Mi inicio en el Ballbusting 4

Cuarta parte de la serie de relatos sobre el Ballbusting en mi adolescencia.

“Me van a dolores los huevos” dijo Nacho mientras nos poníamos los cascos de la moto. “Tanto por los golpes, como por no terminar la paja”.

Cada uno fue en su moto al Burger King. Nacho había prometido invitarme. Mientras comíamos yo jugueteaba bajo la mesa con mi pie y los huevos de Nacho. Quería follar.

Nacho: ¿Por qué no vienes esta noche a mi casa? Mi hermano saldrá de fiesta y con suerte no vendrá mañana en todo el día y mis padres se van de fin de semana a Portugal.

Yo: ¿Y no vas a hacer nada con tus amigos?

Nacho: Había quedado en ir a jugar a la play y dormir en casa de Álvaro, pero lo de mi casa parece mejor plan.

“Me parece bien” - Dije mientras hincaba mi pie un poquito más en los huevitos de Nacho.

Nacho: Pasamos por tu casa, coges algo de ropa si quieres.

Llegamos a mi casa y aparcamos las motos en la puerta. Nacho me acompañó.

Nacho: ¿Puedo escoger yo la ropa?

Yo: Sí claro.

Nacho cogió una minifalda de cuero negra, un top negro y un par de tacones.

“Coge una mochila y pon los tacones dentro. No voy a ir por la calle en tacones ahora.”

Llegamos a su casa y nos fuimos directamente a su cuarto. Faltaría un rato hasta que su hermano se fuera de fiesta. Cuando su hermano marchó yo cogí los tacones y me los puse. Nacho captó la indirecta.

“Yo también voy a elegir la ropa que vas a ponerte.” - Le dije mientras buscaba en su armario. “Ponte esto.” Y le lancé un bañador tipo slip de color amarillo que utilizaba Nacho cuando iba a natación.

“Tiene muchos años, me quedará algo pequeño” - dijo Nacho mientras se quitaba la ropa.

Al quedarse complemente desnudo me acerqué a él para preguntarle si se encontraba bien. Serían dos sesiones de Ballbusting en un día y yo estaba algo preocupada.

“A ver, antes han sido un par de patadas y un pisotón. Ya no me duelen.” -Matizó.

En efecto aquel bañador le quedaba algo ajustado. Sus huevos y polla se marcaban muchísimo. Yo no podía dejar de mirarlo. Fui hacia él y comencé a tocarle el paquete. Pasaba mi mano por todo su bulto. Tocaba los huevos. Jalaba su polla. No tardaría mucho en empalmarse.

“Se me ha ocurrido que podríamos buscar un video en internet y hacer lo mismo que ellos.” - dijo Nacho mientras manoseaba mi cuerpo.

Se sentó en el ordenador y comenzó a navegar por las más conocidas páginas de contenido pornográfico.

“Pero el vídeo lo elijo yo. Que para eso soy la que manda” - le dije mientras me sentaba sobre él. Su polla estaba super dura. Clavé mi culo sobre aquel paquete provocando en Nacho un breve espasmo.

“Me va a reventar la polla.”

“Y los huevos, Nachín.”

Elegí un video de recopilación.

Cogí a Nacho y lo coloqué en medio de su habitación.

“¿No tienes nada para que te ate las manos?”

Nacho con el calentón ni lo dudó y sacó el cordón de su bañador. Le até las manos lo mejor que pude. Era mi primer nudo. Decidí atarle las manos por delante para que pudiese cogerse los huevos si lo veía necesario.

Bueno Nacho. Vamos a comenzar con unas pataditas y rodillazos. Nacho abrió las piernas. La punta de mi zapato impactó contra sus huevos. Nacho enseguida se recompuso. Otra y otra y otra. No muy fuerte, las patadas que le daba a Nacho iban poco a poco haciendo mella en sus huevos. Nacho ya no se paraba tan derecho. Me puse de espaldas a él y comencé a perrearle. Su polla no estaba dura pero noté que mientras mi culo se meneaba sobre ella, poco a poco iba cobrando vida. Bajaba y subía mi culo recorriendo todo el paquete de Nacho. De vez en cuando le daba algún golpe con mi culo. Nacho respondía con una sonrisa.

Llegado el momento paré y quedando de espaldas a Nacho, levanté fuertemente mi talón. El tacón de mi zapato impacto de lleno en los huevos de Nacho, provocando que Nacho cayese al suelo.

“Abre las piernas Nachín” -ordené.

Me remangué la falda y me dejé caer sobre sus huevos. Repetí aquello unas cuantas veces. Nacho hacía lo posible para cubrirse los huevos. Cogí su polla fuertemente y clavando las uñas le advertí de que tenía que dejar sus manos quietas. En la misma posición, reculé un poco sentándome en el suelo. Nacho boqueaba. Estando él con las piernas abiertas puse mi pie sobre sus pelotas y cogiendo sus piernas comencé a tirar hacia mí. Aquello me encantaba. Mis bragas estaban ya mojaditas. Quería follarme a Nacho, pero aún no. Aún a aquellos huevos le quedaba un poquito más de sufrimiento.

Yo: ¿Quieres parar un poco?

Nacho: No. Sigue. Hoy te estás coronando. Te prometo que esta noche si te corres.

Me puse de pie y ordené a Nacho que se pusiera a cuatro patas. Tenía una vista estupenda del paquete de Nacho desde atrás.La primera de las patadas provocó que Nacho fuera al suelo. Se retorcía de dolor. Me acerqué a él y le quité el nudo. Nacho llevó sus manos a sus huevos y así estuvo unos minutos.

“Un poquito más” - le dije acariciándole el pelo.

Nacho asintió y se puso de pie. Volví a hacerle el nudo. Le quité el bañador dejando aquellos malheridos huevos al aire. Su polla soltó un pequeño hilo de líquido preseminal. Cogí su polla y tirando de ella llevé a Nacho hasta la parte vacía de su escritorio y lo puse de frente. Coloqué suavemente sus testículos sobre el escritorio y me subí al mismo. Era un escritorio grande y fuerte, aún así, pregunté: “¿Esto aguantará mi peso?”

“Claro, tonta.” - dijo Nacho “Pesas 50 kilos.”

Nacho estaba circuncidado. Recuerdo cuando en segundo de secundaria lo operaron de fimosis y el pobre estaba todo el día dolorido. Tenía el glande siempre al descubierto, así que clavé el tacón en la cabecita de su polla. Nacho pegó un grito y comenzó a moverse, no pudiendo escapar. Aguanté así unos segundos. Repetí varias veces más. Volví a colocar sus huevos en la mesa. Esta vez los que se llevarían el pisotón serían ellos. Cuidadosamente calculé para que mi tacón pisara íntegramente su huevo derecho. Nacho volvió a chillar. Hacía movimientos para que todo el peso de mi cuerpo recayera sobre los patéticos huevos de mi amigo.

“Aguantas como un crack.” De verdad.

Lo cierto es que después de aquella vez, he realizado Ballbusting con otros muchos hombres. A mis 24 años me considero toda una experta en esto, aunque siempre se puede seguir aprendiendo. Pero ninguno ha aguantado tanto como Nacho. A pesar de tener únicamente 16 años, el tío aguantaba como un campeón.

Di a Nacho unos segundos para reponerse mientras yo veía qué seguía a continuación en el video. Con Nacho desnudo, aproveché para quitarme ropa, quedando únicamente con mi ropa interior y los tacones.

“Ni se te ocurra quitarte los tacones” - me dijo Nacho. Le sonreí y le di un beso en la mejilla.

Me agaché frente a él y comencé a lamer su polla. Esto le provocaría una erección. “Me duele un poco el capullo Anabel.” - Dijo. Le di un par de besitos en el glande.

Aprovechando que Nacho estaba de pie y yo de rodillas frente a él, cogí con cada una de mis manos los huevos de Nacho y comencé a tirar hacía abajo. Nacho chillaba. Intentaba coger aire. Se movía. Quería escapar. Eso provocó en mí una carcajada.

Lo solté y Nacho cayó al suelo.

“Aprovechando que estás en el suelo, y que tanto te gustan mis pies y mis tacones, chúpalos.”

Nacho sacó su lengua y comenzó a lamer mis tacones. Su polla estaba durísima y yo estaba mojadísima. Abrí mis piernas y le dije: “ahora el coño.” Nacho que ya estaba con las manos desatadas, apartó con sus dedos mi braguita y comenzó a chuparme el coño. Nada mal para un novato.

“Queda una última, Nacho.” Voy a atarte los huevos con el cordón y vamos a dar una vuelta por toda la casa. Nacho me ayudó a hacerlo. No tenía los huevos muy colganderos, pero la hinchazón ayudó que pudiera darle unas cuantas vueltas a la cuerda. Cogí el extremo de la cuerda y comencé a pasear a Nacho como si un perro se tratase. De vez en cuando le daba algún que otro tirón provocando muecas en su cara que me hacían reír.

Llegamos a la cocina y cogí un cuchillo. “¿Y qué pasa si ahora cojo y te los corto?” - Pregunté mientras ponía el cuchillo en la base de sus huevos.

La cara de Nacho cambió por completo. Estaba serio y podía ver el miedo en sus ojos. Me reí y seguimos andando. Llegamos al salón y me senté en el sofá. Nacho estaba frente a mí, por lo que tenía los huevitos de mi amigo a una altura perfecta. Los cogí y los golpeé 5 veces con la palma de mi mano. Nacho murmulló. Yo tenía ganas de fumarme un cigarro y apagarlo en las pelotas de Nacho, pero me parecía demasiado para mi amigo, seguro que más adelante tenía la posibilidad de hacerlo con algún otro inútil.

Cogí los huevos de Nacho y me los llevé a la boca. Mordí con todas mis fuerzas. Nacho se puso de puntillas y con una fina voz pegó un chillido que seguro habían escuchado sus vecinos. Yo no dejaba de reír. “Suficiente por hoy, Nachito. - le dije mientras le quitaba la cuerda. Fui al congelador y cogí un poco de hielo. Nacho se sentó en la silla de su escritorio para palparse los huevos. Yo lo ayudé poniendo un poco de hielo.

Dicen que si una tía se corre encima tuya, tú no te la has follado, sino que ella te ha follado a ti. Y eso pasó aquella noche. Yo justificaba que Nacho no pudiera hacerme correr en otra postura debido a los golpes que se llevaba en los huevos. Aun así no quería probar de otra manera, yo tenía sexo con Nacho por todo lo que había antes de follar. ¿Qué chaval de 16 años se iba a dejar hacer lo que hacíamos Nacho y yo?

A la mañana siguiente, había que hacer comprobaciones. Despertamos y Nacho comenzó a mirarse los huevos. Había aún un poquito de hinchazón y alguna que otra herida en el glande.

“Creo que por un tiempo lo vamos a dejar.” - dijo mientras se ponía un calzoncillo. “Ven aquí.” Interrumpí, mientras tiraba a Nacho sobre la cama. Le retiré los calzoncillos y comencé a darle besitos en los huevos. “No os enfadéis conmigo.”