Mi introducción en el mundo gay 2.
El viejo de la furgoneta
Un saludo lectores, para una mejor comprensión se recomienda leer la primera parte de la historia, no se poner el enlace aunque la primera parte la encontraréis en mi listado de relatos pinchando en mi nick.
Tras mi primera experiencia en el mundo gay volví varias veces al gran parking buscando sobre todo morbo, aunque sin éxito.
Aquella mañana, temprano muy temprano, estando dentro de mi vehículo una furgoneta con las lunas tintadas aparcó en las inmediaciones. Del vehículo bajó un señor mayor de unos 70 años, gordo y bajo. Mi corazón empezó a palpitar con mucha fuerza, sin duda era el hombre que me había visto masturbarme corriéndose sobre el cristal de la ventanilla de mi coche.
El viejo se acercó a unos arbustos y bajándose la parte delantera de su chándal comenzó a orinar girándose hacia mí descaradamente.
Su chorro de orina era vigoroso y potente, me recreé observando sus atributos, su verga no era larga pero enormemente gruesa, sus cojones eran enormes y peludos. Sentí mi precum manchando el slip y nervios en mi estómago, una sensación muy excitante.
El viejo abrió la puerta lateral de su furgoneta sentándose en el asiento trasero. Me miró con descaro mientras asiendo con sus manos los laterales del pantalón lo bajó junto con su ropa interior hasta los tobillos.
Salí de mi coche y me acerqué, el viejo me miraba con cara de vicio mientras su mano derecha subía y bajaba por el tronco de su grueso rabo.
-Eres guapo, te gusta mi polla?, quieres probarla?, preguntó el hombre con descaro.
No contesté, tenía la boca seca y pastosa, el morbo de ver como en viejo se la meneaba me pudo, miré a los lados, no había nadie, entré en el interior de su furgoneta.
El hombre mayor cerró el portón.
-Nadie nos molestará en nuestro nidito de amor dijo de forma socarrona.
Me sentí hipnotizado cuando bajé la vista hasta su gordo rabo, la mano subía y bajaba lentamente por el tronco, gotitas de líquido oreseminal manchaba su gordo y oscuro prepucio.
-Te gusta mi polla, verdad, preguntó.
Un leve movimiento de mi cabeza le dió a entender que si.
-Te he visto varias veces por aquí y te espié mientras le comías la polla al chaval de la bicicleta, continúe.
-Ud. se corrió en la ventanilla de mi coche contesté sonriendo.
- Es verdad, el chaval te dejó muy cachondo, me equivoco?
El viejo cogió mi mano y la llevó a su tremendo rabo, estaba muy dura pero sobre todo caliente muy caliente, lo pajeé muy lentamente mientras el viejo comenzaba a jadear.
-Joder que bien lo haces,..., despacio,..., eso es muy despacio,..., dijo acariciando mi mejilla,mientras comenzaba a jadear levemente.
El morbo me podía, estaba pajeando a un octogenario dentro de una furgoneta, el sonido del motor de un coche me asustó lo que me hizo soltar su pollón.
-Tranquilo nadie nos molestará,me tranquilizó, creo que eres muy pasivo, ¿te gusta chupar?.
Me puse rojo como un tomate y asentí levemente.
-Me parece que tu y yo nos vamos a llevar muy bien, se jactó el viejo.
El hombre quitó mi mano de su pollón.
- Veamos lo que tenemos aquí susurro a mi oído.
Sus manos desabrocharon mi cinturón y el pantalón, - ahora continúa tú murmuró a mi oido- alcé la cadera y los bajé junto con mi slip hasta los tobillos.
-Me gusta tu pollita mi amor, quiero que te quites los zapatos y te saques los pantalones ordenó el viejo.
Lo hice dejando mi ropa a un lado del asiento y me quedé desnudo de cintura para abajo solo con los calcetines, el viejo sacó un preservativo de su bolsillo, - póntelo no quiero manchar la furgoneta-.
Rompí el envoltorio y lo deslicé por el tronco de mi dura pollita.
El octogenario acercó sus labios a los míos, noté su respiración y el olor a una colonia barata, cerré los ojos mientras el viejo acariciaba con sus dedos mi pollita, sentí su lengua sobre mis labios y abrí mi boca. Nos besamos, fue un beso obsceno y sucio, su lengua me penetró tomando posesión de mi boca, las lenguas se tocaron entre sí mientras una descarga recorría mi cuerpo, mi boca se inundó de su salí a teniendo que tragarlas.
Nos besamos repetidamente, sus manos comenzaron a desabrochar todos los botones de mi camisa, inclinándose el octogenario me sacó la camisa, era la primera vez que estaba desnudo ante un hombre.
-Tienes un buen cuerpo, depiladito como a mí me gusta.
Sus palabras me excitaron hasta límites insospechados, sus manos acariciaron mi cara descendiendo por el torso recreándise en mis tetilla a, las lamió y chupó como un desesperado, tiró con fuerza de mis peones tomando posesión de éllos.
-ahhhhhh,..., gemí débilmente.
Nunca pensé que mis tetas fuesen tan sensibles. El octogenario asió mi cabeza y la dirigió hasta su gordo pollón.
-Que suerte tengo contigo dijo, es difícil que los viejos podamos pillar a alguien que nos quiera comer la polla.
Su verga quedó a la altura de mi cara, tan cerca parecía aún más gorda, mi cara se apoyó en sus fofos muslos, tenía mucho bello púbico manchado con gotitas de su precum.
Acaricié los tremendos cojones de ese hombre, estaban muy duros, llenos de semilla caliente, sin duda el octogenario abuelo estaba muy excitado, lo había puesto muy caliente.
Me introduje en la boca cada uno de sus testiculos, succioné y chupe con ansia, los bufidos de placer del hombre resonaban en la furgoneta.
Mi lengua subió por el tronco del grueso rabo llegando al oscuro glande, me recreé jugando con su frenillo - por mi experiencia propia se que el frenillo es muy sensible al roce- lamiendo y sorbiendo su precum.
Estando sentado de lado comiendo la verga del viejo gordo sentí sus manos acariciar mi espalda llegando hasta la parte baja de mi espalda, su mano derecha empujó mi cabeza obligándome a tragar el grueso pollón.
Mi cabeza subía y bajaba tragándome su duro y grueso miembro, mi barbilla hacía tope con sus cojones.
Con mi mano agarré la del viejo y la bajé hasta mis nalgas, sacando la polla del octogenario de mi boca y mirando a su cara le dije:
-Mi culo es suyo.
El viejo sonrió de satisfacción, de nuevo me introduje su enorme rabo en la boca acariciando sus peludos y calientes cojones. El viejo sobaba y mareaba mis desnudas nalgas dándome leves cachetes que incrementaba mi excitación.
Nunca me había sentido tan zorra y puta como con aquel viejo, mientras le comía rabo y sentía sus manos sobando y nalgueando mi culo, llegué a la conclusión que durante muchos años había perdido el tiempo con mi esposa, lo que ansiaba era ser y sentirme como la puta de aquel o de cualquier otro viejo.
Mientras continuaba trágandome la verga del gordo octogenario sentí como sus manos abrían los cachetes de mis nalgas, un dedo húmedo recorrió mi rajita hasta llegar a la entrada de mi virginal ano.
-Come rabo putita golosa,..., come rabo,..., mientras te follo el culo maricona,... gimoteó el anciano al borde del orgasmo.
Su dedo índice hizo fuerte presión, muy lentamente mi cerrado y oscuro ano fue cediendo ante el empuje de su húmedo dedo.
--Joderrrr,...., joder que gusto,..., jadeé de placer mientras de un golpe el viejo volvió a empalmar su gordo rabo hasta lo más profundo de mi garganta.
El anciano sabiamente movía el dedo haciéndolo de forma circular dilatando mi culito, otro de sus dedos profano mi intimidad mientras por mi parte incrementaba el ritmo de la felación. La furgoneta olía a sudor y a sexo, yo estaba a punto de estallar los dedos del viejo acariciaba mi próstata, mi punto g, llevándome a un placer desconocido.
Sentí como la semilla del viejo gordo se escapaba de sus cojones subiendo por el grueso tronco, el anciano acarició mi punto g mientras los dos llegábamos a la vez al orgasmo.
Me corrí en el preservativo, mi leche salía a borbotones en la mayor corrida de mi vida, acaricié los cojones del anciano macho y el viejo tuvo una corrida descomunal, varias de sus lefadas llegaron a lo más profundo de mi estómago, al sacar su gruesa verga de mi boca tres lechadas manchar on mis ojos, la nariz, mi boca y la barbilla.
Los dos quedamos exhaustos, mi ano había sido desvirgado por los dedos del anciano gordo pero yo necesitaba y busco como una puta en celo el rabo de un viejo para que me de por el culo.