Mi inicio en la zoofilia
Esta es la historia de cómo yo, una chica de un pueblo pequeño, comencé a tener sexo con perros cuando me fui a vivir a la ciudad para estudiar la universidad
Hola, me llamo Lupita, soy mexicana. Esto ocurrió cuando yo tenía 18 años. En esa entonces era más o menos como soy actualmente, flaquita (55 kg), de 1.60 metros de altura, me dicen que soy muy guapa, y yo la verdad pienso que lo soy también jeje, nunca he tenido problema para conseguir novio o amante, según sienta que lo necesite. Sólo he tenido dos noviazgos serios en mi vida, actualmente soy soltera. Crecí en una comunidad bastante pequeña, aunque no la más pequeña de mi municipio, actualmente es una de las más grandes, pero sigue siendo pequeña, de unos 1200 habitantes. Vivo con mis papás, que trabajan en el campo y mis hermano mayor que tras concluir sus estudios universitarios se fue a vivir a otro estado. Crecí entre la naturaleza, animales de granja, perros, gatos, etc. ayudando en casa en todo lo que podía mientras estudiaba la educación básica. En la preparatoria perdí mi virginidad con el primero de mis dos novios, descubrí lo mucho que me encanta el sexo. Mi novio no era extraordinariamente bueno, pero poco a poco aprendimos juntos hasta que el sexo entre ambos fue bastante bueno. Terminamos porque la verdad yo quería conocer más de la vida y él parecía no querer salir del pueblo. Por un lado fue doloroso, pues lo quería mucho y sabía que iba a extrañar el sexo con él, aunque a veces hemos tenido encuentros después de terminar la relación jeje.
Cuando llegó mi tiempo de estudiar la universidad decidí estudiar algo relacionado con la educación, por lo que me fui a la ciudad. Tenía yo 18 años, mis papás podían pagar una pensión, un lugar para que yo viviera, pequeña, y lo compartía con una chica un año mayor que yo, a la que llamaremos Sara, que estudiaba algo relacionado con la contabilidad y los negocios en el mismo campus que yo, en otra facultad claro. Sara iba adelantada un año que yo, iba en tercer semestre de su carrera, y nos llevamos bastante bien. Por ella conocí varios chicos, y me acosté con algunos de ellos. Sara no buscaba una relación, compartía mi gusto por coger por placer sin enamorarse hasta que llegue realmente el indicado. Ella me resolvió muchas dudas que yo tenía sobre el sexo, y nos entendíamos bien, cuando una quería coger le avisaba a la otra para que llegara tarde o no llegara a la casa jajaja. Los primeros meses fueron de adaptación y adaptación, creo que me acosté con tres chicos diferentes en ese lapso, uno de ellos bastante bueno, con el que repetí varias veces. Fue muy agradable tener la libertad de disfrutar mi sexualidad sin tanto esconderse como cuando estoy en mi lugar de origen.
Cuando faltaban como dos meses para que yo cumpliera 19 fue que tuve mi experiencia, objeto de esta historia. En un grupo de Whats que tenia con otros amigos, 3 chicos y 4 chicas, con los que hacíamos trabajos, nos pasábamos apuntes, salíamos a comer, etc. entre los hombres mandaban cosas sexuales, stickers, gifs, fotos, videos, supongo que para tratar de sorprendernos. A la mayoría no nos importaba, solo una de nosotras se molestaba, porque le parecía asqueroso, a las demás nos daba lo mismo. Un día uno de ellos envió un video de una mujer siendo penetrada por un perro, un video como de 20 segundos. Los hombres se rieron, mis amigas empezaron a escribir "qué asco, qué mierda tienen en la cabeza, etc". Yo igual puse mensajes así, pero ese video me recordó a cosas que escuchaba en mi comunidad que hacían sobre todo los hombres, y una que otra mujer. Siendo de campo sabíamos que muchos chicos y hombres se quitaban las ganas de coger penetrando vacas o yeguas. También llegué a escuchar supuestas historias de mujeres que se dejaban lamer la vagina por sus perros, y me daba algo de asco pero también curiosidad. En aquél entonces no teníamos internet aunque sí celulares en mi comunidad, era complicado buscar más información sobre cosas así, y ahora acá en la ciudad ver ese video me despertó nuevamente la curiosidad al respecto.
Era lunes por la tarde, me puse a investigar. Encontré muchas páginas de videos y páginas de relatos, de las cuales me gustó mucho más esta. Sin darme cuenta me enganché viendo videos, pero sobre todo leyendo relatos, me parecía increíble cuántas historias, entre reales y ficticias, y cuando descubrí lo común que es la práctica de la zoofilia en parte me sorprendí y en parte no tanto, por las historias que conocía de mi pueblo. Empecé a engancharme con muchas historias y al tiempo ya me estaba masturbando con los relatos y videos que más me gustaban. Sabía que tarde o temprano iba a querer probarlo. Seguí acostándome con mis amigos con derechos, pero no me sacaba la idea de probar el sexo con un perro, de verdad quería probarlo. Estuve toda la semana así, desde ese lunes, sobre todo el fin de semana si me quedaba sola algún rato, me la pasaba horas leyendo y dándome placer.
Un día vi que el perro de los vecinos, un bello pastor alemán de unos 4 años, llamado Duque, se había salido de su casa. No era raro que ocurriera, pues el perro era muy respetuoso de los demás y siempre volvía a su casa, sus dueños lo sacaban de vez en cuando. Yo iba llegando a casa cuando se me acercó, y lo acaricié. De la nada empecé a sentir cómo la perversión tomaba control de mi cuerpo. Así como cuando me quedaba a solas con un chico guapo que yo sabía que me iba a coger minutos después. Pensé que Duque era el indicado, pues era limpio, de casa, dócil. Mi compañera no estaba, pues era fin de semana, normalmente ella se iba de fiesta o a coger. Me fijé que nadie me viera y metí a Duque a mi casa, no fue difícil porque como dije antes, era muy dócil. Dentro de la casa el perro olía por todos lados, yo estaba muy nerviosa, pero también excitada. Podía sentir una gran humedad en mi vagina ya formándose. Me quité la ropa y empecé a jugar con el perro. Duque muy lindo jugaba conmigo, hasta que descubrió el olor de mi vagina, parecía interesarle bastante.
Empezó a tratar de meter su hocico entre mis piernas, por lo que me senté en un sillón con las piernas abiertas para ver qué hacía. Duque empezó a lamerme, con bastante desesperación, al principio me lastimaba un poco. Conforme se fue calmando sus lamidas fueron más calmadas y placenteras. Me estaba gustando mucho cómo me lamía, cada vez me salían más jugos de mi vagina. A veces perdía el interés y luego volvía, ese día no conseguí tener un orgasmo con sus lamidas. Luego de un rato se cansó, y yo estaba nerviosa por no saber si mi compañera de cuarto volvería así que mejor me vestí y dejé salir a Duque de la casa. Ese día me masturbé como nunca, hasta que me quedé dormida. Fueron como tres veces más que cuando veía a Duque fuera de su casa lo metía con cuidado a la mía, me desnudaba, jugaba con él y lo dejaba lamerme la vagina. Esas ocasiones también toqué su pene.
La tercera de esas ocasiones fue cuando por fin Duque logró sacarme un orgasmo con sus lamidas. Fue genial. Tras recuperar el aliento abracé a Duque, así desnuda como estaba. Me gustaba mucho sentir su pelaje en mi piel desnuda, en mis tetas, mis brazos. Le daba besitos en el hocico, a veces dejando su lengua entrar a mi boca. Estiré mi brazo debajo de él y empecé a tocar su pene como en las otras ocasiones, y esta vez me esforcé un poco más, hasta que empecó a sacar más la punta de su pene. Como agradecimiento por el orgasmo que me regaló, decidí darle una mamada. Comencé a chupar la puntita que salía de su funda, y momentos después Duque comenzó a hacer movimientos de cópula, bastante violentos, me costó mucho trabajo mantenerlo en su sitio, y en mi boca, se salía constantemente, pero con mi mano alcancé a masturbarlo lo suficiente, acompañado de sus movimientos, para que sacara todo su miembro de su funda. Era ENORME. El pene más grande que había visto en mi vida hasta ese momento. Me asustó que algo así pudiera intentar entrar en mi vagina, sobre todo por su bola. Cuando ya estaba tranquilo con toda esa gran verga de fuera fue que pude resumir mi trabajo oral. Apenas y me cabía en la boca.
Mamé esa verga lo más que pude, como unos 10 minutos, y no se había deshinchado casi nada, era increíble. Sabiendo lo que decían las historias deduje que si me dejaba penetrar por él y me anudaba seguramente estaríamos mucho tiempo pegados. Me daba miedo, pero a la vez me excitaba la idea jeje. Seguí mamando esa rica verga, monstruosa, que me asustaba pero me gustaba jeje. Me cansé de mamarla y apenas se empezaba a desinflar jaja. Esperé que se le terminara de deshinchar y saqué a Duque de la casa. Posteriormente a ese día se volvió rutina que cada vez que podía lo metía a la casa, me dejaba lamer por él, lo masturbaba y le hacía sexo oral hastan cansarme. Poco a poco me fuia costumbrando a su tamaño con mi boca. Era una sensación realmente increíble. Finalmente, creo que un mes después de ese primer día que lo metía a la casa, quizás un mes antes de mi cumpleaños, más o menos. Fue el día que me dejé coger por Duque.
Era un miércoles, al día siguiente no había clases. Desde temprano mi compañera me dijo que iría a ver a un chico y se quedaría allá. Yo pensé que sería como las otras veces, que si me encontraba a Duque en la calle nos podríamos dar placer oral el uno al otro. Llegué a casa, eran como las 8, ya estaba oscuro. Lo vi, me vió. Entré a mi casa y él ya venía tras de mí. "Vienes por tu mamada de verga Duque?" Le dije fijándome que nadie me oyera jeje. Decirle cosas así me empezó a excitar mucho. Me encontraba más cachonda de lo normal. Decidí que ese día iba a dejar que Duque me penetrara. Me quité la ropa. Me abrí de piernas como siempre. Duque me lamió muy rico como siempre, pero no logré venirme, como si mi cuerpo supiera que para venirme necesitaba la verga de Duque dentro de mí. "Quieres cogerme, Duque? Porque yo sí tengo ganas de coger contigo hoy", le dije. Me estaba volviendo loca de la excitación, tenía la cara muy caliente, la vagina súper húmeda, como pocas ocasiones me ha pasado. Empujé a Duque, y me puse en 4 patas delante de él, sobre la alfombra, dejando mi culo lo más alto posible. Duque pesaba casi lo mismo que yo jeje.
Me di palmadas en las nalgas, movía mi culo para incitarlo.Después de un rato de olerme, lamerme, unos lenguetazos en mi culo que me gustaron mucho, por fin me montó, pero fallaba y se bajaba. Intentaba y nada. "Ya cógeme por favor!" le grité, mientras frotaba mi ansiosa vagina. Ya no soportaba más. Finalmente me penetró. "Ay Dios!!" grité, con voz desgarradora. Me estaba desacomodando toda la matriz jaja. Me dolió bastante al principio. Su verga se hinchó rapidísimo dentro de mí, creo que sólo bastaron como 15 segundos de embestidas para que toda su verga con todo y bola se incrustaran en lo más profundo de mi ser. Yo gemía y gemía. "Ay Duque me la metiste toda!" dije entre mis gemidos. Afortunadamente Duque se quedó quieto esa vez. Pude disfrutar por bastante tiempo de su verga dentro mío. Se vino mucho dentro de mí, su semen escurría poco a poco por mis piernas. Él jadeaba y yo gemía. Con mi carita en el suelo volteaba a verlo. Tremenda imagen era esa. Me sentía como toda una hembra poseída por su macho. La verdad aunque al final me dolía menos, todo el tiempo fue más o menos doloroso tenerlo dentro de mí, pero no me importaba, era mucho placer también.
Después de casi 45 minutos pegados se despegó. Lo que parecían litros de su semen brotaron de mis entrañas, yo caí rendida, adolorida, pero con una sonrisa en mi cara. "Qué perra soy" me dije a mí misma en voz baja. Tardé como 5 minutos ahí, como cuando terminas de correr varias vueltas alrededor de la cuadra e intentas recuperar el aliento. Me levanté recargada en el sillón que estaba cerca. Duque se me acercó y empezó a lamer mi cara, y me lamió sus propios jugos del suelo y luego de mi vagina. Me ardía un poco, así que no lo dejé hacerlo mucho. Lo acaricié, se veía imponente con su vergota colgando. Le di besitos en su hocico como en otras ocasiones, y me coloqué debajo de él para darle una buena chupada como recompensa. Tuve un par de deliciosos orgasmos con su verga dentro. Lo dejé salir, había pasado quizás una hora en total. Limpié todo y caí rendida a dormir. Desperté a la mañana siguiente al amanecer y reflexioné sobre lo ocurrido. Fue simplemente genial, doloroso, impactante, pero genial. Duque fue mi primer macho canino, y próximamente les contaré más sobre él y sobre mí. Por su atención gracias.