Mi jefa Dinamarquesa

Tenía que buscar un trabajo, ya era grande para seguir en el convento, era mi gran problema, desde Dinamarca llegó la solución

Son las cinco de la tarde, hoy mi jefa me dio la tarde libre. Bueno libre es una forma de decir, realmente me dio tiempo para que me arreglara para ir a su casa a tomar clases de educación, creo que familiar según me dio a entender

Me tiene preocupada. ¿qué clase de lecciones querrá darme? Los últimos tiempos me estaba mirando mucho. (aunque yo no la miraba menos) Está bien que en esta situación no estoy por lo que nos mirábamos, estoy por bocona, me fui de la lengua, pero me parece que tampoco era para tanto.

Tengo que tratar de salir bien de esta, es una oportunidad como quizá no tenga otra en la vida. No soy como la mayoría de las chicas, que tienen una familia detrás. Yo no la tengo ni detrás ni adelante. Mi vida, mi casa, mi hogar, fue un instituto bastante raro. Un poco de convento, otro poco de internado, algo de escuela para mujeres, en fin, en ese sitio me crie yo.

El instituto dónde pasó casi toda mi vida, fue antiguamente un convento de la orden de las Agustinas con raigambres en Dinamarca, y seguían teniendo las suficientes conexiones como para que yo haya pasado tres años allá aprendiendo idiomas, que aparte de la enseñanza de toda mi vida, tenía que lidiar con el danés el alemán y el inglés casi de corrido.

O es que tenía facilidad para los idiomas, o es que empezando de niña la necesidad enseña más rápido. A mis veintitrés años los hablaba perfectamente.

Más allá de esos tres años, todo lo que recuerdo es adentro de ese instituto. No sé porque razón ahí me dejaron. De mi familia no sé nada. Solamente dos o tres veces por año, se me acercaba una señora y me preguntaba cómo me encontraba, si necesitaba algo. No sé; era muy cariñosa, como si fuera una especie de madre voluntaria. A veces pensé si sería mi madre, pero no, no daba para eso.

Para darles la idea de cómo soy, diré que me llamo Silvia, mi 1,68 de altura, no me hace sobresalir por nada, soy un poco extrovertida, seguramente de tanto estar con tantas chicas y maestras diferentes. Las alumnas podían cambiar cada año, las maestras no. La cosa que yo era la que sabía todo lo que se cocinaba en ese sitio, eso me daba un grado de superioridad ante las demás. Con las profesoras, medio monjas, medio docentes pero que vivían allí y podían salir, me llevaba mejor, ellas eran como mi familia. Si tengo que hablar de mi cuerpo, no sé, nunca le di importancia, pero cuando empecé a salir a la universidad, me di cuenta que gustaba y que más de uno quisiera usarme en su beneficio.

Cuando cumplí los dieciocho ya sabía que tenía que irme. Había leído bastante, y me habían preparado saliendo con algunas de las profesoras con las que más confianza tenía, pero la verdad que estaba asustada. Me ofrecieron dormir ahí mientras no encontrara una salida, pero sabía que eso era para poco, tenía que entrar en un mundo para lo que no estaba preparada.

No sé desde dónde vino la cosa, pero de repente todo empezó a cambiar. En el instituto me ofrecieron trabajar unas horas ayudando en la administración, y podía ir a la universidad a seguir una carrera no muy larga que me pudiera preparar para más adelante. Elegí secretaria ejecutiva y dirección de empresas. Venía con una buena preparación, por lo que no se me hacía nada difícil, sobre todo por la ayuda que me daban las profesoras con las que convivía, y que yo les retribuía con otros favores.

Fueron los cuatro años que más influyeron en mi preparación.

Ya había terminado con mis estudios y ahora sí; tenía que buscarme un futuro. Empecé a buscar anuncios, pero no era tan fácil para alguien sin experiencia. A pesar del estudio tenía que buscar algo sin muchas pretensiones.

Cuando estaba bastante decepcionada, una mañana apareció una diosa (en ese momento lo pensé) para solucionar mi problema.

La diosa media cómo 1,80, rubia, unos ojos para perderse en ellos, elegante, con un dejo de autoridad que la hacía sobresalir de las demás. Parecida a alguna de las maestras que había tenido y con las que había terminado llevándome bien. ¡Me gustó! Me gustó porque era el tipo de mujer de la que podía aprender mucho; claro, siempre en el caso que me quisiera enseñar.

El caso es que esta mujer venía por mí. Era dinamarquesa, pretendía a alguien que dominara el idioma, y por datos del colegio donde pasé los tres años, se conectó con el de aquí, y averiguando, yo era justo lo que andaba buscando (claro, si es que le salía bien)

Se llamaba Selena, me revisó como si estuviera por llevarse un caballo, faltó que me contara los dientes. Pidió hablar conmigo a solas, nos dieron una oficina para la entrevista. Se sentó

  • Tengo aquí tu currículo, y si es cierto lo que dice eres lo que necesito, y creo que es lo que necesitas tú. Lo que yo preciso es que seas mi secretaria, que puedas comunicarte con la central en Dinamarca y que me tengas al tanto de todas las comunicaciones. Vas a tener un buen sueldo y un departamento que para ti te va a alcanzar. Según como te portes, puedes ir a más o terminar en la calle. Tú dirás.

  • Sí yo acepto usted debe saber que hay muchas cosas que no sé, pero voy a poner toda mi voluntad para hacer bien lo que usted necesite.

  • Bueno, entonces prepárate que la semana que viene vengo por ti – se paró y después de hablar con la directora, se fue con esa elegancia que la hacía tan diferente.

Las felicitaciones me llovían. Las maestras que de eso ya eran como compañeras me hicieron una fiesta de despedida, con algunas me despedí a solas. Tantos años ahí, era mi hogar y ahora lo dejaba, las lágrimas se me escapaban, alguna me la secaba a su manera, y me hacía notar que era un nuevo camino que tenía que emprender, que me tuviera confianza porque estaba preparada, y si me salía mal, siempre iba a encontrar un lugar para mí para acogerme entre ellas. No era el mejor discurso para que parara de llorar, pero por lo menos sabía que no era esa oportunidad o el vacío.

Cuando me vino a buscar fuimos varias las que lloramos, quedó un poco sorprendida

  • Cuando quieras venir de visita, puedes; no vas a un campo de concentración - le contestó la directora.

  • Es que tantos años con nosotras, que es como si se fuera un pedazo nuestro

  • Bueno, ese pedazo va a poder venir cuando se le dé la gana, no en horas de trabajo, claro – cargamos todo y nos fuimos. Atrás quedaba no un pedazo, quedaba toda mi vida. – parece que te tienen mucho cariño, ¿te vas a adaptar a no estar con ellas?

  • No me queda más remedio, eso duró bastante más de lo normal; ahora me toca andar sola.

  • Si lo miras bien te darás cuenta que tienes una buena oportunidad. Yo ahora necesito a alguien que sepa desempeñarse como una buena secretaria, más adelante veremos. – entramos a un edificio con guardia, metió el coche en una cochera y llamó al portero, nos ayudó a subir las cosas a un ascensor (no era mucho lo que tenía) y llegamos a un séptimo piso, que era donde estaba el que iba a ser mi departamento. Entramos y me quedé sorprendida. Estaba amueblado, una sala en la entrada con una mesa y unos sillones y una tele bastante más grande de la que estaba acostumbrada. Entramos las cosas, y me mostró el piso. Una cocina lo suficiente grande para que entrara una mesa para cuatro. La habitación espaciosa con una cama de dos plazas. El baño muy bien instalado; la seguridad era total, tenía el telefonillo con una pantalla para ver quien me llamaba en la puerta de entrada, y podía cambiar para ver quien estaba en mi puerta la verdad que para mí era un lujo. No sabía que decirle

  • Bueno, el alquiler me lo descuenta del sueldo, espero que me quede para comer

  • No te preocupes que esto va aparte de tu sueldo; lo que sí, cuida las cosas y sobretodo no hagas cosas raras aquí, no me gustaría que hicieras de este departamento un picadero, fíjate a quien traes

  • No, yo no voy a traer a nadie, si no conozco a nadie a quien voy a traer.

  • Quizá alguna de tus maestras te quiera ver

  • Ellas casi nunca salen, es más fácil que yo las vaya a ver allá

  • Claro, pero tendrías que empezar a despegarte de tu pasado, estás empezando una nueva vida y tienes que dedicarte a eso; bueno te dejo para que arregles tus cosas. Mañana te paso a buscar así aprendes el camino.

Se fue, me quedé ahí en un departamento para mi sola, como si fuera la dueña, como si pudiera hacer lo que me diera la gana sin pedirle permiso a nadie. Más allá del trabajo, por primera vez era dueña de mi vida. Estaba excitada, con algo de miedo y contenta. Guardé la poca ropa que había traído y me acosté sin cenar, estaba emocionada. A lo mejor alguna profesora me podía visitar.

Me levanté temprano, la vieja costumbre del internado. Me vestí con lo mejorcito que tenía, quería causar buena impresión. No tenía mucho para elegir, bueno, quizá así se fijarían más en mí que en la ropa. A las ocho y media me avisó Selena que me estaba esperando abajo. Bajé apurada

  • Hola, ¿cómo pasaste tu primera noche afuera? – me preguntó al saludarme

  • Bien, un poco emocionada, es la primera vez que tengo que arreglarme sola sin que nadie me diga lo que tengo que hacer. Voy a tener que acostumbrarme.

  • ¿Te cuesta mucho hacer las cosas sin que te manden?

  • ¡No! No es eso, es que ahora, tengo que comprar lo que necesito, para comer, para limpiar, en fin, para todo lo que hay que hacer en una casa.

  • Oye, ¿qué cenaste anoche?

  • Nada, si no tenía nada, por eso es que le decía que tengo que aprender para saber lo que necesito

  • Pero serás tonta, seguro que tampoco desayunaste, vamos a una cafetería – fue una buena noticia

Tenía hambre y se lo hice notar. Tenía que entrar a las nueve, pero el primer día iba a llegar tarde, tenía excusa. Me estuvo preguntando un montón de cosas de mi vida pasada, le conteste de lo que sabía, lo que me parecía que más le tenía que interesar. Me dijo que con respeto, la podía tutear, me aguantó hasta que devoré todo lo que me habían servido, y de ahí nos fuimos a la empresa.

Era un edificio bastante grande. En la entrada estaba la recepción, subimos al cuarto piso dónde estaba el corazón de la empresa. Una segunda mesa de recepción, frente a una puerta con el cartel de presidencia. Me presentó a Sofía y Anabel, las dos chicas que estaban en sendos escritorios.

Me hizo cruzar la puerta y un escritorio coqueto hacía de contención a los visitantes. Ese iba a ser mi escritorio, más atrás estaba la última puerta para llegar al paraíso (eso es lo que parecía) Un escritorio inmenso. Un rincón donde un juego de sillones invitaba al descanso (o a lo que imaginación diera lugar) una nevera que tenía que revisar y tener siempre llena. En fin; mi jefa sabía cómo vivir. Después de darme todas las indicaciones pertinentes, se marchó.

Revisé por aquí, por allí, pura curiosidad. Tenía un baño de película, no sé porque, se suponía que era un lugar de trabajo; pero darse un baño en ese yacusi debía ser bueno para el cansancio.

Mi trabajo era filtrar los nuevos clientes, constatando la capacidad que tenían de cumplir con lo que ofrecían (la empresa ofrecía la intermediación entre compradores y vendedores de distintos países. Lo que alguien necesitaba, nosotros le encontrábamos distintas opciones entre empresas de mediano porte) lo mío era una especie de averiguación de antecedentes antes de que los tomara como proveedores.

Volvió a las tres de la tarde, me preguntó si había comido, le dije que no ¿Dónde iba a hacerlo? Me dio un adelanto del sueldo y me llevó hasta un súper cerca del departamento, de ahí para adelante me tenía que despabilar sola.

Si bien no estaba acostumbrada a salir de compras, a cocinar me habían enseñado. De precios sabía poco, pero por lo menos le acertaba a lo que tenía que comprar. Llevé como pude las cosas hasta mi casa (porque ya era mi casa) y tuve mi primera cena hecha por mí y para mí.

De ahí para adelante mi vida fue un poco aburrida. Acostumbrada a estar siempre acompañada, ahora me encontraba sola. Me seguía despertando temprano, desayunaba, y me iba caminando las treinta cuadras hasta la empresa. Yo entraba media hora más tarde que las demás (después me quedaba hasta que Selena me necesitaba) pero siempre llegaba más temprano.

Había hecho amistad con Sofía y Anabel y me preguntaban cómo había sido mi vida en el convento (ellas le decían convento) cómo había hecho para ligar con los hombres; cuando les dije que nunca había estado con ninguno, me empezaron a hacer bromas; qué eso lo tenía que arreglar, que tenía que aprender a ligar con ellos; lo bueno que era cuando te la metían por cualquier lado, que no sabía lo que me perdía.

Con Selena cada vez me llevaba mejor (y cada vez me gustaba más) la veía majestuosa, elegante, unas piernas que las empezabas a ver desde abajo, y te indignaba encontrarte con ese vestido a medio muslo que no dejaban ver completas esas preciosidades. Yo le daba cada repaso que me alegraba los ojos. A veces creo que me pillaba y se sonreía, pero después se vengaba, me daba el repaso ella, pero sin cortarse. Hasta una vez me dijo que con la falda un poco más corta se vería mejor.

Mi vida aparte del trabajo no existía, Selena me tenía hasta tarde, el trato con los demás empleados era nulo. Era como si estuviera en otra dimensión, los horarios no coincidían. Me trataba con Anabel y Sofía, pero ahí en la oficina me hacían bromas, pero nunca me invitaron a nada, como que por ser la secretaria de la presidenta tenían que cuidarse.

Cada lunes me acosaban preguntándome si ya había pescado a alguien que me machacara un poco. Eran repetitivas, pero me lo tomaba en broma. Les decía que cuando me soltara sería con todo.

No tenía idea de ir a buscar a nadie, lo mío iba por otro lado, pero para taparles la boca me iba inventar una buena y para eso algo tenía que ver. El ordenador me soluciono el problema. Busqué páginas de porno y había a montones. Ahí encontré de todos los colores y por todos los lugares. Desde escenas creíbles, hasta las más inverosímiles y algunas decididamente asquerosas. Había otras lésbicas que costaba convencerse que no estaban actuando. Me imaginé la película y allá fui

  • Hola chicas ¿Qué tal el finde? – entré caminando con las piernas separadas como si me doliera

  • Nosotras bien, ¿y a ti qué te pasó que vienes destartalada? – me contestó Silvia

  • Ay, no sabes, está vez por fin ligué, pero me parece que exageré un poco, lo hice completo

  • ¿Qué hiciste? Cuenta, cuenta

  • Yo no hice mucho, todo lo hicieron ellos; bueno bah, mamar mamé yo, pero los otros dos, uno por adelante y el otro por detrás me la hicieron ver de todos los colores ¡qué pollones! No creí que entraran, pero una vez adentro ¡qué gusto! Pero ahora me duele un poco. – Silvia se enganchó a preguntarme, Anabel me hacía señas que me callara, era más tímida.

  • Pero ¿qué es lo que te duele mujer?

  • Todo, el coño, el culo, hasta la garganta, que tenían unos aparatos, que había que aguantarlos.

  • Bueno mujer, pero ahora estás completita, te estrenaste por todas partes, no te quedó nada por aprender, estás completa – ahí fue cuando se me ocurrió el ultimo chiste

  • ¿Cómo que no me queda nada por aprender? Todavía no sé cómo comerle el coñito a mi jefa, que está tan… buenaza que ahí sí, puedo pensar que aprendí todo lo bueno. Ni quiero pensarlo, mejor me voy a trabajar, quizá cuando venga le pido que me enseñe – Sofía se reía, Anabel ni me miraba, se habría creído, a ver si estaba celosa, no me parecía que tirara para ese lado. En fin, pasé a mi oficina, y ahí estaba. ¡Selena, mirándome furiosa, casi me meo! No sabía qué hacer, balbuceé

  • Hola, ya llegaste, espera que ahora ordeno tu escritorio – pasé por al lado, entré y ella atrás

  • No, no necesitas arreglar nada. Tu trabajo va a ser recibir a la gente abajo, vas a tener más oportunidades de ligar con tipos que hagan lo que tanto te gusta – me saltaban las lágrimas

  • Selena, no me digas eso, lo que escuchaste no es cierto, pero siempre se burlaban y quise hacer un chiste, si me hubieran hecho eso estaría destrozada.

  • Estarías destrozada o estarías como estabas; bien contenta, y a lo mejor no era tu primera vez, hay que ver cuántas veces te lo montaste.

  • Pero no, cuando me lo iba a montar si me la pasé en el convento

  • No me vengas con eso, ibas a la universidad, y ese ambiente da para todo.

  • Mira si quieres llévame a un médico y te puede decir si es cierto o no.

  • ¿Sabes qué pasa? A lo mejor es cierto que no lo hiciste, pero lo estás pensando. Yo tenía para ti la intención que llegaras a administrar los negocios en España si yo me iba a la central, pero ¿te parece que puedo dejar todo esto en manos de alguien que ande pensando estás cosas?

  • Pero es que yo no pienso esas cosas, lo dije para que me dejaran tranquila, yo nunca haría algo así – no podía contener las lágrimas, me había portado bien y por una tontería, a la calle. Se me quedó mirando con el ceño fruncido.

  • Ahora lloras, algo te comprendo, no tuviste una familia que te educara, siempre tuviste alguien que te dijera lo que tenías que hacer, una vez una, otra vez otra, y tú por lo que me dijeron te adaptabas a todas. Claro, si te hubiera educado una sola, bien o mal sabrías lo que quieres y pelearías por eso, así mira, las chicas de ahí afuera se burlan un poco de ti y tú por quedar bien con ellas, te inventas o tienes una orgía, no vaya a ser que quedes mal con ellas. Un poco te comprendo porque no es culpa tuya, pero lo que no aprendiste en su momento lo vas a tener que aprender de apuro ahora; si es que quieres seguir en la empresa. Es tu decisión

  • Yo quiero seguir, ¿qué tengo que hacer? – pregunté esperanzada

  • Los fines de semana tienes que venir a mi casa, ahí yo voy a tratar de que vivas lo que no viviste de pequeñita y hacer de ti una mujer de provecho, ¿aceptas?

  • Sí, acepto, dime cuando quieres que vaya y ahí voy a estar – respire aliviada. No sé lo que me va a enseñar, pero voy a poner toda mi voluntad para aprender

En la semana seguimos como siempre, me esmeraba para que lo mío saliera perfecto, y ella seguía con ese trato que sin ser despectivo era frio, como si tratara con un ordenador. El viernes a las tres me mandó a casa

  • A las ocho te quiero ver en mi departamento

  • ¿Qué tengo que llevar?

  • Nada, ven cómo te parezca, desde luego no vayas como si quisieras pescar tres tíos – no le contesté me vine para casa y ahora ya estoy lista. En mi vida tuve muchas maestras, no sé, quizá esta sea la última, veremos si la aguanto y me aguanta, que a lo mejor no se lo hago tan fácil. Aunque tengo algo en contra, está rebuena y me gusta a rabiar. Me bajo del taxi en la puerta, toco el timbre y me abre la puerta de abajo para que suba, tomo el ascensor los cuatro pisos, salgo del ascensor y me está esperando con la puerta abierta, nos saludamos fríamente y me hace pasar.

  • ¿Comiste algo tienes hambre?

  • No, no, comí algo a la tarde y no tengo hambre

  • Bueno, entonces vamos a sentarnos al sillón y te explico. Tú no tuviste ni madre ni padre, bueno tener los tuviste que no te trajo la cigüeña, pero como si no; eso no es culpa tuya, pero por desgracia ahora te pasa lo que te pasa, y eso se hace notar. Mira, por un lado, vamos a tratar de suplir esas carencias con un régimen de enseñanza dónde puedas vivir lo que no viviste en tu momento, por el otro, mereces un castigo por las marranadas que por lo menos, pasaron por tu cabeza, que lo que escuché ese día lo dijiste tú, no las chicas. Si estás de acuerdo empezamos ahora y si no, te vas tranquilita, no te quedas sin trabajo, solamente vas a otro puesto – la mayoría de lo que había dicho, no le importaba ni a ella ni a mí, pero una cosa era cierta. O aceptaba o iba a recepción.

  • Sí, te dije el otro día que acepto. Sé que hay un montón de cosas que no sé, pero espero que tú me enseñes, Que seas la madre que no tuve. Que me hagas sentir como hubiese sido si me educara alguien como tú. Que todo ese amor que solo puede dar una madre, me lo puedas dar tú.

  • Eh…eh…para que me parece que me estás agarrando para la coña.

  • Pero no Selena, es que lo que me dijiste me emocionó, ten en cuenta que nadie se ocupó de mí como lo haces tú, nunca una caricia, nunca alguien que me hiciera sentir que era importante para ella, tú lo haces y te tomas el trabajo de pensar en mi futuro – no quise seguir porque le empecé a notar una mirada de maldad que me asustó un poco, después de todo iba a empezar de muy chiquitita.

  • Bueno, ya que estás de acuerdo vamos a empezar. Primero te voy a dar lo que te mereces por decir esas marranadas. Ven aquí – estaba sentada en el sillón – acuéstate sobre mis piernas – me puse boca abajo y ya sabía lo que me tocaba, me levantó la falda y me saco las bragas – uhm…así, una chica como tú, no es que no debe hacer esas cosas, no debe decirlas y ni siquiera pensarlas, y si no lo entiende de alguna manera hay que hacérselas entender, plaf, un azote con la palma y plaf, otro y otro. No era algo que matara, pero el culo me lo dejaba hirviendo. Fueron cinco de cada lado, me paré con lágrimas en los ojos. No es que me haya dolido mucho, pero la humillación también dolía.

  • Esta parte esperemos que te sirva de remedio. Ahora al otro punto. Alguien dijo que la gente es esclava de sus palabras y dueña de sus silencios. Tus palabras fueron que te faltaba aprender a comerme el coño – esa no me la esperaba – pues ahora vas a aprender – se levantó la falda se sacó las bragas y se sentó con las piernas abiertas, yo me quedé con la boca más abierta que las piernas de ella – ale, vamos que hasta que no aprendas vas a tener que repetir la lección – me arrodillé y metí la cabeza donde me estaba esperando. Le pasé la lengua desde el hoyito hasta el botoncito que buscaba su premio – hazlo bien, porque lo vas a tener que hacer todas las veces que haga falta hasta que aprendas – casi me da la risa; después de 22 años viviendo entre maestras, monjas, alumnas, me iba a enseñar ella como se comía un coño, lo que único me faltaba.

Le di una ración en el clítoris que la dejé para el desarme, trataba de no gemir pero suspiraba como una locomotora, le di un repaso por toda la raja, cuando le metí la lengua, ya no le importaba que la escuchara, volví al clítoris un momentito y ya se abandonó, empezó a soltar los jugos como si se estuviera meando, yo había visto orgasmos, y muchos me los tragué pero como este ninguno, joder, parece que lo estaba acumulando de hace rato, había hecho acopio y me lo zampó todo a mí, la verdad no era por quejarme, me gustó mucho. Le di unos lengüetazos para limpiar un poco la zona, y no me creyera una puerca, me separé esperando su beneplácito. Cuando terminó de tomar aire, me miró y me dijo

  • Lo hiciste muy mal, vas a tener que repetirlo todas las veces que necesites hasta que lo hagas bien

Me quedé sorprendida, si hay algo de lo que me podía enorgullecer es de saber comerme un coño. Para mí era humillante, La miré casi con odio, con la suficiente intensidad para que supiera que eso no me lo tragaba. Parece que no lo tomó en cuenta

  • Bueno, esa parte es para arreglar tus desviaciones pasadas. De aquí en más trataremos de que podamos hacerte sentir lo que por desgracia careciste desde tus primeros años. Lógicamente las etapas serán muy aceleradas, pero trataremos que las correcciones vayan tapando esos agujeros que tu educación no pudo rellenar – me dio un poco de miedo eso de como rellenar los agujeros; sé que según como fuera, podía ser muy agradable o muy doloroso.

  • Ven aquí, ahora estás en mis manos – me llevó a la cama del dormitorio, me desnudó y me puso unos pañales para adulto que apenas alcanzaban a taparme el culo. La miraba sin entender - desde este momento puedes hacer de cuenta que eres una beba, mi beba; yo te voy a hacer vivir los momentos que nadie te hizo vivir. Me levantó y me llevó a una canasta grande donde apenas cabía con las piernas recogidas. Me acostó y me puso un chupete en la boca – bueno, aquí te quedas, ahora tu mamita te va a hacer el biberón. Tranquilita que ahora vuelvo. Todo ese tiempo me quedé callada, tenía miedo, no tenía dudas que mi jefa estaba loca. Que me haya hecho comerle el coño, era algo natural, era algo que deseábamos las dos. Pero que me quisiera adoptar como hija a estas alturas, era para un psiquiátrico. Igual, mejor me aguantaba que con esos pañales no iba a llegar muy lejos, a ver si todavía la que terminaba en un psiquiátrico era yo. Volvió al rato con el biberón

  • Cómo está mi bebita, ¿extrañaba a su mamita? Mi amor, mi beba se va a tomar el biberón que le preparó su mama, y nos vamos a la cama que mi nenita tiene que dormir – yo la miraba y no quería hablar, porque no sé si las niñitas que toman biberón ya saben hablar. Creo que este fin de semana va a ser un poco extraño, por las dudas, yo soy una bebita y hasta el lunes no me pidan nada más.

Terminé de tomarme la mamadera y me levantó (es fuerte, voy a tener que andar con cuidado) y me llevó a la cama de su habitación, me acostó con delicadeza, se puso una camisola y se acostó a mi lado, me abrazó y me llevó hasta su pecho

– Mi chiquita, ahora vas a dormir tranquilita que mamita te va a cuidar – yo ni mu – mi bebita quiere chupar la teta y mama se la va dar, toma corazón, toma – me metió la teta en la boca, a pesar del miedo, es lo que más me estaba gustando. Chupé y seguí chupando, no porque me lo mandara, es que estaban de vicio y así seguí hasta que me fui quedando dormida.

Me desperté a la mañana con unas ganas de ir al baño que me costaba aguantarme. ¿llamarla? No sabía, se supone que era una beba que no sabía hablar, ¿mearme? Bueno, los pañales me los puso para algo, me pareció que lo primero que hacen los bebes es llorar. Si realmente estaba loca no le iba a parecer mal, y si no lo estaba me iba a preguntar que me pasaba. Empecé a moverme y a llorar hasta que se despertó.

  • ¿Qué le pasa a mi bebita? – no quería hablar. Juntaba las piernas y me movía llevando las manos a dónde se hacía más evidente, ella como si nada, me acariciaba, me daba besitos, cuando quise levantarme para ir al baño, me sujetó – dónde va a ir mi bebita, a ver si se cae – no peleé más, me meé encima y me quedé con una satisfacción, que me parece que voy a repetir otra vez.

Me quedé quieta, ya no tenía apuro, no es que fuera lindo estar así toda mojada, pero para decir la verdad no era la primera vez, otras veces me pasó (aunque no de pis) ahora tenía que esperar para qué lado salía la loca. Me tuvo un rato así, creo que fue para asegurarse que me había meado

  • Bueno, vamos a cambiarle los pañales a mi bebita que debe estar toda mojadita, seguro que se hizo pis, uhm…que rica está mi nena, vamos que mama la cambia – tenía un baño espectacular, no tanto como el de la empresa, pero para lo que conocía yo, era de lujo. Creo que lo había preparado para mí, había como una mesa en el cambiador que no creo que estuviera siempre. Me acostó ahí y me sacó el pañal, estaba todo mojado, era un asco. Lo metió en el cesto de la basura – Uy, a ver como tiene el conejito, vamos a tener que limpiarlo (hablaba sola, y sola se contestaba) no vaya a ser que se irrite y le vaya a arder la cosita – yo no quería hablar, escuchaba lo que decía la loca y me encomendaba a dios (eso que no era muy creyente)

Primero me lavó bien con una esponja, me secó, y trajo un pote de algo como oleo calcáreo y me empezó a pasar por toda la vagina. Después con aceite para bebe me fue pasando por toda mi rajita, ya no me parecía tan loca cuando me decía – Pobrecita, cómo tiene la cotorrita, cómo supura juguito vamos a tener que curarla más seguido – la escuchaba hablar y me daba miedo, pero sentía lo que me hacía con las manos, y solo me daba ganas de abrir las piernas para que siguiera haciéndolo. No sé, ya estaba al borde del orgasmo, y sería porque no podía retener los gemidos, que en ese momento me salió un ¡mamita me voy! (Que idea la mía) la loca empezó a gritar; me dijo mamita, me dijo mamita, mi bebita está aprendiendo a hablar y me plantó un beso en el clítoris que me hizo correrme como una desquiciada

  • Mi chiquita, te hiciste pis otra vez, uhm…voy a tener que limpiarte de nuevo. Mamita la quiere tener bien limpita a la beba. – volvió a pasarme el olio con delicadeza, encogí las piernas y la dejé hacer, si cada vez que me meaba iba a hacer eso, iba a terminar siendo una meona total. Me envolvió con una toalla y me llevó a la cama. Me terminó de poner talquito antes de ponerme unas bragas que poco me tapaban. Por arriba una camisetita que me tenía las tetas como en un corsé – bueno ahora mi beba se va a quedar en la canastita y va a aprender a pedir pis, y mama la va a llevar.

Recién estábamos en sábado, y yo en una canasta toda encogida, en manos de una desequilibrada con ganas de ser madre a como sea. Me tuvo toda la mañana mirando dibujitos. Me dio ganas de mear – Pis; pedí, pasó de largo y ni caso me hizo, parece que estaba cocinando. No sabía si en el menú ya podía caminar, pero si no iba me meaba encima. Probé a levantarme en el momento que se asomaba

  • ¿Qué va a hacer mi beba? ¿no ves que te puedes caer? Todavía no estás lista para caminar, tienes que aprender a obedecer lo que mama te diga, se merece un chas chas – me agarró con una facilidad asombrosa, me puso sobre las rodillas para darme unos azotes en el culo. Era una situación ridícula, pero si lo quería así yo también podía poner mi parte. Empecé a berrear y a patalear como si me estuvieran matando, se quedó cortada, pero se recuperó – tienes que aprender a obedecer lo que te mandan los mayores, sino cuando seas grandes vas a hacer tonterías – yo estaba en mi papel de bebita, que ella se aguantara en el papel de mama, seguí llorando, lo malo es que me meé.

No fue un poquito, venía aguantando de hace un rato, y una vez que se me escapo un poco, me pareció que tanto daba, la dejé perdida. Que se jodiera quería una cría, pues ya la tenía, aunque me parecía que a mi culo no le iba a hacer ninguna gracia. Me miraba como seguía llorando y pataleando y de paso como me seguía meando, me sorprendió, me levantó de la barbilla y me dijo dulcemente

  • Eso pasa por no avisar a tiempo a mama, no lo hagas más sino quieres que te castigue, vamos a ver como limpio todo, y vamos que te cambio, - se levantó y recién se dio cuenta del charco y como había quedado ella – Joder con la niñita, buena vejiga que tienes

Me llevó al cambiador y me lavó toda con una sonrisa socarrona, me volvió a poner en la canasta y se fue a limpiar. Hasta este momento no lo venía pasando tan mal. Pero con la loca cualquier cosa.

A la hora de comer me sentó en su regazo y fue dando la papilla. Me la tuve que tragar. Dos veces a la tarde le pedí pis, me bajó las bragas, me agarró las piernas desde atrás y me hizo mear mientras me miraba por arriba del hombro, con la cara pegada a la mía. Eso me ponía un poco.

Después de la cena, me bañó. Fue en la bañera sin usar el yacusi, me dio una buena refregada, y yo esperanzada en que fuera como la noche anterior, recogía las piernas dejando todo a la vista, esta vez no hubo premio. Me envolvió en la toalla y me acostó con unas simples bragitas. Lo peor que su espíritu de madre la empujó a darme la teta nuevamente (algo que me gusta, pero si después viene con algo más). Me costó dormirme, tanto que mientras me tenía la cabeza abrazada contra la teta, y yo me hacía la dormida, pude notar como la otra mano se perdía entre las piernas, haciendo esas cosas que a veces hacemos cuando estamos solas y calientes.

A la mañana me desperté como siempre; con ganas de mear. La sacudí pidiendo pis, se levantó de un salto y se puso en la puerta de la habitación, se agachó sonriendo

  • A ver mi nena, seguro que si se pone aprende a caminar, venga dónde está mamita – no sabía qué hacer, eso era ridículo, pero yo podía se ridícula. Me puse boca abajo y me fui bajando de la cama, apoyé los pies en el suelo, pero cuando me di vuelta me senté en la cama, le dije no con la cabeza.

  • Uhm…mi preciosa tiene miedo, pero ahora ya es grandecita, si se hace pis, mama la va castigar con un chas chas en el culito – me miraba sonriendo con los brazos extendidos. Empecé a dar unos pasitos vacilantes y me paré, estaba agachada esperándome, di un paso, luego otro y otro salí corriendo como si fuera caerme, la llevé por delante y la tiré a la mierda. Quedé abrazada arriba de ella, creo que le había dado con la cabeza en la nariz, algo le dolía, pero no era como para que se diera cuenta una bebita. Así qué nos quedamos con la cara pegadas, casi nos estábamos besando, pero tenía la nariz muy colorada. Me gustaba, pero no así. Me empujó al costado – bueno, vete a mear que a caminar ya aprendiste

  • No me llevas, mira si me voy por la taza – le dije sollozando

  • No te preocupes que si te caes por ahí yo tiro la cadena – se estaba agarrando la nariz, le dolía

  • Mala madre – me fui apurada al baño porque ya me estaba meando, y no sé en qué plan seguíamos

Parece que eso la calmó. Es cierto que me le fui encima pero no la había golpeado a propósito, creo que se daba cuenta, me sirvió el desayuno, pero parece que había crecido, me lo tuve que tomar sola.

Estaba de mal humor, pero no me echaba la culpa a mí, comimos hablando normal

  • Mejor te vas después de comer, así arreglas algo en tu casa

  • Sí, a lo mejor todavía tengo tiempo de comprar algo. Pero esto ¿cómo sigue?

  • Cómo dijimos, esta semana diste un paso, pero te falta lo más importante, cuando empiezas a crecer que es cuando se te meten las cosas más absurdas y de las que tienes que tener cuidado.

  • ¿Absurdas cómo aprender a comer un coño?

  • Eso es un castigo por tu incontinencia verbal, no puedes estar en una empresa y andar diciendo a los gritos esas cosas. Y si la quisiste decir ¿por qué me metiste a mí? ¿Querías aprender? ¡aprende!

  • Entonces la semana que viene ¿qué hago?

  • Ya te voy a decir, pero vienes para aquí. Ah…de esto espero que no se entere nadie, si no quieres ir a limpiar los baños

Después de almorzar me vestí con mi ropa y me tomé un taxi. Compré algo para cocinar y me fui a mi casa. Tenía poco para hacer, preparé algo para comer sentada en el sillón. No tenía gana de ver la tele, pero tenía ganas de pensar. Pensar en esto que me estaba pasando. En un momento me dio miedo su comportamiento. Tiene tendencia a la dominación, aunque cuando le di el cabezazo no reaccionó mal, diría que reaccionó demasiado bien, con la fuerza que tiene me podía dar una paliza, no como esos azotes de cuentos que me da, que no es que me gusten, pero son más coreográficos que otra cosa.

Qué tendrá para la semana que viene, ¿iré, no iré? Tengo la semana para pensarlo, no deja de ser una humillación eso de comerle el coño; está bien que me fui de la lengua, pero hacerme hacer eso, y sobretodo decirme que lo hago mal, eso es indignante. En su puta vida va a comer un coño como lo hago yo, y lo sabe.

El lunes volvimos a encontrarnos y como si nada, Sofía le preguntó que le había pasado en la nariz y le contestó que no le importaba. Se quedó cortada, yo le regalé una sonrisa. Ella fue la que me tiró de la lengua ese día, sabiendo que Selena ya había llegado. Anabel me quiso avisar y yo no supe entenderla. Igual, por otro lado, ahora estoy más cerca, no sé si para bien o para mal, pero más cerca.

La semana pasó casi sin darme cuenta. El jueves a la noche Selena me avisó que el viernes no fuera a la empresa a la tarde, y que hiciera la compra y lo que necesitara. A la noche me quería en su casa - No sé si voy a ir – le contesté para que no se creyera que me tenía dominada

  • Silvia. No seas tonta, no tienes opción, aquí tienes un futuro, y con lo que te puedo enseñar yo, vas a terminar aprendiendo mucho de lo que nadie te enseñó.

  • Ya veré – le contesté irritada de su petulancia. A la tarde fui a hacer las compras de la semana, me duché, me vestí como para ir al trabajo, tomé un taxi y me fui a su casa.

  • Pasa, te estaba esperando – me recibió con la seguridad de que iba a ir, me dio ganas de marcharme, pero que me iba a marchar si me gustaba un mogollón. - ¿practicaste para la primera parte o sigues haciéndolo así de mal? – la miré furiosa.

  • No tengo con quien practicar, y lamento que no te pueda llevar al orgasmo, así que esta parte perdónamela y si quieres empezamos con lo otro

  • No, no, con lo otro vamos empezar cuando toque. Lo primero es lo primero, y yo te tengo que enseñar lo que no sabes. Anda, yo ya estoy preparada. A ver si aprendiste algo nuevo. – estaba sin bragas, se sentó en el sillón y abrió las piernas. Me estaba esperando con el coño soltando baba, la miré con fiereza, y ahí fui. Metí mi lengua dentro de su coño, mientras que con los pulgares le abría los labios gruesos, la almeja abierta así estaba para sacarla en un almanaque. Yo estaba segura que por muy dura que se quisiera hacer no era capaz de aguantar una buena chupada mía. Le fui recorriendo toda la raja hasta llegar a su promontorio para empezar a trabajárselo, saltaba como una langosta. Me tomé la licencia de meterle dos dedos en la cueva y soltarlos a explorar. Se los metía y sacaba, mientras buscaba esa rugosidad que había encontrado en otros coños. La llevaba al borde del orgasmo y se lo cortaba pasándole la lengua por la raja sin tocarle el clítoris. Se lo hice tres veces

  • Silvia, te dije que tienes que pasar la lengua por ahí – me gritó mientras me llevaba al clítoris

  • Si lo hago mal dime que pare – le grite entre lengüetazos, me contestó entre suspiros

  • No, no, sigue que estas aprendiendo – me agarró de los pelos y me apretó tanto contra su coño, que aunque no quisiera, todo lo que de ahí salió me lo tuve que beber. Me miró furiosa – Ves, ves, haces las cosas como a ti te gusta, pero se supone que esto era para que me guste a mí. No me gustó

Me dio ganas de mandarla a la mierda, a ver si encontraba otra que le chupara el coño mejor que yo.

Seguimos con la segunda parte, resulta que ya tenía como siete años. Un año por día. No iba a tardar tanto en alcanzar mi edad. Me puso una faldita que apenas me tapaba el culo, la camiseta se supone que tenía que llegar hasta la falda si no se le cruzara un par de tetas en el trayecto, me quedaba colgada que parecía un telón para mi ombligo.

Cenamos, y me llevó a ver una película en el televisor de la habitación. Era una comedia, que no estaba tan mal. Se sentó apoyada contra el cabecero, me metió entre medio de sus piernas para hacerme recostar contra ella. Sentí sus tetas contra mi espalda, eso me ponía mala y me hacía olvidar el enfado por decir que no sabía comer un coño.

Me tenía abrazada, con una mano apoyada en mi teta. De ella nunca podía saber. Fui dejando caer la cabeza sobre su hombro hasta quedar con las caras pegadas. Ella fue dejando caer la otra mano por mi abdomen hasta apoyarse en mi muslo. Abrí un poco las piernas dándole un aviso de lo que esperaba. Me pellizcó la teta con suavidad mientras los dedos se filtraban por debajo de las bragas. Junté más mi cara contra la suya, giró repasándome con los labios.

  • ¿Estás aburrida? - Me preguntó – si estás aburrida nos acostamos.

  • No, si la película está muy linda, mejor la seguimos viendo – ni idea tenía de la película.

  • Entonces vamos a verla hasta que acabe. – unos dedos habían invadido mi raja, mientras otros, magreaban mis pechos con sabiduría. Me costaba no hacer notar mis suspiros, pero tenía años de entrenarme en esos silencios, dominaba mejor los ruidos que mi cuerpo, me hacía temblar como una hoja, me fue metiendo un dedo sin descuidar mi botoncito y eso me ponía a mil. Podía correrme sin hacer barullo, pero al tener la cara pegada, mi respiración me vendía – parece que te está emocionando la película – por arriba me amasaba la teta y allá abajo parecía que tocaba un piano. No le sacó ninguna nota, pero los fluidos que me hizo brotar parecía que estaba en la playa. Terminó la película y nos quedamos un rato más así pegadas.

  • Bueno. Estuvo muy linda, pero tenemos que dormir – cuando nos movimos se hizo cómo si se diera cuenta que estaba mojada – Pero, te hiciste pis, eso no puede ser, vas a tener que aprender, ya eres grande – me sacó las bragas y me dio dos azotes, y yo lloré cómo si me hubiese descalabrado

  • No hagas escándalo y aprende – me secó con una toalla, pensé que me iba a llevar a lavar, pero no, me acosté boca abajo sin parar de llorar – bueno, bueno, no es para tanto

  • A ti porque no te duele, pero tienes la mano pesada y la tomas con mi culo – me lo acariciaba

  • A ver si con estos besitos se te pasa – me lo agarró y me dio dos besos, que más parecieron chupones. – pero no te pienses que siempre te voy a consolar. Así que pórtate bien

Hice cómo si se me hubiese pasado lo que nunca me dolió, paré de llorar y me abrazó por la espalda, me tenía bien agarrada de la cintura en posición de cuchara, como al descuido tiré el culo para atrás. No estaba acostumbrada a reprimirse, escuché un gemido que no pudo evitar, se quedó un rato quieta esperando que me durmiera. Me hice la dormida, pero se sentó en la cama. Pensé que había abandonado, pero al rato la sentí abrazarme de nuevo, pero esta vez estaba toda desnuda. Se pegó a mí y se empezó a mover despacio, me tomó de las caderas dejando mi culo a su disposición, supongo que hacía lo posible por no despertarme, pero cada vez se movía más rápido, los jadeos eran más ruidosos, se separó para besarme desde el cuello siguiendo por mi espalda hasta llegar a mis nalgas, la chuponeo con ansias, se subió arriba mío, parecía que lloraba, empezó a moverse frenéticamente, o no le importó que me despertara, o pensó que estaba muerta. Sentía su clítoris sobre mis nalgas y su boca besándome el cuello, sus jadeos me hubiesen vuelto a la vida. Me quedé quieta sintiendo como me iba mojando, cada vez se fregaba más rápido y con más violencia hasta que soltó un gruñido y se vació en mi culo. Sentí su corrida como se esparcía por mis nalgas, apoyó su cara contra la mía, me chupó la oreja mientras iba recobrando el ritmo respiratorio, no se movió más y se fue quedando dormida. A mí me costó un poco más, me quedé excitada.

Me desperté con ganas de ir al baño. Me moví despacio y pude levantarme sin despertarla. Hice mis necesidades y me di una ducha ligera para sacarme lo pringado del día anterior. Volví a la cama y ya estaba despierta

  • ¿Ya te quieres levantar o nos quedamos hasta más tarde?

  • Como quieras, tu eres la que manda – me quedó mirando fijamente

  • Voy al baño y ya regreso, quédate acostada – no me caía mal quedarme un rato más, volvió enseguida y se acostó a mi lado.

  • ¿Dormiste bien esta noche? – me preguntó

  • Si, porque me preguntas

  • Es que soñé, y cómo soy sonámbula, quizá te molesté – la miré como sorprendida

  • ¿Y con quién soñaste?

  • No sé, sueño que hago cosas, pero al despertarme se me borra y no me acuerdo, ¿no te pasa?

  • No, yo anoche también soñé, pero me acuerdo, claro que son tonterías que nunca pasan.

  • Bueno, vamos a dormir un poco más, total es sábado y solo tenemos que repasar un poco el danés

Me abrazó y me llevó contra ella, pensé que tenía algo en mente, pero no, enseguida se quedó dormida y no tarde en hacer lo mismo.

Me desperté cuando me llamó para el desayuno. Era tarde, tan tarde que después pasamos el tiempo con unos juegos en idioma danés hasta casi la hora de cenar. Estaba un poco aburrida, a pesar que me gustaba me sentía como maniatada esperando siempre lo que quería ella, y sabiendo que no siempre quería lo que quería yo.

Cenamos temprano y me llevó a ver una película en la sala, me hizo sentar como el día anterior, entre sus piernas. Ya me estaba preparando para que me metiera mano, pero aparte de tenerme abrazada no avanzó como yo esperaba. Termino la película y ya era hora de dormir

Las dos estábamos en bata. Se la sacó para ponerse la chaqueta de un pijama lleno de transparencias, se la veía divina; divina y muy comestible. Yo tenía una muy parecida, por abajo, en bragas íbamos las dos. Estaba un poco ansiosa, tenía ganas de algo, no sabía qué, pero tenía ganas.

  • Ojalá que esta noche no sueñe, no sé lo que podría hacer

  • Pues yo, ojalá vuelva a soñar lo mismo que ayer, pero hasta el final, me quedé con las ganas

  • ¿No me lo puedes contar? a veces los sueños ayudan a saber lo que realmente deseamos

  • No lo creo y no te va a gustar.

  • Cómo sabes qué no me va a gustar, cuéntamelo y te digo, aparte que nadie sueña lo que quiere

  • Es que soñé contigo, y tienes razón, no fue a propósito, pero a lo mejor no te gusta

  • Bueno, porque no me lo cuentas y te digo si me gusta o no me gusta, a ver ¿qué soñaste?

  • ¿Viste cómo ayer me acariciabas el conejito? Pues soñé que te lo acariciaba yo a ti y te gustaba tanto como me gustó a mí – se mordió el labio, se veía divina

  • Y mientras me acariciabas, ¿te gustó?

  • Sí, me gustó. Pero viste cómo son los sueños, en el mejor momento, no sé, se cambió el sueño en la mejor parte y no pude terminar.

  • ¿Y para ti cuál sería la mejor parte?

  • Y que a ti te gustara cómo a mí ayer, me quedé con las ganas, te veía tan linda

  • ¿Te gustaría hacerlo despierta?

  • Sí, pero seguro que si te toco me pegas

  • Si te lo pregunto es que no te voy a pegar, si te gustó a ti, quizá también me guste a mí, ¿a ver cómo lo haces? – se puso boca arriba con las piernas separadas. Estaba caliente y me tuvo caliente a mí haciéndose la maestra. La quería ver sufrir un poco

  • Pero ¿de verdad no me vas a pegar?

  • Te dije que no te voy a pegar, anda, empieza – estiré la mano, pero volví a parar

  • Si no te gusta, dime que pare, pero no me pegues – estaba impaciente y me lo hacía notar

  • Qué no te voy a pegar, empieza de una vez, quieres – me gritó, pensé en torearla un poco más, pero ya estaba muy sacada. Me puse al lado y fui deslizando la mano desde el pubis entreabriendo los labios, le pasé los dedos por el clítoris y soltó un gemido, saqué la mano rápido. – fue una cabronada

  • Perdona, si te lastimé fue sin querer, no me pegues – con carita de asustada, me miró furiosa

  • No te hagas la idiota, ven para aquí, quítame las bragas y quítate las tuyas, y ya – me lo dijo en un tono como para no seguir con la tontería. Hice lo que me mandó y me subió a caballo sobre su pierna, dejando su mano entremedio – a ver si tu sueño valió la pena.

Llegó la hora de hacer lo que tenía ganas, le pellizqué un poquito el botoncito, y un estremecimiento le recorrió todo el cuerpo, fui recorriendo su vulva por el camino que me llevaba a su cuevita, cuando llegué le metí dos dedos hasta el fondo, estaba lubricada de más, parecía una fuente. Quizá por reflejo la mano de ella encontró donde meter sus dedos en la fuente que más cerca tenía, que era la mía. Ya no movíamos solamente la mano, movíamos todo el cuerpo, con la otra mano me acariciaba el culo y eso me ponía loca. Le besé el cuello, le mordí la oreja mientras seguía haciendo mi trabajo con los dedos. Con un dedo le empecé a acariciar el ano, parecía que le latía y yo estaba demasiado caliente como para pensar. Dejé el pulgar atendiéndole el conejo y con el dedo corazón fui a buscar sitios más profundos. Pegó un saltito acompañado de un gruñido cuando se le coló el dedo, me separé para mirar si tenía que salir corriendo, pero la vi en trance con los ojos cerrados. Con la otra mano le ataqué el clítoris, no opuso resistencia, pero en mi coño, dónde había dos dedos, había agregado otro con ganas de más.

Fue una danza pagana, nos contorsionábamos no para escapar, empujábamos buscando más, había apoyado la mano sobre la mía para tener más contacto. Cerré los ojos buscando el placer en el tacto. Rebusqué en su intimidad el disfrute que estaba sintiendo en la mía, sentí cómo apretaba mis dedos tanto con su esfínter como con su vagina. Se apoyó en los talones y formó como un arco todavía conmigo sobre su pierna. Sentí como corrían sus flujos por mi mano y no aguanté más, la cabalgué buscando el mismo placer que le había dado a ella, y me corrí como si fuera la primera vez.

Nos quedamos abrazadas. Me agarró de la nuca y me dio un beso y me preguntó

  • ¿Era esto lo que querías soñar?

  • Parecido, no me atrevía a tanto, esto estuvo mucho mejor – saqué los dedos de su almeja y los chupé

  • ¿Por qué haces eso? – preguntó extrañada

  • En mi sueño lo probaba y me gustaba el sabor de tu conejito, y quería saber si es cierto – era una tontería, cada vez que le comía el coño la saboreaba un rato, pero ahí la iba de niñita.

  • ¿Y te gusta?

  • Sí, es rico, ¿nunca lo probaste?

  • No, pero ahora lo voy a probar – me volvió a besar, pero esta vez forzándome con la lengua, me hice un poco la ingenua – Uhm…cuando seas más grande te voy a tener que enseñar a besar.

  • Para qué esperar, podías empezar ahora – y empezó; una lección de besos como para Wikipedia, No pasamos de ahí, pero ya sabía que eso de que tenía que enseñarme a vivir, era una forma de enseñarme a vivir con ella. No me parecía mal tanta fogosidad, pero a veces me daba miedo.

A la mañana cuando me desperté me estaba mirando seria. No quería decir nada porque vaya a saber conque humor había amanecido, parecía que estaba pensando.

  • Por fin te despertaste. Vete a vestir, hoy tengo que hacer unos trámites, puedes irte a tu casa – no sé lo que había cambiado, pero lo de los trámites no me lo creía, pero ella era así. Mi ropa la tenía en el vestidor, me di una ducha y salí del baño vestida como para irme. Le di un beso en la mejilla como saludo. Cuando estaba por abrir la puerta me tomo del brazo me apretó contra la pared y me beso. Fue un beso apasionado, metió la lengua hasta el fondo y cuando pudo enganchar la mía succiono como para quedarse con ella. Tanto fuego tenía que calentarme, bajé las manos hasta su culo y la apreté bien contra mí. Gimió, no sé si de gusto o porque le dolió. Me beso con más ardor, yo ya estaba entregada a lo que quisiera. De pronto se separó y mientras le corría una lagrima dijo

  • Esto no tendría que haber pasado, vete ya. – me di cuenta que el reproche fue para ella no para mí

Me marché completamente desorientada. Desorientada y caliente, ¿qué le pasaba a esta mujer? Y que me estaba pasando a mí. No podía negar que me gustaba y a pesar de las tonterías que me hacía hacer, cuando estaba con ella me sentía mejor que nunca. Me fui caminando hasta mi casa, Iba pensando que a lo mejor se le habían quemado los papeles, que lo que primero tomó como un juego, ahora como yo, estaba sintiendo lo que no quería.

Volví con este relato que espero que esté al gusto de ustedes

continuara