Mi Jared definitivamente ya es un hombre
Les cuento la historia de como inicie la vida sexual de mi hijo en un viaje de 2 en la playa. Mi nene se hizo hombre y exigía que su madre fuese quien se lo confirmara
Siempre fui una mujer astuta y caliente, a pesar de quedar embarazada a mis 18 años; yo ya esperaba a ese hijo con ganas. Ya que mis calificaciones eran sobresalientes, hacía el deber en la casa y trataba de ser lo más independiente posible; mis padres no tuvieron tanto problema con apoyarme a mantener mi embarazo, y próximamente a mi hijo.
El problema está pues, que mi embarazo fue producto de un trío con dos hermanos, desconocidos hasta aquel día; y en realidad no sé si eran realmente hermanos, pero el hecho de serlo hizo que accediera con más ganas a ser partícipe de aquel acto. Siempre he tenido sexo con protección; pero esta vez mi calentura me ganó. Yo misma fui quien tuvo la idea de no utilizar condón, pues me moría por sentir la leche de dos hermanos en mi cuerpo; y efectivamente ambos eyacularon dentro de mí. Recuerdo con delicia aquella noche, y para ese entonces no tenía interés alguno de formar una relación y mucho menos una familia.
En otra ocasión les contaré con detalle esa experiencia, cómo fue que le conté el asunto a mis padres, y el porqué decidí no profundizar en investigar quien era el verdadero padre de mi hijo, de aquellos dos hombres. En este relato mi intención es contarles qué sucedió años después con mi hijo, tiene ya 18 y yo estoy por cumplir los 36.
Bien, hace 3 años y medio, aproximadamente, mi hijo y yo nos fuimos de vacaciones a una playa salvadoreña. Durante el transcurso de su vida he tenido relaciones amorosas, pero ninguna ha perdurado, ni ha marcado influencia significativa en mi hijo Jared. Por lo tanto, aquel viaje era solo entre nosotros dos; él ya estaba acostumbrado a este tipo de experiencias sólo con mami.
He de mencionar que, en aquel entonces, Jared ya era un adolescente como cualquier otro. Yo ya sabía que se masturbaba y que ocasionalmente veía porno con sus amigos. Como yo siempre fui caliente, ya sabía las mañas que los adolescentes tenían y como se comportaban los hombres entre sí, durante esta etapa. Yo siempre tuve mis dildos y diferentes juguetes sexuales bajo llave, llave que se disfrazaba como cualquier otra entre el montón; y nunca tuve ningún problema con eso.
Durante el transcurso del viaje todo ocurrió con normalidad. Íbamos con un grupo de viajeros en un mismo bus y todos con el mismo fin de divertirnos en la playa y el hotel salvadoreño. Al llegar nos instalamos, y para nuestra suerte (o no), sí encontramos la última habitación disponible con dos camas. Obviamente, Jared ya era un adolescente y yo estaba consciente de que necesitaba su espacio para no sentirse incómodo con sus posibles erecciones matutinas (las cuales ya había visto muchas veces). He de admitir que mi hijo siempre ha sido muy atractivo, es alto, ojos color miel, juega futbol y por eso tiene buenas piernas y bonitos glúteos; entonces, siempre he admirado su cambio de niño a adolescente.
Después de instalarnos salimos a comer y a conocer el lugar. En ocasiones he permitido que mi hijo haga pequeñas reuniones con amigos en la casa, lo cual incluye el consumo de bebidas alcohólicas (siempre con mi control y medida). Por esa razón, no demoró en decirme que quería probar los tragos, que venían incluidos en el bufete ilimitado que ya habíamos pagado para ambos. Le doy permiso, le pido un bloody mary, se va y regresa con mi trago y uno distinto para él. ¿Qué te pediste? -le pregunté yo, a lo que él me contesto que un sex on the beach. He de admitir que en ese momento pasó por mi cabeza la divina imagen de ser penetrada en la orilla de la playa, pero quiera que no, eso no incluía a Jared.
El transcurso del día estuvo normal. Yo me habré bebido otros 5 tragos y Jared 2 más y aproximadamente unas 3 cervezas. Una vez cansados por el viaje y mareados por nuestras bebidas, decidimos irnos ambos al hotel y acostarnos a ver algo en la televisión antes de dormir. Al entrar, Jared se quitó los zapatos y se dirigió rápidamente al baño, yo me senté en la cama y comencé a quitarme los zapatos y ponerme cómoda. Al salir, Jared sale solamente con sus boxers y con su pantalón en la mano; en ese momento pude ver que ya se encontraba tocado por el alcohol, ya que tenía señas de haberse manchado de pipí por no sacudirse bien. Mi mente de madre ingenua me hace soltarle una bromilla, “ya veo que tan borracho estás, que ni sacudírtela bien pudiste”, le dije. Jared se sonrojó, pero al mismo tiempo me dijo: “ay, ya vas a empezar con tus cosas. Mejor no te digo nada porque no vaya a ser que hasta en eso queras enseñarme a como debo de hacerlo”.
En ese momento me sentí culpable, y pensé que tal vez había sido imprudente con mis comentarios, al final de cuentas mi hijo era un adolescente y comprendo lo difícil que es que respeten tu privacidad en esa etapa. “Discúlpame bebé”, le dije, “…en realidad no quería que pensaras así, solo fue una bromilla, pero no lo vuelvo a hacer”. Al salir las palabras de mi boca, me sorprendí de haberlo llamado bebé, ya que tenía muchos años de no decirle de esa manera. “No te preocupes mami”, me dijo él, “…ya se como sos y así es como te quiero, sólo no me andes viendo en las partes donde no deberías”. Yo me quedé atónita de como empezó aquello, me llamó mami, y Jared casi siempre se acostumbraba a llamarme por mi propio nombre; y no le habíamos dando ninguna importancia a eso.
“Ay mijo, vos lo decís como si no te hubiera limpiado y visto todo ya”, le contesté. “Una cosa es cuando uno es un bebé, y otra cuando uno ya se vuelve hombre”, me dijo él. “¿Ah sí?, ¿y ya se volvió hombre usted, pues?”, le respondí. Jared sólo se río, y se mantuvo en silencio con una mirada burlona por un momento. “Te sorprenderías de lo mucho que ha crecido el bebé”, me contestó finalmente. “A ver pues” le respondí yo sin haber tenido ni medio segundo de razonamiento de las palabras que de mi boca salían en ese instante.
Jared parecía sorprendido, pero como que al mismo tiempo ya tenía todo aquello premeditado como una posibilidad. Se acercó lentamente a mí, aun en bóxer, se sienta a mi lado y me dice “así dormido no lo podrás comprobar”, y juro que en el momento que sus palabras terminaron de salir de su boca, pude sentir como mis pezones se erectaron al mil. No pude contenerme, pero sí lo pensé, y en ese momento le dije “dale un besito a tu mami” y me incliné a rozarle mi mejilla a la suya, a lo que el reaccionó volteándose a darme un beso directo en los labios.
“Kaly”, me llamó por mi nombre, “…ya puedes comprobar” y me coloca mi mano directo encima de su miembro. Efectivamente, mi bebito ya era un hombre. Tenía su verga tan dura y al tocarla se me vino la mente la verga de un hombre, un hombre dotado y con muchas ganas de penetrar. Entonces comencé a masturbarlo y a observarlo directamente a los ojos, el nunca me desvió la mirada, parecía que a ambos nos gustaba el hecho de saber quienes éramos. “Podes ser un hombrecito Jared, pero eso no hará que dejes de ser mi bebé”, le dije mientras me agachaba para finalmente llevarme su miembro a la boca.
Siempre he sido una mujer de garganta profunda, con buen feedback respecto a mis orales; pero esta vez me comía esa verga como si fuera la única y la última que existiera en el mundo. Aquello era glorioso, y Jared jadeaba como todo un hombre complacido. Yo seguía y seguía y me decía “Mami, no pares mami, quiero ser tu hombrecito”, y aquello me motivaba mucho más a seguir con nuestro acto, y yo le digo “bebé, pero mami también quiere que la consientan. ¿Qué no te acuerdas como te gustaba tu tetita?, a lo que rápidamente se levanta a pedirme tetita con sus dos manos y vengo yo y me las saco. “venga mi bebito, aquí esta su tetita, chúpela porque son solo para usted”, le decía. Y él seguía “sí mami, solo mi tetita, no quiero que ningún hombre se acerque a quitarme a mi mamita”. Y yo super excitada comienzo a masturbarlo y a decirle que mamita no se iría nunca, siempre y cuando me la devolviera con su lechita.
Yo sentía que su pene se engordaba y ya sabía por experiencia que eso significaba que estaba por eyacular, por esa razón paraba por ratos, a lo que él se quejaba. Sabía que Jared no podía más y yo quería ser penetrada por mi bebé. En ese momento ya no me importaba nada y yo ya lo veía como un hombre, mi hombre; y el a mí como su mujer. “Te amo bebé, quiero que me hagas el amor ahora mismo”. Esas fueron las palabras que condenaron mi desgracia y decepción de aquella noche, pues seguido a eso escuché un gemido de aquellos que ya conocía; y con eso, la sensación de chorros de líquido hirviendo cayendo por mi brazo.
Definitivamente, decepcionada pero caliente como una bestia, me limpie toda esa leche con mi lengua hasta no dejar ni una gota. Mi bebé no dijo más, se metió entre sus sabanas y se durmió. Yo, todavía consciente, me cepille los dientes, me quite mis aretes, me puse mi ropa para dormir y me acosté en mi cama. Por supuesto que sentí culpa e incomodidad de lo que acaba de ocurrir, no podía creer que eso realmente pasó hace unos minutos; y por eso me costó dormir.
Justo cuando empezaba a dormirme escucho el crujido de su cama y veo que se levanta, se dirige hacia a mí y me dice “Kaly ¿estás despierta?”, y yo le respondo: “Pues justo ahora me empezaba a dormir”. “Lo siento”, me dice, “… pero quería que supieras que yo también te amo”. “Ya lo s…”, me interrumpe, “y también te quiero hacer el amor… sólo que hoy no”. Yo me quedé pasmada, pero solamente le respondí: “ya durmamos pues, feliz noche”, “feliz noche”, me dijo, me abrazó y nos quedamos dormidos.
Esta historia fue el inicio de muchas, he de mencionar; pero ya tendré el tiempo de contarles como transcurrieron las cosas con los años, los beneficios y problemas que trajeron este tipo de relaciones y cómo nos vemos el uno al otro en la actualidad.