abuelo se quiere retirar de la dirección.

  • Pero ¿cuál es el problema, no puede poner a otro a cargo de la compañía?

  • Sí, pero a la que quiere poner es a mí. Tendría que ir allí dónde está la casa matriz.

  • Y bueno, tendríamos que mudarnos, hace un poco más de frio, pero entre las dos creo que nos vamos a poder calentar

  • No cariño, tú te tendrías que quedar aquí a encargarte de la operatoria de América Latina, lo sabes hacer y no tenemos a nadie más.

  • Pero Selena, que voy a hacer aquí sola sin estar tu a mi lado, no te lo digo por la empresa, que eso si lo podría llevar, te lo digo por mi vida.

  • Corazón, yo también voy a estar sola, pero los fines de semana voy a venir para pasarla contigo

  • No Sele. Tú no vas a estar sola, tienes tu familia, amigas de toda la vida. Entiende, yo no tengo a nadie. No tengo familia, vivimos para nosotras y ni siquiera amigas tenemos, cuando no estés tú voy a estar completamente sola. Solamente tengo las maestras del convento para visitar – me miró alterada

  • Mira, de alguna manera voy a arreglar esto, pero a ver a las maestras no vayas, bastante te enseñaron ya, si quieres aprender algo más lo aprendes conmigo.

Que a Selena la quieran nombrar directora general, tendría que ser una buena noticia. Una buena noticia que las separaría