Mi Jared definitivamente ya es un hombre (Parte 2)
En el relato anterior a este les comentaba cómo fue que inicie la intimidad sexual de mi hijo. En esta ocasión les contaré como fue que finalmente me hizo suya, y cómo fue el verdadero inicio de un amor intenso.
Les prometí contarles cómo fue que transcurrieron los años y cómo es que mi hijo y yo nos vemos y convivimos en la actualidad, así que iré por partes y en esta ocasión me ocuparé de contarles lo que sucedió en continuación a lo ocurrido en aquel viaje a El Salvador.
Al día seguido de aquella noche todo transcurrió con normalidad, con un poco de pena al despertarnos juntos, pero ninguno de los dos hizo comentarios al respecto y tratamos de demostrar estar conscientes de lo sucedido, pero sin que eso afectará lo que era nuestra normalidad hasta aquel entonces. Todo estuvo normal, disfrutamos del viaje y regresamos a casa sanos y salvos.
En las siguientes dos semanas todo estuvo normal, yo regresé al trabajo y él a sus clases de la escuela como si nada hubiera pasado. Verdaderamente, yo me quedé petrificada durante todos esos días. Cada día que Jared se iba y venía de la escuela yo pensaba en que aquello había estado mal, en qué pensará Jared de su madre y qué tipo de respeto podía exigirle a partir de ahora; pero muy por dentro yo todavía me sentía excitada por lo que había ocurrido, y es que aquella verga de mi bebé había sido la mejor verga que me he comido en todo lo largo de mi vida.
Como de costumbre, yo solía lavar la ropa de Jared, incluyendo la interior, y en ocasiones podía oler sus fluidos de hombre; lo cual era simplemente fabuloso, volaba con sus boxers oliendo a lechita de hombrecito. Pero lo que en esta ocasión importa es que, un miércoles por la tarde mi hijo me llama al salir de la escuela y me pide permiso para ir a casa de un amigo (muy guapo y de mucha confianza, por cierto) y que aparentemente habrán bebidas y videojuegos incluidos. Yo le dije que estaba bien, pues mi hijo siempre se ha ganado mi confianza por ser tan honesto respecto a estas cosas, pero que no se fuera a pasar de copas porque mañana tendría que ir a la escuela y siempre es un desafío que él se levante muy temprano con resaca. Él me dijo que estaba bien, que afortunadamente no tenía tareas para el día siguiente y que por esa razón iban a provechar para relajarse un poco. Accedí y él se fue tranquilamente con su amigo, y yo seguí laburando hasta finalmente llegar a casa.
Ya instalada en casa, a eso de las 20:30 me llama Jared y me pide permiso para quedarse en casa de su amigo; a lo cual yo me niego, pues debe ir a la escuela mañana temprano y no tiene ropa limpia, ni almuerzo, ni dinero como para quedarse donde su amigo e irse con él a la escuela el día siguiente. Trata de convencerme, y ya se escucha que mi bebé está ebrio y su tono de voz me hizo recordar aquella deliciosa noche que pasamos juntos en El Salvador. –No, mínimo me hubieras dicho desde un principio, para llevarte tus cosas y que te quedarás más tranquilo. “¿Te puedes regresar en bus, o quieres que vaya por ti?” -Le comenté. –“Ánda ma, déjame quedarme solo por hoy. Ya no hay quien me lleve, y no me quiero subir así al bus.” -Me dijo él. –“Yo voy por ti, no hay problema. Todavía no me he puesto la pijama” -Le dije yo.
En realidad, no tuve intención alguna de provocar a mi hijo o de fastidiarle su noche de chicos para mi beneficio. Él tenía que ir a la escuela y yo solamente dije la verdad en aquel momento, aun no me quitaba mi uniforme y ponía mi ropa para dormir. Pero en el momento que salieron aquellas palabras de mi boca, el tono y las intenciones de mi hijo parecieron cambiar. –“Muy bien, acá te espero.” Me dijo con un tono de voz más serio, como si se tratase de un encuentro entre mujer y hombre, y no como suele ser el ambiente telefónico entre madre e hijo.
Me puse mis zapatos cómodos para manejar y un suéter ya que para aquel entonces ya iban a dar casi las 21:00 horas y había mucho frio en la calle. La casa de Víctor, el amigo de mi hijo, no quedaba tan lejos si no se encontraba con el tráfico cotidiano entre semana; pero como ya era de noche, la calle estaba libre y en 25 minutos llegué a su domicilio por Jared.
Desde el auto escucho la música y parecía que el ambiente en casa de Víctor ya estaba bastante alegre. Llamo a Jared, y a la tercera llamada por fin me contesta y me dice que sólo se despedirá y saldrá. Debo mencionar que yo no me encontraba enfadada en absoluto por aquella situación, pero el llegar y ver que no se trataba de una simple reunión de chicos me molestó, porque Jared no solía mentirme con respecto a ese tipo de comentarios; y encima de eso, no me contestaba el teléfono.
Cuando por fin se sube al carro le digo: “Vaya que era una simple reunión de chicos, con razón ni te querías regresar a la casa”. –“Ay ma, la intención no era esa, pero vinieron unos amigos y amigas de Víctor que ya no veía de la escuela donde estudiaba antes” me comenta él. –“Ah con razón te querías quedar, de plano no están los papás de Víctor y querían aprovechar a saber ni qué cosas” le digo yo molesta. –“No seas exagerada, como que no hubieras tenido nuestra edad tú también” me dijo en un tono burlesco. –“Pues por eso mismo te lo digo Jared. Si vas a andar haciendo cosas por lo menos te pido que te cuides y que pienses bien con qué tipo de persona te estas acostando. Siempre he sido muy abierta contigo respecto a esos temas porque es importante que no andes de irresponsable por ahí”.
Después de decir aquello hubo un momento de silencio muy tenso, hasta que pensé en que Jared solo era un adolescente y en realidad no había ninguna razón para estar molesta, ya que venía aquí conmigo sano y salvo. –“Pues Víctor sí parecía que iba a tener sus aventurillas esta noche, pero yo no ma. Ya sabes que siempre he puesto atención a esos temas y sólo conocía a una amiga de Víctor, que en realidad no es mi tipo” me dijo ya más tranquilo Jared. “Aparte, yo ya tengo a mi chica en casa para todos los días” finaliza con un tono serio, pero entrecortado por los nervios con lo que se atrevió a decir aquello.
Se imaginan mi rostro en aquellos momentos, yo no sabía ni como reaccionar; y gracias a dios ninguno de los dos iba viéndose directamente. Pero en ese momento sentí el mismo fuego que sentí aquella noche en El Salvador, mis pezones fueron los primeros reaccionar. –“Así que por eso te decidiste por venirte para la casa entonces” le pregunté. Hubo 3 eternos segundos de silencio hasta que finalmente respondió: “Sí. La verdad es que todavía quería beber, pero no tenía muchas intensiones de quedarme en casa de Víctor.
– “Ay Jared, así cambia la cosa, pero no cambia el hecho de que mañana tienes clases; y así con esa ropa sucia y todo maloliente a alcohol no te podría dejar ir” le dije yo. “Ánda ma, pásame comprando otra cerveza. Ya la última, me baño y me cambio. Aprovechando que ya estaré en la casa” me dice él. Lo digo que no, trata de convencerme como nene berrinchudo, lo pienso y por fin accedo a comprársela, ya con la cabeza y los pensamientos calientes. –“Una” le digo. –“Dos” me dice con sus ojitos de nene berrinchudo. –“Ay Jared, ya ves… Bueno tres te voy a comprar y de paso me compraré dos para mí, porque hoy si vengo cansada y tú todavía me haces salir” le digo yo, ya convencida de que Jared me estaba dando buena confianza y de que mi rol de madre debía de ser más flexible.
Pasamos por las cervezas y ya nos instalamos en la casa. Jared se dirige directo a su cuarto y yo al mío a finalmente quitarme la ropa y ponerme cómoda para descansar. Me pongo mi ropa para dormir y me dirijo al sillón a prender la televisión y a tomarme mis cervezas. Después de 15 minutos llega Jared y me dice: “Kaly, ¿qué vamos a ver hoy?”. El hecho de que me llamase por mi nombre me excitó tanto, a pesar de que él solía llamarme así seguido. Aquel jovencito ya estaba en su pijama y se veía tan adorable jugando al hombrecito. –“Busca algo tú, yo no encuentro nada” le digo y lo jalo para que se recueste en mis hombros, mientras le doy un trago a mi cerveza. Se recuesta y rápido se levanta para seguir cambiando de canal, cuando finalmente me dice: “Mami, yo la verdad es que quería comentarte algo”.
–“¿Qué sucede? Le pregunto, ¿Pasó algo en casa de Víctor? –“No nada de eso, es lo que pasó después” me dice. –“¿Cómo que después, si después te fui a traer yo? –“Sí es eso, es lo que te dije en el carro”. Yo me quedé en silencio y esta vez sí lo veía a los hijos mientras hablaba. “Yo me quiero quedar a dormir contigo nada más” me dijo finalmente. –“Jared, aquí estoy. Tómate tus cervezas, que muchas ganas tenías, y luego nos vamos a acostar. Por eso no hay pena” le dije yo. “Kaly, es que te quiero hacer el amor” me dijo mi bebé y yo volé en ese momento.
La verdad no sé si fue el alcohol que él había consumido, la valentía con la que me lo dijo, las ganas con las que me había quedado desde nuestro último encuentro o instinto puro; pero en aquel momento me lance hacía él y le clave un profundo y delicioso beso en los labios. Para ese entonces, ya no me importaba nada y el sabor y olor a alcohol en su aliento me prendía más (he de admitir que siempre me ha excitado sentir el olor a alcohol en los hombres). - “Yo también quiero que me hagas el amor bebé” me atreví a decirle.
Nos dirigimos a su cuarto, ya que él insistió y yo no me negué pensando en la fantasía que mi bebé debía de tener de hacer el amor en su propia habitación. Me senté en la orilla y rápido se acerca a agarrarme la cabeza y restregarme su verga en la cara, dentro de su pijama. Se sentía delicioso ese bulto, ese trato me provocaba porque ese era mi hombrecito. –“Ay mami, qué ganas tenía ya de tenerte así” me dice Jared, mientras por fin se saca la verga y me la mete suavemente a la boca.
Se la chupé por un buen tiempo hasta que me decido por acostarme en la cama y traerme a mi bebé encima. -“Venga bebé” le digo. –“Quiero mis tetitas mami” me dice él, y yo le digo que las chupe. Me comienza a chupar los pezones y de verdad yo no podía con aquella sensación tan deliciosa. No solo la verga de mi bebé era la más rica que había probado en mi vida, sino que sus labios eran los más ricos que había sentido en mis pechos. Eran los labios de mi bebé y él los chupaba como si aquellos pechos fueran el primer y último alimento de su vida.
Jared se sube a besarme en los labios y me dice: “Ya es hora mami”. Agarra su miembro y comienza a sobarme suavemente los labios vaginales. Aquellos gemidos eran los más placenteros de mi vida, y a pesar de eso, muy realistas. Finalmente comienza a introducirse dentro de mi suavemente y cuando ya está dentro suelta un suspiro de campeón.
Mi bebé comenzó a darme muy suave y era evidente que era un primerizo. Aquella situación no se daba para estar pensando en otras cosas, pero rápidamente pensé en que seguramente yo era la primera mujer de mi hijo. –“vamos bebé, tú puedes” le decía yo, y ver sus expresiones realmente me confiaba que mi bebé era un campeón. Me lo metía y sacaba cada vez más rápido y el gemía cada vez más intenso. –“Vamos bebé, tú eres mi campeón” comencé a gemirle, porque en ese momento yo estaba demasiado excitada y veía a mi hijo como si él hubiese sido el primero en llegar a la meta en una carrera; era mi campeón. –“Ay mami, te amo, te amo” me decía mi Jared. “Mami, te amo. Ya me vengo”. –“Vente mi bebé, dale a tu mami qué tu puedes” gemía yo como loca, a punto de llegar al orgasmo en el mismo instante que mi hijo. –“Ay mami, ay mami, ay mami” decía mi hijo, mientras se descargaba a chorros dentro de mí; y al mismo tiempo yo me venía con él. “AHHHHHHHHHHH…” se escuchó el último gemido de ambos, en la misma tonalidad de satisfacción de haber cumplido con un deber inconcluso, pero necesario de realizar.
Mi Jared se acostó en mi pecho y quedamos así durante unos 3 minutos; yo acostada con las piernas abiertas y él encima de mí, mientras yo le sobaba su cabecita.
Finalmente, Jared se besa un pecho y se levante. “Te amo”, me dice, “en realidad no puedo negar que estoy consciente de esta locura que hicimos”. –“Tranquilo Jared”, le digo yo, “ya estuvo y tenías que hacerlo por primera vez y qué mejor que con alguien de confianza”. –“¿Y tú por qué crees que por primera vez?” me dice el insolente de mi hijo y se va a duchar.
Sorprendentemente, aquella noche no fue nada incómoda. Jared se tomó sus otras dos cervezas, yo me tomé la que me quedaba, procuramos hablar de otras cosas y ambos nos dormimos en la misma cama (nos pasamos a la mía, por supuesto). Yo me quedé con un mal sabor de boca al saber que mi hijo ya había tenido relaciones sexuales con alguien más antes que yo, lo cual era normal y no me molestaba; pero me inquietaba. Claro que después supe que mentía, y en realidad yo sí fui su primera mujer, pero ese es material para otra historia que les contaré más adelante si tengo la oportunidad.