Mi inicio en el Ballbusting 5

Quinta parte de la serie de relatos sobre Ballbusting en mi adolescencia.

Los días de verano pasaban, algunos días los pasaba con mis amigas y otros simplemente me quedaba en casa. Me gustaban los videojuegos y pasar horas frente al ordenador, así que para mí no era un problema tener que pasar algunos días en casa sin salir, de hecho a veces lo buscaba. Tras mis primeras experiencias de Ballbusting yo ya seguía algunos foros de BDSM y veía muchos vídeos con los que lógicamente también me masturbaba. Me gustaban mucho las herramientas y materiales que se utilizaban, pero obviamente con 16 años no podía permitírmelos. También estaba cohibida por vivir en casa de mi madre y porque el único chico con que había practicado Ballbusting era mi amigo Nacho.

Uno de esos días, en los que me quedé en casa, recibí una llamada de Nacho. Había pasado una semana o así desde la última sesión de Ballbusting. Hablábamos por Whatsapp o Tuenti. Pero la última vez dejó claro que quería hacer un stop, así que, tras interesarme por el estado de sus bolitas el día siguiente, no volvimos a tocar el tema.

“Tengo que hacerte una propuesta, puedes aceptarla o no, pero quiero que sepas que la decisión final es tuya.” -Dijo Nacho.

“Suéltalo” - Contesté

Nacho: Ha venido mi primo Iván a pasar dos semanas en Cádiz, el cabrón ha pillado mi historial en internet y ha visto los vídeos de Ballbusting que miro y eso y le ha gustado y claro le he contado.

Yo: ¿Le has contado qué Nacho? ¿Qué has dicho?

Nacho: Le he dicho que lo practico. Que tengo una amiga con la que hago cositas así.

Yo: ¿Le has dicho que soy yo?

Nacho: Sí. Pero espera no te enfades todavía. Este domingo nos vamos al campo. Y nos vamos a quedar hasta el miércoles. La familia come allí el domingo pero los abuelos y los padres se van y nos vamos a quedar él y yo solos hasta el martes, el miércoles ya vuelven los abuelos.

Yo: ¿Y a mí que me cuentas?

Nacho: No te lo vas a creer, pero a mi primo Nacho le encanta esto. De hecho, ayer nos hicimos una paja con un vídeo de estos y quiere probarlo. Queremos que te vengas con nosotros al campo.

Yo: ¿Nacho tú que te crees que soy tu puta?

Nacho: Escucha, venimos a por ti el domingo en cuanto se vayan nuestro padres y te quedas allí hasta el martes, que te traemos de vuelta. No se va a enterar ningún adulto. Tienes 4 huevos para que hagas con ellos lo que quieras.

La idea me encantaba, pero tenía que hacerme la estrecha. Yo ya conocía a Iván, tenía 19 años y lo había conocido veranos anteriores cuando venía de Málaga a visitar a su primo. Era un chico moreno, ojos verdes, carita normal, estatura también normal y muy delgado. Ya había intentado tirarme la caña, pero como a otros muchos patéticos lo rechacé.

Yo: El plan tiene lagunas Nacho ¿Qué digo en mi casa? ¿Piensas que voy a follar con los dos? Estás loco.

Nacho: Di que te quedas en casa de una amiga. No tienes que follar con ninguno.

Yo: ¿Y cómo me vas a traer y llevar?

Nacho: Iván tiene su coche. Trae bañador.

Nacho colgó y seguimos la conversación por Whatsapp. No tardé mucho en aceptar, pero mi madre sería la siguiente piedra a esquivar. Le dije que dormiría un par de días en casa de una amiga. Mi madre insistió en hablar con la madre de mi amiga. Así que le dije a Marta que me hiciese el apaño y funcionó.

Llegó el domingo y al caer la tarde me envió Nacho un Whatsapp diciendo que estaban de camino y tardarían hora y media, el tiempo que tardé en ducharme, depilarme y coger algo de ropa. Por supuesto cogí mis leggins de cuero y unos tacones.

De camino al campo, surgió el tema. Me extrañaba que a Iván le gustase aquello también así que le pregunté.

Yo: Joder. Con lo patéticos que os veis cuando os golpeáis en las pelotas, ahora resulta que a todos os gusta.

Iván: A mi esto lleva mucho tiempo gustándome, prácticamente desde que me hago pajas. No me preguntes por qué pero me encanta. No puedo explicar el por qué. Pero me atrae una tía pateando huevos la verdad. Depende de qué tía también. No es lo mismo una gorda que una tía buena.

Yo: ¿Y yo soy una tía buena?

Con esta pregunta yo ya empezaba a calentar el ambiente. Paramos en un Mcdonalds para pillar algo de cena y continuamos el camino y con la conversación.

Yo: ¿Y qué es lo que más te gusta, Iván? Porque a tu primo ya lo sé.

Iván: Los pisotones. Unos buenos tacones o pies descalzos pisándome los huevos. Buah.

Yo: ¿Y no lo hace tu novia?

La cara de Iván cambió por completo. Yo sabía por Tuenti que tenía novia.

Iván: A ella no se lo he comentado. Me da vergüenza lo que pueda pensar de mí. Pero gozo en silencio cada vez que me pega por cualquier motivo. Por favor que esto no salga de aquí.

Yo: Más os vale que no salga de aquí.

Nacho se mantenía en silencio, creo que la situación le daba un poco de corte.

Nacho: Yo duermo con mi primo en el cuarto de los abuelos. Y tú en la habitación de visita para que estés tranquila.

Dentro de mí algo no me dejaba estar completamente tranquila. Estaba con dos chicos, uno de los cuales apenas conocía, lejos de casa, nadie sabía dónde iba salvo mi amiga Julia que se encontraba en Hungría. Ni a Marta le había comentado dónde iba a estar en realidad. Me tranquilizaba la amistad que tenía con Nacho. Pero peores cosas se han visto.

Llegamos al campo y fuimos a la zona de la piscina. Cenamos y los chicos se quedaron en calzoncillos y se metieron en la piscina. Yo fui a ponerme el bañador y también me bañé. Los huevos de Nacho no tenían secretos para mí, pero intentaba de vez en cuando echar un ojo a los de su primo.

Cuando salimos, pude comprobar, con la ayuda de sus calzoncillos mojados que se ceñían a su paquete que estaba más dotado que Nacho. También era verdad que le sacaba 3 años.

Era ya de noche cuando entramos a la casa. La típica casa de campo, pero bastante cuidada. Su abuelo había dedicado los años posteriores a su jubilación a reformarla y dedicaban algunos días de la semana a su mantenimiento y al cultivo de olivos y fruta. Por eso los abuelos, que vivían en Cádiz capital, no se encontraban allí.

Los chicos tras secarse se quedaron en calzoncillos. Nos sentamos a ver la tele. Aprovechamos para ir perdiendo la vergüenza. Imagino que entre ellos también la habría. No dejaban de ser dos primos haciendo una práctica sexual conjuntamente.

Iván: Y vosotros qué ¿Cómo descubristeis que esto os gustaba?

Yo: Yo cuando empecé la ESO me di cuenta que me encantaba destrozar huevos. Puede que lo que más me mole sea apretarlos. Estar frente al tío y empezar a espachurrale los huevos y ver como cambia la voz y como se va retorciendo. Me encanta. Ahora prácticamente busco todos los días información y videos sobre esto. También hablo por internet con otras chicas y tal. No veo la hora de tener mi trabajo y empezar a comprar juguetitos.

Iván : En el taller del abuelo hay cuerdas y cosas así. Puedes coger lo que te apetezca y probamos. ¿Y tú Nacho?

Nacho: Yo empecé por culpa de ella. Con ella fue la primera sesión y desde ahí mi interés.

Iván se levantó y cogiéndome de la mano me llevó al taller del abuelo. El iba en calzoncillos y yo con un pijamita que se basaba en una camiseta y una braga estilo culote. Pude percibir cómo la polla de Iván estaba algo dura, sin llegar a su cien por cien. Tenía una buena polla.

“Entra y busca. Yo no quiero ver, así será todo sorpresa.” - Dijo Iván quedando fuera del taller.

Cogí una bolsa de plástico y en ella puse algunas cosas que vi que podían interesarme. Cuerdas, algún palo de madera, alguna herramienta, como una llave inglesa... cosas que tenía claro que utilizaría con Iván puesto que tenía mucho cariño a Nacho como para hacerle tanto daño. También cumpliría con Iván mi sueño de apagar un cigarrillo en los huevos de un tío. Tenía pensado más o menos qué hacer.

“Estoy lista.” Le dije mientras me adelantaba a él.

Iván me perseguía y yo contoneaba el culo buscando  provocarlo. Llegamos y nos encontramos a Nacho con el bañador que habíamos utilizado la última vez. Yo comenzaba a estar un poco cachonda, pero no tanto como Iván, que ya tenía la polla a punto de reventar.

“Es que vaya culazo” - Dijo el pobre al ver que Nacho comenzaba a reírse.

“Toma ponte esto anda, que a ella le encanta.” Dijo Nacho mientras le lanzaba un bañador tipo slip de color blanco.

Iván se cambió delante nuestra y pude comprobar como efectivamente tenía la polla algo más grande que la de Nacho. Cuando ambos estaban cambiados les dije que se pusieran uno al lado del otro.

Yo: Bueno chicos, voy a ir a cambiarme. Pero antes quiero dejar unas cosas claras:

Primero: la sesión empieza hoy y acaba el martes.

Segundo: a partir de ahora llevaréis siempre esos bañadores puestos o en su defecto, calzoncillos a no ser que os quiera ver desnuditos.

Tercero: si alguno no quiere hacer algo o quiere parar, tiene que chillar ‘AMARILLO’.

Cuarto: se hace lo que yo diga.

Quinto: en la cama de matrimonio dormimos los tres. A no ser que en algún momento yo quiera estar sola o solo con uno. ¿Entendido?

“Sí” - contestaron ambos.

Fui al cuarto pequeño dónde tenía mi ropa y me cambié. Para la ocasión me puse un tanguita negro, mis leggins de cuero, unos tacones de aguja rojos de mi madre y mis tetas únicamente cubiertas por un sujetador negro.

Ya en el salón los chicos no me quitaban los ojos de encima, sobre todo Iván.

“Bueno. Para empezar quiero ver quién es el que tiene la polla más grande.” - dije mientras sostenía en mis manos un palo de los que había traído. Ese palo sería mi fusta.  Ambos se bajaron los bañadores y como era evidente Iván tenía la polla más grande.

“Nacho ven aquí conmigo” - ordené. “Gracias por depilaros” - añadí con una sonrisa.

“Bueno Nacho, hoy ser un pichacorta tiene ventajas” - le dije a Nacho mientras le acariciaba los huevos. “Ata las manos de tu primo” -ordené.

Nacho cogió un trozo de cuerda y ató las manos de su primo a la espalda. Mientras lo hacía, yo de cuclillas, daba golpecitos con el palo en los huevos de Iván. No muy fuertes. La polla de Iván volvía a ponerse dura.

“Buen chico Nacho, ahora vas a hacerle a tu primo todo lo que yo te diga.” - Dije. Cogí una silla y me senté frente a ellos. “¿Qué tal un apretón de unos 30 segundos?”

“Venga ya Anabel” - replicó Nacho.

Me levanté y sin decir nada di una patada en los huevos a Nacho que lo mandó al suelo.

“Hemos dicho que se hace lo que yo digo y lo que se haga aquí no va a salir de aquí ¿entendido?” -Pregunté clavando el tacón en la espalda de Nacho.

“Sí” - contestó Nacho mientras se retorcía en el suelo de dolor.

“¿Tú tienes algún problema con que tu primo te toque los huevecitos, Iván?” Pregunté mientras apoyaba mis manos en su hombro y cogía carrerilla para estampar mi rodilla en el medio de sus piernas. “Si tienes algún problema ya sabes lo que te va a pasar”.

“Yo no tengo ningún problema. Estamos aquí para pasarlo bien.”

Ante su respuesta relajé mi postura. Haciendo que Iván también relajara la suya y confiara, momento que aproveché para clavar mi rodilla en sus huevos. Esto provocó que Iván tuviese que inclinarse hacia delante, tanto, que con cada retorcida que daba a mi rodilla, más adelante se ponía hasta que cayó al suelo.

“Venga valientes, levantados” -ordené.

Ambos se pusieron de pie sin dejar de cogerse los huevos.

“Nacho haz lo que te he dicho. 30 segundos contados por mí. Con cada segundo aprietas un poco más fuerte” - Le dije mientras lo empujaba contra su primo.

Nacho colocó los huevos de su primo en su mano y empezó a apretar. Yo era quien contaba y veía como poco a poco el puño de Nacho se iba haciendo más y más pequeño, la cara de Iván demostraba dolor.

“¡Tira fuerte hacía arriba!” -Grité.

Al hacerlo se pudo escuchar en toda la casa el “uuhhh” de Iván. No pudo soportar el dolor y se cayó al suelo. Aproveché que estaba Iván en el suelo y le comí la boca a Nacho. Mientras nos besábamos aproveché para cogerlo por los huevos. Jugueteaba con sus huevos pegando algún tirón hacia abajo. Solté y dejé a ambos recuperarse. Ayudé a Iván a levantarse ya que tenía las manos atadas. Nacho estaba en cuclillas.

Senté a Iván en una silla y yo me senté sobre él. Dejé caer fuertemente mi culo en medio de sus piernas provocando un breve espasmo.

“Nacho ven aquí”.

Con Nacho de pie frente a mí me recosté sobre Iván. Jugaba con mis pies con los testículos de Nacho. Mientras lo hacía le comía la boca a Iván. Sentía como bajo de mi culo la polla de Iván iba cobrando vida. Finalmente la punta de mi zapato se acabaría clavando fuertemente en las bolas de Nacho. El cabrón aguantó la primera, la segunda incluso la tercera. Abrí mis piernas dejando libertad a Iván.

“Pégale a tu primo, Iván. Una patadita.”

Nacho no pudo evitar y la patada de su primo lo mandó al suelo. Aprovechando que yo estaba con las piernas abiertas, los huevos de Iván habían quedado más liberados. Clavé mi puño sobre ellos dejándolos entre mi mano y la silla. Aproveché también para coger aquellos huevos. Los huevos de Iván nunca los había tocado hasta el momento. Eran también más gordos que los de Nacho. Me encantaba el tacto del bañador y los huevos. No podía dejar de sobarlos.

Mientras esto sucedía Nacho se encontraba recuperándose en el suelo. De vez en cuando con mi pie le hacía movimientos semejantes a los de una paja. Era el único momento en el que Nacho se los soltaba.

“¿Ves lo que hago?” Le pregunté a Iván. “Ahora hazlo tu.” -Continué.

Iván puso el pie sobre la polla de su primo y empezó a hacerle una paja. Los chicos se estaban comportando muy bien así que para premiarlos decidí quitarme el sujetador. Me coloqué frente a ellos y comencé a manosearme las tetas.

“Me me me me voy a correr.” - Dijo Nacho como pudo. En ese momento chillé a Iván para que parara.

Yo: Joder Nacho. Ni cinco minutos. Cada vez vas a peor.

Nacho: Pero por qué le dices que pare. Dios mío voy a ir al baño a acabar. No aguanto más.

Yo:  No vas a ningún lado Nacho. Estamos acabando por hoy. Luego haces lo que quieras. O lo que yo te diga.

Le quité el nudo a Iván y lo tumbé pegado a Nacho en el suelo. Me paré sobre sus huevos pisando a cada uno con cada una de mis piernas. Era difícil hacer equilibrio así que ellos me ayudaban con sus brazos. Cuándo vi que sus brazos temblaban me bajé.

“Nacho quítale el bañador a tu primo y tú el suyo a él.” -Les ordené. “Ahora vamos a ver quién duerme conmigo en la cama.”

Yo: Os tenéis que poner a cuatro patas en el suelo. Os vais atar los huevos. Los huevos de Nacho irán atados mediante una cuerda a los huevos de Iván y tendréis que intentar llevar al otro a vuestro terreno. El que gana. Duerme conmigo y para que tengáis más ganas de ganar. El ganador se llevará una fantástica paja mientras el otro mira. Ataos los huevos el uno al otro. Quiero ver como os la tocáis con tanto cuidadito. No vayáis a haceros daño en los huevitos maricones.

Vi que no sabían hacerse los nudos así que tuve que intervenir: “A ver inútiles, cogéis los huevos del otro. Le hacéis un pequeño nudo a la cuerda y luego le dais vuelta. No necesitáis Bachillerato.

Nacho ya tenía el nudo de Iván hecho. Me había visto hacérselo a él mismo ocasiones anteriores. A Iván se le complicaba.

“A ver gilipollas. Déjame a mí.” - dije mientras cogía con rabia los huevos de Nacho. Con fuerza hice un nudo. Nacho tenía los ojos cerrados y cara de dolor. Di unas cuantas vueltas a los huevos con la cuerda.

Los coloqué en la postura en la que quería. A cuatro patas dándose la espalda. La cuerda tensa.

“¡TIRAD!”

Las caras de dolor eran evidentes. Se quejaban. Intentaban cómo podían llevar al otro a su terreno. A penas se movían. Para animar la cosa, golpeaba aquellos huevos colganderos con mi palo. Cada vez más sus caras me hacían reír.

“Menudos inútiles” - dije. Acto seguido salté y pisé la cuerda que estaba tensa. La cuerda tocó el suelo y con ello me llevé a los chicos. El chillido de dolor sonó incluso en el exterior de la casa. Ambos estaban agonizando en el suelo. Se retorcían. No dejaban de tocar sus huevos. Quise darles un tiempo. Marché al servicio y volví completamente desnuda. Nada cubría mi cuerpo.

Yo: ¿Cómo estáis?

Nacho: Destrozados.

Iván no contestó. Nacho se había ya incorporado y palpaba con mucho cuidado sus huevos. Fui hacia Iván que seguía retorciéndose en el suelo. Se asustó cuando vio que mi mano se dirigía a sus preciados y doloridos cojones. “Tranquilo.” Comencé a acariciarlos con cuidado. El dolor era evidente en Iván.

Yo: ¡Por descalificación el ganador ha sido Nacho! Pero como los dos os habéis portado muy bien, vamos a dormir los tres juntitos. Los tres desnuditos. Pero eso sí me llevo la llave inglesa al cuarto. El que se intente hacer el gracioso, le juro por dios que le destrozo la polla.

Nacho: ¿Y mi premio?

Yo: Tienes razón. Su paja. ¿La quiere ahora o en otro momento?

Nacho: Ahora por dios. Me va a explotar la polla.

Iván: ¿No hay medalla para el segundo?

Yo: Bueno. Ha sido la primera noche. Ambos os habéis portado muy bien. Hay paja para los dos. Para Nacho con mi mano derecha. Para Iván con mi mano izquierda. Ya tenéis asignado también vuestro sitio en la cama. Pero antes. Un golpecito en los huevos a cada uno ¿no? - Sonreí. Podéis elegirlo.

Nacho me pidió un pisotón. Colocó sus huevos sobre la mesa y me ayudó a subirme. Era lo que más le gustaba. Me puse el tacón derecho y clavé la aguja en el huevó izquierdo. Subí la intensidad durante 30 segundos que fueron contados por Iván.

Iván: Pues si vas a estar así de desnudita, yo me siento en la silla de antes y tu dejas caer ese culote sobre mis huevos las veces que quieras.

“Pues treinta veces.” -Le dije y le guiñé el ojo. “Nachito, cuenta.”

Así lo hice. Con Iván sentado en la silla. Con su polla y huevos al aire. Los cogí para hacerlos sobresalir de su piernas. De forma muy brusca dejé caer 30 veces mis nalgas sobre aquel pollón que, para los últimos golpes, ya soltaba algo de liquido preseminal.

Yo: Chicos, quedaos aquí recuperando. Poneos hielito. Lo que queráis. Me ducho y vamos a la cama que tengo que daros vuestro premio.

En la ducha aproveché para masturbarme. El mango de la ducha me ayudó. Tenía fuera a dos hombres deseando follarme salvajemente y yo con ganas de tratarlos como basura, pero quedaba por delante un día y medio más y tenía que hacerme respetar.

Salí de la ducha con un top y una braguita que me serviría de pijama

“Dijiste desnudos.” - Dijo Nacho al verme.

“Desnudos vosotros.” Repliqué.

“A ver podéis meterme mano o lo que sea sin pasaros, porque tenéis la pollitas de capa caída. Arriba esos ánimos chicas” les dije mientras jugueteaba con sus penes en la cama. No tardarían mucho en empalmarse. Comencé a pajearlos. Mi mano buena es la diestra, por lo que la que más dominaba era la paja de Nacho. Iván cogió con su mano mi mano y me ayudó a controlarla. La polla de Iván era la más grande que yo había visto.

Nacho fue el primero en correrse. Pude dedicarme mejor a la paja de Iván. La cogí con mis dos manos y empecé a alternar los ritmos. Iván se retorcía de placer. Me pedía más intensidad. Justo cuando iba a correrse paré.

“NOOO ¡¡¿Qué haces?!! - Chillo enfadado.

“Eres el perdedor.” Le dije mientras le daba un puñetazo en los huevos. Ese puñetazo provocó que Iván comenzara a retorcerse en la cama. Me impactó ver el semen salir.

Yo: Buenas noches chicos. Mañana será un día largo. Os quiero a tope. Si te portas bien, mañana me metes ese bate en mi coñito -Le susurré a Iván con la intención de que Nacho escuchara.